Patrones saludables para el trabajo y el descanso
Débora: ¿Pasas tu tiempo de relajación (descanso) al final del día en Facebook o Instagram? La Dra. Shona Murray nos dice que tu mente realmente no se está relajando.
Shona Murray: Creo que si pudieras ver un escáner cerebral de ese momento en el que interactúas con la pantalla, te sorprendería la velocidad del tráfico en tu cerebro.
Débora: Hoy Shona nos dirá cómo encontrar verdadero descanso.
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 8 de febrero de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, ¿habrá alguien escuchándonos hoy que necesite ser renovado, refrescado? Sí ¿verdad? ¿Como a qué hora del día? Todos lo necesitamos, algunos ciertamente lo necesitamos en este tiempo.
Por eso estoy muy emocionada por este libro que Shona y David Murray han escrito, llamado Renueva tu vida. Y el subtítulo me atrajo de inmediato: Adoptando una vida …
Débora: ¿Pasas tu tiempo de relajación (descanso) al final del día en Facebook o Instagram? La Dra. Shona Murray nos dice que tu mente realmente no se está relajando.
Shona Murray: Creo que si pudieras ver un escáner cerebral de ese momento en el que interactúas con la pantalla, te sorprendería la velocidad del tráfico en tu cerebro.
Débora: Hoy Shona nos dirá cómo encontrar verdadero descanso.
Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy es 8 de febrero de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Bueno, ¿habrá alguien escuchándonos hoy que necesite ser renovado, refrescado? Sí ¿verdad? ¿Como a qué hora del día? Todos lo necesitamos, algunos ciertamente lo necesitamos en este tiempo.
Por eso estoy muy emocionada por este libro que Shona y David Murray han escrito, llamado Renueva tu vida. Y el subtítulo me atrajo de inmediato: Adoptando una vida al ritmo de la gracia en un mundo de exigencias interminables.
Y en esta etapa de mi vida estoy luchando con algunas de estas cosas de una manera diferente. Las etapas de la vida cambian, y ahora que soy una mujer mayor, casada –desde hace algunos años– tengo que hacer diferentes ajustes en términos de mis prioridades y hábitos diarios, mientras Robert y yo navegamos juntos al ritmo de la vida y cómo vivir esta vida al ritmo de la gracia para no desanimarnos ni abrumarnos.
Así que, David y Shona, tenía ganas de leer este libro. Estoy muy agradecida de que lo hayan escrito. Trata el tema de la depresión, pero creo que cualquier mujer en cualquier etapa de la vida, ya sea que esté experimentando depresión o no, sea casada o soltera, adolescente, joven o mayor, puede beneficiarse realmente de mucha de la sabiduría práctica que ustedes comparten aquí a partir de su propio peregrinaje sobre cómo mantener una vida al ritmo de la gracia cuando todo se nos viene encima todo el tiempo, haciéndote sentir acosada, apurada, frenética y agotada.
Sé que ninguna de nuestras oyentes ha luchado con eso, pero allí abrí mi alma.
Así que, gracias por abrir sus almas en este libro, por compartirlo con nosotras, y ahora por estar con nosotras aquí en Aviva Nuestros Corazones.
David Murray: Muchas gracias Nancy. Creo que así como dices, las etapas de la vida cambian. Y una de las habilidades para correr bien es ser sensible a los cambios en tu cuerpo, los cambios en tu entorno, los cambios en la topografía de tu recorrido y adaptarse a esos cambios.
Creo que esa es una habilidad que Shona y yo hemos estado aprendiendo gradualmente a lo largo de los años, es tratar de no vivir como una persona de veinte años cuando tienes casi cincuenta, y adaptarte cuando los niños nacen y cuando las responsabilidades laborales y de la iglesia comienzan a aumentar.
Todas estas cosas nos pasan factura. Todas estas cosas drenan nuestra energía, por lo tanto, hay que hacer ajustes en otras partes de nuestras vidas porque somos criaturas finitas y limitadas.
Nancy: Y ustedes aprendieron algunas de estas cosas de la manera más difícil, como a menudo tenemos que hacerlo.
David, eres pastor y profesor de seminario. Shona, eres médico y tenías mucha formación, educación y experiencia, pero el Señor los llevó a ambos a lugares bastante bajos en términos de agotamiento y depresión. Y si no has escuchado los dos episodios anteriores, tal vez quieras escucharlos porque David y Shona compartieron con bastante franqueza parte de su peregrinaje, como lo hacen en este libro.
Así que tuvieron que llegar a ese lugar de desesperación y angustia antes de empezar a realizar algunos ajustes que necesitaban hacer en sus vidas.
Shona: Sí, así fue. Como mencioné anteriormente, solo conocía un ritmo de carrera. Cuando era niña solía correr mucho, corría en carreras nacionales. Básicamente era la que empezaba a correr rápido y terminaba rápido. No conocía otra forma de correr. Eventualmente, me podían ganar fácilmente. Mi estrategia no funcionaba en ciertas situaciones.
Llevé esa filosofía a mi vida adulta. De nuevo, funcionó bien en mi adolescencia, cuando solo tenía que preocuparme por mí misma. Pero a medida que aumentaban las responsabilidades en mi vida adulta, esa combinación fue casi fatal. No me daba cuenta de que eso me llevaría al agotamiento.
Si adoptas un estilo de vida acelerado de principio a fin, lo más probable es que tu vida se acorte.
Nancy: Al igual que con tu vehículo, si lo conduces en rojo todo el tiempo, ese automóvil se autodestruirá.
Shona:¡Exactamente! Es así.
Nancy: Y algunas de nosotras estamos manejando nuestros cuerpos de esa manera.
Shona: Manejamos nuestras mentes y nuestros cuerpos de esa manera. Y también tiene consecuencias espirituales. Podemos estar sirviendo al Señor mañana, tarde y noche, motivados por el amor al Señor, pero haciendo lo mismo.
Es muy importante notar que el Señor animaba a los discípulos a descansar. Los sacaba del servicio –si puede decirse así– y los animaba a descansar para que estuvieran mejor equipados para afrontar el día siguiente. Les proveyó comida cuando ellos mismos habían olvidado alimentarse.
Nancy: Ellos se olvidaron de comer.
Shona: Sí. Tuve que aprenderlo de la manera más difícil. Uno de los mayores retos, sin duda, fue aceptar que soy finita. Tengo limitaciones. No soy una supermujer. No soy una supermamá. No soy una superdoctora. No soy una superesposa de pastor. Soy un ser humano frágil, y Dios me ha puesto límites.
La caída del hombre ha deteriorado mis capacidades en gran medida, y eso también revela lo que soy capaz de hacer y no hacer. Reconocerlo y admitirlo con humildad fue un gran paso hacia mi recuperación.
Ahora, esto también es una parte importante de mi vida diaria. Me ayuda a determinar lo que decido hacer durante el día, cómo empiezo el día, cómo lo termino, si tomo descansos o no, si me acuesto a tiempo en la noche, si ejercito mi cuerpo o elijo no hacerlo, lo que como o no como.
Nancy: Y hay cosas, en ambos de sus casos, a las que debes decir «no», cosas que te gustaría hacer, cosas que quizás otras personas quieren que hagas y no puedes hacerlas todas.
David: «No» es la palabra más difícil de decir ¿cierto, Nancy?
Nancy: Sí. absolutamente
David: Es muy corta N-O y aún así es una habilidad vital que hay que aprender. Creo que existe algo así como la gracia para decir «no». Es gracia de Dios aun cuando no podamos verla, y es gracia hacia nuestras familias y amigos quienes se benefician de nuestro «no» también.
Nancy: Servimos mejor a los demás cuando decimos «no» a las cosas que Dios no tiene en su lista de tareas para nosotros en este momento o en esta temporada.
David: Sí, y esa es la clave ¿no es así? Mantener a Dios frente a nosotros. Ya que presionamos a Dios continuamente por nuestra propia ambición o por las expectativas de otras personas. Debemos tratar de mantener a Dios grande y al hombre pequeño. Esa es la clave para desarrollar la habilidad de decir «no». Es mantener a Dios en el centro para decir «sí» a lo que Él quiere que digamos «sí» y decir «no» a lo que Él quiere que digamos «no».
Nancy: Pero no debemos estar motivados por el miedo, el miedo al hombre, la culpa, razones que a veces nos llevan a decir «sí» a cosas que en lo profundo de nuestro corazón sabemos que no es el momento ni el tiempo adecuado, o no tengo la capacidad para eso. Pero decimos: «Yo lo haré».
Shona: Especialmente las mujeres, porque supuestamente somos mejores haciendo varias cosas al mismo tiempo. Soy muy propensa a caer en eso. Puedo hacerlo porque puedo concentrarme, puedo manejar, puedo resolver este problema en la parte trasera del vehículo con mis hijos, puedo planear una fiesta para mañana.
Nancy: Todo al mismo tiempo.
Shona: Y organizar una cena esta noche, todo al mismo tiempo, mientras le llevo algo a mi esposo que quizás pudo olvidar. A veces nos vemos a nosotras mismas como, «puedo arreglar todo» o «arreglaré todo».
Dios tiene otro mandamiento en la Escritura que solemos ignorar, y es el siguiente: «Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios» (Salmo 46:10).
Es uno de mis versículos favoritos porque cuando estoy agotada, cuando estoy estresada, cuando tengo demasiado que hacer y mi lista de tareas pendientes es muy larga como para realizarla en una semana, pero se supone que debo terminarla hoy, me recuerdo a mí misma: «Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios». Eso me ayuda a eliminar de mi lista lo que no es esencial. Me ayuda a ver eso y decir, «Señor, ayúdame a hacer aquello que quieres que haga hoy, no lo que me gustaría hacer», porque eso no tiene fin.
Nancy: Así es.
Shona: Quiero que mi casa esté perfectamente limpia, comida perfecta y ropa lavada.
David: Un esposo perfecto…
Shona: Mi esposo es perfecto de todos modos.
Eso es un reto y parece estar presente también en los lugares de trabajo, especialmente hoy en las empresas. Los objetivos son interminables. Así que nunca habrás hecho lo suficiente. Y de nuevo, si recuerdas, estás sirviendo a tu jefe, sí, pero sobre todo, estás sirviendo al Señor.
Eso te ayudará a evaluar las oportunidades de seguir trabajando hasta tarde cada noche y preguntarte: «¿Me va a beneficiar física y emocionalmente? ¿Va a tener consecuencias espirituales negativas? ¿Va a beneficiar al reino de Cristo? ¿Va a beneficiar a mi jefe?»
«Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios», te ayudará a ver todo objetivamente y decir: «Bueno, quizás me quede hasta tarde esta noche, pero durante las próximas dos noches debo asegurarme de estar en casa a tiempo porque tengo otras prioridades más importantes».
Y si me acuesto a tiempo y estoy descansada y relajada, podré responder mejor a mi jefe en mi trabajo que si me hubiera desvelado trabajando toda la noche.
Nancy: Hablemos sobre el sueño. Tienes todo un capítulo sobre el sueño. Algunas personas podrían decir, «bueno, eso no es muy espiritual. ¿Qué tiene que ver eso con la depresión o el agotamiento?»
Pero hablas de cómo la falta de sueño nos afecta realmente, que hoy en día se leen todo tipo de estudios e investigaciones que demuestran –y lo sabemos por nuestras propias vidas– que para las madres privadas de sueño con hijos pequeños es una temporada dura. Tenemos algunas de nuestras oyentes en esa etapa. Tenemos personas en todas las etapas de la vida, algunas ancianas, también tenemos dificultades para dormir. Y eso afecta nuestra capacidad cognitiva, nuestra capacidad de manejar la presión.
Shona: Sí.
Nancy: Así que háblanos de por qué es tan importante evaluar dónde estamos en esto del sueño.
Shona: Lo más importante que hay que entender sobre el sueño es que Dios nos creó para necesitarlo. Estamos hechas para trabajar, sí, pero fuimos hechas para dormir. Jesús durmió. Incluso durmió durante una tormenta. Animó a sus discípulos a tomar descansos.
Podrías decir: «Bien, Jesús». Salieron por la noche, y Él oró en la cima de la montaña. Pero Él no hizo eso todo el tiempo.
Nancy: Correcto.
Shona: Todos conocemos los efectos de no dormir al día siguiente: estamos cansadas. Relacionalmente, estamos frustradas. Podemos estar enojadas. Perdemos nuestra concentración. Olvidamos cosas y los accidentes ocurren. También he notado que soy mucho más propensa a los accidentes por la falta de sueño.
Así que, incluso prácticamente, la mayoría de nosotras nos damos cuenta de que una noche de mal sueño tiene un impacto negativo al día siguiente.
David: También hay versículos en las Escrituras:
«Pues a Su amado dará Dios el sueño» (Salmo 127:2, RVR60)
«En paz me acostaré y así también dormiré, porque solo Tú, Señor, me haces vivir seguro» (Salmos 4:8).
Dios nos da el sueño. Es una de Sus gracias, y la rechazamos para nuestro propio riesgo. Es como si tu padre o madre vinieran a ti con este maravilloso regalo que te va a bendecir en cada área de tu vida.
Nancy: Y decimos, «no, gracias».
David: Exacto. «No, no necesito eso. No, gracias. Es para otras personas, pero no para mí».
Y como resultado, sufrimos graves consecuencias.
Me sorprendieron algunas de las investigaciones –están en el libro– sobre las celebridades del deporte que ahora tienen entrenadores del sueño como miembros del equipo iguales a los de nutrición y fisioterapia y cosas así. Michelle Wie, la golfista estadounidense, duerme doce horas por noche y a veces catorce o quince horas antes de un torneo.
Nancy: ¡Vaya!
David: LeBron James duerme doce horas al día. La única persona que puedo recordar que dormía entre cuatro y cinco horas es Tiger Woods.
Nancy: Interesante.
David: Es interesante. Recuerdo que John Piper dijo que, en su caso, lograría permanecer en el ministerio solo si dormía lo suficiente.
Nancy: Sí. Esta no es una opción.
David: Así es. Don Carson también habló del impacto moral y espiritual de la falta de sueño. Y descubrí que en los peores años de Bill Clinton en la presidencia, cuando estaba envuelto en todo tipo de inmoralidades, hubo momentos en los que solo dormía tres o cuatro horas por noche.
Así que Dios nos da este regalo, y Él dice: «Te hará bien física, emocional, mental, relacional, espiritual y moralmente, en todos los sentidos». Necesitamos aceptarlo como una gracia.
Nancy: Y sé que hay algunas etapas o períodos en que es imposible dormir tanto como te gustaría o crees que tu cuerpo necesita. Y pienso que las madres jóvenes a veces están en esa categoría.
Shona: Sí.
Nancy: Hay gracia para circunstancias atenuantes.
Shona: La hay. Hay gracia. Y estos son tiempos únicos. No son los normales.
Nancy: Pero cuando los convertimos en la norma, entonces tendremos problemas.
Shona: Sí. Los tendremos. Creo que, aún ante lo que parece anormal, todavía podemos tomar medidas, incluso en estos momentos en los que eres una madre joven con hijos. Creo que es importante aprovechar las horas de siesta de los niños para recuperar el sueño. Es muy común utilizar ese tiempo para ponerse al día con las tareas domésticas.
Nancy: O Facebook.
Shona: O Facebook, quizás…pero es una oportunidad crucial para recuperar el sueño. Y lo asombroso es que ese sueño, cuando tanto lo necesitas, es súper refrescante. Nos hacemos daño a nosotras mismas si no lo aprovechamos.
David: Creo que esta es una de las áreas en que me he quedado corto en mi relación con Shona. Cuando ella colapsó, una de las cosas que comenzamos a hacer fue asegurarnos de que yo estuviera en casa en momentos específicos para que ella pudiera tomar una siesta, o me encargaría de los niños mientras ella tomaba una siesta.
Creo que los esposos que están escuchando esto quieren pensar: ¿Cómo puedo ayudar a mi esposa que está continuamente agotada especialmente en los años de crianza de los hijos? ¿Cómo puedo ayudar a darle la gracia del sueño?
Ese es uno de los mayores regalos que puedes hacer: llevarte a los niños durante una o dos horas o decirle a tu esposa que vaya a dormir más temprano un par de noches a la semana y decir: «Voy a limpiar la casa». Eso ha marcado una gran diferencia en nuestra vida.
Nancy: Es interesante ver cómo, con tantos avances y ayudas tecnológicas, en comparación con una generación de hace dos o tres años, hoy dormimos menos. Creo que parte de eso puede deberse a que la tecnología nos permite estar conectados las 24 horas del día. Y pensamos: Me estoy relajando con Facebook o Instagram, o con otras redes sociales o medios de entretenimiento, que quizás pudiera ser relajante de forma inmediata. Pero es como el algodón de azúcar: sabe bien, pero en realidad no llena, no nutre. Háblanos como médico sobre eso.
Shona: Creo que si observas el escáner cerebral de ese momento en el que interactúas con la pantalla, te sorprendería la velocidad del tráfico en tu cerebro.
Nancy: Así que realmente no estás descansando.
Shona: No estás descansando. En lugar de reducir la velocidad, estás…no sé si alguna vez has visto estos vídeos de tiempo de alguien que ha estado observando una ciudad durante veinticuatro horas, y luego aceleran el vídeo, y ves esas luces que parpadean rápidamente como cuando estás en el carril de alta velocidad. Así es como se ve tu cerebro cuando estás delante de una computadora o delante de tu iPhone. Así que esa oportunidad de tiempo de inactividad y relajación no es relajación si nos metemos en la tecnología.
Creo que también es interesante, si retrocedes digamos un siglo. No sé cuándo hubo electricidad en los Estados Unidos, pero sé que hace 100 años en el Reino Unido, de donde venimos, no la tenían. Cuando oscurecía, tenías que dejar de hacer las tareas del día.
Nancy: Correcto.
Shona: La gente estaba más conectada. Se sentaban y hablaban. Podían leer a la luz de las velas o de las lámparas de queroseno. La gente tejía…pero la vida se detenía al anochecer porque no había luz del día.
Nancy: Noche y día, como Dios lo creó ¿verdad?
Shona: Exactamente. Ese era el orden natural de Dios. Pero lo que hemos hecho es generar luz 24/7, tecnología 24/7. Y el problema es que, a menos que hagamos un esfuerzo consciente por seguir el orden de Dios, nos veremos arrastradas por ese patrón, con consecuencias a largo plazo: consecuencias físicas, consecuencias emocionales. Pero también temo, en mi caso, que las consecuencias espirituales sean más graves –simplemente no estar quieta. No ver a Dios en las pequeñas cosas porque estamos muy distraídas.
Nancy: Estoy aquí para decir, como has expresado de manera tan hermosa, que todo eso puede ocurrir incluso mientras estás haciendo trabajo ministerial, quizás especialmente, porque hay un sentido de necesidad y obligación, y la gente necesita la verdad. Necesitan la gracia de Dios, así que se la damos.
Sé que puedo desarrollar la mentalidad de «salvadora» o la mentalidad que dice: «¿Qué va a hacer el mundo si no me quedo despierta esta noche trabajando en esto?» No lo dices así. No piensas eso conscientemente, pero si das un paso atrás y ves la realidad, te darás cuenta, «no voy a ser útil ni buena para nadie».
Esta es una etapa diferente de mi vida –ustedes están unos diez años detrás de mí, y les digo, en diez años será diferente. Dentro de diez años será diferente para mí también. Así que, aceptar esas realidades y vivir dentro de ellas, es sumisión, es humildad, y así es como obtenemos la gracia.
Shona: Así es.
Nancy: Bueno, nos quedan solo unos minutos, quiero hablar sobre el tema del ejercicio físico (y no he reservado intencionalmente solo unos minutos para esto). Eso es difícil para mí. Lo hago, lo intento, y luego digo, «¿quién tiene tiempo para esto?» Pero a medida que envejezco, me doy cuenta de que esta no es una opción. Si quiero seguir sirviendo al Señor, seguir amando bien a mi esposo, seguir amando bien a la gente, mi cuerpo debe estar en movimiento. Háblanos de la importancia del ejercicio físico.
Shona: Bueno, de nuevo, Dios nos hizo para estar en movimiento. No estamos diseñados para estar sentados todo el día. Necesitamos movernos. Y el ejercicio tiene beneficios para nuestras emociones. Beneficia nuestros cuerpos. Nos pone en forma. Fortalece nuestros órganos. También ayuda a aliviar el estrés que circula por nuestros cuerpos durante el día, cuando estamos cargados de múltiples maneras, tienes hormonas y sustancias químicas –como la adrenalina– circulando por tu cuerpo sin tener a dónde ir.
La consecuencia es que el estrés se vuelve emocional y mental y, en ocasiones, también físico, con enfermedades como úlceras, dolores de cabeza, alta presión sanguínea y enfermedades cardiovasculares.
Nancy: Estás hablando como médico.
Shona: El ejercicio disminuye eso, por un lado. El beneficio inmediato es que elimina el estrés. Pero a largo plazo, como he mencionado, el ejercicio mantiene los órganos sanos. Mantiene la sangre fluyendo. Y todos tus sistemas funcionan mejor.
Se ha demostrado que una persona que tiene una vida sedentaria es más probable que sufra enfermedades de la arteria coronaria, hipertensión y otros desórdenes –como algunos tipos de diabetes– que alguien que es activo.
Sin embargo, el ejercicio tiene que ser intencional. Si te va a beneficiar tanto emocional como físicamente, es algo que tienes que hacer de manera intencional. Tiene que ser voluntario.
Estoy hablando aquí del ejercicio como una actividad independiente de caminar en la cocina todo el día, o ir al supermercado, o caminar por la oficina. Tiene que ser algo que se haga con el puro propósito del ejercicio en sí. En otras palabras, tu enfoque es la mente, el cuerpo y las emociones, y estás haciendo esto, en un sentido, como si estuvieras tomando una comida. Lo haces conscientemente para tu cuerpo, tu mente y tu alma, porque también tiene beneficios espirituales.
Nancy: Bueno, estoy muy agradecida de que anoche mi esposo notara que estaba agobiada con una gran cantidad de cosas en mi lista de tareas pendientes. Ayer tuve una reunión que no estaba programada y duró la mitad del día, consumió mi día. Entonces las cosas que había planeado no se habían hecho. Llegó la noche, y mi esposo me sintió tensa y estresada mientras me preparaba para leer este libro sobre cómo estar renovada y vivir con las demandas abrumadoras de las que hablas. Simplemente leyó mi espíritu y dijo: «Vamos a dar un paseo».
Lo dulce de eso no fue el ejercicio intenso –intento hacerlo también– sino que salimos a despejar nuestras mentes, a hablar, a tomarnos de las manos, a estar juntos, a estar presentes. En el transcurso de ese paseo nos enteramos de que una casa que está justo al final de nuestra calle estaba en medio de un incendio. Las llamas caían en cascada –o como se diga– sobre el tejado de la casa, y una familia acababa de perder su casa en la que solo habían vivido durante dos meses.
Así que vimos esto. En cierto modo fue desconcertante, pero luego vimos a esta familia. Nos acercamos y les mostramos amor, los animamos, les ministramos con gracia, oramos con ellos antes de irnos. La gracia de Dios ya estaba en la escena, y creo que parecían conocer al Señor. Pero estos eran vecinos que no conocía. Y durante esos cuarenta y cinco minutos más o menos de nuestra caminata y de estar en esa situación, mi mente estaba fuera de mí, de mi computadora y de las exigencias del día. Me despejó la cabeza. Me permitió respirar y caminar en gracia y ser un instrumento de gracia.
Luego pude volver a algunas de las tareas de la noche que aún quedaban por hacer, y abordarlas con la mente despejada y una fe renovada. Estoy agradecida de que Robert tuviera el sentido común de decir: «Necesitamos movernos. Necesitas mover el cuerpo». Y se necesita un buen esposo para decir eso.
Shona: Eso es muy importante. El caso es que no fue muy intenso. Creo que es importante que entendamos que el ejercicio no es solo ir al gimnasio, levantar pesas, sudar mucho y correr preparándonos para un maratón. Eso comienza a llevarnos hacia los terrenos del perfeccionismo de nuevo.
Nancy: Así es.
Shona: Es increíble cómo podemos llevar esa mentalidad perfeccionista incluso al propio ejercicio que se supone que nos beneficia. Así que mira el ejercicio como una gama de actividades que haces, que es apropiado para la edad y la etapa de la vida en la que te encuentras.
Nancy: Y me decías que te encanta jugar fútbol.
Shona: Exacto, me encanta jugar fútbol.
Nancy: Pero ya no puedes hacerlo como lo hacías antes.
Shona: No, no como antes. Existe el riesgo de lesiones y todo lo demás. Pero lo que puedo hacer es ir al gimnasio, e ir a una clase que se adapte a mis necesidades. Caminar es un ejercicio muy bueno. Si todo el mundo caminara media hora, tres veces a la semana, sería un gran beneficio para su mente, sus emociones, su cuerpo y su alma.
Así que de nuevo, estamos diciendo que el ejercicio es parte vital de la vida, pero ten cuidado de no volver eso…
Nancy: Un ídolo.
Shona: Sí, porque podemos hacerlo incluso con las cosas buenas.
Nancy: Y al final lo que queremos hacer con todo es poder glorificar a Dios.
Shona: Sí.
Nancy: Y amarlo a Él, amar bien a otros. Esto no es para tener un cuerpo de modelo, marcado y delgado. La meta es poder amar a Dios y a otros con nuestra mente, corazón, alma y voluntad siendo lo suficientemente fuertes físicamente para hacer eso.
Shona: Sí.
Nancy: bueno, muchas gracias Shona y David, por animarnos de formas tan prácticas que son espirituales. No hay distinción en eso.
Vamos a continuar con otras áreas específicas a las que apuntas, y si todavía hay alguien que quiere volver después de escuchar sobre el sueño y el ejercicio, creo que querrás escuchar más de Shona y David Murray en el siguiente episodio de Aviva Nuestros Corazones, donde hablarán sobre cómo vivir una vida de gracia en un mundo de demandas infinitas, y cómo ser una mujer de Dios renovada y que ayuda a otras a ser renovadas.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado hablando con David y Shona Murray. Ellos escribieron un nuevo libro llamado Renueva tu vida: Adoptando una vida al ritmo de la gracia en un mundo de exigencias interminables. Disponible en inglés y en español.
Este libro te ayudará a replantear algunas prioridades y a encontrar un mayor sentido del equilibrio.
Después del programa de hoy, nos gustaría saber:¿Qué es más importante, dormir o hacer ejercicio? Mañana escucharemos lo que dicen David y Shona Murray. Descansa un poco y haz algo de ejercicio, y luego acompáñanos mañana de nuevo en Aviva Nuestros Corazones.
Refrescando tu corazón con la verdad de la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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