El Padre Nuestro, día 33
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hebreos 2:18 dice: «Pues por cuanto Cristo mismo fue tentado en el sufrimiento», porque Él ha estado allí, «es poderoso para socorrer a los que son tentados».
Annamarie Sauter: A menudo nos sentimos solas en la tentación. Pero en ese momento, escoger dónde fijar nuestros ojos es vital para una vida de libertad.
Nancy: Él ha estado allí. Ha sido bombardeado. Ha sido atacado. Ha sido asaltado. Y sin embargo, en todos los puntos, dijo «sí» al Padre y «no» a lo que podría haber sido el plan del tentador para él, pero sin pecado.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Esta semana Nancy nos ha estado ayudando a evaluar asuntos profundos del corazón. Hoy ella continúa su estudio sobre la oración, al profundizar en la frase, «no nos metas en tentación, mas líbranos del mal». …
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hebreos 2:18 dice: «Pues por cuanto Cristo mismo fue tentado en el sufrimiento», porque Él ha estado allí, «es poderoso para socorrer a los que son tentados».
Annamarie Sauter: A menudo nos sentimos solas en la tentación. Pero en ese momento, escoger dónde fijar nuestros ojos es vital para una vida de libertad.
Nancy: Él ha estado allí. Ha sido bombardeado. Ha sido atacado. Ha sido asaltado. Y sin embargo, en todos los puntos, dijo «sí» al Padre y «no» a lo que podría haber sido el plan del tentador para él, pero sin pecado.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Esta semana Nancy nos ha estado ayudando a evaluar asuntos profundos del corazón. Hoy ella continúa su estudio sobre la oración, al profundizar en la frase, «no nos metas en tentación, mas líbranos del mal».
Nancy: Esta es una petición muy seria. Es una que todas debemos estar orando. Porque si no somos capaces de orar por esto, somos más propensas a caer en tentación y a los ataques de Satanás en nuestras vidas.
Quiero pasar una sesión más hablando de esta petición, «líbranos del mal», y llegar un poco más lejos de lo que fuimos en la última sesión. Vivimos en un mundo caído, en un mundo quebrantado por el pecado. Eso no es nuevo para ti. Estamos rodeadas por el mal. Tú lo estás. Tu pareja lo está. Tus amigos lo están. En el lugar de trabajo, incluso en los ambientes cristianos, hay mucha maldad que nos rodea en nuestro mundo.
El maligno es implacable en sus esfuerzos para llevarnos al pecado. Él es incansable. Él sigue adelante. Y piensas, «pero yo he sido cristiana por cuarenta y tantos años. ¿No me dejará en paz?» No. No va a dejarte en paz, porque cuanto más te acerques a Dios y seas más eficaz para Él, más razón él tendrá para intentar detenerte. Él quiere hacer que deshonres a Dios.
Así que en esta petición, «líbranos del mal, del maligno», reconocemos nuestra debilidad y nuestra incapacidad para resistir el pecado por nuestra cuenta. Como Jesús les dijo a sus discípulos: «El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil» (Mat. 26:41). Es por eso que tenemos que orar por esto. Tenemos que ser libradas. Necesitamos la protección de nuestro Padre y Su liberación. Incluso las personas más santas que conoces o en quienes puedes estar pensando, necesitan ser libradas de las mayores transgresiones.
En Colosenses 3, el apóstol Pablo advierte a los creyentes contra los pecados más viles: inmoralidad sexual, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos, avaricia, idolatría. Él les dice: «tienen que ser advertidos acerca de estas cosas».
El rey David en el Antiguo Testamento, oró por liberación. En el Salmo 19:13, él ora: «Guarda también a tu siervo de pecados de soberbia; que no se enseñoreen de mí». Señor, guárdame. Señor, si no proteges mi corazón, mi carne correrá hacia el pecado.
No pienses que estás en el lugar donde puedes tener éxito en la vida cristiana, aparte del poder restrictivo de Dios.
Para ser liberadas del maligno y vivir una vida santa, vivir una vida piadosa, se requiere constante vigilancia y atención de nuestra parte. Proteger nuestros corazones, tomar decisiones para negar la carne y fortalecer el espíritu, cultivar la tierra de nuestros corazones, enfrentar las zorras pequeñas que pueden llegar hasta abajo y destruir las raíces de la vid, las cosas pequeñas.
Dices: «No es la gran cosa». Sí, es un gran problema. Puede destruir tu comunión y tu relación con el Señor.
En el Salmo 39, versículo 1, David oraba: «Guardaré mis caminos». Voy a fijarme. Voy a estar en guardia. Voy a estar atento.
Probablemente sabes, si has escuchado Aviva Nuestros Corazones, que Charles Spurgeon es uno de mis autores favoritos. Él tiene una manera única de hablar de estas cosas. Él dice:
Compañero peregrino, nunca estás tan fuera del peligro de pecar como para presumir de seguridad.
Nunca llegas a estar en un lugar donde puedes decir: «Yo soy inmune. Estoy exento de la tentación, de pecar de esa manera».
Hay un ladrón en cada recodo del camino para robarte tus joyas.
Dios te ha dado algo precioso y donde quiera que mires habrá algo tratando de robártelo. Spurgeon sigue diciendo:
Si alguna vez llegas al cielo, será un milagro de la gracia divina que se debe atribuir enteramente al poder de tu Padre. Así que hay que estar en guardia. Después de haber orado también debes vigilar. Debes guardar cada pensamiento, palabra y acción con celo santo. Por tanto considera tus caminos, y vela en oración. Ningún hombre cayó en el error a través de ser demasiado cuidadoso.
No seas descuidada. No creas que puedes enfrentarla solo por esta vez, solo esta prueba, solo este contacto, solo esta experiencia. Está alerta, siempre vigilante.
Pedro nos dice en 1 Pedro 5:8: «Sed prudentes…» Sed vigilantes. Manténganse alerta. Porque «vuestro adversario el diablo», que es real, «anda como león rugiente buscando a quien devorar» (parafraseado).
Como hemos estado hablando de esta petición en la oración del Padrenuestro, «líbranos del mal», yo quiero que hagamos algo personal con la pregunta. «¿Realmente quiero ser protegida del mal?» ¿Estás segura de que quieres ser protegida del maligno? ¿O quieres tener el permiso de mantener un pie en el mundo?
Decimos que no queremos pecar, pero ¿hay una parte de nosotras que quiere tener el permiso para jugar con el pecado, para probarlo, tocarlo, para acercarse a él, para abrazarlo? ¿Quieres ser completamente liberada del pecado? ¿Es eso lo que quieres decir cuando dices esta oración?¿O haces lo que hizo el Faraón?
¿Recuerdas durante las plagas de Egipto, cuando llegó el momento en que Moisés, como instrumento de Dios, hizo un gesto con el bastón y las ranas salieron del agua y cubrieron la tierra y había ranas en las casas, y fuera de las casas? Así todo estaba cubierto con las ranas. El Faraón se volvió loco y le dijo: «¡Deshazte de estas ranas!»
Y Moisés le dijo a Faraón: «¿Cuándo quieres deshacerte de las ranas?»
Y Faraón le contestó: «Mañana»
¡¿Mañana?! ¿Qué está diciendo? «Solo quiero una noche más con las ranas. Solo una noche más. No quiero ceder. Yo no quiero rendirme». ¿Quieres una noche más con las ranas, o quieres ser realmente liberada de tu pecado? ¿Quieres ser libre del mal, o solo quieres alivio de las consecuencias de tu pecado?
¿Hay algo en ti que todavía quiere jugar con el pecado, acercarse lo más posible a la orilla? Al orar esta petición, decimos: «Señor, danos un corazón que quiera ser totalmente, totalmente, totalmente liberado de todo mal». No solo un poco. No solo en su mayor parte. Pero hay una pequeña parte de él a la que quiero aferrarme, esta pequeña parte secreta de mí, este pequeño, pequeño hábito privado que tengo… ¿Qué tan peligroso puede ser?
¿De verdad quieres decir esto cuando oras: «Señor protégenos, y líbranos del maligno?»
Nuestra esperanza en esta batalla es que la liberación está disponible. El hecho de que Jesús nos dijo que oráramos de esta manera significa que la liberación está disponible. Nosotras no tenemos que caer en el pecado. No tenemos que sucumbir al poder de Satanás en nuestras vidas.
Yo no sé ustedes, pero esto realmente me anima a darme cuenta de que no tengo que ceder ante el pecado. A veces sentimos que la batalla con el pecado es una guerra intensa, y lo es muchas veces. He estado en medio de esa guerra intensa. Creemos que es solo una batalla entre la carne y el espíritu. Está ocurriendo, y no sé si puedo ganar. Tengo que agarrarme fuertemente porque a lo mejor no puedo ganar.
No, no estamos peleando desde una posición perdedora. ¡Estamos luchando desde un lugar de esperanza y con la promesa de la victoria! Espero que esto te anime, que la victoria está disponible. Puedes ser liberada del mal, del maligno.
Pablo les dijo a los Efesios en el capítulo 6:16: «En todo», cuando hay una prueba, cuando estás siendo tentada, cuando Satanás te bombardea, cuando esos deseos dentro de ti están brotando y dominándote, en todas las circunstancias, «tomad el escudo de la fe con que podréis apagar todos los dardos encendidos del maligno».
¡Wao! He pensado en ese versículo recientemente en momentos en que mi mente ha sido bombardeada con pensamientos que yo sabía que no venían de Dios; cuando a veces me sentía como que me ahogaba, cediendo a formas equivocadas de pensar.
Toma el escudo de la fe. La fe, no en mí misma, sino en Cristo. Y con el escudo de la fe puedo extinguir, por la gracia de Dios, todos los dardos de fuego del maligno, cada uno. Si eres una hija de Dios puedes orar: «Padre nuestro que estás en los cielos», y puedes orar con confianza, con fe, «líbrame, líbranos del maligno».
Ahora, ¿de dónde viene nuestra liberación? Bueno, todo regresa a Cristo. Cristo es nuestro gran Libertador. Él nos puede liberar porque Él fue asaltado por la tentación. Él se llevó la peor parte. Soportó los cuarenta días de bombardeo incesante del maligno allí en el desierto donde fue tentado a tomar atajos al camino de Dios, a tomar decisiones contrarias a las elecciones de Dios. Sin descanso durante esos cuarenta días, fue asaltado por la tentación. ¡Pero Él venció!
¿Y cómo lo hizo? Dices: «Bueno, es que Él era Dios». Pero Él resistió la tentación como hombre. ¿Cómo lo hizo? Venció por la gracia de Dios y por el poder de la Palabra de Dios. Él ha estado allí. Él ha vencido. Y Él vive en nosotras para librarnos de la tentación.
El autor a los Hebreos habla de esto en un par de lugares. Hebreos 2:18 dice: «Pues por cuanto Él (Cristo) mismo fue tentado en el sufrimiento», porque Él ha estado allí, «es poderoso para socorrer a los que son tentados».
Así que cuando estoy siendo tentada a pensar en cosas que sé que no son los pensamientos de Dios y tentada a guardar rencor que sé que va a transformarse en amargura; o la falta de perdón y estoy tentada a decir esa cosa, decir ese chisme que yo sé que Dios no quiere que diga, estoy luchando contra la tentación, la tentación de desanimarme, la tentación a dudar de la fidelidad de Dios.
Cuando estoy luchando contra la tentación de comer algo que sé que Dios no quiere que coma o de ir a algún lugar o pasar el tiempo de una manera que yo sé que va a hacerme más vulnerable en medio de esa tentación, necesito levantar los ojos y mirar a Cristo, porque Él mismo sufrió siendo tentado. Él es capaz de ayudarme cuando estoy siendo tentada. Él ha estado allí. Él tuvo éxito. Él pasó la prueba con muy buena nota.
Eso es lo que dice Hebreos 4:15. «Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado».
Él ha estado allí. Ha sido bombardeado. Ha sido atacado. Ha sido asaltado. Y sin embargo, en todos los puntos, dijo «sí» al Padre y «no» a lo que podría haber sido el plan del tentador para él, pero sin pecado.
Entonces, ¿cuál es el siguiente versículo? Hebreos 4:16: «Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia». No huyas del trono. No huyas de la presencia de Dios cuando estás en medio de la tentación. ¡Corre hacia Él! Corre al trono de la gracia para que recibas misericordia, y halles gracia para la ayuda oportuna. ¿Cuándo? En tiempos de necesidad. Ese es el lugar a donde debemos ir.
¿Por qué es un trono de gracia? Porque sentado allí a la diestra de Dios está nuestro gran sumo Sacerdote, el Señor Jesús, que ha sido tentado, pero nunca dejó de obedecer a Dios. Él es mi Libertador. Ha vencido al maligno con Su muerte en la cruz. Su muerte es el medio de mi liberación, no solo para la sentencia definitiva, no solo para la salvación eterna, sino que se convierte en mi medio de liberación de todos los ataques del maligno.
¿Qué dice Hebreos 2:14? «Para anular (hacer impotente) mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo». Satanás tenía el poder de mantenernos como rehenes a la muerte hasta que Cristo fue y llevó nuestra muerte en la cruz.
¿Qué hizo Cristo en la cruz? En el Calvario Él despojó al diablo de su poder para vencer en nuestras vidas. Lo hizo para liberar a todos los que por el temor a la muerte, estaban sujetos a esclavitud durante toda la vida. No sé cuál es el pecado al que hayas estado esclavizada tal vez por toda tu vida.
He hablado con mujeres o leído sus historias o las he escuchado compartir sus historias en un pasado no muy lejano, que han tratado con todo tipo de esclavitudes. He visto a Dios liberar personas en la medida en que ponen sus ojos en Cristo y en la cruz, en la medida en que realmente creen que hay liberación disponible.
Yo no tengo que vivir esclava de esto. No tengo que vivir vencida por estos malos pensamientos. Puede que haya caído centenares de veces antes, pero yo no tengo que hacerlo esta vez. No porque sea tan fuerte, no porque me voy de este lugar y digo: «Bueno, voy a controlarme, y voy a luchar contra la tentación».
Nosotras tenemos que resistir al enemigo. Tenemos que resistir la tentación. Pero la mayor estrategia es poner nuestros ojos en Cristo y darnos cuenta de que Él ha pagado el precio de nuestra liberación. Él tuvo éxito en la obediencia a la voluntad del Padre cuando estuvo bajo la tentación, y nos va a liberar. Sea cual sea tu esclavitud, posiblemente durante toda la vida, sea cual sea tu lucha, la esperanza de tu liberación es Cristo.
Ahora, eso no quiere decir que Él nos librará de la tentación o de la prueba. Élno siempre elimina el conflicto. Él no siempre nos saca del conflicto. Oramos, «líbranos del mal». Eso no quiere decir que Dios te va a sacar necesariamente de ese matrimonio doloroso, de ese ambiente de trabajo difícil, de esa situación con un hijo o hija que ha causado dolor a tu familia y trae el mal a la familia. Esto no significa que nunca más enfrentarás el mal.
Pienso en esos tres jóvenes hebreos en el Antiguo Testamento. Dios los liberó, no del fuego, sino en el fuego. De hecho tuvieron que caminar hacia dentro y caminar a través de él. Pero nunca estuvieron más cerca de Cristo que cuando estuvieron en medio de ese fuego ardiente.
Así Cristo caminará contigo en ese lugar de tentación, en ese lugar de prueba, hacia esa prueba de fuego. Él quiere llevarte a través del fuego como un conquistador.
Escucha, al someternos a Cristo, el amor a Cristo que nunca se ha probado, no está probado, no sabes de lo que está hecho. Quiero decir, cualquiera puede amar a Dios y obedecer a Dios si su voluntad nunca es probada, si nunca son enfrentados, si nunca tienen una decisión difícil que tomar.
Fue cuando Dios dijo: «No comas del fruto de ese árbol», cuando estableció un requisito. Dios estableció un estándar y después Eva se encontró sujeta a la tentación porque había algo para ser tentada. Ahí fue donde ella tuvo la oportunidad de demostrar su lealtad, su fidelidad. ¿Es a Dios o es a mí?
Cada prueba que enfrentes, cada tentación que enfrentes, es una oportunidad. Es una oportunidad para demostrar tu amor a Cristo, para poner a prueba tu fe, para decir: «¿Realmente creo que Cristo es mi Libertador, y me puede librar de esto?»
Jesús oró: «Padre mío, si es posible, que pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras» (Mat. 26:39). Y habiendo dicho esto Él fue a la cruz. La copa no pasó de Él. Dios no libró a Su Hijo de pasar por la cruz. Él tenía que morir.
Pero del otro lado de la cruz, había una resurrección. Él fue librado al pasar a través de la prueba. Somos liberadas a través de la gracia para soportar la prueba, la gracia para someternos a la voluntad de Dios. Para que Dios nos libre del mal, Él nos guiará, Él nos llevará a través de la prueba para que Su reino venga, para que Su voluntad se haga en la tierra como en el cielo.
Permítanme concluir con estas palabras de aliento. Tenemos la promesa de Dios de que un día vamos a ser completamente, eternamente liberadas de la presencia del mal y del maligno. ¿No te emociona esto? ¿Quieres que ese día llegue pronto?
En 2 Timoteo capítulo 4:18, mientras Pablo se preparaba para ser martirizado por su fe, dijo: «El Señor me librará». Estaba a punto de ser, probablemente, decapitado. Pero Él dijo: «El Señor me librará de toda obra mala y me traerá a salvo a Su reino celestial. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén».
«¿El Señor va a rescatarte? ¡Estás a punto de ser asesinado!»
«El Señor me librará de toda obra mala». Más allá de la cruz, hay una resurrección. Más allá de esta vida, con su dolor y su sufrimiento, su tentación, sus vulnerabilidades y sus fracasos, está la eternidad, libre de la presencia del mal y del maligno eternamente.
En el último capítulo en la carta a los Romanos, capítulo 16, versículo 20, el apóstol Pablo dice: «Y el Dios de paz aplastará pronto a Satanás debajo de vuestros pies».
Y te preguntarás: «¿Cuándo será eso?» Pronto. «¿Qué tan pronto?» No lo sé, pero pronto. ¿Y sabes qué? Mientras tanto, tienes la segunda mitad de este versículo.
«Y el Dios de paz aplastará pronto a Satanás debajo de vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros». En el ínterin, mientras Satanás todavía está ahí fuera, tienes la gracia de Dios para tratar con él de aquí y ahora, hasta el cielo.
Así que ¿crees que Dios puede librarte cuando estás siendo tentada? ¿Crees que Él puede hacer posible que digas «no» al pecado? ¿O todavía crees en tu corazón, estás aferrada al engaño de que tienes que seguir patrones y ataduras pecaminosas?
Amigas, la verdad las hará libres. Ahí es donde necesitas aconsejar tu corazón de acuerdo a la verdad. Gracias, Señor, que cuando soy tentada no tengo que pecar. Por Tu gracia puedo decir «no» al pecado.
¿Crees que Dios puede concederte la victoria sobre las artimañas, los esquemas, y los ataques de Satanás? ¿Crees que Dios puede guardarte de caer? ¿Estás buscando a Cristo para librarte del pecado? ¿O de alguna manera estás luchando para ganar la batalla con tu propio esfuerzo? No puedes. Vas a perder en tu lucha.
Jesucristo es nuestro gran Libertador. Él es nuestra esperanza. Él es nuestro «caballero en brillante armadura». Así que cuando oramos: «Señor, líbranos del maligno», estamos diciendo: «Oh, Cristo, miro a Ti. Me apoyo en Ti. Confío en que eres mi gran Libertador».
¿Podrías orar desde tu corazón en este momento? «Oh Señor, no me dejes caer en la tentación. Guárdame de los lugares y de las situaciones en las que de alguna manera sería propensa a deshonrarte. No me lleves a una tentación que sea más allá de mi capacidad de resistir, por Tu gracia. Señor, líbrame de toda obra mala, de cada asalto del maligno. Líbrame de este mal que acecha dentro de mi propio corazón. Gracias por Cristo, quien es mi Salvador. Él es mi Libertador. Que mi vida te glorifique, y que otros vean cómo me has rescatado de todo mal».
Entonces, ¿orarías por los demás que conoces o amas, que pueden estar en la trampa del maligno en este momento? Ves que Satanás está teniendo un auge en su vida. Ellos habitualmente dan partes de sus vidas al maligno. Están atrapados en la esclavitud del pecado.
¿Podrías orar: «Oh Señor, líbranos. Libera a esa persona. Libera a Tu pueblo. Líbranos del maligno, que nuestras vidas te den gloria a Ti, que Tu nombre sea reverenciado y Tu reino venga y Tu voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo. Oramos en el nombre de Jesús, amén».
Annamarie: Nancy nos ha hecho una pregunta muy significativa: «¿realmentequeremos ser libradas del mal?»
Si hemos confesado nuestro pecado hemos sido perdonadas, y una esperanza eterna nos aguarda. Pero mientras llega esa gloria eterna…tenemos una batalla por delante. Y fijar nuestros ojos en Jesús hará toda la diferencia.
¿Crees que vivir bajo Su señorío realmente trae libertad y plenitud a tu vida? Mañana estaremos considerando esto al pasar a la siguiente sección de el Padrenuestro.
Orando «no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal» juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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