
Motivados por Su gloria
Débora: Jim y Elisabeth Elliot sacrificaron la comodidad de la vida moderna para contar a otros las buenas noticias acerca de Jesús. Su hija Valerie explica por qué.
Valerie Elliot Shepard: El deseo más profundo de sus corazones era traer gloria a Dios mediante la obediencia. Cristo dijo que entregas tu vida, la salvarás.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Escoge perdonar», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 11 de febrero de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hoy continuamos conversando con Valerie Elliot Shepard, la hija de Jim y Elisabeth Elliot, y si te perdiste el episodio de ayer puedes encontrarlo en AvivaNuestrosCorazones.com.
Quiero animarte a que puedas escuchar la primera parte de esta conversación, ya que Val comparte la historia del martirio de su padre, una historia totalmente diferente al guión que cualquiera habría escrito para la vida de …
Débora: Jim y Elisabeth Elliot sacrificaron la comodidad de la vida moderna para contar a otros las buenas noticias acerca de Jesús. Su hija Valerie explica por qué.
Valerie Elliot Shepard: El deseo más profundo de sus corazones era traer gloria a Dios mediante la obediencia. Cristo dijo que entregas tu vida, la salvarás.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Escoge perdonar», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 11 de febrero de 2025.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hoy continuamos conversando con Valerie Elliot Shepard, la hija de Jim y Elisabeth Elliot, y si te perdiste el episodio de ayer puedes encontrarlo en AvivaNuestrosCorazones.com.
Quiero animarte a que puedas escuchar la primera parte de esta conversación, ya que Val comparte la historia del martirio de su padre, una historia totalmente diferente al guión que cualquiera habría escrito para la vida de su padre o de su madre. Pero Dios estaba escribiendo el guión. Y Él está escribiendo el guión de tu vida y de tu historia.
No hay manera de calcular de este lado de la eternidad el fruto, el ministerio y la gloria para Cristo que surgió de esa tragedia de enero de 1956 y todo lo que Dios ha logrado para Su gloria a causa del sacrificio de estas vidas.
Entonces, si te perdiste esa historia, ya sea que la conozcas o que quizás sea nueva para ti, puedes escuchar el programa anterior.
Y antes que nada, Val, bienvenida de nuevo a Aviva Nuestros Corazones. Gracias por venir y compartir con nuestras oyentes. Sé que muchas de ellas están expectantes de tener la oportunidad de escucharte nuevamente, y para algunas es por primera vez.
Valerie: Gracias Nancy. Me siento privilegiada de poder compartir.
Nancy: Bueno hoy queremos continuar desarrollando un poco más esta historia. Y permítanme decir, a modo de introducción, algunas de nuestras oyentes saben y otras tal vez no, que Aviva Nuestros Corazones es una especie de hija del ministerio que Dios le dio a tu madre, un ministerio muy fructífero durante muchos años llamado: Gateway to Joy.
Y cuando digo eso, para aquellas que fueron oyentes de ese programa, es como escuchar a una vieja amiga. Escucharon a tu madre durante unos trece años. Y por la providencia de Dios, cuando tu madre se retiró de ese ministerio, Dios levantó Aviva Nuestros Corazones. Así que nos apoyamos en la vida de tu madre y el ministerio tan fructífero que Dios le dio a ella.
Y tuve la oportunidad de conocerte por primera vez en el memorial de tu madre; en realidad fueron dos memoriales. Y fueron tiempos tristes, pero preciosos al honrar el legado y la vida de esta mujer que tuvo una fe pura, sencilla y de su confianza en Dios.
Por otro lado, solo tenías diez meses cuando a tu padre se lo llevaron los Aucas a los que él había ido a servir. Así que nadie habría culpado a tu madre si ella hubiera hecho las maletas y se hubiera llevado a su hija de diez meses devuelta a casa. Pero eso no fue lo que ella hizo.
Valerie: Cuando ella se despidió de mi padre por última vez, le preguntó: «¿Qué haré si no vuelves?».
Y él dijo: «Enseña a los creyentes cariño. Enseña a los creyentes». Así es como les llamaban…
Nancy: ¡Se me pone la piel de gallina al escuchar eso!
Valerie: Les llamaban creyentes a los indios que habían venido a Cristo, y en el contexto de mi padre, de donde venía mi padre, así es como siempre llamaban a los cristianos. Eran creyentes.
Entonces, mi madre hizo eso literalmente con los indios quichuas con los que vivimos hasta que yo tuve tres años y medio. Y continuó enseñando a los creyentes el resto de su vida. Pero después que mataron a mi padre, ella oró al Señor para saber si Él Señor quería usarla para ir con los Aucas, ya que mi padre y ella oraron muy fielmente por ellos.
Mi madre continuó orando para que Dios pudiera enviarla. Pero ella siempre decía: «Pensé que Dios no me tomaría muy en serio porque tenía una niña». Realmente era peligroso ir.
Por otra parte, ella continuó orando y trabajando muy fielmente con aquellos indios Quichuas que eran los creyentes. Ella enseñaba a las mujeres a leer, y también tenía que enseñar a los hombres a seguir leyendo la Biblia y enseñándola. Desde su perspectiva, mi madre no quería estar en esa posición de enseñar a los hombres, pero era la única que quedaba con esos indios Quichua.
Entonces el Señor nos abrió el camino para que pudiéramos ir a los Aucas a través de dos mujeres Aucas de la tribu, que estaban huyendo de la violencia. Más tarde, los antropólogos describieron a esta tribu Auca como la tribu que se estaba reduciendo más rápidamente en el mundo porque se mataban entre sí y mataban a las personas que entraban en su territorio.
Así que un día, un indio Quichua mensajero llegó a la casa corriendo. Probablemente había corrido durante dos horas para decirle a mi madre que dos mujeres aucas habían llegado a este pequeño grupo de casas quichuas, y que estaban muertas de miedo, porque probablemente había hombres aucas escondidos en el bosque a su alrededor y estaban listos para atacar. Ellos siempre tuvieron miedo de los Aucas.
Entonces mi madre inmediatamente tomó una grabadora y su cuaderno y regresó con el mensajero. Fue una caminata de tres horas hasta esas casas indígenas donde conoció a estas dos mujeres aucas. Eran mujeres completamente desnudas, con un cordón alrededor de la cintura, que conversaban en su idioma, asumiendo que todos entendían lo que estaban diciendo.
Pero lo que pasó después fue que Dayuma, que también había sido una mujer que huyó de la tribu varios años antes, había conocido a mi padre y le compartió algunas frases en auca que pudieron hablarles desde el avión. Pero cuando Dayuma escuchó que estas dos mujeres habían llegado, vino de inmediato y pudo hacer de intérprete para mi madre.
Rachel Saint, que era la hermana de Nate, el piloto, también fue. Y ambas empezaron a conocer a estas dos mujeres cuyos nombres eran Mintaka y Minkamu. Estas dos mujeres simplemente dijeron: «Pueden matarnos, así que quisimos venir y estar con los quichuas».
Mi madre pensó en pasar la noche allí y envió un mensajero para que fuera a buscarme. Llegué a este pequeño grupo de casas quichuas y pasé otra noche con ella en una casa quichua. Y luego ella decidió: «Bueno, estas mujeres no tienen ningún plan, así que podría invitarlas a vivir con nosotras».
Entonces nos mudamos a una casa con un techo de paja. Mi madre había estado en esa casa que mi padre había construido con pisos de concreto. Ella sentía que los Aucas no se sentirían cómodos con ventanas de malla metálica, pisos de concreto y techos de hojalata. Cuando llovía, se escuchaba un ruido enorme y fuerte. Así que nos mudamos a una casa con techo de paja y estas dos mujeres se mudaron con nosotras, contentas de sentarse y hablar y observar cómo era la vida con mi madre, y ver a los quichuas.
Nancy: ¿Cuántos años tenías en ese entonces?
Valerie: Tenía entre dos años y medio, o tres.
Nancy: ¿Y tienes algún recuerdo de ese tiempo?
Valerie: No realmente. Jugaba mucho con los niños quichuas. Pero después que se quedaron con mi madre, aproximadamente ocho meses, y mi madre poco a poco aprendía algo del idioma (con la ayuda de Dayuma), le dijeron:
«Dayuma necesita regresar con la tribu. Necesitamos volver a la tribu. Necesitamos decirles que nuestra gente hizo mal al matar a los cinco hombres. Necesitamos decirles que crean en Dios y que ustedes son buenas personas. Así que regresaremos y les diremos quiénes son ustedes y por qué esos cinco hombres vinieron. Queremos que tú y Rachel vengan y le cuenten a nuestra tribu acerca de Dios».
Así que ahí se abrió la puerta que mi madre y Rachel aprovecharon, confiando en que Dios las mantendría a salvo mientras se mudaban. Caminamos tres días para irnos a vivir con los Aucas.
Nancy: La gente pensaba que estaban locas.
Valerie: Sí. Mi madre había recibido muchas cartas, al igual que todas las esposas: «Esperamos que regresen a Estados Unidos. Esperamos que no terminen trágicamente como sus esposos. Manténganse a salvo». Ese tipo de cosas.
Las cinco mujeres permanecieron en Ecuador, algunas por un par de años. Marilou McCully fue la primera en regresar porque estaba embarazada de su tercer hijo. Pero regresó a Quito y trabajó durante varios años con los niños de las escuelas cristianas. Tenía un dormitorio para los niños de la escuela cristiana, los niños misioneros.
Y las otras esposas se quedaron un poco más en cada uno de sus puestos; continuaron trabajando. Marge continuó haciendo su trabajo como coordinadora de noticias de Shell Mera, la estación de radio de Fraternidad de Aviación Misionera. Y siguió enviando paquetes de comida y cartas a cada una de las estaciones.
Entonces, cuando llegó la oportunidad para que mi madre y Rachel se mudaran, así lo hicimos. Me llevaban en la espalda de un indio en una silla de madera. A veces caminaba, pero tenía tres años y medio, entonces… Era octubre de 1958 cuando fuimos a vivir con los Aucas.
Nos recibieron con los brazos abiertos. Eran gente muy sencilla. Estaban felices de tenernos. No hubo violencia en absoluto. Lo que sucedió fue que estas dos mujeres, Mintaka y Minkamu, dijeron: «Estas mujeres son buenas y nos van a hablar de Dios».
Dayuma se había convertido al cristianismo, por lo que también quería que toda su tribu lo supiera.
Había cuarenta personas en la tribu (diez hombres, el resto mujeres y niños) porque ya habían matado a muchos hombres.
Nos construyeron una cabaña con techo de paja a cada una (sin paredes), así que vivíamos en una cabaña con techo de paja y con una cama de bambú para mí y una hamaca para mi madre, y Rachel también tenía una hamaca para ella.
Empezaron a trabajar y a conocer el idioma a través de Dayuma en la traducción. Ella decidió que los domingos por la mañana tendríamos un servicio. En otras palabras, «iglesia» (entre comillas) fue todo un desafío, porque estas personas nunca se habían sentado quietas a escuchar a alguien hablar. Normalmente todos hablaban a la vez.
Dayuma contó historias bíblicas y Rachel y mi madre poco a poco empezaron a aprender el idioma, empezaron a trabajar para escribirlo. De hecho, hay muchos idiomas que nunca se han escrito. Ese es el trabajo de los traductores: escribir y traducir historias bíblicas.
Nancy: ¿Tienes idea de cuántas personas hablaban ese idioma en ese momento?
Valerie: Leí recientemente que ahora hay alrededor de 700 Aucas en la selva amazónica; creo que es cierto. Pero en ese momento los Aucas sabían de otros grupos de Aucas, pero era bastante pequeño. Es una tribu pequeña.
Nancy: Entonces es un trabajo duro para tener la posibilidad de alcanzar a un pequeño grupo de personas. Si es que iba a suceder, bueno Señor sabía. Conociste a tu madre por muchos años y sabes mucho sobre tu padre. Si pudieras meterte en sus cabezas, ¿qué los motivó a estar dispuestos a hacer ese tipo de sacrificios y a hacer esa inversión extrema de tiempo y esfuerzo, para captar y aprender un idioma?
Es un trabajo duro, muy duro y que dura mucho tiempo. No se logró hacer rápidamente y tampoco fue que simplemente se entregaran tratados evangelísticos en las vidas de estas personas. Entonces, ¿por qué?
Valerie: Bueno, mis padres sintieron desde el principio (mi madre probablemente a la edad de trece años y mi padre en algún momento durante sus años universitarios) que Dios los estaba llamando al campo misionero. Ambos pensaron que serían célibes, pero cuando se enamoraron, eso fue un gran problema.
Ambos leían sus Biblias y creían firmemente que debían ser obedientes al llamado de llevar el evangelio a aquellos que nunca lo habían escuchado. En pocas palabras, ellos estaban obedeciendo Mateo 28.
Mi madre tenía una aptitud especial para aprender idiomas, así que cuando ambos se especializaron en griego, estaban pensando en traducir el griego del Nuevo Testamento al idioma que iban a aprender. Ya se había traducido al español y se habían traducido pequeñas porciones en quichua. Entonces primero trabajaron con los indios Quichuas.
Creo que el deseo más profundo de sus corazones era darle gloria a Dios siendo obedientes. No esperaban fama nacional ni mundial entre las misiones. Simplemente fueron obedientes.
Además, pienso que ambos eran aventureros. Tenían eso en su personalidad. Ambos estaban listos para hacer algo muy diferente, ellos sabían que estarían a salvo en las manos de Dios. Y «a salvo» se puede poner entre comillas porque cuando los cinco hombres estaban juntos aquella Navidad, cantaron un hermoso y antiguo himno llamado «Descanso en ti». Permíteme leer una estrofa:
«Descanso en Ti, mi defensor y escudo,
Pues en la lid contigo a salvo estoy,
En tu poder a combatir acudo;
Descanso en ti y en tu Nombre voy».
Nancy: Y algunos podrían escuchar esto, ver el resultado y pensar: ¿Realmente Dios fue su defensor?
Valerie: Ellos creían que sus almas estaban a salvo, y por eso dijeron: «Estamos listos para partir. Si morimos; pues morimos. Pero ellos necesitan escuchar el evangelio».
Nancy: Y tal vez tu padre tenía algún tipo de presentimiento de que no saldría con vida.
Valerie: Sí. En su diario escribió: «Que se derrame mi sangre». Y también escribió mientras estaba en la universidad: «Enciende estas ramas ociosas de mi vida (nunca recuerdo la cita completa) para que pueda arder por Ti».
Mi padre sentía que quedarse en los Estados Unidos era un desperdicio de cómo el Señor podría usarlo, ya que tenía tanto deseo y amor por estos Aucas.
Entonces, desde la primera vez que escuchó sobre ellos cuando estaba en el tercer año de la universidad, sintió que debía ir. Existía este impulso de llevar el evangelio a las personas no alcanzadas, pero también la disposición de ser asesinado para que eventualmente conocieran el evangelio.
Creo que cuando Dayuma volvió a la tribu y explicó que los cinco hombres solo habían estado allí para hablarles acerca de Dios, parecía como si toda la tribu hubiera sido preparada por Dios. Y, por supuesto, Dios prepara a las personas. Él prepara nuestros corazones para recibir las cosas. Pero ellos ya creían en el Creador. Creían que fueron hechos por un Creador y que todos los pájaros, árboles y animales fueron hechos por este Creador.
No sabían acerca del Hijo de Dios. Entonces, cuando escucharon acerca de Jesús y la historia de Jesús y sobre el pecado, no tenían una palabra para pecado, pero dijeron: «Lo hicimos mal, lo hicimos mal». No tenían una palabra para «muy mal». Simplemente dijeron: «Lo hicimos mal, muy mal. Pero ahora debemos caminar Su senda».
Aparentemente todos aceptaron la verdad con bastante rapidez y facilidad. Lo escucharon de Dayuma. Finalmente lo escucharon de mi madre y de Rachel Saint en su idioma. Y dijeron: «Dejaremos de matar».
Algunos de ellos incluso dejaron de tallar sus lanzas, pero luego se dieron cuenta de que todavía las necesitaban para matar animales, porque podían matar jabalíes y tapires (que es un mamífero terrestre nativo) con sus lanzas. Entonces dijeron: «Seguiremos fabricando nuestras lanzas, pero ya no mataremos a más gente».
Y fue una aceptación asombrosa. Toda la tribu dijo: «Estábamos equivocados. Y no mataremos más».
Por eso, cuando le preguntaban a mi madre, y probablemente también a Rachel, a través de cartas: «¿Cuántas almas han alcanzado?».
Ambas decían: «Esta es la obra de Dios. Fuimos enviadas aquí para traer la verdad, pero no podemos decir y marcar: “Estas son las personas que hemos alcanzado”. Es la obra de Dios la que ha salvado a estos indios”».
Nancy: Eran solo las mensajeras.
Valerie: Sí. Ellas eran las mensajeras y los Aucas parecían estar preparados para recibir este buen mensaje.
Al leer los diarios de mi madre, recuerdo cuánto ella amaba a estos indios. Desde mucho antes había empezado a orar por ellos. Realmente creo que cuando oras por personas que tal vez no te agradan o que les temes, el Señor te da amor por ellas. Cuando oras por las personas, aprendes a amarlas como Dios las ama. Y eso es lo que mi madre hacía. Hubo una verdadera emoción en su corazón cuando tuvo la oportunidad de ir.
Así que caminamos durante tres días para llegar al pequeño pueblo. Mi madre nunca se quejó ni actuó como si fuera algo difícil. Nunca escuché a mi madre decir: Oh, este es un trabajo duro. Ella simplemente hizo lo que tenía por delante que hacer.
Y uno de sus mensajes a lo largo de los años fue: «Haz lo siguiente». Entonces, si no sabes lo que se supone que debes hacer, generalmente hay algo que es necesario hacer de inmediato. Y siguió ese principio el resto de su vida: «Haz lo siguiente».
Nancy: Y también era un mensaje que comunicaba: «Haz lo que Dios quiere que hagas».
Valerie: Lo que Dios ha puesto frente a ti.
Nancy: Rendición total. Fe. Obediencia. Confía y obedece.
Valerie: Correcto.
Nancy: ¡Ella pudo escribir una canción sobre eso! No lo hizo, pero ese fue su lema durante toda su vida.
Valerie: Así es, confía y obedece.
Nancy: Y podemos pensar en personas como Elisabeth Elliot y Jim Elliot. Son icónicos. Son héroes. No se propusieron ser conocidos, ni famosos, ni escribir libros, ni hacer transmisiones de radio. Se propusieron ser fieles. Amaban a Cristo y amaban el evangelio. Hicieron lo que Dios les puso delante para hacer en lugares pequeños, oscuros, invisibles, y a veces peligrosos y difíciles.
Pero hubo una fidelidad que creo que habla a nuestras vidas. Cualquiera que sea nuestro llamado: solteras, casadas, con hijos, sin hijos, en el supermercado, en la comunidad, en lugares difíciles. Quizás el lugar más difícil para ti sea tu hogar con tus tres hijos en edad preescolar.
Pero tener esta voluntad que se inclina a decir: «Sí, Señor. Lo que sea que tengas para mí», sin quejarnos…
Y creo que el problema es que, si ponemos a esas personas en una categoría y decimos: «Bueno, eran solo personas inusualmente piadosas o inusualmente consagradas»… El mensaje para mí de vidas como las de tus padres a lo largo de los años ha sido: «¿Por qué no puedo ser esa persona dondequiera que Dios me haya puesto?».
Valerie: Así es. Y quiero hacer una mención especial para honrar a los demás hombres, porque Roger Youderian también estuvo dentro de una tribu muy peligrosa. Afortunadamente, no fue herido por ellos, pero él fue a una tribu muy difícil que no estaba en absoluto preparada para escuchar el evangelio.
Además, Nate Saint, Pete Fleming y Ed McCully estaban con la gente. Nate, por supuesto, su trabajo principal era pilotear el avión. Pero todos trabajaron con personas que podrían ser bastante resistentes, pero estuvieron dispuestos a ir porque creían que Dios, a través de Su Palabra, los había llamado a ir.
Nancy: Ellos y sus esposas.
Valerie: También sus esposas. Por supuesto, ellas tenían que comprometerse con ellos.
Muchas veces mis padres son de quienes más se habla, pero cada uno de esos hombres fue muy fiel a la Palabra de Dios, fueron obedientes y estuvieron dispuestos a ir. Cristo dijo: «Entrega tu vida. Si das tu vida, tu vida será salvada». Y es por eso que mi padre citó: «No es tonto quien da lo que no puede conservar para ganar aquello que no puede perder».
Nancy: Valerie, ¿puedes repetir eso otra vez? Porque quiero asimilarlo.
Valerie: Es una paráfrasis de lo que dijo Cristo: «Si entregas tu vida, la conservarás». Y mi padre dijo: «No es tonto el que da lo que no puede conservar para ganar aquello que no puede perder».
Otra cosa que mi padre dijo en sus diarios, y que no se cita con tanta frecuencia, fue: «He pactado con el Padre de que Él se glorificará al máximo en mí o que mejor me mate».
Creo que Dios hizo ambas cosas, pero creo que los cinco hombres estaban tan comprometidos como mi madre y mi padre en ser obedientes y llevar el evangelio a otros. Y creo que todo cristiano debe ser obediente en eso.
Me temo que mi padre estaba bastante disgustado y era inflexible con la gente en Estados Unidos, tal vez por su pereza o apatía respecto a su fe. Sentía que todos debían esforzarse al máximo para hacer la voluntad de Dios y llevar la verdad de Jesucristo a otras personas. Él dijo: «La mayoría de los estadounidenses no necesitan un llamado al campo misionero, necesitan una patada por detrás». Muchos de sus diarios básicamente hablan de su, y no sé si la palabra es disgusto, de su impaciencia hacia los estadounidenses que se sienten demasiado cómodos.
Entonces, incluso en Aviva Nuestros Corazones, Nancy, estás retando a las mujeres a aceptar la Palabra de Dios, a confiar en Él y a obedecer. A veces eso nos lleva a lugares difíciles, pero Él está con nosotras. Él dijo que tendríamos problemas, pero que Él estaría con nosotros.
Nancy: Amén, así es
Valerie: Creo que eso es lo que me ha dado tanta alegría al criar una familia de ocho hijos y estar con mi esposo como esposa de pastor: Dios está con nosotros, y esa es la verdad absoluta. Eso es lo que me mantuvo en pie por muchos, muchos días cuando había situaciones difíciles en la iglesia: Él estaba con nosotros.
Nancy: Situaciones con los niños
Valerie: Sí. Dios no nos dejó solos. Por eso mi madre y mi padre fueron con tanta alegría y ansias a aquellos indios. «Nos vamos porque Dios nos ha llamado y Él se quedará con nosotros. No nos dejará, no nos dejará en la selva y luego se irá». Dios estaba con ellos.
Y, por supuesto, leían Su Palabra a diario. Oraban diariamente. Eso es algo a lo que quiero retar a las mujeres, hagan de ese tiempo una prioridad: lean la Biblia. Incluso si lo que lees es una pequeña cantidad de Escritura, medita en ella. ¿Qué significa? ¿Qué te está diciendo Dios con eso?
Nancy: El llamado de Dios para tu vida puede estar exactamente donde estás. Sírvele con gozo, con obediencia, tomando a Dios en serio, deleitándote en Su Palabra y aprovechando las oportunidades que Él te brinda hoy y en esta etapa de tu vida para glorificar a Cristo.
Bueno, aún no hemos llegado a las cartas de amor en nuestra conversación, pero lo haremos en el próximo episodio de a Aviva Nuestros Corazones. Te esperamos para continuar esta conversación con Val Elliot Shepard.
Débora: Animándote a glorificar a Dios con todo tu ser, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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