Poder para edificar o derribar
Débora: ¿Eres consciente de la influencia que tienes sobre las vidas de las personas que te rodean?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Una de las cosas que Dios ha puesto en mi corazón es la necesidad de que nosotras, como mujeres, nos demos cuenta del poder de nuestra influencia, y que le pidamos a Dios que examine nuestros corazones y nuestras vidas como mujeres cristianas, y que nos muestre las áreas en las que estamos siendo insensatas y tal vez hemos estado ciegas o ignorantes ante ello. Necesitamos llegar a ser sabias donde hemos sido necias.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 4 de marzo de 2024.
En muchos lugares alrededor del mundo, esta semana se celebra el día internacional de la mujer. Y bien, el origen de esta celebración tiene unos antecedentes que podrían catalogarse como incoherentes con la …
Débora: ¿Eres consciente de la influencia que tienes sobre las vidas de las personas que te rodean?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Una de las cosas que Dios ha puesto en mi corazón es la necesidad de que nosotras, como mujeres, nos demos cuenta del poder de nuestra influencia, y que le pidamos a Dios que examine nuestros corazones y nuestras vidas como mujeres cristianas, y que nos muestre las áreas en las que estamos siendo insensatas y tal vez hemos estado ciegas o ignorantes ante ello. Necesitamos llegar a ser sabias donde hemos sido necias.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 4 de marzo de 2024.
En muchos lugares alrededor del mundo, esta semana se celebra el día internacional de la mujer. Y bien, el origen de esta celebración tiene unos antecedentes que podrían catalogarse como incoherentes con la definición bíblica de la feminidad. Por eso hoy queremos compartir contigo esta serie, una serie que habla del poder divino que se nos ha otorgado a las mujeres.
Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy: A lo largo del libro de Proverbios leemos acerca de dos tipos diferentes de personas. Estas personas son tan diferentes entre sí como el día y la noche. Vemos una y otra vez referencias a personas que son sabias, y lo opuesto a personas sabias son aquellas que son insensatas o necias. Tenemos personas sabias y personas necias.
Cuando hablamos de alguien que es sabio o necio, estamos hablando de la condición de su corazón. Estamos hablando de su carácter interno, lo que esa persona es en lo interior de su ser.
Ahora, encontramos a través del libro de Proverbios, que lo que una persona es, sabia o necia en su corazón y en su carácter, determinará todo lo demás sobre ella:
- La forma en que piensa
- La forma en que actúa
- La forma en que se relaciona con los demás
- La forma en que habla
- La forma en que viste
- Todo acerca de su vida
- La forma en que gasta el dinero
- La forma en que usa su tiempo…
Todo esto estará determinando si es sabia o necia.
Una persona con un corazón sabio va a vivir sabiamente. Una persona que tiene un corazón insensato va a vivir neciamente. Lo que está dentro va a salir. Lo que salga, en nuestra forma de vivir en cada área de la vida, siempre tendrá una influencia en las personas que nos rodean.
Así que nuestro carácter, nuestro corazón, se expresará, se manifestará, y lo que somos en nuestra vida diaria no solo nos importa a nosotras. Les importa a las personas que nos rodean. La gente con la que vivimos, la gente con la que trabajamos; esa gente va a ser influenciada por nuestra sabiduría o nuestra necedad.
Hay un versículo en Proverbios capítulo 14 que aplica este asunto de la sabiduría y la insensatez a las mujeres. Hay dos tipos de mujeres. Y en cualquier momento de mi vida estaré viviendo como una de estas dos clases de mujeres. Proverbios 14:1 dice: «La mujer sabia edifica su casa, pero la necia con sus manos la derriba».
Solo dos tipos de mujeres. Hay mujeres sabias y mujeres necias. Algunos días actúo como una mujer sabia y otros, más de los que quisiera pensar, actúo como una mujer insensata, porque lo que hay en mi corazón en un momento determinado es lo que va a salir.
Vemos aquí que los resultados o las consecuencias de lo que hay en nuestro corazón, son muy serias. Si una mujer tiene un corazón sabio y está viviendo sabiamente, ella será una mujer que edifica. Estará construyendo, edificando su casa. Y no hablamos solamente de una casa literal, aunque ciertamente se aplica a nuestras familias. Si eres una mujer casada, si tienes esposo, si tienes hijos, ese es el primer lugar donde todo esto necesita ser puesto en práctica. Ahí es cuando nuestra insensatez o sabiduría aflora primero.
Pero «tu casa» pudiera incluir otros aspectos a tu alrededor. Tu lugar de trabajo. El ambiente de tu iglesia. Tu vecindario. Todo lo que te rodea. La esfera de influencia que Dios te ha dado. Si eres una mujer sabia tu vida será constructiva. Irás edificando a las personas a tu alrededor.
Nosotras queremos ser mujeres sabias, pero aquí tenemos una advertencia y es que en algunas ocasiones podríamos comportarnos como mujeres insensatas. ¿Qué pasa con la mujer insensata? Su insensatez no solo se queda en su corazón. Sale a relucir y su influencia es altamente destructiva. La mujer insensata derriba su casa con las manos.
Ahora, nota que en este pasaje no hay un punto medio. O estoy construyendo, edificando o estoy derribando. Ahora, pregúntate, ¿qué tipo de influencia tengo en las personas a mi alrededor? ¿Estoy teniendo una influencia que es el resultado de un corazón de sabiduría o estoy teniendo una influencia que es el resultado de ser una mujer necia?
Pienso que subestimamos la increíble influencia que tenemos como mujeres; para bien o para mal. La influencia que tenemos en nuestros hogares, en nuestras iglesias, en nuestra comunidad y en nuestra nación. Ahora, podrías pensar que no eres una mujer que tiene mucha influencia, pero yo estoy aquí para decirte que sí la tienes; eres una mujer de influencia y yo lo soy también.
John Adams, quien fue el segundo presidente de los Estados Unidos, señaló esto en una cita con relación a las mujeres. Él dijo:
«De todo lo que he leído de historia y gobierno, de la vida humana y las buenas costumbres, he llegado a la conclusión de que el comportamiento de las mujeres es el barómetro más infalible para confirmar el grado de moralidad y virtud de una nación».
¿Escuchaste bien lo que él está diciendo? Si quieres saber cuán moral y virtuosa es una nación, ve y mira la forma en la que se comportan sus mujeres. Él sigue abundando aún más y dice:
«Los judíos, los griegos, los romanos, los suizos, los daneses, todos ellos perdieron su espíritu público y sus formas republicanas de gobierno cuando perdieron la modestia y las virtudes domésticas de sus mujeres».
Él está afirmando lo que Dios dice en su Palabra: «La mujer sabia edifica su casa, pero la necia con sus manos la derriba» (Prov. 14:1).
Tengo un amigo que tiene muchos años, y muchos años en la fe. Por muchos años ha sido conferencista y autor. Me dijo recientemente que en el año 1985, mientras oraba, Dios le puso en el corazón que en los años venideros, veríamos un incremento de la maldad y la corrupción entre las mujeres. Dijo que esto se convirtió en una gran carga para él, tanto que se convirtió en una ferviente petición de oración.
Y hemos estado hablando de este tema en los últimos meses, él me compartió esa carga que tuvo en 1985. Hemos estado hablando de lo cierto que ha resultado todo esto. Comenzamos a nombrar mujeres. Mujeres que son bien conocidas, muchas en nuestra nación y otras en otras partes del mundo, que simplemente personifican esta influencia malvada de las mujeres.
Pero no es solo entre las mujeres que son conocidas. En general, entre las mujeres ha habido un gran aumento de corrupción y maldad en estas últimas décadas. En años recientes hemos visto, en las altas esferas mundiales, la poderosa influencia de mujeres impías. El poder que estas mujeres han tenido para derribar, destruir, no solo a los hombres de manera individual, aunque ciertamente lo han hecho, sino también las sensibilidades morales y las fibras de las naciones.
Ahora bien, con esto no estoy diciendo que los hombres estén libres de culpa, pero Dios no me llamó a predicar a hombres. Dios no me dio el rol de enfrentar a los hombres con su necesidad de cambio. Dios me llamó, como mujer, a retarnos para que veamos nuestra responsabilidad en este asunto.
Déjame ir un paso más allá. Este problema de maldad y corrupción generalizada entre las mujeres no se encuentra solamente en nuestra cultura secular. Creo que probablemente estarías de acuerdo conmigo en que en nuestro mundo cristiano evangélico, también ha habido un aumento, un gran aumento de la impiedad y la insensatez entre las mujeres.
En muchos sentidos hemos redefinido lo que significa ser mujer o lo que significa ser hombre y cuáles son las diferencias entre ambos. Hoy en día, en los entornos cristianos e incluso en los ministerios, no es raro escuchar a hombres y mujeres decir que realmente no hay diferencias significativas entre hombres y mujeres. Hemos perdido el norte. Piensa en algunas de estas palabras que están hoy pasadas de moda: modesta, casta, discreta, pura. Muchas mujeres hoy día, muchas mujeres cristianas, ni siquiera conocen el significado de esas palabras.
Me vi envuelta en una situación en la que un líder cristiano se había comportado indebidamente con una mujer de su equipo de trabajo. Cuando su esposa lo confrontó con la información, su respuesta fue, «¡hazme el favor, mira la época en que vivimos!» ¿Puedes ver ahí la forma de pensar? Las cosas han cambiado. Los tiempos han cambiado. Los tiempos habrán cambiado, pero la verdad nunca cambia.
Encontramos muy pocos ejemplos de mujeres sabias y muchos ejemplos de mujeres insensatas. Hay una ausencia generalizada de enseñanza y entendimiento hoy en día. Una de las cosas que Dios ha puesto en mi corazón es la necesidad de que nosotras las mujeres, nos demos cuenta del poder de nuestra influencia, y le pidamos a Dios que examine nuestros corazones y nuestras vidas, como mujeres cristianas, y nos muestre áreas dónde somos insensatas, aunque hayamos estado ciegas o las ignoremos. Necesitamos ser sabias donde hemos sido insensatas, para que podamos arrepentirnos y para que podamos modelar el carácter de una mujer sabia.
Entonces déjame llevarte un paso más allá. No solo necesitamos ver dónde hemos sido necias para que podamos cambiar por la gracia de Dios, sino también ver la necesidad que tenemos de enseñar a nuestras hijas y enseñar a las mujeres más jóvenes de esta generación, lo que significa ser una mujer sabia. Ahora, primero enseñamos con nuestro ejemplo. Pero luego enseñamos con nuestras palabras y nuestro discipulado y nuestra mentoría, tomando a estas mujeres jóvenes bajo nuestras alas y enseñándoles lo que significa ser pura, ser modesta, ser casta, ser una mujer piadosa en un tiempo oscuro y pecaminoso.
No solo debemos enseñar a nuestras hijas y mujeres jóvenes, sino que las madres necesitan estar enseñándoles a sus hijos varones –junto a sus padres deben enseñarles lo que significa ser un hombre de Dios y las cualidades que ellos deben admirar en una mujer y cuáles deben evitar. ¿Cómo luce una mujer insensata? ¿Cuáles son sus características? ¿Cómo actúa?
No hay en toda la Palabra de Dios un retrato más vívido de la mujer insensata que en Proverbios 7. Quiero empezar hoy leyendo los primeros cinco versículos, y luego en los próximos días, iremos viendo versículo por versículo toda esta descripción de la mujer insensata, y veamos si hay algo en este pasaje que necesitamos que Dios nos revele en nuestras vidas.
Ahora, en realidad, el contexto de este pasaje es que un padre está enseñando a su hijo, y le está advirtiendo a su hijo sobre las mujeres necias. Entonces, como mujeres debemos mirar esta descripción y preguntarnos, ¿soy el tipo de mujer sobre el que este hombre está advirtiendo a su hijo?
Comenzando en el versículo 1, el padre dice:
«Hijo mío, guarda mis palabras, y atesora mis mandamientos contigo. Guarda mis mandamientos y vivirás».
Toma nota de esa palabra, vivirás, porque cuando lleguemos al final del capítulo veremos que la mujer necia lleva al hombre a la muerte. Su final es camino de muerte. En el último versículo, el versículo 27 de este capítulo, verás que el fin de la mujer necia es la muerte.
Pero este padre le está diciendo a su hijo: si escuchas mis palabras y atesoras mis mandamientos, y buscas mujeres sabias y evitas las insensatas, el resultado será vida. Eso nos dice que nosotras como mujeres podemos ser dadoras de vida. Si somos sabias podemos dar vida a los hombres a nuestro alrededor, y veremos que de lo contrario, si somos mujeres insensatas, necias, provocaremos la muerte en los que nos rodean.
Así que el padre le dice en los versículos 2-3:
«Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi enseñanza como la niña de tus ojos. Lígalos a tus dedos, escríbelos en las tablas de tu corazón».
Él le está diciendo, «no te olvides de estas cosas». ¡Son cosas muy importantes! Pon recordatorios por todos lados para que estés advertido sobre este tipo de mujer necia.
«Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana, y llama a la inteligencia tu mejor amiga» (v.4).
Busca sabiduría. Le está diciendo, «busca entendimiento». Acércate a ella. Familiarízate con ella. ¿Y qué pasará? Le dice a su hijo que si se acerca a la sabiduría, si camina con gente sabia y se mantiene cerca de ella, ¿qué pasará? Versículo 5:
«Para que te guarden de la mujer extraña, de la desconocida que lisonjea con las palabras».
La mujer extraña. Quizás tu traducción diga la palabra, adúltera. En otras traducciones dice la «mujer ligera». Aquí la palabra extraña quiere decir literalmente, «apartarse». Es una mujer caprichosa. Ella se ha desviado y es el epítome de la mujer necia.
En el Cantar de los cantares de Salomón 8:9, se hace referencia a dos tipos diferentes de mujeres y se nos da una imagen. Dice que algunas mujeres son como una pared y otras como una puerta. Ahora, mientras piensas en las mujeres que conoces, que por cierto, es importante que la sepas identificar, aún en tus hijas jóvenes, ya que las mujeres tenemos una inclinación natural hacia una dirección u otra, a ser una pared o una puerta.
Cuando piensas en una pared, piensas en algo que es firme y que no cede. Puedo caminar hacia una pared y empujarla, pero la pared no va a ir para ningún lado. No se va a mover. Está fija. Está establecida. Y en el Cantar de los cantares, vemos que algunas mujeres son como una pared. Cuando los hombres insensatos, simples, imprudentes o impíos vienen hacia ellas, estas mujeres tienen vidas edificadas en convicciones y no hay quien las mueva. No van a ser movidas por insinuaciones atrevidas o por conductas inapropiadas de parte de los hombres. Son firmes. No ceden en sus convicciones porque sus vidas están arraigadas en los caminos de Dios.
Ahora, cuando piensas en una puerta, como las que tenemos en nuestras casas, es posible caminar hasta esa puerta y abrirla. Puedo empujarla. Puedo moverla hacia adelante o hacia atrás. No se va a quedar en una sola posición. Ese es un retrato de una muchacha, de una mujer que se rinde fácilmente a la conducta impía e inapropiada de los hombres. Ella cede. Su vida no está construida sobre convicciones.
¿Ves la diferencia entre la mujer sabia, que es como una pared, y la mujer necia que es como una puerta? Está atenta a esto en tus hijas. Enseña a tus hijos a observar a otras mujeres para descubrir si una mujer es más como un muro o como una puerta. La mujer extraña es la mujer que es como una puerta. Ella es una mujer suelta. Ella se ha desviado. Ella no se queda en el camino recto, estrecho y santo.
Ahora, pocas o quizás ninguna de nosotras nos consideraríamos mujeres inmorales. A medida que avancemos leyendo Proverbios 7, en los próximos días, verás unas descripciones bastante gráficas. La respuesta natural es decir, «esa mujer no soy yo, yo no me comporto así». Y quizás no lo hagas en tu comportamiento exterior. Pero la mayoría de nosotras hoy, y todas de alguna manera, hemos sido influenciadas muy sutilmente por el mundo y su forma de pensar.
Las formas del mundo se han infiltrado en el estilo de vida de aquellas de nosotras que somos mujeres de iglesia. Aquellas de nosotras que conocemos al Señor y que conocemos los caminos de Dios, hemos sido influenciadas más de lo que nos imaginamos por las formas de pensar y la insensatez del mundo en que vivimos.
Con esto no sugiero que todas nosotras, todas las que hemos sido influenciadas por las corrientes de este mundo, seamos adúlteras o prostitutas, que es la palabra que se usa al final de este texto. No estoy sugiriendo que cada mujer con alguna de estas características es una mujer inmoral. Pero sí tenemos que preguntarnos, en la medida que vemos el pasaje, si hemos adoptado algunas de las características que describen a esta mujer.
Este pasaje habla de:
- Su conversación
- Su vestimenta
- Su comportamiento
- Su actitud
- Su forma de pensar
- La forma en que se relaciona con los hombres
- Sus valores que son temporales en lugar de eternos
Puede que no seas esa mujer inmoral que… Me refiero a que esta mujer en este pasaje es una prostituta, en cierto sentido. Ella está actuando como una. Ella está a sabiendas, voluntariamente, atrapando intencionalmente a un hombre joven y necio, y veremos eso mientras se desarrolla el pasaje en los próximos días. Es posible que nunca hayas tenido ese tipo de comportamiento, pero mientras estudio este pasaje, le agradezco al Señor por haberme protegido, por Su gracia y misericordia, de esas expresiones externas de esta mujer inmoral.
Pero les tengo que decir que he sentido la convicción una y otra vez en este pasaje, de que algunos de esos rasgos tienen raíz en mi propio corazón, que algunas de estas características son formas en las que he actuado y respondido hacia los hombres. No de forma externa y visible, pero sí en asuntos del corazón.
Entonces, tenemos que preguntar: «Señor, muéstrame si alguna de estas características que vamos a observar, las características de esta mujer extraña, esta mujer suelta, esta mujer desviada, ¿hay algunas de esas características en mí? Características que finalmente llevan a la ruina y a la caída de los hombres que nos rodean.
Cualquiera de nosotras, y hablo a las mujeres, a cualquiera de nosotras que tenga un corazón para el Señor. Tú amas a Dios. Tú quieres ser una mujer piadosa. Es por eso que estás escuchando este programa. Pero cualquiera de nosotras, y me incluyo en ello, pudiéramos, de manera inconsciente, sin saberlo y sin tener la intención de hacerlo, estar causando que los hombres a nuestro alrededor tropiecen.
No hablo solamente de allá afuera en el mundo. Estoy diciendo en nuestras relaciones en la iglesia, en los hogares cristianos, en nuestras escuelas cristianas, en nuestros lugares de trabajo. Podríamos estar causando que los hombres a nuestro alrededor tropiecen y llevarlos por el camino de la muerte; y esto sin darnos cuenta de que eso es lo hemos hecho.
Así que debemos aprender a reconocer los rasgos, las características de esta mujer necia, esta mujer extraña, esta mujer suelta, y abrir nuestros corazones y decir: «Señor, ¿esa soy yo? ¿He sido de alguna manera, aun sin darme cuenta, una mujer necia y he estado destruyendo las vidas de los hombres que me rodean?»
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth regresará para orar con nosotras. Enseñanzas como estas han sido de gran bendición para muchas mujeres de habla hispana. Hemos podido escuchar algunas de ellas en las conferencias Mujer Verdadera y también a través de notas de voz. Permíteme compartir contigo el mensaje que una mujer nos envió.
Jeny: Soy una joven mujer de 34 años. Durante mis primeros años de vida mis padres se separaron, por lo que me fui a vivir con mi madre y su nueva pareja. A este yo le tenía mucho aprecio, pero siempre supe que si se enojaba con mi madre, lo que era muy frecuente, también se enojaba conmigo, por lo que nunca me sentí amada por él.
Vi a mi madre tomar muchas decisiones en las que yo salí afectada en forma negativa, por lo que siempre sentí que mi bienestar no era su prioridad.
Durante mi adolescencia tuve que irme a vivir con mi papá, el cual era muy estricto conmigo, hasta el punto que llegué a pensar que fui una hija no deseada por él. Está por demás decir que nunca me sentí amada por él.
Algo bueno que me dejó mi madre fue el temor a Dios, por lo que en mi adolescencia decidí entregarle mi vida a Cristo. Amaba a Dios sobre todas las cosas. Cuando tenía 21 años comencé a tener deseos de casarme, y me enfoqué en buscar a alguien para quien yo fuera su prioridad, esto debido a mi falta de amor. No era un requisito que fuera cristiano y terminé casándome con un joven no cristiano.
Quiero decirles que nada justifica mi desobediencia, y que he vivido las consecuencias de mi pecado. Agradezco a Dios por perdonarme y ayudarme en el matrimonio. También quiero exhortar a las solteras a que el matrimonio se trata de Dios y no de nosotras y nuestras necesidades. Tener un matrimonio donde los dos compartan la misma fe es una ordenanza bíblica y es un medio que Dios usará para glorificarse y para mostrar Su gracia a otros. También quiero agradecer a Aviva Nuestros Corazones porque ha sido de mucha ayuda para mí.
Exhorto a aquellas mujeres que se han casado con hombres no cristianos, a venir al Señor con un corazón humilde, porque Él siempre está dispuesto a perdonarnos, y a las que quieren casarse les recomiendo hablar con el Señor y esperar en Él.
También quiero decirles a las madres que están en el proceso de crianza, que también es mi caso, que nos enfoquemos en dedicar tiempo de calidad a nuestros hijos, y que seamos intencionales al enseñarles a cultivar una relación con Dios donde Él sea lo principal en sus vidas
Débora: ¡Gracias por compartir tu historia con nosotras!
En el episodio de mañana, descubre cómo la ropa puede revelar la insensatez del corazón.
Ahora, Nancy regresa con nosotras para cerrar este episodio en oración.
Nancy: Ahora quiero que tomemos un momento, que hagamos una pausa y abramos nuestros corazones al Señor. Quizás desees inclinar tu cabeza ante el Señor y decirle: «Señor, muéstrame cualquier forma en que he sido una mujer necia. Muéstrame cualquier forma en que he sido una mujer insensata y de cualquier forma, aunque no me haya dado cuenta, quizás he estado ciega a ello. No me he dado cuenta. Pero solo quiero ser honesta contigo y quiero que ilumines con la luz de Tu Palabra y Tu verdad en mi corazón y que expongas lo que nunca he visto.
Y, Señor, donde haya esas formas en mí, que pueda ser rápida en confesar, en estar de acuerdo contigo, en arrepentirme y entonces ¿me harías una mujer sabia? ¿Me convertirías en una mujer que edifica la vida de los hombres a su alrededor, para que mi vida sea una influencia piadosa? Gracias, Señor, por Tu Palabra y Tus caminos que están ahí para protegernos y para nuestro bien y para el bien de quienes nos rodean. Oramos para que Tu Palabra dé entendimiento y luz a nuestras vidas, para que puedas ser glorificado a través de nosotras como tus mujeres. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Escudriñando la Escritura juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación