Persevera en amor
Débora: El amor de Jesús es un modelo de perseverancia. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si la prueba de resistencia fuera mi amor por Cristo, no resistiría. Pero Su amor resiste. Nunca falla. No hay una respuesta de mi parte que pueda disminuir Su amor por mí.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 16 de mayo de 2023.
Jesús envió una carta a la iglesia en Éfeso diciéndoles que regresen a su primer amor. Nancy nos ha estado enseñando a través de esta carta, y vamos a escucharla en unos minutos. Pero antes, algunas de nuestras oyentes describen algunas de sus reacciones a esta enseñanza del libro de Apocalipsis.
Invitada 1: Bien, yo quisiera compartir un testimonio personal y es algo que debo tener en mente una y otra vez y es acerca de …
Débora: El amor de Jesús es un modelo de perseverancia. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si la prueba de resistencia fuera mi amor por Cristo, no resistiría. Pero Su amor resiste. Nunca falla. No hay una respuesta de mi parte que pueda disminuir Su amor por mí.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 16 de mayo de 2023.
Jesús envió una carta a la iglesia en Éfeso diciéndoles que regresen a su primer amor. Nancy nos ha estado enseñando a través de esta carta, y vamos a escucharla en unos minutos. Pero antes, algunas de nuestras oyentes describen algunas de sus reacciones a esta enseñanza del libro de Apocalipsis.
Invitada 1: Bien, yo quisiera compartir un testimonio personal y es algo que debo tener en mente una y otra vez y es acerca de dejar mi primer amor.
Estoy en el ministerio a tiempo completo, y me he dado cuenta que puedo mirar hacia atrás a través del año pasado y ver cómo Dios logró muchas cosas a través del ministerio. Él tocó muchas vidas.
Como aquel amante herido del que Nancy nos estaba hablando, Él solo me informó, con mucha amabilidad y gracia, «has dejado tu primer amor».
Desde entonces he tenido esta experiencia probablemente una, o dos veces más. Así que han sido como tres veces en un año y medio que Dios continúa llevándome de vuelta a eso, «dejar tu primer amor».
Dios ha colocado a muchas personas en mi camino, y creo que Él ha hecho que en este año pasado ore por muchos que están en el ministerio a tiempo completo, ya sea ministerio fuera o dentro de tu casa. Definitivamente, creo que Dios me está mostrando que algunas veces podemos hacer las cosas de Dios como si fuera un empleo, no como un acto de devoción. Es como un trabajo de ocho a cinco, y en realidad no es por amor, aunque en nuestro corazón y nuestra mente decimos, «te amo».
Al escuchar a Nancy hablar sobre la iglesia de Éfeso, me di cuenta de que me irrito con la iglesia.
Yo solo quiero que ellos amen a Dios, o solo quiero que amen la Palabra de Dios.
Solo nos irritamos con las cosas por las que nos sentimos culpables, así que tuve que darme cuenta hoy de que mientras yo quiero que ellos amen al Señor de la forma que yo estoy pensando, Dios quiere que yo lo ame de la forma que Él está pensando. Él me ha revelado eso hoy.
Pero creo que oí algo un par de días atrás mientras comenzaba a prepararme para esta sesión de Nancy. Una cosa es estar cansado en la obra de Dios. Y otra cosa muy diferente es estar cansado de la obra de Dios.
Creo que cada vez aprendo más y más acerca de este tema de dejar el primer amor y me vuelvo autosuficiente. «Puedo orar de la forma que quiero orar, cuando quiero orar. O puedo testificar de Cristo cuando quiero y cuando no quiero no lo hago».
Todavía estoy haciendo las cosas de Dios, pero realmente se reduce a que siento que «no lo necesito; puedo hacerlo por mí misma». Él me recordó a los israelitas cuando empezaron a construir sus casas y a hacer todo lo que necesitaban hacer –ya no necesitaban a Dios.
Pienso que hoy me llevo un nuevo sentido de dirección, antes que todo, de orar por el pueblo de Dios, que Dios nos incline a amarlo de la forma que Él quiere que lo hagamos. Y Él está más determinado que yo a que esto ocurra, y eso es lo maravilloso de todo esto.
Kim Wagner: Sí, yo creo que una de las cosas más aterradoras de perder tu primer amor es que al principio no te das cuenta de que eso está ocurriendo.
Algo que he encontrado de mucha ayuda en mi caminar como creyente es que, en esos momentos cuando mi relación es estrecha y apasionada con el Señor, es bueno para mí escribir preguntas que me sirven de evaluación espiritual –me ayuda a colocar algunas cosas en su lugar, que también serán barreras para protegerme. Por ejemplo, las cuarenta evidencias que compartiste con nosotros en esta serie pueden ser una gran herramienta para nosotros cuando la necesitemos.
Puede que no te des cuenta de que tu corazón se está endureciendo. Puede que todavía no hayas sido «sacudida» con la realidad de que necesitas regresar al primer amor, pero si sacas y utilizas esas herramientas mientras estás teniendo tu tiempo de devocional diario, te serán de mucha ayuda.
Yo creo que una práctica muy beneficiosa, y que debemos desarrollar continuamente, es la de pedirle a Dios que nos dé más amor por Él –pedirle que haga eso– hacer de esa una oración y un clamor de nuestros corazones constantemente.
Eso es algo por lo que estoy agradecida de que Él me lo haya pedido, o que desde niña me lo enseñó a hacer. Cuando le pedimos a Dios, Él se deleita en darnos lo que le pedimos.
Nancy: Creo que la naturaleza de dejar nuestro primer amor es tal, que nuestros corazones en verdad se vuelven fríos y duros, y como consecuencia perdemos la sensibilidad de darnos cuenta dónde estamos. Por eso es que necesitamos que Cristo venga y les hable a nuestros corazones y les diga, como Él le dijo a la iglesia de Éfeso: «Has abandonado el amor que antes tenías. Has dejado tu primer amor» (Apoc. 2:4).
No estoy segura de que ellos lo supieran. Creo que probablemente ellos no lo supieron hasta que Cristo vino, y con amor se lo señaló. Por eso es que necesitamos estar en la Palabra, para que Cristo pueda hablarnos Su Palabra a nuestras vidas, como lo ha estado haciendo conmigo mientras he estado estudiando esta serie.
No sé cuántas veces he leído ese texto, cuantas veces lo he oído predicar, pero mientras estaba ahí inmersa en ese texto durante las semanas previas al estudio, de repente me impactó una mañana mientras me estaba preparando. Había estado estudiando este pasaje ya por un largo tiempo, y en ese momento solo estaba meditando en él, y comencé a revisar en mi cabeza las cosas que eran ciertas de la iglesia de Éfeso.
Y estaba pensando, «okey, una jornada dura, trabajo agotador, tengo eso bien. Perseverancia, fortaleza, luchas bajo presión, –okey, chequeado eso, tengo eso también». Bueno, no siempre tan bien como quisiera, pero cuando examino el curso entero de mi vida, eso es algo a lo que más o menos puedo hacerle un cotejo.
«Corrección doctrinal». Había acabado de enseñar una serie completa sobre el engaño y el discernimiento, y desde ese momento había visto el engaño espiritual por todas partes. Y me había puesto muy en sintonía con todo esto y estaba alerta de eso, y me encontré realmente preocupada por las muchas violaciones que hay actualmente en las enseñanzas bíblicas en los libros cristianos y en los medios de comunicación cristianos.
Y eso realmente me estaba inquietando, y no perdí tiempo en analizarlo, evaluarlo, y señalarlo.
Pero cuando llego a la oración que dice: «Pero tengo algo en tu contra, tengo contra ti que has dejado tu primer amor, que has abandonado tu primer amor».
Creo que el primer punto de convicción para mí fue en esta área de discernimiento doctrinal, al darme cuenta que mi espíritu se había vuelto áspero y crítico y buscador de faltas hacia las mismas personas que yo debía amar mientras las guiaba a la verdad, y que había caído en ese filo, en ese borde afilado de exaltar la verdad pero dejando atrás el amor.
Así que recuerdo mientras esta convicción me golpeó. Y yo había estado estudiando todo esto, pero había sido más bien académico para mí, intelectual. Había estado entonces meditando en el pasaje, y un día fue como, «¡es de ti de quien estoy hablando aquí! El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (Apoc. 2:7).
Encontré que mi corazón se estaba suavizando y se estaba haciendo más tierno, y más dispuesto y sensible para responder y decir: «Señor, Tú tienes razón. Yo soy quien necesita arrepentirse, no son solo todas estas personas a quienes les enseño esta serie. Necesito arrepentirme porque no tengo, en algunas de estas áreas, el amor por Ti que una vez tuve».
Y también pienso en esos días antes de empezar Aviva Nuestros Corazones; ¡Yo pensaba que la vida era complicada entonces! Pero la verdad es que tengo una «vida antes» y una «vida después de la radio». Así es más o menos como se divide mi vida.
Antes de la radio, yo pensaba que estaba ocupada; pensaba que era una persona muy activa. Pero empecé a hacer radio –radio a diario, día tras día. Y mientras había estado preparando quizás tres o cuatro mensajes nuevos al año antes del tiempo de la radio, porque mi ministerio era viajando y podía usar los mismos mensajes una y otra vez, y de repente me encontré siendo responsable de 260 programas de radio al año.
Y ha sido un privilegio el estar haciendo mucho más estudios y desarrollar materiales, pero mientras estoy en ese proceso de estudiar y prepararme para enseñar la Palabra, todo eso puede convertirse en algo muy académico para mí, y la verdad es que algunas veces lo ha sido.
El estar ocupada, la actividad, pero no el amor, no la devoción. Puedo pasar frente a Cristo y seguir de largo, pasarlo desapercibida porque voy hacia el estudio académico de la Palabra de Dios.
Y ahí es donde Dios me encuentra tan a menudo, con la necesidad de arrepentirme, de recordarme de dónde caí, arrepentirme y hacer la sobras que hacía antes; de asegurarme que esto no esté solamente entrando en mi cabeza y en las transcripciones del contenido de Aviva Nuestros Corazones, sino que también esté penetrando en mi propio corazón antes de intentar que penetre en el corazón de cualquier otra persona.
Así que repetidamente me encuentro a mí misma teniendo que regresar y decir, «Señor, perdóname. Pasé frente a Ti sin detenerme. Dejé el amor. Perdí el amor. He abandonado el amor».
Hay cosas que compiten por mi afecto, usualmente el estar constantemente ocupada. Para mí, el ministerio es usualmente el principal competidor por el lugar que Dios debe tener en mi vida.
Pueden ser también otras cosas, pero encuentro que con frecuencia esa es la razón, ese es el principal competidor. Entonces, me vuelvo insensible. Ni siquiera me doy cuenta que me ha sucedido. Pero gracias que tenemos el Espíritu Santo y la Palabra de Dios para señalarnos el problema, para enseñarnos y llevarnos de regreso a ese lugar de ternura.
Ahora, quiero asegurarme de enfatizar que no estamos hablando solo de las emociones, aunque las emociones son parte importante de nuestra relación con Cristo.
Pienso que en mi caso –sé que algunas personas por naturaleza son más emotivas, así que puede que esto no se aplique a ellas– pero encuentro que si paso un tiempo largo sin alguna lágrima de amor, devoción, arrepentimiento, fe, humildad, algo– si en algún período largo nada me conmueve hasta las lágrimas en términos de la Palabra o de un sermón, o un servicio religioso, o cantando himnos al Señor, eso para mí es un indicador de que mi corazón no está tan tierno como estaba antes.
Ahora bien, no estoy diciendo que si no lloras todos los días, has dejado tu primer amor. Algunas personas lloran todos los días, y ni siquiera conocen a Jesús. Así que eso solamente no es un indicador, pero para mí puede ser un indicador.
Ha habido ocasiones cuando le he pedido al Señor que me mande lágrimas otra vez, no porque yo quiera llorar sino porque quiero tener un corazón tierno hacia Él, hacia Su Palabra. Y Dios te va a mostrar formas de medir y evaluar la condición de tu corazón.
Creo que lo que dijo Kim es algo bueno. Haz un inventario espiritual, como una de esas hojas de cálculo.
Hay personas que han compartido conmigo cómo Dios ha usado la lista que tenemos de las características de las personas orgullosas versus las personas quebrantadas, y cómo eso ha sido algo que les ha despertado a la realidad de dónde están en su necesidad de tener un amor fresco, un aceite fresco, una intimidad fresca con Cristo. Ellos usarán algo así.
Pero no dejes que la herramienta se convierta en la ley en tu vida. Deja que Cristo y Su amor se conviertan en la ley en tu vida.
Invitada 2: Mientras examinábamos las 40 evidencias de que puedes haber dejado tu primer amor, yo estaba pensando en mis reacciones últimamente con mi esposo o mis hijos, y una evidencia nueva surgió en mi mente.
Eso es lo que hago. Es tan gracioso cómo Dios usa a los niños en tu vida para mostrarte tantas cosas. Yo recuerdo tan vivamente decirle a mi hijo: «Elías, cuando alguien peca contra ti, siempre tienes una elección. Puedes responder en pecado, o puedes responder con gracia».
Mi esposo pecó contra mí el otro día, y me encontré respondiendo en pecado. No estaba concediendo gracia; y para mí ese es uno de los barómetros, por así decir, de qué tan cerca estoy del Señor.
Últimamente no estoy respondiendo para nada con gracia, ni a mi esposo ni a mis hijos. He estado respondiendo en pecado.
Así que supongo que otra forma de resumirlo es que cuando siento que puedo justificar mi pecado y sentirme cómoda con las justificaciones en lugar de quebrantada por mi pecado, ahí es cuando empiezo a darme cuenta de qué tan lejos me he apartado del Señor.
Nancy: Gracias por compartir con tanta honestidad.
Ahora, Jane, quiero dirigirme a ti. Recuerdo la primera conversación que tuvimos por teléfono. Te habías conectado con nuestro ministerio, y estabas compartiendo conmigo algunas de las cosas que Dios hizo en tu corazón cuando eras una joven creyente, y cómo tenías un amor apasionado por Cristo.
El Señor te colocó en una posición donde podías pasar horas buscándolo en Su Palabra, y al terminar esa llamada me sentí realmente hambrienta por el Señor y con un deseo mayor de tener esa clase de relación con Él.
Recuerdo que me contaste cómo tuviste que tomar algunas decisiones difíciles. Tú corrías, si bien recuerdo, y empezaste a reenfocar tus energías y tus esfuerzos en tratar de cultivar tu amor por Cristo.
Y quisiera pedirte si pudieras tomar unos minutos y compartir algo que quieras contarnos, al examinar tu trayectoria espiritual, de lo que hemos hablado acerca de cómo se cultiva la intimidad con Cristo y el amor por Él. Tu vida ha impactado la mía en ese sentido, y me encantaría oír lo que tienes que decirnos acerca de esto.
Jane: Ese tiempo en mi vida al que te refieres, el cual compartí contigo, Nancy, vino después de yo haber sido salva. Ese verano yo vi en las Escrituras, en Filipenses 3:10, cuando habla «…de conocerle a Él».
Decidí que esa sería mi meta ese verano, y al final del verano, decidí que sería mi meta para toda la vida. Pero luego, unos años más tarde, noté que había algo más en ese verso.
Y luego decía, «…conocer a Cristo y el poder de su resurrección, y participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a Él en su muerte».
Por medio de un mensaje que escuché dar a un pastor, me di cuenta que yo quería conocerle a Él sin el sufrimiento. Y curiosamente fue a través de una relación muy dolorosa y a través de cosas que pasaron en una iglesia, que Él me permitió experimentar el sufrimiento.
Al final de esa etapa, recuerdo que una amiga (una prima que es también mi amiga) vino a visitarme. Luego de llevarla al aeropuerto para su regreso a casa, yo me sentía tan sola, y pensé, «¿qué voy a hacer?»
En ese proceso el Señor me hizo entender, «tú estás sedienta por Mí». Él me dejó ver esa sed en el sufrimiento. Yo todavía estaba luchando contra Él, contra lo que había ocurrido y la razón por la que había ocurrido, pensaba en lo que pude haber hecho para prevenirlo, y pensaba, ¿por qué yo? Estaba sintiendo aún lástima por mí misma.
Entonces fue cuando me di cuenta que había algo interesante en este verso: «…conocerle a Él y el poder de su resurrección, y participar en sus sufrimientos».
Pensé, «Tú sufriste antes de ir a la cruz». Y me di cuenta que, Él nos da Su poder para atravesar los sufrimientos.
Después de este tiempo, aquellos que me habían conocido antes y me conocían en ese entonces dijeron que vieron en mí una gentileza y una suavidad que no tenía antes. Eso era algo que le había pedido a gritos al Señor, que yo quería ese espíritu afable y apacible, pero salió de un gran dolor.
Nancy: Gracias Jane por complacerme.
Y ahora, permítanme cerrar con lo siguiente: Ustedes conocen la historia de Oseas en el Antiguo Testamento. La esposa de Oseas es una mujer adúltera, y Dios usa ese matrimonio como una lección de Su amor por Israel, de Su amor por Su pueblo.
A Oseas se le dice que busque a esta mujer. Él debe serle fiel a ella aunque ella le sea infiel a él, y el amor de él va a reconquistar el corazón de ella.
Al final él lo logra. Él no se rinde. Es un amor que no se rinde. Y la fidelidad de Oseas en esa situación es un retrato para nosotras del amor de Dios.
De manera que cuando nos arrepentimos por haber dejado nuestro primer amor, no regresamos a él con nuestra propia fuerza, por nuestro propio deseo. Nunca pudiéramos regresar si no tuviéramos un Amante que no se ha dado por vencido, que dice, «te amo, eres mía. Tú me perteneces. Te he comprado y te amaré, y reconquistaré tu corazón».
Él es el amante rechazado que continúa cortejando y buscando ganar otra vez nuestros corazones. Es el amor de Cristo, no nuestro amor por Cristo, la constante en este universo.
Si la prueba de resistencia fuera mi amor por Cristo, no resistiría. Pero Su amor sí resiste. Su amor nunca falla.
No hay respuesta de mi parte que pueda disminuir Su amor por mí. Es Su amor que persigue, es Su amor que inicia, es Su amor que se aferra a mí cuando me estoy aferrando a otras cosas.
Esa mujer en la historia de Oseas estaba usando el dinero que su esposo le daba para mantenerse, para comprarles cosas a sus otros amantes. Es una historia horrible en ese sentido, desde el punto de vista de la infidelidad de ella.
Pero es una historia maravillosa en el sentido del amor de Dios y Su fidelidad, Su amor que nos persigue. Él hace cosas. Él dice, «le cerraré el paso con espinos» para que sus otros amantes sientan repulsión por ella (ver Oseas 2:6).
Algunas veces Dios rodea, cerca nuestro camino con espinas. Él nos hace la vida miserable, en un sentido santo, sagrado, para que estemos distanciadas y separadas de las otras cosas que llegamos a pensar que son satisfactorias.
En última instancia, lo más grande que Dios puede hacer por nosotras es hacer que nos sintamos insatisfechas con cualquier cosa que no sea Él. Él hace que otras cosas sean como cartón en la boca, indeseables.
Y es una bendición cuando Dios hace eso para que nosotras nos volvamos hacia Él. En sed, en hambre, en pasión, en humildad, y en arrepentimiento, aun esas espinas se vuelven bendición, porque ellas nos quitan del camino mortal en que andábamos, y nos traen de vuelta al Único que es el Amante de nuestras almas.
Alguien dijo que el avivamiento en realidad solo se trata de la iglesia enamorándose de Jesús otra vez. El ministerio de Aviva Nuestros Corazones es uno que llama a las personas a recordar de dónde han caído, a arrepentirse, y a hacer la obra que hacían al principio.
Y eso es avivamiento, que la iglesia colectivamente, o nosotras como el pueblo de Dios, nos enamoremos de nuevo de Jesús. Pero quiero que recordemos que es Su gracia, es Su iniciativa, Su poder de atraernos, Su amor que sostiene, Su fidelidad.
Cristo es el amante supremo. Él es quien inicia y vigoriza nuestro amor por Él.
De manera que no te coloques debajo de la ley. No corras de nuevo al Monte Sinaí, donde la ley fue dada. Incluso al oír una serie como esta sobre el primer amor y comiences a castigarte y a regañarte…
Y sí necesitamos reconocer dónde hemos pecado. Necesitamos confesar, necesitamos arrepentirnos.
Pero tratar de volver a las obras, de volver a subirte al regazo de Dios y decirle: «He fallado. Soy tan miserable. No te he amado como debería…» Decir eso puede ser muy cierto y bueno, pero no trates por ti misma de desarrollar ese amor por Cristo. Dile, «Señor, te amo. Ayúdame a amarte más».
Oh, Señor, cuánto oro para que Tú tomes las cosas que hemos hablado en esta serie y las conectes a nuestros corazones. Enséñanos cómo somos, dónde estamos, qué necesitamos; háblanos, oh Señor. Tú les has hablado a Tus iglesias. Danos oídos que oigan, que podamos oír lo que el Espíritu les dice a las iglesias.
Oh, Señor, oro para que haya un avivamiento en nuestros corazones y en los corazones de Tu pueblo, por iglesias que son ortodoxas pero que son frías, que tienen reputación de actividad y creyentes que tienen esa reputación de actividad, pero el fuego, la pasión, el amor por Jesús ha disminuido o se ha ido.
Oh, Dios, oro que Tú no tengas que quitar nuestro candelabro de su lugar, sino que Tú, en misericordia y bondad, vengas y avives ese amor. «Más amor, anhelo amarte más oh Salvador. Más dime de Cristo, más de Él, necesito, más de Su amor con que me amó».
Que ocurra ese avivamiento de amor por Cristo en nuestros corazones y en nuestras iglesias, que aquellos fuera de la iglesia se sientan persuadidos, presionados, atraídos, no porque nuestra doctrina sea correcta, no por nuestras actividades o por nuestro ajetreo, el estar siempre ocupadas, sino por la intimidad que ellos ven en nuestra relación de amor por Cristo, que ellos se sientan atraídos a decir, «quiero tener una relación así con ese tipo de Salvador».
Señor, aviva nuestros corazones. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Acabas de escuchar a Nancy DeMoss Wolgemuth. Si te has perdido alguna de las enseñanzas sobre esta carta a la iglesia en Éfeso, puedes escucharla o leer la transcripción al visitar avivanuestroscorazones.com.
Esta serie es una de varias que compartiremos sobre las cartas a las iglesias en el libro de Apocalipsis. A través de esta serie te estamos animando a que leas estas cartas por ti misma, y sobre todo, que puedas vivir lo que estás leyendo.
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¿Has sentido alguna vez como si nadie entendiera por lo que estás pasando? Bien, hay una Persona que sabe exactamente lo que estás sintiendo. Nancy continuará mañana su estudio de las iglesias de Apocalipsis y esta vez explorará la carta a la iglesia de Esmirna, la cual experimentó una intensa persecución y sufrimiento. Esta nos recuerda que en tiempos de sufrimiento, no es tan importante responder el porqué, sino conocer quién orquesta todo. Nancy nos reta a levantar nuestra mirada de las circunstancias presentes y buscar a Jesús para que consuele y fortalezca nuestras almas.
Creciendo en Cristo juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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