Nuestro quebranto y las promesas de Dios
Nancy DeMoss Wolgemuth: Erin Davis nos recuerda la esperanza que nos da la Palabra de Dios.
Erin Davis: Quiero que pienses un minuto en aquello que está rompiendo tu corazón ahora mismo. Solo por un momento. No quiero que te detengas ahí. Y no hay necesidad de pretender que nuestros corazones no están doliendo. Pero ahora escucha las hermosas promesas de Dios: «Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado».
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Hace unos meses tuve el gozo de escuchar una enseñanza de un miembro de nuestro equipo, Erin Davis. Ella administra todo el contenido del alcance en inglés del ministerio, Revive Our Hearts. La escuché enseñar a una audiencia de mujeres sobre un …
Nancy DeMoss Wolgemuth: Erin Davis nos recuerda la esperanza que nos da la Palabra de Dios.
Erin Davis: Quiero que pienses un minuto en aquello que está rompiendo tu corazón ahora mismo. Solo por un momento. No quiero que te detengas ahí. Y no hay necesidad de pretender que nuestros corazones no están doliendo. Pero ahora escucha las hermosas promesas de Dios: «Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado».
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Hace unos meses tuve el gozo de escuchar una enseñanza de un miembro de nuestro equipo, Erin Davis. Ella administra todo el contenido del alcance en inglés del ministerio, Revive Our Hearts. La escuché enseñar a una audiencia de mujeres sobre un pasaje esperanzador de las Escrituras. Y me conmovió tanto ese mensaje que le dije: «Me encantaría que compartieras esto con nuestras oyentes».
Así que, Erin, gracias por estar hoy con nosotras y compartir lo que sé que va a ser un mensaje esperanzador y de mucho ánimo para nuestras oyentes.
Erin: Gracias Nancy, me honra poder compartirlo.
Nancy: El texto del que estarás enseñando es el penúltimo capítulo de la Biblia. Es el capítulo 21 del libro de Apocalipsis. Si tienes tu Biblia a mano o si tienes una en tu celular, quiero animarte a abrir ese pasaje porque quiero que lo veas con tus propios ojos.
De hecho, a medida que Erin nos enseña este pasaje durante los próximos tres días, te animo a repasar una y otra vez los cinco primeros versículos de Apocalipsis 21, a leerlos una y otra vez hasta que queden sellados en tu corazón, así como quedaron en el tuyo, Erin.
Sé que has meditado en este pasaje una y otra vez durante años.
Erin: «Sellado» es la palabra correcta. No recuerdo cuándo fue la primera vez que empecé a detenerme en Apocalipsis 21. Lo he leído tantas y tantas veces, y ha sido de gran importancia para mí, de tal manera que es parte de mí. Recuerdo un tiempo cuando decidí estudiarlo con un grupo de amigas. Habíamos tenido unas pérdidas devastadoras en el grupo, y por mucho tiempo solo llorábamos y llorábamos. Y entonces alguien dijo, «pero lo que necesitamos es esperanza».
Decidimos caminar a través del libro de Apocalipsis, y yo conocía muy bien el capítulo 21. El libro de Apocalipsis completo está lleno de esperanza, y sabía que al detenernos en Apocalipsis 21 recibiríamos ese manantial de esperanza que necesitábamos.
Pasamos alrededor de un año y medio estudiando el libro. Hubo muchas lágrimas, pero acabamos llenas de esperanza.
Nancy: Este pasaje es realmente la cúspide de un libro que puede resultar difícil de entender. Algunas personas temen acercarse a él. Pero dános una visión panorámica de cómo el pasaje encaja en la narrativa del libro de Apocalipsis en sí.
Erin: Bueno, el libro de Apocalipsis fue escrito por el apóstol Juan durante su exilio en la isla de Patmos. Y los primeros capítulos están dirigidos a iglesias, es decir que son muy instructivos.
La parte central del libro de Apocalipsis puede ser un poco difícil de interpretar. Es importante. Necesitamos leerlo. Pero puede ser un poco difícil de entender.
Luego llegamos a Apocalipsis 21 donde hay un cambio total. Puedes sentir el corazón del apóstol Juan a medida que él escribe. El lenguaje se torna muy claro. Y puede llegar a ser hasta simple. Es obvio lo que él nos está describiendo. Él está describiendo el día cuando experimentaremos la esperanza futura, y ese es el tema de esta serie.
Nancy: Bueno, ciertamente todos necesitamos esperanza, y aún más viendo cómo se desarrolla actualmente nuestro mundo; la contención, la polarización, las dificultades –no solo en los Estados Unidos sino alrededor del mundo– lo que están experimentando muchas personas. El pueblo de Dios no es inmune a estas cosas difíciles. Hay sufrimiento a escala mundial, pero también hay sufrimiento en muchas de nuestras vidas. Necesitamos la esperanza de la que vamos a escuchar en Apocalipsis 21.
Así que, antes de pasar a esa enseñanza permíteme orar para que Dios traiga aliento a cada uno de nuestros corazones con este pasaje lleno de esperanza.
Señor, vivimos tiempos turbulentos. Hay sufrimiento. Hay dificultades. Hay dolor. Hay un sentido de vacío y desesperanza cuando vemos cómo están las cosas en el mundo. Y muchos corazones que estarán escuchando esta serie esta semana se preguntan: «¿Y cómo voy a sobrevivir?» «¿Cómo lo voy hacer?» «¿Cómo voy a pasar por todo esto?» «¿Habrá algún futuro para mí?»
Te pido que unjas a Erin con un aceite fresco y una perspectiva nueva de sabiduría y gozo a medida que nos enseña este pasaje, y que Tu Santo Espíritu haga que estas palabras –que es Tu Palabra– penetren en nuestros corazones e infundan a Tu pueblo una perspectiva fresca de nuestra esperanza en este día. En el nombre de Jesús, amén.
Erin: Bueno, me pregunto si habrá una expresión que tenga peor reputación que, «yo prometo». Sea una promesa grande o pequeña, instintivamente asumimos que la persona que nos está prometiendo algo tiene sus dedos cruzados detrás de la espalda, y que no tiene ninguna intención de llevarlo a cabo.
Todos somos bastante dudosos en el departamento de las promesas. Nos gusta tener un adelanto antes de comprometernos.
Una promesa, en su esencia, es un depósito bancario en la esperanza futura. La promesa en sí misma no es la recompensa. Por ejemplo, estoy agradecida por mi anillo de compromiso, pero esto no significaría nada sin el matrimonio.
Pablo escribió esto en Romanos capítulo 8: «…la esperanza que se ve no es esperanza, pues, ¿por qué esperar lo que uno ve?» (v.24).
Quizás esta es la razón por la cual las promesas pueden ser tan difíciles de sostener. Por su misma naturaleza nos obligan a esperar algo que no podemos ver del todo, algo que no podemos captar del todo, algo que nunca puede caber en nuestro gráfico de barras y hojas de cálculo.
Nuestra esperanza, en todo sentido, es algo que no vemos. Nuestra esperanza está en las promesas de Dios.
Ahora bien, la Bibliacontiene más de 5,000 promesas divinas. Estas son declaraciones a las cuales Dios está comprometido inalterablemente. Y, por lo tanto, estas 5,000 promesas son declaraciones de Dios en las que podemos confiar totalmente por la fe, son tan válidas como depósitos bancarios.
Yo les estoy escribiendo las promesas de las Escrituras a mis cuatro hijos. Es un esfuerzo que me tomará muchos, pero muchos años, y no puedo pensar en nada más importante como madre, que mostrarles a mis hijos la manera en que pueden apropiarse de las promesas de Dios, porque las promesas de Dios son como un prisma.
Si has visto un prisma sabes cómo funciona. La luz entra por uno de los lados, y luego dentro del prisma toma otra dirección, enviando la reflexión en otra dirección. La luz entra, y parece una sola cosa. Luego, dentro del prisma cambia totalmente y parece ser algo totalmente diferente cuando se refleja. Cuando las promesas de Dios son nuestro lente, así es que funciona. Todo en nuestras vidas se convierte en algo nuevo.
Si has visto alguna vez la reflexión de la luz de un prisma, sabes lo bella que es. De la misma manera, las promesas de Dios convierten todo en nuestras vidas en algo hermoso.
Bueno, espero que ya estén conmigo en el libro de Apocalipsis, y nos vamos a detener allí por un momento. La Palabra de Dios está llena de promesas, pero mis favoritas se encuentran en este libro, en el libro de Apocalipsis.
El pasaje que vamos a ver juntas ha sido de mucha relevancia para mí. Me he convertido en una valiente embajadora del evangelio. No le temo al presente cuando veo y pienso en todas las cosas que Dios ha prometido. Me ha hecho una mujer que puede soportar el dolor con gracia y aun con gozo. El gozo del cual Santiago habla con relación al sufrimiento, y aquí en Apocalipsis lo vemos a medida que nos señala lo que viene después.
Me ha hecho una madre que puede jugar una larga partida de maternidad. Me ha hecho una maestra de la Palabra que está apasionada por su Biblia, estas palabras me han cambiado, y aún lo siguen haciendo.
Leamos Apocalipsis 21:1-5:
«Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo. Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: “El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado”. El que está sentado en el trono dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas”. Y añadió: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”».
Ahora, no quiero que ustedes se pongan en piloto automático a medida que leemos esta porción de las Escrituras. Tiendo a hacerlo cuando oigo a alguien enseñar. Quiero que se imaginen lo que leemos. Quiero que se imaginen una voz estruendosa viniendo del mismo trono de Dios y diciendo que Dios mismo habitará con nosotros de una manera que nunca antes hemos experimentado.
Ahora escuchen las promesas; empezando en el versículo 4:
«”Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado”. El que está sentado en el trono dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas”. Y añadió: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”».
Las palabras que estamos leyendo aquí fueron escritas por el apóstol Juan cuando estuvo exiliado en la Isla de Patmos por causa de su fe. Así que él no escribió estas palabras en un momento de felicidad en el que todo estaba bien. Él escribió estas palabras cuando estaba sufriendo, cuando estaba siendo castigado por su fe, separado del pueblo de Dios. En medio del sufrimiento, en el apogeo del sistema represivo del Imperio Romano; ese fue el momento en el que Juan recibió una visión del día en que todo ese sufrimiento pasaría.
Yo sé que cualquiera de nosotras que haya experimentado un momento de sufrimiento intenso habría querido tener una visión del cielo nuevo y la tierra nueva al igual que Juan. Pero Dios se la dio a Juan y lo registró aquí para nosotras.
Dios, en Su misericordia, nos dará un cielo y una tierra nuevos. En Apocalipsis 1:1 nos dice que todas estas cosas pasarán pronto. Así es como se nos describe. Me gustaría imaginarme qué tan fuertemente Juan se sostuvo de esa promesa. Pronto, sus sufrimientos como un prisionero sentenciado al exilio por causa de su fe en Cristo, pasarían.
Si consideramos la Palabra de Dios como una mina de oro por un momento, el momento en que llegamos a Apocalipsis 21 es como dar con la mina principal. Estoy convencida de que, para cada área de dolor en tu corazón, la Palabra de Dios te da una promesa a la cual te puedes aferrar.
Por ahora, quiero que nos centremos en dos áreas de nuestras vidas –y lo he notado en mi propia vida– en las que necesitamos más a menudo las promesas de Dios para convertir nuestra realidad en algo nuevo: las promesas de Dios para nuestros cuerpos frágiles y las promesas de Dios para nuestros corazones fragmentados y rotos.
No sé tú, pero estoy sufriendo de fatiga por el quebranto.
Esta misma mañana, mientras revisaba las noticias en mi teléfono vi la palabra fatiga en varios titulares. Estamos cansados. Cuando llego a mi iglesia y me siento los domingos por la mañana, la lista de personas enfermas de cáncer es demasiado larga. Hay demasiados bebés enfermos. Hay demasiados matrimonios con problemas serios. Cuando escucho esa lista estoy agradecida de saber cómo puedo orar por mi familia en la fe, pero necesito algo de esperanza. Necesito un soporte de vida al que pueda aferrarme.
¿Cuál es nuestra esperanza en días de desesperación? Cuando vemos cómo el frente de las tinieblas se mueve hacia el pueblo de Dios, esperamos en las promesas de Dios.
Así que, en primer lugar, ¿qué nos promete la Palabra de Dios para nuestros cuerpos vulnerables?
Nosotros tenemos cuatro hijos, y tres de ellos tienen serios problemas renales. Este mes supe que es en mi genética donde se encuentra la debilidad, ya que yo misma he tenido problemas en ese sentido. Así que en una familia de seis, cuatro tenemos problemas renales.
Elí es nuestro hijo mayor. Él tiene trece años y sus riñones parecen ser los más afectados. Solo le funciona uno. Así que cada año vamos al hospital infantil, a varias horas de nuestro hogar, y nos vemos con el equipo de urología pediátrica.
Siempre paso las semanas anteriores a nuestra cita orando, porque soy de la opinión de que si Dios levantó a Jesús de los muertos, Él puede hacer que un pequeño riñón vuelva a funcionar dentro del cuerpo de mi hijo, pero hasta ahora no ha sido así.
He visto suficientes ecografías para saber a lo que nos estamos enfrentando. Cada año voy a la revisión de Elí. Él está allí en la mesa, y yo miro la pantalla y pienso, este no es el año. Dios no ha elegido curar a mi hijo…todavía.
Aunque cada vez siento una punzada de desaliento, esto es lo que sé con certeza: Mi hijo será sanado. ¿Cómo puedo saber que esto será así cuando año tras año oro y pido algo que no ha sucedido aún? Porque Apocalipsis 21 nos dice que Jesús hará nuevas todas las cosas, aun los riñones que no funcionan.
Cuando Jesús nos enseñó a orar, Él nos enseñó a orar que Su reino se acercara y que Su voluntad fuera hecha en la tierra así como en el cielo. Él nos pidió que oráramos con nuestra realidad futura en mente. Ya sea de este lado del cielo o del otro lado del cielo, mi hijo será completamente sano. En esencia, lo que le estoy pidiéndole a Él cada año, es que haga aquí en la tierra lo que Él hará algún día en el cielo.
Mi esperanza, en última instancia, no es la sanidad de los riñones de mi hijo –no es que Dios sane estos vasos rotos.
Muchas veces, cuando nos reunimos para un funeral decimos algo como: «Ella perdió la batalla contra el cáncer» o «él perdió la batalla contra la esclerosis múltiple». Bueno, las promesas de Dios redirigen esa realidad para los santos. Esas enfermedades que nos atacan, en última instancia, son las que pierden la batalla, y nosotras ganamos porque tenemos la promesa de la gloria con Jesús, libres de todo dolor, de todo sufrimiento físico.
Veamos Filipenses 3:20-21:
«Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de Su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a Él mismo».
Hay otra promesa. Escríbela: Él va a transformar estos cuerpos de humillación en cuerpos gloriosos con el mismo poder con el que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos.
La promesa no es que tú y aquellos que amas nunca tendrán sufrimientos físicos. Y la promesa no es que Dios te sanará en el momento y de la manera que estás esperando que Él lo haga.
La promesa es que se acerca ese día…y si tú eres hija de Dios, serás totalmente sana. Mentes confundidas, dolores de espalda,riñones que no funcionan…nuestros cuerpos serán transformados en cuerpos glorificados. La Biblia los describe como «cuerpos incorruptibles», y Jesús mismo nos los dará.
¿Y qué de nuestros corazones fragmentados y rotos? No sé tú, pero prefiero los dolores corporales a los dolores emocionales en cualquier momento. La Escritura promete que Dios está cerca del corazón abatido, y te puedo decir que esa promesa es verdad. Estoy tan agradecida por Su cercanía cuando mi corazón se abate, pero esta no es la promesa completa.
La promesa plena y futura no es que nuestra esperanza será que Dios estará con nosotros en el momento en que nuestros corazones se encuentren abatidos. Nuestra esperanza futura es que Él les pondrá fin a nuestros sufrimientos, de una vez y para siempre.
Quiero que pienses un minuto en aquello que está rompiendo tu corazón en este momento de tu vida. Solo por un instante –no quiero que te detengas ahí. Y no hay necesidad de pretender que nuestros corazones no están doliendo… Ahora escucha de nuevo las hermosas promesas de Dios que se encuentran en Apocalipsis 21:4:
«Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado».
Si en este momento hay dolor en tu corazón –y si estás viva es muy probable que estés pasando por esto– estoy segura de que al igual que yo quieres saber cuándo terminará todo esto; «¿cuándo cesará el llanto? ¿Cuándo acabará el dolor?»
Esta no es unapromesa para el aquí y el ahora. Recuerda que sostenerse de las promesas de Dios significa aferrarse a una esperanza futura. La promesa de que un día vendrá –luego del juicio final, luego de la redención del pueblo de Dios– cuando Cristo venga a la tierra a reinar y gobernar.
Haz una lista de todas estas cosas que Dios ha prometido remover permanentemente de la vida de Sus hijos: cada lágrima, muerte, lamento, llanto y dolor. Es una lista corta, pero de gran peso e impacto.
¿Por qué razón las lágrimas, el llanto y el lamento se mencionan tan repetidamente? Tal vez porque hay mucho de eso en nuestras vidas aquí en la tierra. Sin embargo, aquí está nuestra promesa segura: Estas cosas están destinadas a desaparecer. Están destinadas a morir.
Así que si algo te apena por dos días o dos años o dos décadas, o ya sea tu vida entera, aquí está la promesa de Dios. Aférrate a ella fuertemente: No estarás afligida para siempre.
En nuestra familia tenemos un par de refranes. Uno de ellos viene de una de mis tías. Ella dice, «esto pasará, no vino para quedarse».La idea es que sea lo que sea, va a pasar.
Hay otras cosas que nosdecimos frecuentemente, y es que, «todas las cosas malas tienen su fin». Quizás lo has escuchado de esta otra manera. «Todas las cosas buenas tienen su fin». Pero para los hijos de Dios, la realidad que Dios nos ha prometido aquí en Apocalipsis 21, es que «todas las cosas malas tendrán su fin». En la plenitud de los tiempos, porque Dios ha tenido misericordia de nosotros, nuestros corazones y nuestros cuerpos quebrantados por el dolor serán hechos nuevos.
Una amiga mía oró por mí recientemente. Ella no es una simple mujer de oración, ella es una guerrera de oración. Cuando ora, tu corazón es animado y prestas atención. No lo sé decir tan hermoso como ella, pero oró algo así, «Jesús, ayuda a Erin a saber que hay una reserva de esperanza que siempre la está esperando, y de la cual ella puede beber cuando quiera. Y ayuda a Erin a saber que cuando no pueda beber, yo sostendré ese vaso por ella».
Quiero que pienses acerca de esa reserva de esperanzapor un momento, y quiero que me permitas sostener el vaso por ti. Las promesas de Dios siempre están ahí. Ellas están ahí para que las tomes y encuentres esperanza.
Pero, ¿sabes?, dudamos de esas promesas. ¿Cómo podemos estar seguras? ¿Cómo podemos saber que Dios cumplirá Su promesa de hacer todas las cosas nuevas?
Quiero que cierres tus ojos por un minuto. Quiero que consideres ese sufrimiento en tu vida que necesita ser redirigido… Te voy a leer 2 Corintios 1:19-20:
«Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que fue predicado entre ustedes por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no fue sí y no, sino que ha sido sí en Él. Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él todas son sí. Por eso también por medio de Él, es nuestro Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros».
Y ¿cómo podemos saberlo? ¿Cómo podemos saber que Dios cumplirá Su promesa? Porque Él envió a Jesús, el Redentor. Él prometió salvarnos de nuestro desesperado quebranto.
Escúchame, si tu corazón está dolido o si tu cuerpo está quebrantado, escucha: La cruz es la garantía paratodas laspromesas de Dios. «Traspasó Su corazón, escogió la muerte; una lanza lo hirió en Su costado».
Ahora, ahí donde estás, acompáñame en oración.
Jesús, te amamos y sabemos que Tú nos amas. Estamos agradecidas por Tus preciosas promesas. Te pido por todas las que nos escuchan…te pido que se aferren, que sostengan fuertemente esas promesas como lo que son, como la salvación que representan; y que confíen en que una esperanza futura viene a restaurar nuestros corazones rotos y nuestros cuerpos corruptibles; y que Tú nos verás a través de ellas. En Tu santo, santo, santo nombre oramos, amén.
Nancy: ¡Wao! Amén. Yo necesitaba eso, Erin. Gracias por apuntarme hoy hacia esa reserva de esperanza, por sostener ese vaso para que yo pueda tomar una porción fresca de las promesas de Dios, recordando que nuestros corazones abatidos y nuestro cuerpo quebrantado serán sanados –no completamente en este instante, pero tenemos esa esperanza de poder mirar hacia adelante por medio de las promesas de Dios que encontramos aquí en Apocalipsis 21.
Y continuaremos con esta enseñanza mañana. No puedo esperar a oír los próximos dos episodios, a medida que nos compartes este precioso pasaje.
Las animo a leer Apocalipsis 21 varias veces, por lo menos desde el versículo 1 hasta el 5 durante estos días, y a permitir que Dios hable a sus corazones sobre las promesas que necesitan escuchar en estos momentos.
Bueno, Erin, estoy deseosa de escuchar lo que vas a compartir en la continuación de estaserie. Tenemos esperanza –hay verdadera esperanza en la que podemos enfocarnos a lo largo de la historia y de cada una de nuestras historias. Hablaremos más sobre esto mañana, así que, ¡asegúrense de regresar!
Annamarie: Trayéndote enseñanza práctica de la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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