No hay ministerio más grande
Annamarie Sauter: En un momento determinado de su vida, la presentadora radial Janet Parshall tuvo que decidir si se convertiría o no, en una mujer contracultura.
Janet Parshall: Sintonizábamos las noticias de la noche, y escuchábamos una mujer decir cosas como estas: «Una mujer necesita a un hombre como un pez necesita una bicicleta» o «el matrimonio es una profesión ilegítima» o «los niños te vaciarán el cerebro».
Tuve que ir a mi esposo y decirle, «necesito tu guía, necesito saber qué opinas, quiero saber qué piensas acercas de esto». Él me miró y me dijo, «cariño no puedo pensar en ningún otro llamado más grande para tu vida que el de vigilar la marcha de tu casa».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy tenemos con nosotras a Janet Parshall. Ella es la anfitriona del programa radial, …
Annamarie Sauter: En un momento determinado de su vida, la presentadora radial Janet Parshall tuvo que decidir si se convertiría o no, en una mujer contracultura.
Janet Parshall: Sintonizábamos las noticias de la noche, y escuchábamos una mujer decir cosas como estas: «Una mujer necesita a un hombre como un pez necesita una bicicleta» o «el matrimonio es una profesión ilegítima» o «los niños te vaciarán el cerebro».
Tuve que ir a mi esposo y decirle, «necesito tu guía, necesito saber qué opinas, quiero saber qué piensas acercas de esto». Él me miró y me dijo, «cariño no puedo pensar en ningún otro llamado más grande para tu vida que el de vigilar la marcha de tu casa».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Hoy tenemos con nosotras a Janet Parshall. Ella es la anfitriona del programa radial, «En el mercado, con Janet Parshall». Este se transmite en la radio norteamericana. Por muchos años Janet ha estado activa en Washington D.C., abogando por los principios y las políticas que fortalecen las familias.
Nancy DeMoss de Wolgemuth se sentó a conversar con Janet para conocer su trasfondo y escuchar lo que hay en su corazón.
Janet: Es un placer para mí estar aquí contigo, Nancy, y solo me gustaría decirte para comenzar, que tengo una gran admiración y respeto por ti, porque conoces la Palabra, amas la Palabra, amas la sana doctrina y la predicas de manera precisa y minuciosa.
Esto es algo que se necesita mucho en nuestra cultura al día de hoy, y tú eres una mujer de Dios a quien yo he admirado por mucho tiempo. Es un privilegio muy especial para mí estar aquí contigo.
Nancy: Bueno, ¡gracias! Y como sabes, es la Palabra la que cambia vidas. Allí es donde está el poder. Cuando se trata de esto, la gente en realidad no necesita saber cuál es tu opinión, o la mía, ni la de nadie más. Lo que importa es saber, «¿qué dice el Señor? ¿Cuál es el corazón de Dios en esto?»
Janet: Así es.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: A través de los años, esa es una de las cosas que me ha atraído a ti. No solo tienes conocimiento y eres competente en los problemas relacionados con las políticas públicas y los eventos de actualidad, mi cabeza me da vueltas cuando estoy contigo hablando acerca de todos estos temas porque estás tan apercibida y al tanto de ellos. Pero tú llevas las cosas de regreso a la plomada de la Palabra de Dios, y aprecio mucho esto. No solo eres una comentarista conservadora sino que también tienes un pensamiento realmente arraigado en la Palabra de Dios, así que gracias.
Janet: ¡Gracias! La palabra que me encanta usar para definir esto es bibliocéntrica.
Nancy: Sí.
Janet: En otras palabras, si fuéramos a ponernos un par de lentes para ver el mundo, el filtro a través del cual lo debemos visualizar debe ser la Palabra de Dios.
A veces es muy fácil –y es una manera errónea de pensar– el categorizar lo que sucede en la cultura como algo «político», y te diré por qué: porque creo que hay un poco de confusión en nuestra forma de pensar.
Si lo categorizamos como «político», particularmente en la iglesia universal, pensamos, «bueno, la política y la religión no mezclan bien». Hemos creído todo esto.
Por cierto, si pudiera desviarme por un momento en este punto y refrasear esto —si fuésemos a preguntarnos, «¿tiene nuestra relación con Cristo un impacto sobre el tipo de política pública que nos gustaría ver redactada, o sobre a quién nos gustaría ver siendo electo como presidente?» La respuesta sería un rotundo sí.
Ciertamente podemos ir a través de las Escrituras y encontrar todos los hombres y mujeres de antaño que intervinieron en el gobierno, algunos hasta el punto de llegar a ser decapitados cuando se involucraron con el gobierno.
Nancy: Sí.
Janet: Entonces si nosotros redefinimos esto y entendemos que el gobierno, como todo aspecto del mundo, es un área que necesita ser influenciada por el poder de Dios… el que los cristianos categoricen esta como un área fuera de nuestro alcance no es bíblico, es más bien tonto y resulta en una oportunidad no aprovechada.
En mi comunidad hay mucha gente que ve como un alto llamado en sus vidas el venir y servir en el ámbito público. Pero cuando hablamos del americano promedio, como yo, cuando vemos todo esto es fácil decir, «eso es política y no me voy a meter en eso».
Pero lo que encuentro interesante es que cuando estoy escuchando todos estos debates en Washington, estoy pensando, «ellos no se dan cuenta de que están debatiendo sobre un tema bíblico». Ya sea que se trate de la investigación sobre las células madre que toca el tema de la santidad de la vida que Dios declaró en el libro de Deuteronomio, o ya sea que se trate de la definición del matrimonio que ha sido presentada en Génesis y reafirmada por Jesús en los evangelios, o ya sea que se trate del problema de la soberanía de la nación, lo cual es también un principio bíblico y no un principio gubernamental, uno comienza a entender que mucho de lo que hace las primeras planas de los periódicos, si se desglosa, muchas veces apunta a principios bíblicos establecidos. ¿Por qué abdicaría la iglesia a tener una voz allí?
Yo creo que es una oportunidad gloriosa para nosotros el entrar en un modelo como el de Hechos 17 como lo hizo Pablo; el escuchar a los estoicos y epicúreos de nuestros días y tener la oportunidad de decirle a la cultura, «te escucho, sé lo que estás pensando» –claro, de forma amorosa– y luego tratar de llenar los huecos de su cosmovisión con lo que sabemos que es la verdad absoluta; este es un campo misionero.
Anteriormente he compartido contigo, Nancy, que cuando vine al Señor, yo estaba completamente convencida de que iba ser llamada al campo misionero en el extranjero. Fui llamada a Washington.
Nancy: Sí, sí lo dijiste.
Janet: Es un lugar bastante «extranjero» para mí.
Nancy: Así es.
Janet: Pero es un campo misionero sin duda. Es un tanto diferente, un tipo de tribu sofisticada a la que ministramos aquí, pero hay personas que necesitan a Jesús. El poder de la Palabra necesita ser infundido en nuestros debates –cuidadosamente, juiciosamente, con madurez, con gran sensibilidad– escuchando más que hablando. Estos son asuntos que no pueden ser abdicados por los cristianos.
No todos somos llamados a esto. Yo entiendo esto, pero alabo a Dios que Él no ha llamado a Su pueblo a alejarse de esto, porque solo me imagino cómo sería el gobierno de nuestro país sin cristianos allí dentro.
Si no hubiese habido influencia bíblica por parte de nuestros fundadores en todos esos aspectos, ¿cómo estaría nuestra nación? El concepto de que los derechos inalienables provienen de nuestro Creador es un principio bíblico. El concepto de representantes electos proviene de Moisés cuando dijo, «escojan de entre ustedes».
Uno ve estos principios bíblicos contenidos en las Escrituras y pienso, «si estuviéramos ausentes, ¿qué tan diferente sería nuestro país?»
Nancy: Pienso que durante mis años de vida, una de las cosas que he visto es que los cristianos realmente se han ido a la defensiva acerca de su fe, en la forma como ésta se involucra con la cultura y los eventos actuales. Mientras estoy aquí sentada escuchándote pienso en ese viejo himno, «El mundo es de mi Dios».
Le pertenece a Él. Él es el Rey. Él es el que reina. Él es el Potentado Supremo de todo el universo, de todos los universos, y no necesitamos estar a la defensiva. Ahora, eso no significa que debemos estar a la ofensiva en la forma como expresamos tales cosas.
Janet: Absolutamente.
Nancy: El pensar que Dios se humilló a sí mismo y tomó forma de hombre para comunicarse con este mundo, que vivió nuestra vida y murió nuestra muerte… es algo asombroso que Él se haya humillado.
De manera que mientras interactuamos con la cultura, lo hacemos en un espíritu de humildad y gracia. Su gracia y Su verdad son las que transforman vidas.
No hay una persona que esté escuchando Aviva Nuestros Corazones en el día de hoy que no tenga este mismo llamado.
Janet: Exactamente.
Nancy: Quizás no luzca igual en este tiempo en la forma como practiquemos esto, pero dentro del contexto donde Dios nos ha colocado, en esta estación de la vida, debemos vivir la elocuencia del evangelio.
Janet: Exactamente.
Nancy: Janet desde tu niñez has tenido el privilegio de haber sido expuesta a la Palabra de Dios. Háblanos sobre la influencia que tuvo la Escritura en tu vida como niña, y por qué esta ha sido tan valiosa para ti.
Janet: Como resultado de haber crecido en un hogar cristiano, el memorizar la Escritura era parte de mi vida. Veía a mi madre en la mesa de la cocina haciendo sus devocionales, veía los versículos bíblicos pegados en el refrigerador. La escuela dominical tenía programas de memorización de las Escrituras… Yo estaba… La única palabra que se me viene a mi mente es inmersa, sumergida.
Yo estaba sumergida en una familia donde todo era la Palabra, la Palabra, la Palabra. No había alternativa, no había pregunta, cuestionamiento alguno. Eso era lo que nos definía.
No era algo dictatorial, como: «¡Esto lo tienes que hacer!» Lo que vi fue la gracia y la naturaleza gentil de mi madre. Vi la fortaleza y el valor de mi papá. Los dos unidos amando al Señor, me animaron a entender la importancia de la Palabra, siempre viendo como ellos lo vivían en sus vidas y las cosas que hacían.
Esta es mi exhortación a las madres que están pensando, «¡oh estoy muy cansada! No quiero alistarlos para ir a Oansa. No quiero ir a la escuela dominical. Peleamos todo el camino hacia la iglesia, luego se supone que debemos tener una familia perfecta cuando lleguemos allí y todo me resulta desalentador».
Déjame animarte, tú estás invirtiendo en el futuro. Estás plantando semillas y lo que tienes que ser es un agricultor muy fiel. No verás la cosecha inmediatamente.
Y aún puedo escuchar a mi madre y a mi padre plantando las semillas de la verdad en mi corazón. Sí, como cualquier otro niño cristiano en un hogar cristiano, pasé por tiempos en los que pataleaba en contra del aguijón y no quería estar envuelta en todas esas cosas.
Hoy veo hacia atrás y pienso, «Dios estaba usando eso en una forma muy profunda para escribir Sus verdades en las tablas de mi corazón». No solo esto pero cuando me hice mayor y el Señor comenzó a bendecirnos con niños, empecé a entender que el mayor tesoro que me fue dado no fue uno financiero, sino un legado de fe, el cual yo pude pasar a mis hijos.
Nancy: Así es.
Janet: Lo que estoy diciendo a estas mamás que están en sus hogares ahora mismo y que están pensando, «oh, esto es muy difícil; esto es día tras día tras día…» Solo déjame recordarte que el tiempo vendrá –y te prometo que te tomará por sorpresa– cuando de repente te des cuenta de que todos esos momentos que invertiste, los momentos en los que oraste con ellos, las veces en las que memorizaron juntos las Escrituras, van a producir una cosecha invaluable.
A las mujeres que están en esa etapa de su vida ahora mismo, como mujer de Tito 2 te digo, «he estado ahí». Tuve cuatro niños menores de seis años en un momento dado, y hubo muchos días en que pensé, «¿en qué estoy invirtiendo?»
Particularmente, Nancy, porque cuando lo estaba haciendo, fue en aquellos días cuando surgió el movimiento feminista en nuestro país, y no había declaración alguna que afirmara a las que elegían quedarse en el hogar.
Nancy: Al contrario, era un llamado muy fuerte a salir del hogar e involucrarse en carreras profesionales.
Janet: Exacto.
Nancy: ¿Cómo resististe eso?
Janet: Como te he dicho, esto es un peregrinaje. Esta es mi historia.
Fui educada en la universidad. Compartí contigo que me casé con mi primer amor de la escuela secundaria. Obtuve una licenciatura pero estaba buscando titularme en algún estudio más avanzado. Pensé entrar en el área en la que me había estado preparando académicamente.
Tomamos la decisión de empezar a tener hijos y honestamente, Craig y yo nos tuvimos que sentar y orar para tener esta larga conversación y pensamos, «ahora, si hacemos esto, hay un mundo entero allá afuera, una cultura rugiendo que te aconseja que tengas esos hijos y los deposites en una guardería y sigas tu camino».
Ahora, no estoy comentando esto para causar un malestar en las personas que deben tomar esta decisión. Les estoy relatando mi vida; mi «progreso de peregrina».
Estábamos en un tiempo donde sintonizábamos las noticias de la noche, y escuchábamos una mujer decir cosas como estas, «una mujer necesita un hombre como un pez necesita una bicicleta» o «el matrimonio es una profesión ilegítima» o «los niños te vaciarán el cerebro».
Tuve que ir a mi esposo y decirle, «necesito tu ayuda, necesito tu guía, necesito saber qué opinas, quiero saber qué piensas acercas de esto. «Él me miró y me dijo, «cariño no puedo pensar en ningún otro llamado más grande para tu vida que el de vigilar la marcha de tu casa».
Entonces, con ese aliento y con muchas, muchas, muchas horas de oración, decidimos que sería un ama de casa.
En ese tiempo, mi esposo estaba terminando su postgrado. Él estaba en la escuela de leyes en ese entonces. Y estoy aquí para decirte que tú puedes hacer muchas cosas creativas con papas horneadas y huevos.
Pero sabíamos que estábamos invirtiendo en esos pequeñitos. No quería perderme su primera palabra, sus primeros pasos. No quise perder la oportunidad de ayudar a moldear y formar sus corazones y sus mentes.
Pero te digo, Nancy, tuve amigas que me dijeron, «no puedo pensar en una decisión más tonta que esta que has tomado de permanecer en tu casa y tener hijos».
Ahora, tengo que decirte, que cuando estás limpiando esas naricitas mocosas y estos niños con fiebre y la casa que está hecha un desastre y acabas de limpiar el piso de la cocina y ahora hay leche en el suelo de una orilla a la otra… Hay momentos cuando Satanás se desliza hacia ti, como lo ha hecho desde el momento en que estábamos en el Edén, hace sonar su cascabel y te dice: «¿Realmente crees que esta fue la mejor decisión?»
Me reía porque cuando se acercaba el fin de la quincena, si tu usas el paradigma del mundo… después de dos semanas... no hay sueldo, no hay bonos de pago aquí, no me dan un ascenso por mi trabajo.
Aún así es interesante porque, si no recuerdo mal, en ese entonces alguien escribió un artículo comparando el valor de una madre en la casa con el valor de una madre que está en el mundo laboral.
Si fueras a contratar a alguien para hacer todo lo que yo estaba haciendo en mi hogar, el costo hubiese sido mucho más alto de lo que Craig y yo hubiésemos podido pagar, número uno; y en segundo lugar era mucho más alto de lo que yo habría estado percibiendo si hubiese estado trabajando en mi campo de estudios. De manera que, al menos por razones económicas, razones socioeconómicas, había un buen argumento para permanecer en casa.
Pero más importante aún, realmente era un asunto más bien de no escuchar al mundo, sino escuchar la Palabra, esa pequeña y cálida voz, como nos gusta referirnos a Él, a nuestro amado Padre, que me atrajo a un lugar donde me dijo, «hay tesoros, estos son tesoros irreemplazables. Te estoy dando el privilegio de cuidar de esas mentes, esos corazones para criarlos en Mi disciplina y amonestación, y para enseñarles Mis caminos».
Tengo que decirte, Nancy, yo era como el salmón, estaba nadando contra la corriente, contracultura a todo lo que estaba sucediendo allá afuera, contrario a todos los artículos e historias de las revistas, pero déjame decirte cuán bueno es Dios:
Poco sabía yo que durante todos esos años en la cocina, en la sala, en el cuarto de juegos, y durante el transporte hacia la escuela, Dios me estaba enseñando.
En la economía de Dios no hay desperdicios.
Oh, si tan solo pudiera hacer entender a nuestras amigas, particularmente a aquellas que están en diferentes etapas, a las que están en una etapa más temprana que yo ahora mismo. Todo es para Su gloria, Su propósito y Su honor y Dios es un maestro intenso y profundo.
Entonces todos esos matices de lo que significa ser «profamilia», un término que se usa mucho aquí en Washington, no habría significado mucho si yo no hubiese pasado por esa experiencia.
Dios nunca me habría dado un micrófono y una plataforma y la oportunidad de estar en televisión nacional, debatiendo con feministas sobre el tema de lo que significa ser profamilia, si Él no hubiese dicho, «te voy a enseñar lo que significa ser profamilia».
Cuando piensas en el modelo de Dios, Moisés tuvo que aprender a pastorear ovejas antes de que él pudiera pastorear a los hebreos a través del desierto.
Por eso quiero animar a las mujeres, si tú crees que lo que ahora estás haciendo no sirve de nada, cambia tu perspectiva sobre esto. Quiero que sepan, todas, ustedes están en un salón de clases ahora mismo, y Dios está preparándote para otra etapa, para otro llamado: Lo que está ocurriendo en tu vida ahora mismo te está preparando para el lugar hacia donde te va a llevar la siguiente etapa.
Entonces, aunque la cultura no me apoyaba en aquel tiempo, aunque mis amigas no me apoyaban, aun cuando había momentos cuando en la quietud pensaba, «oh, creo que sí tomé el camino errado. No podré recuperar los años que he invertido». Ahora veo atrás y pienso, «gracias Padre, porque Tú estabas usando eso como un salón de clases para enseñarme tantas cosas, y la más importante de ellas, “vigilar bien la marcha de mi casa”» (ver Prov. 31-27).
Nancy: Aun así, si esto no hubiese resultado en lo que finalmente resultó, en tú tener una plataforma y el tener un micrófono al día de hoy, solo el escucharte a ti y a Craig hablar anoche sobre el hecho de que sus cuatro hijos, que ahora son adultos, están caminando con el Señor y pensando bíblicamente… pensando en esos cinco nietos quienes están en el proceso de ser entrenados en los caminos de Señor…
En Aviva Nuestros Corazones siempre estamos hablando acerca de la importancia de pasar la batuta de la fe, intacta, a la siguiente generación. Cuando pienso acerca del gran porcentaje de gente joven hoy en día que está creciendo en nuestros hogares cristianos, en nuestras iglesias evangélicas y que están dejando la escuela preparatoria y abandonando la fe –para no regresar por años, si acaso lo hacen– pienso, «¿qué mayor recompensa?»
Si no tuvieras, «América con Janet Parshall» y las oportunidades que el Señor te ha dado ante el público, solo el hecho de que tú y Craig han impreso, por la gracia de Dios, los caminos y el evangelio y la Palabra de Dios en los corazones de sus hijos, quienes ahora están haciendo lo mismo con la siguiente generación, quizás para un día en que tú no vivas, poder ver…
Janet: Exactamente. Oh Nancy, ¿puedo subrayar esto? Porque yo creo que este es un punto muy importante y realmente afecta mi corazón cuando dices esto. Estoy siendo cien por ciento abierta y transparente contigo. Me humilla ver hasta dónde Dios me ha traído.
He orado con el presidente de los Estados Unidos en la oficina oval. He representado al presidente en las Naciones Unidas cuando tuvimos la oportunidad de escuchar a la Comisión de las Naciones Unidas sobre el estatus de las mujeres alrededor del mundo…y escuché estas terribles historias, estas ideas diabólicas, y me refiero a ellas así porque es de ahí de donde provienen, de las profundidades del infierno.
Pero si mirara al espejo y dijera, ¿a quién veo cuando miro hacia atrás? O si alguien me preguntara, ¿cuál ha sido tu más grande logro? No sería nada de esto. Sería el hecho que Dios me llamó a ser esposa y madre y lo digo en serio desde la médula de mis huesos.
De hecho, te puedo decir que acabo de tener esta conversación con Craig hace unas noches. Estábamos hablando durante una larga caminata juntos y le dije, «Craig, de todas las oportunidades que he tenido, el ser madre es lo que todavía considero mi más grande llamado y el que yo creo que mejor refleja, al menos eso espero y oro, a quien yo soy en Cristo Jesús».
Entonces lo repito de nuevo a esas mujeres que están en ese momento pensando, «ugh.. Esto es más de lo mismo, es muy rutinario. No hay nada bueno aquí». Yo no sé si nosotras podemos empezar a entender la profundidad de lo que significa ser capaz de pasar este legado.
Cuando estabas hablando, la palabra que me vino a la mente fue intencionalidad. C.S. Lewis dijo… y me lo recuerdo a mi misma todo el tiempo porque es un reto para mí personalmente, especialmente como mujer. A menudo pensamos con nuestras emociones, que por cierto, es un mal síntoma de un mundo postmoderno. Si pensamos con nuestros corazones todo el tiempo, vamos a meternos en problemas porque nuestras emociones no son confiables. Nosotras como mujeres somos propensas a pensar con nuestras emociones. Pero C.S. Lewis dice exactamente lo opuesto. El dice, la voluntad debe preceder las emociones.
Entonces cuando te propones en tu corazón hacer lo que necesitas hacer por tus hijos, esta intención de decir, «quiero asegurarme, sobre todas las cosas, de que tú le conozcas a Él y camines con Él».
- Esto te tomará toda una vida.
- No hay más grande llamado.
No importa si llegas a ser el presidente de IBM. No hay más grande llamado que ser capaz de decir que tú has transmitido las verdades del evangelio a la siguiente generación.
Nancy: La meta no es solo que puedas tener hijos buenos y perfectos y que puedas decir que criaste buenos muchachos que trabajan duro y que son buenos ciudadanos. La meta es lo que acabas de decir, que estamos transmitiendo el evangelio de Jesucristo a la siguiente generación.
Janet: Exactamente. ¿No es este el modelo bíblico? Si la Palabra se va a transmitir primero a Jerusalén, después a Judea, luego a Samaria, después a las demás partes del mundo (ver Hechos 1:8), ¿cuál es Jerusalén para la mamá? Es tu familia. Es esa esfera de influencia que se sienta alrededor de su mesa, donde la cena en la noche se comparte. Ahí es donde empieza.
Entonces cuando estás pensando, «bien, deseo que el Señor me llame a un ministerio nacional grande y poderoso», espera un minuto, el Señor te va a decir: «¿Qué has hecho con el ministerio que te he dado el cual es sentarte alrededor de tu mesa de cocina?»
Hace algunos años escuché a un gran maestro de la Biblia, cuando Craig y yo estábamos contemplando lo que haríamos con nuestras vidas. En un punto Craig y yo pensábamos que tal vez ya era hora de que él dejara el derecho y entrara al seminario, y que ambos sirviéramos tiempo completo en esta área en particular.
Bueno, Él nos llamó al servicio de tiempo completo, pero no fue en un seminario exactamente. Pero recuerdo a este gran, gran sabio consejero bíblico decir, «¿qué estás haciendo con el ministerio que tienes ahora? No solo te estás preparando para el ministerio en el futuro. ¿Qué estás haciendo con el ministerio que tienes hoy?»
Te puedo decir, que esto me atravesó el corazón como una lanza, porque yo pensé, ¡Eso es correcto! Es muy fácil decir, «oh, están allá arriba en la plataforma, dejan huellas en la nación».
Espera un minuto. A Dios no le interesa eso. Él quiere saber qué estás haciendo con el ministerio que Él te ha dado ahora. Y para la mamá del hogar, ese ministerio llega a casa y le dice, «hey mamá, ¿qué hay de cenar?»
Si puedes empezar a verlo con esta perspectiva descubrirás la profundidad (y voy a usar esa palabra otra vez) de lo que se trata el llamado a la maternidad.
Nancy: Por lo regular tengo mujeres quienes vienen a mí y me dicen… especialmente algunas de estas madres jóvenes. «Pero hay esta sensación de si realmente, lo que estoy haciendo cuenta para algo. Realmente quiero un ministerio. ¿Cómo es que tú llegaste a ser charlista o escritora? ¿Cómo puedo tener ese tipo de ministerio? Dios me está llamando a tener un ministerio».
Las miro a los ojos, y les digo, «no hay más grande ministerio, lo que estoy haciendo es insignificante comparado con lo que Dios te ha llamado a hacer a ti».
Janet: Exacto.
Nancy: Ahora, estoy haciendo lo que Dios me ha llamado a hacer, pero tú estás haciendo lo que Dios te ha llamado a hacer, que es amar a tu esposo, amar a tus hijos, modelando la vida de Cristo para ellos, pasando la batuta de la fe a la siguiente generación. No hay más grande ministerio.
Annamarie: Nancy DeMoss de Wolgemuth ha estado hablando con la presentadora radial y de televisión, Janet Parshall, acerca de los roles más importantes en la vida. Esta conversación es parte de la serie, «Hablando como una mujer verdadera».
Maternidad, carrera, finanzas— mañana, Janet Parshall regresará con nosotras para hablarnos acerca de estos temas. Te esperamos aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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