Perseverando con gozo
Annamarie Sauter: Bill Hogan aprendió algo importante cuando su hija Amy enfermó. Él escuchó a su yerno decir algo que lo impactó.
Bill Hogan: Él dijo, «nosotros creemos que Dios es bueno y que Él hará algo bueno. Él no puede hacer otra cosa que no sea el bien. Así que Él, o sana a Amy o hace algo mejor». Y yo pensé, pero ¿qué podría ser mejor que sanarla? Y de repente me di cuenta que, ¡por supuesto que estar con el Señor es muchísimo mejor!
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. La lectura bíblica para hoy es la carta a los Gálatas capítulos 4 al 6.
Durante las últimas semanas Nancy nos ha estado dando una gran visión de la perseverancia. Si te has perdido algún programa, encuéntralo en AvivaNuestrosCorazones.com. Allí tenemos toda la serie o …
Annamarie Sauter: Bill Hogan aprendió algo importante cuando su hija Amy enfermó. Él escuchó a su yerno decir algo que lo impactó.
Bill Hogan: Él dijo, «nosotros creemos que Dios es bueno y que Él hará algo bueno. Él no puede hacer otra cosa que no sea el bien. Así que Él, o sana a Amy o hace algo mejor». Y yo pensé, pero ¿qué podría ser mejor que sanarla? Y de repente me di cuenta que, ¡por supuesto que estar con el Señor es muchísimo mejor!
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. La lectura bíblica para hoy es la carta a los Gálatas capítulos 4 al 6.
Durante las últimas semanas Nancy nos ha estado dando una gran visión de la perseverancia. Si te has perdido algún programa, encuéntralo en AvivaNuestrosCorazones.com. Allí tenemos toda la serie o temporada a tu disposición.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Una de las cosas importantes que hemos enfatizando en esta serie sobre la perseverancia, es la importancia de aprender de otros que han sido fieles y que han visto a Dios ser fiel en sus vidas.
Me encanta aprender de las vidas de aquellos que han caminado por más tiempo que yo y que han llegado más lejos. Hay muchos días en los que me siento tentada a cargarme con hacer el bien y quiero tirar la toalla. Con frecuencia pienso en algunas personas que son solo un poco mayores que yo, y en otros que están en las últimas etapas de sus vidas, y reflexiono en su fidelidad, su perseverancia y eso me anima a ser fiel.
Bueno, una de las parejas que Dios ha usado de una manera significativa en mi vida a través de los años, está hoy con nosotros en el estudio –Bill y Jane Hogan. Nos hemos conocido desde siempre. Bill es el pastor de la iglesia en la que crecí, durante mis años de niñez y adolescencia.
Y este es el pastor que me transmitió su amor por las Escrituras, puso un increíble fundamento de las Escrituras en mi vida, y me dio amor por la exposición a ellas. Y ellos continúan siendo amigos muy queridos de nuestra familia.
El Señor los bendijo con dos hijas, y nosotras crecimos más o menos juntas. Ellas crecieron y llegaron a conocer y amar al Señor y seguían los pasos de sus padres en los caminos del Señor. Fue entonces cuando el Señor trajo a sus vidas un reto que nunca anticiparon. No sé cómo uno puede prepararse para estas cosas, pero definitivamente no es el libreto que uno hubiera escrito.
Sé que ya han hablado de esto antes, pero también sé que sería muy alentador para nuestros oyentes escuchar cómo Dios los guió a través del proceso de perder a una de sus hijas. Bill, Jane ¿cuándo se dieron cuenta de que había un problema con Amy y que había algo que tendrían que enfrentar, que requeriría perseverancia y que sería difícil?
Bill: Sí, todo comenzó en una ocasión que estábamos de visita en Filadelfia, de vacaciones en casa de unos amigos. Cuando regresamos a Mississippi, donde vivíamos, descubrimos que Amy estaba sufriendo de fuertes dolores de cabeza.
Nancy: En ese punto, ¿cuántos años tenía ella?
Jane Hogan: Treinta y dos.
Nancy: Y ¿estaba casada?
Bill: Sí. Sí así es. Estaba casada y tenía cuatro hijos. Su esposo era el pastor de una pequeña iglesia. Bueno, realmente ella se había mudado a una nueva iglesia mucho más grande, en un pueblo en Mississippi. Los niños tenían ocho, seis, tres, y dos años.
Resulta que el doctor del pueblo le mandó reposo y la había inyectado. Y nada de lo que hacían controlaba los dolores de cabeza. El doctor le diagnosticó que el problema era el estrés de estar en una nueva iglesia, en un pueblo nuevo y además ser madre de cuatro niños.
Nancy: Sí, eso era suficiente para que a cualquiera le doliera la cabeza.
Bill: Si, así es, era suficiente para que le doliera la cabeza.
Sin embargo, no estábamos tranquilos y como conocíamos al jefe del departamento de neurología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Mississippi, en una ocasión lo llamamos y le mencionamos el diagnóstico y los síntomas. Bueno, él nos dijo, en palabras que no puedo repetir en el aire, que los doctores que diagnostican estrés es porque le achacan eso a los problemas que ellos no pueden diagnosticar. Entonces me dijo que la llevara a su oficina inmediatamente el lunes temprano en la mañana.
Llegamos tempranito en la mañana, le hicieron una resonancia magnética, y descubrieron un tumor cerebral. Le hicieron una biopsia y entonces descubrieron que el tipo de cáncer del tumor era muy agresivo. Y que no podía ser operado por la ubicación en el hipotálamo. En ese momento fue muy duro para nosotros, porque nos dijeron que ella solamente tendría un máximo de dos años de vida. De los cuales, ella solo sobrevivió exactamente once meses.
Nancy: Y ¿ustedes estaban con ellos en el hospital cuando recibieron esa noticia?
Bill: Sí, claro. Yo estaba sentado en la cabecera de Amy y las lágrimas corrían por mis mejillas. Entonces, le dije: «daría todo lo que fuera por tomar tu lugar». Ella sonrió como solía hacerlo y dijo, «oh yo no querría eso papá, porque Dios me ha encargado esto a mí, y Él lo va a usar de alguna manera para Su gloria».
Esa fue la actitud que mantuvo durante toda su enfermedad. Aun su esposo dijo: «yo nunca la he escuchado quejarse por lo que está ocurriendo en su vida».
Nancy: Ahora, podemos asumir que antes de que ella se enfermara, antes de que llegara esta crisis, ella tenía esa clase de espíritu. Asumo que ella no desarrolló de repente esa visión de la vida, a este punto de la enfermedad.
Bill: No, claro, básicamente esa era la forma de ver la vida siempre, esa era su cosmovisión.
Nancy: Bueno, sé que hubo un proceso desde el momento en que recibieron la noticia. Quiero que me cuenten cómo fue ese proceso ese año, que si Dios no intervenía de manera sobrenatural, Amy sabía que estaría pronto con el Señor. ¿Cómo la sustentó el Señor, y a ustedes como sus padres y abuelos de esos niños? ¿De qué maneras el Señor los fortaleció y los capacitó para caminar por ese valle?
Bill: Bien, ella tenía un gran sistema de apoyo. Ellos como familia tenían una iglesia maravillosa. Tenía un esposo maravilloso. Sus cuatro preciosos hijos y dos pares de abuelos –nosotros y sus suegros– quienes aman al Señor y la fortalecen orando todo el tiempo.
Creo que cuando ella dijo que el Señor usaría esto de alguna manera, en su mente, ella estaba esperando que el Señor la sanara y que impresionaría a los doctores y las enfermeras, y que todos ellos iban a conocer al Señor –algo así. Luego, cuando fue obvio que esto probablemente tomaría su vida, le pregunté un día, «¿cómo te sientes acerca de lo que te está ocurriendo?»
Ella me dijo, «bueno, de la forma en que lo veo es una situación ganar-ganar. Si el Señor me sana, y tengo más años para estar con mis hijos y mi esposo, sería maravilloso. Pero si no me sana, entonces podré ver al Señor más pronto, así que no puedo perder».
Y esa fue la actitud que tuvo durante todo el tiempo y la mostró a todos.
Nancy: Por supuesto, ustedes son los que se están preparando para perder una hija, y también hay un esposo preparándose para perder una esposa, y unos hijos para perder a su mamá. Así que, ¿cómo guía el Señor a aquellos que están sufriendo durante la prueba, pero que al final son los que quedarán una vez que la persona que está enferma parta?
Bill: Bueno, obviamente su propia actitud fue un buen apoyo para nosotros. Yo creo que fue su fe la que mantuvo fuerte nuestra fe durante todo ese proceso.
Jane: Nuestra hija Marian dijo que Amy nos enseñó cómo vivir, pero también nos enseñó cómo morir, y yo pienso que es cierto. También pienso en Bill y en mí, cómo seguíamos simplemente extendiendo nuestras manos y diciendo, «Señor, la rendimos a Ti en el altar del sacrificio, y la confiamos a Tu cuidado. Si te da mayor honor sanar a Amy, entonces apelamos su caso; pero si no, Señor, nos regocijamos en que Tú eres bueno, y que Tú sabes lo que haces aunque nosotros no. No lo entendemos, y no tenemos que entenderlo». Dios fue muy precioso para nosotros.
Como familia, no había cabos sueltos; no había nada que confesar; no había nada que compensar. Ed y Marian, Bill y yo, fuimos capaces de seguir adelante con solo orar y confiar en Dios a través de todo este proceso. Fue un tiempo poderoso. Uno no escogería pasar por esto, pero a la vez no quisieras perderte la presencia de Dios.
Deuteronomio 31:8, ha sido el versículo de nuestro matrimonio, el versículo de nuestra vida. Nos lo recordamos mutuamente. Cantamos himnos. Cantamos, «Castillo Fuerte es nuestro Dios». Adoramos juntos. Hicimos caminatas juntos y oramos y alabamos a Dios.
La presencia de Dios era tan real que hemos sido capaces de mirar atrás cuando estamos en tiempos difíciles y decir, «Señor, Tú estuviste con nosotros entonces, y Tú estarás con nosotros ahora. Tú nos guiaste entonces; Tú nos guiarás ahora». Él es digno de toda nuestra confianza.
Bill: En este punto tengo que contarte una historia, es un testimonio importante. Hay una organización, o creo que lo llamarías ministerio, llamado «La lista de correo del tumor cerebral». Fue creada en internet por personas que tienen algún interés especial en los tumores cerebrales. Unos son doctores, enfermeros, enfermeras, algunos son investigadores, pero la mayoría son pacientes y las personas que los cuidan.
Me uní a este grupo, y estuve por un periodo de dos o tres años. Muchas de las personas publicaban sus mensajes de correo, eran cosas, temas personales. Algunas veces eran preguntas médicas, emocionales, o espirituales. Bueno, comencé a responder personalmente todas las preguntas espirituales. Me convertí voluntariamente en el capellán, no oficial, de la lista de correos del tumor cerebral.
También publicaba allí cada día todo lo que ocurría en la situación de Amy –cualquier cosa que ella dijera, cualquier cosa que los doctores dijeran, y cualquier reporte médico. También publiqué lo que dije hace unos minutos sobre lo que ella había dicho, que, «no querría que eso sucediera conmigo, porque Dios le había encargado eso a ella, y que Él lo usaría con un propósito muy especial».
La historia es que una noche recibí una llamada telefónica de una señora que me dijo, «espero que no le importe que le haya llamado. He estado sentada frente a mi computador por una hora tratando de redactar una carta, pero simplemente no soy buena poniendo mis pensamientos por escrito. Yo solo quería llamarle y decirle que su hija ha cambiado mi vida».
Le respondí que no sabía cómo porque ellas no se conocían. No era posible.
Y ella me dijo, «es que leí lo que usted escribió que ella había dicho. Y pensé dentro de mí, que si hay un propósito en un tumor cerebral, entonces seguro que hay un propósito en mi vida. Y le he entregado mi vida a Jesucristo».
Podría hablar toda una hora sobre testimonios como ese, de personas que han llegado a la fe porque Dios usó la historia de Amy.
Jane: Cada vez que Amy iba a darse la quimioterapia, ella llamaba y me decía, «mamá, voy de camino a darme la quimioterapia. Llama a Papá y oren por favor por Danielle» (que era su enfermera de quimioterapia). Después de que ella se fue al cielo, Bill y yo fuimos al grupo de apoyo del tumor cerebral que se reunía en la ciudad. Llegamos tarde porque habíamos estado en otra reunión.
Cuando llegamos, estábamos parados en el pasillo, y escuchamos a esta enfermera, Danielle, diciéndole al grupo que ella había sido salvada. Ella dijo, «yo he sido salvada. El Señor vino a mi corazón, y todo se debe a que pude observar a Amy Hartman y la forma en que ella caminó a través de su tumor cerebral. No podía sacarme de la cabeza ese brillo, ese deseo que ella tenía de caminar con Dios».
Recientemente Bill recibió un correo electrónico de un profesor de robótica de una prestigiosa universidad de la costa oeste; le decía, «he entrado a la página web del servicio memorial, y no puedo sacármelo de la cabeza. Siempre vuelvo a entrar». Y así han ocurrido muchas cosas interesantes como esa.
Y Dios no tenía que haber hecho nada de eso Nancy, para probarnos Su presencia. Eso era lo más precioso de todo, la realidad de Cristo en nuestras propias vidas.
Nancy: Así es. Bill, tú has predicado en muchos funerales a través de los años. Te has sentado con personas desconsoladas y que tienen que soportar no solo la muerte, sino a veces un sufrimiento prolongado, que puede ser aún peor. Como pastor, ¿cómo te afectó el haber pasado por esta experiencia, cómo afecto tu ministerio hacia las personas que sufren?
Bill: Yo creo que esto me ha hecho mucho más sensible al dolor de la gente de lo que jamás había sido. Como dijo Jane hace un momento, es una experiencia que no hubiéramos elegido y que nunca quisiéramos repetir, pero estamos tan agradecidos de no habernos perdido la oportunidad de ver la presencia de Dios de manera tan real.
Nancy: Así que pudieron ver a Dios siendo glorificado, que era lo que Amy quería. Por lo que ella vivió, y es por lo que todos nosotros vivimos…o deberíamos vivir. Y en realidad, uno sabe quizás un poco, una pequeña fracción, de cómo los propósitos de Dios se están llevando a cabo, y tal vez ni siquiera eso sabemos.
Bill: Así es, estoy seguro de que no lo sabemos.
Nancy: Solo podemos vislumbrarlo, pero ustedes han visto que es bueno.
Jane: Algún día, cuando estemos en el cielo, tal vez podamos ver hacia atrás y darnos cuenta cómo todas las piezas encajaron.
Nancy: Y de nuevo Bill, si pudiera pedirte como un hombre amante de las Escrituras que eres, y como un predicador de la Palabra y como un hombre que tiene un corazón pastoral, ¿podrías dar unas palabras de aliento a alguien que está escuchando ahora mismo, y quizás está en medio de la agonía o de un reto o de una dificultad?
¿Qué palabras de gracia podrías decirle, algo de la Palabra de Dios que pueda animar o fortalecer el corazón de alguien que esté en un periodo difícil o de sufrimiento ahora mismo?
Bill: Claro, bueno, yo creo que la fortaleza que encontré proviene mayormente de mi confianza en la soberanía de Dios. Él no comete errores. Él conoce el fin desde el principio. Nada nos ocurre que no provenga de Su voluntad buena, agradable y perfecta.
Si yo no creyera eso –si creyera que estamos flotando en el mar de la casualidad y que lo que nos sucede Dios no puede controlarlo– eso no sería reconfortante para mí. Pero yo creo que Dios está en control, por lo tanto, todas las cosas realmente ayudan a bien a aquellos que han sido llamados de acuerdo a Su propósito, lo vemos en Romanos 8:28. Eso me da mucha fortaleza.
Yo no puedo pensar en algo más reconfortante que decirle a alguien que se aferre al hecho de que Dios está en control.
Nancy: Amén. Yo creo eso. Pero tal vez haya gente preguntándose, «¿pero qué clase de Dios hace cosas como esa?» Si Él está en control, si Él es soberano, ¿cómo puede ser bueno y a la vez permitir cosas como el cáncer, los tumores cerebrales, la muerte de niños pequeños, o niños pequeños que pierden a sus padres? Para algunas personas que no han estado donde ustedes han estado, este puede ser un pensamiento perturbador.
Bill: Así es, lo sé. Bueno, no digo que todo lo que nos sucede es bueno. Hay mucho mal, mucha maldad, y cosas terribles. Pero Dios en Su majestad y en Su soberanía puede tomar aun las cosas malas y usarlas para producir una consecuencia buena. No siempre podemos ver cuál es el resultado de eso.
Sin embargo, creo que en Su sabiduría soberana, Él sabe lo que está haciendo y lo que es mejor para nosotros. Así que, aun si yo no sé, no me tengo que preocupar. Solo tengo que poner mis inquietudes en una lista de cosas que le voy a preguntar algún día.
Nancy: Y en tu experiencia Bill, ¿qué has visto qué les sucede a las personas que no tienen esta perspectiva teológica, que eligen no confiar en Dios en la tormenta? ¿Qué has podido ver en términos de cuáles son los resultados para ellos? Tú estás sentado hoy aquí, tú y Jane y están en paz; ustedes han descansado en Dios. Claro que se han lamentado, y estoy segura de que todavía lamentan la pérdida de Amy. Pero hay libertad, hay paz en su espíritu. ¿Cuál es la alternativa?
Bill: Siempre me he preguntado cómo hace alguien que pierde a un ser querido que no ha conocido a Jesucristo como su Salvador. Sin tomar en cuenta los matices teológicos y todo eso, si no conoces al Señor, si no tienes a alguien como Jesús para apoyarte, amarte y animarte, ¿cómo lo haces?
Yo no creo que puedas. Lo único que puedes hacer es simplemente crujir tus dientes y decidirte a aceptar lo que no puedes cambiar. Pero creo que esa no es una postura satisfactoria al final.
Por eso mi consejo es que creas en el Señor Jesucristo y serás salvo. Entonces serás amado, apoyado, animado, y abrazado en los brazos del soberano Salvador que te ama y que te cuida más de lo que tú jamás podrás cuidarte.
Nancy: Así es.Jane, tú eres madre y abuela. ¿Qué palabras de aliento podrías darles a las madres y a las abuelas que escuchan Aviva Nuestros Corazones y que están pasando por sus propios problemas, sus pruebas y retos? Ellas no pueden ver todavía cuál es el bien que Dios pudiera sacar de todo esto.
Jane: Bueno, yo pienso que si eres cristiana y conoces al Señor, tienes que empezar incluso antes de que nazcan, y así como Dios te dará ese hijo, debes confiárselo a Él de vuelta. Durante las semanas y los meses y los años, te mantienes entregándole esos hijos nuevamente al Señor porque ellos son un préstamo que Él nos ha hecho a nosotros.
Lo más importante que hay que buscar aquí es poder dirigir ese niño a la fe en Cristo para que camine con Él. Cuando ellos encuentren dificultades, entonces tú podrás ser la observadora y la testigo de su fe, como lo hicimos nosotros con Amy. Nosotros ganamos la fuerza de su fe porque ella no se derrumbó y por ende nosotros tampoco. Pudimos ser un ejército. Pudimos ser una familia unida caminando a través de esto con el Señor.
Fue muy difícil. No hay otra manera de decirlo. Todavía lo es. Hay una parte oculta muy profunda dentro de una madre, y a veces me sale sin darme cuenta cuando menos lo estoy esperando. Lo único que puedo hacer es detenerme y decir, «el Señor es mi pastor; nada me faltará» (Salmo 23:1), o cantar un himno. Yo creo que uno nunca llega a superar completamente la pérdida de un hijo. Pero eso no significa que no tengas una tremenda paz en tu alma de que Dios es fiel y que Él te cuida y que lo que Él hace es correcto y es bueno.
Así que ninguno de nosotros ha preguntado jamás por qué.
Bill: Durante el año en que Amy estuvo enferma, su esposo Ed, escribió muchas cartas a su congregación, y hubo algo que Jane acaba de mencionar que me recuerda una de esas cartas. Él dijo, «nosotros creemos que Dios es bueno y que Él hará algo bueno. Él no puede hacer otra cosa que no sea el bien. Así que Él, o sana a Amy o hace algo mejor».
Y yo pensé, pero ¿qué puede ser algo mejor que sanarla? Y de repente me di cuenta, ¡por supuesto, estar con el Señor es muchísimo mejor!
Yo no creo que puedas tener esa clase de confianza a menos que hayas confiado plenamente en el Señor.
Jane: Así es, y la otra cosa que nos ayudó a ambos fue que Dios pudo haber evitado que esto le sucediera a Amy. Eso es obvio. Pero Él se lo confió a ella; por lo tanto nos lo confió a nosotros, sus padres. Y lo sentimos de esa manera, y sentimos que era algo que Dios estaba haciendo. No querríamos perdernos nada que Él estuviera haciendo en el proceso.
Nancy: Bueno, muchas gracias por abrir sus corazones. Gracias por permitir, no solo que Dios se haya revelado a ustedes por medio de esta aflicción, sino permitir que Él se diera a conocer a Sí mismo a otros a través de su experiencia.
Y hemos visto en nuestras familias cómo Dios ha hecho cosas buenas, preciosas, y a veces difíciles, pero siempre hay ese reflejo de Su gracia, de Su soberanía, de Su sabiduría y de Su amor. Uno puede mirar hacia atrás y decir, «yo no hubiera escrito el guión así, pero el Señor lo hizo». Y sabes que Él es digno de confianza y Él puede.
Annamarie: Acabamos de escuchar un maravilloso testimonio de confianza en Dios. Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado conversando con Bill y Jane Hogan, una pareja que ha aprendido lo que es soportar y perseverar en las dificultades de la vida.
Si conoces a alguien que pudiera beneficiarse de escuchar este programa, te animamos a compartírselo. Hazlo por medio de diversas plataformas, a través de nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com. A lo largo de las últimas semanas nos hemos embarcado en un estudio profundo que nos ha ayudado a tener una perspectiva bíblica del sufrimiento. También, como parte de esto, hemos estado compartiendo contigo algunas historias de la fidelidad de Dios en el sufrimiento.
Asegúrate de acompañarnos mañana para escuchar otra de estas historias.Te esperamos para este próximo programa de Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a —no solo a sobrevivir— sino a tener una vida abundante en Cristo, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
La Roca Inconmovible, Para Su Gloria, El Fin Desde El Principio ℗ 2018 PSG.
Tenemos el privilegio de proporcionar transcripciones de estos mensajes vivificantes. Si el Señor los ha usado para bendecir tu vida, ¿considerarías donar hoy para ayudar a cubrir los costos?
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