¡No esperes! ¡Perdona!
Dannah Gresh: ¿Cómo tiendes a responder cuando te han lastimado profundamente? Hoy escucharemos la historia de Kathy. Ella nos contará cómo se sintió después de sufrir un terrible ataque.
Kathy: Deseaba tanto la venganza que, honestamente, creo que podría haber matado a esos tres muchachos si hubiera tenido la oportunidad.
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Escoja perdonar», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 27 de octubre de 2023.
Hoy Nancy continúa con la serie Libertad a través del perdón. Escuchemos.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hemos estado hablando de todo este asunto de la amargura y el perdón; cómo lidiamos con el dolor y las heridas de nuestro pasado. Ayer mencionamos que debemos tener cuidado de no convertirnos en «cobradores de deudas», porque cuando mantenemos prisioneros a aquellos que han pecado contra nosotras, nosotras mismas terminamos siendo prisioneras.
Y alguien ha dicho …
Dannah Gresh: ¿Cómo tiendes a responder cuando te han lastimado profundamente? Hoy escucharemos la historia de Kathy. Ella nos contará cómo se sintió después de sufrir un terrible ataque.
Kathy: Deseaba tanto la venganza que, honestamente, creo que podría haber matado a esos tres muchachos si hubiera tenido la oportunidad.
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Escoja perdonar», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 27 de octubre de 2023.
Hoy Nancy continúa con la serie Libertad a través del perdón. Escuchemos.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hemos estado hablando de todo este asunto de la amargura y el perdón; cómo lidiamos con el dolor y las heridas de nuestro pasado. Ayer mencionamos que debemos tener cuidado de no convertirnos en «cobradores de deudas», porque cuando mantenemos prisioneros a aquellos que han pecado contra nosotras, nosotras mismas terminamos siendo prisioneras.
Y alguien ha dicho que laamargura es como un ácido: destruye el contenedor en el que se guarda. Cosechamos en nuestras vidas las consecuencias físicas, emocionales y relacionales, e incluso consecuencias en nuestros hijos y nietos, por negarnos a perdonar.
Vemos en la Palabra que el perdón es un asunto serio para Dios. Y Él ha dicho que si no perdonamos a los demás, entonces no podremos experimentar Su amor y Su perdón en nuestras vidas. De hecho, el apóstol Pablo dijo en 2 Corintios 2:11, que cuando nos negamos a perdonar, en realidad terminamos dándole ventaja a Satanás. Exponemos nuestras vidas a una mayor influencia y ataque del mismo Satanás cuando nos negamos a perdonar.
Ahora, hoy quiero que abordemos esta pregunta: si necesitamos perdonar, ¿cómo podemos escoger perdonar? ¿Cómo debemos responder a aquellos que han pecado contra nosotras? Bueno, quiero mencionar varios pasos.
Consideraremos algunos de ellos hoy, y luego retomaremos los demás en el próximo episodio. Creo que, en primer lugar, es importante identificar a las personas que nos han lastimado.
Cuando hablo de sufrimiento, heridas y ofensas, por lo general hay un nombre que viene a nuestra mente, hay un rostro, hay una situación, hay una circunstancia, algo que experimentamos. Y cuando digo «dolor», nuestra mente va hacia esa circunstancia o a esa persona.
Y quiero pedirte que tomes un momento para identificar a esas personas que te han lastimado. De hecho, te animo a que busques una hoja de papel y dibujes dos líneas para formar tres columnas.
En la columna de la izquierda, haz una lista de las personas que han pecado contra ti. Ahora, si esa persona está sentada a tu lado, tal vez sea conveniente tener cuidado con la forma en que lo escribes, probablemente debas hacerlo con iniciales o letras muy pequeñas.
Escribe quiénes son las personas que han pecado contra ti. Luego, en la columna del medio, al lado de cada uno de esos nombres, identifica cómo han pecado contra ti, qué hicieron mal. ¿Cuál fue la ofensa?
Ahora, permíteme aclarar que en todo esto no estoy sugiriendo que vuelvas atrás y trates de desenterrar recuerdos que no estás segura que estén allí. No creo que eso sea bíblico. Dios tiene la capacidad, la habilidad (y a veces, Él lo hace así) de borrar algunos recuerdos de nuestras mentes. Él puede hacerlo. No siempre lo hace, pero puede hacerlo.
Y si Dios ha quitado esos recuerdos de tu mente, no trates de desenterrarlos. Si son asuntos que necesitan ser tratados, entonces están ahí en tu conciencia. Estoy hablando aquí de las cosas que vienen a tu mente, escríbelas. ¿Quiénes son esas personas y cómo han pecado contra ti?
Y tú podrías decir: «No sé si deba mencionar esas cosas. Se supone que debo olvidarlas. ¿Cierto?»
Bueno, el perdón no es pretender que nunca sucedió, y Dios tampoco te pide que finjas que nunca sucedió. Pero creo que a veces en el mundo evangélico, hablamos sobre este tema del perdón y pensamos, si identifico quiénes son estas personas o qué han hecho, entonces estoy en el camino equivocado. ¿No debería simplemente tratar de meter todo este dolor debajo de la alfombra y enterrarlo?
Escucha, Dios no nos está pidiendo que enterremos el dolor o que pretendamos que nunca sucedió. Dios te está pidiendo que enfrentes el dolor con Su gracia para que aprendas a lidiar con esa situación.
Y la verdad es que algunas de nosotras hemos metido estas situaciones dolorosas debajo de la alfombra durante tanto tiempo que ya ni siquiera podemos caminar sobre ella.
Hemos tratado de enterrar el dolor pensando que eso es lo que el cristiano debería hacer. Pero la realidad es que perdonar no es lo mismo que enterrar el dolor, olvidarlo o fingir que nunca pasó.
Dios quiere encontrarse contigo en medio de tu dolor. Así que, primero identifica a las personas que te han lastimado y cómo han pecado contra ti.
Luego asegúrate de que tu conciencia esté tranquila con respecto a las personas que están en tu lista.
Y ahí es donde entra la tercera columna. ¿Te preguntabas qué haríamos con esa tercera columna? En la primera columna a la izquierda, identifica a las personas que han pecado contra ti. En la columna del medio, cómo han pecado contra ti.
Y ahora vamos con la última columna a la derecha: pregúntate –y deja que Dios examine tu corazón para que puedas ser honesta: ¿Cómo has respondido a estas personas? Lee la lista de nombres que escribiste y pregúntate, ¿he bendecido a esa persona, la he amado, he orado por ella, la he perdonado o le he negado el amor y el perdón? ¿La he resentido o calumniado? ¿He hablado mal de esa persona?
¿He hablado mal de ese exesposo a mis hijos o de ese compañero de trabajo a otro empleado? ¿He tomado represalias de alguna manera? ¿Me he enojado y he odiado a esa persona? ¿Cómo he respondido a esa persona en particular? Escríbelo.
Cuando hagas eso, asume la responsabilidad de tus respuestas. Es algo liberador darse cuenta de que Dios no te hace responsable por cómo otros han pecado contra ti. Pero Dios sí nos hace responsables por cómo hemos pecado contra otros.
Y si tu respuesta hacia esa persona no ha sido como la de Cristo, entonces debes estar dispuesta a ir donde esa persona y buscar su perdón por la forma en que has pecado contra ella.
Y quizás estés pensando: «Espera un momento, esa persona pecó contra mí, ¿y ahora me dices que tengo que ir y pedirle que me perdone por cómo pequé contra ella?» Si pecaste contra esa persona en tus respuestas, entonces necesitas limpiar tu conciencia ante Dios y ante esa persona pidiéndole perdón.
Ahora, Dios no te está pidiendo que vayas y limpies la conciencia de esa otra persona. Y, por cierto, si tu respuesta no ha sido la que hemos mencionado: enojarte y odiar a esa persona por lo que te hizo, no vayas a pedirle perdón. Sin embargo, Dios te está diciendo: «Asume tu responsabilidad».
Y somos tan propensas a añadir porcentajes a todo esto. La tendencia es pensar, y escucho a tantas esposas expresar algo como esto: «Yo solo fui responsable en un 5 por ciento de la ruptura de nuestro matrimonio. ¡Deberían escuchar lo que él hizo! ¡El 95 por ciento fue su responsabilidad!»
El problema es que si alguien fuera y hablara con ese hombre, lo más probable es que esté dispuesto a reclamar el 5 por ciento de responsabilidad, porque tiene en su lista que su esposa pecó contra él, y siente que ella fue quien lo provocó a hacer lo que hizo.
Así que este esposo podría decir: «Yo soy responsable en un 5 por ciento, pero ella es responsable en un 95 por ciento». Y ella a su vez dice: «Tengo un poco de responsabilidad, pero él es el mayor responsable». Así que entre los dos realmente solo tienen el 10 por ciento de la responsabilidad reclamada, el pequeño 5 por ciento de ella y el pequeño 5 por ciento de él.
¿Quién es responsable de todo ese 90 por ciento restante? Es el orgullo lo que nos hace pensar, en términos generales, que la otra persona se equivocó más.
Ahora, no estoy diciendo que lo que el ofensor hizo no estuvo mal. Y algunas de ustedes ya están en el proceso de comenzar una lista mental, tal vez ya comenzaron a escribir y hay grandes ofensas en su lista.
Ya hemos hablado de algunas ofensas: el esposo que abandonó a su mujer dejándola con esos hijos, el hombre que abusa de la niña que pensó que era su amigo. Estas son grandes ofensas. Y no estoy minimizando o trivializando esto en absoluto.
Pero lo que quiero decir es que «necesitamos asumir la responsabilidad por cómo hemos respondido al ofensor, y cuando sea posible, ir donde esa persona y asegurarnos de que nuestra conciencia esté limpia. Buscar su perdón por las formas en que has pecado contra él»
Ahora, cuando vayas a buscar su perdón, ten cuidado de cómo lo haces. Si pasaste por un divorcio, no vayas donde tu exesposo a decirle: «Lamento mucho no haber sido la esposa que debí ser. Pero en realidad me comporté así porque tú fuiste un mal esposo».
Ahora, sé que nadie haría eso. Pero a veces podemos pedir perdón de una manera que hace que la otra persona sienta que estamos poniéndole una carga encima. Deja que Dios ponga el sentido de la responsabilidad y la culpa donde sea necesario en la otra persona, y procura tú responder al sentido de responsabilidad que Dios está poniendo sobre ti.
Y una vez que has identificado a estas personas que te han lastimado y cómo te lastimaron, y hayas hecho todo lo que Dios ha puesto en tu corazón para limpiar tu conciencia hacia esas personas, entonces puedes dar el paso de escoger perdonar completamente a aquellos que han pecado contra ti.
Haz el compromiso en tu corazón de extender el perdón a cada persona en tu lista, no porque tengas ganas de perdonar, ni porque se hayan acercado a ti a pedirte perdón, sino como un acto voluntario. Perdonamos como un acto de obediencia. Perdonamos por fe.
Y permíteme decir esto: «Perdonar es sobrenatural». No tenemos la capacidad para el verdadero perdón dentro de nosotras. Es por la gracia de Dios y el poder de Su Espíritu que podemos perdonar. El perdón no es algo natural en nosotras.
Y cuando tomes la decisión de perdonar, ten cuidado con lo que dices. Cuida las palabras que utilizas. ¿qué quiero decir con eso? Bueno, he escuchado a mujeres decir: «Señor, por favor ayúdame a perdonar a tal y tal persona». Ahora, creo que sé a lo que ellas se refieren, pero déjame decirte que eso no es suficiente. No solo necesitas que Dios te ayude a perdonar a tal o cual persona.
Tú necesitas decir: «Señor, por Tu gracia y en obediencia a Ti, escojo perdonar. Borro el registro de esa persona, presiono el botón de borrar. Libero a esa persona».
Y también he escuchado a mujeres decir: «Sé que necesito perdonar a esta otra persona».
Pero el enemigo puede usar esa forma de pensar para evitar que escojas el perdón. No te limites a decir: «Necesito perdonar a tal y tal persona». Dile a Dios: «Yo escojo perdonar. Yo perdono a esta persona».
Hace un tiempo una mujer me escribió diciéndome:
«Hoy escogí perdonar a mi esposo por su relación inmoral con su exnovia antes de que nos conociéramos. Me he aferrado a este dolor durante cuatro años. (Ella se convirtió en un «cobrador de deudas»). Ahora estoy emocionada de abrazarlo y poder decirle que ha sido puesto en libertad».
Otra mujer me escribió:
«Dios me ha mostrado mi raíz de amargura hacia mi esposo, porque no está a la altura de mis expectativas. Pero he podido sacarlo de esa prisión».
¿Tienes un prisionero hoy? ¿Hay alguien en tu lista a quien no hayas perdonado? ¿Te das cuenta de que cuando escoges no perdonar realmente te conviertes en un prisionero? Hoy puedes tomar la decisión de decir: «Oh, Señor, por el amor de Jesús y como me has perdonado, yo escojo perdonar».
Dannah: Nancy nos ha estado dando algunos consejos prácticos sobre cómo podemos perdonar a quienes nos han lastimado.
Al final de este episodio te diremos cómo puedes obtener una copia del libro de Nancy, «Escoja perdonar». Ahora escucharemos la historia de Kathy. Kathy estaba entre la audiencia del estudio el día que Nancy grabó lo que estás escuchando esta semana. Si alguien pudiera justificar su amargura, es Kathy. Ella fue víctima de un crimen horrible. Pero Dios hizo algo especial en su vida. Escuchemos la historia de Kathy sobre el poder del perdón.
Kathy: Cuando tenía dieciséis años, fui agredida sexualmente por tres jóvenes que pensé que eran mis amigos. Deseaba tanto la venganza que honestamente creo que podría haber matado a esos tres muchachos si hubiera tenido la oportunidad. Aprendí el significado del odio.
Nunca se lo dije a nadie, ni a mi madre ni a mi padre, a nadie. Pero en mi corazón sabía que esos jóvenes probablemente se lo habían dicho a otras personas. Imaginaba la forma en que la gente me miraba. Mi último año en la escuela secundaria fue horrible. Tan pronto como salí de la escuela, salí de esa ciudad. Y nunca volví a ver a nadie más que a mis padres.
Durante años, he tratado de convencerme de que he perdonado a esos muchachos, pero no creo que realmente lo haya hecho porque sigo pensando mucho en ese horrible suceso. Ninguna de sus vidas ha valido nada. Uno de esos jóvenes murió. Y si voy a una reunión de la escuela secundaria, todavía tengo que enfrentarme a uno de ellos. Pero finalmente, veinte años después, me armé de valor para hablar con uno de ellos. Aun así, yo tenía un nudo por dentro. No fue nada fácil enfrentarlo.
Y eso es algo que por muchos años he guardado en mi corazón, lo he enterrado por mucho tiempo. Finalmente, hace tres años, me armé de valor para contárselo a mi esposo. Él lo supo todo el tiempo, porque yo no podía ver un programa de televisión sobre abusos sexuales. Ni siquiera podía hablar sobre eso, así que mi esposo se había dado cuenta. Pero gracias a Dios por él, porque nunca me presionó para hablar del tema.
Así que tengo mucho que agradecer. He tenido tantos problemas difíciles en mi vida, problemas médicos, momentos en los que Dios me ha perdonado la vida. Y sentí que Él tenía un propósito mayor para mí. Realmente me he esforzado por ser fiel a Dios y tratar de hacer Su obra. Pero sé que hasta que no trate con ese dolor a la manera de Dios, no importa cuánto tiempo haya pasado, no seré libre.
Y hoy quiero decir: «Yo perdono a esos jóvenes que ahora son hombres mayores. Los perdono y oro por ellos para que puedan tener el mismo perdón que yo he recibido de Cristo».
Nancy: Vayamos al capítulo 61 de Isaías por un momento. Dios le ha mostrado a Kathy algo que la mayoría de los creyentes que han pasado por una experiencia similar nunca se dan cuenta. No quiero que perdamos el punto. No se trata solo de Kathy, sino de los caminos de Dios y de que Dios sea glorificado en nuestras vidas.
Lo que le sucedió a Kathy cuando tenía dieciséis años es una atrocidad indescriptible. Fue un acto malvado. Atroz. Y esos muchachos, ahora hombres, han tenido que vivir con las consecuencias, de alguna manera, de su pecado.
No hay duda de que pecaron. Pero cuando han pecado contra nosotras, por lo general, no somos honestas en admitir que hemos pecado al responder hacia aquellos que nos han hecho daño.
Y Kathy fue muy específica. Ella dijo: «Los odiaba. Quería vengarme. En mi mente dije que los mataría si me era posible».
Ahora, cualquier persona que esté escuchando esa historia y tenga una pizca de misericordia en su corazón, podría estar diciendo: «Kathy, entiendo por qué te sentiste de esa manera. Me sentiría igual si estuviera en tu lugar». Pero ahí es donde, si realmente vamos a ser instrumentos de misericordia en la vida de los demás, debemos llevarnos unos a otros a la verdad. Y Dios acaba de hacer eso por Kathy.
Lo que el Señor le mostró es que su odio, su deseo de venganza y su corazón asesino son malvados, y que todos estos años ella estuvo en una prisión. Ella no fue quien cometió tal atrocidad. ¿Pero por qué está en una prisión? Ella no ha estado en una prisión física todos estos años debido al pecado de esos jóvenes, porque el pecado de otro no puede ponerte en prisión. Sin embargo, ella ha estado en una prisión a causa de su propio pecado.
Y suena increíblemente injusto o desequilibrado señalar eso. Pero Dios se lo mostró a Kathy y le mostró que como hija de Dios no podía odiar, que la venganza no es de ella, sino de Dios.
Y Dios también le mostró que tener esos pensamientos en su corazón la había llevado a cometer un asesinato. Y ella ahora está en el proceso de ser liberada porque estuvo dispuesta a decir: «Señor, no son esos tres jóvenes, soy yo la que necesita Tu misericordia».
Sí, esos muchachos necesitan la misericordia de Dios, pero no son la responsabilidad de Kathy. ¿Puedes ver en Kathy las primeras etapas de liberación, la libertad que Dios quiere darle? Me recuerda el pasaje de Isaías 61:1, que habla de Jesús antes de que Él viniera a la tierra y de cuál sería Su ministerio. Este pasaje no solo habla de lo que Él hizo aquí en la tierra, sino también de lo que hace en tiempos de avivamiento:
«El Espíritu del Señor Dios está sobre mí, porque me ha ungido el Señor para traer buenas nuevas a los afligidos. Me ha enviado a vendar a los quebrantados de corazón, a proclamar libertad a los cautivos, y liberación a los prisioneros».
¿Se parece eso a lo que Dios acaba de hacer en el corazón de Kathy y en algunas de nosotras de diferentes maneras hoy, dándonos buenas noticias para nuestra aflicción, sanando corazones rotos?
Eres sanada cuando permites que Dios trate con tu corazón, porque el pecado es lo que, en última instancia, rompe nuestros corazones. Las heridas más profundas en nuestras vidas no son el resultado de que otras personas nos hayan lastimado, sino de nuestras propias decisiones.
Dios sana a los quebrantados de corazón. Él proclama libertad a los prisioneros, y libertad de la prisión a los cautivos.
«Para proclamar el año favorable del Señor, y el día de la venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran, para conceder que a los que lloran en Sion se les dé diadema en vez de ceniza, aceite de alegría en vez de luto, manto de alabanza en vez de espíritu abatido; para que sean llamados robles de justicia, plantío del Señor, para que Él sea glorificado».
En el versículo 2 dice: «Para consolar a todos los que lloran». Kathy está de luto, pero creo que es un buen luto. Y Kathy, viene consuelo con ese duelo. Creo que hay un nivel completamente nuevo de gracia, consuelo, paz, liberación y libertad en el que estás caminando hoy. Y solo se pondrá más y más hermoso.
Versículo 3: «Para conceder que a los que lloran en Sión…», este es el ministerio de Jesús por el Espíritu Santo en nuestras vidas: «…que se les dé diademas (¡qué maravilloso!) en vez de ceniza». Piensa en cómo el enemigo pensó que tenía bajo su control a Kathy a los dieciséis años y que de alguna manera la mantuvo diciendo: «Eres un simple montón de cenizas». Pero mira lo que Dios está haciendo: está produciendo belleza.
«Aceite de alegría en vez de luto». Kathy y cualquiera que nos esté escuchando hoy, creo que nunca has experimentado la alegría en la medida en que lo harás en los días venideros. No digo que no haya habido ningún día de alegría, seguro de que sí, pero probablemente no como los habrá.
«Manto de alabanza en vez de espíritu abatido». Es como renovar todo tu guardarropa, uno completamente nuevo, uno que Dios mismo hace, uno que nunca podríamos pagar. Me encanta eso, «manto de alabanza en vez de espíritu abatido».
Y mira el final del versículo 3. Esto es maravilloso: Dios nos redime, nos da libertad, sana nuestros corazones quebrantados, nos consuela, nos da belleza en lugar de cenizas, nos da gozo y manto alabanza. Todo eso por sí solo es suficientemente maravilloso. Pero el hecho de que Dios también quiera usarnos, es glorioso. «Para que sean llamados robles de justicia, plantío del Señor, para que Él sea glorificado».
Kathy es un ejemplo de un árbol de justicia plantado por el Señor. Es una mujer virtuosa, limpia y perdonada. Dios tiene planes maravillosos para su vida y para tu vida. Y no estoy diciendo que ninguno de ellos se haya cumplido hasta este momento, pero estoy segura de que hay muchos que ella todavía no ha visto. ¿Y cuál es el objetivo de Kathy? ¿Cuál es tu objetivo? ¡Que Dios sea glorificado!
Así que, Dios toma nuestros fracasos o los fracasos de otras personas que nos han lastimado, y a través de la confesión y del arrepentimiento, los convierte en algo de gran valor.
Señor, restaura, redime y haz nuevas todas las cosas. En el nombre de Jesús, amén.
Dannah: ¡Guau, esas son palabras tan alentadoras de Nancy DeMoss Wolgemuth! Ahora, me doy cuenta de que es posible que la experiencia de Kathy te esté trayendo recuerdos dolorosos. Pero quiero recordarte nuevamente: Nancy no está diciendo que cuando otros pecan contra ti, su pecado es de alguna manera tu culpa. ¡Para nada! Los ofensores a veces nos hacen sentir de esa manera. Nancy tampoco dice que no debería haber consecuencias, ni siquiera legales, para las personas que han cometido delitos contra ti. Pero su enfoque en esta conversación estaba en el corazón de Kathy y en cómo Kathy pudo liberarse de esa amargura que brotaba de su interior. Y esa es una parte importante para escoger el perdón.
Bueno, Nancy escribió un libro que profundiza más en este tema y se titula: «Escoja perdonar», y el subtítulo es: «Su camino a la libertad». Puedes obtenerlo visitando avivanuestroscorazones.com.
Todos hemos escuchado el dicho «perdona y olvida», pero ¿son iguales en significado estas dos palabras? Nancy contestará esto en nuestro próximo episodio. Por favor, regresa con nosotras la próxima semana a Aviva Nuestros Corazones.
¿Hay alguna mujer dentro de tu círculo cercano que está teniendo luchas con el pecado? ¿Esa persona está luchando con tentaciones en su mente y corazón, con formas equivocadas de pensar que han sido moldeadas por la sociedad en que vivimos? Tanto ellas como nosotras necesitamos una infusión del evangelio día con día.
En Aviva Nuestros Corazones queremos ser una infusión diaria de gracia, de esperanza y de pensamiento bíblico centrado en el evangelio, que ayude a las mujeres a filtrar lo que el mundo ofrece a través de la Palabra de Dios. Cuando hablamos de impartir esa infusión diaria pensamos en los colaboradores mensuales que hacen esto posible. Mes a mes ellos son de apoyo a través de sus oraciones y ofrendas, ayudando a que este ministerio siga adelante.
¡Estamos muy agradecidos por nuestro equipo de colaboradores y es nuestro deseo que Dios siga añadiendo muchos más!
Si has sido bendecida por este ministerio, si has recibido a través de Aviva Nuestros Corazones una infusión de gracia en tu propia vida, ¿considerarías convertirte en una de nuestras colaboradoras mensuales? ¿Te unirías a la familia?
¡Te necesitamos! Tú puedes ser parte de la misión vital de nuestro ministerio permitiéndonos llegar a las mujeres con el mensaje de libertad, plenitud y abundancia en Cristo. Serás testigo de cómo Dios aviva sus corazones.
Trayéndote enseñanza práctica de la Palabra sobre cómo perdonar, incluso en las situaciones más difíciles, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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