Nuestra confianza
Annamarie Sauter: Aunque las circunstancias a tu alrededor cambien, la Palabra de Dios nunca cambia.
Nancy DeMoss Wolgemuth: «Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por lo tanto, no temeremos, aunque la tierra sufra cambios, y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares» (Sal. 46:1-2). En lenguaje moderno podríamos decir, «aunque la bolsa se desplome a niveles inconcebibles, aunque se vacíen nuestras cuentas de banco, no temeremos porque nuestra confianza está en el Señor».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es 2 Samuel, capítulos 21 y 22.
Escucha lo que una mujer que está leyendo la Biblia de tapa a tapa este año junto a nosotras comentó en nuestro sitio web:
«En verdad hay ocasiones en las que pareciera que Dios no estuviera …
Annamarie Sauter: Aunque las circunstancias a tu alrededor cambien, la Palabra de Dios nunca cambia.
Nancy DeMoss Wolgemuth: «Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por lo tanto, no temeremos, aunque la tierra sufra cambios, y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares» (Sal. 46:1-2). En lenguaje moderno podríamos decir, «aunque la bolsa se desplome a niveles inconcebibles, aunque se vacíen nuestras cuentas de banco, no temeremos porque nuestra confianza está en el Señor».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es 2 Samuel, capítulos 21 y 22.
Escucha lo que una mujer que está leyendo la Biblia de tapa a tapa este año junto a nosotras comentó en nuestro sitio web:
«En verdad hay ocasiones en las que pareciera que Dios no estuviera con nosotros en algunas pruebas, y me deja arder en fuego por momentos, pero siempre—siempre deja entrar una brisa que refresca mi fe, y me recuerda que nunca me deja; y entiendo y siento cómo mi fe se fortalece mucho más. Vienen a mi mente recuerdos de tantas bendiciones que es innegable aceptar que Él lo controla todo y se vale de todo para mantenernos de Su mano y confiadas en Él».
Amén, Dios es fiel. Ante las pruebas y el temor debemos fortalecer nuestra fe. Hoy Nancy nos ayudará a hacer esto en la continuación de la serie, «Esperanza para tiempos inciertos». Aquí está ella con nosotras.
Nancy: Los puntos que estaré compartiendo con ustedes en esta serie de tres días, están disponibles en un recurso que encontrarán en nuestra página de internet, titulado:«Esperanza para tiempos inciertos». Ayer les compartí el primero de estos diez puntos: debes mirar hacia arriba en tiempos de incertidumbre y de crisis en vez de mirar hacia afuera o hacia adentro.
Si te enfocas en las circunstancias que te rodean (hacia afuera) o te concentras en ti misma (hacia adentro) en vez de mirar hacia arriba, hacia Dios, serás presa del temor y de la inseguridad. Entonces comenzarás a acaparar, a apegarte a lo que tienes y terminarás sintiéndote deprimida y desesperada.
Este es un espiral en descenso en el cual muchas personas han caído hoy en día, muchos de ellos aun siendo creyentes. Si somos creyentes en Cristo deberíamos manifestar un tipo de respuesta muy diferente en estas circunstancias.
- En vez de temor, debemos responder en fe.
- En vez de sentirnos inseguras, debemos poner nuestra confianza en el Señor.
- En vez de acaparar lo que tenemos, debemos ser generosas en compartir.
- En vez de caer presas de la depresión, el desaliento y la desesperación, debemos manifestar el gozo y la esperanza en el Señor.
Este fue nuestro primer punto: Asegúrense de mantener su mirada hacia arriba. Ahora veamos el segundo punto, y espero poder compartir por lo menos seis puntos en este programa, y los demás restantes en el programa de mañana.
En segundo lugar: Dile a Dios tus necesidades. ¡Ora! Puede que digas, «esta no es la ayuda que estaba esperando». Con cuánta regularidad nos quejamos, lloramos, nos inquietamos y nos estresamos por las cosas que necesitamos y hablamos acerca de la oración, pero en realidad no oramos.
Necesitamos hablar con Dios sobre nuestras necesidades. Y puede que digas, «pero Él ya las conoce». Es verdad, Él ya las conoce, pero Él quiere que nos humillemos delante de Su presencia y le digamos aquellas cosas que necesitamos. Pídele a Dios por tu provisión, y sé específica. Dile de aquellas cosas que tienes necesidad. Pídele a Dios que utilice este periodo de incertidumbre para cumplir Sus propósitos, que traiga un avivamiento y un despertar en nuestras iglesias y nuestros países.
Si vemos Filipenses capítulo 4, y ustedes conocen este versículo que dice: «El Señor está a la puerta» (v. 5). El Señor está cerca. ¿Qué implica esto? «Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante del Señor» (vv. 5-6).
Jesús nos enseñó el Padre Nuestro, pero en realidad ¿lo practicamos? Cristo dijo que cuando oremos esta es una de las cosas que debemos decir: «Danos hoy el pan nuestro de cada día» (Mat. 6:11).
La mayoría de nosotras no sentimos la necesidad de orarle a Dios por nuestra comida del día, pero hay muchas de las personas que nos escuchan que necesitan su pan de hoy y que no saben de dónde les vendrá.
Probablemente todas nosotras sabemos de alguien que no da por sentado que habrá comida hoy en su mesa, y esto es algo que puede causar temor, pero también puede que sea saludable para nosotros pasar por estas temporadas en nuestras vidas donde nos vemos en la necesidad de orarle al Señor, «¿Dios, nos proveerás hoy de nuestro pan diario?»
Es la desesperación la que nos hace clamar a Dios. Y en este recurso que estamos poniendo a tu disposición titulado, Esperanza para tiempos inciertos, cada uno de los puntos tiene una lista de preguntas y «aplicaciones personales» para meditar en nuestras casas. He aquí algunas de las preguntas pertinentes a este punto:
- ¿Has orado por esto?
- ¿Le has pedido a Dios que te provea de tu pan diario y que te muestre los pasos prácticos que Él quiere que des al respecto?
- ¿Estás orando por un avivamiento?
Entonces, dile a Dios de tus necesidades.
En tercer lugar: Aprende el secreto del contentamiento. Pablo nos dice: «No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de tener necesidad» (Fil 4:11-12).
¿Cuál es este secreto? Este secreto es el contentamiento, es el escoger creer que Dios nos proveerá todas nuestras necesidades presentes.
Dirás, «bueno ¿y lo que necesite mañana?» El contentamiento no es solo creer que Dios proveerá todas mis necesidades del momento, y que lo que Él ha provisto es suficiente, sino que también es creer que Él proveerá para todas mis necesidades futuras.
Es posible que en nuestro momento de necesidad Dios nos provea menos de lo que Él nos ha provisto otras veces. Elcontentamiento no solo nos permitirá vivir dentro de los límites de lo que Dios nos ha provisto, sino que también nos permitirá darle las gracias por esa provisión.
Primera a Timoteo nos dice, «pero la piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento. Porque nada hemos traído al mundo, así que nada podemos sacar de él. Y si tenemos con qué comer y con qué cubrirnos, (las necesidades básicas de la vida) con eso estaremos contentos» (vv. 6:6-8).
La pregunta que debemos hacernos en tiempos como éstos es la siguiente: ¿Manifestamos alguna raíz de descontento en nuestro hablar o en nuestras actitudes o en nuestro espíritu?
- ¿Existe murmuración?
- ¿Existe queja?
- ¿Existe desasosiego?
- ¿Expresamos que lo que Dios nos ha provisto no es suficiente para cubrir nuestras necesidades?
Una hija de Dios puede tener un corazón contento aun cuando lo que tiene es menos, cuando ha tenido que restringirse, como lo está haciendo ahora Aviva Nuestros Corazones en este preciso momento, al igual que muchas de ustedes han tenido que restringirse.
Muchas personas han tenido que hacer esto, pero aun así, podemos tener contentamiento en nuestros corazones sabiendo que Dios ha provisto, y que seguirá proveyendo para suplir todas nuestras necesidades.
En cuarto lugar: Pídele a Dios que cumpla Sus propósitos. Dios utiliza la adversidad para mostrarnos lo que hay en nuestros corazones. Dios utiliza la adversidad para purificarnos y para afianzar nuestra dependencia de Él.
Las temporadas de estrechez han probado ser tiempos de grandes bendiciones, ya que cuando las personas son desprovistas de toda autosuficiencia, sus corazones se vuelven hacia Dios. Podemos darle las gracias a Dios por estos tiempos de estrechez porque los ha utilizado para purificarnos y para probarnos.
Uno de los mejores versículos de las Escrituras sobre este tema se encuentra en Deuteronomio capítulo 8, aquí Moisés nos hace un recuento sobre la historia de los hijos de Israel.
Hablando sobre la provisión de Dios, Moisés nos dice: «Y te humilló (Dios los humilló) y te dejó tener hambre» (v. 3). Esto no es algo que nos agrada leer en la Biblia, ¿Dios los dejó tener hambre?
«Y te humilló y te dejó tener hambre»; pero Moisés nos dice en el resto del pasaje: «y te alimentó con el maná que tú no conocías». Hay momentos en que Dios nos deja pasar hambre para entonces mostrarnos que Él puede alimentarnos.
«Y te alimentó con el maná que tú no conocías, ni tus padres habían conocido, para hacerte entender que el hombre no solo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del Señor» (v. 3).
Como podemos ver en la historia de Israel esos tiempos de estrechez fueron oportunidades para que ellos confiaran y dependieran del Señor.
Así que si meditas en los propósitos de Dios, en lo que Él está tratando de realizar en estos tiempos de escasez, no solo en nuestra nación, sino también en tu propia vida y la vida de tu familia, entonces no estarás tan concentrada en tus propias necesidades y en cómo resolver tus propios problemas, sino que tratarás de ver cómo los propósitos redentores de Dios son alcanzados. ¿Cuáles son los propósitos de Dios para tu vida, para las vidas de aquéllos que te rodean y para el mundo en general?
Si Dios considera necesario que sufras pérdidas y que seas pobre económicamente, ¿es esto algo que estás dispuesta a abrazar? ¿Es esto algo que estás dispuesta a abrazar para la gloria de Su nombre y por el avance de Su reino?
Debemos preguntarnos, ¿cuál es nuestra agenda? ¿La de Dios o nuestra propia agenda? Si es nuestra propia agenda entonces diremos: «Lo único que importa es conseguir un trabajo, tener dinero, suplir para mis necesidades, y resolver todos mis problemas». Pero si nos importa más la agenda de Dios diremos: «Señor, si la mejor manera de llevar a cabo Tu plan es que nuestras familias, nuestros ministerios, nuestras iglesias y nuestros negocios, no tengan abundancia, la abundancia que tuvieron en el pasado, si esto trae gloria a Tu nombre y cumple con Tus propósitos, entonces diremos: «Sí Señor, aceptamos Tus propósitos porque queremos que Tu nombre sea glorificado».
En quinto lugar: Permite que Dios purifique tu corazón. Es posible que los tiempos de escasez sean un medio que Dios utilice para disciplinarnos. Aunque no siempre, a veces los justos sufren con los injustos, esto es parte de vivir en un mundo caído, pero debemos admitir que en tiempos de adversidad Dios obtiene nuestra atención.
Así que, ya sea de una manera personal o de una manera general, esta puede ser una expresión de la disciplina de Dios. Pídele a Dios que te muestre si esto es así para tu vida. Pídele que te muestre lo que Él está tratando de decirte a través de estas circunstancias. Permite que Dios escudriñe tu corazón y respóndele con humildad y en obediencia.
Y puede que pienses, «¿qué clase de cosas tendré que confesar?» Te diré algunas de las cosas que las personas se están dando cuenta que deben confesar y arrepentirse:
- de vivir más allá de sus medios
- de contraer deudas irresponsables
- del miedo
- de la ambición
- de vivir con valores temporales
- de estar llenos de amargura
- de retener las ofrendas y los diezmos que le pertenecen al Señor
- de la falta de compasión para otros en necesidad
Pregúntale a Dios, «¿Señor, están algunas de estas cosas, o algunas otras, en mi corazón y debo arrepentirme de ellas, confesarlas?» ¡Permite que Dios purifique tu corazón!
En sexto lugar: Permite que Dios reorganice tus prioridades de la forma correcta.
Los tiempos de problemas financieros y de pérdidas tienen un poder especial de exponer aquello que es realmente importante para nosotros, lo que verdaderamente amamos. Estos tiempos de problemas y de pérdidas nos proveen oportunidades para identificar si tenemos la tendencia de acumular cosas que realmente no necesitamos.
Yo sé que cuando me paro frente al closet de mi casa y empiezo a pensar en todas aquellas personas que están verdaderamente atrapadas financieramente, de inmediato me doy cuenta de la cantidad de cosas que tengo que no necesito.
Ahora, no hay nada de malo en tener más de lo que necesitamos si Dios nos ha bendecido con esto. En algunas épocas de nuestras vidas el Señor nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos; pero si sentimos que necesitamos todas estas cosas para ser verdaderamente felices, entonces nuestras prioridades necesitan ser reevaluadas. Yo creo que el Señor quiere que algunas de nosotras, quizás muchas de nosotras, tomemos medidas que simplifiquen nuestras vidas en estos tiempos de estrechez y que desarrollemos un estilo de vida más moderado y más austero.
Pienso que como resultado de las últimas décadas de afluencia, muchas de nuestras almas han sido copadas. Estamos llenas en demasía y ahora nuestras almas se sienten enfermas. Es posible que Dios quiera fortalecernos y hacer nuestras almas más saludables al ayudarnos a desarrollar estilos de vida más moderados simples y austeros.
Hace poco me encontré en una disyuntiva porque no quería recortar mis ofrendas personales. Me di cuenta de que tenía solo dos opciones: podía vivir con menos o podía dar menos. No quisiera encontrarme en la posición de que tenga que dar menos, esto puede que tenga que ser así en algún momento, pero lo primero que debo preguntarme es, «¿puedo vivir con menos?»
¿Cuáles son las áreas en las que puedo reorganizar mis prioridades y decir, «es esto una necesidad, o es esto un deseo? ¿Es esto algo que tengo que tener, o es esto algo que al menos por el momento puede esperar, para poder estar en una posición que me permita compartir con otros que verdaderamente lo necesitan?»
Pienso que debemos redefinir lo que constituye una necesidad. Algunas de nosotras debemos hacer reajustes en nuestros gastos para poder vivir dentro de nuestros medios y poder ayudar a suplir las necesidades de los demás.
Por último y en séptimo lugar: Pon tu confianza en el Señor.Pon tu confianza en el Señor. En tiempos de incertidumbre económica y de pérdida, demostramos verdaderamente dónde está nuestra confianza.
- ¿Confiamos en nuestros trabajos para proveer para nuestras necesidades?
- ¿Confiamos en nuestros jefes?
- ¿Confiamos en nuestros salarios?
- ¿Confiamos en la bolsa de valores?
- ¿Confiamos en nuestras inversiones?
- ¿Confiamos en el gobierno para que supla nuestras necesidades?
- ¿Confiamos en nuestros cónyuges? ¿Padres? ¿Amigos?
- ¿O estamos confiando en Dios?
En primera a Timoteo capítulo 6, Pablo les dice a los creyentes: «A los ricos de este mundo, enséñales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios» (v. 17). Pon tu esperanza en el Señor. Confía en Él, Él te ama, Él sabe por lo que estás pasando y se preocupa por ti.
Estas circunstancias por las cuales estás atravesando en tu vida, con tu familia, en tu trabajo, en tu iglesia, en tu ministerio; o las circunstancias que otros a tu alrededor están atravesando, no sorprendieron al Señor y no lo tomaron fuera de guardia. Él está en Su trono y está llevando a cabo Sus propósitos en tu vida y está cumpliendo con Sus propósitos para este mundo en general.
Yo sé que esto puede sonar un poco gastado, pero en realidad es el fundamento para enfrentar tiempos como estos: Debemos confiar en que Dios suplirá todas nuestras necesidades, debemos creer que Él nos proveerá.
Dios puede utilizar medidas extraordinarias para suplir las necesidades de sus hijos. Yo creo que debemos aprovechar estos tiempos para ver y para demostrarle a otros lo que Dios es capaz de hacer. Me encanta la historia en este pasaje de 1 Reyes capítulo 17, los primeros 16 versículos, me hubiera gustado tener tiempo de meditar en todo el pasaje, y las animo a que lo lean.
¿Recuerdan la historia del profeta Elías, cuando fue donde el rey Acab, y le dijo: «En los próximos tres años no habrá lluvia sobre la tierra»? Dios estaba disciplinando a su pueblo.
Pero vemos cómo Dios cuidó de su profeta en medio de la sequía. Es una historia maravillosa que fortalece nuestros corazones. Permítanme hacer un breve recuento.
Primero Dios le dice: «Sal de aquí y dirígete hacia el oriente, y escóndete junto al arroyo de Querit, que está al oriente del Jordán. Y beberás del arroyo, y he ordenado a los cuervos que te sustenten» (vv. 3-4).
Así que Dios de una manera milagrosa provee de un arroyo cuando todos los arroyos de la tierra estaban secos y provee de unos cuervos para que Elías pudiera tener agua y comida en un tiempo donde todo el pueblo estaba sin agua y sin comida.
Y ustedes me dirán, «bueno, eso fue en el Antiguo Testamento, Dios no actúa así en el día de hoy». ¿Pero saben qué? Yo pienso que una de las razones por las que no vemos a Dios actuando así en nuestros días, es porque no estamos lo suficientemente desesperadas, o porque no creemos que Él tiene el poder de hacerlo.
Si Dios necesita mandar unos cuervos que alimenten tu familia, ¡Él puede hacerlo! Y qué oportunidad para nosotras de mostrarle al mundo el poder de nuestro Dios.
Entonces Elías hizo como Dios le mandó. Acampó junto al arroyo y los cuervos le traían pan y carne por la mañana y pan y carne por la noche. Dios sabía que él tenía la necesidad de dos comidas completas al día y Él se las proveyó durante todo el tiempo que duró esta crisis económica.
El relato nos sigue diciendo, que después de un tiempo el arroyo también se secó porque no hubo más lluvia en la tierra. ¿Qué pasaría entonces? Imagínense lo que pensó el profeta: «Señor, hasta ahora Tú me has provisto pero ya esta fuente está seca.
¿Tienes alguna fuente de provisión en tu vida, o en la vida de un ser querido, que se ha secado? ¿La fuente que Dios ha utilizado para proveerte todo este tiempo ya no está disponible? Dios le dice al profeta: «Levántate, ve a Sarepta, que pertenece a Sidón, y quédate allí; he aquí, yo he mandado a una viuda de allí que te sustente» (v. 9).
Ahora, que en este tiempo de sequía una viuda fuera su fuente de provisión, era tan difícil como que los cuervos lo fueran, pero Dios se especializa en lo imposible.
Entonces Elías va a Sarepta y se encuentra con una viuda recogiendo leña, y le dice: «Te ruego que me consigas un poco de agua en un vaso para que yo beba. Cuando ella iba a conseguirla, la llamó y le dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan de tu mano».
Sin embargo, la viuda le responde que también está desesperada y que lo que tiene es muy poco: «No tengo pan, solo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la vasija».
Ella le continúa diciendo: «y estoy recogiendo unos trozos de leña para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que comamos y muramos» (vv. 8-12).
Aquí nos encontramos a una mujer desesperada y Dios manda a Elías a su casa diciéndole: «Yo utilizaré esta viuda destituida para proveerte». Me encantan las palabras de Elías para esta mujer.
«No temas; (no tengas miedo) ve, haz como has dicho, pero primero hazme una pequeña torta de esto y tráemela (sé generosa, dame a mi primero); después harás para ti y para tu hijo» (v. 13).
Cuando la viuda responde en fe y hace todo lo que el profeta le dice, Dios le da la promesa de que «no se acabará la harina de tu tinaja ni se agotará el aceite en la vasija, hasta el día en que el Señor mande lluvia sobre la faz de la tierra». Y Dios cumplió Su promesa.
Dios alimentó a Su profeta, a la viuda y a su hijo. Y cuando todos a su alrededor se encontraban sin comida y hambrientos, Dios les suplió todas sus necesidades. Tú puedes confiar en que Dios también suplirá las tuyas.
Lee Mateo capítulo 6, «no se preocupen por su vida, qué comerán, qué beberán o qué ropa se pondrán, Dios proveerá» (v. 25, parafraseado).
Recuerda lo que Dios ha hecho en el pasado, como Él ha provisto. Confía en Su carácter, medita en Sus promesas; rehúsa a que el miedo y la ansiedad te dominen.
«Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por lo tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios, y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares» (Sal. 46:1-2).
En estos tiempos modernos podemos decir: «aunque la bolsa de valores caiga a niveles inconcebibles, aunque nuestras cuentas de banco se vacíen, no temeremos. Nuestra confianza está en el Señor».
Mientras tanto, cuídate de no tratar de resolver las cosas por tus propios medios; eso es una expresión de temor. No permitas que el miedo y el pánico gobiernen tus decisiones o te lleven a lugares donde Dios no quiere que tú vayas.
Abraham hizo esto en el Antiguo Testamento en tiempos de escasez, él se fue a Egipto ¡y se buscó muchísimos problemas en el camino!
En el libro de Ruth también vemos como Elimelec y su familia también hicieron algo así. En tiempos de escasez se fueron de Israel hacia Moab y también terminaron con muchos problemas, incluyendo muerte y desaliento.
No permitas que el miedo y el pánico te lleven a lugares donde Dios no te está guiando.
Annamarie: Hoy hemos escuchado a Nancy DeMoss Wolgemuth compartir verdades que traen paz a nuestros corazones en medio de un mundo cambiante.
No escucharás a muchos expertos decirte que consideres dar en tiempos de crisis, pero en realidad decidir ser generosas es algo sabio. Mañana Nancy te explicará por qué, ahora ella regresa para cerrar este programa en oración.
Nancy: Oh Señor, te oro para que en estos tiempos de dificultad seamos encontradas creyendo en Ti; que en nuestras respuestas a estos problemas y dificultades podamos demostrar cuán grande, poderoso y majestuoso Tú eres; permite que el mundo pueda ver la obra de Tus manos.
Permítenos ver aquellos milagros que solo Tú puedes hacer, y que podamos decir a las generaciones venideras, en muchos años, «esto fue lo que hizo Dios». «Así nos proveyó el Señor».
En el nombre de Jesús te oramos. ¡Amén!
Annamarie: Fijando nuestro ojos en Cristo, juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
Grande es Tu Fidelidad, Jonathan & Sarah Jerez, Periscopio ℗ 2017 Jonathan & Sarah Jerez.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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