Nuevas asignaciones tarde en la vida
Annamarie Sauter: Aquí está Nancy Demoss de Wolgemuth.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Hay un tiempo para ti y hay un tiempo para mí para entregar la responsabilidad a la siguiente generación. Usualmente, esto no viene de golpe. Puede venir en etapas y durante un período de tiempo.
Pero tenemos que estar dispuestas a hacer esa transición. Eso no quiere decir que nos volvemos inútiles. Se espera que seamos fructíferas y se espera que continuemos sirviendo de todo corazón. Pero sí significa que tenemos que estar dispuestas a entregar a otras algunas de nuestras responsabilidades.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La historia de la vida de Josué tiene muchas enseñanzas prácticas para cada etapa de la vida. Hemos estado estudiando lo que la escritura nos dice acerca de él, y cómo se aplica esta enseñanza a nuestras vidas. …
Annamarie Sauter: Aquí está Nancy Demoss de Wolgemuth.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Hay un tiempo para ti y hay un tiempo para mí para entregar la responsabilidad a la siguiente generación. Usualmente, esto no viene de golpe. Puede venir en etapas y durante un período de tiempo.
Pero tenemos que estar dispuestas a hacer esa transición. Eso no quiere decir que nos volvemos inútiles. Se espera que seamos fructíferas y se espera que continuemos sirviendo de todo corazón. Pero sí significa que tenemos que estar dispuestas a entregar a otras algunas de nuestras responsabilidades.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La historia de la vida de Josué tiene muchas enseñanzas prácticas para cada etapa de la vida. Hemos estado estudiando lo que la escritura nos dice acerca de él, y cómo se aplica esta enseñanza a nuestras vidas. Hoy veremos un ejemplo vital que Josué nos da al momento de pensar en la jubilación. Como parte de la serie, «Lecciones de la vida de Josué (Parte 12): Dejando un legado.»
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Me han dicho que hay unos setenta y siete millones de baby boomers (y ese término se usa para caracterizar toda una generación) setenta y siete millones de personas que ahora están por retirarse. Y muchos de esos baby boomers están haciendo un esfuerzo increíble por mantenerse jóvenes. La Academia Americana de Medicina de antienvejecimiento (y no sabía que había una cosa así, pero la hay), informa que la industria, la industria del antienvejecimiento, espera un ingreso anual de aproximadamente setenta y nueve mil billones de dólares para el próximo año.
Hay algunas ventajas de tener más de cincuenta años. ¿Quieres saber cuáles son?
- Nadie espera que corras hacia un edificio en llamas
- La gente llama a las 9 de la noche y te pregunta: «¿Te desperté?»
- La forma de aprender ya no es la manera más difícil
- Las cosas que compras hoy, no se desgastan
- Puedes llegar a cenar hasta a las 4 de la tarde
- Y tus ojos no se pondrán mucho peor
- Tu inversión de salud finalmente empieza a dar sus frutos, sus beneficios.
- Tus articulaciones son más precisas que el servicio meteorológico nacional
- Tus secretos están a salvo con tus amigos porque ellos tampoco pueden recordarlos
- No puedes recordar quién te envió esta lista
Alguien me dijo: cuando no te sientas satisfecha y desees volver a la juventud, piensa en el álgebra. Eso fue suficiente para mí. Después leí este. Alguien dijo, «de seguro que me he vuelto vieja. He tenido dos cirugías de bypass, un reemplazo de cadera, rodillas nuevas, he luchado contra el cáncer y la diabetes. Estoy medio ciega y ya no puedo escuchar nada más que el motor de un avión. Tomo cuarenta medicamentos diferentes que me hacen sentir mareada, sin aliento, y sujeta a la pérdida del conocimiento. Tengo ataques de demencia, mala circulación, difícilmente puedo sentir mis manos y mis pies. No puedo recordar si tengo ochenta y cinco o noventa y dos años. Mis amigas ya han partido. Pero, por suerte, todavía tengo mi licencia de conducir».
Bueno, para aquellas de ustedes que son mujeres jóvenes, es probable que no estén pensando en envejecer. Sé que esto estaba lo más alejado de mi mente en mi adolescencia y cuando yo tenía veinte años. Pero ahora la mayoría de mis amigas y mis compañeros son de la tercera edad.
Y me parece que hay un gran temor entre las mujeres que son de mi edad, este miedo a envejecer, miedo de lo que puede implicar, miedo a las limitaciones físicas, y aun a los pensamientos de quedarte sola. Comienzas a pensar en cosas de la edad que no pensabas cuando tenías veinte años; pensamientos acerca de la familia, de las relaciones familiares, los retos financieros. Esto de envejecer empieza a crear un montón de miedos en los corazones de las mujeres.
Entonces, a medida que las mujeres envejecen y envejecen cada vez más – y quizás no debas decir eso hoy en día, pero sí, envejecemos. Conozco mujeres en esa etapa de la vida que luchan con el sentido de, y «¿por qué estoy todavía aquí? ¿Cuál es mi propósito? ¿Soy útil todavía? ¿Tengo todavía algún valor?»
Pues bien, en la Escritura encontramos muchos ejemplos maravillosos de hombres y mujeres mayores que son excelentes modelos a seguir. Y estoy muy agradecida por esos hombres y mujeres que fueron usados por Dios de manera muy significativa durante sus últimos años. Pienso en Moisés por ejemplo, y en hombres y mujeres piadosos que hicieron contribuciones enormes y que todavía están afectando e impactando nuestra fe hasta el día de hoy, a causa de su caminar con Dios cuando eran mayores.
Y en las siguientes dos sesiones quiero hablar de dos hombres viejos, Josué y Caleb. Hoy vamos hablar de Josué y hablaremos de Caleb en la próxima sesión, quien está en medio de todo este relato de la vida de Josué.
Cuando empezamos con Josué semanas atrás, él era un hombre joven. Y la Escritura dice que él era joven cuando era asistente de Moisés.
Pero ahora hemos llegado a la etapa de su vida donde él ha madurado al pasar de los años, y ahora es un anciano. Luego, le daremos un vistazo a Caleb, también un anciano, en la próxima sesión. Son dos hombres, que si nos detenemos a pensar en ello, tenían por lo menos veinte años más que cualquier otra persona en Israel porque ellos fueron los únicos que sobrevivieron en el desierto a través de todos esos años.
Recordemos que todos los que tenían más de veinte años habían muerto en el desierto por su incredulidad. Así que en esta etapa de sus vidas, no había hombres de su generación, no había hombres ni mujeres, no había nadie. No había nadie de su edad, ellos no tenían compañeros.
Así que eran hombres en gran medida respetados y establecían un patrón y un modelo a imitar de cómo envejecer con gracia para esa generación más joven. Y mientras más años pasan, crece el deseo de mi corazón, de envejecer con gracia.
Bueno, y las cosas van a suceder a medida que envejecemos. Es un mundo caído, y las cosas parecen no estar bien. He empezado a tener algunos asuntos con mis rodillas. Y pienso, bueno se supone que no debo estar teniendo esto. Pero luego me doy cuenta de que hay otras personas de mi edad que ya han empezando a tener algunas de estas cosas.
Las cosas se van desgastando y luego empiezan a no funcionar muy bien, y tratamos de cuidarnos lo mejor que podemos. Sin embargo, tenemos limitaciones sobre lo que podemos hacer. Así que hay cosas que comienzan a descomponerse.
Pero hay cosas que pueden ponerse mejor y más bellas y más ricas y desarrolladas y maduras a medida que envejecemos, y es en eso que nos queremos enfocar.
Josué capítulo 13, y es la primera referencia que encontramos en el libro de Josué sobre su proceso de envejecimiento. Y la Escritura es muy directa, muy clara y no se anda por las ramas en estos asuntos de la edad. Hoy en día andamos por las ramas.
Pero la Escritura dice abiertamente en el versículo 1 de Josué capítulo 13: «Siendo Josué ya viejo, entrado en años», y como comentamos en la última sesión, Josué probablemente tenía cerca de 100 años de edad en ese momento.
«Y el Señor le dijo: Tú eres ya viejo, de edad avanzada», y no hay aquí ningún esfuerzo en ocultar el hecho de que Josué era viejo. Esa era una realidad. Y Josué lo admitió; la Escritura lo admitió. Y Dios lo admitió.
Y hemos oído que nunca debes preguntarle a una mujer su edad. Pero eso es una tontería. Yo no voy a estar preguntándoles a las mujeres la edad que tienen, porque sé que a muchas no les gusta que les pregunten su edad. Lo que quiero decirles es que para mí no es relevante hacerles esa pregunta.
Cuando tenga ochenta y cinco años, ¿me importará que me pregunten? No lo sé. No lo creo, pero creo que para una creyente, para una hija de Dios, el envejecer no es algo para avergonzarse. No es algo que se tenga que esconder.
Tengo una amiga que está en sus ochenta. Y si recuerdo bien, ella no le decía a nadie su edad. Eso era un problema para ella. Ni preguntarle ni decirle. Ella no quería que nadie lo supiera. Cuando tenía aproximadamente setenta y cinco años, el Señor comenzó a tratar con ella acerca de ese tema de su edad. Y la ayudó a darse cuenta de que no se trataba de fingir algo que no era cierto. Ella era lo que era, y Dios le había dado gracia para esa etapa de su vida y para las cosas que tenía que ofrecer en ese tiempo de su vida. No era que ella se sintiera deprimida por la edad que tenía, pero no quería que la gente lo supiera.
Y si le preguntas hoy en día, ya no es un problema. Ya no considera la edad como algo negativo. Ella se dio cuenta de que Dios le había dado todo lo que Él quiere para su edad. Y pensé en ella mientras leía este pasaje. Francamente no hay nada de qué avergonzarse cuando hablamos de este tema.
Entonces, en el capítulo 23 de Josué empezando el versículo 1 (es posible que quiera regresar ahí), tenemos otra referencia a Josué como hombre viejo. Josué 23, esto es ya después de que la tierra fue dividida. Y esto es aproximadamente diez años después de la conquista. Muchos días después.
«Y aconteció muchos días después de haber dado el Señor reposo a Israel de todos sus enemigos de alrededor, siendo Josué ya viejo y avanzado en años, que Josué llamó a todo Israel, a sus ancianos, a sus jefes, a sus jueces y a sus oficiales, y les dijo: Yo ya soy viejo y avanzado en años. Y vosotros habéis visto todo lo que el Señor vuestro Dios ha hecho a todas estas naciones por causa de vosotros, porque el Señor vuestro Dios es quien ha peleado por vosotros.» (vv. 1-3).
Bueno, y solo quiero mirar esta etapa de la vida de Josué y quiero hablar hoy acerca de algunas ideas relacionadas con el envejecimiento. Algunas de las oyentes de nuestro programa son personas mayores, algunas tienen mi edad; están envejeciendo y otras son muy jóvenes. Quiero decirte que cualquiera que sea tu edad en este momento, es necesario que pienses sobre envejecer.
¿Qué tipo de persona quieres ser? Porque no sucederá que simplemente te despertarás a los ochenta y cinco años de edad y te verás como una anciana piadosa, como la mujer que siempre quisiste ser.
Toda mi vida, muchas veces he tenido este sueño que he compartido en Aviva Nuestros Corazones, de llegar a ser una anciana piadosa. Y hoy no quiero ser una anciana, sino que cuando sea una anciana, quiero ser una anciana piadosa. Y anticipo ese tiempo y el poder llegar ahí. Pero también me doy cuenta de que no va a suceder simplemente; que no me voy a levantar de la cama a los ochenta y cinco años y a darme cuenta de que estoy llena de gracia y que soy una mujer dulce y llena del Espíritu, porque eso solamente es posible si empiezas a desarrollar estas cualidades y estos hábitos desde ahora. Y esto es algo que vamos a ver en la vida de Josué y de Caleb, su contemporáneo.
Quiero ver algunas ideas en la Palabra de Dios de cómo enfrentar esta situación, ya sea que estés ahí ahora mismo o que vayas de camino o quizás ni siquiera estés pensando en eso.
Dios tenía una misión y un trabajo para Josué aun a su avanzada edad, y Josué lo aceptó. Ustedes no lo ven en búsqueda de una vida fácil, de una vida de recreación, aún a los cien años o a los noventa años. Durante sus últimos años Dios le dio nuevas tareas.
Y Josué dijo, «Señor, lo que quieras que haga en esta etapa de mi vida, eso es lo que quiero hacer». Porque aquí tenemos a un hombre que no estaba viviendo para sí mismo -–ni cuando era joven, ni cuando era viejo. El vivía para la gloria y el avance del reino de Dios.
Y leí una historia sobre una mujer de ciento veinte años de edad que era el ser humano con más edad cuya fecha de nacimiento podía ser confirmada, autenticada. Y cuando se le pidió que describiera su visión del futuro, respondió: «Muy breve».
Y no sé cuál es tu visión del futuro o la edad que puedas tener, pero no importa la edad que tengas, y no importa qué tan cerca te encuentres del final de tu vida (y por cierto, puedes tener veintidós años y estar más cerca del final de tu vida que una persona que tiene cien años). Porque no sabemos cuántos días Dios tiene para nosotras, por lo tanto, siempre hay que vivir a la luz del final de nuestras vidas y de la eternidad.
No importa la edad que tengas, tenemos algunas adolescentes, y tenemos personas como la señorita Dorothy que nos escucha con ochenta años y muchas mujeres también entre los treinta y los setenta. El punto es que Dios tiene un plan, y tiene un propósito, y un llamado para tu vida en esta etapa de tu vida. Y mientras Dios te tenga aquí en la tierra, necesitas una visión, y tiene que ser la visión de Dios.
Y mientras Dios te mantenga aquí en la tierra, estás llamada a servirle. Has sido llamada para que el reino de Dios avance y su gobierno en este mundo avance.
Y no hay ningún concepto en la Escritura que diga que hay que poner a las personas mayores fuera del camino. Ciertamente no lo encuentras. Bien, puede haber trabajos diferentes durante las diferentes edades, pero aún están llamadas las personas a ser fructíferas, a ser útiles y a estar centradas en Dios, viviendo sus vidas para la gloria de Dios.
Y vemos en estos pasajes que Dios le dio a Josué un nuevo trabajo, un trabajo diferente al que había tenido durante sus primeros años. En sus primeros años, Josué sirvió como guerrero; primero como asistente de Moisés cuando era un hombre joven, y luego como guerrero en sus años de maduros, en sus años de juventud madura.
Ahora las batallas ya habían quedado atrás. Y cuando el ahora tiene sus noventa y tantos o a la edad de cien años, Dios le dio un rol diferente. Dios le dio una asignación diferente. Y hablamos en la última sesión del llamado de Dios a Josué para repartir la tierra, para distribuir la tierra al pueblo. Y él había tenido un papel muy activo como soldado, como guerrero, y ahora Dios le estaba dando un trabajo más como de escritorio como si pudiéramos decir. Era como una función más administrativa. Era un llamado diferente.
Las tierras que habían ganado durante las batallas tenían ahora que ser distribuidas a las diferentes tribus, y este llamado no era tan vigoroso. No era un llamado a la acción física y al movimiento como el rol que había desempeñado antes.
Lo que me dice que de acuerdo a la etapa en que estemos viviendo, Dios diseña su llamado y nuestras responsabilidades.
- Porque Dios conoce nuestra condición.
- Él conoce la fuerza que nos ha dado.
- Él sabe cómo nos ha hecho.
- Y Él sabe lo que podemos manejar.
- Y nos equipa y nos capacita para hacer todo lo que Él nos ha llamado a hacer en cada etapa de nuestras vidas.
- Y nos da la fortaleza para hacer todo lo que Él nos llama a hacer.
Y ese llamado puede cambiar en diferentes etapas de tu vida, y eso está bien. Pero el reto es descubrir lo que Dios tiene para mí en esta etapa de mi vida y estar contenta, comprometida y ser fructífera, sin tratar de vivir en una etapa de la vida diferente, en la que no es en la que estoy en este momento.
Por ejemplo, a la edad de cincuenta años, los levitas en el Antiguo Testamento estaban obligados a «retirarse del deber del servicio». Ellos no tenían las mismas funciones a los cincuenta años. Así que hay en este sentido un retiro; pero el punto es que ellos tenían que continuar sirviendo al Señor, pero ahora dentro de un rol, dentro de un papel diferente.
Recientemente, en nuestro ministerio hablábamos de las políticas del retiro. Bueno, cuando nuestro personal era joven y rondaba por los veinte años, nunca se pensó en las políticas del retiro. Ahora que muchos de nosotros estamos en los cuarenta, cincuenta, sesenta, y aún mayores, nos preguntamos: «¿Habrá una política de retiro?» Nuestro equipo de liderazgo ha estado lidiando con: «¿Cuál es la perspectiva bíblica sobre el retiro?»
Y una de las cosas que nos hemos dado cuenta, es que los roles pueden cambiar, pero todos estamos llamados a ser fructíferos y productivos, estamos llamados a servir al Señor mientras Él nos dé aliento. Así que estamos tratando en nuestro ministerio de llegar a un enfoque que reconozca que hay diferentes etapas de la vida con diferentes llamados hechos a la medida de nuestra edad.
Y creo que una vez más, lo que necesitamos hacer es asegurarnos de abrazar cualquiera que sea nuestra etapa y cualquiera que sea el llamado y la responsabilidad que tengamos en nuestras diferentes edades, y que no caigamos en la tentación de mirar hacia atrás y decir: «Oh, si yo fuera joven otra vez», y mirar con anhelo la edad que ya no tenemos, o mirar hacia adelante a alguna etapa que no sabemos si alguna vez Dios nos dará.
Así que tenemos jóvenes que quieren ser viejas y ancianas que quieren ser jóvenes y todas nosotras perdiendo el momento presente que Dios tiene para nosotras aquí y ahora. Algunas de ustedes que están en la etapa de criar niños pequeños. Las que han estado ahí saben que es una etapa de la vida donde no se duerme mucho y uno se pregunta muchas veces si la sobrevivirá.
Pero es importante que permanezcan en esa etapa de la vida y que no miren hacia atrás, ni miren hacia adelante. «Ay si los niños ya estuvieran grandes», o «si yo fuera soltera otra vez». y luego están las que son solteras y quieren estar en una diferente etapa de la vida.
Así que aprovechen donde Dios las quiere tener, en la etapa y edad que tiene para ustedes ahora, la fortaleza que Él les ha dado para esta edad, y usen todo su cuerpo, alma, espíritu, corazón, mente, todo lo que tienen, para servir al Señor. Yo creo que si solamente tengo la mitad de mi mente cuando tenga ochenta y cinco años, quiero usar la mitad de mi mente para glorificar, amar, y conocer a Dios.
Y quiero usar toda la fuerza que Dios me da en el día de hoy, que no es exactamente la que tenía cuando tenía veinticinco años, pero que probablemente es más que la que tendré cuando tenga treinta y tantos años más a partir de ahora. Quiero usar lo que tenga a la máxima capacidad para servir al Señor. Por eso no queramos resentir o resistir donde Dios quiere tenernos, sino que confiemos en Él y abracemos el llamado en cada etapa de nuestras vidas.
El cambio de trabajo de Josué, de ser un guerrero a ser un administrador de las tierras, no fue sólo por su propio bien, sino también por el bien de esa generación más joven. Josué había sido el comandante en jefe, el capitán por décadas. Y creo que Dios se dio cuenta de que era el momento en que la generación más joven tenía que dar el siguiente paso. Era el tiempo para que aprendieran cómo guiar, cómo confiar en Dios, cómo seguir a Dios. Ellos tenían que aprender a pelear sus propias batallas.
Y era el momento de entregar las riendas a los soldados más jóvenes. Era necesario que Josué saliera de su rol para que los más jóvenes pudieran desarrollarse y aprender las mismas cosas que Josué había tenido que aprender cuando era más joven, el confiar en Dios y el ver a Dios pelear sus batallas.
Y hay un tiempo para ti y hay un tiempo para mí de entregar las responsabilidades a la siguiente generación. Y en general eso no viene de un solo golpe. Puede venir en etapas y durante un período de tiempo.
Y tenemos que estar dispuestas a hacer esa transición. Y no significa que estamos volviéndonos inútiles. Se espera que permanezcamos fructíferas y productivas. Se espera que nos esforcemos. Se espera que permanezcamos sirviendo al Señor. Pero significa que tenemos que estar dispuestas a entregar a otros algunas responsabilidades que hemos tenido.
Ahora, en nuestro ministerio estamos en esa etapa en la que estamos hablando de este tema y de las líderes más jóvenes, de la próxima generación de líderes. Y déjame decirte que yo veía esto en las personas mayores y me molestaba, y ahora soy una de esas personas que está buscando a veces con recelo a estas líderes más jóvenes y pienso, pero es que son tan inexpertas. Y no saben lo que están haciendo. ¿Cómo van a manejar esto? Ellas no tienen la madurez. No tienen todo el conocimiento que yo tengo.
¿Sabes qué? Probablemente ellas cometerán los mismos errores que nosotras. Después de la muerte de Josué, los israelitas cometieron algunos errores. Josué tenía que saber que ellos no sabían lo que él sabía. Ellos no habían pasado por todas las batallas que él había pasado. Ellos no habían tenido todos los encuentros que él había tenido con Dios.
Pero los israelitas necesitaban tener sus propias experiencias. Él necesitaba darles la oportunidad de tener sus propios encuentros con Dios, y fe para que hicieran frente a sus propios desafíos, aprender a confiar en Dios, y aprender a obedecer a Dios.
Por eso es muy importante que Josué estuviera listo para soltar las riendas, y para pasar el bastón de mando. Esa es la imagen que hemos utilizado a lo largo de esta serie. Josué había recibido el testigo de mando de parte de Moisés cuando él era un hombre joven. Ahora Josué se encuentra en una edad en que una parte de su responsabilidad es pasar con éxito ese bastón de la fe y el liderazgo a la siguiente generación.
Ahora, en realidad, Josué en su vejez estaba bastante cargado con este cambio de mando, con pasar el bastón de la verdad a la siguiente generación. Y vamos a ver más sobre la forma en que lo hizo cuando lleguemos a los capítulos 23 y 24. Pero verán a lo largo de estos capítulos que él nunca dejó de señalar hacia el Señor a la próxima generación.
Él nunca se sentó como un viejo guerrero a hablar de sus propias hazañas y de sus logros. Él siguió hablando de lo que Dios hizo, de lo que Dios había hecho. Y él buscaba inculcar fe en esa generación más joven.
Él quería que ellos conocieran a Dios para que pudieran salir victoriosos en su época. Él quería asegurarse de que se mantuvieran fieles al Señor. Y esto lo consideraba como una responsabilidad seria y muy importante. No era simplemente, bueno «yo he vivido mi vida y mi tiempo ha terminado; ahora les toca a ustedes trabajar». No, él tenía un enorme sentido de la responsabilidad de asegurarse de que después de su muerte, esa próxima generación permaneciera fiel al Señor.
Y pienso en lo que Pablo dijo en Tito capítulo 2, donde el habla de los roles de las personas que son mayores y jóvenes y de la responsabilidad que tienen las mujeres mayores, primero de vivir vidas que valgan la pena de imitar, y luego de pasar ese bastón de mando. Él le dice:
«Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta: no calumniadoras ni esclavas de mucho vino, que enseñen lo bueno, que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada» (vv. 3-5).
Y me puedo identificar con algunas mujeres cuando las miro a los ojos y junto conmigo algunas veces miramos a las mujeres jóvenes y nos preguntamos: «¿Por qué no pueden entenderlo? ¿Cómo es que no entienden? ¿Por qué están destruyendo sus matrimonios? ¿Por qué le hablan de esa manera a sus maridos?».
¿Saben?, ellas tienen que luchar sus propias batallas, pero tengo que decirte que tú y yo tenemos una responsabilidad. Si esas mujeres no conocen los caminos del Señor, ¿es porque hemos fallado como mujeres mayores en enseñarles los caminos de Dios, formarlas, y enseñarles lo que es bueno?
Tú y yo tenemos una responsabilidad. Y Josué se dio cuenta de eso y lo tomó en serio. Y eso es lo que hace al evangelio creíble. Ahora, la vida de Josué no estaba libre de desafíos en esta etapa de su vida. Hubo problemas y preguntas que surgieron durante el tiempo en que la tierra estaba siendo repartida. Hubo cosas que no había enfrentado antes. Él necesitaba sabiduría, y necesitaba discernimiento.
Y quiero recordarnos, no importa la edad que tengas, todavía hay más batallas que tienen que ser libradas. Aún hay más territorio por conquistar. No hace mucho tiempo hablé con una mujer en sus ochenta años que me dijo: «este último mes ha sido el más difícil de toda mi vida».
Y para aquellas de nosotras que somos algunas décadas más jóvenes esto no es muy alentador. ¿Pero, sabes qué? Dios no te da su gracia hoy, si estás en los cincuenta, para lo que enfrentarás en tus ochenta.
Dios me dará su gracia hoy para los retos y para lo que necesito hoy, ahora. Y cuando esté frente a los retos, si Dios lo permite, a mis ochenta años, entonces habrá gracia para eso. Pero date cuenta de que no va a ser un camino cuesta abajo. Habrá aún retos y problemas que habrá que enfrentar.
Y una última palabra, aún cuando nuestros cuerpos físicos se están deteriorando, nuestro espíritu y nuestro ser interior pueden renovados y fructíferos. Y eso es lo que quiero para mí, y eso es también lo que quiero para ti.
Y me encanta ese pasaje del Salmo 92 que dice:
«El justo florecerá como la palmera; Crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, En los atrios de nuestro Dios florecerán. Aún en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes» (vv. 12 -14, NVI).
Y escuchas la palabra florecer tres veces en este pasaje. Una cosa es florecer cuando estás en tus veinte, en tus treinta, en tus cuarenta. Pero quiero seguir floreciendo hasta el último día que Dios me de aliento. Floreciendo, fresca y fructífera en la vejez. ¡Aún es posible! Fructífera, verde y floreciente.
¿Y por qué? Para declarar que el Señor es siempre justo. Él es mi roca y no hay en él injusticia.
Y eso es lo que yo quiero decir en mi lecho de muerte. Y eso es lo que yo quiero decir cuando ya mis ojos no vean y mis oídos no escuchen y no pueda caminar. Yo no sé lo que el Señor tiene por delante para mí físicamente. Y no estoy tratando de planear los tiempos difíciles, pero he estado lo suficiente alrededor de gente mayor para saber que las cosas van a ser diferentes de lo que son hoy en día.
Pero hay una cosa que quiero que permanezca igual o incluso más cierta y es que esté proclamando a los demás, «Dios es grande. Dios es bueno. Él es una roca en quién puedes confiar. Él es santo. Él es puro». Y por la gracia de Dios seguimos siendo fructíferas, estando verdes, y floreciendo sin importar la edad. ¿Amén? Amén.
Annamarie Sauter: Nancy DeMoss de Wolgemuth nos anima a seguir haciendo el trabajo que el Señor nos llama a hacer en cada etapa de la vida. Este mensaje es parte de una serie llamada, «Lecciones de la vida de Josué (Parte 12): Dejando un legado.» Es una de las varias series que componen una amplia serie de enseñanzas basadas en la historia de la vida de Josué que encontramos en la Biblia.
Y me pregunto ¿Qué has estado aprendiendo a través de esta serie? Te animo a compartir tus pensamientos con otras mujeres. Puedes dejar tu comentario al visitar nuestra página web, AvivaNuestrosCorazones.com. Solo ve al final de la transcripción del programa de hoy y cuéntanos cómo ha estado trabajando Dios en tu vida.
Bien, ¿qué es más fácil, comenzar un proyecto, o terminarlo? A lo mejor estás llena de emoción y energía al principio, pero empiezas a perder el impulso al final. Al inicio de su mando militar, Josué libró batallas emocionantes, dramáticas; pero a medida que pasaban los años, requería energía para terminar el trabajo para el cual Dios lo había llamado. Aprendamos de su ejemplo de persistencia, mañana aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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