Palabras de sabiduría y bondad
Débora: ¿Parece más fácil derribar una casa que construirla, verdad? Con nosotras, Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: No importa lo bien que puedas cocinar, limpiar y coser, no importa lo limpia o hermosamente decorada que esté tu casa, puedes destruirlo todo con un pequeño instrumento llamado lengua.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 6 de octubre de 2023.
¿Qué sucedería si estuvieras probando una nueva receta, pero no mides nada y agregas la cantidad de ingredientes que quieres? ¡Sería un desastre! Si es importante medir la harina y el azúcar, ¿cuánto más importante es medir nuestras palabras? El mensaje de hoy es un extracto de una serie más larga basada en el capítulo 31 de Proverbios. Aquí está Nancy.
Nancy: ¿Qué pensarías si te dijera que durante la última semana pusimos una pequeña grabadora en tu …
Débora: ¿Parece más fácil derribar una casa que construirla, verdad? Con nosotras, Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: No importa lo bien que puedas cocinar, limpiar y coser, no importa lo limpia o hermosamente decorada que esté tu casa, puedes destruirlo todo con un pequeño instrumento llamado lengua.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 6 de octubre de 2023.
¿Qué sucedería si estuvieras probando una nueva receta, pero no mides nada y agregas la cantidad de ingredientes que quieres? ¡Sería un desastre! Si es importante medir la harina y el azúcar, ¿cuánto más importante es medir nuestras palabras? El mensaje de hoy es un extracto de una serie más larga basada en el capítulo 31 de Proverbios. Aquí está Nancy.
Nancy: ¿Qué pensarías si te dijera que durante la última semana pusimos una pequeña grabadora en tu casa que ha recogido todo lo que se dijo en ella la semana pasada? Todo lo que dijeron tus hijos, todo lo que dijo tu esposo y todo lo que tú dijiste. Y hemos obtenido esas grabaciones y las vamos a reproducir en Aviva Nuestros Corazones para que todas las escuchen. ¿Alguien se anima? Creo que no.
Sabes, es algo serio para mí, darme cuenta de que todo lo que digo está siendo grabado, Dios lo está grabando. Él escucha todo lo que digo y toma en cuenta cada palabra que digo. Y algunas de las cosas que dije en la última semana, yo sé que no las habría dicho en este lugar, en este entorno, porque en este momento estoy siendo más cuidadosa con mis palabras. ¿No es triste que seamos mucho más cuidadosas con las palabras que decimos fuera de nuestros hogares que dentro de ellos?
Si vamos al versículo 26 de Proverbios 31, vemos que habla de esta mujer virtuosa y de cómo ella abre su boca. Y desde los versículos 10 al 26 no se menciona nada sobre ella hablando. Pero ahora, este es el primer versículo en el que dice que ella «abre su boca». Y eso es algo interesante porque vemos que ella no es una mujer que habla demasiado; no la conocen por ser alguien que habla mucho.
Pero hay otras cualidades por las que sí la conocen –por su corazón de sierva, su compasión, su ternura, su diligencia. Y cuando las personas piensan en esta mujer, lo primero que les viene a la mente no es aquello de lo que ella habla. «Abre su boca con sabiduría, y hay enseñanza de bondad en su lengua».
¡Me encanta este versículo! Bueno, tal vez no debería decir que me encanta, pero lo que realmente quiero decir es que necesito este versículo, y es un versículo de Proverbios 31, probablemente más que cualquier otro, al que vuelvo una y otra vez. Si deseas memorizar un versículo en Proverbios 31, puedes considerar este: «Ella abre su boca con sabiduría, y hay enseñanza de bondad en su lengua». Sabiduría y bondad.
Ahora, permíteme darte un poco de contexto aquí. En primer lugar, estamos hablando de una mujer que se describe principalmente en el contexto de su hogar. Pero ese no es el único lugar en el que ella está, sino que es una mujer cuya vida está centrada en su hogar.
Y estamos hablando aquí, no solo de la forma en que ella habla cuando está en la iglesia o cuando viene a una sesión de grabación de Aviva Nuestros Corazones, sino de la forma en que habla cuando está en casa con su esposo, con sus hijos. Quizás algunas de ustedes viven con compañeras de habitación o con su familia, o en otras situaciones de convivencia. Pero aquí dice que ella habla con sabiduría y bondad en su círculo más cercano de amigos y familiares. Muchas de nosotras hablamos fuera de nuestros hogares de maneras que no lo haríamos dentro de nuestros hogares.
Esta mañana, cuando vi a varias de ustedes, me apresuré a saludarlas, a preguntarles cómo están, cómo está su familia. Traté de ser cálida. Y también cuando nos vemos en la iglesia, es bueno que pensemos en cómo podemos animar a las personas con nuestras palabras.
¿Estamos pensando de la misma manera cuando estamos en nuestros hogares? ¿Cómo puedo animar? ¿Cómo puedo alentar a otros con mis palabras? Cuando yo voy a visitar a mi familia, muchas veces no uso las cortesías comunes con ellos que sí tengo con personas fuera de mi familia. No soy tan rápida para decir, «¿cómo estás?», y luego escuchar la respuesta para decir palabras de sabiduría y bondad.
Y también hay cosas que digo en el contexto de mi hogar, que nunca pensaría decir fuera de mi hogar, la forma en que reacciono, por ejemplo. Si un invitado entra en mi casa y derrama un poco de jabón líquido en la alfombra, o lo que sea, y se siente muy mal por haberlo hecho, yo simplemente le digo: «No te preocupes por eso. No pasa nada».
Pero deja que alguien de mi familia o de mi lugar de trabajo o alguien cercano a mí, entre a mi espacio y haga algo que me moleste, voy a ser más rápida para señalarlo, más rápida para ser crítica y para decir palabras que no son sabias ni bondadosas. Este es un versículo que probablemente aplicamos más rápido fuera de nuestros hogares, que en el lugar donde más importa, donde vivimos todos los días.
Y yo sé que tenemos mujeres solteras en nuestra audiencia, y algunas estudiantes universitarias. Quiero decirles que estas son cosas que no esperas hasta estar casada para aprenderlas. Estas son cosas que necesitas aprender con tu compañera de habitación, con las personas en tu lugar de trabajo –aprender a hablar palabras sabias y bondadosas.
Me refiero a que no importa cuántas habilidades domésticas tengas, no importa cuán bien puedas cocinar, limpiar y coser, no importa qué tan creativa seas, no importa cuán eficiente y organizada seas en tu casa, no importa cuán capaz seas en tu lugar de trabajo o en el entorno de tu hogar, no importa cuán limpia o hermosamente decorada esté tu casa, puedes destruirlo todo con un pequeño instrumento llamado lengua.
Y da mucho miedo pensar en el daño que hacemos como mujeres con nuestra lengua. Es por eso que tengo que volver a este versículo una y otra vez y decir: «Señor, hazme la clase de mujer que abre su boca con sabiduría y hay enseñanza de bondad en su lengua».
Pero para ser este tipo de mujer se requiere dominio propio. Nuestro problema es que muy a menudo no tenemos dominio propio, así que simplemente decimos lo que pensamos. Especialmente cuando estamos con gente que conocemos muy bien, nos relajamos y damos rienda suelta a nuestra lengua sin importar mucho lo que estemos diciendo. Vivimos en una época en la que se nos anima a ser tan abiertas como queramos: «¡Sé auténtica, expresa tus sentimientos!»
Escucha, el hecho de que lo pienses o lo sientas no significa que debas decirlo. Ahora, no estoy promoviendo la deshonestidad ni la hipocresía, lo que estoy diciendo es que hay cosas que siento, que no necesito decir.
El hecho de que puedo sentirme mal en algún momento o que haya momentos del mes en los que luchamos más con nuestras reacciones debido a la forma en que nos sentimos físicamente –puede que sea porque es tarde en la noche, estás exhausta, y ha sido un día largo y duro; puede haber temporadas de la vida en las que tenemos problemas hormonales, las cosas se descontrolan, y simplemente queremos desahogarnos. Pero lo que estoy diciendo es que hay algo importante que necesitamos en esos días y en esas estaciones de la vida: necesitamos que el Espíritu Santo nos restrinja y nos controle para que no digamos todo lo que estamos pensando.
Y tú dices: «Pero mis hijos dicen todo lo que piensan». Bueno, tus hijos necesitan ser entrenados, y debes preguntarte, ¿de quién están aprendiendo? Y no estoy diciendo que el hecho de que ellos no tengan límites significa que tú tampoco los tienes. Pero te diré esto, si quieres criar hijos que tengan dominio propio con la lengua, una de las cosas que les ayudará mucho es que tengan una madre que permita que el Espíritu Santo controle su lengua.
Aquí en Proverbios 31 hay una mujer que «abre su boca», y pudiera parecer que ella solo habla por hablar, pero realmente ella abre su boca cuando hay algo que necesita ser dicho. Es una mujer que mide sus palabras, piensa sus palabras antes de decirlas. Su boca no siempre está abierta.
Alguien dijo una vez: algunas mujeres tienen que decir algo y algunas mujeres tienen algo que decir. Hay una diferencia, ¿verdad? Algunas mujeres solo tienen que decir algo; vienen y dicen algo. Y algunas mujeres tienen algo que decir, y cuando es así, lo dicen.
Ahora, si vamos a ser mujeres que hablan con sabiduría y bondad, eso significa que debemos tener un corazón sabio y bondadoso porque nuestras palabras reflejan nuestros corazones. No te levantas una mañana y tienes un corazón sabio y bondadoso. Debes cultivarlo y cuidarlo; tiene que ser desarrollado.
Jesús dijo: «De la abundancia del corazón habla la boca» (Mat. 12:34). Entonces, ¿qué sale de mi boca? Si tuviéramos que tomar esa grabación que obtuvimos de tu casa la semana pasada, quizás dirías: «Bueno, no quise decir todo eso». Pero, ¿sabes lo que es realmente triste? Todo salió del corazón. Salió de tu corazón.
Mis palabras reflejan mi corazón. Si quiero que mis palabras sean diferentes, necesito decir: «Señor, necesito un corazón diferente. Necesito que cambies mi corazón». Eso puede requerir arrepentimiento. Puede significar reconocer el pecado primero ante el Señor y luego pedirle perdón a tu esposo, a tus hijos y decirles, «no he hablado palabras sabias ni bondadosas, y eso ha sido un reflejo de un corazón que está enojado o impaciente. Por favor, perdóname o perdónenme», luego permite que el Señor te cambie.
Dios puede cambiarte y Él puede darte esa clase de corazón. No es algo que sucede de la noche a la mañana, pero a medida que permitimos que Él nos moldee, nos dé forma y cambie nuestros corazones, lo que saldrá de nuestra boca va a reflejar el corazón arrepentido, bondadoso y sabio que Dios ha puesto en nosotras.
Débora: ¿Qué tipo de palabras han estado saliendo de tu boca hoy? ¿Qué revelan esas palabras acerca de tu corazón? Nancy DeMoss Wolgemuth regresará enseguida para decirnos más sobre hablar palabras sabias y bondadosas.
Nancy: Bueno, estamos tocando un tema que siempre me incomoda un poco, y tiene que ser así. Pero espero que a ti también te haga sentir incómoda porque, como mujeres, necesitamos un recordatorio constante de la Palabra de Dios sobre las palabras que decimos.
Estamos viendo Proverbios, capítulo 31, versículo 26. Para mí es uno de los versículos que más convicción me da de todo este pasaje, porque habla de la forma en la que la mujer sabia usa su lengua. «Abre su boca con sabiduría», dicen las Escrituras. Esta mujer virtuosa, esta mujer de excelente carácter, cuando abre su boca para hablar, lo hace con palabras de sabiduría: «Y hay enseñanza de bondad en su lengua».
Algunas de ustedes están educando a sus hijos en casa. Y lo hagas así o no, te des cuenta o no, todo el tiempo estás educando a tus hijos. Les estás enseñando mucho sobre la vida; pero a veces les enseñas más cuando no te apercibes de que estás enseñando; incluso cuando estás sentada en un momento más formal y estructurado, pensando: «Este es nuestro tiempo de clase».
Cuando enseñas a tus hijos, ¿lo haces con la enseñanza de bondad? Cuando los corriges –que, por cierto, ellos necesitan ser corregidos– eso no quiere decir que nunca les digas cosas difíciles a tus hijos. Pero cuando los corriges, cuando les señalas cosas en sus vidas que deben cambiar, ¿lo haces con bondad?
Si les respondes con enojo, molestia o impaciencia, te darás cuenta de que no estás enseñando con sabiduría y bondad. Pero si puedes dar un paso atrás en la situación y obtener la perspectiva de Dios, entonces puedes ser controlada por el Espíritu. No tienes que arremeter, ni enojarte. No tienes que estar diciendo cosas que luego desearás no haber dicho, porque estás bajo el control del Espíritu de Dios.
Por eso es tan importante que antes de empezar nuestro día, antes de abrir nuestra boca para hablar con otros, entremos primero en la presencia de Dios y dejemos que Su Palabra entre en nuestro corazón, en nuestra mente, para que cuando abramos la boca para hablar, lo que digamos sea controlado por lo que nos está llenando: la Palabra y el Espíritu de Dios.
Si quieres tener sabiduría, si quieres hablar con sabiduría a tus hijos, a tu esposo y a los demás, si quieres saber cómo dar consejos piadosos, si tus hijos te hacen preguntas, o si otros te piden tu opinión, ¿cómo estás manejando esta situación en la vida?. Si tus hijos necesitan dirección sobre su futuro necesitas sabiduría como mujer. ¿Cómo la consigues? Bueno, las Escrituras dicen: «Porque el Señor da sabiduría; de Su boca vienen el conocimiento y la inteligencia» (Prov. 2:6).
¿Quieres tener sabiduría para hablar a los demás? Entonces tienes que sumergirte en la Palabra y dejar que ella te llene, para que sepas cómo hablar palabras piadosas a su debido tiempo. Así sabrás cómo hablar palabras que ministren gracia a quien escucha, para la necesidad del momento.
Y si quieres hablar palabras bondadosas, necesitas estar llena del Espíritu Santo. ¿Cuál es el fruto del Espíritu? Amor, gozo, paz, paciencia, bondad… Pero tú dices: «Mis hijos están actuando de esta manera. Estas personas con las que trabajo están actuando de esta otra manera. ¡Qué difícil es responder con bondad!»
Puede ser imposible para ti, pero no es imposible para Dios. Su Espíritu Santo vive dentro de ti, así que Él puede darte en esos momentos la capacidad para responder con bondad.
Ahora, déjame decirte algo que he dicho en otras sesiones: eso no significa que nunca vas a fallar o a sentir que lo arruinaste todo. Vas a fallar y yo también.
Hace un tiempo estuve almorzando con una amiga y terminé en una conversación en la que dije más de lo que debí haber dicho. Surgió el nombre de otro hermano que trabaja en un ministerio, alguien que Dios realmente está usando, pero yo había escuchado algo negativo sobre esa persona. En la conversación con mi amiga busqué la manera de comentarle lo que yo había escuchado. Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, me arrepentí de haberlas dicho. Yo no necesitaba decir eso. No dije cosas horribles, pero no fui bondadosa. No era necesario. No ministró gracia a la persona que estaba escuchando. No se lo habría dicho a la persona de la que se trataba si estuviera sentada en ese lugar. Y no fue hasta que volví a mi casa que estuve dispuesta a lidiar con eso. Debí detenerme en ese momento y decir: «No debí haber dicho eso, por favor, perdóname».
Ahora el problema es que, una vez dicho, dicho está; pero una vez dicho, vuelve atrás y corrige tus palabras.
Vuelve al Señor y dile: «Señor, perdóname. Eso no fue bondad. Eso no fue sabio. Eso no fue correcto. Eso no era necesario»; cualquiera que sea el principio de la Palabra de Dios que violaste, y luego, si se lo dijiste a otra persona, ya sea a tu cónyuge, a tus hijos, a un compañero de trabajo o a alguien en la iglesia, regresa y enmienda lo que hiciste.
Humíllate y verás que si cada vez que pecas con tu boca te humillas y pides perdón, empezarás a pecar con menos frecuencia con tu boca. Si sabes que cada vez que peques tendrás que volver atrás y corregir tus palabras, descubrirás que empezarás a pensar antes de hablar. Detente antes de hablar. Piensa, reflexiona y edita antes de hablar. Eso puede significar decir menos.
Una mujer me escribió hace un tiempo y me dijo: «Fui culpable de mi “pequeño pecado” cuando leí la transcripción de uno de tus programas en Aviva Nuestros Corazones. En este momento hay cierta tensión entre mi hija adolescente y yo, y tiendo a usar demasiadas palabras». Todas podemos relacionarnos con esto, ya sea que tengas adolescentes o no.
Ella dijo: «Realmente nunca consideré que mi uso excesivo de palabras fuera pecado, pero ahora veo que demasiadas palabras seguramente conducen al pecado. De ahora en adelante, antes de decirle una palabra a mi hija, quiero consultar con Dios las pocas palabras correctas para hablar. Creo que esta idea ayudará a restaurar una relación correcta entre mi hija y yo».
¡Eso sí que es importante!, esa es una mujer sabia. ¿Sabes qué más es eso? Esa es una mujer arrepentida. Eso es lo que todas debemos ser, mujeres arrepentidas; pero no solo en el tiempo pasado, «me arrepentí cuando fui salva», sino arrepintiéndonos hoy cuando pecamos con nuestras lenguas y nuestros labios, cuando nuestro espíritu y la forma en que decimos las palabras no es apropiado. Si digo demasiadas palabras, me arrepiento y digo: «Señor, lléname con Tu Espíritu de nuevo. Dame palabras de sabiduría para hablar».
Por cierto, acabo de hacer referencia a la forma en que decimos lo que decimos. Especialmente en nuestros hogares, ese tono de voz es realmente importante. La bondad no es solo lo que dices, sino también cómo lo dices.
El peligro de hablar demasiado rápido es que muchas veces hablamos por la ira del momento, la irritación del momento, sin detenernos a dejar que Dios primero trate con nuestros corazones. Así que es una buena idea detenerse y contar hasta diez antes de abrir la boca, para poder hablar con un tono amable.
Escucha, tus hijos serán mucho más receptivos a tu instrucción si viene con un tono de bondad. Sé que es muy fácil cuando estás con las mismas personas todo el tiempo comenzar a tener un tono que es persistente, desagradable, crítico, exigente, controlador; pero ahí es donde debemos dejar que el Señor nos dé Su Espíritu para que cuando hablemos, esas palabras reflejen bondad.
A menudo he citado un pasaje sobre Sarah Edwards, quien fue madre de once hijos y esposa de Jonathan Edwards, líder en el Primer Gran Avivamiento de los Estados Unidos.
Este escritor dice:
«Sarah tenía la regla de hablar bien de todos, tanto como pudiera, con verdad y justicia para sí misma y para los demás (esa es una buena política). No era propensa a detenerse con deleite en las imperfecciones y defectos de nadie, y cuando escuchaba a otras personas hablar mal de otros, decía lo que creía que podía con verdad y justicia en su excusa o desviaba la calumnia mencionando aquellas cosas que eran encomiables en ellos».
En otras palabras, si escuchaba a alguien decir algo desagradable sobre otra persona, intentaría cambiar la conversación o desviarla, o decir algo alentador sobre esa persona.
«Así cuidaba el carácter de todos, incluso de los que la injuriaban y hablaban mal de ella. Sabía soportar las injurias y los reproches con gran serenidad, sin ninguna disposición a devolver mal por mal, sino que, por el contrario, estaba dispuesta a compadecerse y perdonar a quienes parecían ser sus enemigos».
¡Qué compromiso hablar bien de todos! Eso es lo que la Escritura dice que debemos hacer. No hablar mal los unos de los otros, ni criticarnos unos a otros. De hecho, Proverbios nos dice que, si eres el tipo de mujer contenciosa y crítica con su lengua, conducirás a tu familia al lugar donde preferirían vivir en el techo o en un ático o en un desierto solos, que vivir en la misma casa contigo.
Hace un tiempo estuve leyendo el libro de Proverbios, y me ha llamado mucho la atención el tema de las mujeres contenciosas. Son mujeres que siempre discuten, siempre están debatiendo, siempre están argumentando; no abren su boca con sabiduría y bondad. Y puedes alejar a tu esposo, a tus hijos y a tus amigos si tienes esa clase de espíritu y esa clase de lengua. Así que antes de hablar, pregúntate: «¿Es sabio lo que voy a decir? ¿Vale la pena decirlo? ¿Es necesario decirlo?»
Y puedes estar pensando: «Mi familia ni siquiera sabrá quién soy si empiezo a hablar de esa manera». Bueno, eso está bien porque tu manera de hablar tendrá una influencia sobre ellos. ¿Es sabio y bondadoso? ¿Serán palabras que edifican? ¿Darán descanso a los miembros de mi familia? ¿Los animarán?
Es importante que hables palabras que animen. No solo pienses: «Bueno, tengo que irme a casa y ahora no puedo abrir la boca. Ahora que he escuchado este episodio, no puedo decir nada más en mi familia».
No, hay cosas que necesitas decir. Alguien se me acercó durante un receso de la grabación hace un momento y me habló palabras de aliento sobre lo que Dios estaba haciendo a través de Aviva Nuestros Corazones. Esas personas se detuvieron para decir palabras de aliento. Tú tienes que hacer lo mismo con tu familia.
¿Cuándo fue la última vez que afirmaste, elogiaste, a tu esposo? Debes elogiar a tus hijos cuando veas cualidades en ellos que son dignas de elogio, palabras simples como:
- «Gracias»
- «Aprecio lo que hiciste»
- «Gracias por servirme de esa manera»
- «Gracias por bendecirme de esa manera»
- «Realmente aprecié cuando hiciste esto»
¿Sabes algo? Será mucho más efectiva tu instrucción usando ese tipo de lenguaje, que con palabras que son críticas y que derriban; así que si tus palabras no cumplen con esos requisitos, si no son sabias ni bondadosas, no las digas. No las digas.
Débora: Creo que todas podremos usar este sabio consejo que Nancy nos dio hoy, ¡Y quizás puedas ponerlo en práctica dentro de una hora! Mientras estás aprendiendo a evitar las palabras que destruyen a otras personas, algo más que pudieras hacer es compartir este episodio de Aviva Nuestros Corazones con una amiga. Usa tus palabras para decirles cuánto bien les hará escucharlo. O si eres un poco más tecnológica, descarga la aplicación Aviva Nuestros Corazones en tu teléfono y muéstrales cómo usarla.
Nancy regresará enseguida para orar.
El episodio de hoy puede llegar a ti gracias a nuestras colaboradoras mensuales. Si eres una de ellas, ¡muchas gracias! Los colaboradores mensuales se comprometen con cierta cantidad cada mes, oran por Aviva Nuestros Corazones regularmente y corren la voz a otras. Hay más información sobre cómo puedes unirte al equipo de colaboradoras mensuales de Aviva Nuestros Corazones en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com
Ahora, aquí está Nancy, quien orará porque podamos aprender a hablar palabras de bondad y sabiduría.
Nancy: Padre, desesperadamente necesitamos Tu ayuda en esto. No podemos hacer esto solas, y estamos rodeadas de personas que saben cómo provocarnos para que nos enojemos o nos irritemos. A menudo, es con las personas con quienes vivimos con las que nos resulta más difícil hablar palabras sabias y bondadosas.
Señor, no es difícil para nosotras sentarnos en este grupo, estar con mujeres que aman al Señor, que tienen un interés común en asuntos espirituales y hablar palabras de sabiduría y bondad. Pero sé que algunas de las personas que nos escuchan tienen familias donde no se hablan palabras de sabiduría y bondad, donde las cosas que se dicen son críticas, crueles e hirientes.
Se necesita todo el poder de Tu Espíritu Santo para que estas mujeres respondan con palabras sabias y bondadosas. Pero Tú puedes obrar en nosotras y a través de nosotras. Oramos para que lo hagas en el nombre de Jesús, amén.
Débora: ¿Hay alguna mujer dentro de tu círculo cercano que está teniendo luchas con el pecado? ¿Esa persona está luchando con tentaciones en su mente y corazón con formas equivocadas de pensar que han sido moldeadas por la sociedad en que vivimos? Tanto ellas como nosotras necesitamos una infusión del evangelio día con día.
En Aviva Nuestros Corazones queremos ser una infusión diaria de gracia, de esperanza y de pensamiento bíblico centrado en el evangelio, que ayude a las mujeres a filtrar lo que el mundo ofrece a través de la Palabra de Dios. Cuando hablamos de impartir esa infusión diaria, pensamos en los colaboradores mensuales que hacen esto posible. Mes a mes ellos son de apoyo a través de sus oraciones y ofrendas, ayudando a que este ministerio siga adelante.
¡Estamos muy agradecidos por nuestro equipo de colaboradores y es nuestro deseo que Dios siga añadiendo a muchos más!
Si has sido bendecida por este ministerio, si has recibido a través de Aviva Nuestros Corazones una infusión de gracia en tu propia vida, ¿considerarías convertirte en una de nuestras colaboradoras mensuales? ¿Te unirías a la familia?
¡Te necesitamos! Tú puedes ser parte de la misión vital de nuestro ministerio permitiéndonos llegar a las mujeres con el mensaje de libertad, plenitud y abundancia en Cristo. Serás testigo de cómo Dios aviva sus corazones.
Retándote a usar palabras sabias y bondadosas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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