Mujer Verdadera 365: Isaías, día 2
Annamarie Sauter: Con nosotras Patricia de Saladín.
Patricia de Saladín: El castigo que era mío cayó sobre Él y por Sus heridas hemos sido sanadas, y nosotras como mujeres, muchas de las cuales están heridas, con matrimonios difíciles, con hijos que les causan dolor…porque Cristo fue herido, nosotras en Sus heridas hemos sido sanadas. Por eso tú puedes enfrentar la vida sabiendo que hay una esperanza y que hubo Uno que padeció por ti, para que hoy lo que nosotros padecemos podamos vivirlo en la fe del Hijo de Dios.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Patricia de Saladín.
Hoy escucharás la continuación de la conversación a la que dimos inicio ayer acerca del libro de Isaías. Si te perdiste esa primera parte, encuéntrala en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com, y recuerda que nuestra lectura para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es Jeremías capítulos 1 al 3. …
Annamarie Sauter: Con nosotras Patricia de Saladín.
Patricia de Saladín: El castigo que era mío cayó sobre Él y por Sus heridas hemos sido sanadas, y nosotras como mujeres, muchas de las cuales están heridas, con matrimonios difíciles, con hijos que les causan dolor…porque Cristo fue herido, nosotras en Sus heridas hemos sido sanadas. Por eso tú puedes enfrentar la vida sabiendo que hay una esperanza y que hubo Uno que padeció por ti, para que hoy lo que nosotros padecemos podamos vivirlo en la fe del Hijo de Dios.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Patricia de Saladín.
Hoy escucharás la continuación de la conversación a la que dimos inicio ayer acerca del libro de Isaías. Si te perdiste esa primera parte, encuéntrala en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com, y recuerda que nuestra lectura para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es Jeremías capítulos 1 al 3.
Con nosotras Patricia de Saladín y Yamell de Jaramillo.
Patricia: Bueno, en día de hoy continuamos la conversación que iniciamos ayer sobre el profeta Isaías. Ninguno de los profetas citados en el Nuevo Testamento, es tan citado como el profeta Isaías. Hay más de 600 citas directas o alusiones a las palabras de Isaías, a las profecías de Isaías. Ese tema del Mesías, como lo vamos a ver en el día de hoy, cómo fue profetizado, cómo se cumplieron esas profecías en la vida y en el ministerio de nuestro Señor Jesucristo, debe llevarnos a adorar a nuestro Dios y a darle gracias por habernos dejado Su Palabra y por habernos dejado un libro como Isaías.
El día de hoy me acompaña nuevamente mi amiga, mi hermana, compañera en el ministerio Yamell de Jaramillo.
Hola, Yamell.
Yamell de Jaramillo: Hola, Patricia. Buenos días, ¿cómo estás?
Patricia: Muy bien gracias a Dios. Contenta por este tema que realmente llena de gozo, de expectativa mi corazón; y ver cómo el Señor es tan hermoso y cómo nos dejó una palabra tan hermosa en Su libro, en Su ley.
Y en el día de hoy, sí quiero que entremos con más detalle en lo que te estabas adelantando ayer, que es ese Mesías, ese Siervo. Porque vimos el evangelio en Isaías 6, pero hoy vamos a ver el evangelio más detalladamente en el libro en la persona del Mesías. ¿Qué me puedes comenzar a hablar de eso para ir calentando nuestra conversación y nuestros corazones?
Yamell: Hay dos palabras que vemos aquí y que creo que tienen mucho peso e impacto, y son, el Mesías y el Siervo sufriente. Y habla de ese Siervo que será ungido. Cuando se dice ungido, es que Dios lo ha capacitado para una tarea específica. Y algo sorprendente es que muchas de las profecías que tú mencionabas –las mesiánicas– las encontramos en este libro.
Aquí encontramos el nacimiento virginal, el lugar de nacimiento, la huida, el tipo de sufrimiento, su labor de liberar a los cautivos, por simplemente mencionarte algunas.
Patricia: Y vamos a ver en detalle algunas de ellas porque vamos a buscar esos versículos junto a nuestras oyentes.
Yamell: Exáctamente. Y esa figura del Mesías es una figura enigmática, no solamente por lo que representaba en ese momento para ellos cuando se da esta promesa, sino que es una figura real; y nosotros sabemos quién es ese Mesías, que es aquel a quien también nosotras hoy debemos esperar que regrese. Esa promesa de ese Siervo, ese bendito Siervo que venía, que llevó a cabo la voluntad de Su Padre, que era el Mesías prometido. Y me gusta porque nos hace una descripción detallada de este Siervo que vemos en el capítulo 53.
Dice primero que tiene el Espíritu de Dios sobre Él, ese Espíritu de sabiduría e inteligencia, de consejo y de poder, que es justo, recto, fiel, aquel que traería justicia a las naciones, que tiene un carácter calmado, que no desmayaría jamás. Y yo pregunto, ¿quién sino Cristo puede ser esa persona?
Patricia: Como dice la Escritura, «el más hermoso de los hijos de los hombres».
Yamell: Exactamente. Cuando unes todas las descripciones que tenemos del Mesías, no hay quién más que no sea Cristo. Y es bueno que sepamos y recordemos –porque yo sé que lo sabemos pero a veces se nos olvida– que podemos confiar en ese Siervo. En ese momento el pueblo no sabía quién era ese Siervo, pero tú y yo, hoy sí sabemos quién es, y alabado sea el nombre de Dios porque nos permitió vivir después, luego de que esa promesa fue cumplida, y saber en quién hemos puesto nuestra fe. Eso me maravilla.
Patricia: Amén. Porque ellos miraban hacia delante algo que vendría, y realmente hubo mucha confusión porque cuando llegó no lo reconocieron porque buscaban un libertador. Pero nosotras hoy miramos hacia atrás, hacia la cruz, pero también hacia delante a esas promesas que se van a seguir cumpliendo, y que en ese sentido van a llegar a su culminación con el regreso de ese Siervo, ya como aquel que está montado sobre ese caballo blanco.
Pero quiero que vayamos sobre algunas de estas profecías para que nuestras oyentes, que quizás las conocen o quizás no, veamos cómo algunas de estas se han ido cumpliendo. Antes de ir a las promesas del nacimiento, yo quiero que vayamos al Nuevo Testamento porque hay un texto impresionante sobre todo esto que hemos estado hablando en Lucas capítulo 4 versículo 16, donde vemos al mismo Jesús interpretando el libro del profeta Isaías.
Dice en los versículos del 16 al 21, que el Señor Jesús llegó a Nazaret –donde se había criado– «y según su costumbre Él entró en la sinagoga en el Día de reposo y se levantó a leer; y le dieron el libro del profeta Isaías, y abriendo el libro halló el lugar donde estaba escrito» –lo que tú mencionabas hace un momento– «el Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres, me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos para proclamar el año favorable del Señor».
Y dice: «Y cerrando el libro, lo devolvió al asistente y se sentó, y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en Él, y comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido esta escritura que habéis oído”». Él mismo declara, «todo esto que yo les estoy leyendo, está hablando de mí». Pero hay otra cosa maravillosa que también nos deja como, «¡wow!» Cuando lo vi por primera vez quedé asombrada. En Isaías 6, en eso que desglosamos y que hablamos con más detalle en el episodio anterior, dice Isaías: «En el año de la muerte del rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de Su manto llenaba el templo». Y estamos hablando de Dios, ese Dios tres veces santo, de Dios el Padre. Pero ¿a quién fue que vio Isaías?
Si me acompañan a Juan 12 al versículo 41, dice Juan hablando del Señor Jesucristo en el versículo 41: «Esto dijo Isaías porque vio Su gloria, y habló de Él». ¿De quién habló Isaías? Juan está diciendo, «habló de Cristo». Jesús es el tema de toda la Escritura y qué contundente es ver que ese Dios que nosotros sabemos que es un Dios trino, el Nuevo Testamento lo confirma a través del profeta Isaías.
Eso para mí fue asombroso. No fue que lo deduje, no no no, es que el Señor Jesucristo dice que lo declaró Él mismo, que eso hablaba de Él y Juan da testimonio y dice, «eso fue lo que Isaías vio». ¿Cómo así? Claro, porque nuestro Dios se hizo hombre, y vino a esta tierra en la forma de un siervo, de ese Siervo que fue nuestro Señor Jesucristo.
Ahora yo quiero que vayamos a algunas profecías. Vamos a verlas en el orden que aparecen en Isaías. Vamos a buscar Isaías 7:14. Yo lo voy a leer y tú me vas a decir cómo eso aplica. No solamente vemos la escritura profetizada y cumplida, sino lo que ese nombre significa para nosotros. Dice Isaías 7:14: «Por tanto, el Señor mismo les dará esta señal (porque en ese momento el rey no quiso pedir una señal, y como no la pidió, dice, el Señor te la va a dar): Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel».
Yamell: «Dios con nosotros».
Patricia: Exactamente.
Yamell: Bueno, en el libro de Lucas vemos en los capítulos 1 y 2 toda esa descripción que nos da Lucas en detalle del cumplimiento; ahí conocemos a María, conocemos el anuncio cuando el ángel dice y repite exactamente esas palabras, cuando le dice el nombre. Comenzamos a ver ese Dios que viene a estar entre nosotros y como tú decías Patricia, el hecho de ver a Jesús en la sinagoga en ese momento y todo lo que fue Su ministerio, Dios estuvo entre nosotros, con nosotros. A eso vino al mundo, a estar entre nosotros pero también a acercarse, esa es la forma en que ese Dios alto y sublime se acercó a nosotros.
Ese que estaba en ese trono vino y se humilló para acercarse a nosotros y para entonces así poder restaurar esa relación que fue quebrada por el pecado en el jardín del Edén.
Patricia: Y ese Dios, así como Emmanuel, Dios con nosotros, no solamente estuvo con nosotros, sino que ahora mora –a través de Su Espíritu– en nosotros y por eso puede decir: «He aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo». Gloria a Dios por ver esa profecía cumplida; una cosa tan extraña cumplirse cabalmente.
Entonces tenemos otra, Isaías capítulo 9 versículos 6 y 7: «Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre Sus hombros. Y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. El aumento de Su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará esto».
Y acaba de pasar una serie donde hemos hablado de los nombres del Señor en Isaías. Pero, en realidad, estas son verdades que nosotros nunca nos vamos a cansar de repetir, y siempre hay más que sacarles porque, mira estos nombres: Admirable Consejero, Dios poderoso, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.
Hoy en día estamos viviendo en una era de consejeros, de consejería, de buscar mucha opinión de personas sabias, y nosotras tenemos el Admirable Consejero. Pero fíjate que lo describe como un niño. Eso me llena de gozo, de asombro, pero también me llena de confianza en la Palabra de Dios, en las promesas de Dios, en la fidelidad de Dios.
Yamell: Por eso como yo te decía ayer, para mí Isaías contiene, apunta al carácter de nuestro Dios. Ahí encontramos una riqueza impresionante. Ese capítulo 9 que casi siempre uno lo oye para Navidad, tiene tanto en sí mismo, por eso es que debería llevarnos a vivir siempre en asombro del Dios que tenemos. A mí me pone la piel de gallina cada vez que escucho esa descripción que está ahí en el capítulo 9, del Dios que tenemos, y al que adoramos.
Patricia: Y Su soberanía. Tenemos también Isaías 11, donde vemos que dice en los versículos 1 y 2: «Entonces un retoño brotará del tronco de Isaí, y un vástago dará fruto de sus raíces. Y reposará sobre Él el Espíritu del Señor, Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y de poder, Espíritu de conocimiento y de temor del Señor».
Vemos ahí el hecho de que este Mesías, este vástago hermoso del tronco de Isaí.
¿Quién era Isaí?
Yamell: El papá de David.
Patricia: Exactamente. Entonces, lo que estamos viendo ahora es el cumplimiento de que de David habría una descendencia para siempre. Estamos ligando a ese Mesías, ese retoño, a David, que es lo que encontramos profetizado en innumerables partes de las Escrituras. Y hasta el final en apocalipsis 55, nuestro Señor, el Señor Jesucristo, es identificado como la raíz de David.
Yamell: Por eso es que digo que Mateo inicia con un capítulo completito prácticamente de la genealogía de Cristo, para que se vea ahí de dónde viene. Y una vez más vemos cómo toda la Biblia es una sola historia donde vemos todas las generaciones descritas y el cumplimiento también de que viene de David y de la promesa que Dios le hizo a David de su trono, por eso también se le conoce como el Hijo de David.
Patricia: Exactamente, y la fidelidad de lo que decíamos, que toda esa esa línea de redención, toda esa historia es una sola historia y Dios le da fiel cumplimiento a toda Su Palabra, y eso debe llenarnos de asombro pero también de temor reverente, porque es que todo lo que la Escritura dice se va a cumplir.
Entonces comenzamos a ver también eso del Siervo a partir de Isaías 42: «Este es Mi Siervo, a quien Yo sostengo, Mi escogido, en quien Mi alma se complace. (Y vuelve y dice) He puesto Mi Espíritu sobre Él. Él traerá justicia a las naciones».
Y en el versículo 4 dice: «No se desanimará ni desfallecerá hasta que haya establecido en la tierra la justicia. Su ley esperarán las costas».
Y entonces está ese famoso pasaje de Isaías 53, y a partir del capítulo 52 lo introduce. Dice: «Mi Siervo prosperará, será enaltecido, levantado y en gran manera exaltado». Pero en el siguiente versículo, habla de cómo va a ser desfigurado de tal manera que la gente se asombrará. Entonces tenemos esa declaración de Isaías 53, que hace un llamado –como le dice el Señor a Moisés, y como le dijo el Señor a Josué– «quita el calzado de tus pies porque el lugar que pisas tierra santa es».
Realmente debe llevarnos a pedirle al Señor que de verdad llene nuestros corazones de asombro, de reverencia, de gratitud, porque cuando leemos –estoy en Isaías 53– «Creció delante de Él como renuevo tierno, como raíz de tierra seca. No tiene aspecto hermoso ni majestad para que lo miremos, ni apariencia para que lo deseemos. Fue despreciado y desechado de los hombres, Varón de dolores y experimentado en aflicción; y como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado, y no lo estimamos».
¡Wow! ¡Cómo Isaías pudo profetizar con tanta claridad lo que iba a pasar en el ministerio terrenal de nuestro Señor Jesucristo!
Yamell: Es interesante porque quizás los receptores de ese mensaje en ese momento pudieron llegar a un punto y entender este dolor descrito allí, eso que acabas de leer, «Varón de dolores, rechazado, despreciado», pero ellos solamente podían imaginarse cómo sería lo que pasaría el Mesías; pero tú y yo sabemos que eso no son solo detalles.
Creo que aún de una manera cinematográfica, arte, pintura, todo lo que podemos encontrar en el mundo de esa representación que se ha logrado plasmar, yo diría, hasta cierto punto, lo que aquí se nos dice, pero muchos estudiosos dicen que no se acerca a la realidad de lo que realmente significaba en términos prácticos lo que iba a pasar. Y Dios a través de Isaías detalló lo que iba a ser este viernes en la montaña del Gólgota. Ver todo lo que Cristo tuvo que soportar por mí, me lleva a una pregunta, ¿qué me hace pensar que mi caso es diferente cuando hablo del sufrimiento?
El sufrimiento es un tema que muchas veces no nos gusta, pero sí Cristo sufrió, yo no voy a comparar mi sufrimiento con el de Él, pero obviamente yo puedo esperar también como creyente que van a venir rechazos. En el mundo en que vivimos nosotros no podemos tampoco esperar que el mundo mejore. Al contrario, mis ojos deben mirar al Señor, cuando llegue el sufrimiento a mi vida, aprender de Él, de ese Siervo que dice que fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca. «Como Cordero que es llevado llevado al matadero y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, Él no abrió Su boca».
Ahí vemos también a Cristo modelando la forma en que nosotros debemos vivir y reaccionar ante el sacrificio. Me gusta también la forma en que termina este capítulo. No nos deja con este Mesías sacrificado, ahí quedó la historia, no, sino que vemos una vez más vemos el glorioso evangelio expuesto allí, porque dice: «Pero quiso Dios quebrantarlo como ofrenda de expiación y la voluntad del Señor en su mano prosperará».
Vemos ahí la obra de Dios, el carácter de Dios desplegados, lo que iba a sufrir este Mesías y así lo vemos en el evangelio descrito en la crucifixión y la resurrección de nuestro Señor.
Patricia: Así es, y tú sabes que hoy en día como tenemos como Rey, como Dios, como Señor, como Hermano mayor, como Salvador, a ese Mesías que sufrió, como tú decías, nosotras encontramos todo el consuelo y debemos buscarlo en Él, en el Señor. Porque dice ese pasaje que ciertamente Él llevó nuestras enfermedades, no hay enfermedad que enfrentemos, que Él no entienda. Tenemos un Sumo Sacerdote que se compadece de nuestras debilidades porque Él sabe, Él vivió humanamente y fue tentado en todo, aunque sin pecado.
Dice: «Él cargó nuestros dolores», como tú decías, no hay dolor que nosotros pasemos que Él no comprenda cuando tú te acercas sufriendo. Dice: «Nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido; mas Él, herido fue por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades». El castigo de la paz que yo hoy disfruto con Dios y con los demás cayó sobre Él. El castigo que era mío cayó sobre Él y por Sus heridas hemos sido sanadas.
Y como mujeres hoy, muchas mujeres están heridas, con matrimonios difíciles, con hijos que les causan dolor, pero porque Cristo fue herido, nosotras en Sus heridas hemos sido sanadas. Por eso puedes enfrentar la vida sabiendo que hay una esperanza y que hubo Uno que padeció por ti, para que hoy lo que nosotros padecemos podamos vivirlo en la fe del hijo de Dios, y en cierta medida, en victoria. No como la victoria que venden ahí afuera, sino en victoria sabiendo que nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, porque nosotras nos descarriamos, nos apartamos cada cual por nuestro camino, pero el Señor hizo que cayera sobre Él la iniquidad de todas nosotras. Dios quiso quebrantarlo sujetándolo a padecimiento, pero como tú decías, ese no fue el final porque Él vio descendencia, por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, y dice: «y debido a la angustia de su alma, Él lo verá y quedará satisfecho».
Porque dice que «Su Siervo prosperaría, sería enaltecido, levantado como fue levantado de la cruz– y en gran manera exaltado». Gloria a Dios por ese mensaje tan evangélico de Isaías. Ese mensaje del evangelio tan claro hoy para nosotros porque ellos vieron y no vieron. Ellos estaban ciegos, porque Dios es quien tiene que alumbrar nuestros ojos.
Y me encanta otra cosa de Isaías, y es que te invita, dice: «Todos los sedientos, vengan a las aguas; y los que no tengan dinero, vengan, compren y coman. Vengan, compren vino y leche sin dinero y sin costo alguno». ¿Por qué? Porque es en el Señor, es en Él porque dice: «coman lo que es bueno, y se deleitará su alma en la abundancia Inclinen su oído y vengan a Mí, escuchen y vivirá su alma». Dios promete ese pacto eterno, ese pacto que abarcaría a todos los pueblos, a todas las naciones.
Y es de verdad maravilloso que nosotros hoy podemos buscar al Señor. Y animo a todos los que nos escuchan, a todas las mujeres que nos escuchan, busquen al Señor mientras pueda ser hallado, llámenle en tanto que Él está cercano. Abandonemos nuestros caminos. Dice la Escritura: «Abandone el impío su camino, y el hombre malvado sus pensamientos, y vuélvase al Señor, que tendrá de él compasión, al Dios nuestro, que será amplio en perdonar».
Yamell: Gloria a Dios por toda esta riqueza que podemos ver claramente en Su Palabra una vez se lee como como una sola historia. No hay nada separado, sino todo apunta a una sola historia y apunta a la obra también de Cristo en la cruz.
Patricia: Y como decíamos, Él es quien nos quita el velo, Él abre nuestros ojos y hay un pasaje de Isaías que yo siempre uso cuando voy a hablar la Palabra de Dios, y les digo a las mujeres, «miren, estoy parada delante de ustedes aquí porque creo en la Palabra de Dios, creo en las promesas de Dios, y Él dice que así como la lluvia cae del cielo y riega la tierra, así como produce hierba y pan y semilla al que come, “así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía, sino que será prosperada en todo aquello para lo que la envié”».
Nosotros andamos por fe, y seguimos al Señor por fe y por fe en esa promesa que la palabra de Dios ha sido abierta. Isaías profetizó como un profeta verdadero, todo su libro es una hermosa palabra de Dios, palabra de Dios para nosotros hoy. Creemos fielmente que esa palabra va a obrar en el corazón de cada mujer que escucha este programa, y va a obrar conforme a la circunstancia y la necesidad de cada una. Va a cumplir el propósito para el cual el Señor hoy la está enviando.
Yamell: Amén, que así sea.
Annamarie: Hoy escuchaste una conversación entre Patricia de Saladín y Yamell de Jaramillo. Mañana asegúrate de acompañarnos para escuchar una conversación de Mujer Verdadera 365. Estaremos hablando de los libros de Jeremías y Lamentaciones, no te lo pierdas.
Escudriñando la Escritura juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
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