Necesitas hambre por la Palabra
Annamarie Sauter: ¿Has usado la falta de disciplina como excusa para no memorizar la Escritura? Con nosotras Janet Pope.
Janet Pope: Y si te dijera: «Eres muy disciplinada al desayunar, almorzar y cenar todos los días; rara vez te pierdes un día».
Nancy DeMoss Wolgemuth: La mayoría de nosotras podría decir eso.
Janet: Pero dirías: «No, no es disciplina. Tengo hambre». Y por eso te diría, no es que te falte disciplina. Es que no tienes hambre.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Bueno, si te perdiste los dos últimos episodios de Aviva Nuestros Corazones, querrás ingresar a nuestra página avivanuestroscorazones.com, e ir a los archivos y escucharlos. Puedes leer la transcripción y escuchar el audio. Sé que serás alentada, desafiada y bendecida para crecer en tu caminar con el Señor a través de la memorización …
Annamarie Sauter: ¿Has usado la falta de disciplina como excusa para no memorizar la Escritura? Con nosotras Janet Pope.
Janet Pope: Y si te dijera: «Eres muy disciplinada al desayunar, almorzar y cenar todos los días; rara vez te pierdes un día».
Nancy DeMoss Wolgemuth: La mayoría de nosotras podría decir eso.
Janet: Pero dirías: «No, no es disciplina. Tengo hambre». Y por eso te diría, no es que te falte disciplina. Es que no tienes hambre.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Bueno, si te perdiste los dos últimos episodios de Aviva Nuestros Corazones, querrás ingresar a nuestra página avivanuestroscorazones.com, e ir a los archivos y escucharlos. Puedes leer la transcripción y escuchar el audio. Sé que serás alentada, desafiada y bendecida para crecer en tu caminar con el Señor a través de la memorización de las Escrituras.
Janet es la autora de un libro titulado: Su Palabra en mi corazón. (Lamentablemente aún no está traducido al español). Janet, muchas gracias por estar con nosotras en el estudio esta semana y por estas conversaciones sobre lo que se ha convertido en un gran mensaje de vida para ti: la memorización de las Escrituras.
Janet: Bueno, es un privilegio, realmente lo es, porque la memorización de las Escrituras es mi pasión. Es lo que ha cambiado mi vida.
Nancy: Esto es algo que haces como una forma de vida, constantemente. ¿Estás trabajando todos los días en la memorización de las Escrituras?
Janet: Sí. Si no estoy trabajando en algo nuevo, siempre estoy repasando. Todos los días estoy repasando. Paso tiempo en la memorización de las Escrituras a lo largo del día, todos los días. No quiero perderme un día porque necesito cambiar mis pensamientos por los de Dios y ver lo que está en Su corazón y no tanto lo que está en el mío.
Nancy: Entonces, ¿qué estás memorizando ahora?
Janet: Acabo de terminar Proverbios 8, así que repasaré ese capítulo hasta que sienta que realmente lo tenga afianzado, y luego pasaré a otra cosa. En realidad, eso está en mi lista de oración, «Señor, ¿adónde voy ahora?» Realmente no lo sé.
Nancy: Todo el tiempo estás repasando uno de los catorce libros.
Janet: Siempre estoy repasando algo que tengo memorizado.
Nancy: Entonces, ¿qué has estado repasando hoy?
Janet: He estado repasando Apocalipsis. Por supuesto, no tuve tiempo de hacerlo todo, así que hice Apocalipsis 7, 8, 9, 10, 11 y 12. Eso es lo que hice esta mañana. Además, hice Proverbios 8 mientras tomaba un baño. Abrí el agua y comencé a recitar Proverbios 8.
Nancy: Entonces, si alguien no ha escuchado los dos episodios anteriores, al escuchar este estará pensando: debes tomarte dos horas al día para memorizar las Escrituras. No tengo dos horas al día.
Pero no estás sentada en un período concentrado de dos horas. ¿Cómo lo haces?
Janet: He encontrado que esta es una de las preocupaciones que tiene la gente acerca de memorizar las Escrituras. Dicen: «No tengo tiempo». Y cuando empecé a memorizar, pensé que tampoco tenía tiempo. Así que lo que hice fue memorizar las Escrituras mientras hacía otras cosas.
Mientras doblaba la ropa, mientras vaciaba el lavavajillas, mientras esperaba en el auto, mientras llevaba a los niños a clases de fútbol y piano, cosas así. Así que estaba esperando en el auto en la oficina del ortodoncista, tenía diez minutos aquí, treinta minutos allá, cinco minutos aquí, a veces un minuto, y podía memorizar las Escrituras al mismo tiempo mientras hacía otras cosas. He descubierto que las mujeres no necesitan una cosa más que hacer. Pero no estamos pasando tiempo en la Palabra de Dios; no estamos prosperando y estamos llenas de culpa porque sabemos que necesitamos estar en la Palabra de Dios y no lo estamos.
Lo que he descubierto es que memorizar las Escrituras es algo que podemos hacer mientras hacemos otras cosas. El mejor ejemplo de eso es tu rutina matutina. Entras a la ducha, te secas el cabello, te maquillas y te vistes. Y lo haces todos los días de la semana. Entonces, durante ese período de tiempo de treinta a cuarenta minutos (me toma cuarenta minutos prepararme por la mañana), estoy trabajando en la memorización de las Escrituras al mismo tiempo.
Nancy: ¿Estabas citando Apocalipsis esta mañana mientras te arreglabas?
Janet: Sí, mientras me arreglaba.
Nancy: Qué gran manera de aprovechar ese tiempo para que tu corazón y tu mente se pongan en marcha.
Janet: Sí, porque no estás haciendo otra cosa. Ahora, lo que había hecho anteriormente era mantener la televisión encendida y escuchar a otra persona o tener la radio encendida. Incluso en la radio cristiana, a menudo escuchas lo que alguien aprendió al estudiar la Palabra de Dios. Bien, ahora ¿qué estás aprendiendo por ti misma?
Descubrí que Dios me ha enseñado Su Palabra a través de la memorización de las Escrituras, a través de un pasaje en el que no solo estoy sacando una verdad. Estoy empezando a ver el argumento de Pablo desarrollado. Cuando llego a un pasaje difícil, a menudo la pregunta podría ser, ¿qué significa eso realmente? Como ya llevo días y días en ese pasaje, eso no me confunde porque ya he visto lo que dijo, capítulo uno, capítulo dos, capítulo tres.
Nancy: Así que lo entiendes en el contexto en el que fue escrito originalmente.
Janet: Sí. Creo que muchas veces memorizamos las Escrituras fuera de contexto, y luego nos aferramos a eso. Cuando nos decepcionamos porque algo no funcionó decimos: «Pero esto es lo que dice la Palabra de Dios». Así que tienes que volver atrás, porque esto no es lo que quiso decir la Palabra de Dios.
Juan 3:16 es el versículo más conocido de todos los tiempos y sin embargo creo que les ha dado a muchas personas una falsa seguridad de su salvación porque solo tienen ese único versículo. Dicen: «Claro que creo». Pero, por supuesto, creen en muchas cosas –en sus tradiciones, en su nación y todo tipo de cosas buenas. Pero de lo que no se dan cuenta es que Juan 3:16 está justo en medio de una conversación entre Jesús y Nicodemo.
No nos gusta que la gente saque una cosa de una conversación porque a menudo le da un significado falso. Y eso es lo que pasó con Juan 3:16. Mientras que si memorizas el capítulo tres de Juan y no solo ese versículo, entonces verás que debes nacer de nuevo. Verías que una persona que cree también tiene obras que prueben su creencia. Y lo tercero que verías en ese mismo capítulo es que los que creen tienen vida eterna, pero los que no obedecen al Hijo de Dios, la ira de Dios está sobre ellos.
Entonces, si juntas todo eso, ahora de repente obtienes un significado más completo de Juan 3:16. Por eso diría que es uno de los mayores beneficios de memorizar pasajes. Además, no tienes que detenerte y decir que fue el versículo cinco, el seis o el siete. Nunca memorizo las referencias. Solo hago un fragmento a la vez. Si tengo que ir a buscarlo, sé aproximadamente dónde está.
Nancy: Puedes verlo en tus tarjetas. Tienes tarjetas de 3x5 en las que lo has escrito.
Creo que algunas de nuestras oyentes han quedado fascinadas con esta conversación en los últimos episodios. Piensan que es increíble que puedas hacer eso. «Tú, Janet Pope, debes ser una persona excepcionalmente disciplinada. No veo cómo podría hacer eso». Te admiran, pero piensan, no tengo ese tipo de disciplina.
Janet: Bueno, si puedo compartir esta historia, quiero compartirla de la manera más amorosa que pueda. Recientemente, estaba dando una conferencia a un pequeño grupo de mujeres, un grupo de amigas. De hecho, se llaman a sí mismas Las chicas de la Biblia. He estado hablando con ellas durante los últimos tres años.
En la última noche de la conferencia, una de las chicas dijo frente al grupo: «Mi problema es que no soy disciplinada».
Y le dije: «¿Puedo confiarte algo de la manera más amorosa posible? Y lo digo con todo mi corazón. Qué pasaría si te dijera: Eres muy disciplinada al desayunar, almorzar y cenar todos los días. ¡Rara vez te pierdes un día!»
Nancy: La mayoría de nosotras podría decir eso.
Janet: Pero dirías: «No, no es disciplina. Tengo hambre». Y por eso te diría, no es que te falte disciplina. Es que no tienes hambre.
Y en ese momento Dios le dio un corazón enseñable, y ella dijo: «Tienes razón. Gracias». Entonces, lo que todas decidimos como grupo fue que nuestra oración no sería «Dios, hazme disciplinada», sería «Dios, hazme tener hambre. Hazme tener tanta hambre de la Palabra de Dios que la disciplina no sea el problema».
Sé que ahí es donde estaba hace diecisiete años. No era que yo fuera disciplinada; es que tenía tanta hambre de conocer la Palabra de Dios que dije: «Lo voy a hacer de alguna forma, de alguna manera». No tenía idea de cuál sería el final del viaje (y por supuesto, todavía estoy en el viaje), pero dije, «todo lo que sé es que hoy voy a memorizar la Palabra de Dios y al día siguiente y al siguiente». Y asi esto se va reforzando.
Así que ahora, por supuesto, las personas me consideran una persona disciplinada. Pero me encanta. Es mi alegría. No memorizo la Palabra de Dios porque tengo que hacerlo. Y aquí hay otro pensamiento, también. Diría que sí, es genial cuando estás evangelizando y tienes versículos en la punta de la lengua (en tu mente). Pero no dejes que esa sea la razón principal por la que memorizas las Escrituras. Memoriza las Escrituras para que puedas conocer a Dios, para que puedas invitar a Dios a tus pensamientos, para que puedas tener comunión con Dios durante todo el día.
Por supuesto, cuando te encuentres con alguien que necesite algo, el Espíritu Santo te traerá el versículo correcto en ese momento. Pero no dejes que esa sea tu principal motivación para memorizar las Escrituras, o realmente no llegarás a ninguna parte. Hazlo porque tienes hambre de la Palabra de Dios. Lo necesitas. Lo quieres a Él.
Nancy: Así que esto no es un deber para ti. Esto no es un trabajo pesado.
Janet: No es un deber para mí porque ¿quién está por encima de mí diciendo: «Tienes que memorizar»? Espero nunca dejar de memorizar. Pero lo hago porque es la alegría de mi corazón. Es mi más grande gozo memorizar la Palabra de Dios. No puedo esperar hasta llegar al siguiente pasaje.
Nancy: Mencionaste en tu libro que una de las áreas que se vio afectada cuando memorizaste las Escrituras fue tu vida de oración. ¿Cómo sucedió eso?
Janet: Lo que hice fue tener una lista de oración para las personas, pero realmente no sabía cómo orar. Así que escribí cualquier petición de oración que me habían hecho. Luego pasaban las semanas y todavía tenía estas viejas peticiones de oración y nunca sabía si habían sido respondidas o no. Así que la lista se hacía tan larga que finalmente la arrugaba, la tiraba a la basura y comenzaba de nuevo la lista.
Bueno, esa no es la forma de tener una vida de oración, pero realmente no conocía otra manera. Quería ser fiel. En la Palabra de Dios lo que sabemos es que, si oramos de acuerdo a la voluntad de Dios, Él nos escucha. Si sabemos que Él nos escucha, sabemos que tenemos las peticiones que le hicimos. Eso es 1 Juan.
Entonces, no siempre sabemos cuál es la voluntad de Dios con respecto a que una persona consiga un trabajo, que otra persona sea sanada de su artritis, o de otra que se vaya a casar con alguien en particular. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que debemos orar. «Señor, en esta situación de necesidad, te pido que los acerques a Ti. Oro para que te vean con una profundidad que nunca antes han visto. Oro para que los conformes a la imagen de Cristo en este tiempo. Oro que construyas perseverancia en sus vidas». Todo esto lo sé por las Escrituras.
«Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman» (Santiago 1:12).
Así que al orar esto, no sé si esta persona va a ser sanada. No sé si van a obtener la respuesta. Lo que sé es que siempre es la voluntad de Dios que perseveren. Y cuando perseveran en la prueba, son bienaventurados porque Dios los llama bienaventurados. Así que tu vida de oración cambia totalmente.
«Señor, oro para que mi vida te honre en todas las cosas, que viva una vida de entrega a Ti, que te vea de una manera nueva, de una manera fresca, y que te honre con mi vida».
Esto es lo que oro por mis amigos y mi familia, mis hijos. No sé con quién se van a casar –mi hija se acaba de casar. Oro por mi hijo: «Señor, prepáralo para que sea el hombre que Tú quieres que sea para quien lo estás preparando». Sé que esa es la voluntad de Dios.
Entonces, de repente, el nivel de confianza es enorme porque no solo estoy orando: «Señor, ¿podría casarse con esta persona?» Estoy orando, «Señor, prepáralo para ser el hombre. Prepárala a ella. Únelos».
Entonces, cuando estás orando las Escrituras, estás orando con confianza.Sabes que es la voluntad de Dios, y sabes que Dios responderá. Eso revolucionó totalmente mi vida de oración. No quiero perder mi tiempo rogándole a Dios por algo que puede no ser Su voluntad. Voy a concentrarme en algo que sé que es Su voluntad y oraré por eso.
Nancy: Ahora, la entrada de la Palabra en tu vida también ha hecho una diferencia en tu propia obediencia. Has compartido cómo la Palabra te ha dado convicción a medida que la has estado memorizando. Ha señalado asuntos en tu vida. Por supuesto, sabemos que toda la Escritura es inspirada por Dios. Es provechosa para enseñarnos, para reprendernos, mostrándonos cuando estamos desviadas, corrigiéndonos e instruyendonos en justicia (ver 2 Timoteo 3:16).
¿Cómo has visto que la Palabra hace ese tipo de cambio en tu vida?
Janet: Desafortunadamente la gente me pregunta: «¿Te ha hecho pecar menos?» Bueno, no sé si podría decir que ahora peco menos. Pero lo que sé es que cuando peco, Dios me convence de inmediato y lo sé. No puedo pasar el día recitando las Escrituras, repasando mis versos, sabiendo que tengo pecado en mi vida. El Espíritu Santo inmediatamente me trae convicción sobre esto.
Así que vengo a Dios y lo confieso, porque de lo contrario me sentaré en mi escritorio y no podré leer mi Biblia, no podré repasar mis Escrituras. No puedo estudiar porque sé que tengo pecado en mi vida. No quiero perder mi tiempo. Así que esto me lleva más rápido a Dios cuando me salgo del camino.
Sí, le grito a mi marido en ocasiones. Pero Dios no solo me convence de un pecado específico, sino que también me muestra áreas de mi vida que necesito refinar. Así como estabas hablando de 2 Timoteo y la Palabra de Dios es buena para enseñar, reprender, corregir e instruir en justicia. Esa es una de las cosas que he visto, que Dios está usando Su Palabra para instruirme en justicia.
Él quiere que yo sea justa. He sido declarada justa, pero Él también quiere que viva con rectitud. Eso es lo que la Palabra de Dios hace conmigo. Me convence de un pecado específico, pero también me muestra áreas que realmente necesito trabajar. Y ahí es cuando lo hago un tema de oración. Señor ayúdame. Esta es un área que realmente necesito trabajar, y siempre tengo nuevas áreas en las que trabajar.
Nancy: Tú lo haces, yo lo hago y todas nuestras oyentes lo hacen. Creo que somos tan propensas en esta cultura a buscar otros medios y fuentes para obtener la ayuda que necesitamos, para obtener la instrucción que necesitamos. Pero tenemos en nuestras manos la Palabra de Dios que es suficiente. Es pan, vida, agua, salud, fuerza. Es la gracia que nos llega a través de la Palabra de Dios.
Creo que muy a menudo nos estamos perdiendo lo que podría ser el mayor medio de transformación en nuestras vidas al buscar otras fuentes además de la Palabra de Dios. Eso es cierto también en el área de ánimo en tiempos de pruebas. Sé que tienes algunos problemas de salud en este momento. Eres un poco mayor que yo, así que has vivido lo suficiente como para saber que la vida tiene pruebas, altibajos. Has pasado por algunos cambios y dificultades, y estás pasando por algunos ahora. ¿Cómo usa Dios Su Palabra para animar y fortalecer tu corazón cuando estás pasando por momentos difíciles?
Janet: Bueno, uno de los versículos a los que regresaría –diría que es realmente el versículo de mi vida– es: «Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia» (2 Pedro 1: 3). ¡Todo lo que necesitamos para la vida y la piedad! ¡Todo! Y solo para llegar a comprender esa palabra todo –todo lo que necesitamos para la vida y la piedad. Eso incluye todas las pruebas, todo lo que necesitamos para ser una persona piadosa en cada situación nueva. La Palabra de Dios nos equipa para todo lo que necesitamos para la vida y la piedad.
Así que cuando surge algo nuevo, una nueva prueba que quizás nunca haya tenido antes… Realmente he vivido una vida muy saludable, así que recientemente he tenido algunos problemas de salud que realmente me han afectado mucho. En verdad me he sentido un tanto sorprendida.
Nancy: Y no lo has dicho ahora, pero me dijiste antes de que empezáramos a grabar que hay un dolor crónico involucrado aquí que parece que no va a desaparecer.
Janet: Bueno, he ido a seis médicos hasta ahora. Así que en este momento estoy viviendo con un dolor que nunca desaparece. Nunca hubiera elegido eso para mí. Nunca me vi en esa categoría. Pero ahí es donde estoy ahora, sin embargo, la Palabra de Dios sigue siendo verdadera. Nada ha cambiado del lado de Dios. Es solo lo que ha cambiado en mí. Y sin embargo la Palabra de Dios sigue siendo verdadera. Sus promesas siguen siendo ciertas. Su futuro para mí no ha cambiado. Dios cumplirá Su propósito para mí. Cada propósito que Él ha tenido para mí se seguirá cumpliendo.
Así que esos son los miedos cuando surge algo. Pensamos, oh no, ¿qué pasará con mi futuro? Pero,mi futuro no cambiará. Lo que necesito hacer es caminar diariamente con Dios, con mis ojos puestos en Él, un pie delante del otro. No mires hacia el mañana. El día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Mira a Dios hoy. Camina con Él hoy. Eso es todo lo que puedo decir, que hoy estoy caminando con Dios.
Nancy: Hablando del futuro, tu esposo escribe sobre temas financieros; esa es su área de especialidad. Hace un rato en nuestro receso hablamos sobre cómo no hay muchas buenas noticias en el frente económico en estos días. Y nosotras que hemos memorizado recientemente el libro de Apocalipsis, nos miramos y dijimos: «Pero vienen buenas noticias, porque conocemos la historia y conocemos el final de la historia».
Es tener esta Escritura en tu corazón lo que te ayuda a enfocarte y a saber que no obtienes tu sentido de bienestar a partir de las noticias. No lo obtienes de lo que sucede a tu alrededor o de tus circunstancias o de tu salud. Miras lo que dice la Palabra de Dios. Y miramos ese conflicto cósmico increíble en el libro de Apocalipsis, y vemos el poder de Satanás y sus intentos de destronar a Dios.
Pero luego llegamos al capítulo 19, y vemos a ese Hombre sobre el caballo blanco que viene con los ejércitos del cielo. Y vemos la nueva Jerusalén, el cielo nuevo, la tierra nueva donde no hay más dolor, ni muerte, ni tristeza, ni lágrimas. Y encuentro en mi vida que eso es lo que me permite profundizar en lo desconocido, en las incertidumbres y el dolor.
Janet: Porque no hay incertidumbres con Dios.
Nancy: Así es.
Janet: No podemos cambiar el futuro. «Él obra todas las cosas conforme al consejo de Su voluntad» (Ver Efesios 1:11). Dios está orquestando todas las cosas. Y los hijos de Dios, somos los únicos que tenemos la buena noticia de que todo en nuestra vida obra para bien. Las personas que no conocen a Dios no gozan de esa promesa. La promesa es para los que conocen a Cristo, para aquellos que han sido llamados.
Nancy: Sin embargo, Janet, yo sé y tú también, que muchos cristianos, muchas mujeres cristianas, viven sus vidas sin paz, sin gozo, agotadas, frenéticas, abrumadas, estresadas. Todas tenemos esos momentos y esos días. Pero conozco muchas mujeres cristianas que crónicamente viven de esa manera. Lo que veo en ti es alguien que durante un período de años se ha propuesto profundizar en la Palabra de Dios. Y el resultado es que tu corazón, tu mente, está ligada a la Palabra de Dios.
Y hay confianza. Hay paz. Hay gozo. No es una vida libre de problemas pues estás con este dolor crónico ahora y no hay forma de evitarlo en este momento. Sin embargo, tu corazón está arraigado a las verdades que son eternas, que no cambian, y hay un gozo que nadie puede quitarte.
Mientras te escucho, escucho eso y puedo percibir eso en tí, eso es lo que deseo para cada una de nuestras oyentes. Es por eso que estoy tan agradecida de que no solo hayas memorizado la Palabra de Dios y la hayas escondido en tu corazón, sino que hayas escrito este libro contando sobre tu viaje y brindando instrucciones prácticas, formas prácticas. Si lees este libro: Su palabra en mi corazón, encontrarás una guía para el lector sobre cómo hacer esto. Mientras lees el libro de Janet Pope, Su palabra en mi corazón, para cuando lo termines, podrás haber memorizado el libro de Tito
Así que gracias por vivir esto, y gracias por compartirlo con nosotras en este libro, de una manera que sé que muchas de nuestras oyentes serán animadas a también empezar a memorizar las Escrituras.
Y no te abrumes por el hecho de que nunca podrías memorizar catorce libros de la Biblia como lo ha hecho Janet. ¿Cuántos capítulos? Ciento veintitantos capítulos. No empieces ahí. Empieza haciendo uno corto y luego otro, un versículo al día, memorizando, repasando. Y Janet da muchos consejos prácticos y sugerencias sobre cómo hacerlo. Ella lo ha hecho, estoy aprendiendo a hacer eso, y tú también puedes hacerlo.
Janet, me pregunto si concluirías nuestro programa citando –aunque dijiste que todos son tus favoritos– pero podrías citar uno de mis favoritos y tuyo también, 2 Timoteo capítulo 4, el último capítulo. Y dijiste anteriormente que el final de este capítulo tiene todos esos nombres, todos esos saludos. Y algunas personas simplemente se saltan esos pasajes. Pero digo que me encantan todos porque todos son útiles. Todos nos dicen algo sobre el corazón de Dios.
Aquí hay un pasaje que trata sobre el sufrimiento. Trata de temas relacionados al final de la vida, ya que el apóstol Pablo sabía que su vida aquí en la tierra estaba llegando a su fin. Trata una serie de cosas sobre la perspectiva de Dios, incluidas las relaciones humanas, lo vemos a medida que salen esos saludos. Y luego este pasaje termina con una bendición.
Si citas ese capítulo para nosotras, me gustaría dejarlo como un regalo para que nuestras oyentes sean lavadas con el agua de la Palabra; 2 Timoteo capítulo 4.
Janet: «En la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por Su manifestación y por Su reino te encargo solemnemente: Predica la palabra. Insiste a tiempo y fuera de tiempo. Amonesta, reprende, exhorta con mucha paciencia e instrucción.
Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, conforme a sus propios deseos, acumularán para sí maestros, y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a los mitos. Pero tú, sé sobrio en todas las cosas, sufre penalidades, haz el trabajo de un evangelista, cumple tu ministerio.
Porque yo ya estoy para ser derramado como una ofrenda de libación, y el tiempo de mi partida ha llegado. He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman Su venida.
Procura venir a verme pronto, pues Demas me ha abandonado, habiendo amado este mundo presente, y se ha ido a Tesalónica. Crescente se fue a Galacia y Tito a Dalmacia. Solo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para el ministerio. Pero a Tíquico lo envié a Éfeso.
Cuando vengas, trae la capa que dejé en Troas con Carpo, y los libros, especialmente los pergaminos. Alejandro, el calderero, me hizo mucho daño; el Señor le retribuirá conforme a sus hechos. Tú también cuídate de él, pues se opone vigorosamente a nuestra enseñanza.
En mi primera defensa nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron; que no se les tenga en cuenta. Pero el Señor estuvo conmigo y me fortaleció, a fin de que por mí se cumpliera cabalmente la proclamación del mensaje y que todos los gentiles oyeran. Y fui librado de la boca del león. El Señor me librará de toda obra mala y me traerá a salvo a Su reino celestial. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Saluda a Prisca y a Aquila, y a la casa de Onesíforo. Erasto se quedó en Corinto, pero a Trófimo lo dejé enfermo en Mileto. Procura venir antes del invierno. Eubulo te saluda, también Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos.
El Señor sea con tu espíritu. La gracia sea con ustedes» (2 Timoteo 4 NBLA).
Annamarie: Janet Pope ha estado citando el capítulo 4 de la segunda carta a Timoteo. Ella y Nancy DeMoss Wolgemuth nos han estado animando a llenar nuestras mentes, corazones y vidas con la Escritura. Y tú, ¿dónde has estado arraigando tu vida?
Esta serie de episodios titulada, Su Palabra en mi corazón, está disponible para ti en cualquier momento. Escucha, descarga, lee o comparte este contenido a través de nuestra aplicación Aviva Nuestros Corazones o de nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com.
Adivina qué personaje del libro de Números es mencionado en 8 libros diferentes de la Biblia. Te voy a dar una gran pista: él conversó con un asna… En nuestra próxima serie, Nancy nos llevará a lo largo de un estudio de la vida de Balaam. Asegúrate de acompañarnos para aprender lo que la Palabra de Dios nos enseña a través de su historia.
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