Nombre sobre todo nombre, día 6
Annamarie Sauter: ¿Estás buscando un líder en quien puedas confiar?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hay un solo Mesías. Así que no pongas tu esperanza o tu confianza en nada más, en nadie más no importa cuán gran líder sea. Hay un solo Rey y un solo Líder ungido y es Jesús, y es por eso que lo adoramos. Él es quien dice ser.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
En Isaías encontramos muchas profecías acerca del Mesías que vendría y la obra redentora que el Padre le dio para hacer. Hemos estado escuchando sobre esto al estudiar varios nombres de Jesús, especialmente algunos que encontramos allí en Isaías, que es el libro de la Biblia que actualmente estamos leyendo en nuestro Reto Mujer Verdadera 365. Hoy leemos los capítulos 41 al 43.
Aquí está Nancy con la continuación de esta …
Annamarie Sauter: ¿Estás buscando un líder en quien puedas confiar?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hay un solo Mesías. Así que no pongas tu esperanza o tu confianza en nada más, en nadie más no importa cuán gran líder sea. Hay un solo Rey y un solo Líder ungido y es Jesús, y es por eso que lo adoramos. Él es quien dice ser.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
En Isaías encontramos muchas profecías acerca del Mesías que vendría y la obra redentora que el Padre le dio para hacer. Hemos estado escuchando sobre esto al estudiar varios nombres de Jesús, especialmente algunos que encontramos allí en Isaías, que es el libro de la Biblia que actualmente estamos leyendo en nuestro Reto Mujer Verdadera 365. Hoy leemos los capítulos 41 al 43.
Aquí está Nancy con la continuación de esta serie titulada, Nombre sobre todo nombre.
Nancy: Hoy queremos ver un nombre que se extiende a lo largo de toda la Palabra de Dios. Realmente, vamos a estar viendo dos nombres que significan lo mismo. Uno lo encontramos en el Antiguo Testamento y el otro lo encontramos en el Nuevo Testamento. Estos dos nombres aparecen cerca de 600 veces en toda la Palabra de Dios.
Así que déjame introducir el nombre, leyendo el primer versículo en el Nuevo Testamento en Mateo capítulo 1, versículo 1 que dice: «Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham». Y entonces vamos a bajar al versículo 16, donde dice: «Jacob engendró a José, el marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo».
Ahora, para obtener este nombre tendremos que hacer un pequeño estudio del lenguaje. Así que ponte el cinturón de seguridad y vamos a hacer este viaje.
La Palabra, Cristo viene del griego Cristos. Esta palabra en español suena igual pero sin la s. Y esa palabra, Cristos, viene del verbo ungir. Y es de la cual tomamos nuestra palabra cristianizar. Y además tú has escuchado las palabras ungir, bautizar.
Y también está relacionada con el término en latín, César. Cristos. César. Y quizás te preguntes, «¿qué tienen en común?» Bueno, ya veremos. También la palabra alemana, Kaiser o la palabra rusa, Czar, todas son palabras que se relacionan. Ellas tienen que ver con un líder que es ungido o designado. Y vamos a ver cómo nuestros corazones humanos imploran por un Mesías, por un Cristo, un líder designado.
La contraparte del Antiguo Testamento o el equivalente de la palabra Cristo en el Nuevo Testamento, es una palabra que en hebreo es Mashiach. Suena similar a la palabra en español con la que estás familiarizada, Mesías. La Palabra en español que significa también ungido o el ungido.
Así que en el Antiguo Testamento hebreo es la palabra Mashiach, ungido o el ungido, y en el griego del Nuevo Testamento es la palabra Cristos que también significa ungido. Así que cuando decimos Jesucristo, Cristo no es su apellido. Es parte de un título. Este es Jesús el Mesías; Jesús el ungido.
Ahora, vamos a ver por un momento esta palabra, Mashiach, en el lenguaje hebreo. Un estudioso dijo que esta palabra es «una de las palabras más importantes en el vocabulario hebreo».
Ahora, esta palabra, Mashiach, en sí misma no aparece muchas veces en el Antiguo Testamento, no así la palabra Cristo la que sí encontramos muchas veces en el Nuevo Testamento. Pero esa palabra, Mashiach expresa un concepto central en la teología judaica. Y tú ves la idea a través de todo el Antiguo Testamento.
En el Antiguo Testamento hubo sacerdotes, reyes y ocasionalmente profetas que fueron apartados para el servicio a Dios al ser ungidos con aceite. Ellos eran llamados los ungidos –Mashiach. Y esa unción y esa palabra simbolizaban que ellos habían sido elegidos y comisionados por Dios para un oficio especial, una tarea específica y luego ellos eran ungidos con aceite simbolizando que estaban llenos del Espíritu Santo, que los equipaba para llevar a cabo dicha tarea.
Más a menudo eran los reyes—un rey elegido por Dios. ¿Recuerdas en 1 Samuel, donde David había sido ungido para ser rey, pero todavía había un rey que estaba reinando sobre el trono, el rey Saúl? Y David una y otra vez rehusó quitarle la vida a Saúl, aunque Saúl había rechazado al Señor y se ponía como loco. Pero David decía, «yo no tocaré al ungido de Dios—el Mashiach de Dios». Esa es la palabra en ese versículo. Esto era algo muy serio, ser el ungido de Dios.
Luego, a través del Antiguo testamento, Dios prometió que habría un futuro líder que iba a ser enviado por Dios, ungido por el Espíritu, quien sería el máximo profeta, sacerdote y rey. Este rey liberaría al pueblo de Dios; Él establecería el reino de Dios y gobernaría el mundo. Y ves estas profecías o estos destellos de este concepto de un Mesías que vendría, muchas veces a través del Antiguo Testamento.
De hecho hay cientos de profecías a las que llamamos «profecías mesiánicas» que nos permiten vislumbrar cómo sería el Mesías. Se nos dice en Malaquías, por ejemplo, que este Mesías, este ungido, sería precedido por un mensajero que prepararía a su pueblo para su venida (ver Malaquías 3:1-2; 4:3-6). Podemos ver que el Mesías sería de la tribu de Judá. Sería un descendiente directo del rey David. Podemos ver esto en Isaías 11 en el versículo 1. Vemos en Miqueas 5 que nacería en Belén (v.2).
Vemos en Isaías 7 que Él nacería de manera sobrenatural de una virgen (ver el v. 14) y que haría milagros. Isaías 35 dice, «entonces se abrirán los ojos de los ciegos, y los oídos de los sordos se destaparán. El cojo entonces saltará como un ciervo, y la lengua del mudo gritará de júbilo». Esta es una profecía mesiánica.
Y luego vemos en Isaías 61 que este Mesías, iba a «traer buenas nuevas a los afligidos; iba a vendar a los quebrantados de corazón, y proclamaría libertad a los cautivos».
Luego, una de las profecías más importantes del Antiguo Testamento acerca del Mesías se encuentra en el libro de Daniel en el capítulo 9, donde habla sobre la venida del ungido, el Mashiach. En el versículo 25, dice que «Él pondrá fin al pecado…para expiar la iniquidad…y traerájusticia eterna». Es una promesa del Mesías ungido de Dios.
Ahora, aquí está el desafío, en la medida en que lees estas profecías mesiánicas a través de todo el Antiguo Testamento, puedes ver algunas aparentes contradicciones. Por ejemplo, un pasaje dice: «y he aquí, con las nubes del cielo venía uno como un Hijo de Hombre», esto está en Daniel 7:13, y luego ves otro pasaje en Zacarías que dice: que vendría «humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de asna». Ambas son profecías mesiánicas.
Una profecía dice que Él regiría las naciones pero otra profecía dice que Él sería un siervo sufriente. De hecho Él va a ser «rechazado y desechado por los hombres» (Isa. 53:3). Él va a ser «traicionado por un amigo» (Salmo 41:9). Él va a ser «vendido por 30 piezas de plata» (Zacarías 11:1), todas estas son profecías mesiánicas del AT acerca del Mesías.
Daniel 9 dice que Él sería muerto (v.26). Que sería rechazado. Él iba a morir antes de la destrucción de Jerusalén y de la destrucción del templo, lo cual sucedió en el año 70 D. C. Nos da incluso un marco de tiempo cuando esto acontecería.
Las Escrituras nos hablan en el Antiguo Testamento de que este Mesías sería azotado. Sería escupido (Isaías 50:6). Le ofrecerían vinagre para su sed (Sal. 69:21. Isaías 53 nos dice que Él moriría con los criminales (v.21). Y el Salmo 22 nos dice cómo moriría más de 300 años antes de que la crucifixión fuera inventada como un método de ejecución. Nos dice, «traspasaron mis manos y pies»—que Él sería crucificado aun antes de que las personas supieran lo que era la crucifixión (v.16)
Así que tenemos estas profecías paradójicas —difícil de ponerlas todas juntas. Un comentarista lo expresó de esta manera:
Aunque nació para ocupar un trono glorioso, más alto que cualquier trono de un rey terrenal, iba a ser rechazado y desechado por los hombres. Sería rico y pobre, sacerdote y sacrificio, rey y siervo, y todo a la vez. Señor de la vida y aunque sujeto a la muerte. El Señor de David y el Hijo de David—el Dios Todopoderoso y el Niño que ha nacido —el Gran Yo Soy y al mismo tiempo «un Hombre».
Profecías paradójicas.
Ahora, solo hay una persona que cumple estos cientos de profecías. Su nombre es Jesús, el Mashiach, el Ungido de Dios, probando, al cumplir todas estas profecías, que Él era el Mesías prometido, el profeta ungido prometido, sacerdote y rey.
Quizás has escuchado de un matemático del siglo XX, Peter Stoner, quien calculó la probabilidad de que una persona pudiera cumplir solo ocho de las predicciones mesiánicas del Antiguo Testamento. Ahora, hubo cientos de profecías, pero solo una persona, al azar, que cumpliera ocho de esas profecías. Él dijo que la probabilidad era de uno en 10 a la 17 potencia. Eso es uno en cien mil trillones.
Ahora, para darnos una idea de la inmensidad de lo que este número es, sería como cubrir el estado de Texas en los Estados Unidos, con cien mil trillones de monedas de un dólar y marcar una de ellas con una X. Luego mezclarlas todas, vendarle los ojos a un hombre, mandarlo al estado de Texas y hacer que al azar él elija el dólar marcado. Esta es la probabilidad matemática de que una persona pueda cumplir solo ocho de todas estas profecías. Pero desde luego Jesús las cumplió todas. Él es el Mesías.
Ahora, los judíos estaban esperando a un Mesías que iba a hacer señales milagrosas, que liberaría el pueblo de Dios, y que supliría sus necesidades físicas y viviría y reinaría por siempre. Bajo la opresión de los romanos, los judíos desarrollaron esta expectativa de que el Mesías sería un líder político, un héroe militar que derrocaría al odiado gobierno romano y los liberaría de la tiranía política.
Así que este es el contexto de donde se encontraba el pensamiento judío cuando las cortinas del Nuevo Testamento se abren. Este es el trasfondo cuando leemos Juan 1, versículo 41, cuando Andrés «encontró…a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías» (que traducido quiere decir, Cristo). Mesías. Cristo. Esto es lo que los judíos estaban esperando.
Ahora, Jesús reconoció un número de veces en el Nuevo Testamento que Él era, de hecho, el Mesías prometido. Pero normalmente cuando lo hacía, era en ambientes privados. Por ejemplo, ¿recuerdas Su conversación con la mujer samaritana en el pozo en Juan capítulo 4? La mujer le dijo: «Sé que el Mesías (Mashiach) viene (el que es llamado Cristo); cuando Él venga nos declarará todo. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo». Yo soy el Mesías. Él se lo reconoció a la mujer samaritana.
En Mateo 16 Jesús les dijo a sus discípulos: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo (Cristos, el ungido), el Hijo del Dios viviente.Y Jesús, respondiendo, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos».
¿Recuerdas en Marcos capítulo 14, donde el sumo sacerdote le dice a Jesús en medio del juicio: «Le volvió a preguntar el sumo sacerdote, diciéndole: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Jesús dijo: Yo soy…» Él lo aceptó. Él dijo, Yo soy el Mesías prometido. Pero Jesús era reacio a aplicar el término a Sí mismo en lugares públicos. Él no lo hacía a menudo. Y pienso que era porque Él sabía que los judíos tenían un entendimiento defectuoso de lo que el Mesías haría cuando viniera.
Así que por ejemplo leemos en Juan capítulo 6, esto es inmediatamente después de haber alimentado a los 5000: «Verdaderamente este es el Profeta que había de venir al mundo» (v.14). Este es el profeta que vendría del que habla la profecía. El Mesías, el Ungido. «Por lo que Jesús, dándose cuenta de que iban a venir y llevárselo por la fuerza para hacerle rey, se retiró otra vez al monte Él solo» (v.15).
Jesús, por lo general, «escondía» su misión mesiánica a las multitudes. De hecho, ¿recuerdas todas las veces que Él le dijo a alguno de los que había sanado, «¡no se lo digas a nadie! ¡No se lo digas a nadie!». Esa no es la manera en que hoy en día se hacen las cosas. Pero Él sabía que ellos tenían una visión incorrecta del Mesías y del reino del Mesías. Así que Él pasó mucho de Su ministerio reinterpretando o derribando la falsa visión que ellos tenían de un Mesías.
Él quería que ellos entendieran que Su reino no era político. Era un reino espiritual. Y ese reino no llegaría a través de poder militar o por fuerza o por violencia. No llegaría a través de coerción humana o persuasión. Sus armas eran un servicio humilde, amor y por último Su propia muerte, que fue Su mayor arma para establecer ese reino. Y Su reino no vendría en el tiempo o en la forma en que ellos esperaban que viniera o que ellos querían que llegara.
¿Ves? Los judíos estaban esperando un rey que viniera con una ceremonia solemne. Ellos no esperaban que Él fuera el siervo de Isaías 53 que sería «rechazado y despreciado por los hombres». Jesús vino calladamente y sin fanfarria. Y cuando vino como un Rey humilde, con un bajo perfil, Él no llenaba sus expectativas. Así que por mucho, y con muy pocas excepciones, los líderes judíos religiosos rechazaron a Jesús como el Mesías, aun hasta este día. Ellos le acusaron de blasfemia porque si tú dices que eres el ungido de Dios y no lo eres, esa es una ofensa real y muy seria.
Lucas 23 dice, «y comenzaron a acusarle, diciendo: Hemos hallado que este pervierte a nuestra nación, prohibiendo pagar impuesto al César, y diciendo que Él mismo es Cristo, un Rey» (v. 2). ¿Ves?, estos líderes religiosos se sintieron amenazados por Jesús. Había una lucha de poder. Ellos querían retener su poder y su control. Así que ellos rechazaron a Jesús como el Mesías prometido y le crucificaron.
Y mientras Él colgaba de esa cruz. Lucas 23 sigue diciendo, «y aun los gobernantes se mofaban de Él, diciendo: A otros salvó; que se salve a sí mismo si este es el Cristo de Dios, su Escogido» (v.35). Así que ellos no entendían esto, que realmente Él era el Mesías. Eso era algo impensable para ellos. Era escandaloso que el Ungido de Dios sufriera, fuera colgado de una cruz y muriera. Parecía lo opuesto a este rey victorioso, triunfante, conquistador que ellos estaban esperando que derrocaría a los romanos.
Ahora, este rechazo, como hemos dicho, había sido profetizado en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, puedes verlo si lees en el Salmo 2 en el versículo 2. Dice: «Se levantan los reyes de la tierra, y los gobernantes traman unidos contra el Señor y contra su Ungido». De hecho, este es el pasaje que Pedro y Juan citan en Hechos capítulo 4, ellos citan este pasaje del Salmo 2 cuando son traídos para ser interrogados. Este pasaje en el que se levantan los reyes de la tierra y los gobernantes traman unidos contra el Señor, y contra su Ungido.
Y ¿sabes lo que estoy diciendo cuando nos recuerdo que Él todavía es rechazado y odiado por la mayoría hoy día? Y pienso que es por las mismas razones de ese entonces. Que los seres humanos quieren retener el poder y el control sobre sus propias vidas. No quieren que nadie sea rey sobre ellos.
Así que Jesús fue y es el Cristo, el prometido de Dios, el Ungido de Dios, ese es un principio fundamental de nuestra fe cristiana. Los apóstoles y los primeros cristianos se propusieron probar que Jesús fue de hecho «el Cristo». Tú ves este mensaje sonando a través del libro de los Hechos en el Nuevo testamento.
Recuerdas cómo después de su conversión «Saulo…confundía a los judíos que vivían en Damasco probando que Jesús era el Cristo» (Hechos 9:22). Ellos debían probar que Él era el Ungido de Dios. En Hechos 18:28, leemos acerca de Apolos quien «refutaba vigorosamente en público a los judíos, demostrando por las Escrituras (¿cuáles Escrituras serían estas? El Antiguo Testamento, demostrando que Jesús era el Cristo».
Así que «un cristiano», «uno de Cristo» es alguien que cree y sigue a Jesucristo, el Ungido de Dios. Primera de Juan 5 nos dice: «Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios» (v.1).
Ahora, mientras pensamos acerca de Jesús siendo el Mesías, el Cristo, Jesús el Cristo, el Ungido de Dios, ¿cuáles son esas cosas que podemos aplicar a nuestros corazones aquí y ahora? Tú dirás, yo sé eso, claro, desde luego. Yo creo eso. ¿Y qué? ¿Qué diferencia hace esto en nosotras?
Bueno, primero, es un recordatorio de que la Palabra de Dios es verdad. La Palabra de Dios es verdad. Dios se ocupó de dejarnos muchas verdades convincentes. Lucas dice, con relación a quién es Jesús, que Él es el prometido.
Cuando tengamos dudas de que la Palabra de Dios es la verdad y nos preguntemos, ¿realmente es verdad? Porque nuestra cultura está hecha para desacreditar la Palabra de Dios y decirnos que ella no es verdad. Algunas veces podemos pensar, ¿soy como estos tontos cristianos que necesitan una muleta para creer? Tú puedes haber trabajado con personas que piensan que estás loca por creer que este viejo libro es la Palabra de Dios.
Bueno, estas dudas pueden ser superadas mientras renovamos nuestras mentes con la genialidad de todas estas profecías del Antiguo Testamento fueron cumplidas cientos de años después en Jesús, el Cristo, el Mesías. La Palabra de Dios es verdad.
Y también somos recordadas que Jesús es quien dice ser. Él es quien dice ser. Él es el Ungido de Dios. Ahora, es interesante que las personas hoy están buscando un líder ungido. Nosotras queremos que ese líder ungido sea humano como nosotras, pero que no esté demasiado por encima de nosotras. Queremos a alguien en quien podamos confiar, a quien podamos seguir. Las personas buscan esto en un presidente, en un jefe, en un rey, en un esposo. Quieren un líder ungido.
Pero yo te estoy diciendo hoy, que solo hay un líder ungido y es Jesús, el Mesías, Mashiach, Christos, el Ungido de Dios, el que fue enviado del cielo para que fuera nuestro profeta, nuestro sacerdote y nuestro único y máximo líder ungido y ese es Jesús, Rey. Hay un solo Mesías. Así que no pongas tu esperanza o tu confianza en nada más, en nadie más, no importa cuán gran líder sea. Hay un solo Rey y un solo Líder Ungido y es Jesús y es por eso que lo adoramos. Él es quien dice ser.
Y luego, en tercer lugar, se nos recuerda que ¡Dios mantiene sus promesas! Dios mantiene sus promesas. Ahora, Él no siempre lo hace de la manera o en el tiempo en que esperamos. Los judíos aprendieron esto en la era del Nuevo Testamento, ellos esperaban un Mesías que sería un rey terrenal, un héroe político que derrocaría a sus enemigos y marcaría el inicio de una era utópica de paz y prosperidad.
Y de nuevo, ¿no es ese el tipo de líder que las personas están buscando hoy día? Pero ellos estaban equivocados con respecto a sus expectativas en términos de cómo y cuándo esto sucedería y eso hizo que ellos no pudieran reconocer que el Mesías estuvo realmente aquí. Cuando Jesús no llenó sus expectativas, hubo unos pocos que creyeron. Dios les dio ojos de fe para ver que este era el Mesías. Pero la mayoría rechazó creer. Lo rechazaron. Ellos lo mataron. Y aun los discípulos, aun para ellos, sus expectativas debieron ser ajustadas.
Y pienso que algunas veces nosotras tenemos expectativas de cómo debe ser Jesús, de lo que Él debe hacer. Queremos tener la corona sin la cruz, muy similar a lo que los judíos esperaban del Mesías. Así que cuando Él no llena esas expectativas, aunque no las hayamos verbalizado, somos tentadas a dudar de que Él realmente sea el Señor y quizás aún lo rechacemos.
Recuerda que porque Cristo gobierna como Mesías en nuestras vidas, no siempre o no tan rápido nos dirige a la cima de la montaña o a victorias extravagantes o a arreglos rápidos. Algunas veces Su reinado como Mesías nos guía primero a través de estaciones de luchas, debilidades y privaciones.
Pero la esperanza a la que debemos adherirnos y el mensaje que nosotras proclamamos es que Jesús es el Ungido de Dios. Él es el Mesías. Él es el que vino a libertar a Su pueblo de enemigos como el pecado y la muerte y básicamente de todas las consecuencias de la caída. Él es el Rey ungido de Dios quien reinará por siempre y para siempre.
Así que la pregunta es, ¿has creído en Él? ¿Crees en Él? ¿Le has recibido a Él? Si es así, entonces adórale. Él es el único ungido de Dios, el Mesías, el Cristo.
Annamarie: Jesús el Mesías. Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado ayudando a profundizar en este nombre y a creer que Él es quien dice ser, y que en Él se cumplen las profecías que hemos estado leyendo en nuestras lecturas diarias de la Biblia.
En Isaías 28:16 leemos: «Por tanto, así dice el Señor Dios: “Yo pongo por fundamento en Sión una piedra, una piedra probada, angular, preciosa, fundamental, bien colocada. El que crea en ella no será perturbado”». Mañana Nancy nos hablará más acerca de esto al continuar con esta serie titulada, Nombre sobre todo nombre.
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Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Nombre Sobre Todo, La IBI & Sovereign Grace Music, La Salvación es del Señor ℗ 2014 Sovereign Grace Music.
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