Nombre sobre todo nombre, día 2
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si tienes a Jesús en tu vida, tienes a Dios en ti y contigo. Si conoces a Emmanuel, si conoces a Jesús y Dios está contigo, entonces puedes ser libre del temor.
Annamarie Sauter: ¿Crees esto?
Nancy: Puedes tener el valor para dar el paso de fe de obedecer a Dios, y cumplir Su llamado y Su misión para tu vida. Es Emmanuel, Dios con nosotros, que nos permite hacer lo que Él nos ha llamado a hacer, porque Dios está con nosotros.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
El nombre Jesús tiene mucho significado, nos revela por qué el Hijo de Dios vino al mundo, y escuchamos acerca de esto ayer. Hoy Nancy nos guiará en el estudio de otro nombre, uno que nos habla de Su presencia con aquellos que Él ha redimido. Este …
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si tienes a Jesús en tu vida, tienes a Dios en ti y contigo. Si conoces a Emmanuel, si conoces a Jesús y Dios está contigo, entonces puedes ser libre del temor.
Annamarie Sauter: ¿Crees esto?
Nancy: Puedes tener el valor para dar el paso de fe de obedecer a Dios, y cumplir Su llamado y Su misión para tu vida. Es Emmanuel, Dios con nosotros, que nos permite hacer lo que Él nos ha llamado a hacer, porque Dios está con nosotros.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
El nombre Jesús tiene mucho significado, nos revela por qué el Hijo de Dios vino al mundo, y escuchamos acerca de esto ayer. Hoy Nancy nos guiará en el estudio de otro nombre, uno que nos habla de Su presencia con aquellos que Él ha redimido. Este lo encontramos en Isaías capítulo 7, y es el nombre Emmanuel.
Nancy: Ese nombre, Emmanuel, viene de dos palabras hebreas: «Dios con nosotros». Jesús es el Dios con nosotros.
Un dato interesante es que cuando empecé a estudiar este título de Jesús, me di cuenta de que no hay mucho de él en la Escritura. El nombre solo aparece una vez en el Nuevo Testamento y en dos pasajes del Antiguo Testamento que vamos a ver hoy. Pero es un tema que se mantiene durante toda la Escritura. Espero que este nombre tome un nuevo significado para todas nosotras al contemplar lo que significa conocer a Jesús como Emmanuel.
Ahora quiero comenzar con la referencia del Nuevo Testamento a este nombre que se encuentra en el Evangelio de Mateo, capítulo 1. ¿Te acuerdas de que María y José estaban comprometidos para casarse, y después María resultó estar embarazada, y el ángel se le apareció a José en un sueño y le dijo que no tuviera temor, que no tuviera miedo de tomar a María como su esposa y que el niño que ella llevaba en su vientre había sido concebido por el Espíritu Santo?
Y entonces llegamos a Mateo 1:21, donde El ángel dice:
«Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Ese es el nombre que vimos anteriormente, el nombre de Jesús. Pero continúa en el versículo 22, y dice:
«Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: "He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emmanuel (que significa: Dios con nosotros)"» (vv. 21-23).
Ahora, por lo que sabemos, Jesús nunca se llamó a sí mismo Emmanuel, ni nunca nadie lo llamó así. Este no es su nombre en el mismo sentido de que Jesús es su nombre. Este es más bien un título o una descripción de lo que Él es. Pero todo lo que este nombre significa se cumplió, halló su cumplimiento en Jesús.
Esta profecía a la que se refiere ese ángel en Mateo capítulo 1, fue hecha 700 años antes. La puedes encontrar en el libro de Isaías capítulo 7. Así que si tienes una Biblia contigo, déjame animarte a que busques el libro de Isaías, ya que vamos a pasar la mayor parte del tiempo en Isaías 7 y luego en Isaías 8 también.
Déjame darte un poco del contexto al adentrarme en este pasaje. Me di cuenta que tenía que hacer un poco de investigación para averiguar lo que estaba pasando aquí. ¿De qué está hablando? Y permíteme decírtelo en pocas palabras. El rey del reino del norte de Israel y el rey de Siria habían formado una coalición para oponerse a la superpotencia de Asiria que estaba tomando el mundo en ese momento.
Así que los reyes de Israel y de Siria que se habían unido, fueron a Acaz, que era el rey de la nación del sur, el rey de Judá, y le pidieron que se uniera a su coalición, que se uniera a ellos para ir en contra de Asiria. Y ellos dijeron que si Acaz se negaba, iban entonces a atacar a Judá e iban a reemplazar a Acaz como rey.
Acaz, el rey de esta nación del sur de Judá no era un hombre piadoso, a pesar de que tuvo un abuelo piadoso. Pero sabía que no tenía bases para reclamar la liberación o la protección de Dios de Asiria ni de esta coalición de reyes. Él estaba aterrorizado. Isaías 7 versículo 2 dice: «Y se estremeció el corazón del rey y el corazón de su pueblo como se estremecen los árboles del bosque ante el viento».
Así que Dios envía un profeta, Isaías, al encuentro de Acaz, y le anima y le dice: «No tengas miedo». Y le dice a Acaz que el Señor planea derrotar a Siria y a Israel, y que Acaz debe confiar en que el Señor lo librará. El profeta anima a Acaz a pedir una señal de que Dios iba a confirmar esa promesa. Pero Acaz dice: «No, yo no quiero una señal».
Él no estaba dispuesto a poner su confianza o su seguridad en el Señor. De hecho, vemos en otro pasaje –un pasaje paralelo en 2 Reyes– que en su corazón, Acaz ya había planeado aliarse con Asiria. (Ver 2 Reyes 16:5-9) Él iba a llegar a Asiria y les diría: «En vez de la conquista, quiero unir fuerzas con ustedes». Así que tienes todas estas cosas políticas sucediendo en medio de todas estas naciones.
Luego Isaías le dijo a Acaz en el versículo 13: «¿No les basta con agotar la paciencia o cansar a los hombres, que también cansareis a mi Dios? Por lo tanto, el Señor mismo os dará una señal. He aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel» (Isaías 7:13-14).
Isaías le dice a este malvado rey Acaz, quien no confiaría en el Señor: «Tú no quieres una señal, pero Dios te va a dar una señal de todos modos. Y Él va a hacerlo no solo por causa tuya, sino también por causa del pueblo de su pacto, y por el bien de toda la casa de David».
Le dijo a Acaz que una joven, una virgen, iba a concebir e iba dar a luz a un hijo. Entonces verás en los versículos 15 y 16, que mientras este niño era todavía joven, los dos países a los cuales Acaz les tenía miedo mortal, Israel y Siria, serían eliminados como una amenaza. De hecho, unos años después de esta profecía, Asiria barrió y derrotó a Siria, la única nación de la que Acaz tenía miedo, y a los doce años de esta profecía, Israel cayó ante Asiria. Así que la profecía se hizo realidad en los días de Acaz.
Ahora, hay una gran cantidad de opiniones e interpretaciones entre los comentaristas acerca de quién era esta mujer que iba a dar a luz un hijo, a este hijo llamado Emmanuel. Y esta es la conclusión a la que he llegado; no lo sabemos, no podemos saber con seguridad. Porque hay un montón de ideas diferentes acerca de quién pudo haber sido. Pero sí sabemos que este niño iba a ser una señal de que Dios estaba con Su pueblo y que sería la presencia de Dios la que traería alivio y liberación.
Esa fue una promesa de que la nación de Judá, a pesar de que tenía un rey malvado y la mayoría de las personas en esa nación tenían un corazón malvado también, la nación de Judá y la línea real de David no se iban a extinguir, sin importar cuantos reyes y naciones amenazantes hubiera a su alrededor. Sino que ellos, de hecho, iban a tener un futuro glorioso, a pesar de que las cosas se vieran muy mal en ese momento.
Pero aquí está el punto clave para nosotras saber. Esta fue una señal, no solo para Acaz y para aquellos que vivieron en los días de Isaías, sino que el Emmanuel que nacería ese día estaba destinado a ser un tipo, una señal para nosotros. Era un tipo que se cumpliría 700 años más tarde, cuando otro niño llamado Emmanuel nacería de una virgen en Belén. Y así es como esa profecía en Isaías capítulo 7, versículo 14, la profecía sobre Emmanuel es una profecía mesiánica.
Tú dirás, «pero¿cómo sabemos eso?» Bueno, lo sabemos porque en Mateo capítulo 1, que leímos al inicio de esta sesión, el ángel dice que este niño que va a nacer de María es el cumplimiento de la profecía de Isaías. Así que en el Nuevo Testamento nos dice de lo que Isaías 7 estaba hablando, que el niño que María tendría en Belén era el niño profetizado antes en Isaías 7:14, Emmanuel, Dios con nosotros.
Ahora, hay una serie de implicaciones de este título que se le dio al bebé llamado Emmanuel. Primero, sabemos que este bebé nacido en Belén era Dios. Jesús es Dios, Él es Dios con nosotros. Este es Dios que vino a la tierra en carne humana, y eso es lo que celebramos en la encarnación de Jesús, que Él vino a la tierra. Dios vino a la tierra en la forma de este bebé llamado Jesús.
Juan 1, lo dice de esta manera: «En el principio era el Verbo y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Y el Verbo se hizo carne (y gloria a Dios por eso) Y habitó entre nosotros» (Juan 1:1, 14). Y así tenemos un Dios que no está de ninguna manera lejos, que no es una deidad distante, sino un Dios que está con nosotros donde estemos, un Dios que vino a compartir las experiencias de nuestras vidas y de nuestra humanidad.
Esta promesa: «Yo estoy con vosotros», esta promesa que Dios nos da, «Yo estaré con ustedes», es una promesa que se encuentra a todo lo largo de la Palabra de Dios. De hecho, en estos últimos meses, como he estado leyendo a través de toda la Biblia de nuevo, he estado tomando notas y llevando una lista de todos los pasajes donde aparece esta promesa: «Yo estoy con ustedes. Yo estaré con ustedes». Lo que está bien claro es que cualquiera que hubiera sido la necesidad del momento, esta era la respuesta de Dios, «Yo estoy con vosotros. Yo estaré contigo».
Permítanme darles algunos ejemplos. En Génesis capítulo 26, leemos cómo Isaac se movía de un lado a otro tratando de mantener a su familia en medio de una hambruna y de contiendas sobre los derechos del agua y de los pozos. Y vemos a continuación, en el versículo 24 de Génesis 26, que dice: «El Señor se le apareció… y le dijo: Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré» (Génesis 26:24).
Y luego vemos que el hijo de Isaac, Jacob, manipuló y engañó para obtener la primogenitura de su hermano y obtener la bendición de su padre. En Génesis 28, vemos que Jacob huye de su hermano enemistado porque teme por su vida. Y Dios se aparece a Jacob en un sueño, y le dice: «He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra» (Génesis 28:15).
Éxodo capítulo 3: «Moisés le dijo a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque a los hijos de Israel de Egipto?» Dios dice: «Yo estaré contigo» (Ex. 3:11-12). Esa es la promesa una y otra vez.
Moisés les dice a los israelitas mientras ellos se están preparando para estar en la tierra prometida: «(El Señor) estará contigo; él no te dejará ni te desamparará. No temas ni desmayes» (Deut. 31:8). Lo que sea que estés pasando, cualesquiera que sean tus temores, sean cuales sean tus circunstancias, no tengas miedo. Dios está contigo. Dios estará contigo. Dios va contigo.
Dios le dijo a Josué en Josué 1:
«Así como estuve con Moisés, así estaré contigo. No te dejaré ni te abandonaré… Sé fuerte y valiente. No te asustes, y no desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas» (Josué 1:5, 9).
Jueces capítulo 6, ¿te acuerdas de Gedeón que se sentía totalmente incapaz e inadecuado para ir en contra de las fuerzas de Madián?
El Señor le dijo: «Tú derrotarás a los madianitas como si fueran un solo hombre, porque yo estaré contigo» (Jueces 6:16).
Y entonces Dios le dice a Jeremías, «Pelearán contra ti, pero no te podrán vencer, porque yo estoy contigo para salvarte y librarte, dice El Señor» (Jer. 15:20).
«Dios con nosotros». Esa es nuestra mayor necesidad en cada circunstancia, en cada situación en la vida, saber que Dios está con nosotros. Y aquí está la buena noticia del evangelio: Jesús es Emmanuel, «Dios con nosotros». Como Dios estuvo con su pueblo en el Antiguo Testamento, Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Josué, Gedeón, Jeremías, así Dios está con aquellos que conocen y confían en Jesús.
Entonces, ¿qué diferencia hace eso en tu vida y en la mía aquí hoy, en tus circunstancias o en las mías? Bueno, si conocemos a Jesús como Emmanuel, eso hace toda la diferencia del mundo. Si tienes a Jesús, Emmanuel, Dios está contigo. Eso significa que si tú vives en un pequeño apartamento, la presencia de Emmanuel transforma ese pequeño espacio en un palacio porque Jesús está contigo, Dios está contigo.
Emmanuel, Dios con nosotros transforma momentos ordinarios y tareas cotidianas en oportunidades para que la gloria de Dios se manifieste. Algunas de ustedes quizás están pensando, me gustaría poder tener el tipo de ministerio que ella tiene. Deseo ser realmente usada por Dios. Escúchame, si tú estás criando tres niños en casa, si Dios está contigo, si Jesús es tu Emmanuel, entonces lo que estás haciendo en tu lugar de trabajo, en el hogar, en la iglesia, en tus relaciones, esa es una oportunidad para que la gloria de Dios se manifieste.
En cada situación, en cada etapa de la vida, en cada circunstancia, en cada conversación que tienes, en cada reunión de creyentes, Dios está con nosotros. Y ¡eso lo afecta todo! En ese ambiente de trabajo profano donde tú eres la única creyente, Dios está contigo. Cuando estás viendo Facebook, cuando estás navegando por internet, Dios está contigo, es Emmanuel. Cuando tus deudas son mayores que tus ingresos, Dios está contigo. Cuando estás despierta en medio de la noche alimentando a un recién nacido o cuidando de un niño enfermo, Emmanuel, Dios está contigo.
Cuando estás de pie junto a la tumba de ese ser querido, si conoces a Emmanuel, Dios está contigo. Cuando te sientes totalmente inadecuada, incompetente para hacer lo que Él te ha llamado a hacer, si conoces a Jesús como Emmanuel, Dios está contigo. Si eres soltera o viuda, y te sientes sola, no estás sola, Dios está contigo.
Cuando tienes miedo de lo que te podría suceder, Dios está contigo. Cuando tu corazón se está rompiendo y está triste, Dios está contigo. Su presencia te puede dar la alegría en medio de ese valle de ese viaje tan difícil. Cuando no sabes qué dirección tomar o por dónde ir o qué hacer, si conoces a Jesús como Emmanuel, Dios está contigo y eso quiere decir que Dios es tu guía.
Escuché hace poco al Pastor David Platt, y me encantó esta línea. Él dijo: «Los seguidores de Jesús no siempre saben a dónde van, pero ellos siempre saben con quién están». Amén.
Si tienes a Jesús en tu vida, tienes a Dios en ti y contigo. Si conoces a Emmanuel, si conoces a Jesús y Dios está contigo, entonces puedes ser libre del temor. Tú puedes tener el valor para dar el paso de fe, de obedecer a Dios, para cumplir Su llamado y Su misión para tu vida. Es Emmanuel, Dios con nosotros, que nos permite hacer lo que Él nos ha llamado a hacer, porque Dios está con nosotros.
Él es el que ha dicho: «Nunca te dejaré ni te desampararé» (Hebreos 13:5). Y eso significa que si tienes a Emmanuel, si conoces a Jesús como tu Emmanuel ahora, eso significa que por toda la eternidad, Dios estará contigo, y tú estarás con Él.
Ahora, hemos visto el nombre Emmanuel en Mateo capítulo 1 y en Isaías capítulo 7, pero hay otro lugar en el que aparece ese nombre, y es en Isaías capítulo 8. Así que déjame pedirte que simplemente pases la página hasta el próximo capítulo. Este es un pasaje que no es tan conocido, pero es realmente hermoso a la luz de lo que acabamos de ver.
Isaías 8, comenzando en el versículo 6, habla de dos categorías de personas. Quiero cerrar este tiempo reflexionando sobre eso. En los versículos del 6 al 8, Dios habla a Su pueblo, y después en los versículos 9 y 10, Isaías habla de los asirios. Ambos grupos tienen que saber algo acerca de Emmanuel.
En primer lugar, en los versículos 6-8, Dios habla a Isaías sobre su pueblo en Judá, el cual es visto aquí como la tierra de Emmanuel, la tierra de Dios con nosotros. En Isaías 8, versículo 6, Dios dice: «Por cuanto este pueblo ha rechazado las mansas corrientes de Siloé…» Ahora permíteme detenerme aquí por un momento.
«Las aguas de Siloé». Siloé era un arroyo que abastecía de agua a la ciudad de Jerusalén, la capital de Judá. Y esa corriente, «las aguas de Siloé», eran un símbolo de la dependencia del pueblo, de Dios. Él era el que suplía sus necesidades, quien saciaba su sed, él fue su proveedor.
Pero en vez de confiar en Dios para que les ayudara y para ayudar a la gente en problemas, Acaz, el rey de Judá, pidió a la nación impía de Asiria venir a su rescate. Acaz y el pueblo de Dios rechazaron las tranquilas aguas de Siloé. Eso significa que ellos se negaron a que Emmanuel los ayudara. Dios les dijo: «Yo soy tu Emmanuel. Tú eres la tierra de Emmanuel. Yo estoy contigo. Llámame. Clama a mí».
Pero ellos dijeron: «No, no. Tú no eres suficiente. No creemos que Tú puedas ayudarnos». Rechazaron las tranquilas aguas, la provisión de Siloé, la provisión de Emmanuel.
Y así Dios dice: «Porque este pueblo ha rehusado las aguas de Siloé, que fluyen mansamente, por lo tanto, versículo 7, el Señor va a traer sobre ellos las aguas impetuosas y abundantes del Éufrates». Ahora, fíjate que dice hablando del «río» Éufrates que son aguas abundantes e impetuosas, es Dios está trayendo contra ellos esas aguas poderosas e impetuosas… Y entonces Dios nos dice quién es este río, «el rey de Asiria con toda su gloria» (v. 7).
Dios estaba diciendo que la nación de Asiria, a los que Acaz se había vuelto en busca de ayuda, que Asiria sería como el gran río Éufrates, un rugido poderoso, un río caudaloso que desbordaría sus riberas y devoraría a la nación de Judá. «Que saldrá de todos sus cauces y pasará sobre todas sus riberas». Versículo 8, «fluirá con ímpetu en Judá, inundará, y seguirá adelante hasta el cuello llegará. Y la extensión de Sus alas extendidas, llenará la anchura de tu tierra, ¡oh Emmanuel!» (vv. 7-8).
Esta es la tierra de Emmanuel, la tierra de Dios con nosotros. Pero ellos rechazaron las aguas mansas que fluyen de Siloé. Rechazaron la ayuda de Emmanuel y en lugar de ello dijeron: «Vamos a volvernos a Asiria por ayuda».
Y les dijo Dios, «¿quieres ayuda de Asiria? Te diré lo que va a suceder. Asiria será como la gran corriente del río Éufrates que barre a su paso y que vendrá sobre ustedes, y se desbordará y los inundará y los destruirá».
Este es el punto para el pueblo de Dios. Si nos negamos a mirar a Emmanuel, a las mansas aguas de Siloé, para que sea nuestra fortaleza, nuestra ayuda, nuestra defensa, nuestra provisión, entonces en última instancia, vamos a ser absorbidas por las fuerzas impías en las que hayamos puesto nuestra confianza.
Si tú buscas ayuda en el mundo, el mundo finalmente te tragará. Si buscas a Emmanuel para que te ayude, vas a obtener esas aguas apacibles de Siloé, todo lo que tú necesitas, incluso cuando ese ejército asirio te esté respirando en la nuca. Lo que me lleva a preguntarte: ¿En quién estás confiando? ¿Es Jesús tu Emmanuel, y lo estás buscando a Él para satisfacer tus necesidades?
Bueno, en los versículos 9 y 10 hay otra palabra. El profeta Isaías da una advertencia a Asiria y esta es una advertencia para todos los que se oponen al pueblo de Emmanuel. Él dice en el versículo 9: «Quebrantaos, pueblos, que seréis destrozados; prestad oído, confines todos de la tierra; ceñíos, que seréis destrozados; ceñíos, que seréis destrozados. Trazad un plan, y será frustrado».
La implicación es que aquí estas naciones de Asiria y todas esas otras naciones, están hablando en contra del pueblo de Dios. Ellos están tomando consejo contra el pueblo de Dios… Pero no se realizará; propongan su plan, pero no se realizará (¿por qué?) porque Dios está con nosotros. Esa es la palabra en el hebreo, Emmanuel.
Cualesquiera que sean tus amenazas ellas serán vueltas en nada por Emmanuel, Dios con nosotros. Asiria era el poder más feroz del mundo en esos días, pero en última instancia «se volvió nada» y todas sus amenazas contra el pueblo de Dios no prevalecieron porque Dios estaba con y por su pueblo.
Escucha, hay una gran cantidad de enemigos que amenazan hoy al pueblo de Dios. Tú puedes estar enfrentando circunstancias o personas que infunden miedo a tu corazón. El consejo de la Palabra de Dios hoy es «no tengas miedo. No desmayes. Ten buen ánimo. Recuerda que Dios está contigo. Emmanuel, fija tus ojos en Él, en Jesús. Él es tu protector. Él es tu proveedor. Y recuerda que todos los que lo resistan, todos los que se oponen a Su pueblo se volverán nada. Y aquellos que ponen su esperanza en Él nunca serán avergonzados». ¿Amén? Amén.
Annamarie: Es increíble el gran significado que puede tener un nombre de Jesús. Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado hablando hoy acerca de Emmanuel. Este es el segundo programa en la serie titulada, Nombre sobre todo nombre.
A lo largo de esta serie estaremos profundizando en algunos nombres de Jesús que encontramos en el libro de Isaías, que es el libro que estamos leyendo actualmente en nuestro Reto Mujer Verdadera 365. Recuerda que la lectura para hoy son los capítulos 16 al 20.
En ocasiones nos confundimos y no sabemos dónde buscar consejo. En esos momentos no podemos olvidar que en Jesús tenemos el mejor Consejero que podremos encontrar.
Nancy: Él siempre da un consejo sabio, bueno, correcto, que se adapta a nuestra situación particular, a nuestra necesidad y momento específico. Él no va a dar el mismo consejo en una circunstancia específica, él va a dar el consejo apropiado a cada situación, y Su consejo siempre será consistente con Su Palabra. Allí es donde puedes obtener Su consejo, en Su Palabra. Pero Él sabe exactamente lo que necesitas, él sabe dar gracia y sabe dar el consejo a la medida para cada situación porque él tiene toda la sabiduría. Él es Dios, sabe si necesitamos ánimo, reprensión, reproche o instrucción práctica.
Todo esto lo hace una maravilla de consejero.
Annamarie: Acompáñanos mañana para escuchar más acerca de esto.
Viviendo juntas la belleza del evangelio, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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