Perspectiva: Dios al frente
Annamarie Sauter: Durante los tiempos difíciles, hay algunos peligros que debemos evitar. Mary Kassian dice que...
Mary Kassian: Cuando enfrentamos dificultades, la tentación es olvidar a Dios. No lo recordamos. Es cuando llegamos al fondo de nosotras mismas, al límite de nuestros propios recursos y nuestra propia fuerza, que Dios a menudo derrama Sus bendiciones más preciadas.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Los últimos meses han sido diferentes para todas nosotras, y quisiera preguntarte, ¿cómo estás? Sin importar cuáles hayan sido tus circunstancias en los últimos meses, sin duda, se ha hablado mucho de todos los desafíos económicos, las repercusiones, y las dificultades relacionadas con el COVID-19. Esto afecta a las diferentes personas de diferentes maneras.
Tal vez has podido preservar tu trabajo o has podido trabajar desde casa. Tal vez has estado sin trabajo. …
Annamarie Sauter: Durante los tiempos difíciles, hay algunos peligros que debemos evitar. Mary Kassian dice que...
Mary Kassian: Cuando enfrentamos dificultades, la tentación es olvidar a Dios. No lo recordamos. Es cuando llegamos al fondo de nosotras mismas, al límite de nuestros propios recursos y nuestra propia fuerza, que Dios a menudo derrama Sus bendiciones más preciadas.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Los últimos meses han sido diferentes para todas nosotras, y quisiera preguntarte, ¿cómo estás? Sin importar cuáles hayan sido tus circunstancias en los últimos meses, sin duda, se ha hablado mucho de todos los desafíos económicos, las repercusiones, y las dificultades relacionadas con el COVID-19. Esto afecta a las diferentes personas de diferentes maneras.
Tal vez has podido preservar tu trabajo o has podido trabajar desde casa. Tal vez has estado sin trabajo. Mucha gente está tratando de averiguar cómo hacer para sostenerse económicamente. O tal vez tú, o alguien que conoces apenas está sobreviviendo, o preguntándose cómo va a poner comida en la mesa.
Hoy vamos a escuchar sobre una mujer que estaba exactamente en esa situación. Este mensaje fue impartido en una de nuestras conferencias True Woman, donde miles de mujeres se reunieron en un centro de convenciones para escuchar la Palabra de Dios y adorar al Señor juntas. Mi amiga de toda la vida, Mary Kassian, quien también es autora y conferencista, dio este mensaje. Escuchemos.
Mary Kassian: Estuve en California una vez. Mi esposo y yo fuimos allí de vacaciones, y queríamos ir de excursión al desierto de Mojave. Era primavera, y me sorprendió lo hermoso que puede ser el desierto en primavera.
Siendo canadienses, y al no tener desiertos en Canadá, fuimos un poco imprudentes en la forma en que empacamos nuestras maletas. Por supuesto, mi esposo estaba a cargo de eso. Brent iba a empacar. Así que dije, «no olvides el agua». Entonces echó el agua.
Él dijo, «será mejor llevar mi cuchillo».
Y yo pregunté, «¿por qué estás tomando tu cuchillo?»
Dijo: «Bueno, hay serpientes en el desierto». No sé cómo luchas contra las serpientes, ¡pero mi esposo cree que se hace con una navaja!
Así que fuimos a esta caminata, íbamos a caminar a este oasis, eran unas catorce millas. Cuando empezamos estaba nublado, unos 29 grados, un poco caluroso, pero no estaba tan mal. Y entonces el cielo se despejó, y comencé a quitarme capas de ropa, y realmente no tenía tantas para empezar, sinceramente.
Empecé a estar muy, muy sedienta y reseca. Así que le pedí a Brent que me pasara una botella de agua. Tomé mi botella de agua, y la bebí toda. Diez minutos después dije: «Dame un poco de agua». Me dio otra agua, y yo estaba bebiéndola con pequeños sorbos…y se estaba poniendo más caliente y más caliente y más caliente.
Le dije, «pásame otra agua»
Revisó en la mochila, y dijo: «Eso es todo lo que traje para ti»
Le dije, «¿dos aguas? ¡Estamos en el desierto! ¿Solo trajiste dos aguas?
Dijo: «Toma, puedes tener la mía; solo traje una para mí»
Así que me dio su agua. Estaba bebiendo esa agua, y luego llegué al final de esa agua, y no me quedaba más. Mis dedos se estaban poniendo gordos como salchichas, y mis pies ya no encajaban en mis zapatos de senderismo, me estaba hinchando como un globo porque no tenía agua.
¿Eso es lo que pasa cuando te deshidratas? (No lo sé; soy de Canadá.) Pero es desconcertante cuando estás seca y tienes sed y buscas agua, solo para descubrir que has llegado al fondo. Tu botella está vacía; quieres llegar a tu pequeño sorbo que queda en la parte inferior, no hay nada.
Sabes, eso es lo que pasa en la vida a veces, ¿no es cierto? Llegamos al fondo. Hay momentos en que nos equivocamos, cuando nuestras circunstancias toman un cambio para peor, o cuando la vida nos presenta dificultades inesperadas, cuando estamos sobrecargadas, cuando estamos estresadas, cuando estamos exhaustas.
Hay momentos en que llegamos a nuestras reservas para encontrar esa poca energía, o fuerza extra o coraje, consuelo o paz... solo para descubrir que estamos agotadas y nos estamos quedando vacías.
Estaremos hablando de vivir al límite de nuestros recursos. Aunque el fondo es un lugar difícil de estar, la Biblia nos enseña que es el lugar donde realmente podemos experimentar la provisión de Dios.
Es cuando llegamos al fondo de nosotras mismas y de nuestros propios recursos y nuestra propia fuerza, que Dios a menudo derrama Sus bendiciones más preciadas. Mira, todas pasamos por esos momentos de ser estiradas, tanto que no nos queda nada.
Dios no quiere que solo sobrevivamos; quiere enseñarnos cómo crecer durante esos tiempos, y podemos hacerlo si adoptamos la mentalidad correcta.
Si tienes tu Biblia, quiero que vayas a 1 Reyes 17. Voy a leer los versículos 7–16, pero déjame explicar el contexto. El pasaje que vamos a leer cuenta la historia de una mujer que vivió en Grecia, en una antigua ciudad griega que estaba a lo largo de una costa rocosa del Mediterráneo.
El campo alrededor de esta ciudad era hermoso. Estaba salpicado de árboles frutales y naranjas y limones y todo tipo de frutas exóticas. A pocos kilómetros hacia adentro estaban las montañas del Líbano, que eran famosas por su belleza, hermosas montañas con enormes cedros, cedros fragantes.
Eran una fuente de suministro para la construcción. En realidad, fueron los cedros que abastecieron el templo de Salomón, los poderosos y hermosos cedros que se usaron para construir su hogar y el templo. Luego estaban las aguas, las aguas azules. Eran hermosas aguas del Mediterráneo.
En esas aguas había conchas murex, que tenían esta fuerte tinta púrpura, y se utilizaban en la industria textil de la zona. El puerto era bullicioso en esta ciudad, la industria del comercio estaba creciendo y la economía era fuerte.
Políticamente, el rey de la región había asegurado la paz y la seguridad para la región, organizando el matrimonio de su hija Jezabel con el vecino rey Acab de la nación de Israel. Así que la vida era buena en esta ciudad para la gente en este país de Sidón. Y la vida era buena para la mujer de nuestra historia.
Ella tenía un marido y vivía en la ciudad. Probablemente tenía una pequeña casa pintoresca y tenía un hermoso niño. Empezó la vida con todas estas esperanzas y expectativas y la vida era buena. Las cosas iban bien hasta que ocurrió la tragedia, y su vida comenzó a desmoronarse ante sus ojos.
No sabemos qué pasó; la Escritura no nos lo dice. No sabemos si fue un accidente en los muelles o un ataque al corazón o un cáncer, pero, por alguna razón, el marido de esta mujer murió, y su vida se tornó en caos. Se convirtió en una madre soltera con un hijo pequeño que criar y mantener.
De alguna manera, en los años siguientes logró ajustar su vida y hacer que funcionara. Tal vez asumió algún trabajo por contrato para tejer o teñir textiles. Tal vez se ofreció como voluntaria. Tal vez alquiló una habitación en su casa. No sabemos qué fue lo que hizo.
Las finanzas eran complicadas; ella estaba sola, probablemente, y cansada, pero se las arregló para mantener todo en orden. Es decir, hasta que la economía colapsó. Llegó la primavera pero las lluvias no llegaron. Sin lluvias no habría cosechas. Los árboles frutales y los cedros se encogían de hombros, al igual que la economía.
Y no habría sido tan malo si hubieran podido importar alimentos de otra región, pero toda la zona fue golpeada con la hambruna paralizante. Los negocios y el comercio, que eran tan robustos en la zona, se detuvieron.
Así que esta mujer no lo vio venir, o tal vez lo vio venir, pero no aminoró su pesar cuando realmente sucedió. Perdió sus medios de apoyo. Ella ya no era capaz de conseguir comida; ya no era capaz de proveer para su hijo. Tal vez fue despedida; tal vez perdió su trabajo.
La economía era mala, era realmente mala, y nadie podía darles limosnas. No tenía marido, ni amigos, ni familia a la cual recurrir, ni trabajo, y apenas tenía algo en la alacena. Trató de racionar lo que le quedaba, el suministro de alimentos restante para que se repartiera un poco cada día, pero no pasó mucho tiempo hasta que todas las frutas y verduras secas desaparecieran.
Le quedaba un jarrón de harina y un frasco de aceite, así que ella y su hijo comenzaron a vivir de pan y agua. Todos los días, mientras aplanaba y horneaba su pequeño pan con el que iba a alimentar a su pequeño hijo, oraba por lluvia. Pero todos los días, el sol calentaba cada vez más, hasta que una mañana sucedió lo inevitable.
Ella buscó en su suministro de harina y aceite, y tocó fondo. Y puedo imaginar, mientras estoy visualizando la vida de esta mujer y la realidad de la misma (esta no es una historia abstracta; en realidad sucedió), que probablemente también tocó fondo emocionalmente y comenzó a desmoronarse.
La vida le había dado tantos golpes duros; ella no podía soportarlo más. La muerte sería un alivio bienvenido. Y casi podemos imaginarnos esta escena: desde el polvoriento patio trasero, su pequeño hijo grita: «¡Mamá! ¡Mamá! ¿Cuándo vamos a comer?» Y sofocando sus sollozos, la mujer responde: «No tardará mucho, hijo. Solo necesito ir a buscar leña para el fuego».
No puede soportar decirle a su hijo que va a ser su última comida. Lentamente y con un corazón afligido, se abre camino hasta el borde de la ciudad y comienza a recoger leña. Y ahí es donde 1 Reyes 17, relata su historia. Leamos, comenzando desde el versículo 8:
«Vino después a él la palabra del Señor, diciendo: “Levántate, ve a Sarepta, que pertenece a Sidón, y quédate allí; porque yo he mandado a una viuda de allí que te sustente”. Él se levantó y fue a Sarepta. Cuando llegó a la entrada de la ciudad, allí estaba una viuda recogiendo leña, entonces la llamó y le dijo: “Te ruego que me consigas un poco de agua en un vaso para que yo beba”. Cuando ella iba a conseguirla, la llamó y le dijo: “Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano”. Pero ella respondió: “Vive el Señor tu Dios, que no tengo pan, solo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la vasija y estoy recogiendo unos trozos de leña para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que comamos y muramos”. Entonces Elías le dijo: “No temas; ve, haz como has dicho, pero primero hazme una pequeña torta de eso y tráemela; después harás para ti y para tu hijo. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: ‘No se acabará la harina en la tinaja ni se agotará el aceite en la vasija, hasta el día en que el Señor mande lluvia sobre la superficie de la tierra’”. Entonces ella fue e hizo conforme a la palabra de Elías, y ella, él y la casa de ella comieron por muchos días. La harina de la tinaja no se acabó ni se agotó el aceite de la vasija, conforme a la palabra que el Señor había hablado por medio de Elías» (vv. 8–16).
La Biblia está llena de historias de personas que tocan fondo, como José que fue arrojado al fondo de un pozo, o Pablo y Silas que fueron arrojados al fondo de una celda de la prisión, o los tres amigos que fueron arrojados al fondo de un horno. ¿O qué hay de Sansón que llegó al fondo de su fuerza, o los discípulos que no tenían peces en el fondo de sus redes? Podemos empatizar con esta gente, ¿no? Porque sabemos lo que se siente al tocar fondo. Yo sí... ¿Y tú?
A veces, la vida nos decepciona, los amigos nos lastiman, las relaciones familiares se estropean, los niños se rebelan, las empresas fracasan, las iglesias quedan atrapadas en el conflicto, nos enfermamos, ocurren tragedias. No son solo los eventos negativos de la vida los que pueden agotarnos. Pueden ser los eventos positivos también, como bodas o bebés o mudarse a una nueva casa. Nos estresamos y nos abrumamos con todas las exigencias de la vida, y podemos tocar fondo.
Y la mujer de Sidón aprendió algunas lecciones de Elías, el profeta, sobre la vida cuando tocas fondo. Para cuando la conoció, estaba acostumbrado a vivir con muy poco.
Elías fue un profeta de Dios durante un tiempo de maldad e impiedad en su sociedad. La Biblia nos dice que el rey Acab, quien reinaba en ese momento, hizo más mal a los ojos de Dios que cualquiera de los reyes que vivieron antes que él.
No solo eso, para añadir insulto al agravio, se casó con Jezabel y la siguió a la adoración de Baal y llevó a toda la nación de Israel a adorar a Baal. Ahora, la palabra semítica para Baal significa literalmente señor o amo. Y Baal era el dios que supuestamente era responsable de enviar la lluvia, particularmente cuando tuvo relaciones con la diosa, Asera, la diosa de la tierra y la fertilidad.
La adoración a Baal era esencialmente la adoración a la naturaleza y la adoración al sexo. Se creía que los humanos podían ayudar a Baal participando en orgías y en el sexo con prostitutas sagradas, a través de la magia y de rituales, y a través de sacrificios humanos, en particular, matando bebés.
Adoración al sexo, promiscuidad, adoración a la naturaleza, matanza de bebés... cosas con las que estamos familiarizadas en nuestra cultura... Elías enfrentó al rey Acab acerca de su pecado, y pronunció que el juicio vendría en forma de sequía.
El Señor Dios, el Dios verdadero, retendría la lluvia. Elías dijo, «no importa lo que hagas, no importa cuánto clamen a Baal, Dios es el Dios de la lluvia y la va a retener».
Entonces Elías se escondió junto a un arroyo en las montañas, y sobrevivió con el agua de ese arroyo y con los restos de pan y carne que los cuervos dejaban caer cada mañana y cada noche.
¡Y la reina Jezabel se volvió loca! Empezó una cacería humana contra Elías, le puso recompensa a su cabeza y luego procedió a matar a todos los profetas del Señor que pudiera encontrar. Y continuó de esta manera durante mucho tiempo.
Luego el arroyo se secó, y así es como Elías terminó en la puerta de la viuda. Para ese momento, estaba acostumbrado a vivir en el fondo. Su vida nos demuestra que lo primero que necesitas para superar tiempos difíciles es la perspectiva correcta.
La perspectiva es a menudo lo primero que perdemos cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles... como esa mujer de Sidón. Allí estaba, recogiendo leña, sintiendo mucha pena por sí misma. Ella estaba más allá del punto de la desesperación, lista para morir.
Su perspectiva ante la sequía, ante el colapso económico y ante la terrible situación era significativamente diferente de la perspectiva de Elías. La perspectiva es la forma en que ves algo, la forma en que ves la vida, tu punto de vista. Es tu marco de referencia.
Poner algo en una perspectiva adecuada significa que reconoces su verdadera importancia en el gran esquema de las cosas. Quiero que notes la diferencia entre la perspectiva de la viuda y la perspectiva de Elías.
Echa un vistazo a 1 Reyes 17:12, y toma nota de sus palabras. Ella le dice a Elías: «Vive el Señor tu Dios...» Esto sugiere que ella debe haber reconocido que Elías era el profeta de Israel (tal vez por lo que llevaba puesto), pero Jehová no era su Dios. Era «el Señor, tu Dios». Este era el Dios de Elías.
Este no era el Dios de la mujer. Ella no conocía a Jehová Dios; ella solo estaba usando el nombre del Dios de Elías para jurar que estaba diciendo la verdad y para jurar que su vida era realmente mala y que estaba en una mala situación, y ella no tenía mucho que darle.
Elías, en cambio, se refirió al Señor (en el versículo 14) como «el Señor, Dios de Israel» y (en el versículo 21) como: «¡Oh Señor, Dios mío!» Tenía una relación personal con el Señor, conocía a Dios, y estaba seguro de que Dios proveería, como lo había prometido.
La viuda estaba familiarizada con el nombre de SEÑOR, con mayúsculas, S-E-Ñ-O-R en nuestras biblias, «Jehová, Yahweh, el Gran Yo SOY», pero ella realmente no lo conocía. Ella no conocía al YO SOY. Este gran nombre, El SEÑOR, es el nombre memorial que le reveló a Moisés desde la zarza ardiente. El nombre «YO SOY».
«¡YO SOY Dios!» «YO SOY!» Oseas lo llama Su nombre memorial, Su nombre como recordatorio: YO SOY. «Este es mi nombre para siempre, y con él se hará memoria de Mí» (Ex. 3:15). La tentación cuando encontramos dificultades es olvidar a Dios.
No lo recordamos. Lo olvidamos, o al menos olvidamos quién es realmente. Lo tratamos como a una máquina expendedora. Tal vez pusimos nuestro «dólar de oración» en la máquina de «trabajo de oración», y presionamos el botón para obtener lo que queremos, y luego nos molestamos y lo pateamos. Renunciamos a Dios cuando no nos da exactamente lo que pedimos.
Somos consumidas por la dificultad. «El problema» ocupa todo nuestro tiempo y todos nuestros pensamientos y emociones. Es todo lo que vemos. Pero cuando tenemos una perspectiva adecuada sobre las dificultades, Dios está al frente y el problema está en las sombras. Él es todo lo que vemos.
En tiempos difíciles, necesitamos recordar a Dios. Debemos recordar que Él es, debemos recordar quién es Él, y debemos recordar que somos suyas. Debemos traer a la memoria ese recuerdo de Su fidelidad a nosotras y a los creyentes de todas las generaciones.
Annamarie: Cuando recordamos a Dios podemos tener una perspectiva correcta. Este es un importante recordatorio de Mary Kassian. Ella enseñó este mensaje titulado, Tocando fondo, en una conferencia True Woman. Mañana escucharemos la segunda parte.
Nancy: Tenemos la tendencia a pensar que nuestras circunstancias difíciles parecen ser más grandes que Dios. Si te encuentras «olvidando» a Dios en las dificultades a las que te enfrentas ahora, ¿qué puedes hacer? Primero sé honesta. Dile al Señor lo que estás pensando, lo que estás haciendo. Pídele que te recuerde, como Mary acaba de decir, que Él es quien dice ser y que nosotras le pertenecemos. Pídele que renueve tu mente, tu pensamiento.
¿Y cómo lo haces? Saturando tu mente con la Palabra de Dios; aconsejando tu corazón con la verdad. Eso significa que tienes que vivir en la Palabra de Dios, leerla, memorizarla, meditar en ella, orarla de regreso a Dios. Al hacerlo, Dios se hará más grande ante tus ojos que tus propias circunstancias.
Así que, qué gran oportunidad tenemos en estos días para compartir con los demás lo que Dios está haciendo en nuestro propio corazón y animarnos unos a otros con el aliento que recibimos de la Palabra de Dios.
Y es como volver a los conceptos básicos, son las cosas que anclan nuestros corazones en cada etapa de la vida. No podemos florecer espiritualmente sin que el Espíritu de Dios haga una obra a través de la Palabra de Dios en nuestras vidas. Y eso sucede en el contexto de las relaciones con el pueblo de Dios.
Annamarie: Así es. Y si estás buscando un lugar para empezar, tal vez puedas hacerlo uniéndote al Reto Mujer Verdadera 365. A través de este estamos leyendo la Biblia de tapa a tapa este año. De hecho, la lectura para hoy es 2 Crónicas capítulos 15 al 18.
Mujeres que han estado siguiendo este reto nos han escrito. Escucha los comentarios de algunas de ellas.
Mujer 1: «Buenos días hermanas, Dios las bendiga. Quiero compartir con ustedes lo maravilloso que ha sido hasta hoy leer y meditar la Palabra del Señor. Cada día es un reto fuerte aprendiendo sobre la fidelidad, el amor, la soberanía y la misericordia de nuestro Creador. Nos enseña a ser obedientes y recibimos las bendiciones de Dios al estar perseverando y estar muy cerca de Él. En esta cuarentena ha sido inclusive más fácil poder llevar la lectura, en medio de todo, siendo fortalecida y consolada. Alabado sea el nombre del Señor».
Mujer 2: «Buenos días queridas hermanas. Ha sido de gran bendición la lectura de la Palabra de Dios. Inicié yo sola con la lectura pero después la compartí con otras hermanas y con mi esposo. Día a día con mi esposo tenemos nuestro tiempo de lectura, me ha fortalecido en tiempos de prueba. Quiero agradecer a cada una de las hermanas que realizan la reflexión de cada lectura. Estoy muy agradecida con el Señor por esta bendición tan especial».
Mujer 3: Hermanas, es una bendición de Dios cómo Él obra. Yo comparto esta Palabra con hermanas cristianas y con amigas no creyentes, y hay varias que me han escrito para decirme que están leyendo la Palabra y aprendiendo de ella por medio de este estudio. Otras me han dicho que ha sido de gran bendición en sus vidas en este tiempo difícil que estamos atravesando. Dios mueve corazones como los suyos para glorificarse en otros. A Dios sea toda la gloria por siempre y siempre. Amén, amén».
Mujer 4: «Buenos días hermanas, gracias a Dios por darnos este día para glorificar Su santo nombre. Para mí este estudio diario de la Palabra ha sido de gran bendición. He leído solo una vez la Biblia y esta será la segunda vez; y me sorprendo grandemente porque me enseña cada día algo diferente. Este es el alimento que necesitamos cada día para nuestras vidas y para fortalecer nuestra fe, sobre todo en estos momentos difíciles que estamos pasando. ¡Ánimo hermanas, sigamos adelante, oremos a Dios para que nos tome de Su mano fuertemente!»
Annamarie: Amén. Anímate tú también y únete al Reto Mujer Verdadera 365, ¡no es tarde para hacerlo!
Seguro sabes lo que se siente tocar fondo—vivir al límite de tus recursos. Mañana, Mary Kassian te recordará que, con Jesús, siempre tendrás suficiente.
Mary Kassian: Dios te da lo suficiente para cada vez que tu prueba sea más de lo que crees que puedes soportar. Su poco es suficiente, y si tienes a Jesús, siempre tendrás suficiente.
Annamarie: Te esperamos aquí en Aviva Nuestros Corazones para este próximo programa.
Recordando la fidelidad de Dios juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Tu Palabra, Para Su Gloria, El Fin Desde El Principio ℗ 2018 PSG.
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