Pasión por la oración, con Ron Kasik
Débora: ¿Cómo luce el acercarte más y más al Señor en oración? Con nosotras, Ron Kasik.
Ron Kasik: Muchas, muchas veces la petición es algo como, «Dios, no sé cómo orar. Espíritu, guíame en esto». Estos son momentos dulces en los que dependes totalmente del Espíritu de Dios para orar las palabras que Dios quiere escuchar.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 1 de diciembre de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: En el programa de hoy vamos a escuchar a un hombre que sabe lo que es sentirse intimidado ante la oración.
Él también sabe lo que es ser atraído más profundamente y ver ese miedo dar paso a una pasión por la oración. Ron Kasik ha estado con nosotras en las conferencias True Woman, pero probablemente no lo has visto en la plataforma, si es que acaso lo …
Débora: ¿Cómo luce el acercarte más y más al Señor en oración? Con nosotras, Ron Kasik.
Ron Kasik: Muchas, muchas veces la petición es algo como, «Dios, no sé cómo orar. Espíritu, guíame en esto». Estos son momentos dulces en los que dependes totalmente del Espíritu de Dios para orar las palabras que Dios quiere escuchar.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 1 de diciembre de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: En el programa de hoy vamos a escuchar a un hombre que sabe lo que es sentirse intimidado ante la oración.
Él también sabe lo que es ser atraído más profundamente y ver ese miedo dar paso a una pasión por la oración. Ron Kasik ha estado con nosotras en las conferencias True Woman, pero probablemente no lo has visto en la plataforma, si es que acaso lo has visto.
Y es porque Ron, junto a un equipo de hombres, han trabajado duro tras el escenario durante las conferencias, orando por las mujeres, por cada mujer allí presente. En la sesión de apertura de nuestras conferencias, invitamos a las mujeres a llenar una tarjeta de oración en la que escriben, «esto es lo que pueden orar por mí y por mi familia».
Entonces, este maravilloso equipo de hombres de oración se pasan los tres días orando, una tarjeta a la vez, por cada una de estas peticiones individuales. Esta es una carga que Dios ha puesto en el corazón de Ron durante los últimos años. Hoy escucharemos la historia de cómo él aprendió a abrazar este rol en la conferencia True Woman.
Mientras escuchamos, espero que el Señor avive en tu corazón una pasión por la oración. Tal vez no tengas el mismo rol que Ron Kasik, pero ¿hay alguien que Dios haya traído a tu corazón por quien debas interceder? ¿Cómo pudiera el Señor ayudarte a crecer en tu vida de oración? Escuchemos la historia de Ron.
Débora: Gracias Nancy. En el año 2008, Ron Kasik pensaba en la oración como cualquier otro creyente en Jesucristo. Él no se veía a sí mismo como un gran guerrero de oración.
Ron Kasik: Bueno, honestamente no creo que haya orado más de quince o veinte minutos a la vez.
Débora: Pero eso comenzó a cambiar cuando Ron fue junto con su esposa Kathie a una conferencia de Revive Our Hearts.
Kathie Kasik: La primera vez que escuché a Nancy fue en nuestra pequeña iglesia en St. Joseph, Michigan. Fue un fin de semana de enseñanza bíblica para mujeres. Ella fue la única maestra en esa conferencia. Fue realmente especial tenerla con nosotras.
Y la verdad es que yo no sabía quién era. No sabía nada sobre Nancy. Ella vino y nos habló sobre el libro de Rut y nos llevó a lo largo del mismo…nunca había escuchado a alguien hablar de las Escrituras como ella. Entonces, cuando llegué a casa, le dije a mi esposo, «¡guau, acabo de escuchar a esta maestra maravillosa de la Biblia! No sé quién es. No sé de dónde vino».
Esa fue la primera vez. Me impulsó a profundizar más en el estudio de la Biblia. Hoy, muchos años después, uno de mis mayores deleites es estudiar la Palabra de Dios, compartirla con otras mujeres y hablar sobre las aplicaciones de la Palabra con otras mujeres.
Débora: Así que Kathie escuchó a Nancy enseñar en Michigan, y ella quería escuchar a Nancy de nuevo en otra conferencia organizada por Revive Our Hearts en una iglesia en Houston. Ron solo fue con ella para acompañarla, pero un miembro del personal del ministerio vio a Ron, y le preguntó si le gustaría asumir un rol importante durante esa conferencia para mujeres.
Ron: Uno de los hombres, creo que fue Jim Lang, me preguntó si me gustaría orar por estas mujeres.
Débora: Y Ron, un hombre que jamás había orado por más de quince o veinte minutos a la vez, tuvo una respuesta poco entusiasta.
Ron: «Sí…yo puedo hacerlo».
Débora: Ron conoció a otros hombres que se unieron ese fin de semana para interceder, hombres como Ed Villalba y Al Whittinghill.
Ron: Uno aprende a orar de hombres que oran, y ahí había muchos hombres –hombres piadosos– como Ed y Al de quienes yo aprendí mucho.
Débora: Al iniciar la conferencia, Nancy les pidió a las mujeres de la audiencia que llenaran unas tarjetas que se les habían dado, y escribieran en ellas sus peticiones de oración.
Ron: Recolectamos las tarjetas el jueves en la noche, y recuerdo que regresé ese viernes en la mañana. Solo estábamos Ed y yo en la sala de oración, y él trajo la caja de tarjetas que se habían recogido la noche antes.
Los dos oramos por esas tarjetas. A veces puedo ser un hombre emocional, y recuerdo que comencé a llorar. Recuerdo haberle dicho a Ed, «este es un tiempo tan solemne, tan sagrado, porque tenemos la oportunidad de orar por lo que Dios ha puesto en el corazón de estas mujeres. Es como estar a un lado, escuchando una conversación que Dios tuvo con esta mujer», y él me dijo, «esta es la necesidad que vas a poner en la tarjeta». Y dije, «¡guau!» Estaba abrumado. Ed me dijo, «bien, vamos a tomar las tarjetas, y vamos a orar por ellas».
Algunas veces había dos personas en esa sala, y algunas veces tres. Recuerdo haber estado sobre mis rodillas, sin saber cuánto tiempo había estado así. Jim Lang me dijo, «entré a esa sala varias veces, Ron, y te vi; ¡nunca te levantaste!»
Fue una experiencia sobrecogedora, el darme cuenta que Dios estaba permitiendo que alguien como yo fuera parte de eso, y cambió mi actitud por completo hacia la oración.
Débora: Hasta ese momento Nancy enseñaba regularmente en conferencias que se llevaban a cabo en iglesias locales, pero el Señor estaba moviendo al ministerio en una nueva dirección: Ministrar a mujeres en toda la nación. La primera conferencia nacional, la cual se llevó a cabo en Estados Unidos, fue la conferencia True Woman 2008.
Esta conferencia, mucho más grande, significaba que habría muchas más peticiones de oración, y Ron estaba emocionado ante este desafío.
Ron: Yo dije, «esto es algo con lo que quiero estar más involucrado», así que Ed me animó y me dijo, «bueno, ven a True Woman en octubre». Se llevó a cabo en Schaumburg, Illinois, y fue otra experiencia como la primera.
Y después, en las conferencias subsecuentes comencé a involucrarme un poco más en los detalles, en la organización y en algunas de las pautas generales para los hombres. Me acuerdo de Chattanooga, Indianapolis, y de ahí en adelante es difícil de describir.
Débora: Y al orar en todas estas conferencias True Woman, Ron ha visto una pasión crecer en su corazón. Una gran pasión por la oración.
Ron: Me encuentro a mí mismo de rodillas en mi habitación de estudio cada mañana, y es con quien estás hablando lo que lo hace tan fácil. Oro mucho las Escrituras de regreso a Dios, porque creo que Él ama escuchar Su Palabra. Ha hecho que el orar sea más personal para mí. ¡Me encanta!
Débora: Para poder orar por cada petición que se escribe en estas tarjetas de oración, se lleva a cabo un cierto trabajo de preparación y organización antes y durante un evento. Ron nos cuenta más de su experiencia.
Ron: Tengo una lista de hombres de oración que comenzó desde el 2008, y desde entonces siguen añadiéndose y añadiéndose más nombres. Y desde luego, animo a los hombres: «¿Podrías regresar? ¿Estarías interesado en regresar?» Los hombres dicen, «¡oh claro, quiero hacer esto otra vez!»
Y así, corriendo la voz es como desarrollamos este núcleo. Siempre tenemos tiempo de compañerismo y nos conocernos unos a otros. Es un tiempo de honestidad. Yo les digo, «necesitamos preparar nuestros corazones antes de ir delante del trono de Dios».
Muchas veces tenemos tiempos de confesión. Antes de orar, aun antes de que los hombres reciban las tarjetas, estamos en un tiempo de sinceridad y arrepentimiento. No puedes traer un corazón orgulloso ante el trono de Dios, eso es algo que tenemos que tener claro.
Por ejemplo, si vamos a las escrituras, en 2 Crónicas 7:14 dice, «si se humilla mi pueblo…», y después ora. Si hay algo de orgullo en tu corazón es como golpear paredes. Dios no está escuchando. Pero con un corazón humilde…cuando hacemos eso, es un tiempo de confesión, y por supuesto, esto es esencial en la preparación de los hombres.
Juntamos las tarjetas cada noche que son acumuladas, esa primera noche es cuando la mayor parte se junta. Después, durante los siguientes días van llegando poco a poco. Oramos por ellas, las ponemos en orden.
Las ponemos en pilas de veinticinco o de cincuenta. (A los hombres les gusta saber que pueden comenzar y terminar algo. Eso es algo de hombres: «Bien, ya terminé con esta pila». Entonces puedes tomar otra pila. También nos ayuda a contarlas.
Oramos cada mañana antes de comenzar, luego se juntan las tarjetas y se guardan en un lugar seguro. Esas tarjetas jamás están a la vista de alguien más. Otra cosa, para proteger la confidencialidad, se les dice a los hombres que siempre vean primero el nombre en las tarjetas, si reconocen el nombre de alguien, deben pasar la tarjeta a alguien más.
Nancy les dice a las mujeres, «lo que sea que Dios esté poniendo en tu corazón, por lo que necesitas oración, escríbelo». Así que hay una conversación entre Dios y la mujer. Cada vez, durante nuestro tiempo de oración con los hombres, hablamos acerca de que, «este es un tiempo sagrado y solemne. Si piensas en lo que estás sosteniendo en tu mano, es una copia de una conversación que esta mujer tuvo con Dios. Ella puso lo que está en su corazón, y nosotros llegamos a ser partícipes. Llegamos a ser partícipes en clamar a Dios en nombre de ese encuentro».
Hay hombres que llegan a la sala de oración diciendo algunas veces, «no sé si puedo hacer esto». Nos ha sucedido esto. Pero los animamos. Algunas veces ponemos nuestras manos sobre los hombres para ungirlos para esta tarea, porque es agotadora.
No puedo decirte cuántas veces en la sala de oración puedo escuchar llantos, porque los hombres o se alejan a una esquina o se sientan en una silla. Se arrodillan en ciertas áreas de la sala, y ellos están en llanto.
Algunos hombres están gimiendo y otros están llorando en voz alta. Nosotros como hombres venimos a su lado. Hemos puesto nuestras manos sobre ellos muchas veces, por esta tarea que les ha sido encomendada. Sabemos quién está atacando nuestra habilidad.
En una ocasión comenzamos la mañana con intercesión y un hombre respiró profundo y dijo, «Ron, creo que jamás he orado por más de quince o veinte minutos». Y para el mediodía, cuatro horas después, él dijo, «¡este tiempo juntos con Dios ha sido increíble!»
Dependes del Espíritu de Dios para que te dirija a qué orar. Muchas, muchas veces, la petición es algo donde decimos, «Dios, no sé cómo orar. Espíritu, guíame a través de esto». Esos son momentos dulces, donde estás totalmente dependiente del Espíritu de Dios para orar las palabras que Dios quiere escuchar, y los muchachos saben esto.
Muchas veces tomas una tarjeta y lees lo que Dios ha puesto en el corazón de esa mujer, y te ves a ti mismo reflejado ahí. Esta es una necesidad, es una preocupación y te puedes poner a ti mismo como hombre en esa situación.
Muchas veces he orado y dicho, «yo también estoy pasando por eso. Dios, yo también necesito esto, yo lo necesito». Esto ha marcado una gran diferencia en mi vida, aún mientras oramos. Creo que nuestros tiempos de oración se han hecho más ricos…de conferencia en conferencia.
Muchas veces los hombres se levantan y dicen, «¡muchachos esta tarjeta está quebrantando mi corazón!» Y oramos juntos en voz alta, unidos. Escuchas esas oraciones y…cuando estás de rodillas con Dios por cuatro o cinco horas, estás en Su presencia, y esto te cambia…simplemente te cambia.
En Chattanooga, tuvimos un pastor que vino y pusimos nuestras manos sobre él como pastor cuando llegó a orar. Él comenzó a llorar como un bebé. Nos dijo que nadie había puesto las manos sobre él y orado por él así en toda su vida. Ese momento transformó su vida y su ministerio.
Aún sigo en contacto con él hasta el día de hoy. Él ha seguido las conferencias True Woman desde entonces. Ha asistido a cada una de ellas. Eso transformó su vida completamente.
Tuvimos un pastor de Alaska en 2014, que dijo, «¡jamás he orado así antes!» Esto ha significado mucho para mí. Cuando escriben su testimonio y dicen, «estaré ahí. Quiero regresar». Para hombres que jamás han orado por tanto tiempo y que ellos digan, «quiero regresar», ¡significa que Dios realmente ha obrado en sus vidas!
Me he involucrado en esfuerzos de oración antes, y es un ánimo que los hombres vengan y oren. Es algo que va a cambiar tu vida. Ha cambiado la mía, y ha cambiado la vida de cada hombre que ha entrado a esa sala. Nunca ha habido un hombre que haya salido igual que cuando entró.
Débora: Este tiempo intenso de oración ha afectado a varias decenas de hombres a lo largo de los últimos años. También ha marcado las vidas de las mujeres que han asistido a estos eventos. Escucha ahora a Kathie Kasik, la esposa de Ron, describir lo que ella vio en una conferencia True Woman.
Kathie: Cuando Nancy mencionó que había hombres orando por las mujeres, recuerdo la expresión de las mujeres. «¡Oh!» Ellas no podían creer que hubiera hombres detrás de escena orando por ellas. Creo que eso abrió otro camino para que el Espíritu obrara en esas conferencias.
Ron: Una mujer que asistió a una conferencia True Woman dijo que había venido como una mujer anhelando tener un hijo, pero sin poder. Ella se me acercó en la siguiente conferencia y me dijo, «Ron, quiero decirte que tus oraciones…» (Y, no mis oraciones, sino la de todos los hombres que estuvieron orando. Múltiples oraciones fueron elevadas a favor de ella). Ella dijo, «…había estado orando que Dios me permitiera tener un hijo», y ella apuntó hacia él y dijo, «¡aquí está!»
Fue interesante que esa mañana habíamos orado el Salmo 29 donde dice: «El Dios de gloria truena». La voz de Dios es como un trueno, es poderosa, nos quebranta.
Traté de compartirle un versículo de la Escritura más tarde, la traté de encontrar. Vi a una amiga suya y le dije, «quiero que tomes esto y le cuentes del poder de Dios en su vida. ¡Amen!»
Débora: Le preguntamos a Ron, ¿cuál es tu reacción al escuchar historias de oraciones contestadas?
Ron: «¡Gracias, Dios! ¡Gracias, gracias!» Él responde oraciones, no siempre lo hace inmediatamente, pero siempre responde oraciones. Él es el Dios que escucha, y Él es el Dios que responde. Amén.
Débora: Antes de cada conferencia, Ron y el equipo de hombres de oración se preparan para ese tiempo.
Ron: Con meses de anticipación pensamos sobre cómo podemos comenzar a orar por la próxima conferencia. Algunos de los hombres me contactan y me dicen, «aquí hay algunas ideas. Necesitamos comenzar ya. Comencemos a clamar ahora para que Dios obre poderosamente».
Ya sea que suceda un avivamiento o no, debemos orar. Es lo que tiene sentido ahora. Creo que Dios está llamando a Su pueblo a esto.
Este es un ministerio a través del cual Dios está llevando Su verdad, y Él va a honrar esa verdad. La razón por la que Kathie y yo apoyamos Aviva Nuestros Corazones, es por la verdad que hay en el mensaje. Todo se trata de Jesucristo. Todo es acerca de Él, y no puedo pensar en ninguna otra cosa sobre la que se pueda tratar.
Si fuera acerca de Nancy, si fuera sobre la música, no seríamos parte de esto, pero al ver su corazón humilde delante de Dios, es por eso que sentimos que podemos ser parte de este ministerio.
Débora: Quizás escuchar la historia de Ron te ha animado a cultivar tu comunión con Dios. Pero te preguntas, ¿cómo debo orar o cómo puedo incrementar el tiempo que dedico a tener comunión con Dios cada día? Kathie luchaba en esta área de su vida también. Sin embargo, a lo largo de los años, ella ha aprendido algunas cosas prácticas que la han ayudado a cultivar pasión por la oración.
Kathie: Una de las cosas más importantes que cambió mi propia vida de oración fue aprender los atributos de Dios. Cuando comienzas a orar, muchas veces estás tan distraída que no te puedes enfocar. Vienen muchos pensamientos a tu mente.
Así que te recomiendo que tengas una lista frente a ti con los atributos de Dios y comienza a orarlos… «Dios, Tú eres Santo; Tú eres mi Roca; Tú eres mi Fortaleza; Tú eres el Alfa y la Omega…» Haz esto y continúa orando al Señor.
Me he dado cuenta de que esto me ayuda a realmente enfocarme y a alinear mis pensamientos con lo que el Espíritu quiere que yo haga en la medida en la que continúo orando al Señor. Les digo a muchas mujeres de diferentes edades…de hecho, les doy una hoja con los atributos de Dios y les digo, «mira, comienza por aquí en tu tiempo de oración. Te va a ayudar a enfocarte, va a centrar tu mente en quién es Dios, y lo que Él es para ti. Y de ahí puedes comenzar a agradecerle, usa estos atributos para darle gracias a Él».
«Señor, gracias por mi salvación, ¡no quiero darla por sentado!» Comienza así. Es una forma sencilla de comenzar, pero realmente puede desarrollarse en algo muy, muy profundo para ti y de beneficio para tu vida personal.
Otra cosa que me impresionó mucho fue escuchar a otras mujeres orar. Aprendí de otras mujeres cómo orar y comenzar de esta manera con los atributos de Dios. Por supuesto, comenzó como algo pequeño, pero al ir pasando los años, algo que anticipo cada mañana es mi tiempo de oración e ir a la presencia de Dios.
Parece como si hubiera muchas personas y tantas necesidades por las cuales puedo orar. Yo tengo un diario de oración, porque algunas veces no puedo recordar todas las peticiones por las que las personas me piden orar. Así que escribo los motivos de oración y de ahí me voy guiando.
Mi tiempo de oración puede seguir y seguir y seguir…hasta que el teléfono suena (eso interrumpe tu línea de pensamiento) o lo que sea. El tiempo que ahora uso para orar es mucho mayor que antes.
Debo decir también que algo de esto viene con la edad y el no tener las responsabilidades que tenía antes, como por ejemplo criar una familia. Así que pienso que el tiempo que le puedes dedicar a la oración tiene mucho que ver con esto.
Débora: Acabas de escuchar a Kathie Kasik, dándote algunos consejos prácticos sobre cómo cultivar una vida de oración. Aquí en Aviva Nuestros Corazones queremos llamarte a crecer en pasión por Jesús y comunión con Él.
Y sabemos que esto no es algo que sucede de la noche a la mañana. Todas enfrentamos retos y lo que queremos es animarte a no rendirte en tu caminar de fe. Escucha este testimonio de una mujer cuya vida fue transformada por medio de la Palabra de Dios y de cultivar una vida de oración genuina.
Testimonio leído: Hace más o menos tres años, mi cuñado, que era mi maestro del grupo de discipulado, me contó que él escuchaba en la radio a Nancy DeMoss Wolgemuth, y me recomendó que buscara el pódcast en español. Me animó a escucharlo y me dijo: «sé que tienes pasión por la Palabra de Dios y por crecer en Él». Él sabía que llevaba años en el evangelio, y servía como maestra de niños en mi país, Ecuador. Y cuando llegué a Florida a vivir, yo pensaba que estaba lista para enseñar; había leído muchos libros cristianos. Y aunque tenía un conocimiento claro de la sana doctrina, creí pensar que estaba lista para ser usada por Dios; pero estaba tan lejos de la realidad. Había orgullo en mi corazón. Tenía muchos problemas en mi matrimonio, no sabía nada de la sumisión. No sabía ser una esposa sabia. Con mis labios honraba a Dios, pero mi corazón estaba lejos de Él. Mi intelecto sabía lo que debía hacer según la Palabra, pero con mis hechos negaba a Dios. No estaba dispuesta a obedecer; era una cristiana de etiqueta, un sepulcro blanqueado.
El año pasado, en agosto del 2022, Dios usó a una de mis sobrinas. Ella me preguntó si nos podíamos reunir cada sábado para estudiar juntas el libro de Proverbios, y orar juntas la una por la otra toda la semana por nuestras peticiones.
Y fue así como Dios me ayudó a cultivar una vida de oración. Cada día ponía mi alarma para estar orando junto con mi sobrina, por sus peticiones y por las mías. Leíamos la Biblia juntas los sábados, y luego compartíamos las respuestas de Dios, las cuales aún vemos de una forma tan sobrenatural y más allá de lo que podíamos pensar o imaginar. El Señor respondió de una manera tal, que pude crecer en mi fe, ¡y en saber que orar es lo primero en lo que hay poder cuando doblamos nuestras rodillas y buscamos Su voluntad y Su dirección en cada decisión y circunstancia de la vida!
He puesto mi alarma a las 5:00 am para tener mi tiempo de oración y lectura de la Palabra antes de salir al trabajo, y así fue como Dios trató con mi corazón orgulloso. Me enseñó que si yo creía saber algo, pues no sabía nada. Hoy, en Su infinita misericordia, me ha permitido cada día conocerlo más y más. Cada mañana veo Su amor y Su inmerecido favor. Él me da de Su gracia suficiente. ¡Cristo es todo para mí!, he visto Su poder en mi vida. Él ha hecho todo nuevo, he visto lo que es estar arraigada en Su palabra. Ha impactado mi vida y me ha retado a vivir contraculturalmente; me ha animado a hablarles a otros de Él, a orar por mis compañeras de trabajo, invitarlas a la iglesia y animarlas a leer la Palabra. Hoy en día llevo, por la gracia de Dios, desde el mes de agosto del año pasado, una vida de oración y lectura de la Palabra sin ser de doble ánimo. Y el Señor hasta aquí me ha sostenido, solo por Su gracia.
Débora: Gracias a Dios por las mujeres que comparten sus testimonios con nosotras. Espero que puedas vivir tu propia historia de avivamiento en tu vida de oración y compartirla con otras mujeres alrededor de ti.
En Aviva Nuestros Corazones buscamos ser una infusión diaria de gracia, de esperanza y de pensamiento bíblico centrado en el evangelio, que ayude a las mujeres a filtrar lo que el mundo ofrece a través de la Palabra de Dios, para encontrar así la libertad, la plenitud y la abundancia que solo se encuentran en Cristo.
El Señor ha sostenido este ministerio a lo largo de los años y nos ha permitido alcanzar a muchas mujeres en diferentes partes del mundo, en formas que solo Él puede hacer posibles.
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Bueno, Kim Jaggers parecía tener la vida perfecta. Tenía un marido atractivo, una casa bonita y una iglesia respetable. Pero cuando esa imagen perfecta empezó a desmoronarse, se vio obligada a descubrir en qué creía realmente.
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