Nada me faltará
Débora: Es fácil creer en la bondad de Dios cuando leemos historias bíblicas. Entonces, ¿por qué nos resulta más difícil cuando se trata de nuestras propias historias? Nancy DeMoss Wolgemuth dice que no tiene que ser así.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si necesita mandar cuervos para alimentarte durante tu retiro, Él lo puede hacer. ¿Crees que Dios solo podía hacerlo en el Antiguo Testamento? Si Dios quiere usar a una viuda sin un centavo para cubrir las necesidades de tu familia, Dios lo puede hacer, porque Él vive en la esfera de lo sobrenatural. No de lo explicable, sino de lo sobrenatural.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 17 de octubre de 2023.
Una mujer escribió lo siguiente acerca del episodio de ayer sobre el Salmo 23. Ella dijo: «He leído este salmo una y otra vez y lo …
Débora: Es fácil creer en la bondad de Dios cuando leemos historias bíblicas. Entonces, ¿por qué nos resulta más difícil cuando se trata de nuestras propias historias? Nancy DeMoss Wolgemuth dice que no tiene que ser así.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si necesita mandar cuervos para alimentarte durante tu retiro, Él lo puede hacer. ¿Crees que Dios solo podía hacerlo en el Antiguo Testamento? Si Dios quiere usar a una viuda sin un centavo para cubrir las necesidades de tu familia, Dios lo puede hacer, porque Él vive en la esfera de lo sobrenatural. No de lo explicable, sino de lo sobrenatural.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 17 de octubre de 2023.
Una mujer escribió lo siguiente acerca del episodio de ayer sobre el Salmo 23. Ella dijo: «He leído este salmo una y otra vez y lo he memorizado, pero nunca lo había estudiado de esta manera tan detallada». Ella continuó explicando lo mucho que aprecia este tipo de estudio y que había aprendido mucho solamente sobre el primer versículo.
Continuemos con la serie El Señor es mi pastor. Aquí está Nancy.
Nancy: Mientras conocemos quién es Dios y cómo es Él, es muy importante que entendamos que cada verdad acerca de Dios, cada verdad acerca de Su carácter tiene implicaciones para nuestras vidas. Necesitamos aprender a vivir nuestras vidas, cada aspecto práctico de cada día, a la luz de quién es Dios y de cómo es Él.
«El SEÑOR es mi pastor». Esta es una verdad acerca de Dios. Él es el pastor, Él tiene un corazón de pastor.
Entonces la pregunta es, «¿y entonces? ¿Qué significa esto para mí? ¿Qué significa para nosotras?»
Y el Salmo 23:1, que estamos estudiando esta semana, nos da la respuesta: «El SEÑOR es mi pastor». ¿Y entonces qué? «Nada me faltará». «Nada me faltará»
Porque el Señor es mi pastor, nada me faltará. Nunca me va a faltar nada de lo que necesite. Esa es la implicación del hecho de que Él es el Dios pastor. Él tiene un corazón de pastor; siempre voy a tener todo lo que necesito.
Si el Señor es tu pastor, nada te va a faltar. Esta mañana estaba leyendo Proverbios 13:25 que dice: «El justo come hasta saciar su alma, pero el vientre de los impíos sufre escasez».
Repito, esta promesa solo aplica a aquellas que tienen una relación de oveja–pastor con el Señor. Si el Señor es tu pastor, la implicación de esto es que nunca vas a tener necesidad de nada.
Y esto es porque el pastor asume completa responsabilidad por Sus ovejas. Jehová es mi pastor, Jehová es el dueño de todas las cosas. Si lo tienes a Él, no te hace falta nada. Cada área, cada detalle de tu vida está bajo Su control, bajo Su dirección.
Hay certeza en la forma en que David se expresa, ¿no es así? «El Señor es mi pastor, nada me faltará». No es una pregunta. Es una aseveración, una afirmación, es un hecho, es algo que David da por sentado.
Él reconoce que debido a que Dios es mi pastor, tengo todo lo que necesito y por lo tanto puedo estar satisfecha. Puedo descansar. Puedo dormir por las noches. Puedo estar tranquila, satisfecha, porque el Señor ha prometido suplir mis necesidades, nuestras necesidades. Nada me faltará, ni ahora ni nunca.
Ahora, normalmente estamos bien en el momento, pero lo que nos deprime es pensar en el futuro. «¿Qué si pasa esto?» «¿Qué si pasa aquello?» «Nada me faltará».
¿Tienes temores acerca del futuro? El Señor es mi pastor ahora. Él será mi pastor entonces. Nada me falta ahora, nada me faltará entonces.
- ¿Y qué tal cuando sea anciana? Nada me faltará.
- ¿Y qué tal si mi esposo muere o me abandona? Nada me faltará. El Señor es mi pastor.
- ¿Y qué tal si se acaban mis ahorros del retiro? El Señor es mi pastor; nada me faltará.
Pienso en la historia de Elías. Como profeta de Dios, siervo obediente de Dios, pasó un periodo de hambruna y sequía en la tierra como todos los demás. Pero Dios usó maneras asombrosas para cuidar a Su profeta. Usó cuervos para que le trajeran comida. Uso a una viuda sin un centavo para alimentarlo. Le proveyó de las maneras más inesperadas y únicas.
Si necesita mandar cuervos para alimentarte durante tu retiro, Él lo puede hacer. ¿Crees que Dios solo podía hacerlo en el Antiguo Testamento? Si Dios quiere usar a una viuda sin un centavo para cubrir las necesidades de tu familia, Dios lo puede hacer porque Él vive en la esfera de lo sobrenatural. No de lo explicable, sino de lo sobrenatural.
Nos quedamos muy enfocadas en lo que podemos ver, en lo que podemos entender, en lo que podemos explicar, en lo que podemos resolver. Y si el dinero no suma y no nos salen las cuentas nos asustamos, nos aterramos. Pero el salmista dice, «yo estoy viviendo en la esfera de lo sobrenatural». «El Señor es mi pastor; nada me faltará».
Hace unas semanas estaba hablando con una amiga que me estaba contando acerca de las circunstancias en las que está viviendo en este momento. Situaciones con las que está realmente batallando, las cosas van de mal en peor.
Circunstancias muy malas. Su hija está tomando decisiones equivocadas y está sufriendo las consecuencias. Su esposo tiene que trabajar muchas horas fuera de casa para cubrir los gastos. Y ella está teniendo que trabajar a tiempo completo en este momento.
Y me dijo, «estaba batallando con este miedo al futuro. ¿Así van a ser las cosas para siempre? ¿Vamos a vivir en esta situación tan desesperada y difícil para siempre?»
Ella me dijo entonces, «tuve que decidir escoger no pensar así, no vivir en el futuro. No estoy ahí. Dios me da gracia para el ahora. El Señor es mi pastor. No me va a faltar nada ahora. El Señor será mi pastor en el futuro. No me va a faltar nada entonces. Tendré todo lo que necesito».
Y porque el Señor es mi pastor, no solamente no me va a faltar nada (todas mis necesidades estarán cubiertas); sino que también significa que porque el Señor es mi pastor, voy a escoger estar satisfecha, contenta con lo que tengo. Eso quiere decir que si el Señor es mi pastor y estoy viviendo en esta relación de oveja-pastor con Él, entonces no hay lugar para quejas.
- No hay lugar para murmuraciones
- No hay lugar para estar descontenta
- No hay lugar para la ansiedad
- No hay lugar para el temor ni la preocupación.
Todo esto viene naturalmente a nosotras, pero no si estamos viviendo en la esfera de lo sobrenatural. La implicación de este versículo es, voy a escoger estar contenta, satisfecha con lo que tengo, sabiendo que Él es mi pastor y que Él va a proveer todo lo que necesito mientras permanezca siguiéndolo.
Ahora, más vale que te asegures de estar siguiéndolo, porque algunas veces Él nos deja experimentar consecuencias, necesidades y carencias, por haber ido en nuestro propio camino. Cuando Él hace eso –cuando Él ve que me estoy desviando y me permite experimentar necesidad– Su meta es, contigo y conmigo, restaurarnos al lugar de seguirle a Él, restaurar esa relación íntima entre la oveja y el pastor.
Nada me faltará, esa es una declaración de fe. Algunas veces debes decirlo cuando no puedes ver que es verdad. No puedes verlo, pero confías en el pastor.
Creo que es muy importante que aprendamos a aconsejar nuestros corazones con la verdad; decir en medio de tu circunstancia, en tu etapa de vida, en tu situación, cualquiera que sea el día de hoy, «el Señor es mi pastor, nada me faltará». Nada me va a faltar, y voy a estar satisfecha con lo que Dios me ha provisto.
Estoy a salvo. Estoy segura. Ya sea que lo sientas o no, lo estás si el Señor es tu pastor. Todas mis necesidades están cubiertas y serán cubiertas por Él. Él me va a dirigir, a proteger.
Dile la verdad a tu corazón, ya sea que lo sientas o no, ya sea que parezca verdad o no, ya sea que tenga sentido o no. Él ha prometido que va a proveer.
Recuerda estas verdades cuantas veces sea necesario durante el día. Él es capaz de proveer. Nunca ha dejado de proveer para ti ni para nadie más. Él nunca va a fallar. Puedes confiar en Él, y Él ha demostrado lo que puede hacer.
Entre más camino con el Señor, más me ayuda el recordar todos esos años, porque ahora puedo mirar hacia atrás, unos cincuenta y tantos años de ser Su oveja y me doy cuenta de que el Señor nunca me ha fallado.
He pasado por tiempos difíciles. He estado en situaciones en las que he pensado, si no supiera que el Señor está en esta barca, tendría muchísimo miedo de estar pasando por esta tormenta.
Pero nunca nos hemos hundido. La barca nunca se ha hundido. Él nunca me ha fallado. Él nunca ha dejado de proveer.
Así es que ahora le hablo a mi corazón y le digo: «Sabes, no creo que hoy sea el día en el que el Señor me decepcione. No va a suceder. Nunca me ha fallado ni a mí ni a nadie».
Ahora, podrías pensar o hasta decir, «pero mis necesidades no están siendo suplidas. No me alcanza para pagar las cuentas. Esta circunstancia en mi matrimonio, en mi vida, es desesperante, no hay esperanza. Mis necesidades no están siendo satisfechas».
¿Y qué me dices de los cristianos que viven en países del tercer mundo en guerra? ¿Están siendo suplidas sus necesidades? ¿Pueden decir, «el Señor es mi pastor; nada me faltará»?
¿Y qué me dices del apóstol Pablo? Él dice que tuvo tiempos en que tuvo hambre, no tenía dinero, estaba sufriendo y en la cárcel. ¿Podía él decir, «el Señor es mi pastor, nada me faltará»?
Bueno, vamos a escuchar lo que dice Pablo en uno de esos momentos, escrito desde una prisión en Roma, sin las comodidades que tienen las prisiones hoy en día. En Filipenses 4:11, Pablo dice: «No que hable porque tenga escasez».
Les está agradeciendo a los Filipenses por haberle mandado un pequeño regalo, una ofrenda. Él dice, se lo agradezco, pero no hablo porque tenga necesidad, «pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación (tenga o no lo que ustedes han enviado). Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (vv.11-13).
«El Señor es mi pastor, nada me faltará». He recibido el pago completo y más. Estoy lleno, tengo todo lo que necesito.
Y continúa diciendo, «y mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús» (v.19).
Ahora, es posible que si sientes, «estoy en necesidad, el Señor no ha suplido mis necesidades», tal vez necesites redefinir el término necesidad, no de acuerdo al estándar americano y no de acuerdo a nuestros estándares materiales. Porque el hecho es que, si tienes a Cristo, eres rica de la forma que realmente importa para la eternidad.
Tal vez necesites aprender contentamiento con respecto a lo que tienes. Está bien tener menos que otros a tu alrededor, no solo materialmente sino de otras maneras también.
Puedes preguntarte, «¿por qué a esa persona le toca tener un matrimonio feliz? ¿Por qué tiene hijos más fáciles de criar?» Dios quiere que aprendamos contentamiento con cualquier cosa que tengamos.
Tal vez tengas que preguntarte, «¿estoy en esta posición porque no seguí a mi pastor?» Recibimos correos de personas que están en necesidad, que están en circunstancias desesperantes, terribles y en gran necesidad.
Pero en muchos casos (no en todos), la razón por la que están en esa situación es porque no han seguido al pastor. Tomaron decisiones que no fueron bíblicas. Hicieron lo que mejor les pareció. No puedes esperar la protección y la provisión de Dios si no estás siguiendo al pastor.
Y recuerda, si sientes que estás en necesidad, no olvides que Dios puede ver más allá de lo que tú puedes ver. Él sabe lo que se propone hacer y cómo te va a rescatar.
Hacía referencia hace un momento al profeta Elías y el tiempo de la sequía, cuando la nación sufrió una tremenda sequía debido a su pecado. Elías era un profeta de Dios, pero vivió la misma circunstancia que vivió la nación y le tocó experimentar esa sequía.
Dice la Escritura en 1 Reyes 17, que Dios mandó a Elías a un arroyo donde Él lo sostuvo. Pero llegó el día cuando el arroyo se secó.
Elías pudo haber visto el arroyo y decir, «bueno ¿¡y ahora cómo voy a sobrevivir!? La nación está bajo el juicio de Dios, yo tengo necesidad, ¡se secó el arroyo y no hay agua!»
Pero los siguientes versículos dicen que el Señor le dice: «Levántate, ve a Sarepta, yo he mandado a una viuda de allí que te sustente» (Parafraseado, vv. 8 y 9).
Ves, Dios sabía desde el principio lo que iba a hacer. Dios había preparado a esa mujer para que de manera sobrenatural satisficiera las necesidades de Elías. Elías no lo sabía. Él no podía ver cuando el arroyo se secó, lo que iba a pasar después.
Y tal vez tampoco tú alcances a ver (probablemente no puedes) lo que Dios tiene pensado hacer. Pero Él lo tiene en mente. Él sabe, Él lo hará.
He hecho referencia en varias ocasiones en Aviva Nuestros Corazones, a uno de mis héroes favoritos de la fe: George Mueller. Durante los 1800 en Bristol, Inglaterra, cuidó de cientos y después de miles de huérfanos con nada excepto oración y fe, confiando en que Dios proveería para sus necesidades.
Y si piensas que tus hijos son demasiadas bocas para alimentar, ¡imaginate alimentar a todas esas bocas! Él nunca estaba preocupado. Él nunca estaba ansioso. Él nunca estaba perturbado. Él simplemente esperaba en Dios y confiaba en que Dios es un buen pastor e iba a proveer.
Un día un hombre vio a George Mueller caminando y dijo, «de no haber sabido quién era, diría que era un caballero sin una sola preocupación en el mundo, caminaba con tal quietud y tal paz, con un comportamiento ¡tan señorial!, que el Salmo 23 estaba escrito en su cara».
¿No te encantaría que se dijera eso de ti? Que la forma como respondemos a las circunstancias y a las presiones de la vida, a los problemas y al estrés, hace que las personas nos vean y digan, «el Señor es su pastor, el Salmo 23 está escrito sobre su rostro».
El salmo continúa, veamos lo que dice el versículo 2: «En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce».
El significado literal de esta frase es «me conduce junto a aguas de descanso». Eso me gusta, aguas de descanso. «En lugares de verdes pastos me hace descansar, me conduce junto a aguas de descanso».
Eso no se parece en nada a la cultura apurada, frenética y agitada en que vivimos, ¿no es así? Creo que hay algo acerca de la cultura, de la forma en que muchas de nosotras vivimos, que simplemente no es lo que Dios quiere para nosotras. Él me lleva junto a aguas de reposo, aguas de descanso, a pastos verdes.
Creo que este versículo está hablando de cómo Dios da a Sus ovejas ese descanso, ese refrigerio. Y me lleva ahí no una sola vez, sino regularmente. Necesito regresar esos pastos verdes, a esas aguas de reposo.
Ahora, como veremos en el resto del Salmo 23, no siempre vivimos en pastos verdes o junto a aguas de reposo. Pero Él me dirige ahí, mi pastor me lleva una y otra vez ahí. A veces tenemos tiempos donde hay sequía, tiempos frenéticos o con grandes responsabilidades, grandes presiones.
Pero Dios nos vuelve a dirigir a esos pastos verdes, a esas aguas de descanso. Así que necesitamos seguir Su dirección y regresar a esos lugares de descanso y de refrigerio.
Antes de que una oveja pueda ser productiva para dar lana o carne, tiene que estar sana. Tiene que ser madura. Tiene que estar bien desarrollada.
Pero nuestro problema es que tendemos a poner la productividad primero. «El Señor es mi pastor, me da mucho trabajo que hacer –una familia que cuidar, una clase que enseñar, trabajo que hacer en la iglesia, gente que ganar para Cristo. Me hace ser una buena esposa, una buena madre, me ayuda a terminar todos mis pendientes».
Eso no es lo que dice este salmo. El Señor es mi pastor. Primero Él me hace descansar en pastos verdes y me lleva junto a aguas de reposo.
¿Por qué? Para que podamos nutrirnos. Para que seamos cuidadas. Para que comamos y bebamos. Para que tengamos algo que ofrecer a otros.
Algunas de nosotras estamos malnutridas espiritualmente. Me reúno con muchas mujeres que tienen esto escrito en todo su rostro. Es evidente en su tono. Está presente en esa mirada llena de pánico. Y demasiado frecuentemente lo veo cuando me veo en el espejo. Esa desnutrición espiritual.
Tratamos de ser productivas. Tratamos de llenar las necesidades de otras personas, pero nosotras nos estamos cayendo a pedazos –exhaustas, nos extendemos más allá de lo que podemos, estamos sobrecargadas, estamos sobre comprometidas, totalmente estresadas. No tenemos tiempo para conversaciones significativas con otras personas, incluyendo a Dios; siempre andamos apuradas, a la carrera.
Fíjate, la gente en nuestra cultura se impresiona con nuestro grado de ocupación, qué tan ocupada estás, en cuántas cosas estás involucrada y cuántas cosas logras terminar en el día. Suena muy poco productivo e incluso podría mostrar cierta holgazanería, el hablar de reposar en pastos verdes o en aguas tranquilas.
Swenson dice en su libro Síndrome de la sobrecarga:
«He pensado profundamente acerca del tema de la velocidad, y he llegado a la conclusión de que es tan responsable del problema de la disfunción personal y social como cualquier otro factor único. Virtualmente todas nuestras relaciones están dañadas por la prisa».
Piensa acerca de esto.
«Caminamos rápido, hablamos rápido, comemos rápido y después anunciamos, “perdón, me debo ir corriendo”. El problema es que Dios no está corriendo detrás de nosotras. Él sabe que la velocidad no produce devoción. Creo que podría decir con bastante certeza que nuestro sentido de la presencia de Dios es inversamente proporcional al ritmo de vida que llevamos».
En otras palabras, entre más apuradas andamos, menor será la sensación de la presencia de Dios. La prisa es el enemigo de la intimidad espiritual. Es el enemigo de la intimidad en nuestros matrimonios o en cualquier otra relación.
¿Te has fijado en los evangelios que Jesús nunca parecía estar apurado? Nunca leemos nada acerca de Él corriendo. Leemos acerca de Él caminando. Leemos de Él sentado junto al pozo en Samaria, sentado enseñando a Sus discípulos. Leemos acerca de Él reclinado en las comidas.
Es una forma muy diferente a como lucen mis comidas –y aún más cuando estaba soltera. A veces comemos paradas en la cocina, en el auto o pasamos por un restaurante de comida rápida.
Leemos de Jesús reclinándose a la hora de las comidas. Incluso leemos acerca de Jesús durmiendo en la barca en medio de la tormenta y Sus discípulos aterrorizados.
La prisa no conduce a la piedad. No se parece a Cristo. No nos lleva a relaciones sanas. No nos lleva al crecimiento espiritual.
La piedad y la intimidad con Dios no se cultivan a la carrera. Requieren tiempo, meditación.
Esas distracciones e interrupciones constantes no son una bendición cuando estamos tratando de cultivar intimidad con Dios. Las llamadas constantes, los correos electrónicos, los mensajes de WhatsApp, siempre estando al pendiente de todo… Tenemos tantas formas, tantos medios por los cuales pueden llegar a nosotros. Eso no es sano.
No estoy diciendo que esas cosas son pecado. No estoy diciendo que están mal. Pero lo que digo es que esas cosas pueden controlar nuestras vidas.
Y creo que sé de lo que estoy hablando porque yo misma batallo con eso en mi trabajo –estar bajo el dominio y el control de todas estas cosas que hacen ruido, llamando mi atención y no tomo el tiempo para estar quieta, en silencio y escuchar a Dios.
Es más, algunas veces siento mi corazón latiendo tan rápido, mi adrenalina al máximo, mi ritmo tan rápido, que cuando estoy en quietud me cuesta mucho trabajo detenerme. Algo está mal con esto, viviendo con las revoluciones por minuto en rojo todo el tiempo…eso no es sano para nuestros cuerpos.
Esa es la razón por la que tenemos acidez y todas esas cosas. No es sano. No es la forma que Dios diseñó para que viviéramos.
El problema con las ovejas –y el problema con las personas– es que no sabemos cuándo descansar. Simplemente continuamos hasta que caemos rendidas, exhaustas. Por eso el buen Pastor nos hace descansar en pastos verdes.
¿Cuándo descansa tu alma? ¿Cuándo alimentas el espíritu? Te quiero decir que si eso no es lo más importante en tu vida, la primera cosa en el día, lo primero en tu lista de cosas que hacer, vas a terminar agotada y frustrada, y con una vida frenética.
Escucha lo que te digo, algunas de nosotras vamos a mirar al final de nuestros días y diremos, «anduve corriendo como gallina sin cabeza toda mi vida, pero ¿qué logré? ¿Realmente conozco a Dios? ¿Conozco a mi familia? ¿Tengo amigas cercanas? ¿Realmente he amado bien a las personas?
Necesitamos tomar tiempo en los pastos verdes, tomar tiempo junto a esas aguas de descanso. Si tú y yo no nos sentamos a los pies de Jesús y simplemente lo escuchamos hablar, como María lo hizo en su casa, vamos a terminar como Martha –frenética, corriendo por todos lados, dando órdenes, enojada con el mundo y con el Señor, enojadas con Dios (ver Lucas 11).
«Señor, dile a mi hermana que venga y me ayude. Estoy irritada. Estoy frustrada». Todas hemos estado ahí y es porque no tomamos tiempo.
Ahora, no puedes pasar cada momento que vives a los pies de Jesús. Hay comidas que preparar. No había nada malo con que Marta estuviera trabajando en la cocina. El problema era que ella estaba tratando de ser productiva sin haber pasado tiempo en los pastos verdes y en las aguas de descanso.
«El SEÑOR es mi pastor, nada me faltará. En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce».
Débora: Dios te ofrece un verdadero descanso si estás dispuesta a tomarte el tiempo para detenerte y encontrarte con Él. Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado describiendo la paz que experimentamos al estar en la presencia de Dios. Y es que todas buscamos descanso. Quizás te han dicho o le has dicho a otra persona, «necesitas tomar unas vacaciones». Pero la verdad es que, a menos que tomes el descanso que Dios te ofrece, la búsqueda te dejará exhausta. Escucha más acerca de esto mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Confiando en nuestro buen Pastor, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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