¿Por qué esperar sufrimiento?
Annamarie Sauter: Nuestra tendencia natural es evitar las dificultades y los retos, pero recuerda que no hay corona sin cruz.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Recuerda que no hay exaltación sin humillación, y que el sufrimiento precede a la gloria. Como dice Pablo en 2 Corintios 4: «Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy continuamos con una serie de enseñanzas acerca de la transfiguración de Jesús. Nancy la impartió en una conferencia para mujeres del ministerio Coalición por el Evangelio. Escuchemos.
Nancy: Entonces hemos dicho que existe una transformación presente, que se está llevando a cabo incluso en este preciso momento, ya que nuestras almas están gradualmente siendo transformadas y Su naturaleza, que está siendo manifestada en nosotras, es lo que nos transforma a …
Annamarie Sauter: Nuestra tendencia natural es evitar las dificultades y los retos, pero recuerda que no hay corona sin cruz.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Recuerda que no hay exaltación sin humillación, y que el sufrimiento precede a la gloria. Como dice Pablo en 2 Corintios 4: «Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy continuamos con una serie de enseñanzas acerca de la transfiguración de Jesús. Nancy la impartió en una conferencia para mujeres del ministerio Coalición por el Evangelio. Escuchemos.
Nancy: Entonces hemos dicho que existe una transformación presente, que se está llevando a cabo incluso en este preciso momento, ya que nuestras almas están gradualmente siendo transformadas y Su naturaleza, que está siendo manifestada en nosotras, es lo que nos transforma a Su imagen. Pensamos en esto como la santificación, es la transfiguración, la metamorfosis, un cambio completo de forma y de apariencia.
La implicación de Su transfiguración es que la gloria de Dios en nosotras nos cambia totalmente. Nos hace diferentes, nos convierte en otras personas. Es una palabra que se utiliza solo en dos lugares del Nuevo Testamento, aparte de los relatos de los evangelios.
Romanos capítulo 12: «Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense (transfigúrense) mediante la renovación de la mente».
Y luego en 2 Corintios capítulo 3:
«Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados (transfigurados) en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu».
La santificación es el proceso invisible de transformación que toma lugar en nosotras como creyentes durante nuestra vida aquí en la tierra, para prepararnos para la eternidad en los cielos.
La transfiguración de Cristo, recuerda que ocurrió mientras Él estaba orando. Como Oswald Chambers dijo en su libro, El Cristo Incomparable, «¿no es ese el método aún para la transfiguración?»
Esto sucede en la medida en que ponemos nuestros ojos en Cristo, con nuestros rostros descubiertos, contemplando como en un espejo la gloria del Señor. Esto fue lo que dijo David en el Salmo 27: «Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré: Que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y para meditar en Su templo (v.4).
Mientras contemplamos Su hermosura es que somos transfiguradas a Su semejanza, y puedo decir ciertísimamente que no existe ningún sustituto.
¿Quieres ser como Jesús? Tienes que contemplar a Jesús.
¿Quieres que Su gloria se incremente y se manifieste en y a través de tu vida? Tienes que mantenerte contemplando a Cristo.
Uno de los talleres que he impartido con más frecuencia a través de los años, es uno que trata de cómo cultivar intimidad con Dios a través de la práctica de un devocional diario. Al final de la sesión a menudo pregunto a 500, a veces 600 mujeres o más presentes, ¿cuántas serían honestas en decir que en ese momento de sus vidas, en esa etapa, no tienen una vida devocional consistente, regular?
Y la respuesta es siempre la misma, cada vez que hago esta pregunta, muchas veces a miles de mujeres con el paso de los años –esposas de pastores, líderes de estudios bíblicos, líderes creyentes, personas en los ministerios– todo tipo de grupos de mujeres, la respuesta invariablemente es que alrededor del 90% de las manos se levantan para decir, «no tengo actualmente una vida devocional constante».
No digo esto para desanimarte, sino para decirte que no hay atajos para contemplar a Cristo; en Su Palabra, lo vemos a Él, y entonces somos transformadas a Su imagen de gloria en gloria.
No seremos transformadas por leer solamente libros de excelentes autores o escuchar conferencias de excelentes conferencistas. Puedes comprarlos, leerlos, escucharlos y ser impactada por esos libros y conferencias, pero sé que aún esos autores dirían que lo que tienes que hacer es ir a Cristo, contemplar a Cristo, escuchar a Cristo, ir a Su Palabra.
No serás transformada por leer mis libros o escuchar los programas de Aviva Nuestros Corazones o nuestros mensajes. Si cualquiera de nosotras, te apunta a Cristo, y eso te anima, eso será transformador.
Así que existe una transformación pasada. Somos nuevas criaturas en Cristo. Hemos nacido de nuevo, y entonces existe una transformación presente que se está llevando a cabo ahora mismo, una santificación que se lleva a cabo en nuestras vidas mientras contemplamos a Cristo. Pero de igual forma debemos mirar hacia adelante a la glorificación futura.
La transfiguración de Cristo nos da un adelanto de lo que Dios tiene reservado para nosotras cuando nuestros cuerpos físicos un día sean transformados, y todo por causa de lo que hizo Cristo hizo por nosotras por medio de Su éxodo, Su muerte, Su resurrección, Su ascensión.
Pablo lo dice de esta manera en Filipenses capítulo 3: «Nuestra ciudadanía está en los cielos, y por ello aguardamos al Salvador, el Señor Jesucristo quién transformará nuestros cuerpos caídos (humillados) en cuerpos glorificados».
Anhelo ese día. Anhelo más ese día por lo que he visto en la transfiguración de Cristo. Cuando Cristo regrese, la apariencia física externa de nuestros cuerpos será transformada, eso será glorioso. Esa transformación está actualmente llevándose a cabo en nosotras mientras nos parecemos más a Cristo.
Y vemos ecos de esta transformación, esta transfiguración, en algunos versículos, por ejemplo en Proverbios 4:18: «Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto».
Daniel 12:3, dice: «Los entendidos brillarán como el resplandor del firmamento, y los que guiaron a muchos a la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad».
Es Su gloria que brilla en nosotras, reflejándose en nosotras.
Jueces 5:31: «Sean los que te aman como la salida del sol en toda su fuerza».
¿Y cuál es el punto de todo esto? ¿El tener personas que digan cuán gloriosas somos? ¡No! ¡No! ¡No!, ¡y mil veces no! ¡Es tener personas que al míranos y digan, «cuán glorioso es Cristo!», al ver Su gloria. Como la luna, no tenemos luz propia, somos portadoras y reflejamos la gloria, la luz de Cristo quien es la esperanza de gloria en nosotras. Es Su luz que necesitamos manifestar, Su gloria que anhelamos que se sienta, que se perciba y que a Cristo se le conozca en este mundo a través de nosotras.
Así que la visión de la transfiguración de Cristo, nos da una visión de nuestra propia transformación a Su semejanza.
Y luego, en segundo lugar, la visión de la gloria de Cristo en el monte de la transfiguración, nos da una perspectiva, un contexto, y una esperanza para nuestras vidas mientras las vivimos, no en el monte, sino en el valle.
Fue estar en el monte de la transfiguración y la visión de lo que ellos vieron de la gloria de Cristo, que preparó a los discípulos para lo que ellos iban a enfrentar luego. Y la visión que hemos visto de Cristo en el monte, debe prepararnos a nosotras mientras aguardamos Su retorno en gloria, porque tenemos esta esperanza de compartir algún día Su gloria. Pero recuerda que
- No hay corona sin cruz
- No hay exaltación sin humillación
- El sufrimiento precede a la gloria
Como Pablo dice en 2 Corintios 4: «Nuestros sufrimientos nos están preparando para un eterno peso de gloria más allá de toda comparación» (v.17).
En este pasaje que hemos estado viendo, los discípulos experimentaron altas y bajas, y puedes observar el terreno que ellos atravesaron. En el capítulo 17:1, dice que «Jesús los guió a un monte alto».
Así que gracias a Dios por esos momentos en los que vemos por un corto período de tiempo solo un destello de Su magnificencia, Su esplendor, la gloria de Cristo, quizás de maneras que no podemos ver en nuestro diario vivir. Y como fue para ellos, también es para nosotras, esos momentos no duran mucho. Solo son un anticipo, y es la intención de que anhelemos la gloria eterna y de ayudarnos a soportar el sufrimiento en este valle, que parece eterno, pero realmente es solo temporal, breve, corto y nos llama a aflicciones momentáneas, aunque por momentos pudieran sentirse pesadas y muy largas.
Y luego, vemos en el versículo 9, que bajaron del monte. Jesús les habló de Su inminente muerte y de cómo Juan el Bautista vino a restaurar todas las cosas y cómo fue rechazado hasta llevarlo a su muerte.
Y luego dice en el versículo 12: «Así también el Hijo del Hombre ciertamente sufrirá en sus manos». Este es el Hijo del Hombre quien ha mostrado Su gloria, pero Él les recuerda de que existe un sufrimiento que vendrá, y por lo tanto será realmente también para sus seguidores.
Entonces Él llega al valle, versículo 14: «Ellos llegaron a la multitud». La escena que ellos encuentran, no puede ser más distante de lo que te puedas imaginar de lo que ellos habían experimentado en la montaña: un hombre tenía un hijo endemoniado; era epiléptico con un comportamiento autodestructivo. Había consternación allí; confusión; había caos en medio de esta necesidad humana.
¿Dónde vivimos la mayor parte de nuestras vidas en este mundo? Abajo en el valle, enfrentando expectativas que no podemos llenar. ¿Con cuánta frecuencia vienen personas que nos traen situaciones, esperando que nosotras podamos hacer algo al respecto? «Mi esposo… mis hijos… ¿Qué puedes hacer para ayudarme?»
Bueno, el Cristo que manifestó Su gloria en el monte, bajó con Sus discípulos del monte al valle, donde la gloria una vez más, iba a estar cubierta; y así mismo, Él irá contigo desde donde te encuentres hasta tu valle.
Estoy confiada de que Pedro, Juan y Santiago, nunca, nunca olvidaron lo que ellos escucharon y vieron en ese monte, a pesar de que por un tiempo no pudieron conversar de esto con nadie. Ellos estaban destinados a ver sus circunstancias en el valle a la luz de la gloria de Cristo que ellos habían presenciado en el monte.
La gloria de Dios es el Dios de toda gracia, y el Dios quien habló y manifestó Su grandeza en el monte es el mismo Dios quien habla y ejercita Su poder por encima del mal en el valle.
Durante los últimos meses, quizás años, he estado sumergida en algunas circunstancias dolorosas y confusas que envuelven algunas relaciones terribles rotas. Hace una semana, recibí, en relación a todo esto, una carta devastadora –doce páginas escritas a mano. Mientras leía y trataba de asimilar la humillación de esta carta y todo lo que le rodeaba, seré honesta al decirte, que lo último en el mundo que sentía que quería hacer en ese momento era trabajar en este mensaje de la transfiguración o pararme en una plataforma, y dar este mensaje conversando acerca de otra visión de Dios en las Escrituras.
Luché aún con venir a esta conferencia y ser parte de ella. Es por este pasaje, y los otros que he estado considerando en ese momento, que parecen tan lejanos y desconectados de la realidad de mi vida y del dolor.
Sé que en nuestra audiencia hay madres y abuelas que se duermen llorando por la noche por un hijo o una hija pródigo/a o una nieta/o. Sé que muchas están enfrentando dificultades financieras. Quizás eres una viuda enfrentando la reciente pérdida de tu compañero. Quizás problemas de salud, conflictos dentro de tu iglesia que están surgiendo, dificultades matrimoniales.
Quizás sientes que tu vida está colapsando, y esto describiría lo que he sentido muchas veces en estas circunstancias durante los últimos meses. Y quizás para ti, este relato y otros que hemos estado viendo, sean irrelevantes, lejanos a la realidad de tu vida.
Quiero decirte que Cristo, glorioso y todopoderoso, resucitado, ascendente y gobernante, nos ha dado Su Espíritu y va con nosotras al valle y a los retos y a las locuras de la vida en este mundo caído. Él nos da esperanza. Él nos da perspectiva. Él nos da fortaleza, nos da coraje, valentía y nos da Su gracia.
Y el saber que Dios usará esa locura, de la forma que la vemos, como un medio para transformarnos. No solo que logremos llegar al cielo sobreviviendo todo esto, sino que llevemos fruto y salgamos purificadas como el oro ya que hemos atravesado por todo esto. Y mientras atravesamos esto nos aferramos, algunas veces con una fe cruda y desnuda, en la que esperamos que en la sabia soberanía de Dios en medio del sufrimiento de este tiempo, un día todo terminará en exaltación y gloria.
Este breve momento entre la gloria que Jesús tiene en Su eternidad pasada y la gloria que será de Él por toda la eternidad, por un breve momento Jesús tomó forma humana, y la gloria estuvo velada mientras Él sufría por nosotras. Y por causa de lo que Él sufrió por nosotras en la cruz, por Su éxodo, nuestro breve sufrimiento en este cuerpo mortal y en este mundo caído, será breve y pronto dará paso a la gloria eterna con Él.
Así que anímate mi hermana y sé valiente porque Él ha prometido, «tú me has mostrado el camino de la vida. En tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra por siempre».
Y para finalizar, déjenme compartirles esto: unos días atrás, una amiga, conociendo mi situación y las batallas y la confusión y el dolor que estaba atravesando, me preguntó, ¿cómo estás?
Yo le contesté, por fe con lo que sé en mi corazón que es la verdad, «todo está bien en el cielo, y todo estará bien en la tierra, y todo es así por causa de Jesús».
En 1 Pedro 1:8 leemos: «a quien sin haber visto, ustedes lo aman, y a quien ahora no ven, pero creen en Él, y se regocijan grandemente con gozo inefable y lleno de gloria,obteniendo, como resultado de su fe, la salvación de sus almas».
Todo para la gloria eterna de Dios el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Amén.
¿Orarías conmigo?
Oh, Padre, levanto a mis hermanas en este lugar. Oro para que de alguna manera las experiencias que dentro de Tu providencia has puesto en mi vida en estos últimos meses, y la gloria que Tú me estás mostrando en el medio de ellas, la gloria que no veo, la gloria que veo por fe, oro que de alguna manera ministre por gracia, anime, y dé esperanza a estas hermanas quienes se encuentran en sus propios valles y están enfrentando horas y días muy difíciles.
Asegúrales que vas con ellas al bajar de ese monte al valle, que la gloria que hemos visto en la transfiguración continúe trabajando en nosotras y a través de nosotras hasta el día cuando la fe se transforme en vista y la oración se transforme en alabanza, y el velo para siempre sea removido, y le veamos a Él; seamos como Él; y por toda la eternidad, estaremos alabándolo. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth te ha estado animando a contemplar a Jesús de modo que puedas ser transformadas a Su imagen. Dios nos hace nuevas criaturas, también nos transforma día a día, ¡y además tenemos la esperanza de que un día nuestros cuerpos serán transformados!
Si en este momento de tu vida te encuentras en un valle, ¡aférrate a la verdad y a la esperanza de la vida eterna que nos ha sido dada en Cristo!
Escucha lo que una mujer que tiene esta esperanza nos dijo.
Nairoby Bellido: Dios ha bendecido mi vida a través del reto leyendo juntas la Palabra del Señor. Porque cada vez que he atravesado por un sufrimiento o una desilusión este año, al abrir la Biblia mi alma y mi corazón han sido confortados, me ha dado esperanza, me ha abrazado, es como encontrar un refugio en medio del dolor.
Su Palabra ha sido lo que he necesitado para sentirme con gozo, esperanza, alegría, de que de Él dependo y que mi vida está totalmente en Sus manos. Este reto me ha ayudado también, hermosamente, a tener Su Palabra constantemente en mi mente, de tal manera que cuando viene alguna dificultad, alguna situación, yo puedo traer esa Palabra a mi mente y que dé como resultado, o como fruto, el parecerme más a Cristo que al mundo.
He visto la mano de Dios transformando mi carácter de una manera tan dulce, tan apacible, tan amorosa, que me ha dado la fuerza de poder rendirme cada día más y más hacia Él, de poder comprender Su gracia, Su amor, Su perdón, Su misericordia para conmigo, y de esa misma manera poder derramar gracia, perdón y misericordia sobre otros, de la misma manera que Él ha hecho conmigo.
Ha sido tan notoria Su mano poderosa en este tiempo, que en mi familia hay un cambio radical en todas las cosas, aún en nuestras costumbres como familia. He visto la importancia de enseñarle la Palabra a mi hija de tal manera que puedo llevar devocionales con ella, acorde a sus edades –tengo dos niñas pequeñas, de 4 y casi 2 años.
Soy mamá que trabaja en casa y aunque ellas demandan tiempo, he visto que el Señor ha orquestado y me ha dado el tiempo de poder consagrarme a Él. Sé que solamente Él ha hecho posible ese cambio que he podido palpar a través de Su poder en mi vida. Sujetándome a mi esposo y a pesar de mis dificultades como mujer en querer enseñorearme muchas veces y tomar el liderazgo que no me corresponde, pero he visto que la Palabra ha dado sentido a cada rol que el Señor ha establecido para que yo pueda vivirlo y glorificarlo a Él en el rol que Él me ha mandado cumplir como esposa, madre, hermana, amiga, y eso es de gran bendición.
No puedo callar lo que Dios ha hecho en mí, atrayéndome con sed de Su Palabra. Esto me recuerda Hechos 20 que dice: «No podemos dejar de decir lo que hemos visto y lo que hemos oído». Y a raíz de esto, junto con otras tres mujeres en Panamá, estamos llevando estudios bíblicos por Whatsapp, diariamente estamos mandando mensajes para animar a muchas mujeres que han tomado también la decisión de entregar su tiempo al Señor, de empezar a establecer una relación íntima, personal con Dios diariamente.
Esto ha llenado mi corazón al ver cómo Dios ha utilizado este reto, Su Palabra, Sus instrumentos para que muchas más mujeres podamos acercarnos a Él y empezar a vivir verdaderamente la Palabra de Dios. No de labios, no de oídas, sino realmente de vivir el evangelio de Cristo. Vivir Su gracia, Su perdón, Su amor, Su más grande regalo que fue el que murió en la cruz por nosotras para que podamos hoy tener vida juntamente con Él.
Annamarie: ¡Amén! Es nuestro deseo aquí en Aviva Nuestros Corazones poder apuntar a muchas más mujeres a la Palabra de Dios. Una forma en que lo hacemos es a través del Reto Mujer Verdadera 365, por medio del cual estamos leyendo la Biblia de tapa a tapa. Si no lo has hecho, ¡únete ahora! La lectura bíblica para hoy es 2 Samuel capítulos 7 al 10.
Bien, la serie de programas que hemos estado transmitiendo son una enseñanza que Nancy compartió en una conferencia para mujeres del ministerio Coalición por el Evangelio. Allí Nancy animó a las mujeres a compartir lo que aprendieron. Ahora no estamos en la conferencia, pero podemos preguntarnos, ¿con quién y cómo puedo conversar acerca de lo que Dios me ha estado enseñando en esta serie?
Aquí está Nancy para ayudarte a hacer esto.
Nancy: Uno de los peligros y retos de adentrarse en grandes verdades como las que hemos estado viendo, es que las cosas sobrenaturales se conviertan en algo común, como el hecho de que Dios se hizo visible y se dio a conocer a nosotras, que esto ya no nos sorprenda.
Es tan posible tener cabezas que están llenas mientras que tenemos corazones y vidas que se encuentran vacías. He estado ahí, y quizás tú también has estado en esa situación.
Quisiera recordarles que la teología debe siempre llevarnos a la doxología y a la transformación. No es suficiente solamente tener un cuaderno lleno, mi oración es que mientras escuchamos estas grandes verdades nuestros corazones se llenen de alabanza y adoración a nuestro gran Dios, y que nuestras vidas sean transformadas.
Y si quieres compartir acerca de lo que has escuchado a lo largo de esta serie con otra mujer, algunas preguntas que te pueden ayudar son:
Primero:
- ¿Cómo has visto a Dios desde una nueva perspectiva?
- ¿Cómo has tenido una visión fresca de Dios a través de estos programas? Quizás puedes elegir algunas ideas que has anotado.
- ¿Qué has visto que te ha animado, te ha bendecido, te ha retado, cosas que te den esa visión más fresca de Dios?
Y en segundo lugar:
- Cómo esta visión, lo que has visto, ¿cómo irradia luz en ese camino que estás transitando ahora?
- ¿Qué diferencia hay entre el camino que en este momento estás transitando y el antiguo camino?
Te aliento y te animo a conversar con otra persona acerca de lo que has escuchado. Malaquías dice que los que aman al Señor, temen al Señor, y hablan continuamente de Él unos con otros. Esto será de bendición para tu propia vida, y para las vidas de más mujeres.
Annamarie: Así es.
Anímate y comparte con más mujeres lo que has recibido. Y para compartir el audio o la transcripción de este programa, visítanos en AvivaNuestrosCorazones.com. Allí podrás hacerlo fácilmente a través de diversas plataformas. ¡Juntas llamemos a más mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo!
¿Qué viene a tu mente cuando piensas en la palabra «hogar»? En nuestro próximo programa escucha lo que la Biblia nos enseña acerca del diseño de Dios para el hogar y cómo este es mucho más que cuatro paredes. Acompáñanos aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Invitándote a no solo sobrevivir en la vida cristiana sino a tener una vida fructífera en Cristo, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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