Mujer Verdadera 365: La carta a los Hebreos
Annamarie Sauter: Con nosotras Patricia de Saladín.
Patricia de Saladín: La sangre de Cristo nos limpió una vez y para siempre de todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros. Por eso cuando Juan el Bautista vio que Jesús venía para ser bautizado dijo: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Patricia de Saladín.
Patricia: Hoy nos encontramos en un nuevo episodio de la serie Mujer Verdadera 365, que ha ido acompañando la lectura del Reto Mujer Verdadera 365. Hemos estado leyendo la Biblia completa durante este año, y la lectura para hoy de nuestro Reto Mujer Verdadera 365 es Hebreos capítulos 11 al 13.
Muchas de nosotras hemos ido alguna vez al teatro a alguna presentación donde estamos ansiosamente esperando que se abran las cortinas, que se abra el telón. Bueno, con el libro de Hebreos sucede algo …
Annamarie Sauter: Con nosotras Patricia de Saladín.
Patricia de Saladín: La sangre de Cristo nos limpió una vez y para siempre de todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros. Por eso cuando Juan el Bautista vio que Jesús venía para ser bautizado dijo: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Patricia de Saladín.
Patricia: Hoy nos encontramos en un nuevo episodio de la serie Mujer Verdadera 365, que ha ido acompañando la lectura del Reto Mujer Verdadera 365. Hemos estado leyendo la Biblia completa durante este año, y la lectura para hoy de nuestro Reto Mujer Verdadera 365 es Hebreos capítulos 11 al 13.
Muchas de nosotras hemos ido alguna vez al teatro a alguna presentación donde estamos ansiosamente esperando que se abran las cortinas, que se abra el telón. Bueno, con el libro de Hebreos sucede algo así. En este escrito se nos abre el telón y se ilumina algo que estaba oscuro y lo que eran sombras o un anticipo de lo que leímos en el Antiguo Testamento, ahora se convierte en una realidad celestial asombrosa.
En el libro de Hebreos tenemos una magnífica exposición de la obra de Cristo, y de cómo Él y los propósitos de Dios Padre afectan nuestras vidas. Y para esto en el día de hoy me acompaña una vez más –porque ya estuvimos juntas– Annamarie Sauter.
Annita, bienvenida de este lado del cristal.
Annamarie: Gracias, Patricia. Siempre estoy del otro lado y hoy estoy aquí contigo. Es un gozo para mí estar aquí y conversar de este tema tan tan glorioso.
Patricia: Sé que tienes tu corazón ardiendo y por eso quiero darte la palabra. Y te voy a decir que brevemente nos hables de las cosas generales de la carta: el autor, si se conoce, un poquito del contexto para luego ya pasar a la carta en sí.
Annamarie: Esta carta me hace pensar en esa escena de los discípulos camino a Emaús, porque Jesús les estaba enseñando lo que la Escritura hablaba de Él. Y esta carta a los Hebreos –para mí Patricia– es como un vistazo a esa conversación y ha sido escrita con la pluma del cuerpo de Cristo y la tinta de Su sangre. Así es como la he visto en estos días. Es muy gloriosa. Y bueno, para iniciar con una información general, esta es la carta de los desconocidos.
El autor es desconocido, la fecha exacta es desconocida y la audiencia exacta es desconocida. Pero estiman que se escribió entre el año 60 y 70, antes de la destrucción del templo de Jerusalén, que el título fue añadido –no se llamaba así (La carta a los Hebreos). El autor no se sabe con exactitud quién es, pero hay algunas sugerencias… En fin, no sabemos quién la escribió.
Patricia: Y no hace diferencia. El punto es que es palabra de Dios dentro del canon de las Escrituras.
Annamarie: Así es. Más allá de la información que podemos ver de estudios, la carta misma nos dice que ella es una palabra de exhortación. Eso nos dice el autor. Y se cree que no era originalmente una carta, sino un sermón, y luego se añadió un final como de carta. Y con respecto a la audiencia, el autor se refiere a ellos como hermanos, hermanos santos y amados.
Aparentemente ellos habían sido evangelizados por aquellos que oyeron a Cristo. Eran creyentes de una segunda generación y también habían sido bien instruidos, aunque estaban nuevamente en necesidad de leche y no de alimento sólido. Estas son cosas que vemos por la misma carta. Y el trasfondo para las diversas exhortaciones que encontramos en este libro, debió haber sido la necesidad de los lectores o de la audiencia, de perseverar mientras fueran perseguidos por su fe y enfrentaran pruebas.
Estaban siendo tentados a desviar sus ojos de Cristo en lugar de acercarse a Él, y el autor, conociendo las pruebas que su audiencia enfrentaba y las que habían enfrentado al inicio de su conversión, les hace algunas advertencias así como los afirma en la fe, los exhorta a perseverar y a retener su confianza.
Patricia: Eso fue escrito para ellos en ese entonces, pero hoy en día nosotras muchas veces nos vemos tentadas a preguntarnos si hemos tomado la decisión correcta: «¿Es Cristo la respuesta a todo? ¿Es Cristo superior a todo? Y nos vemos muchas veces tentadas a sustituir a Cristo aún por cosas de «la religión». Y hoy en día hay tantas cosas que nos hacen cansarnos en la carrera, porque definitivamente la carrera es un poco larga –por lo menos desde el punto de vista humano.
Annamarie:Y creo que podemos pensar en tantas cosas a las que pudiéramos vernos tentadas a regresar, en lugar de perseverar en lo que hemos creído…
Patricia: Las presiones. Quizás no hemos vivido en una parte del mundo en donde estamos siendo perseguidas, pero en cierta medida sí hay una persecución sutil hacia lo que es Cristo y el evangelio.
Annamarie: Así es, y está nuestra carne, el pecado…es es una carrera como lo dice la carta. Y hay algunos retos que tenemos al leerla. Hay un uso frecuente de citas del Antiguo Testamento que no necesariamente entendemos rápidamente o encajan en nuestra forma de pensar, entonces eso es un reto.
También el uso de imágenes y metáforas, comparaciones y analogías, el contraste, largas y fluidas oraciones que construyen esta idea hasta alcanzar un clímax. También fue un reto para mí al preparar este material, porque con tantas imágenes, tantas ilustraciones, tanta riqueza, era difícil escoger una como para pintar un cuadro, que es lo que quisiéramos hacer con nuestras oyentes. Ayudar a pintar un poquito de este cuadro del libro de Hebreos.
Y un último reto puede ser el uso del presente histórico. Esto quiere decir que se hace referencia al tabernáculo original –descrito en Éxodo– no al de Salomón ni al de Herodes.
Patricia: Me gustó lo que decías, que si era necesario había que leer la carta muchas veces; porque si hay algo que he entendido ahora luego de tantos años, es la ignorancia que nosotros como personas del mundo occidental tenemos de la cultura, no solamente de esa época sino del judaísmo, de la cultura hebrea, de cosas que para ellos eran muy claras pero para nosotros no.
Entonces tú me decías algo antes de comenzar el programa sobre la cantidad de veces que hay que leer una porción, un libro completo, para nosotros ir dejando que Dios a través de Su Espíritu vaya abriendo nuestros ojos, nos vaya mostrando, y aprendamos realmente. Me encantó eso que tú me decías y quiero que lo compartas con las oyentes.
Annamarie: Sí, es importantísimo. Para mí ha sido todo un reto y te digo, esto no ha sido de una semana o de dos… Y sí, ánimo a nuestras oyentes porque muchas veces leemos una carta una vez dos veces o un pasaje varias veces y no lo entendemos; y yo no quiero decir que vamos a entenderlo todo, pero amadas, la exhortación es a leer una y otra vez. Léelo y ponte los lentes de la misma Escritura para para tratar de entender y ora, clama al Señor, «Señor dame ojos para ver las maravillas de tu libro». Estas son cosas, Patricia, que un ser humano –nosotras por nosotras mismas– no podemos entender, pero Dios se ha querido revelar y podemos pedirle, «abre mis ojos».
Patricia: Para ver las cosas reveladas. Así es, que abra los ojos de nuestro corazón, como dice Efesios, para que podamos ver más allá. Annita, a lo largo de todo este Reto Mujer Verdadera, hemos dicho, «la Biblia es un solo libro y es la historia de la redención». Entonces, ¿dónde encajaríamos a Hebreos?
Annamarie: Yo creo que Hebreos ocupa –como tú decías también antes de empezar a grabar– un lugar bien crucial en todo esto de la historia de la redención. Y me gustaría empezar primero leyendo algunas palabras de Jesús rápidamente, porque Él mismo nos dio vistazos de qué se trata todo esto que vamos a hablar. Él dice en Mateo 5: «No piensen que he venido para poner fin a la ley o a los profetas; no he venido para poner fin, sino para cumplir» (v.17).
En Lucas 22 dice: «Y tomando el pan, después de haber dado gracias, lo partió, y les dio, diciendo: “Esto es Mi cuerpo que por ustedes es dado; hagan esto en memoria de Mí”. De la misma manera tomó la copa después de haber cenado, diciendo: “Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre, que es derramada por ustedes”».
Entonces, para responder tu pregunta, me gustaría que habiendo visto lo que Jesús dijo de Sí mismo y de algunas de estas cosas, profundicemos en los primeros versículos de Hebreos. Y si tienes tu Biblia ahí cerca y nos estás escuchando en este momento, puedes buscar ahí Hebreos capítulo 1 versículos 1 al 4.
Patricia: Tengo aquí la Nueva Traducción Viviente que dice: «Hace mucho tiempo, Dios habló muchas veces y de diversas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas. Y ahora, en estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo. Dios le prometió todo al Hijo como herencia y, mediante el Hijo, creó el universo. El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios, y sostiene todo con el gran poder de su palabra. Después de habernos limpiado de nuestros pecados, se sentó en el lugar de honor, a la derecha del majestuoso Dios en el cielo. Esto demuestra que el Hijo es muy superior a los ángeles, así como el nombre que Dios le dio es superior al nombre de ellos».
Annamarie: Entonces desglosemos eso. Dios ha hablado en Hijo. En muchas ocasiones Dios habló y de muchas maneras. Cuánta paciencia, Patricia, y ahora en Hijo, por medio de quién hizo también el universo». Y un poquito más adelante en el versículo 3: «y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder». Entonces, con la misma Biblia expliquemos esto.
En Génesis, en la creación, leemos varias veces, «entonces Dios dijo…», «entonces Dios dijo…», y creó. El poder de la palabra de Dios. Colosenses nos dice: «Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen» (Col 1:15-18).
Sigamos, Hebreos 1, versículo 3: «Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza». En Juan leemos en los primeros versículos –y esto es glorioso: «En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios… En Él estaba la vida, y la vida era la Luz de los hombres» (Juan 1:1, 2 y 4).
Recordemos que en el huerto Dios le advirtió al hombre, «el día que de él comas (del árbol del conocimiento del bien y del mal), ciertamente morirás». Y después también leemos, refiriéndose al hombre: «…“Cuidado ahora, no vaya a extender su mano y tome también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre”. Y el Señor Dios lo echó del huerto del Edén…» (Gén 3:22,23).
Y Dios ahora dice, «cuidado no vaya a comer del árbol de la vida», pero ¿qué nos dice Juan? «En Él estaba la vida…» (Juan:1:4), en Cristo entonces podemos tener vida. Dios nos amó en Verbo; nosotras desobedecimos, merecíamos la muerte. Dios nos echó del huerto, no podíamos ya comer del árbol de la vida no fuera que viviéramos para siempre en esa condición de pecado.
Pero en Cristo, Dios nos amó en Verbo, «…de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3:16).
Patricia: O sea que todos estos versículos se entrelazan entre sí, mostrando tú que en Hebreos 1, estos cuatro versículos son una confirmación de todos estos pasajes que están en la Escritura.
Annamarie: Exacto. Que la Escritura es una sola historia. Y en todos estos pasajes podemos ver cómo se va pintando este cuadro glorioso de la redención, que comienza para nosotros en Génesis. Y vamos un poquito a una visión del futuro dentro de esta historia redentora. En el versículo 2 de Hebreos 1 dice: «…heredero de todas las cosas».
Escucha lo que dice Isaías 11:10: «En ese día, el heredero del trono de David será estandarte de salvación para el mundo entero. Las naciones se reunirán junto a él, y la tierra donde vive será un lugar glorioso» (NTV). Y una última parte que quiero que veamos es el versículo 1:3(b): «Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, el Hijo se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas».
Marcos 16:19, nos dice: «Entonces, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue recibido en el cielo y se sentó a la diestra de Dios». Esto no es una ilusión, Patricia, el Hijo de Dios después de resucitado ascendió, y ¿adónde?
Patricia: Al cielo a la diestra del trono de Dios.
Annamarie: Él está reinando. No solamente que ya es glorioso en sí mismo, que resucitó, Él ascendió y está reinando sobre toda la tierra. En el mismo Hebreos capítulo 8:1: «Ahora bien, el punto principal de lo que se ha dicho es este: tenemos tal Sumo Sacerdote, que se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos».
Salmo 110:1, que también Jesús lo cita en Lucas 20, dice: «Dice el Señor a mi Señor (este es un vistazo a una conversación dentro de la Trinidad, es glorioso): “Siéntate a Mi diestra, hasta que ponga a Tus enemigos por estrado de Tus pies”». ¡La gloria de Cristo!
Patricia: La superioridad de Cristo. Entonces Annita, hemos visto toda esa belleza de Cristo y cómo estos cuatro versículos de Hebreos 1 se atan –como decíamos– a toda la Escritura. ¿Cómo vemos entonces la historia, cómo se desarrolla la carta?
Annamarie: Bueno, de manera resumida en palabras que quiero que sean lo más sencillas posibles, pudiéramos decirlo de esta manera: Entonces, Dios ha hablado en Hijo. ¿Qué nos dice Hebreos? «El que cree…», es decir, el que recibe Su palabra por fe y da fruto –es decir una fe viva– y este mensaje es el Hijo mismo. Él es el mensaje y el mensajero. El mensaje de salvación, Jesús.
El que cree en Su mensaje entra en el reposo y recibe las promesas de un reino eterno e inconmovible, una ciudad celestial, paz por siempre, bendición… Pero el incrédulo, el que no cree en esta palabra y permanece en la dureza de su corazón, no entra en en el reposo, y esto nos recuerda el Salmo 1: «¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos», versus: «no se sostendrán los impíos en el juicio», y vimos que Cristo es Rey y gobierna para siempre, y va a juzgar todas las cosas.
Patricia: O sea que hayun contraste aquí. Un contraste entre los que oyen al Hijo y los que no escuchan el mensaje.
Annamarie: Así es. Y entrar en ese reposo eterno, en el reino de los cielos, se hace posible, Patricia, y esto es lo que Hebreos nos deja ver de una manera absolutamente espectacular, es que entrar en el reposo eterno se hace posible por medio del sacerdocio de Cristo, el sacerdote y el sacrificio, nuestra esperanza, y Su sacrificio es suficiente. Y nos pregunto, «¿de qué manera la cruz, el sacrificio de Cristo no ha sido suficiente para mí? ¿No ha sido suficiente para ti?
Patricia:Y dice la Palabra: «Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo (veíamos que está sentado a la diestra de Dios), Jesús el Hijo de Dios…acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos» (Heb 4:14 y 16).
Porque Hebreos explica cómo esos sacerdotes, uno tras otro, morían; y se levantaba uno y moría y tenían que ofrecer sacrificios por ellos mismos y a la vez por el pueblo. Y al final Cristo es –como tú decías– el sacrificio, el sacerdote, e hizo una ofrenda una vez y para siempre.
Annamarie: Así es. Entonces llegamos a la parte donde estamos abriendo el telón. ¿Por qué Cristo es supremo y suficiente? Y como has mencionado, en lugar de todas esas instituciones que tenemos en el Antiguo Testamento –instituidas por Dios mismo a través de la ley– tenemos a Cristo en quien se cumple todo, todo, absolutamente todo lo que estas sombras, instituciones, pretendían. Porque al Padre le agradó que fuera así.
Patricia: Porque, Anita, si nos ponemos en la mente de estos cristianos del primer siglo, de esa época, ellos venían de sacrificio tras sacrificio, sangre…no lo podemos imaginar por lo que yo también te decía al principio, nosotras como personas de este mundo occidental tenemos muchos baches en la comprensión de cómo realmente eran estas cosas. Esta era la cultura, la religión del pueblo hebreo que se basaba en todas esas leyes ceremoniales.
Entonces Cristo viene y rompe con todos esos esquemas, pero porque lo cumplió. No fue porque desechó una serie de cosas que son valiosas para Dios siempre, sino porque Él fue el cumplimiento de todas esas cosas.
Annamarie: Y para nosotras, creo que la forma en la que podemos verlo es que cuando nosotras conocemos a Cristo, Él también viene a romper con ciertos patrones en nuestra vida; ciertas formas de pensar, cosas a las que estábamos acostumbradas, sistemas en nuestras vidas que conocíamos. Y Él viene a romper con algunas de esas cosas.
Patricia: Aún con la religiosidad. Porque es Cristo, no la religión.
Annamarie: Así es. Vamos a desglosar un poquito esta gloria que tenemos en Hebreos. Nosotras tenemos un mejor sacrificio y es el Cordero de Dios. El velo se rasgó, Su propio cuerpo. Gálatas 3:13 nos dice: «Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros, porque escrito está: “Maldito todo el que cuelga de un madero”».
Hebreos 9:22: «…y sin derramamiento de sangre no hay perdón». Ya no hace falta otro sacrificio. Patricia, nosotras tratamos de hacer esos sacrificios que nos garanticen cierta justicia, cierta aprobación… No, no hay más sacrificio. Lo que nosotras hacemos en nuestra vida son ofrendas de amor, de gratitud, delante de Dios.
No es un sacrificio para justificarme delante de Dios.
Patricia: Así es. Y lo que me encanta es que la sangre de Cristo nos limpió una vez y para siempre de todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros. Por eso cuando Juan el Bautista lo vio que venía para ser bautizado dijo: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo».
Annamarie: Y tenemos mejores promesas. Cuando vimos el relato de Abraham, las promesas de una descendencia, tierra, bendición, rey… ¡Ay! A nosotras ahora se nos ha dado el Hijo de Dios. No ángeles, no profetas, el Hijo de Dios. Somos hijas de Abraham por la fe. El tabernáculo inicialmente, luego tenemos el templo.
Ahora tenemos a Dios morando en nosotras en la tercera persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, y tenemos un tabernáculo celestial. En el Antiguo Testamento vemos que Canaán era una tierra donde fluía leche y miel. Dios les tenía esa promesa pero no alcanzaron ese reposo.
Pero ahora tenemos una ciudad celestial, y más allá de imaginarnos una ciudad de ladrillos; no, paz, bienaventuranza, plenitud, que es a lo que invitamos, a lo que llamamos a las mujeres en Aviva Nuestros Corazones, a libertad, plenitud y abundancia en Cristo. Ahora tenemos la ley escrita en nuestros corazones y en nuestras mentes. Antes era una ley escrita en tablas de piedra.
Patricia:Y Cristo removió ese corazón de piedra y nos dio un corazón de carne.
Annamarie: Así es. Antes vimos reyes débiles, sacerdotes débiles que sufrían derrotas, que pecaban, que fallaban. Ahora tenemos un Rey victorioso sobre el pecado, Satanás y la muerte; y un gran Sumo Sacerdote, el Hijo de Dios.
Patricia: Tenemos una mejor esperanza.
Annamarie: ¡Tenemos vida eterna! Nuestra esperanza ahora es la vida eterna que Cristo vino a darnos, y Hebreos 2:14–15: «Jesús participó de lo mismo…»; es decir carne y sangre. Él se encarnó «para anular mediante la muerte…» Patricia, el Hijo de Dios murió, en qué cabeza cabe eso.
Patricia: Tuvo que vestirse de humanidad para poder tomar nuestro lugar.
Annamarie: «…para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte es decir, el diablo, y librar a los que por el temor a la muerte estaban sujetos a esclavitud durante toda su vida».
Patricia: Y en Hebreos, definitivamente, hay ese contraste entre el antiguo pacto y el nuevo pacto.
Annamarie: Porque fue la sangre derramada del Hijo de Dios. Hoy la sangre que se derramó es la del Hijo de Dios, una vez y para siempre, para cubrir y quitar todo nuestro pecado por siempre. Y yo me pregunto, cómo es posible que un Dios que todo lo ve… Él lo ve todo… Cómo es posible que Dios diga, «yo no me voy a acordar de tu pecado».
Patricia: O lo voy echar al fondo del mar.
Annamarie: Él lo ve todo. La maravilla del perdón de Dios, de la sangre derramada y vemos que esta es muerte que redime, es una forma de pensar totalmente opuesta a la nuestra, es muerte que redime. Juan dice, «si confesamos nuestros pecados…» Y si tú escuchas hoy y no conoces a Cristo, si confiesas tu pecado, Él es fiel y justo para perdonarte los pecados y para limpiarte de toda maldad. Dios dio a Su Hijo, no es un ogro regañón que está allá arriba en el cielo esperando a ver de qué nos culpa, de qué nos acusa. No, ese es el trabajo de Satanás.
Isaías 53 nos dice: «Formaba parte del buen plan del Señor aplastarlo (a Jesús) y causarle dolor» (v.10). «…mi siervo justo hará posible que muchos sean contados entre los justos, porque él cargará con todos los pecados de ellos» (v.11, NTV). Y por el otro lado, nosotras no tenemos que pagar, ya lo vimos, no tenemos que pagar, no tenemos que castigarnos por nuestro pecado. Tampoco podemos ignorarlo, debemos confesarlo. Nos arrepentimos, recibimos al Hijo por la fe, vivimos por esa fe pero no nos perfeccionamos ahora a nosotras mismas. No, seguimos corriendo por fe y buscamos a Dios por fe.
Isaías 55 nos dice, –y esta es una invitación para todas y cada una de nosotras, esta palabra es para ti: «Inclinen su oído y vengan a Mí, escuchen y vivirá su alma». Estas son cosas espirituales gloriosas, «y haré con ustedes un pacto eterno, a Cristo lo he puesto por testigo a los pueblos por guía y jefe de las naciones. Busquen al Señor mientras puede ser hallado, llámenlo en tanto que está cerca, abandone el impío su camino y el hombre malvado sus pensamientos y vuélvase al Señor que tendrá de él compasión».
Un Sumo Sacerdote compasivo, el Dios nuestro que será amplio en perdonar. Y una idea importante aquí en el contexto de Hebreos –habiendo visto todo lo que hemos visto– es que a través del antiguo pacto vemos nuestra incapacidad para la justicia. Es verdad que estamos lejos de Dios, es verdad que hemos pecado, es verdad que estamos sedientas, es verdad que hemos desobedecido. Pero en el nuevo pacto se confirma y se hace posible el cumplimiento de la promesa de que Dios es nuestro Dios y nosotras somos Su pueblo, por medio de la sangre de Jesús.
Patricia: Amén. Y hay algo Annita, que yo quisiera mencionar. Hebreos es famoso porque nos invita a una fe y nos trae una galería famosa. Ese capítulo 11 de Hebreos es famoso y nos invita a correr una carrera que dice: «Mira, pon los ojos en Jesús, despójate del pecado, despójate de todo peso. Corre esta carrera, córrela con los ojos en Jesús. Y te dice, «porque aún no has resistido hasta la sangre, contra el pecado». Te dice, «la carrera no va a ser fácil pero hay una nube de testigos».
Y Hebreos se ocupa de hablarte de hombres y mujeres que son héroes, se les llama héroes de la fe, pero son personas como tú, como yo, como las mujeres que nos escuchan, llenas de defectos.
Annamarie: Así es. Ellos también sufrieron y no veían todas las cosas, Patricia. Nosotras vivimos por fe y ellos vivieron por fe también, pero nuestra fe igual que la de ellos no está en algo vacío, no está en algo débil. ¡Qué fundamento! Y el libro de Hebreos es muy claro en esto, el juramento de Dios mismo. Hebreos 6:17: «Por lo cual Dios, deseando mostrar más plenamente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de Su propósito, interpuso un juramento».
Entonces, igual que estas personas nosotras estamos corriendo en medio de nuestras tentaciones, en medio del sufrimiento, en medio de la necesidad, de la debilidad, del dolor, de la incomprensión, de la maldad, del cansancio, de la frustración, de las luchas del día a día. Estamos corriendo junto a ellos porque Dios interpuso un juramento que es inmutable.
Es imposible que lo que Dios ha prometido no se cumpla, y en el poquito tiempo que nos queda vamos a ver si vemos rápidamente algunas cosas. No quiero dejar de lado las advertencias que encontramos en esta carta porque, Patricia, a mí misma me fue algo muy sobrio sentarme a leer esto. Porque luchamos con nuestro pecado todos los días y hay advertencias claras –no es para que si eres hija de Dios ahora te alejes de Él por temor, no, no. Es para que recuerdes el precio de tu salvación, y que no debemos andar –no que no pequemos, no que no dudemos, no que no fallemos– pero no podemos vivir en pecado.
Entonces ojo con la incredulidad…
Patricia: Descuidar una salvación tan grande…
Annamarie: Ojo con darle la espalda a Cristo, con las falsas enseñanzas o enseñanzas extrañas; ojo con volver a antiguas tradiciones o formas de pensar por temor a los hombres; ojo con la amargura, con la inmoralidad. Hebreos dice: «Tengan cuidado hermanos, no sea que en alguno de ustedes haya un corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo. Antes exhórtense los unos a los otros». Esto debemos hacer nosotras, congregarnos y «exhortarnos las unas a las otras cada día mientras todavía se dice hoy, no sea que alguna sea endurecida por el engaño del pecado», y en la carta sabemos que los hijos de Dios son hijos de Dios. Él dice, «no lo digo de ustedes, lo digo como una advertencia». Pero el que no ha creído, ojo, porque hay un día de juicio.
Patricia: Y ese pasaje ha sido sumamente utilizado por los pastores en las iglesias, porque definitivamente muchos creyentes se han apartado, se han aislado, y este pasaje habla dos veces del engaño del pecado. O sea un corazón malo de incredulidad que fue precisamente de lo que Dios acusó a los que no entraron al reposo.
Debemos –como dice la Escritura– «sobre toda cosa guardada guarda tu corazón porque de él mana la vida».
Annamarie: Y temer a Dios. Y lo glorioso de todo esto es que vimos grandes pecados en Israel, vemos grandes pecados en la iglesia, vemos grandes pecados en nuestra propia vida, en nuestros propios corazones, pero tenemos un gran gran Salvador.
¡Ánimo!
Patricia: Y un gran manantial de sangre de Emanuel que purifica a cada cual que se sumerge en Él.
Annamarie: Entonces ¿cómo está nuestra fe? ¿Cómo se ve Hebreos 11:13 en tu vida? «Todos estos murieron en fe sin haber recibido las promesas. Pero habiéndolas visto desde lejos y aceptado con gusto confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra». ¿Creemos que Dios existe y recompensa a los que le buscan? Y un llamado que me gustaría hacerles a nuestras oyentes es que, si el Espíritu Santo ha traído convicción a tu corazón de que has menospreciado de alguna manera en tu vida… Yo lo he hecho Patricia, y con vergüenza lo digo. Si has menospreciado la sangre derramada del Hijo de Dios, acércate, acércate a Dios, a ese trono de gracia en arrepentimiento y fe.
Yo creo que esto es fundamental para un avivamiento en nuestros días. Tenemos que acercarnos a ese trono de la gracia en arrepentimiento, con los ojos puestos en Jesús. Arrepentimiento por haber menospreciado esa sangre que fue derramada. ¿Y sabes a qué nos podemos ver tentadas? Y también con vergüenza lo digo por mi propia vida, a pensar que mi pecado es más grande que mi Salvador. Mi pecado no es más grande que mi salvador y la multitud de mis iniquidades no es mayor que la sangre de Cristo derramada a nuestro favor.
Hemos visto una obra más asombrosa que la que vio Egipto en el desierto. Y si hoy escuchas Su voz, Su mensaje, no endurezcas tu corazón. Apártate de tu pecado y despójate del peso que estás llevando y persevera en la carrera de la fe. Y si no eres creyente –esa es una advertencia de que un día Dios juzgará a todos– y si no estás amparada en el sacrificio de Jesús en tu lugar, estás rechazando el reposo que Dios ofrece. Lo estás rechazando por una condenación eterna. Refúgiate en la sangre de Jesús y que la lluvia de la Palabra de Dios sobre nuestros corazones sea para fe.
Patricia: Cristo es superior. Cristo es superior a todo. El que tiene a Cristo puede decir que lo tiene todo. No lo intercambies por nada más. Te invitamos como Él nos invita, acércate a Su trono de gracia, no hay un trono como ese. Acércate en oración. Acércate en confección, en gratitud. Acércate en la lectura de la Escritura para recibir de Él todo lo que necesitas para vivir en este mundo a la luz de Sus promesas y del anticipo de la vida eterna. Porque hay un reposo, y ese reposo vendrá y entrarás en él y ahí no habrá más pecado ni más dolor, y tus lágrimas, cada una de ellas, será secada por el mismo Señor.
La historia no termina en Apocalipsis. Ahí comienza la nueva creación, los cielos nuevos y la tierra nueva y comienza nuestro reposo.
Gracias Annita, gracias por estar conmigo y con nosotras en este día. Es mi oración que la pasión que arde en tu corazón por Dios, por Su Palabra, por Cristo, sea contagiosa a través de este programa. Que nuestras oyentes puedan sentirse motivadas a leer más, a indagar más y a cruzar toda esa información en la Escritura…
Annamarie: A escudriñar la Palabra y gozarse en su riqueza…
Patricia: Y ver –como tú decías– que la Escritura se explica con la Escritura.
Annamarie: Amén. Gracias, Patricia, por este tiempo, he disfrutado muchísimo compartir aquí contigo.
Escudriñando la Escritura juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación