Pensamientos destructivos
Annamarie Sauter: Había una vez… una mujer a quien le tocaron a la puerta.
Jennifer Rothschild: ¿Quién es?
Annamarie: Era un pensamiento, y dijo…
[Jennifer]: ¡Esas hermanas de la iglesia… ellas no te aprecian!
Annamarie: Esta mujer respondió…
Jennifer: ¡Pasa adelante!
Tú me conoces.
Annamarie: Ella permitió que el pensamiento continuara con la conversación.
[Jennifer]: Si ellas te apreciaran, dirían «gracias». ¿Y notaste como el pastor mencionó por nombre a los demás menos a ti? Él nunca notará lo que tú haces.
Annamarie: Ella eligió creer en ese pensamiento…
Jennifer: Estás en lo correcto. De hecho, no solo esas mujeres en la iglesia no me aprecian, mi esposo tampoco me aprecia. Nadie me valora. De hecho, creo que nunca le he caído bien a nadie
Annamarie: Pero no tiene que ser de esta manera. Cuando los pensamientos tocan a la puerta…
Jennifer: ¿Quién es?
Annamarie: Y reconoces que es un …
Annamarie Sauter: Había una vez… una mujer a quien le tocaron a la puerta.
Jennifer Rothschild: ¿Quién es?
Annamarie: Era un pensamiento, y dijo…
[Jennifer]: ¡Esas hermanas de la iglesia… ellas no te aprecian!
Annamarie: Esta mujer respondió…
Jennifer: ¡Pasa adelante!
Tú me conoces.
Annamarie: Ella permitió que el pensamiento continuara con la conversación.
[Jennifer]: Si ellas te apreciaran, dirían «gracias». ¿Y notaste como el pastor mencionó por nombre a los demás menos a ti? Él nunca notará lo que tú haces.
Annamarie: Ella eligió creer en ese pensamiento…
Jennifer: Estás en lo correcto. De hecho, no solo esas mujeres en la iglesia no me aprecian, mi esposo tampoco me aprecia. Nadie me valora. De hecho, creo que nunca le he caído bien a nadie
Annamarie: Pero no tiene que ser de esta manera. Cuando los pensamientos tocan a la puerta…
Jennifer: ¿Quién es?
Annamarie: Y reconoces que es un pensamiento destructivo…
[Jennifer]: ¡Esas mujeres de la iglesia... no te aprecian!
Annamarie: Puedes responderle con la verdad.
Jennifer: En realidad no sé si esas mujeres me aprecian o no. Nadie me lo ha dicho nunca. Actúo en base a lo que sé, no en base a lo que imagino.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Aquí está Nancy con nosotras.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Esa voz llena de energía que escuchaste es la de Jennifer Rothschild. Ayer, ella nos explicó la razón por la que lo que pensamos importa. Jennifer nos mostró cómo reconocer los pensamientos destructivos, y nos explicó cómo evitar que entren a lo que ella llama «el closet de nuestros pensamientos».
Si te perdiste esa primera parte de esta enseñanza, escúchala o léela, en AvivaNuestrosCorazones.com.
Jennifer fue una de las oradoras en una de nuestras conferencias True Woman. Nos habló un poderoso mensaje, muy personal, sobre cómo confiar en Dios a través de su ceguera. Ella también enseñó un taller titulado «La renovación de tu closet de pensamientos». Escuchamos la primera parte de ese mensaje ayer, y continuaremos hoy con la segunda parte.
Jennifer ha estado hablando sobre la historia de Naamán que encontramos en el segundo libro de Reyes capítulo 5. Ese general sirio visitó al profeta de Dios en Israel, y este le dijo que se bañara en el río Jordán para ser sanado de su lepra. Esto hirió el orgullo de Naamán y él comenzó a hablarse a sí mismo.
Aquí está Jennifer Rothschild con la continuación de esta historia.
Jennifer: Naamán no reconoció y no estuvo dispuesto, por lo tanto, se rehusó. De modo que él estaba dejando entrar las mentiras en el armario de sus pensamientos, las cuales solamente alimentaban su orgullo y le iban a poner en la posición de perder su sanidad, excepto por lo que pasó en el versículo 13.
En el versículo 13, fue confrontado por sus sirvientes. Y para nuestros propósitos, quiero que consideres este principio que te permite ser confrontada o acercada por tus amigos. Versículo 13: «Pero sus siervos se le acercaron y le hablaron, diciendo: Padre mío, si el profeta te hubiera dicho que hicieras alguna gran cosa, ¿no la habrías hecho? ¡Cuánto más cuando te dice: “Lávate, y quedarás limpio!” Así que, ¿por qué no te lavas en el río?»
Lo que pasó en esa declaración fue que los criados de Naamán hicieron dos cosas que fueron muy intencionales. Y ellos nos proveen un modelo de cómo debemos ser cuando vivimos en comunidad, una comunidad de la verdad con nuestras hermanas. En primer lugar, le hablaron a Naamán con respeto.
Algunas de ustedes tienen muchos años en su caminar con el Señor, así que si hay una persona en tu vida a la que tienes la oportunidad de acercarte, debes respetarle con el mismo respeto que le darías al pastor que más respetas en tu vida o al mismo Señor Jesús.
Tratamos a las personas con total respeto. No decimos: «Soy el valiente poseedor de la verdad, y he venido a golpearte la cabeza con la verdad porque puedo ver que estás enojada, así que déjame arreglarte».
El respeto. Así se acercaron los sirvientes de Naamán. Se acercaron respetuosamente a él. Fue entonces cuando dijeron: «Mi padre». Eso es respeto. «Maestro, eres todo eso. Te respetamos. Pero aquí está la otra cosa: te conocemos. Te conocemos. Si el profeta te hubiera dicho que hicieras algo, algo realmente grandioso, lo habrías hecho. ¿Ves?, te conocemos y eres así. Pero él no lo hizo. Él solo te pide que hagas algo humilde y no lo quieres hacer, y te conocemos. Así que, humíllate».
Cuando nosotras como mujeres, entramos en una comunión y cercanía verdadera con cada una, debemos hacerlo respetuosamente y con intimidad. Lo que eso hace por nosotras es que nos da la oportunidad de participar en lo que llamo la tercera «R».
- Primero, reconoces la verdad y las mentiras.
- Segundo, rehúsas las mentiras.
- Pero t.. no puedes quedarte ahí. Siempre tienes que reformular la frase con la verdad.
Personalmente, una de las cosas con las que lucho, y una de mis amigas me lo hizo ver, era que yo era muy dura conmigo misma. Yo me insultaba. Nunca voy a olvidar el día que fui a solicitar mi pasaporte.
Bueno, para mí es algo difícil hacer las diligencias. Tengo que planear con anticipación para que alguien me lleve, y por supuesto, les pago por hacer eso. Así que ese día en particular, hice de todo. Treinta minutos para atravesar la ciudad, esperé en una larga fila, solo para darme cuenta que no había llevado los documentos correctos. Decidí regresar a casa y buscar los documentos correctos. Ya me había tomado la foto. Hice otra cita con la amiga que me iba a llevar.
Bueno, cuando llegó el día, algunas semanas después, llego al correo, espero en la larga fila, llego al frente. Tengo todos los documentos, pero mi fotografía no estaba ahí. Salimos del correo.
Una semana después, me aseguré de tener todos los documentos; tengo la fotografía. Todo está listo. Mi amiga y yo aprovechamos el tiempo, y ahora mi ventana de oportunidades se estaba reduciendo. Tengo que hacer esto para poder salir a tiempo.
Mmm...esperé en la larga fila. Escuché al apático trabajador federal decir «el siguiente». ¡Esa era yo! Estaba emocionada. Finalmente iba a obtener mi pasaporte. Entregué todos los documentos, sintiéndome orgullosa de mí misma. Los puse frente a él, y ahí estaba mi fotografía, y él me dijo viendo fijamente los documentos porque su voz se ahogaba en el escritorio. «¿Dónde está su certificado de nacimiento?»
«Está ahí, ¿cierto?»
«No. Usted tiene que tener su certificado de nacimiento para obtener el pasaporte».
«Ya sé que debo tener el certificado de nacimiento, señor. ¿No está ahí?»
«Tiene que tener su certificado de nacimiento para obtener su pasaporte. Vaya a su casa y traiga su certificado de nacimiento».
Bueno, así fue que me sentí. Salí del correo. No tenía ni idea dónde estaba el certificado de nacimiento. Voy caminando hacia el carro, y dije: «¡Idiota! ¿Qué pasa contigo? Puedes escribir libros, ¡pero no puedes tener un miserable pasaporte! Todo el mundo sabe que necesitas un certificado de nacimiento. ¡Idiota!»
Y me sorprendí a mí misma a medida que la palabra «idiota» colgaba en la puerta del armario de mis pensamientos. Me rehusé a que entrara, y la reformulé, reetiqueté, parafraseé con la verdad. Y he aquí la verdad con la que reetiqueté y reformulé mi pensamiento: «No eres una idiota. Tienes cuarenta y cinco años y eres olvidadiza, pero no eres una idiota. De hecho, Efesios 2 dice que eres una obra maravillosa de Dios, y claramente la obra de Dios tiene días en que es olvidadiza, y está bien».
Así que, a través de la autodisciplina y la gracia de Dios, dejé la palabra «idiota» afuera e invité a la obra de Dios.
Ahora sí, obtuve mi pasaporte, y he ido a Canadá dos veces, y todo está bien. Pero el punto es este: No te puedes quedar en la puerta del armario y dejar la mentira colgando ahí porque encontrará cómo entrar. Debes reformularla. Debes reetiquetarla con la verdad para que la declaración verdadera se convierta en el nuevo hábito.
Y para mí, eso es bastante cierto. Diré, hay días en que, si no estoy caminando en el Espíritu, estoy cumpliendo los deseos de la carne. Desafortunadamente, el deseo de mi carne es recurrir a ese viejo hábito de decirme mentiras a mí misma. Esa es la verdad amigas.
Naamán tuvo la oportunidad, gracias a sus amigos, a causa de sus sirvientes, de tomar una decisión: hablarle la verdad a su alma en lugar de solo aferrarse a las mentiras y perder su sanación. Y eso es lo que hizo.
Te estoy animando a que te asegures de estar en comunidad con alguien. Puede ser un grupo de mujeres, pero al menos debe haber una mujer con la que puedas ser sincera y decirle la verdad. Que ella te conozca, te trate con respeto y tú la trates con respeto. Que se conozcan lo suficiente—íntimamente, como para reconocer las fortalezas y las debilidades de ambas, de modo que puedan mejorar las fortalezas de ambas y lidiar con las debilidades.
Tengo una buena amiga llamada Lisa. Y hablamos por teléfono cada dos semanas porque no vivimos en la misma ciudad. Nos hacemos tres preguntas que nos ayudan a ambas con nuestras áreas de debilidad para que podamos estar alertas.
La primera pregunta es: ¿Qué ves en mi vida que te alienta? ¿Qué ves en mi vida que te anima?
Verás, eso es lo que hicieron los sirvientes con Naamán. Ellos dijeron básicamente: «Amigo. Eres increíble. Si te hubieran pedido que hicieras algo grandioso, lo habrías hecho. Te estamos animando. Vemos esa fuerza en ti, valiente guerrero». ¿Qué ves en mi vida que te anima?
Segunda pregunta: ¿Qué ves en mi vida de lo que te gustaría advertirme?
No puedes tener esa conversación a menos que sean total y completamente respetuosas la una con la otra y se conozcan íntimamente. ¿Qué ves en mi vida de lo que te gustaría advertirme?
Eso es lo que hicieron los sirvientes de Naamán. «Sabes, todo lo que te pidió que hicieras fue lavarte en el río. Estás a punto de perder tu sanación aquí porque estás siendo orgulloso. Te estamos advirtiendo». ¿Qué ves en mi vida de lo que te gustaría advertirme?
Tercera pregunta: Esta es para las expertas legales en la sala. Es el comodín: ¿Qué más te gustaría decirme? Porque hay algunas de nosotras que sabemos cómo trabajar nuestras palabras de tal manera que esas dos preguntas se puedan hacer sin ser contestadas. ¿Qué más quieres decirme?
Usar esas tres preguntas con mi amiga Lisa nos ha ayudado a ambas a crecer, no solo espiritualmente de forma individual, sino que también nos ha ayudado a crecer en nuestra relación como amigas. Es una amiga confiable que me puede decir cualquier cosa, y la escucharé y confiaré en ella, y también confiaré en que nunca se lo dirá a nadie más.
Así que amigas, sean sabias. Se necesitan mutuamente. El aislamiento nunca es una forma saludable de tratar de limpiar el armario de tus pensamientos. Se necesitan mutuamente. Nos necesitamos la una a la otra. Es por eso que recomiendo con entusiasmo los estudios bíblicos. Necesitamos estar juntas, no solo en una cafetería criticando a las personas o atacando a nuestros esposos, lo cual puede suceder si no tenemos preguntas guiadas y la verdad en nuestros armarios de pensamientos.
Por eso recomiendo el estudio de la Biblia. No solamente te brinda la oportunidad de estar más enraizada en la Palabra, sino que también te brinda la red de seguridad de cómo comportarse como mujeres piadosas entre sí.
Así que esas son las tres preguntas.
Gracias a Dios, Naamán respondió a sus sirvientes, y regresó al Jordán, y se lavó siete veces y el resultado fue su sanación. Para cuando regresó a la puerta de Eliseo, creo que ahora estamos en el versículo 18 o 19, se acercó al profeta de manera muy diferente a como lo hizo la primera vez, porque esta vez, cuando se acercó, le dijo: «Mi padre».
¿Ves? Él ahora no esperaba todo el honor, la alabanza y la sanación. Él no solo había sido sanado por el río de Dios; había sido humillado por el río de Dios.
Por eso nos mantenemos en la Palabra. Nunca le dirás la verdad a tu alma si no conoces la verdad. Así que nos mantenemos en la Palabra para conocer la verdad. Nos lavamos en el río de la Palabra de Dios para que la verdad nos sane, para que nuestros armarios de pensamientos se vean inundados e inmersos en la verdad, para que estemos vestidas de la verdad. Y el resultado es una mujer que no solamente ha sido sanada, sino que también Dios ha obrado humildad en ella.
No hay un armario más hermoso que puedas vestir que el de la vestimenta de la humildad. Da honor a nuestro Padre y se convierte en un puente a través del cual podemos entrar en las vidas de otras personas.
No tengo idea de lo que hay en tu armario de pensamientos, y esto claramente no ha sido una mirada exhaustiva, pero sé esto: todas tenemos algunas cosas en nuestros armarios de pensamientos que sabemos que no pertenecen ahí, mentiras que nos hemos dicho a nosotras mismas; mentiras que nos han dicho que elegimos creer; los hábitos destructivos de insultos o de hablarnos a nosotras mismas que sabemos que no nos llevan a vivir la vida plena, libre y abundante que realmente deseamos.
Por eso te animo a que hagas un inventario.
• Reconoce lo que está en tu armario de pensamientos
• Rechaza las mentiras
• Reformula o reetiqueta cada mentira con la verdad
Y el resultado será que tendrás un armario de pensamientos lleno de la verdad.
El último pasaje que quiero compartir con ustedes es el Salmo 19, versículo 14. Este salmo es la oración que mi dulce abuela sureña solía orar todo el tiempo.
Ella siempre me citaba este versículo y era su oración. También, podría haber sido que ella reconoció en su nieta la tendencia a usar palabras. Y por supuesto, tu mayor fortaleza será tu mayor debilidad. Y ella me decía: «Jennifer, deja que las palabras de tu boca y la meditación de tu corazón sean gratas delante Él, porque Él es tu roca y Él es tu redentor».
Y ese es el versículo con el que quiero terminar, porque las palabras de nuestra boca no son solo las que nos hablamos unas a otras. Las palabras de nuestra boca son las que hablamos a nuestras propias almas. Y si hemos recibido a Cristo, entonces Él debería estar en el centro de nuestro armario de pensamientos, y no necesitamos contaminar el lugar donde Él reina.
«Deja que la meditación de tu corazón». Estas son las cosas en las que meditas, sobre las que reflexionas, sobre las que rumias todo el día. Los pensamientos que siguen girando en tu mente. «Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti».
Si te ayuda, imagina a Jesús parado en medio de tu armario de pensamientos, eso puede ayudarte a reconocer lo que te estás diciendo a ti misma. ¿Sabes por qué? Porque lo que es aceptable para ti, basado en tus hábitos y tus caídas, es probable que no sea aceptable para Cristo. Así que haz que Él sea tu estándar para lo que te dices a ti misma, lo que es aceptable para Él.
Y también, amigas, dejemos que Él sea nuestra roca, que Él sea nuestra fortaleza. No reunimos suficiente fuerza de voluntad para decir todas las cosas correctas y hacer todas las cosas correctas todo el tiempo. No. Nos apoyamos en la fuerza y la gracia de Dios para redimir cada mentira y convertirla en verdad porque Él es nuestro estándar, y Él es nuestra fuente para hablarnos a nosotras mismas con la verdad.
Nancy: Jennifer Rothschild nos ha estado mostrando cómo luce el reemplazar las mentiras por la verdad bíblica. Ella regresará en un momento con algunas aplicaciones prácticas. Pero primero, ¿le pedirías al Señor que te revele qué pensamientos destructivos has estado entreteniendo en tu mente? Luego, reemplázalos por la verdad de Dios.
Cuando Jennifer enseñó este mensaje, ella terminó con un tiempo de preguntas y respuestas. Una mujer le preguntó, «¿Cómo debo responder cuando son otras personas las que introducen pensamientos destructivos en mi mente?»
Jennifer: Creo que si nos amamos unos a otros y tenemos una relación respetuosa, nos enfrentaremos con la gracia y la verdad tal como lo haría Jesús. Entonces, si tienes una hermana que … ¿sabes que la gente puede felicitar con un insulto, no?
«¡Oh, no te ves tan gorda como antes!»
¿Sabes a qué me refiero verdad?
Creo que la respuesta correcta es decirle a esa hermana: «Eso puede funcionar para ti, pero no funciona para mí».
Si la hermana no crece a partir de ahí y comienza a cambiar y a crecer en la gracia de Dios, entonces tal vez esa no sea una relación en la que debas pasar tiempo. He tenido que hacer eso. Pienso que todas hemos tenido que hacer esto. Creo que hay algunas personas que no sacan lo mejor de ti.
Tengo dos amigas muy buenas en Georgia, y la forma en que hablan sobre sus esposos (esto fue hace como veinte años), la manera en que hablaban no era para nada positiva. Tenían un grupo de amigas que hablaban muy mal de sus esposos, y luego estas otras dos amigas, cuyos esposos era como si no hicieran nada malo. Bueno, esto realmente me impactó, y me di cuenta de que tenía que dejar de salir con las que menospreciaban y hablaban mal de sus maridos; y compartir con las mujeres que eran amables con sus esposos. Porque las otras, aunque no tenían la intención de hacerlo, podían envenenarme.
Nancy: Otra mujer en la audiencia, hablando sobre la condenación, preguntó, «¿Qué pasa si el pensamiento que continúa dando vueltas en tu mente es cierto? Realmente cometiste un pecado en el pasado, y sigue viniendo a ti».
Jennifer: Esa es una muy buena pregunta, muy legítima. Creo que todas las que estamos aquí hemos hecho cosas que lamentamos profundamente. Este es el tema: Dios olvida nuestro pecado, pero el enemigo nunca lo hace. Entonces, si constantemente te lo recuerdan, «¿recuerdas cuando hiciste esto o lo otro? ¿Recuerdas eso que hiciste mal? ¿No te odias por eso?» Eso no viene del Señor porque, según el Salmo, ¿no es el 105 o el 110? «Él olvida tus pecados».
El enemigo tiene una memoria de acero, y él te lo seguirá recordando. Lo único que puedo sugerir es recordarte esa verdad de que, si surge nuevamente en tu mente, Dios te perdonó, eso es suficiente. Por lo tanto, si te lo vuelven a mencionar, en el nombre de Jesús, lo rechazas.
Esta mañana estaba luchando con algunos pensamientos, y este fue el pasaje sobre el que medité. Pude ver a Pedro y a Jesús, y Jesús mira a Pedro y dice: «mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti para que tu fe no falle». Entonces esta mañana dije: «Jesús, siento como que el enemigo está tratando de zarandearme como a trigo. Ora por mí. Tú estás sentado a la diestra del Padre, siempre intercediendo. Esto es más grande que yo, así que ayúdame». Y creo que Él hará lo mismo por ti. Creo que lo hará. Solo tienes que apoyarte en Jesús.
Nancy: Otra mujer le dijo a Jennifer: «Tengo un hijo que tiende a tener pensamientos malsanos. ¿Cómo puedo animarlo y ayudarlo a que escuche la verdad?»
Jennifer: Tengo un pequeño que es muy sensible. Una de las cosas que le decía cuando era pequeño, y por favor toma esto con el espíritu correcto, era esto: «No te permito hablar de esa manera de o con alguien que amo». Para un niño de seis años de edad, sus pensamientos son concretos, creo que eso ayudó, porque las cosas siguen siendo blancas y negras. Existen reglas, y una de ellas es: no nos es permitido hablar mal de las personas que amamos.
No se nos permite hablar mal de nadie, pero duele. Yo como mamá, diría: «Te amo, y eso me duele. Por favor, no digas eso sobre ti porque eso me duele, y no se te permite hablar mal de ti mismo». Y esto parecía ayudarle.
Quizás tienes un niño muy intuitivo, y para mantenerlo en el camino de la verdad, solo habrá que hablarle mucha verdad porque la captará intuitivamente, y esa puede ser su mayor fortaleza.
Nancy: Otra mujer nos comentó que tiene un amigo que es ciego, y que él le pidió que fuera directa; que no anduviera con rodeos alrededor de alguien con una discapacidad—temiendo ofenderlo. ¿Qué piensas acerca de esto Jennifer?
Jennifer: Me encanta y esa es una manera hermosa de cerrar porque haces la pregunta: «¿Es bueno ser directo con alguien con discapacidades?» Es bueno ser directos unos con otros con habilidades o discapacidades, porque aquí está la cosa: las hermanas nos necesitamos mutuamente. Y necesitamos ser una comunidad de verdad. Necesitamos ser humildes las unas con las otras, vulnerables, pero sabias. Y para mí, es cruel no ser sincero con alguien. Es una falta de respeto no considerarla lo suficientemente capaz como para decirle la verdad. Hazlo con amor, y hazlo de rodillas con humildad.
Annamarie: Programas como este son posibles gracias al apoyo de nuestros colaboradores mensuales y personas que ofrendan para hacer el ministerio de Aviva Nuestros Corazones posible. Este mes tu apoyo es muy importante para nosotros. Tú eres quien hace posible historias como esta,
Testimonio: Hace mucho quería buscar de Dios con curas, con monjas, en muchos ministerios. Yo he tenido muchos problemas con mi hijo. He sido papá y mamá a la vez. Mi hijo conoció las drogas. Estaba en una lucha terrible cuando estaban pasando en Aviva Nuestros Corazones...no tengo presente la señora que hablaba, que decía que el hijo se le había desviado por otro camino, pero ella decía que su única arma era la Biblia y una toalla que ella colocaba en sus rodillas para llorar.
Todo eso me comenzó a... pero yo para estar cerca de mi hijo y todo yo dije, «no, yo hago lo que sea Señor» y me llevó allá. No entendía la Palabra, porque yo la leía pero realmente no sabía qué era lo que decía como tal… Entonces me fui a vivir a esa casa y dijo: «necesitamos a alguien que nos ayude acá, y yo decía, «Señor, yo sé trabajar y Tú me vas a ayudar; yo voy a ser Tu instrumento, quiero estar cerca de mi hijo.
Llegué ahí y había una niña ahí que...no. Yo me iba para una iglesia y le oraba a Dios y le decía, «Señor...» Pero siempre como que Dios me tuvo así. Le oraba allá y yo decía...no sabía ni orar hermanas. Llegué ahí y la niña una vez me dijo, «¿usted cree en Dios? Y yo le dije, «sí, yo sí creo en Él». Dijo, «no, todos tenemos un Dios. Ella no era...no entendía lo más mínimo lo que estaba perdiendo y ella se fue para República Dominicana.
Cuando un día, yo siempre le hablaba, o sea lo que me salía yo le hablaba y ella me dijo, «conocí una iglesia», y yo le dije, «¡qué super Nata!» Y vino acá a Colombia y dijo, «no sabía lo qué me estaba perdiendo» y lloraba y lloraba. Ella ya tenía más conocimiento que Claudia. Yo decía, Señor, «cómo pudo alcanzar a Natalia, alcanzarme a mí y pasar por todo esto, pero yo lo veía positivamente.
Natalia llegó acá a Bogotá otra vez y me dijo, «Claudita, descarga este programa. Y yo de una vez, «dime cómo lo hago, y de una vez cogí mi celular y ahí empecé. Ya llevamos seis años y esa niña actualmente se sabe...se volvió una pila. Yo le decía, «Natalia, no entendí esta parte» y ella me explicaba. Era como si Dios las colocara todas así. Le explica a uno como si llevara años escuchando el programa.
Ese día dijo Natalia, «Claudita, tiene que estar pendiente que van a dar las conferencias». Yo le dije, «no sé si yo pueda», porque yo estaba trabajando. Pero yo, sí yo quisiera estar allá Señor, y cuando pasaron a la hermana Consuelo, yo lloraba tanto de verla a ella, porque yo necesitaba mucho.
Natalia le escribió y ella de una vez le contestó y de una vez se puso en contacto conmigo. Le dije, «yo quiero saber dónde se congregan. Yo no sabía que era la esposa del Pastor, nada. Ni ella me conocía, ni yo a ella. Y llegué acá y me presenté y dije, «yo soy oidora de Aviva Nuestros Corazones».
Annamarie: Es nuestra oración que muchas más mujeres crezcan en el conocimiento de Dios y experimenten un avivamiento en su relación personal con Él. Si así Dios lo pone en tu corazón y quieres avanzar esta misión, haz tu donación a través de nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com.
Es fácil preocuparnos demasiado por la imagen que proyectamos. Nancy dice que en nuestras vidas tenemos espejos en los que nos miramos, pero que realmente no tienen nada que ofrecernos. Aprende cuáles son tus espejos, y qué tiene el Señor para decir acerca de estos en una próxima serie de Aviva Nuestros Corazones.
Agradecidos por tu involucración con este ministerio, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
Para conocer más acerca del ministerio te invitamos a visitar AvivaNuestrosCorazones.com.
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