Movido por el Espíritu
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ayuda a imaginar lo que Simeón sintió al ver al bebé Jesús.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: «Este es aquél. Este es al que he estado anhelando y esperando por un largo tiempo». El Espíritu abrió sus ojos. No sus ojos físicos; sus ojos físicos ya estaban abiertos. El hombre no estaba ciego. El Espíritu abrió sus ojos espirituales para ver y percibir a Cristo.
Yo quiero decirte que si tú ya conoces a Cristo, es solamente porque el Espíritu de Dios ha abierto tus ojos espirituales para verlo y recibirlo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Débora: Esta semana continuamos con una serie muy apropiada para esta época del año titulada, La dedicación del Rey.
Nancy: Si yo les preguntara el nombre de los principales personajes y figuras de la historia de la …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ayuda a imaginar lo que Simeón sintió al ver al bebé Jesús.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: «Este es aquél. Este es al que he estado anhelando y esperando por un largo tiempo». El Espíritu abrió sus ojos. No sus ojos físicos; sus ojos físicos ya estaban abiertos. El hombre no estaba ciego. El Espíritu abrió sus ojos espirituales para ver y percibir a Cristo.
Yo quiero decirte que si tú ya conoces a Cristo, es solamente porque el Espíritu de Dios ha abierto tus ojos espirituales para verlo y recibirlo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Débora: Esta semana continuamos con una serie muy apropiada para esta época del año titulada, La dedicación del Rey.
Nancy: Si yo les preguntara el nombre de los principales personajes y figuras de la historia de la Navidad, ¿qué personajes nombrarían?
Jesús seguramente sería el principal…pero también están María, José, los pastores, los sabios, los magos…los ángeles, las ovejas, Simeón, de quien hablaremos hoy, o Ana, de quien hablaremos después.
Hoy quiero hablar acerca de uno de los personajes clave de la historia de la Navidad, y en el que la mayoría de la gente usualmente no piensa. Abre tu Biblia, si puedes, en el Evangelio de Lucas capítulo 2. Estamos en la mitad de la serie y hemos venido hablando de Simeón, quien vino al templo cuando Jesús estaba siendo dedicado, cuando fue presentado ante el Señor a los 40 días de nacido.
Quiero leer la primera parte del pasaje de Simeón y preguntarte conforme voy leyendo ¿quién es el otro personaje que ves en este pasaje?
Lucas 2:25-27: «Y había en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón; y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él.
Y por el Espíritu Santo se le había revelado que no vería la muerte sin antes ver al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu fue al templo».
¿Quién es el personaje? El Espíritu Santo. Tres veces en estos tres versículos se hace referencia al Espíritu Santo. El Espíritu Santo es una figura predominante y juega un papel clave en el relato del nacimiento de Cristo. De hecho, si vas atrás una o dos páginas a Lucas 1, podrás ver que cuatro veces en el capítulo 1 se hace referencia al Espíritu Santo.
Mira el versículo 15 del capítulo 1 en el Evangelio de Lucas. El ángel vino a Zacarías y le dijo que tendría un hijo que sería Juan el Bautista. Y el Ángel dijo, «él será lleno del Espíritu Santo, desde el vientre de su madre».
Después en el versículo 35 del capítulo 1, el ángel Gabriel dijo a María: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra».
Después en el versículo 41 de nuevo en Lucas 1: «Y aconteció que cuando Elisabet oyó el saludo de María, (Elisabet fue la mamá de Juan el Bautista) la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo».
Y en el versículo 67 casi al final del capítulo 1: «Zacarías fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó».
El Espíritu Santo es el personaje oculto detrás de todo lo que estaba sucediendo, y podemos verlo en la historia de Simeón. Ahora volvamos al capítulo 2 comenzando en el versículo 25. Vemos al Espíritu Santo fortaleciendo, habilitando y dirigiendo los pasos de Simeón.
«El Espíritu Santo estaba sobre Él» (v.25). El Espíritu Santo estaba sobre él de una manera inusual y extraordinaria. El Espíritu Santo le dio, como podemos ver en el resto del pasaje de Simeón, el espíritu de profecía y le permitió ver y conocer y proclamar y declarar cosas que no se podrían saber por razonamiento natural o entendimiento humano. El Espíritu lo hizo a través de él.
En el versículo 26 vemos lo que sucede. «Y por el Espíritu Santo se le había revelado que no vería la muerte sin antes ver al Cristo del Señor». Él no podía saber esto por sí mismo. Ahora, él podía haber tenido la ilusión, algo así como, «espero vivir para ver el Mesías». Pero el Espíritu Santo se lo reveló, «tú no morirás hasta haber visto al Cristo del Señor». Esta es una referencia, una manera del Antiguo Testamento de describir al Mesías, el Ungido del Señor.
De manera que el Espíritu le dio a él una promesa de Dios. Mientras he venido estudiando este texto, me parece que este no fue un sueño como otras experiencias que vemos a veces en las Escrituras. Dios a veces revela cosas en sueños o visiones. Pero no parece ser esa la forma como sucedió aquí. Esto no parece que fue revelado a través de un ángel como María y José experimentaron en Lucas capítulo 1.
Sino que fue el Espíritu Santo dentro de él que se lo hizo saber. Tú dirás, ¿cómo puede Él hacer eso? No lo sé. Pero en el corazón de Simeón el Espíritu Santo le dio la certeza, la palabra, la revelación; le fue revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte hasta después de haber visto al Mesías.
Él ya había visto al Mesías con los ojos de la fe. Por eso él tenía esperanza y esperó por mucho tiempo. Pero él aprendió por revelación divina que él viviría para ver al Mesías con sus ojos físicos.
Él pudo haber sabido también por las profecías del Antiguo Testamento que el tiempo estaba cerca. Si un judío en esos días estaba familiarizado con Daniel capítulo 9, por ejemplo, el muy complicado pasaje acerca de las 70 semanas (no voy a hablar aquí sobre lo que esto significa)…pero si ese judío estudiaba y conocía todos estos pasajes del Antiguo Testamento, él pudo haber discernido y determinado que el tiempo estaba cerca.
El Espíritu Santo es el único que toma la Palabra y la ilumina a nuestro entendimiento y nos revela lo que Dios quiere decir con eso.
Simeón conocía las promesas de Dios. Él creyó las promesas de Dios. Y el Espíritu Santo dentro de él se las confirmó. «Este es el tiempo en el que el Señor enviará a su Mesías».
Y nosotros sabemos cómo continúa la historia. Creo que a veces olvidamos lo que sería estar en los zapatos de Simeón. Él no tenía Lucas capítulo 2 para leer. Él no conocía su propia historia. Él estaba viviendo esa historia. Pero él estaba experimentando la realidad de la revelación de Cristo por medio del Espíritu Santo, quien le reveló los caminos de Dios.
Nosotros tenemos mucha más revelación a través de la Palabra de Dios. Nosotros tenemos toda la revelación que necesitamos ahora que las Escrituras han sido terminadas. Nosotros tenemos todo esto ahora. Pero el Espíritu Santo sigue trabajando en nosotros para darnos entendimiento e iluminarnos para aplicar la Palabra, para mostrarnos lo que significa y cómo aplicarla a nuestras vidas.
Mientras estudiaba este pasaje estuve reflexionando acerca de todo esto de Simeón. Y traté de ponerme en las sandalias de algunos de estos personajes de la Escritura. Y me pregunté, «¿esperaba él que el Mesías viniera como un bebé, como un recién nacido? ¿Qué era lo que él buscaba? ¿Qué era lo que él pensaba que vería?»
No lo sé, pero sabemos que Simeón estaba familiarizado con el Antiguo Testamento. Él estaba familiarizado con el libro de Isaías. Y fue Isaías quien dijo: «La virgen concebirá y dará a luz un hijo», en Isaías 7:14. Probablemente él ya sabía que buscaba un bebé. No lo sabemos.
Si él sabía que iba a ser un bebé, ¿acaso se preguntaba cada vez que veía a un bebé, «¿será él? ¿Es este?» Quiero decir, probablemente él frecuentaba mucho el templo. Él vivía en Jerusalén. Parece ser que era su hábito ir al templo. Había mucha gente que llevaba sus bebés al templo. ¿Qué hizo a Jesús diferente?
¿Tendría un halo sobre la cabeza? Solo en las pinturas. Esa no fue la manera. Jesús se veía como un bebé recién nacido ordinario. ¿Entonces cómo fue que Simeón supo? ¿Qué era lo que él buscaba?
¿Te imaginas, si realmente él estaba esperando que fuera un bebé (o aún si no) lo que él sentiría cada vez que llegaban personas al templo? ¿Te lo imaginas mirando a su alrededor, y pensando, «¿será este? ¿Será aquel? ¿Es este el elegido? ¿Será este la consolación de Israel?
Cuando finalmente vio a Jesús, ¿se habrá sorprendido de lo que vio? ¿Habría sido muy diferente de lo que esperaba? Nosotros no sabemos. Pero sabemos que el Espíritu Santo fue el que puso el deseo en su corazón y quien le dio la promesa.
Me pregunto si el Espíritu Santo escogió revelar esta promesa a Simeón por el ferviente anhelo y el deseo de Simeón de ver a Cristo el Señor. No sé esto con seguridad, pero me pregunto si Dios no miró desde el cielo y dijo: «Hay un hombre que realmente está anhelando, y le voy a dar un pequeño avance de lo que haré».
Nosotros no necesitamos este tipo de avances ahora porque Dios ya nos dijo en las Escrituras lo que Él hará. Y nosotros tenemos al Espíritu Santo en nosotros para mostrarnos cuándo sucederá esto. Pero en ese periodo de tiempo antes de que Cristo llegara, el Espíritu Santo le reveló que sus deseos serían cumplidos.
Después vemos la tercera referencia al Espíritu Santo en el caso de Simeón, versículos 27 y 28: «Movido por el Espíritu fue al templo. Y cuando los padres del niño Jesús le trajeron para cumplir por Él el rito de la ley, él tomó al niño en sus brazos, y bendijo a Dios...»
Promesa cumplida, anhelo cumplido.
Me ha intrigado la frase, «y vino en el Espíritu al templo». La NVI, si tú estás utilizando esta traducción dice: «Movido por el Espíritu, él vino al templo». O la Reina Valera dice: «Él vino por el Espíritu».
El Espíritu lo dirigió. El Espíritu de Dios sabía exactamente el tiempo cuando María llevaría a Jesús al templo para presentarlo delante del Señor. Y en ese preciso momento, el Espíritu movió a Simeón para que fuera al templo.
Simeón fue sensible y receptivo a la inspiración y al mover del Espíritu Santo y así fue como él terminó en el templo en ese preciso momento. Y cuando lo hizo, inmediatamente reconoció a Cristo.
El mismo Espíritu que lo guió al templo, el mismo Espíritu que le dijo, «tú vivirás para ver al Mesías», le hizo reconocerlo, Él es el elegido, Él es el elegido. Él es el elegido que tú has estado anhelando y esperando.
El Espíritu abrió sus ojos, no sus ojos físicos, sino sus ojos espirituales. No sus ojos físicos porque él no estaba ciego. El Espíritu abrió sus ojos espirituales para ver y percibir a Cristo. Yo quiero decirte que si tú conoces a Cristo, es solamente porque el Espíritu de Dios ha abierto tus ojos para verlo y recibirlo.
Yo pienso en el pasaje de Lucas 24 después de que Jesús resucitó de la muerte y estaba camino a Emaús con 2 discípulos que estaban gimiendo, lamentándose y llorando porque Jesús se había muerto, mientras Jesús estaba allí caminando junto a ellos. Ellos recorrieron todo el camino y no reconocieron que era Jesús hasta que sus ojos fueron abiertos por Dios y lo reconocieron.
El Espíritu Santo tiene que abrir nuestros ojos. No podemos ver, no podemos reconocer a Cristo a menos que el Espíritu Santo abra nuestros ojos para percibirlo.
De manera que vemos en esta época en la que vivió Simeón, como dijo un comentarista, «y de esta forma vemos al Espíritu Santo retornando a la iglesia, después de una triste ausencia de casi 400 años, para avivar la expectación y preparar para los eventos que vendrían».
Esta es una declaración significativa porque no hubo una ausencia del Espíritu Santo, sino una ausencia de la manifestación del Espíritu, durante 400 años. Y ahora vemos en Lucas 1 y 2 todas estas referencias al Espíritu Santo.
Lees una y otra vez esas referencias y dices, «algo sucede aquí». Dios está derramando de Su Espíritu de una forma diferente. Dios está haciendo algo nuevo. El espíritu de profecía había cesado en el tiempo de Malaquías, en el último libro del Antiguo Testamento.
Y ahora el espíritu de profecía regresa en la concepción de Cristo, en el nacimiento de Cristo. Ves los personajes claves relacionados con la historia de Navidad: Zacarías, Elizabeth, María, Simeón, todos siendo llenos del Espíritu Santo. Y te das cuenta de que Dios está haciendo una obra nueva. El antiguo pacto está a punto de finalizar. El nuevo pacto está siendo presentado. Hay un tiempo de transición aquí, y ves un extraordinario ministerio del Espíritu Santo en este tiempo.
Al estudiar la historia de la creación y del mundo, puedes ver un extraordinario mover del Espíritu en diversos momentos claves de transición, ciertos puntos cuando Dios está haciendo algo nuevo. Lo ves en la creación, en el segundo versículo de la Biblia: «La tierra estaba desordenada y vacía y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas» (Gen 1:2).
Durante la creación el Espíritu de Dios estaba trayendo a la luz lo que Dios estaba haciendo allí. De forma tal que vemos el mover del Espíritu. En los profetas del Antiguo Testamento muy seguido leemos, «el Espíritu de Dios vino sobre él», luego ellos declaraban la Palabra de Dios.
Durante el nacimiento de Cristo, el tiempo del que estamos leyendo en Lucas, la encarnación, vemos una cantidad inusual de actividad del Espíritu Santo.
Ves una cantidad inusual similar, de actividad del Espíritu en el libro de los Hechos, ¿por qué? Porque la iglesia estaba naciendo. Dios estaba dando a luz a la iglesia en el Nuevo Testamento.
Vemos en temporadas de avivamiento y finalmente en el regreso de Cristo, la extraordinaria manifestación del Espíritu Santo.
Sin embargo, quiero decir que el Espíritu Santo está siempre presente y siempre trabajando; Él ha estado presente desde el primer capítulo de Génesis, estuvo en todo el Antiguo Testamento, y en los creyentes del Antiguo Testamento; el Espíritu Santo trabajaba acercando a los hombres al evangelio como ellos lo entendían en aquellos tiempos. Hay un rol crucial del Espíritu Santo en la vida de los creyentes, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Pero quiero concentrarme por unos momentos en cómo el Espíritu Santo está activamente envuelto en cada aspecto de la obra de Dios en nuestros corazones hoy, como creyentes del Nuevo Testamento. Porque podemos leer algo así acerca de Simeón y pensar, «oh eso fue solo una cosa extraordinaria e inusual», aunque así fue en un sentido.
Pero en otro sentido todo lo que te sucede como hija de Dios, desde la regeneración y la conversión, hasta que veas a Cristo en el cielo, el Espíritu Santo está activamente involucrado en cada parte de lo que Dios hace en tu vida.
Acabo de elaborar una lista de cosas que el Espíritu Santo hace. Si vas a la transcripción de este programa allí encontrarás todas las referencias para estos puntos. No te las daré aquí, pero puedes encontrar todas las referencias allí.
Escucha lo que el Espíritu Santo hace:
- Somos nacidos del Espíritu (Juan 3:5-6)
- Nos bautiza dentro del cuerpo de Cristo (1 Cor.12:13)
- El Espíritu Santo inspiró las Escrituras e ilumina nuestro entendimiento (2 Ped.1:21)
- Nos revela las cosas de Dios (1 Cor.2: 9-13)
- El Espíritu Santo es la fuente de sabiduría (Isa.11:2, Juan 14:26, 16:13, 1 Cor.12:8)
- Él es la fuente de poder sobrenatural (Rom.15:19)
- El Espíritu consuela a la iglesia (Hech. 9:31)
- El Espíritu Santo santifica al pueblo de Dios (Rom. 15:16, 1 Cor. 6:11)
- Él nos convence de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:8-11)
- El Espíritu Santo es la evidencia de la unión de los creyentes con Cristo (1 Juan 4:13)
- El Espíritu Santo es la garantía de nuestra herencia venidera en Cristo (Ef. 1:14)
- El Espíritu Santo imparte el amor de Dios en nuestros corazones (Rom. 5:3-5)
- Él imparte esperanza ( Rom. 15:13)
- Él guía a los creyentes (Juan 16:13)
- Él nos ayuda a orar (Rom. 8:26)
- Él nos califica y nos equipa para el ministerio (Hech.1:8)
- Él da dones a los creyentes para la edificación de Su cuerpo (Ef. 4:11-12)
- Él produce los frutos de la imagen de Cristo en nosotros (Gál. 5:22)
¿No estás tú agradecida por el ministerio del Espíritu Santo? ¿Te detienes y agradeces a Dios regularmente por el Espíritu Santo? ¿Por los dones del Espíritu Santo? Toda la vida debe ser tocada, marcada, influenciada, dirigida, controlada y capacitada por el Espíritu Santo de Dios.
Déjame volver al versículo 27, de donde salí hace unos momentos y vamos a tomar de nuevo esta frase sobre Simeón, que vino por el Espíritu al templo justo cuando María y José y el niño llegaron al templo.
He estado meditando en esta frase, «movido por el Espíritu fue al templo». Usualmente cuando pensamos sobre esta escena en el templo la dedicación del bebé, pensamos en Simeón y en Ana. La estudiaremos en los próximos programas. Pero nosotros usualmente nos imaginamos esta escena de manera idílica y contemplativa.
Creo que se debe a que hemos sido influenciadas por algunas pinturas de artistas italianos en el renacimiento y en la Edad Media. Busqué en internet algunas de estas pinturas. No eran muy realistas. Lucen muy santas, pero no muy realistas.
Ellos lo pintan muy acogedor, cálido, íntimo, una escena privada. En algunas de las pinturas todos tienen halos sobre sus cabezas. En realidad no fue así. Fue una escena especial, pero si intentamos ponernos en las condiciones de lo que realmente estaba pasando en el templo en ese momento, probablemente no era silencioso, ni íntimo, ni acogedor, ni un lugar apto para la contemplación.
Al contrario, el templo era un lugar bullicioso, especialmente en los atrios de afuera, donde estaban las mujeres y donde se llevaba a cabo tanta actividad. Era ruidoso. Allí ocurrían muchas cosas. Había música, canciones. Había negocios, había mendigos. Se ofrecían sacrificios. Estaba la compra y venta de animales, y eso implica muchos balidos y sonidos de animales.
También estaba el sangrado de los animales. Había un olor a sangre por todos lados. Había ruido y alboroto. Y en medio de todo lo que sucedía en el templo mismo de Dios, los judíos habían perdido el sentido de a quién pertenecía aquella casa. Habían perdido el sentido de la presencia de Dios en medio de todo ese alboroto, tal como nosotros.
¿Acaso no tengo razón? Piensa en la iglesia. ¿Cuántas de nosotras venimos a la iglesia en el Espíritu? Hace una gran diferencia en lo que tú ves y en lo que experimentas cuando llegas en el Espíritu, como fue el caso de Simeón. Él fue movido por el Espíritu hacia el templo. Y porque lo hizo, no perdió la oportunidad de ver a Cristo.
Pero es fácil para nosotros, en la iglesia, en la vida y sus ocupaciones, su constante actividad y en medio del ruido en esta temporada navideña con toda su locura, es fácil para nosotros perder de vista a Cristo si no vas en el Espíritu, sea lo que sea que hagas ese día, donde quiera que vayas.
Algunas de ustedes están escuchando Aviva Nuestros Corazones en sus autos. ¿Estás en el Espíritu expectante de encontrarte con Cristo? Algunas de ustedes están en la cocina. ¿Estás en el Espíritu expectante de encontrarte con Cristo?
Yo pensé sobre esto mientras iba a la iglesia el domingo pasado. ¿Estoy en el Espíritu expectante de ver a Cristo cuando llegue allá? Ambos Simeón y Ana vinieron al templo ese día en el Espíritu. Sin duda había otros bebés siendo dedicados ese día, estaban sucediendo muchas cosas allí. Era un lugar lleno de gente.
¿Cómo podrías reconocer a Cristo en medio de todo esto? Él se veía como cualquier otro bebé. Pero Dios les dio ojos para ver porque ellos fueron al templo en el Espíritu. Dios les dio corazones para reconocer y recibir la presencia de Cristo.
Nosotros recibimos comentarios sobre los programas y recientemente leí uno que dijo, «cuantas veces he estado en mi cocina escuchando Aviva Nuestros Corazones, tratando de hacer muchas tareas, y he caído sobre mis rodillas llorando y adorándole, sintiendo que debía quitar mi calzado; esta es tierra santa».
¿Estás en el Espíritu en tu cocina? Ahora bien, esto no significa que cada vez que estés en tu cocina, tú tienes que estar en tus rodillas orando y llorando. Pero en tu corazón ¿estás en el Espíritu?
Verás, otros se perdieron de lo que Simeón vio ese día. La mayoría en el mundo y en tu iglesia nunca ven ni experimentan a Cristo como Él quiere ser conocido. El Espíritu Santo tiene que abrir nuestros ojos para ver a Cristo, para verlo en la Palabra. Me pregunto, ¿de qué nos estamos perdiendo al leer las Escrituras, yendo a la iglesia, o mientras hacemos muchas tareas en la cocina, cuando tenemos nuestros ojos naturales apartados de la influencia del Espíritu de Dios?
Así que cuando tú vayas a la iglesia, a medida que vayas en esta temporada navideña a un servicio especial o cuando estés sentada en tu escritorio en tu trabajo, o de pie en tu cocina, o llevando a tus hijos de aquí para allá en el auto, pídele a Dios que te ayude a hacerlo en el Espíritu. Y mientras lo haces, espera ver a Cristo.
Señor, oro que Tú nos des ojos para ver y corazones para recibir lo que únicamente se puede saber por el poder de Tu Espíritu. Oro en el nombre de Jesús, amén.
Débora: La enseñanza de hoy de Nancy DeMoss Wolgemuth es parte de la serie titulada, La dedicación del Rey. Encuentra tanto el audio como la transcripción de estos episodios a través de nuestra aplicación móvil llamada Aviva Nuestros Corazones (también la verás bajo el nombre en inglés «Revive Our Hearts»). Allí también podrás encontrar blogs, artículos y podcasts que serán de bendición para tu caminar con Cristo.
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