Nombre sobre todo nombre, día 4
Annamarie Sauter: En medio de tus luchas, ¿dónde pones tu confianza?
Nancy DeMoss Wolgemuth: «Algunos confían en carros, y otros en caballos…» Y algunos confían en su pareja y sus hijos o en su cuenta bancaria, o en su trabajo o en su salud, «…mas nosotros en el nombre del Señor nuestro Dios confiaremos» (Sal. 20:7). «Fortaleceos en el Señor» dice Efesios 6, «y en el poder de su fuerza» (Ef. 6:10).
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy continuamos en la serie titulada, Nombre sobre todo nombre.
Nancy: Esta semana hemos estado viendo varios nombres de Jesus, el Mesías, que se encuentran en el libro de Isaías. Si tienes tu Biblia contigo y puedes detenerte y leer junto con nosotras; siempre vas a sacar más provecho de estas sesiones si buscas con nosotras en tu propia Biblia, de …
Annamarie Sauter: En medio de tus luchas, ¿dónde pones tu confianza?
Nancy DeMoss Wolgemuth: «Algunos confían en carros, y otros en caballos…» Y algunos confían en su pareja y sus hijos o en su cuenta bancaria, o en su trabajo o en su salud, «…mas nosotros en el nombre del Señor nuestro Dios confiaremos» (Sal. 20:7). «Fortaleceos en el Señor» dice Efesios 6, «y en el poder de su fuerza» (Ef. 6:10).
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy continuamos en la serie titulada, Nombre sobre todo nombre.
Nancy: Esta semana hemos estado viendo varios nombres de Jesus, el Mesías, que se encuentran en el libro de Isaías. Si tienes tu Biblia contigo y puedes detenerte y leer junto con nosotras; siempre vas a sacar más provecho de estas sesiones si buscas con nosotras en tu propia Biblia, de modo que estas estudiando la Palabra de Dios y no solo estoy yo llevándote el alimento a la boca.
Te invito a ir al libro de Isaías capítulo 9. A medida que llegas ahí, al final de Isaías 8, justo antes del pasaje que estamos viendo, el profeta ve al pueblo de Dios en gran angustia. Pronto van a ser invadidos por el ejército asirio y estos son días de oscuridad, angustia y tristeza. Si regresaras a leer el final del capítulo 8 dirías, «esto es deprimente. Esto es duro. Estos son días oscuros en Israel».
Pero entonces llegas al capítulo 9, y hay una transformación dramática. Mira el versículo 1. Dice así:
«Pero no habrá más lobreguez para la que estaba en angustia…»
Versículo 2: «El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz; a los que habitaban en tierra de sombra de muerte, la luz ha resplandecido sobre ellos» (v.2).
Y luego el versículo 3 habla de gozo, alegría y regocijo. Y el versículo 4 dice: «Porque tú quebrarás el yugo de su carga…y la vara de sus opresores». El versículo 5 habla de cómo van a ser quemadas todas las botas sucias y todos los uniformes ensangrentados de los soldados porque ya no van a necesitarlos más. No va a haber más guerra. Así que vemos aquí en estos pocos versículos que las tinieblas se transforman en luz, la angustia y la tristeza son reemplazadas por una gran alegría; la opresión y la derrota dan paso a la victoria. Y te preguntarás, «¿qué pasó? ¿Cómo está ocurriendo este cambio?»
Bueno, el versículo 6 de Isaías 9 nos da la respuesta:
«Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado»
Estas son referencias del Antiguo Testamento sobre la venida del Mesías—la promesa de que Dios enviaría un salvador, un libertador. Este libertador inicialmente no vendría como un rey poderoso. Este Mesías vendría como un niño, como un hijo, dado del cielo.
«…y la soberanía reposará sobre sus hombros (Rey); y se llamará su nombre Admirable Consejero, (estuvimos viendo este el día de ayer, y luego) Dios Poderoso, Padre Eterno, (y) Príncipe de Paz» (Is 9:6).
A veces digo que lo que sea que esté enseñando en un momento determinado es mi pasaje favorito, y en este caso sería mi nombre favorito en la serie. Y hasta el momento, el nombre de «Dios Poderoso» es sin duda uno de mis favoritos. Quiero que hoy veamos esto.
Pero vemos en este pasaje que el nacimiento de un niño lo cambiaría todo. Este niño era el Mesías prometido, Jesucristo. Él sería la luz del mundo que disiparía las tinieblas de este mundo. Él sería el libertador, el redentor que liberaría a Su pueblo de la cautividad. Y vemos aquí este maravilloso título cuádruple del Mesías—Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Veamos con detalle este título, Dios Poderoso. En el hebreo, es El Gibbor. G-i-b-b-o-r. El siendo el sustantivo masculino para Dios—El Shaddai, El Gibbor, El Dios—ese nombre para Dios enfatiza Su fuerza, Su poder, Su poderío. Y es increíble que este niño que habría de nacer sería Dios—El Gibbor—Jesús es Dios.
Ahora seguimos regresando a eso en estos nombres porque muchos de ellos enfatizan eso. Emmanuel—Dios con nosotros. Ya vimos ese. Jesús es Dios. Muchas de las religiones del mundo hoy en día niegan que Jesús es Dios. Nunca serás salva de tu pecado si no crees que Jesús es Dios—el Hijo de Dios y Dios el Hijo—El Gibbor.
Y luego esa palabra gibbor es una palabra que significa «un guerrero poderoso, un campeón, un jefe, un hombre poderoso, fuerte y valiente». Muchas veces en el Antiguo Testamento se lee sobre un «guerrero valiente». Ese es un hombre poderoso. El Gibbor. Jesús es el Dios que vence, el Dios que prevalece.
Ahora, en el capítulo anterior, Isaías capítulo 8, son los poderes de las tinieblas los que están prevaleciendo. Es el ejército asirio el que está prevaleciendo. Pero en el capítulo 9 un Dios fuerte va a venir e intervenir. Este Dios Poderoso—El Gibbor—confronta al adversario, y gana. El Gibbor, el campeón, el Dios Poderoso que gana. El Hijo de justicia viene y disipa la oscuridad, toma el control.
Así que, como el Admirable Consejero, y vimos a Jesús como el Consejero el día de ayer, el Mesías tiene la sabiduría para gobernar, para guiar nuestras vidas, para dirigir este mundo. Pero como El Gibbor, el Dios Poderoso, Él tiene el poder para llevar a cabo todos Sus planes sabios. Él es omnipotente. El Admirable Consejero dijo que Él era omnisciente. Él lo sabe todo.
Pero El Gibbor nos dice que Él es omnipotente. Él tiene todo el poder. Él es capaz de lograr estas increíbles proezas que leímos en el primer párrafo de Isaías 9; de traer gozo y alegría y transformar la tristeza y la angustia en júbilo y regocijo al vencer al opresor. Él es capaz de liberar a Su pueblo de todos sus opresores, sin importar lo poderosos que puedan ser.
No hay reino terrenal o rey que sea capaz de desafiar el reinado y el imperio de El Gibbor, Jesús, el Mesías. No hay poder que lo pueda superar. Él es el irresistible Campeón, El Gibbor, el Dios Poderoso. Él tiene toda la fuerza que se necesita para intervenir, para redimir, para liberar, para guardar.
Ahora, El Gibbor no es solo el que es fuerte, sino también Él es el que es heroico. Eso se comunica en esta palabra, gibbor. Es un héroe valiente.
Cuando piensas en superhéroes, piensas en los hombres valientes que realizan actos heroicos. Ellos superan grandes probabilidades. Superman, Batman y todos estos superhéroes. Y algunos de sus esposos, en particular, son aficionados a estos superhéroes.
Solo quiero decirte que Jesús, el Mesías es el Superhéroe de superhéroes. Él es el más grande de todos. El Gibbor—el Dios Poderoso—El Superhéroe llega a la escena y, contra toda probabilidad, abrumadoramente vence a todos los que han oprimido a Su pueblo.
Ahora, todavía no vemos que todo eso esté sucediendo. Él todavía no ha mostrado todo Su poder pero lo hará. Pero Él es el superhéroe. El final de la historia se ha escrito, pero todavía no se ha visto. La trama se va desarrollando.
Hay un pasaje del Nuevo Testamento que creo que da algo de luz sobre cómo Jesús hace esto. En Lucas capítulo 11 –puedes abrir tu Biblia allí o puedes solo escuchar– Jesús es acusado de ser un hechicero, exorcizando a los demonios por el poder de Satanás. Aquellos que lo criticaban de eso lo acusaban.
Jesús dijo en Lucas, capítulo 11, versículo 21:
«Cuando un hombre, bien armado, custodia su palacio, sus bienes están seguros. Pero cuando uno más fuerte que él lo ataca y lo vence, le quita todas las armas en las cuales había confiado y distribuye su botín».
Mateo lo relata de esta manera: «¿O cómo puede alguien entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata? Y entonces saqueará su casa» (Mat. 12:29).
Ahora, te preguntas, «¿de qué se trata todo eso?» Bueno, hay un hombre fuerte en este pasaje y el hombre fuerte es Satanás. Y él piensa que tiene a este mundo encerrado firmemente. Él hizo que cayera Eva primero y luego a Adán y luego Caín y Abel, y cada generación. Él cree que nos tiene a todas nosotras, a toda la raza humana. Él nos mintió, nos engañó y viene a robar, a matar, a destruir. Él es el hombrefuerte que se ha puesto a sí mismo en contra de Dios. Él piensa, «tengo a toda esta raza humana en pecado, y todos ellos van a morir porque han creído mis mentiras y me han escuchado». Él guarda su propio palacio. Él piensa que sus bienes están seguros.
Pero hay uno más fuerte que él, que lo ataca y lo vence y toma todas sus armas en las que él confiaba y reparte el botín. Él ata al hombre fuerte y saquea su casa. ¿Quién es aquel más fuerte? Es El Gibbor—Jesús—el Dios Poderoso. Jesús, nuestro poderoso Guerrero, nuestro Libertador
Él ha declarado guerra contra todas las fuerzas del infierno. Él ha luchado la batalla, ha ganado la guerra, ha atado al hombre fuerte. Lo ha vencido y desarmado en la cruz. Por Su justicia—la justicia de Jesús—Él venció toda maldad. Él es el Superhéroe de superhéroes—el más fuerte que ata a ese hombre fuerte, Satanás.
Ahora, lo que es tan sorprendente es que este Dios Poderoso, El Gibbor, el Superhéroe, se convirtió en un bebé, un niño. Se humilló a Sí mismo. Él creó el universo y por Él todas las cosas permanecen, asumió nuestra humanidad, nuestra fragilidad. Él vino a esta tierra como un pequeño bebé indefenso. Jesús es el Dios Poderoso y Él se hizo carne y habitó entre nosotros.
Él era el Dios Poderoso a través de toda la eternidad pasada. Él creó todas las cosas de la nada. Él maneja todos los asuntos del universo. Hebreos 1 dice que Él «sustenta todas las cosas con la palabra de su poder» (ver Heb. 1:3). Él es el Dios Poderoso—El Gibbor.
Mientras Jesús estaba aquí en la tierra, hubo veces en que Él demostró, por así decirlo, que retiró la cortina para mostrar Su fuerza. Cuando Él estaba con los discípulos en la barca y la tormenta se levantó, Mateo nos dice que «las olas cubrían la barca» y los discípulos clamaron a Él, «Sálvanos, Señor; que perecemos». Y luego dice Mateo 8 comenzando en el versículo 26:
«Entonces se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Quién es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?»(Mat. 8:26–27).
Bueno, ¿cuál es la respuesta? ¿Qué clase de hombre es Él? Él es El Gibbor. Él es el Dios Poderoso.
Y luego, ¿recuerdas de los hombres que trajeron a su amigo paralítico delante de Jesús, quien no podía entrar a causa de las multitudes? Así que le bajaron por el techo y Jesús perdonó los pecados de este hombre y lo sanó de su parálisis. Y Lucas 5 dice: «Y el asombro se apoderó de todos y glorificaban a Dios; y se llenaron de temor, diciendo: Hoy hemos visto cosas extraordinarias». (Lucas 5:26). ¿Por qué? Porque Él es El Gibbor—el Dios Poderoso.
Al leer los evangelios ves cómo Jesús realizó milagros y hechos poderosos. Sanó enfermedades con una sola palabra o un pequeño toque, o alguien tocando el borde de su túnica, y poder salió de Él y sanó a esa mujer. Él echó fuera demonios, convirtió el agua en vino, alimentó a miles con el almuerzo de un niño, resucitó a los muertos. ¿Cómo hizo Jesús todas esas cosas? Él es El Gibbor. Él es el Dios Poderoso.
Luego, a través de Su muerte, según Hebreos, capítulo 2, Jesús destruyó «el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo, y (libró) a los que por el temor a la muerte, estaban sujetos a esclavitud durante toda la vida» (Heb. 2:14–15). En la cruz, Jesús el Poderoso—El Gibbor—venció el pecado y a Satanás y al infierno y llevó a cabo la poderosa obra de la redención. Él es el Dios Poderoso.
Y luego Jesús el Mesías quitó las cadenas de la muerte. Se levantó. Él salió victorioso de la tumba donde fue sepultado. ¿Cómo hizo eso? Él es El Gibbor. Él es el Dios Poderoso.
Ese mismo Dios Poderoso lleva nuestras cargas y nos sostiene en nuestras dificultades y aflicciones, y nos capacita para resistir el poder de la tentación. ¿Cómo lo hace? Él es El Gibbor—el Dios Poderoso.
Ese mismo Jesús nos libró de la pena del pecado y de la ira de Dios que nosotros merecíamos por nuestro pecado. Él está en tiempo presente librándonos del poder del pecado, y un día nos librará de la presencia misma del pecado. ¿Cómo lo hace? Él es El Gibbor—el Dios Poderoso.
Isaías 9 nos dice que el gobierno del mundo está en Sus hombros. ¿Qué tan grandes son esos hombros? ¿Qué tan fuerte es nuestro Dios Poderoso? El Gibbor. Él nos protege del malvado por el poder de Su nombre. «El nombre del Señor es torre fuerte a ella corre el justo y está a salvo» (Prov 18). ¿Cómo estamos seguras a causa de Su nombre? Porque Su nombre es El Gibbor—¡El Dios Poderoso!
Y ese mismo Jesús, Su Espíritu Santo que vive en nosotras, nos da la fuerza para servirle cuando somos débiles y estamos cansadas. Él nos da el deseo y el poder para obedecerle y hacer Su voluntad cuando estamos siendo atraídas por el mundo. ¿Cómo lo hace? Él es el Dios fuerte—El Gibbor.
Ese mismo Jesús es capaz de guardarnos de caer y presentarnos sin mancha delante de Su gloria con suprema alegría en ese gran día. ¿Cómo lo hace? Somos débiles, somos pequeñas, somos frágiles, estamos fallando. ¿Cómo es que nos preserva? Y mientras leía ayer en 1 Tesalonicenses capítulo 5, dice que Él preserva todo nuestro ser, alma, espíritu y cuerpo para presentarnos irreprensibles en ese día. ¿Cómo lo hace? Él es El Gibbor—el Dios Poderoso.
Y un día, ese mismo Jesús atará a Satanás, al hombre fuerte y va a desterrarlo al pozo del abismo. ¿Cómo lo hará? Él es el más fuerte—El Gibbor—el Dios Poderoso. Y luego ese mismo Jesús volverá para juzgar al mundo con justicia, porque Él es el Dios fuerte.
Él destruirá a todos los enemigos de Dios, y enviará a los malvados y a todos los demonios a la destrucción eterna. Él es el Dios Poderoso—El Gibbor. Y ese mismo Jesús reinará con el Padre en un cielo nuevo y una nueva tierra por siempre y para siempre. ¿Cómo lo hace? Él es El Gibbor—el Dios Poderoso. ¿Amén?
Y de la misma manera en que hemos estado preguntando con cada unos de estos nombres, ¿qué significado tiene esto para ti? ¿Qué significa eso para mí hoy en donde vivo? ¿Qué aprendemos? ¿Qué debemos llevar con nosotras?—no solo tener más notas acerca de las palabras hebreas, El Gibbor, en nuestros cuadernos para poder impresionar a los demás. ¿Qué diferencia hace eso en nosotras?
Bueno, yo voy a decirte una diferencia. Es un gran recordatorio que ¡nada es demasiado difícil para Él! Nada. Él es el Dios Poderoso.
Mi papá solía decir… Mi papá oraba y tenía tal fe para creer que Dios salvaría a la gente. Él oraba por las personas y tenía una larga lista de personas que no eran salvas por las que él oraba día tras día tras día durante décadas. Algunos de ellos no llegaron a conocer a Jesús hasta después de que mi papá se fue al cielo. Pero mi padre solía decir: «No hay huesos demasiado duros que Dios no pueda quebrar». No hay nadie que no se pueda salvar. No hay nada demasiado difícil para Dios. Dios puede salvar a tu esposo. Dios puede salvar a tu hijo pródigo. Dios puede salvar a ese jefe, esa amiga, ese ser querido, esa persona por quien sientes una carga. No hay nada demasiado difícil para Dios. Dios te puede cambiar a ti. No hay nada muy difícil para Él. Él es el Dios Poderoso.
Me encanta ese pasaje en el Salmo 24 que dice:
«Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, alzaos vosotras, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria. ¿Quién es este Rey de la gloria? El Señor, fuerte y poderoso; el Señor, poderoso en batalla» (Sal. 24:7–8).
Él no quiere que pelees tus propias batallas. Él quiere que tú lo dejes a Él luchar tus batallas. Quédate quieta y mira la salvación del Señor. Nos cansamos tanto cuando nosotras como mujeres intentamos pelear todas las batallas del mundo. Escucha, yo ni siquiera puedo resolver mis propios problemas, pero aquí estoy tratando de resolver los problemas de todos los demás—tratando de controlar el mundo como si fuera dios poderoso. Yo no lo soy, y tú tampoco lo eres. Somos débiles, pero Él es fuerte. No hay nada demasiado difícil para Él.
Así que, ¿a dónde acudes y dónde buscas fuerzas, a donde vas por ayuda? ¿Estás tratando de llevar cargas que no eres lo suficientemente fuerte para soportar? ¿Te estás agotando a ti misma? Es por eso que Jesús dijo: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar». Deja que Él sea el Dios Poderoso en tu vida. ¿Confías en tu propia fuerza como el rey Acaz lo intentó hacer al enfrentarse a los asirios, tratando de arreglar las cosas por sí mismo, o encuentras fortaleza en El Gibbor—el Dios Poderoso?
Él es poderoso para todas las circunstancias que estás enfrentando en tu vida. Ahora, eso no quiere decir que Él va a arreglar o a cambiar todas las circunstancias en este momento. Es por eso que los judíos se confundieron, porque cuando Jesús vino como el Mesías, ellos esperaban que fuera el Dios Poderoso, el cual es, pero Él hace las cosas a Su tiempo y a Su manera. Y Su camino es perfecto.
Así que cuando Él vino como un humilde siervo ellos esperaban un rey que deshiciera al gobierno romano y dijeron, «este no puede ser el Mesías. A nosotros no nos parece un Dios poderoso. ¿Qué está haciendo un Dios Poderoso colgando en una cruz?» Él está colgado en la cruz porque Él es el Dios Poderoso que está venciendo el pecado y a Satanás y el infierno.
Tienes enemigos y adversarios en tu vida. Hay adversarios en nuestro mundo, y están respirando en los cuellos de los creyentes, y pueden estar respirando en tu cuello. Pero quiero decirte en medio de esta batalla…sigo escuchando a la gente decir, «¿puedes creer que esto sucedió, y que tal-y-tal hizo esto, y que el presidente tal-y-tal hizo eso, y que el gobernador tal-y-tal hizo esto, y alguien hizo esta declaración, y esta persona de Hollywood hizo aquello?¿Puedes creer?»
Sí, lo puedo creer porque el Nuevo Testamento dice que las cosas van a ir del mal en peor. El pecado abundará. Pero quiero decirte que no hay necesidad de tener temor. No hay necesidad de dudar de que Dios está allí o pensar que de repente se debilitó y ya no tiene más poder. Esos enemigos no se igualan a Él. ¡Jesús es El Gibbor! ¡Él es el Dios Poderoso!
«Algunos confían en carros, y otros en caballos…» Y algunos confían en su pareja y sus hijos o su cuenta bancaria, o su trabajo o su salud. «…mas nosotros en el nombre del Señor nuestro Dios confiaremos» (Sal. 20:7). «Fortaleceos en el Señor» dice Efesios 6, «y en el poder de su fuerza» (Ef. 6:10).
Es el poder de Cristo que rompe las cadenas del pecado en nuestras vidas. El poder de El Gibbor, el Dios Poderoso, que nos permitirá a ti y a mí decirle no al pecado y sí a Jesús. Esa adicción a la comida—yo lucho con ella. Muchas mujeres lo hacen. Es el Dios Poderoso que me ayudará a decir no en el poder del Espíritu Santo y decir sí a lo que es agradable al Señor. Sí a Dios, sí a la justicia.
Es el poder de Dios el que te hará libre de la vergüenza y la culpa y la esclavitud del pecado pasado que ya has confesado y del que te has arrepentido. Ese aborto que tuviste veinte años atrás o dos meses atrás—eso no necesita perseguirte el resto de tu vida. Esa relación adúltera, esa inmoralidad. «Él rompe el poder del pecado cancelado, Él libera al prisionero. Su sangre puede limpiar al más sucio. Su sangre valió para mí» (Carlos Wesley).
Él es «poderoso para salvar» dice Isaías 63, versículo 1. Él es poderoso para liberar a Su pueblo. Él es El Gibbor—el Dios Poderoso— nadie más tiene el poder para librarte. Nadie más tiene el poder para hacerte libre. Él es poderoso para vencer; Él es poderoso para guardarnos de caer. Jesús es poderoso para preservarnos del pecado y de Satanás y de nuestra carne. Y como dijimos hace un momento, Jesús—El Gibbor—es poderoso para presentarnos sin mancha delante de Su gloria con gran alegría. Él es El Gibbor—el Dios Poderoso.
Y permíteme preguntarte, ¿acaso no estás agradecida de que no solo Él es poderoso, sino que este El Gibbor—este Dios Poderoso—también es misericordioso?
Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth regresará para orar. Ella nos ha estado mostrando el significado del nombre de Jesús, «Dios Poderoso», que encontramos en el libro de Isaías. Y recuerda, que nuestra lectura bíblica para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es Isaías capítulos 25 al 28. Mañana Nancy nos traerá otro nombre de Jesús que encontramos en este libro de la Biblia, así que asegúrate de acompañarnos.
Aquí está ella para orar con nosotras.
Nancy: Oh, Señor, te adoramos. Bendecimos Tu santo nombre. Tú eres El Gibbor—nuestro Dios Poderoso. Y pudiste habernos borrado de este planeta pero Tú, Señor Jesús, el Dios Poderoso, eres también el misericordioso, el tierno y compasivo Sumo Sacerdote que murió en nuestro lugar para salvarnos y liberarnos de nuestros pecados.
Oh Señor, perdónanos por poner nuestra esperanza en los héroes de esta tierra, en los héroes de este mundo y de creaciones humanas. Perdónanos por confiar en hombres y mujeres, personas, cosas, lugares y en nosotras mismas. Ayúdanos a poner nuestra confianza en Ti, en el nombre del Señor, nuestro Dios—El Gibbor—el Dios Poderoso. Te lo pedimos en el nombre santo de Jesús, amén
Annamarie: Viviendo juntas la belleza del evangelio, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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