No tienes que temer la ira de Dios
Annamarie Sauter: Al leer versículos que nos hablan sobre la ira de Dios, no tenemos por qué temer.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Ser una hija de Dios no es algo para tomar a la ligera. ¡Es algo increíble! Si no fuera por Su misericordia, nosotras estaríamos dentro de los enemigos que van a ser destruidos por la ira de Dios.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy damos inicio a la serie titulada, Un clamor por avivamiento.
Nancy: Tenemos en la oficina una persona que cada semana me prepara un resumen, un documento con las noticias, los artículos de actualidad, diferentes problemáticas y temas culturales que están sucediendo. En los últimos días he estado revisando y leyendo en estos documentos cosas que hace algunos años muchas de nosotras jamás hubiéramos imaginado.
Me he dado cuenta de que las ideas …
Annamarie Sauter: Al leer versículos que nos hablan sobre la ira de Dios, no tenemos por qué temer.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Ser una hija de Dios no es algo para tomar a la ligera. ¡Es algo increíble! Si no fuera por Su misericordia, nosotras estaríamos dentro de los enemigos que van a ser destruidos por la ira de Dios.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy damos inicio a la serie titulada, Un clamor por avivamiento.
Nancy: Tenemos en la oficina una persona que cada semana me prepara un resumen, un documento con las noticias, los artículos de actualidad, diferentes problemáticas y temas culturales que están sucediendo. En los últimos días he estado revisando y leyendo en estos documentos cosas que hace algunos años muchas de nosotras jamás hubiéramos imaginado.
Me he dado cuenta de que las ideas paganas y la mentalidad anticristiana, ya no son ideas que se mantienen al margen, sino más bien ideas que están ganando terreno, se están arraigando y están siendo ampliamente aceptadas –a veces aún dentro de la iglesia; la inmoralidad, la erosión de las normas básicas de la decencia. Y pienso, «esto es una locura, no tiene sentido».
Y puede ser muy deprimente. A veces llegas a pensar, ya no puedo más con estas noticias y con los sucesos de última hora. Solo apáguenlas. Como si al dejar de escuchar estas cosas, tal vez dejaran de suceder. ¡Bueno, todavía están sucediendo!
Creo que es muy importante que nos detengamos y reflexionemos por un momento, apaguemos las noticias y enfoquemos nuestras mentes y nuestros corazones en la Palabra de Dios, porque la Escritura es la que nos da un sentido realista de dónde estamos y cómo llegamos aquí.
A pesar de que dejar de leer las noticias no elimina el hecho de que continúan sucediendo, considero que es muy importante dar un paso atrás y refugiarnos en las verdades que Dios nos da a través de Su Palabra, ya que es en ella donde encontramos una visión realista de donde estamos.
La Escritura no dice que estas cosas no existen. No me refiero a un escape de la realidad. La Escritura nos muestra las cosas tal y como son. Nos da un sentido objetivo de dónde estamos, cómo llegamos aquí, hacia dónde vamos y a dónde va a terminar todo esto.
Si yo no tuviera ese marco de referencia día tras día –ya sean asuntos en mi vida personal o en el mundo– yo estaría triste, desanimada y frustrada todo el tiempo.
De una manera muy especial, el libro de Isaías me muestra esto; levanta mi ánimo, motiva mi corazón y fortalece mi visión. El profeta confronta de manera directa los asuntos espirituales y morales dentro del pueblo de Dios y las naciones que los rodean. Así que es algo muy real, muy crudo y muy gráfico en ciertos puntos.
Y él ve más allá del problema inmediato, de la locura inmediata y nos apunta hacia la venida del Mesías a la tierra. Y luego ve más allá, a la obra sacrificial del Mesías por nosotros, hacia el triunfo definitivo de Cristo sobre el mal y la consumación del plan eterno de Dios para este mundo –el establecimiento de una nueva tierra donde Dios reina y gobierna para siempre, y Él habita con Su pueblo, y Su pueblo vive con Él, y todos ellos viven felices para siempre.
Ahora, en el libro de Isaías, tenemos diferentes puntos de vista entretejidos. A veces habla de lo que está sucediendo ahora; a veces habla sobre el siervo sufriente del Señor, y otras veces sobre el rey triunfante. En ocasiones los versículos están intercambiados y no estás segura de cuál está hablando. Es por esto que me gusta reflexionar y meditar en el libro de Isaías.
Isaías es un libro largo, especialmente esta última parte del libro. Puedes ver esta perspectiva tan alentadora, (a largo plazo) que nos muestra cómo van a terminar las cosas, y te recuerdas a tí misma: «¡Lo mejor está por venir! ¡El cielo gobierna! ¡El Rey ya viene para establecerse!»
Durante los próximos días quiero que veamos dos capítulos al final de la profecía, en Isaías capítulos 63 y 64. Vamos a ir directamente hacia la mitad de una larga sección de este libro, y no voy a tomar mucho tiempo para dar el contexto donde encajan estos capítulos.
Acabo de darles la visión general. A veces habla de cosas que están sucediendo en el momento, a veces profetiza la venida del Mesías a la tierra y a veces está viendo la gran escena de un cielo nuevo y una tierra nueva.
Está todo el espectro, la visión completa, porque es la que Isaías tenía en mente. Es probable que en ocasiones Isaías no supiera de cuál estaba hablando. Y ciertamente sus oyentes (en ese tiempo) algunas veces no lo sabían.
En la era del Nuevo Testamento, cuando ellos recordaban las palabras del profeta Isaías, a veces podían llegar a confundirse: «¿Será que el Mesías va a ser así? ¿Será así?» Porque había diferentes niveles y secuencias en la profecía que no se habían cumplido.
Pero entre más nos alejamos de eso y nos acercamos al final de los tiempos, más claras se verán las cosas en cuanto al plan de Dios. Me gustaría que le diéramos una mirada a eso en estos dos capítulos durante los próximos días.
Y quiero animarte para que leas esta semana Isaías 63 y 64. Léelo una y otra vez. No solo me escuches hablar sobre este tema. Abre tu propia Biblia (o enciende tu dispositivo electrónico) y léela tú misma.
Estos no son pasajes muy familiares, y es mi deseo que te familiarices con ellos. Creo que te van a alentar y te van a dar dirección en cuanto a cómo vivir y cómo actuar «en tiempos como estos».
Vamos a considerar lo que estos capítulos querían decirle al pueblo en los tiempos de Isaías, y lo que quieren decirnos a nosotras en nuestros tiempos, y cuál debe ser nuestra respuesta a la luz de la Palabra de Dios.
Hoy vamos a leer Isaías 63, los primeros 6 versículos, del 1 al 6. Esta es una visión profética que Dios le da a Isaías, sobre la venganza del Señor contra Sus enemigos. Así que voy a ir a una parte difícil de este libro. Yo sé que hay pasajes en Isaías que son nuestros favoritos («porque un niño nos es nacido»), y esos son pasajes más familiares.
Este, tal vez, no lo has leído recientemente. No es un pasaje de esperanza (al comienzo), sino de terror, porque habla del día de la venganza del Señor contra Sus enemigos. En este pasaje, en estos seis versículos, se formulan dos preguntas y se dan dos respuestas.
La primera pregunta es como si fuera un guardia en la muralla de la ciudad que ve que alguien se acerca. Entonces, él pregunta en el versículo 1:
¿Quién es este que viene de Edom, de Bosra con vestiduras de colores brillantes; este, majestuoso en Su ropaje, que marcha en la plenitud de Su fuerza?
Entonces, esta es la pregunta. Alguien viene, alguien está marchando hacia la ciudad, y es alguien espléndido, alguien grandioso y fuerte, y sus vestiduras son rojas. Y viene de Edom. ¿Quién es?
Edom era una nación al sureste de Judea. Bosra, en un tiempo, fue la capital de Edom. Ya sabiendo esto (y tú puedes encontrar esto en una referencia o en un diccionario bíblico) te ayudará a entender este pasaje un poco mejor.
La palabra bosra significa recolectando uvas. Esto es muy significativo, porque vamos a hablar de prensas de vino y recolección de uvas en este pasaje.
¿Recuerdas que los edomitas eran los descendientes del hermano gemelo de Jacob, Esaú? Y para hacer la historia corta, Edom y los israelitas siempre habían estado en conflicto entre ellos…como entre hermanos. Siempre habían tenido rencor y hostilidad entre ellos.
Edom, en la Escritura, es un tipo del mundo que odia a Dios. Edom representa todo lo que se opone al reinado y a la obra de Dios. Así que el profeta ve a un gran guerrero en acción. Él está en camino, está en marcha, es majestuoso, es espléndido, es poderoso, y parece venir de librar una batalla.
Este es un rey triunfante que ha conquistado. Él no viene cabizbajo; este no es un rey derrotado. Este es un rey que ha vencido a sus enemigos. Y aunque Él ha estado en esta gran batalla, no es el último en llegar; no está agotado; todavía está fuerte; es todavía poderoso.
Nos damos cuenta al leer este pasaje, que se trata de una visión mesiánica, de una figura de Cristo, el Mesías, el Siervo de Dios, el Hijo del Todopoderoso, del Dios viviente –quien ha vencido a todos Sus enemigos.
Entonces, la pregunta: «¿Quién es este que viene de Edom, de Bosra con vestiduras de colores brillantes?» La respuesta, continua en el versículo 1: «Soy Yo que hablo en justicia, poderoso para salvar». El Mesías responde. Él se identifica y dice quién es Él.
Ahora, todo lo que Él dice y hace es justo. «¡Yo! Yo Soy…», nos recuerda aquellos versículos de «YO SOY» en el Nuevo Testamento. «Soy Yo que hablo en justicia, poderoso para salvar». Aquí hay alguien que puede salvar. Él tiene el poder para salvar. Pero como veremos en este pasaje si desprecian Su ley y rechazan Su amor y Su misericordia, entonces Él los juzgará.
El mismo que salva, también juzga. Él es grande para salvar, pero también es grande para juzgar y vengarse de los enemigos de Dios.
Entonces, hay otra pregunta en el versículo 2: «¿Por qué es rojo Tu ropaje, y Tus vestiduras como las del que pisa en el lagar?» Ahora, ¿qué significa todo eso? Bueno, si tuvieras que pasar por Palestina en aquellos días, verías prensas de vino por todas partes.
Cuando las uvas ya estaban maduras, ellos las recogían y las tiraban en unos recipientes muy grandes (lagares) y los hombres jóvenes entraban ahí y trituraban las uvas con los pies descalzos, para extraer todo el jugo de las uvas.
Y todo ese jugo rojo de todo ese montón de uvas salpicaba sobre todos sus cuerpos y sus ropas. Por eso, la pregunta: «¿Por qué es rojo Tu ropaje, y Tus vestiduras como las del que pisa en el lagar?» ¿Por qué parece como si tuvieras manchas rojas en toda tu ropa?
La respuesta está en el versículo 3. El poderoso, el rey triunfante, el Mesías, dice: «El lagar lo he pisado yo solo» por lo tanto, Él usa esa imagen. Ahora, pisar el lagar de la ira de Dios según la Escritura, es siempre una imagen del juicio divino. Se refiere, en particular, al juicio final y al fin del mundo.
Once profetas en el Antiguo Testamento, hablan de este juicio final de Dios de varias formas. Es en ese momento cuando los enemigos de Dios, los malvados, los que se han rebelado en contra del amor y la misericordia de Dios, son destruidos y enterrados para siempre.
Y luego, cuando llegas al libro del Apocalipsis, puedes ver esta misma imagen de manera destacada. Déjame leerte Apocalipsis 14:19: «El ángel metió su hoz sobre la tierra, y vendimió los racimos de la vid de la tierra y los echó en el gran lagar del furor de Dios». El juicio final es como cuando se trituran uvas en el lagar, esa prensa de vino.
Y luego, en Apocalipsis 19:13, vemos esta misma idea con respecto a la batalla de Armagedón: «Está vestido de un manto empapado en sangre, y Su nombre es: El Verbo de Dios».
Versículo 15: «De Su boca sale una espada afilada para herir con ella a las naciones y las regirá con vara de hierro. Él mismo pisa el lagar del vino del furor de la ira de Dios Todopoderoso». Ahora, hay una distinción entre este pasaje en Apocalipsis 19 y el pasaje que estamos leyendo en Isaías 63».
En ambos casos, Su ropa es roja. En ambos casos, está cubierta de sangre; pero en Apocalipsis 19, Su manto está cubierto con Su propia sangre, que fue derramada en la cruz para el perdón de nuestros pecados. En Isaías 63, Su ropa está cubierta con la sangre de sus enemigos. En ambos casos, Él es victorioso, Él es el Salvador, Él ha triunfado.
Entonces, Él dice en Isaías 63:3: «El lagar lo he pisado Yo solo; de los pueblos, ningún hombre estaba conmigo». Nos dice la Escritura que el Señor Jesús juzga a las naciones con Su propio poder, sin ninguna asistencia o ayuda humana.
Él no necesita una coalición de ejércitos para sacarlo del problema, o para ayudarlo a derrotar a los enemigos del Señor. Juan 5 nos dice que el Padre le ha asignado todo el juicio al Hijo. ¡Él hace esto por Sí mismo!
Ahora, Apocalipsis habla de unas tropas que vienen detrás de Él, los ejércitos del cielo. Pero Jesús no necesita esos ejércitos. Él puede ganar la victoria, Él triunfa y lo hace por Su propio esfuerzo. «El lagar lo he pisado Yo solo; de los pueblos, ningún hombre estaba conmigo».
Escucha, ¡el juicio y la venganza sobre el mundo y los que hacen el mal, no es asunto nuestro! Es Su trabajo, Él puede hacerlo, y Él lo hará, en Su tiempo. Si dependiera de nosotras, lo haríamos mucho más rápido de lo que debería ser. Pero Él es tan paciente. Él está esperando para pisar el lagar de la ira de Dios Todopoderoso, hasta que todos hayan tenido la oportunidad de oír y creer y arrepentirse de sus pecados.
Cuando esto suceda, entonces Él pisará el lagar. Nosotras diríamos: «Hagámoslo ahora y vámonos de una vez para el cielo», ¿cierto?
Él dice: «No, esperen», y es que ese no es nuestro trabajo. Así como Él completó la obra de redención por Sí mismo, sin ninguna ayuda humana, no es nuestro trabajo salvar almas (nuestras almas ni las almas de los demás).
Y no es nuestra habilidad o nuestro anhelo por Dios lo que nos salva, sino Su obra de redención que Él hizo solo. Y así, tú ves este concepto de solo a través del pasaje. Esto lo veremos otra vez en el versículo 5, donde dice: «Los pisé en Mi ira y los aplasté en Mi furor. Su sangre salpicó Mis vestiduras y manché todo Mi ropaje. Porque el día de la venganza estaba en Mi corazón».
Ahora, a mucha gente no le gusta la idea de un Jesús que tiene venganza en su corazón…un Jesús que conquista…un Jesús que está indignado…que está lleno de ira, que destruye a los enemigos de Dios.
Pero la siguiente frase nos ayuda a entender y completar el cuadro: «¡Porque el día de la venganza estaba en Mi corazón, y el año de Mi redención había llegado» (v. 4).
El día de la venganza contra los enemigos de Dios, aún está por llegar. Pero coincide con un año de redención por Su pueblo. Y a lo largo de la Escritura verás que ese juicio siempre está unido a la salvación. La salvación no es valiosa si no hay un juicio del cual hemos sido rescatadas.
El juicio de Dios no sería justo si Él no hubiera ofrecido Su salvación. Así que tú ves juicio y salvación como temas paralelos que van a lo largo de la Escritura. Si vieras las pequeñas notas que tengo escritas a mano en mi Biblia, muchas veces verías que dice, juicio/salvación, siempre van juntos.
Te voy a dar un ejemplo; tenemos a los egipcios que se ahogaron en el mar, los enemigos de Dios, mientras que los israelitas escaparon a salvo sobre tierra firme, juicio y salvación. Ahora, Dios no se deleita cuando tiene que ejecutar juicio o venganza.
La Escritura nos dice que Dios se deleita cuando muestra Su misericordia, pero Él no fuerza a nadie a recibir Su misericordia. Aquellos que rehúsan Su misericordia van a ser objetos de Su ira. Y Dios ejecuta juicio para hacer aquello que a Él le deleita, que es vindicar y redimir a Su propio pueblo, a aquellos que Él ama, y aquellos que lo aman a Él.
Ahora, nota esto (y pienso que es algo muy precioso), que hay un día de venganza, pero hay un año de redención. Estos no son periodos literales de tiempo; solo indican que hay un tiempo de juicio y un tiempo de redención. Pero nos da a entender que aunque la venganza está en el corazón de Cristo, la redención y la gracia están aún más en Su corazón.
El versículo 5 dice:
«Miré, y no había quien ayudara, me asombré de que no hubiera quien apoyara. Entonces Mi propio brazo obtuvo salvación por Mí, y fue Mi propio furor el que me sostuvo. Pisoteé los pueblos en Mi ira, los embriagué en Mi furor y derramé su sangre por tierra».
Cuando Jesús vino a esta tierra por primera vez, Él vino como un pequeño bebé, indefenso, humilde y débil. Él creció hasta ser un hombre, y se ofreció a Sí mismo y derramó Su propia sangre como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.
Pero entonces, en el día señalado para el juicio, cuando Cristo regrese a esta tierra…en la batalla de Armagedón, con gran majestad, poder y fuerza para llevar a cabo la venganza sobre todos los que se han rebelado contra Su santo Padre –aquellos en contra de Él y que han rehusado Su salvación; aquellos que rehusaron el derramamiento de Su sangre en su lugar– entonces, la sangre de estos será derramada. Ellos no sobrevivirán la ira del Cordero.
El juicio y la ira del Cordero son justos, son rectos. Él ha ofrecido salvación, y Él ha sido rechazado y se han rebelado contra Él vez tras vez. Y nosotras no hablamos mucho acerca del juicio en nuestros círculos cristianos, y creo que necesitamos hablar más de esto. No es que tengamos que hablar menos de la gracia y de la misericordia de Dios, pero necesitamos hablar más de la ira y del juicio de Dios, que es lo que hace que Su misericordia y Su gracia sean tan valiosas. Entonces, Dios ha ofrecido salvación y el mundo se revela contra Él… Y entonces viene el día en que vendrá destrucción, la completa destrucción de los enemigos de Dios –aquellos que se oponen a Él y se oponen a Su pueblo.
Él juzga aún a las naciones por rebelarse contra Él, y por la forma como tratan a Su pueblo. Y haciendo esto, en ese día de venganza, Él inicia el año de redención, trayendo alivio y salvación a Su propio pueblo.
Así que hay un mensaje doble en este párrafo, hay un mensaje para los pecadores, y hay un mensaje para los creyentes, los santos. A los pecadores que no han venido a la fuente de la sangre de Jesús que nos limpia, el mensaje es: «¡Arrepiéntanse y crean en el evangelio. Entrégale tu vida al Rey Jesús, a este guerrero poderoso. Aún estás a tiempo; y mientras tengas la oportunidad, aprovecha el día, aprovecha la gracia, porque pasarán, y si los dejas pasar experimentarás el día de la venganza, el día de la ira del Cordero, donde serás lanzada al gran lagar, y Él pisará con la ira del Dios todopoderoso. Esto es algo muy serio de enfrentar, y no tienes que enfrentarlo. ¡Arrepiéntete y cree en el evangelio!»
Ese es el mensaje para los que no son creyentes. Pero, ¿cuál es el mensaje para los cristianos, los santos? Déjame sugerir dos cosas: Primero, ¡gózate en Su misericordia y en Su gracia que te ha salvado librándote de la ira que está por venir! Esto no es cualquier cosa. Ser una hija de Dios, salvada por Él no es algo para dar por sentado. ¡Es algo asombroso!
Si no fuera por Su misericordia que tocó nuestros corazones, nosotras estaríamos dentro de los enemigos que van a ser lanzados al lagar para ser destruidos por la ira de Dios. Y hemos escapado de la ira de Dios –no porque nosotras seamos mejores, más santas, más espirituales, más buenas, o más sabias que las demás. Nosotras merecemos la ira de Dios, así como cualquier otro pecador que ha vivido en este mundo.
Pero Dios, que es rico en misericordia, dijo: «¡Yo te salvaré!» Y Él nos dio arrepentimiento y fe. Él puso estas cosas en nuestros corazones. Nosotras debemos regocijarnos en eso y no tomarlo como algo insignificante.
Y luego, en segundo lugar, mientras hay tiempo, nosotras necesitamos proclamar el evangelio a Sus enemigos –decirles que se arrepientan, que crean, que huyan de la ira venidera, la ira de Dios. Como ya habrás leído en las descripciones en la Escritura sobre el tormento eterno, ¡son aterradoras!, pero son reales y verdaderas.
No es demasiado tarde para escapar de la ira de Dios. Hoy es el día para escapar de la ira de Dios, porque un día no lo será. Así que mientras haya tiempo nosotras les decimos a las personas: «¡Arrepiéntete! Cree en el evangelio de Cristo y sé salva!»
El Himno de la Batalla de la República es un himno patriótico norteamericano. Fue escrito en 1861 durante la Guerra Civil, por una mujer llamada Julia Howe, después de que ella visitó el Campamento del Ejército de la Unión. Este himno ha sido cantado en funerales de hombres de estado y presidentes durante años.
Al observar estas palabras, realmente hablan del juicio definitivo de los malvados en el final de los tiempos. Voy a leer solo dos estrofas:
«Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor: (“¿Quién es este que viene de Edom con vestidos rojos?…»)
Está aplastando la viña donde se guardan las uvas de la ira;
Ha liberado el fatídico rayo de su terrible y rápida espada:
Su verdad está en marcha.
Ha sonado su trompeta y nunca llamará a retirada;
Ha cribado (ha probado) los corazones de los hombres ante Su tribunal:
¡Oh, apresúrate, alma mía, para responderle! ¡Alégrense pies míos!
Nuestro Dios (nuestro Salvador, nuestro Cristo) está marchando».
La Escritura dice, en Jeremías 25: 30-31:
«Tú, pues, profetizarás contra ellos todas estas palabras, y les dirás: “El Señor rugirá desde lo alto, y dará Su voz desde Su santa morada; rugirá fuertemente contra Su rebaño. Dará gritos como los que pisan las uvas. Contra todos los habitantes de la tierra. Ha llegado el estruendo hasta el fin de la tierra, porque el Señor tiene un pleito contra las naciones; entra en juicio contra toda carne; a los impíos los entrega a la espada”, declara el Señor».
Luego entramos al Nuevo Pacto y vemos el terrible día de venganza, reservado al lado de este increíble año de redención, en 2 Tesalonicenses 1: 6-10:
«Porque después de todo, es justo delante de Dios que Él pague con aflicción a quienes los afligen a ustedes. Pero que Él les dé alivio (salvación) a ustedes que son afligidos, y también a nosotros, cuando el Señor Jesús sea revelado desde el cielo con Sus poderosos ángeles en llama de fuego, dando castigo a los que no conocen a Dios, y a los que no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesús. Estos sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de Su poder, cuando Él venga para ser glorificado en Sus santos en aquel día y para ser admirado entre todos los que han creído; porque nuestro testimonio ha sido creído por ustedes».
Sí, hay un día de venganza, pero ahora es el momento para huir de la ira de Dios, para arrepentirse, para creer, y estar listos para ese día, ese año de gran redención.
Gracias, Señor, por darnos mensajes como este, que son un poco difíciles de asimilar. Nosotras los leemos y meditamos en ellos, y vemos algunas cosas gloriosas acerca de Tí y de Tus caminos, y nuestros corazones se llenan de gozo.
Te ruego por aquellas que han escuchado esta palabra, y que para aquellas que no han creído, hoy sea el día de salvación. Tal vez algunas han estado escuchando este programa por años, pero no han levantado la bandera blanca de rendición para decir: «¡Sí Señor!» ¡Danos fe, danos arrepentimiento, muéstranos nuestro pecado!
Y también oro por aquellas que somos llamadas por Tu nombre, que somos Tus hijas, yo te ruego que nos ayudes a levantar nuestros ojos, pues nuestra redención está cerca. Y que este año de gracia, nosotras hagamos lo que Tú estás haciendo –y es llamar a los pecadores al arrepentimiento, a creer en el evangelio y anticipar con gran gozo, nuestro año, nuestro eterno año de redención.
Oramos en el nombre de Jesús, quien derramó Su sangre por nosotros, ¡para que nuestra sangre nunca tuviera que ser derramada. Te pido esto en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: Amén.
Mañana continuaremos escudriñando Isaías capítulo 63. Habiendo visto el juicio de Dios, profundizaremos entonces en Su maravillosa gracia y misericordia.
Llamándote a clamar por un avivamiento, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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