Mujer Verdadera 365: Daniel
Annamarie Sauter: Con nosotras, Margarita de Michelén.
Margarita de Michelén: No mires las cosas linealmente, míralas verticalmente; todo lo que Dios trae a tu vida, todo Nabucodonosor, todo Arioc, todo babilónico, medopersa o lo que sea que Dios traiga tu vida, tiene un propósito que es que nosotros nos asemejemos más a Dios, que reconozcamos Su soberanía, que nos arrodillemos delante de Él con más insistencia, pero que también nos llenemos de esperanza porque la victoria está asegurada.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Patricia de Saladín.
Patricia de Saladín: Esta semana estaremos leyendo el libro de Daniel, el último de los profetas mayores, como parte de nuestro Reto Mujer Verdadera 365. Es un reto de lectura de toda la Biblia que estamos llevando a cabo en Aviva Nuestros Corazones, y al que invitamos a participar a todas nuestras oyentes. Si hoy es la primera vez que escuchas …
Annamarie Sauter: Con nosotras, Margarita de Michelén.
Margarita de Michelén: No mires las cosas linealmente, míralas verticalmente; todo lo que Dios trae a tu vida, todo Nabucodonosor, todo Arioc, todo babilónico, medopersa o lo que sea que Dios traiga tu vida, tiene un propósito que es que nosotros nos asemejemos más a Dios, que reconozcamos Su soberanía, que nos arrodillemos delante de Él con más insistencia, pero que también nos llenemos de esperanza porque la victoria está asegurada.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Patricia de Saladín.
Patricia de Saladín: Esta semana estaremos leyendo el libro de Daniel, el último de los profetas mayores, como parte de nuestro Reto Mujer Verdadera 365. Es un reto de lectura de toda la Biblia que estamos llevando a cabo en Aviva Nuestros Corazones, y al que invitamos a participar a todas nuestras oyentes. Si hoy es la primera vez que escuchas esto, anímate y únete, nunca es tarde para empezar. Y a propósito, la lectura para hoy son los capítulos 1 y 2 del libro de Daniel. Para conversar acerca de este libro de la Biblia me acompaña aquí en el estudio, mi amiga y hermana, Margarita de Michelén. Hola Maggie.
Maggie: Hola Patricia, ¿cómo estás? Es un placer estar de nuevo por aquí después de tanto tiempo…
Patricia: Ay, sí. Puedo decir que el placer es mío. No sé cuál está más contenta de que estemos aquí compartiendo este hermoso libro de la Biblia. Y la pena es que solamente tenemos un programa Maggie, porque hemos hablado tanto de tantas cosas que tiene el libro de Daniel…pero vamos manos a la obra, vamos a comenzar para que Dios guíe nuestra conversación y seamos nosotras edificadas y nuestras oyentes también.
¿Quién es el autor de este libro de Daniel?
Maggie: El autor del libro es el mismo Daniel, y se cree que fue escrito entre los años 540-530 antes de Jesucristo, y en los idiomas hebreo y arameo. Daniel, cuyo nombre significa, Dios es mi juez, siendo un adolescente sale en el primer grupo de los deportados a Babilonia en el 605 o 606 antes de Cristo, y muchos escritores creen y afirman que estaría entre los 14 y 16 años, o sea siendo un adolescente. Era de linaje real o de la nobleza judía, pero lo que más llama mi atención es que era un joven que sería testigo de los 70 años de cautiverio, y quien sin importar las circunstancias que le estaban rodeando, a lo largo de su vida se mantendría fiel a sus creencias.
Patricia: Así es. Él vivió todos esos años… y un jovencito con tanta gracia y con tantas convicciones, él y sus tres amigos, que aún cuando el rey les manda cambiar el nombre, no pudieron cambiarles el corazón. Porque sus corazones le pertenecían a Dios. Y podían haberles puesto los nombres que quisieran pero en su interior ellos decían, «tú me llamarás con cualquier nombre, pero yo me llamo Daniel, Dios es mi juez.
Pensaba yo Maggie, que Dios nos llama, nos pone nombre y nos llama por nuestro nombre. Eso es lo que el sistema de este mundo trata de hacer, amoldarnos, cambiarnos el nombre, porque en ese sentido, si tú no entiendes quién eres en el Señor, eres un blanco fácil para todo aquello a lo que este mundo quiera amoldarte y hacerte semejante. Y cuán necesario es que conozcamos a Dios y a Su Palabra como Daniel, para poder permanecer firmes en nuestras convicciones.
Pero hay un mensaje central en este libro, hermoso como ningún otro libro de la Biblia, hay porciones que se destacan, que brillan con esplendor por las palabras usadas. ¿Cuál es el mensaje del libro?
Maggie: El mensaje central, definitivamente, es la soberanía de Dios. Es Dios ejerciendo Su santa, buena y perfecta voluntad sobre toda Su creación, sobre el tiempo, las edades, las criaturas, y es una voluntad que nadie ni nada va a obstaculizar o impedir. Vemos eso una y otra vez a lo largo del libro, y podríamos pasarnos un programa entero sacando todos los versículos donde podemos ver esto, pero extrayendo algunos, vemos que en el capítulo 1:2, dice que «el Señor entregó…»
Patricia: En el versículo 9 dice: «Dios concedió a Daniel hallar favor…» No fue que Daniel halló el favor, no. Dios concedió que Daniel hallara ese favor.
Maggie: Y si vas al 17, ves que a estos cuatro jóvenes «Dios les dio conocimiento e inteligencia en toda clase de literatura y sabiduría. Además Daniel entendía toda clase de visiones y sueños». O sea, vemos aquí a Dios actuando sobre lo natural traspasando la esfera de lo que uno como ser humano puede hacer.
Patricia: Y en el capítulo 2, dice que Daniel habló y dijo:
«Sea el nombre de Dios bendito por los siglos de los siglos, porque la sabiduría y el poder son de Él. Él es quien cambia los tiempos y las edades; quita reyes y pone reyes. Da sabiduría a los sabios, y conocimiento a los entendidos. Él es quien revela lo profundo y lo escondido. Conoce lo que está en tinieblas, y la luz mora con Él».
Es todo el tiempo una exaltación de esa soberanía, de esa sabiduría de Dios.
Maggie: Así mismo es. Y lo que también llama mi atención es –no solamente que Daniel reconoce la soberanía de Dios, sino también– cómo los reyes a quienes les sirve tienen que reconocer que ese Dios de Daniel es el Dios verdadero, el Dios vivo. Mira lo que dice en el capítulo 4: 34-37: «Pero al fin de los días, yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al cielo, y recobré mi razón, y bendije al Altísimo y alabé y glorifiqué al que vive para siempre. Porque Su dominio es un dominio eterno, y Su reino permanece de generación en generación. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada…»
O sea, el más grande de los reyes de esa época tuvo que reconocer que él es considerado como nada y que «…Él (Dios) actúa conforme a Su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra. Nadie puede detener Su mano, ni decirle: “¿Qué has hecho?”». Pero también vemos al rey Darío reconocer algo similar en Daniel 6:26: «…Él es el Dios viviente que permanece para siempre, y Su reino no será destruido y Su dominio durará para siempre». Para mí, soberanía y soberanía.
Patricia: Así es, «Rey de reyes y Señor de señores». Esas palabras cuando dicen, «el Altísimo gobierna sobre el reino de los hombres, sobre todos los asuntos de la humanidad y Él es el Dios que controla la historia, las edades, los acontecimientos y las personas que usará para llevar a cabo Sus designios».
Wow, es que Dios lo controla todo, nosotras podemos vivir en paz, con esa paz que sobrepasa todo entendimiento, porque nosotros tenemos un Dios que es el Altísimo que gobierna todos los asuntos. Cuando pensamos, «Dios no tomó en cuenta esto», «Dios no tomó en cuenta aquello», Dios lo tiene todo en Sus manos y bajo Su control. Por eso no podemos llenarnos ni de ansiedad ni de temor, porque nosotras hemos creído y confiamos en el Dios que controla la historia, las edades, los acontecimientos. Es hermoso, es bellísimo como está redactado en el libro de Daniel.
Maggie: Así es. Si nosotros practicáramos eso sería realmente algo maravilloso. Si viviéramos a la luz de esta verdad, llevándola a las últimas implicaciones que tiene, viviríamos vidas más afables, más apacibles porque sabemos que todo cuanto acontece tiene un propósito –aunque no lo entendamos, porque no lo vamos a entender– porque yo no entiendo cómo fue el cautiverio.
El cautiverio fue algo terrible, pero Dios permitió el cautiverio y Daniel no preguntó por qué Dios permitió ese cautiverio, simple y llanamente lo aceptó y vivió dentro de ese cautiverio con la conciencia de que Dios es soberano y por eso pudo vivir con la paz y con la valentía que vivió.
Patricia: Y una vida de adoración a Dios. Maggie, ¿cómo vemos entonces aquí –hay todo un hilo de que la Biblia es una sola historia– la historia de la redención? ¿Cómo podemos aquí ver esa historia que comenzó desde Génesis y que va a terminar en Apocalipsis? Y Daniel definitivamente está en el curso de la historia…
Maggie: Bueno, Patricia, es maravilloso ver al Dios de la historia actuar de maneras muy sorprendentes. Él siempre saca cosas excelentes de lo que aparenta ser un gran mal, mientras Él continúa con lo que se ha propuesto. En Su historia, que no es estática sino progresiva, vemos «aparentes» altibajos. Pero detrás de todos esos aparentes altibajos vemos a un Dios que a pesar de los errores y los pecados humanos continúa con Su propósito predeterminado.
El cautiverio, si nosotros lo miramos con ojos humanos, parecería una interrupción a ese plan. Realmente fue una desgracia para ese pueblo, y estar lejos de su amada Jerusalén no fue nada fácil para el pueblo judío, y eso lo podemos ver en el Salmo 137 en el versículo 1, cuando dicen: «Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos y llorábamos al acordarnos de Sión». Pero por otro lado, vemos que en esta aparente interrupción sobreabunda la gracia de Dios en medio de una situación que es tristísima. Pero vemos esa gracia como algo extraordinario. El Señor nunca jamás desamparó a los suyos, más bien llevó a cabo Sus propósitos, como nos decían los profetas, con ese pueblo.
Patricia: Y guardó la simiente porque en este punto todavía estamos guardando esa simiente qué habría de venir, que es la línea de dónde vendría el que aplastaría la cabeza de la serpiente. Entonces, en medio de todo esto la historia seguía, la historia de la redención, llevando a cabo la promesa de Génesis 3:15.
Maggie: Esa promesa de Génesis 3:15 fue tomando forma a lo largo del tiempo por medio de diferentes personas y en variadas circunstancias, pero lo que siempre tenemos que recordar es que en cada generación Dios se ha guardado remanentes que llegarían a ser parte de esa gran nación prometida a Abraham en Génesis 12: 2-3. Lo prometido a David, de que su casa y su reino durarían para siempre delante de Dios, y que su trono quedaría establecido para siempre, también se estaba haciendo realidad en cada persona o cada individuo de la tribu de Judá, que fue guardada por la gracia de Dios, de donde iba provenir el linaje real que alcanzaría su plenitud con la llegada de Jesucristo.
Patricia: Porque nuestro Dios es un Dios de pacto, y definitivamente Él va a llevar a cabo Su plan como hemos estado diciendo.
Maggie: Algo importante a destacar aquí, es ver las profecías de Jeremías 16:31 y 32 cumplidas aquí. Lo que Dios prometió se estaba haciendo realidad. Los judíos iban a volver a su tierra prometida. Y piensa en esto, si no hubieran regresado no habría habido pueblo, tampoco Jesús habría podido nacer en Belén y tampoco hubiera podido ser presentado en el templo de Jerusalén.
Ver esa soberanía guiando ese remanente, ese pueblo es simplemente maravilloso.
Patricia: Y ahí vemos también, como tú dices, yo no me había percatado que es en Daniel que se ve cuando se cumplen los 70 años y el pueblo regresa –después en los otros libros vemos su regreso– pero es de ahí donde ya vamos apuntando al nacimiento del Señor en tierra de Israel. Y entonces, el evangelio… ¿Cómo podemos ver el evangelio en este libro?
Maggie: Cuando vamos a Daniel 7 del 13 al 14, Daniel tiene una visión y dice que ve a Uno que vendría del cielo como Hijo de hombre. ¿Ustedes saben cuántas veces se usa ese nombre en el Nuevo Testamento para referirse a Jesús? Ochenta y ocho veces. Y Jesús usaba muchísimo ese nombre para identificarse a Sí mismo. Así que ese Hijo del hombre, en el cumplimiento del tiempo, vino a traernos las buenas nuevas, perdonó nuestros pecados y nos declaró justas delante de Dios. Y de eso es que se trata el evangelio, de Dios haciéndose como uno semejante a nosotros para ocupar nuestro lugar y podernos abrir las puertas al cielo, a Su presencia. Yo creo que es es clarísimo el evangelio como se ve ahí. Y para añadir algo más, Daniel es conocido como el Apocalipsis del Antiguo Testamento, y cuando tú llegas al capítulo 12, pareciera que estás leyendo el Apocalipsis, los últimos pasajes del Apocalipsis.
En Daniel 12 hay uno de mis pasajes favoritos, y me estimula a seguir aferrándome al evangelio. Proclamando ese evangelio es que los entendidos brillarán como el resplandor del firmamento, y los que guiaron a muchos a la justicia como estrellas por siempre jamás. Esa justicia es enseñar la rectitud de Dios. Y ¿cómo aprendemos la rectitud de Dios? Por medio de Su evangelio.
Entonces Daniel nos da una plataforma de donde vemos salir a ese Hijo de hombre y nosotros ya hemos recibido de gracia la salvación que ese Hijo de hombre compró para nosotros.
Patricia: Y algo que me encanta de todos estos libros que hemos visto, es que siempre, siempre vemos el pecado, vemos las consecuencias de ese pecado, pero vemos esa gracia de Dios que se extiende, y vemos siempre la esperanza. Todo lo que vivimos aquí en este mundo presente no es todo. Siempre se apunta a lo que viene que es todavía mejor, a esa esperanza de ese reino. Todos esos reinos que se mencionan en el libro de Daniel donde Dios es Señor sobre todos esos reyes, en realidad apuntan a esa promesa final de ese Rey que finalmente vendrá y rescatará a Su pueblo y a Su mundo y donde tendremos para siempre ese reino glorioso.
Vemos un patrón, una línea que se ve en Daniel y en sus amigos, y se ve viendo ese final, ese Rey que vendría, es que esa esperanza debe promover en nosotros fidelidad a nuestro Dios que es soberano, majestuoso, el Señor de toda la historia. ¿Y qué cosas vemos del carácter de Dios? Hemos dicho algunas, pero son tantas que hay en el libro de Daniel, que quisiera que viéramos todo eso que dice de que Dios es el Dios del cielo, el altísimo que reina, que gobierna…
Maggie: Pienso que Él es el que trae a nuestras vidas las personas que nos ayudarán y edificarán, o nos retarán para hacernos desarrollar un carácter más como el de Jesucristo. Daniel se enfrentó a cuatro reyes y esa situación lo hizo depender más del Señor para crecer en temor de Él. «Señor, yo no puedo. Yo necesito que Tú me ayudes y me des gracia y sabiduría». Pero también vemos que Él es quién le da la gracia, el favor, la sabiduría, la inteligencia, el discernimiento, la fama, el poder…
Él es quien da todas las cosas y cuando yo aplico eso a mi alma yo digo, «Él sabe exactamente lo que yo necesito». Entonces también puedo aprender que ese Dios, si tú te propones no contaminarte con el mundo, es evidente que te ve y te va ayudar. El altísimo te va ayudar porque Él no solamente es soberano, para ser soberano tienes que ser poderoso también, y para quitar y poner reyes. Entonces, ese poder está a nuestro favor, y eso debe motivarme a la fidelidad. También me enseña que Dios no le va a dar Su gloria a nadie a nadie a nadie.
Patricia: Esta es la gran Babilonia que yo edifiqué…
Maggie: La sentencia cumplida. Vivimos en días similares como los de Nabucodonosor y las grandes babilonias –ya no hay una, son muchas.
Patricia: Y a veces tenemos nuestros pequeños reinos y creemos que somos autoras y edificamos nuestro pequeño reino y es impresionante cómo Dios ve ese orgullo. Me afecta ver que dice que pasaron doce meses antes de la sentencia. Muchas veces cuando desoímos la voz de Dios, Dios no ejecuta sentencia inmediatamente, Dios es lento para la ira y no quiere que ninguno perezca y nos va dando tiempo y más tiempo, pero definitivamente Su sentencia sobre el orgullo y la soberbia –el orgullo y la soberbia son dos pecados que son la raíz de muchos otros pecados– pero están muy en nuestro corazón y Dios los juzga severamente.
Maggie: Así mismo es. Pero por otro lado también veo cómo Dios utiliza los medios que Él entiende que son necesarios. Es maravilloso ver como usa a Nabucodonosor para cautivar y a Ciro para liberar. Dos reyes paganos siendo usados por Dios para llevar a cabo esos planes suyos, que nadie puede frustrar.
Patricia: Vemos este mundo tan convulso hoy en día políticamente, los gobiernos, guerras, pleitos, todo lo que se ve en la política y en el mundo, y pensamos, «ay, el mundo está como loco». El mundo parece estar como loco, pero realmente todos esos gobernantes están en las manos del Señor llevando a cabo Su plan cómo está determinado a que suceda, y Él es el Dios del pasado, del presente y del futuro porque Él es eterno.
Maggie: Amén. Gloria a Dios por eso. Otra cosa es que cuando veo cómo Dios bendice a otras personas con más sabiduría, más dones, más talentos, lo que debo es alabar a Dios por eso y no caer en envidia, sino alabar a Dios porque Él a través de esa persona a la que le ha dado esa sabiduría está llevando a cabo Sus propósitos. Entonces eso también quita de nosotros el espíritu de competencia. Todas estas cosas nos dejan ver a Dios usando vasos frágiles, insignificantes como somos nosotros, para llevar a cabo Sus propósitos, que trascienden el aquí y el ahora.
Patricia: El tiempo se ha ido corriendo…pero realmente yo quisiera que tú compartieras cómo ha sido –y muchas cosas se quedaron porque son muchas cosas que tiene el libro. Bueno, yo me alegro también de que va a salir al aire próximamente –no sé en qué tiempo– una serie que se llama El cielo gobierna, que es de todo el libro de Daniel. Así que nos vamos a dar un banquete.
Pero cómo ha sido relevante en tu vida, ¿qué puntos específicos de aplicación de este libro quisieras darles a las hermanas que nos escuchan?
Maggie: Bueno, como tú dijiste anteriormente, estamos viviendo en días… no que parecen locos, el mundo está loco, pero no es una locura que está fuera del control de Dios. Nuestros pecados nos han alcanzado y el que comete pecado comete una locura, literalmente. Yo he tenido que repasar el libro de Daniel varias veces para recibir ánimo y esperanza. Porque si tú ves mucho lo que está sucediendo aquí abajo y te olvidas de que el cielo gobierna, te vas a frustrar.
Todo el tiempo hay que estar mirando hacia arriba. Ahora, ¿realmente creo que Dios está en el absoluto control de todas las cosas? Esa es una de las preguntas que el Espíritu Santo me ha hecho preguntarme, qué tanto me he propuesto no contaminarme con el mundo; con lo que veo, lo que oigo, lo que hago. ¿Soy verdaderamente íntegra? La palabra integridad significa la condición de ser intachable, y apunta a perfección, a sinceridad, a sensatez, a rectitud, a moralidad. Es ser en privado lo mismo que soy en público.
Patricia: Y sabemos que no somos perfectas pero debemos tener un anhelo de agradar al Señor.
Maggie: Y Daniel fue reconocido por esas cosas. No hubo cosa por la cual le pudieran decir, «eres culpable». Siempre era inocente en todas las cosas. Y mi ruego al Señor es que la integridad de mi corazón me ayude andar en medio de mi casa, como dice el Salmo 101. Pero si hay algo aparte de la soberanía de Dios, Daniel no solamente vivió a la luz de la soberanía de Dios, y por eso le oraba a Dios, sino que Daniel tenía una actitud de aceptar la providencia de Dios para su vida.
Yo no sé en qué situación tú te encuentres hoy, quizás estés en un exilio o en una aparente esclavitud, una aparente interrupción de Dios en tu vida…
Patricia: …o en un horno de fuego…
Maggie: …o en la boca de los leones… Todo eso es una realidad en la vida del creyente, pero nosotras tenemos que mirar al cielo y ver que detrás de todo lo que está aconteciendo hay un Dios soberano que ha prometido no dejarme ni abandonarme. Porque, ¿qué vemos en Daniel? Lo mismo que pasó con el éxodo de Egipto, Dios preservó Su pueblo, lo sacó, los hizo una gran nación. Vemos ahora este pueblo en el exilio y Dios preservando y sacando esa nación para entonces traer ahí ese linaje de Jesucristo.
La historia todavía no se ha acabado. Estamos en medio de esa historia y así como Dios preservó a Su pueblo, así te va a preservar a ti en medio de una familia conflictiva en medio quizás de un esposo que no te comprende o en medio de una situación económica difícil o en medio de lo que hemos vivido este año como pandemia.
Este ha sido un año donde Dios –nada más falta que se abra una nube y salga, «Yo soy el que controla todo»; porque aún la ciencia no puede decir absolutamente que el virus se va a curar de cierta manera. Esas son lecciones muy prácticas, Daniel es un libro que tú puedes aplicar todos los días de tu vida.
Patricia: Me gusta como dice la Reina Valera, hablando de eso, «nuestra es la confusión de rostro pero tuya o Señor es la justicia, tuya oh Señor es la gloria», y vuelve y repite, «oh, Jehová, nuestra es la confusión de rostro», y no solamente nuestra, «de nuestros reyes, de nuestros príncipes, de nuestros padres, pero oh, de Jehová, nuestro Dios, es el tener misericordia y el perdonar». Y esa grandeza de ese Dios es lo que nos sostiene. El Dios creador, el Dios altísimo, el Rey de reyes, el Señor de señores, ese es nuestro Dios. Y nuestra alma está anclada en Él, en Sus promesas, en Su pacto fiel, y en esa esperanza de ese futuro glorioso que espera a todos los entendidos, como estrellas a perpetuidad brillaremos en el firmamento. ¿Por gloria nuestra? No, nuestra es la confusión de rostro, de Él es la gloria y la sabiduría.
Maggie: Amén, amén. Así es. Y si hay algo, aparte de la soberanía de Dios, sería bueno que nos quedáramos con esto: La oración juega un papel vital en la vida nuestra. Daniel no dependió de su sabiduría, no dependió de sus recursos. Daniel para todo oraba y esa oración del capítulo 9, creo que merece que nosotras nos detengamos a meditar y a orar en base a esas verdades que él transmite ahí. Dios es un Dios fiel al pacto y a las promesas.
Las invito hermanas a que estudien la oración de Daniel porque de ahí van a sacar muchas ideas para darle forma a sus oraciones. Esa oración de confianza –porque Daniel estaba esperando en ese tiempo –y cuando hace esta oración, aparentemente ya los 70 años estaban por cumplirse. Entonces él hace esta oración y apela a las promesas de Dios. Lo hace con insistencia y con fervor, con oraciones y súplicas, pero también reconoció, no solamente el pecado de la nación, sino que el mismo Daniel intachable, se incluye en la oración. Apeló al pacto, al carácter de Dios, y lo más importante –aunque Daniel nunca volvió a Jerusalén– se identificó con su pueblo y con su nación.
Entonces, aunque yo no vea las respuestas a mis oraciones puedo vivir con esperanza porque nuestra victoria está asegurada en este Mesías príncipe, que en el cumplimiento del tiempo nos bajó el cielo a la tierra, y con Su vida, muerte y resurrección, nos abrió las puertas del cielo. Todo allá afuera parece incierto, pero no para nosotras. Con cada día que pasa –en las circunstancias que tú estás viviendo– ¿sabes lo que está sucediendo? Que esa realidad de que ese lucero de la mañana aparecerá pronto, tiene que darnos esperanza.
No mires las cosas linealmente, míralas verticalmente. Todo lo que Dios trae a tu vida, todo Nabucodonosor, todo Arioc, lo babilónico o medopersa, o lo que sea que Dios traiga tu vida, tiene un propósito. Y es que nos hagamos más semejantes a Dios, que reconozcamos Su soberanía, que nos arrodillemos delante de Él con más insistencia, pero que también nos llenemos de esperanza porque la victoria está asegurada.
Patricia: Muchas gracias Maggie por compartir tu pasión por la Palabra de Dios, gracias por estar una vez más con nosotras aquí en Aviva Nuestros Corazones. Hoy hemos recordado verdades hermosas, verdades muy importantes que nos dan una perspectiva correcta de la vida de este lado del cielo. Y hablando de que «el cielo gobierna», mañana continuarás siendo alentada a perseverar en la carrera de la fe en medio de los retos de la vida. Nancy nos traerá una vista panorámica del plan maestro de Dios. No te pierdas esta próxima serie de Aviva Nuestros Corazones.
Annamarie: Escudriñando la Escritura juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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