Ora por tu iglesia
Débora: ¿Estás cansada de lidiar con una iglesia imperfecta? Nancy DeMoss Wolgemuth te invita a reflexionar.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Detente y agradece a Dios por la iglesia donde te ha colocado a pesar de sus imperfecciones, sus fallas y sus defectos. Pídele a Dios que la convierta en la iglesia que Él quiere que sea. Ora por tu iglesia.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 20 de mayo de 2024.
Hoy continuamos con la serie titulada: “¿Quién necesita la iglesia?” Nancy inicia con algunas pautas que podemos tomar en cuenta a la hora de buscar una iglesia en la cual congregarnos.
Nancy: ¿Cuántas de ustedes han tenido la experiencia de mudarse a una nueva ubicación y tener que elegir una nueva iglesia donde asistir? Probablemente muchas. He vivido esa experiencia y a veces puede ser un gran desafío. …
Débora: ¿Estás cansada de lidiar con una iglesia imperfecta? Nancy DeMoss Wolgemuth te invita a reflexionar.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Detente y agradece a Dios por la iglesia donde te ha colocado a pesar de sus imperfecciones, sus fallas y sus defectos. Pídele a Dios que la convierta en la iglesia que Él quiere que sea. Ora por tu iglesia.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy 20 de mayo de 2024.
Hoy continuamos con la serie titulada: “¿Quién necesita la iglesia?” Nancy inicia con algunas pautas que podemos tomar en cuenta a la hora de buscar una iglesia en la cual congregarnos.
Nancy: ¿Cuántas de ustedes han tenido la experiencia de mudarse a una nueva ubicación y tener que elegir una nueva iglesia donde asistir? Probablemente muchas. He vivido esa experiencia y a veces puede ser un gran desafío. ¿Cómo sabes a qué iglesia conectarte?
En la mayor parte de nuestros países tenemos algunas opciones. En la época del Nuevo Testamento no tenían opciones. Estaba la iglesia en Éfeso o la iglesia en Corinto, pero ahora tenemos muchas opciones. ¿Cómo eliges una iglesia local? ¿Qué es una iglesia local bíblica? Desafortunadamente, a menudo, abordamos esa pregunta con una mentalidad de consumidoras. ¿Qué hay para mí ahí dentro? Me gusta esto ¿Me entretiene? ¿Es divertida? ¿Tiene programas que disfruto?
Desafortunadamente, hoy nuestras iglesias locales han adquirido esta mentalidad de que tenemos que entretener a las personas. Tenemos que hacer que se sientan bien. Tratamos de hacerlas felices. Olvidamos que el objetivo de la iglesia es formar creyentes fuertes que puedan ir al mundo y llevar el evangelio de Cristo. Pero es tan importante cuando buscas una iglesia. . . Tal vez estés buscando una iglesia en este momento, o tal vez tendrás que hacerlo en los próximos días si estás de mudanza. Es importante encontrar una iglesia donde Cristo y Su Palabra sean honrados por encima de todo. Luego, comprométete con ella, tendrás problemas sabiendo que no todo es perfecto. Comprométete con una iglesia donde se honre a Cristo y Su Palabra.
Ahora, si estás buscando una iglesia en este momento o tal vez no estás satisfecha con tu iglesia actual y estás tratando de evaluar, ¿es aquí donde pertenezco? ¿Es aquí donde pertenecemos? Es importante recordar las cosas que son más importantes. No pierdas la perspectiva. Para saber qué cosas son más importantes creo que es útil echar un vistazo a la iglesia primitiva en el libro de los Hechos.
Si tienes tu Biblia allí, quiero que vayas al capítulo 2 del libro de Hechos, y comenzaremos a leer el versículo 41. Quiero que notemos algunas características de la iglesia primitiva. Solo vamos a ver algunos versículos aquí. Si recorres todo el Nuevo Testamento encontrarás otras características. ¿Cuáles son las cosas que son importantes en la iglesia local?
Aquí había una iglesia que aún no había tenido tiempo de desviarse. Esta fue la iglesia muy primitiva. Seguían caminando en el Espíritu, confiando en Cristo, amando a Dios y satisfaciendo las necesidades de los demás. Aquí obtienes una especie de visual de cómo podría ser una iglesia local ideal.
Hechos 2, versículo 41, dice: «Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados» (NBLA). ¿No es justo después del día de Pentecostés cuando Dios envió al Espíritu Santo a morar en la iglesia? «Ese día se agregaron unas 3.000 almas a esa iglesia». Entonces se proclama el evangelio, las personas se arrepienten, creen en el evangelio y son bautizadas, no para ser salvas sino como una señal externa de una transformación interna que ha tenido lugar en sus corazones.
Permítanme decirles, que si son hijas de Dios, es muy importante por obediencia a Cristo, que después de la salvación pasen por el bautismo del creyente. Es una señal externa de que has sido bautizada en el cuerpo de Cristo. Entonces estos nuevos creyentes se identifican públicamente con Cristo y con Su pueblo.
Ahora, date cuenta, si estas personas creyeron y fueron bautizadas, esa fue su entrada a la iglesia. Tu entrada en Cristo te coloca en la iglesia, te coloca en el cuerpo de Cristo. Y no solo en la gran Iglesia universal, con «I» mayúscula, sino en el cuerpo local de creyentes, como dijimos anteriormente en la serie. No hay opción. El Nuevo Testamento no da lugar a un creyente convertido a Cristo a que no sea parte de una iglesia local.
En este caso, 3,000 nuevos creyentes nacieron en un día. ¿Te imaginas lo que sucedería en la mayoría de nuestras iglesias locales si tuviéramos 3.000 nuevos conversos en un día? Diríamos: «Alabado sea Dios, pero ¿podemos manejarlo?» Todos estos bebés creyentes, ¿qué haces? Bueno, podríamos ver lo que hicieron ellos, porque lo que sea que hicieron, funcionó.
El versículo 42 dice que «Esos creyentes que habían creído en Cristo, habían sido bautizados y continuaron perseverando firmemente» (parafraseado). No se limitaron a caminar por un pasillo, a firmar una tarjeta, a entregar su nombre, a unirse al club y no dejarlo. No se retiraron. La señal, la evidencia de que tenían una fe genuina era que continuaban, perseveraban, como parte del cuerpo de Cristo.
Hoy en día tenemos esfuerzos evangelísticos donde cientos o miles de personas hacen una profesión de fe, y luego miras un año después y te preguntas: «¿Dónde están estas personas?» No están en nuestras iglesias. Bueno, uno tiene que preguntarse si realmente se convirtieron. Ahora, ir a la iglesia no te hace cristiana. Pero una vez que te conviertes en cristiana, una de las evidencias es que continúas en la fe como parte del cuerpo de Cristo.
Estos creyentes continuaron firmemente en cuatro cosas: la doctrina de los apóstoles, (el ministerio de la Palabra y esa es la cosa número uno que se enumera aquí, la enseñanza o doctrina de los apóstoles). En segundo lugar, la comunión (la relación de comunidad, de compañerismo). En tercer lugar, en el partimiento del pan (la Cena del Señor o la Comunión); y en cuarto lugar, las oraciones.
Quieres asegurarte de que esas cuatro cosas estén en tu iglesia. Ahora, de nuevo, no sucederán perfectamente. Nunca habrá una comunión perfecta de este lado del cielo. Pero asegúrate de que en tu iglesia haya enseñanza de la Palabra, comunión entre los hermanos, partimiento del pan y oración.
Luego, en el versículo 43 vemos el resultado: «Sobrevino temor (asombro reverencia) a toda persona, y muchos prodigios y señales eran hechos por los apóstoles». A medida que estos creyentes comenzaron a crecer en su fe, se percibió un sentido de la presencia de Dios en esa comunidad, en ese cuerpo de creyentes. Hubo un temor del Señor que se encontró no solo en la iglesia, sino también en el mundo perdido alrededor de la iglesia. Todos sabían que Dios estaba allí. Esa es una señal de una iglesia local saludable, el poder de Dios estaba obrando en esa iglesia.
No tenemos apóstoles hoy, y no tenemos la misma necesidad de milagros que ellos tenían, de las señales y maravillas que tenían en la iglesia primitiva cuando el evangelio estaba siendo autenticado o validado. Pero aún deberíamos ver el poder de Dios obrando en nuestras iglesias, cambiando vidas por el poder del evangelio.
Ahora, el versículo 44 dice que «todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común». Eran una familia. Eran un cuerpo. Eran una comunidad de fe y, como tales, manejaban sus posesiones con liberalidad. Eran desinteresados. Estaban más preocupados por el reino y la familia de Dios que por sus propias cosas. Entonces estaban dispuestos a compartir con otros que tenían necesidad.
Versículo 45: «Vendían todas sus propiedades y sus bienes y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno». Esto no es socialismo. Esta es una donación voluntaria de su abundancia para satisfacer las necesidades de los demás. Eran sensibles a las necesidades de otros. Fueron generosos para satisfacer esas necesidades.
Y así, el versículo 46, dice: «día tras día». Perseveraban, continuaban —vimos esa palabra en el versículo 42, continuaban firmemente. En el versículo 46 vemos que «día tras día continuaban unánimes en el templo». Y quizás estas pensando, «todo lo que puedo hacer es soportar un día a la semana en la iglesia. ¿Ahora me estás diciendo que tengo que ir a la iglesia todos los días de la semana si vamos a ser como la iglesia primitiva?
No, pero estoy diciendo que necesitamos funcionar diariamente como el cuerpo de Cristo. No puedes simplemente estar con el pueblo de Dios una vez a la semana y esperar ser todo lo que Dios quiere que seas. Debes continuar diariamente, «unánimes, de un corazón los unos con los otros, partiendo el pan en los hogares, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo» (vv 46-47).
Puedes ver que algunas de las características eran comunidad, unidad, alegría, adoración y una buena reputación con el mundo perdido. ¿No sería increíble si así fuera hoy? El hecho de que hoy no sea así no significa que debamos tirarlo o renunciar a ello. Significa que debemos trabajar, servir, orar y suplicarle a Dios que avive Su iglesia, que avive Su pueblo y que nos devuelva a ese estado de una iglesia saludable.
Luego vemos al final del versículo 47: «Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos». Siempre había nuevos conversos entrando a la iglesia. La obra soberana de Dios. Era el Señor quien los agregaba a medida que la iglesia vivía la realidad de su relación con Dios y unos con otros.
Entonces, si estás en una iglesia, detente y agradece a Dios por la iglesia donde te ha colocado a pesar de sus imperfecciones, sus fallas y sus defectos. Pídele a Dios que la convierta en la iglesia que Él quiere que sea. Ora por tu iglesia. Si no estás conectada a una iglesia local, ve a Hechos 2, ve a las Escrituras y mira cuáles son las características que deberían ser ciertas en una iglesia local donde puedas conectar tu vida, conectarte con los hermanos.
Luego pídele a Dios que te dirija a una iglesia. Encuéntrala, entra, conéctate, involúcrate y ponte manos a la obra. Sé parte de ese cuerpo y observa cómo Dios te ayuda a ti y a esa iglesia a crecer en tu relación con Cristo.
En el programa anterior te di algunas sugerencias simples sobre cómo conectarte a la vida de la iglesia. Si no lo escuchaste, encuéntralo en AvivaNuestrosCorazones.com, o a través de nuestra aplicación también llamada Aviva Nuestros Corazones. Una de las cosas que mencioné es que necesitamos ponernos bajo la autoridad espiritual de nuestras iglesias.Y quizás te preguntas, ¿por qué enfatizas esto? Bueno, te lo diré.
En Aviva Nuestros Corazones recibimos muchas, muchas, muchas peticiones, ruegos desesperados por ayuda. Hay mujeres que se encuentran en matrimonios difíciles y muy problemáticos, situaciones de la vida. No saben qué hacer. Muchas veces sus vidas son un desastre. Nos envían correos electrónicos o nos escriben y preguntan: «¿Pueden ayudarme, por favor?»
Ahora, oramos por esas personas, les enviamos algunas palabras de aliento, quizás un recurso que creemos que será una bendición para ellas. Pero lo que tratamos de decirles a esas personas es que vayan a sus iglesias locales. Que vayan donde su pastor; que vayan donde una persona madura en su iglesia. Algunas de estas mujeres se encuentran en situaciones matrimoniales muy difíciles. Y lo que me preocupa en algunos casos al leer sus cartas es que no parece haber ninguna conexión con un organismo local. Y yo me pregunto: «¿Dónde está su iglesia? ¿Dónde está su pastor? ¿Dónde están los ancianos de su iglesia?»
No culpo al pastor, ni a la iglesia, ni a los ancianos. Estoy diciendo que muchas personas no han conectado sus vidas con la vida de una iglesia local. Y cuando llega una crisis, no tienen ninguna red. Entonces, están escribiendole a una completa desconocida en Aviva Nuestros Corazones y allí derraman su corazón. Me alegra que nos escriban, pero no podemos hacer por ti lo que debería estar sucediendo en el contexto de tu iglesia local.
Muchas responden: «El liderazgo en mi iglesia no hará nada».
A lo que les digo: «Ve a ellos de todos modos». Si las personas comienzan a acudir a los líderes que Dios ha puesto sobre ellas y les piden que cumplan con las áreas de las que son responsables, pueden motivarlos a ir a la Palabra de Dios para aprender a cumplir esa responsabilidad.
Entonces, permíteme también recordarte que tenemos la responsabilidad de apoyar financieramente el ministerio de la iglesia. Necesitas dar financieramente a tu iglesia local. Porque nuestros líderes espirituales, nuestros pastores, los ancianos, tienen responsabilidad con los miembros de su iglesia local. Y nosotros como miembros también tenemos responsabilidades hacia la iglesia.
Y una de las cosas en la que tenemos responsabilidad –para que exista la iglesia local– es también apoyarla financieramente. Tenemos que apoyar financieramente las iglesias locales y hay al menos dos razones para esto. Una es que de acuerdo con las Escrituras tenemos la responsabilidad bíblica de asegurarnos de que quienes ministran la Palabra de Dios tengan cómo satisfacer sus necesidades materiales y financieras.
Tu pastor y su familia no deberían tener que escatimar y buscar aquí y allá para llegar a fin de mes. Tampoco tienen que ser las personas más ricas de la iglesia. Conozco muchos pastores que son siervos humildes que trabajan duro –largas horas– sin una remuneración enorme. Pero debemos asegurarnos de que sus necesidades sean satisfechas.
Y no solo necesitamos asegurarnos de que tengan sus necesidades cubiertas. En el Nuevo Testamento tenemos este maravilloso modelo de que los creyentes trajeron sus recursos a los apóstoles. Leemos en Hechos 4, que los apóstoles distribuían esos recursos, esos fondos, a los que tenían necesidad (v.35). Verás, puede que no siempre sepas quién realmente tiene una necesidad en la iglesia. Es posible que no sepas cómo sufren algunas personas o si alguien ha perdido su trabajo o si una viuda tiene un ingreso limitado y necesita pagar una factura importante.
Pero es responsabilidad del liderazgo de la iglesia saber eso, estar en conexión con las ovejas de ese rebaño. Entonces, cuando doy al ministerio de la iglesia local, los responsables, los líderes de la iglesia, distribuirán esos fondos a las personas que los necesitan, según el trabajo de Dios en esa comunidad y en otras partes del mundo, a través de esfuerzos misioneros.
Agradezco al Señor por las personas que apoyan el ministerio de Aviva Nuestros Corazones, que apoyan otros ministerios paraeclesiásticos que existen para servir al pueblo de Dios y aún de la iglesia. Pero quiero decirte que no deberías estar ofrendando a Aviva Nuestros Corazones si no estás dando primero a tu iglesia local. ¿Sabes? Lo mejor de todo esto y que he encontrado, es que cuando doy a mi iglesia local y luego doy a otros ministerios—cuanto más doy, más Dios me permite dar.
Si al menos estuviéramos dando de acuerdo a la instrucción de Dios, solo dando el mínimo del 10%—que creo que es como el punto de partida para la donación cristiana— entonces encontraríamos que las necesidades de la iglesia serían satisfechas, las necesidades de estos ministerios serían satisfechas, las necesidades individuales de los creyentes serían suplidas a medida que nos entreguemos nosotros mismos. Parte de darnos a nosotras mismas es dar de nuestros recursos financieros y materiales para ministrar las vidas de los demás.
Así que conéctate a la vida de tu iglesia local. No seas una simple calientabancos, una espectadora, alguien al margen. Sal al campo, involúcrate en el juego. Participa de lo que está sucediendo, del privilegio de ser parte de lo que Dios está haciendo. No vayas a la iglesia y te sientes allí con los brazos cruzados y digas: «Ahora minístrenme, diviértanme, háganme sentir bien». Eso es egoísta. Involúcrate.
Entrégate a ti misma, entrega tu corazón, da tus esfuerzos, tu tiempo, tus oraciones, de tus recursos. Conéctate; involucra tu vida. No te sientes allí criticando a todos los que no están haciendo lo que deberían estar haciendo. Haz lo que Dios quiere que hagas y serás bendecida, y tu iglesia también será bendecida.
Gracias, Señor, por la maravilla de Tu Iglesia. Y vuelvo a decir: «Oh, Señor, amo tu reino. Amo Tu iglesia, Tu casa de oración y el pueblo que en Jesús halló completa redención». A veces me sorprende que tu pueblo pueda amarme. Y estoy aún más asombrada de que pudieras amar a Tu Iglesia de la manera que lo has hecho y dar Tu vida por ella, pero lo hiciste.
Entonces, Señor, danos el corazón que Tú tienes por Tu Iglesia y ayúdanos en el día a día y en nuestro servicio en la iglesia, a tener una visión a largo plazo de lo que estamos haciendo, de qué se trata y recordar que todo se trata de Jesús.
Débora: Amén. Esta enseñanza de Nancy DeMoss Wolgemuth es parte de la serie, «¿Quién necesita la iglesia?».
En Aviva Nuestros Corazones anhelamos ver a Dios levantar un ejército de mujeres que oren por Su iglesia. Que escuchen lo que Él ha revelado en Su Palabra y clamen para que Él avive Su obra en medio de Su Iglesia.
¿Has experimentado la soledad en tu caminar espiritual? Recordemos juntas a María, la madre de Jesús y a Elisabet, la mamá de Juan el Bautista. María llegó a la casa de Elisabet, quien se encontraba en su sexto mes de embarazo, el último trimestre. Elisabet había estado recluida y seguramente la visita de María fue inesperada para ella. Sin embargo, Elisabet recibe a la joven María con los brazos abiertos y abraza cada parte del plan que Dios está llevando a cabo en la vida de María.
¿Recuerdas a alguna mujer que ha sido como «Elisabet» en tu vida? Aquella que te ha alentado, acompañado y representado a Cristo para ti. Y ¿qué hay de las «María»? ¿Tienes alguna «María» en tu vida, alguien a quien has servido y animado en su caminar con Dios?
Durante más de 10 años, Aviva Nuestros Corazones ha ayudado a las mujeres a captar la maravilla del evangelio de Cristo y a compartirlo con quienes las rodean. A través de nuestros diversos alcances, estamos trabajando para animar, proveer recursos y movilizar a las mujeres de todo el mundo para que cumplan el llamado que Dios les ha dado a sus vidas. Estamos ansiosas por seguir compartiendo este mensaje, y el Señor lo hace posible a través de hermanas como tú. ¿Considerarías hoy en oración donar este mes de mayo para ser parte de lo que Dios está haciendo en y a través de Aviva Nuestros Corazones?
Esta es una invitación para que te mantengas atenta a las necesidades de las mujeres que te rodean y seas una voz de aliento y amor en sus vidas. Recuerda que el ministerio de ayudar a otras mujeres no requiere títulos o habilidades especiales, sino un corazón dispuesto y obediente a Cristo. En Aviva Nuestros Corazones nuestra misión solo se detendrá cuando venga el regreso triunfal de Jesús. Hasta entonces, tu donación nos permite continuar la obra de Sus manos, y estamos profundamente agradecidos por tu generosidad.
Y el día de mañana acompáñanos para ver cómo lo que ante tus ojos parece un pequeño grano de arena, en realidad encaja en el gran mural de Dios. ¡Te esperamos!
Unidas en un clamor por la iglesia, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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