Mostrando a Dios al mundo
Annamarie Sauter: Con nosotras el Pastor Bill Elliff.
Bill Elliff: Quebrantamiento significa llegar a un lugar donde hay una renovación tal de mi mente, que puedo entender lo infructífero y sin sentido que es continuar tratar de controlar mi vida. En cuanto a mis emociones, las traigo al lugar indicado de manera que no gobiernen, no dirijan ni controlen mi vida, hasta llegar al punto en que esté constantemente diciendo como Cristo en Getsemaní, «Señor, no mi voluntad sino la tuya sea hecha».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La porción de la Escritura para hoy es Salmos 18 al 21.
A lo largo de esta semana Nancy nos ha estado ayudando a darle una mirada fresca a lo que significa ser llenas del Espíritu Santo. Esta es la semana número once de nuestro estudio titulado, «En busca de …
Annamarie Sauter: Con nosotras el Pastor Bill Elliff.
Bill Elliff: Quebrantamiento significa llegar a un lugar donde hay una renovación tal de mi mente, que puedo entender lo infructífero y sin sentido que es continuar tratar de controlar mi vida. En cuanto a mis emociones, las traigo al lugar indicado de manera que no gobiernen, no dirijan ni controlen mi vida, hasta llegar al punto en que esté constantemente diciendo como Cristo en Getsemaní, «Señor, no mi voluntad sino la tuya sea hecha».
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La porción de la Escritura para hoy es Salmos 18 al 21.
A lo largo de esta semana Nancy nos ha estado ayudando a darle una mirada fresca a lo que significa ser llenas del Espíritu Santo. Esta es la semana número once de nuestro estudio titulado, «En busca de Dios». Hoy escucharemos cómo vivir en el poder del Espíritu Santo afecta nuestro día a día. Aquí está Nancy para introducir a nuestro invitado.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Cuando se habla de la vida llena del Espíritu, puede ser un poco difícil abordar el tema. Sé que a lo largo de los años he deseado que alguien me dé una explicación realmente clara y entendible de lo que significa ser lleno del Espíritu Santo.
Hace un tiempo, nuestro equipo tuvo el privilegio de escuchar al Pastor Bill Elliff predicar sobre el ministerio del Espíritu Santo, y fui muy edificada con su mensaje. Para muchos de los miembros del equipo fue extremadamente útil, así que queremos compartir parte de ese mensaje con ustedes hoy, dentro de la serie sobre ser llenos del Espíritu.
Bill Elliff es el pastor de la Iglesia Summit en Little Rock, Arkansas. Han escuchado a Bill en algunas de las sesiones de oración de Buscándole a Él; y su esposa Holly ha sido invitada a Aviva Nuestros Corazones, en múltiples ocasiones.
Por mucho tiempo Bill y Holly han sido para mí amigos muy queridos, y aprecio cómo sus vidas ejemplifican lo que significa ser llenos del Espíritu Santo. Escuchemos al Pastor Bill Elliff ayudándonos a entender más acerca del importante ministerio del Espíritu Santo en nuestras vidas como creyentes.
Bill: Quiero hablar con ustedes de manera bien sencilla sobre la llenura del Espíritu Santo, y el pasaje clásico para este tema, es Efesios 5. Quiero que vayan conmigo en sus biblias a partir del versículo 15:
«Por tanto, tened cuidado cómo andáis; no como insensatos, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo (redimiendo el tiempo), porque los días son malos. Así que, no seáis necios, sino entended cuál es la voluntad del Señor. Y no os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con vuestro corazón al Señor; dando siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre; sometiéndoos (siendo sumisos) unos a otros en el temor de Cristo» (vv.15- 21).
Solo pidamos al Señor que nos ayude a formularnos y responder dos o tres preguntas hoy. Número uno: ¿Qué es? ¿En qué consiste la llenura del Espíritu Santo?
Bueno, de manera muy simple, la llenura del Espíritu Santo es el control continuo de Dios sobre mi vida. Es decir, es algo bastante simple —el continuo control de Dios sobre mi vida. Si has estudiado este pasaje, te habrás dado cuenta de que el tiempo del verbo es literalmente —pudiera traducirse así— «continúa siendo llenado».
No es simplemente «sed llenos», sino que vivamos en un estado de ser llenados continuamente. Así como un hombre ebrio es controlado por su vino, debemos ser llenados con Dios. Esta parte es muy difícil de entender con exactitud. Cuando decimos que alguien está lleno de temor, lo que queremos decir es que el temor lo está controlando. Lo consume. Lo absorbe. De la misma manera, debemos ser llenos del Espíritu Santo para que este sea quien nos controle; nos consuma.
La Biblia nos enseña que hasta que venimos a Cristo, el viejo yo, esta persona antes de Cristo —Cristo está fuera de su vida, y así mismo, la Biblia dice que la vida está en Cristo. 1 Juan 5, nos enseña: «El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida» (v.12). De manera que Cristo está fuera de tu vida. Tienes un espíritu, pero está muerto. No hay vida. La vida de Dios no está ahí.
Mi hermano Tom es el primogénito, un individuo emprendedor. Él se vio en más problemas e hizo más cosas que las que cualquiera del resto de nosotros hubiera pensado hacer en nuestra familia, y siempre tenía en nuestro patio proyectos en proceso. En una ocasión, recuerdo que había un mapache secándose por ahí, una piel por allá, y había un bote relacionado con un negocio que ninguno de nosotros entendía bien.
También tenía este viejo auto modelo T, pero no tenía carrocería. Solo tenía el chasis y las ruedas y el volante. Le había quitado el motor. Este se encontraba en el patio. Esto duró allí alrededor de diez años.
Lo que nosotros, los muchachos hacíamos —la entrada para los vehículos era inclinada— era empujar aquel modelo T cuesta arriba. Casi nos moríamos en esa cuesta arriba. Luego alguien ponía su pie en el freno. Todos subíamos, y entonces íbamos cuesta abajo.
Luego lo hacíamos de nuevo, pero solo se podía hacer hasta tres veces, pues ya estabas exhausto debido a que no tenía motor. Ahora, si hubieran tomado ese motor, y lo hubieran puesto en el carro, ¡hombre!, habríamos podido ir a cualquier lugar sin ningún esfuerzo. La razón por la que no podemos ser lo que Dios quiere que seamos, antes de Cristo, es porque no tenemos ese motor.
No tenemos ninguna vida. Lo que ocurre es que lo que tu mente piensa y tus emociones sienten y tu voluntad decide… así es como vives. Solo vives tu vida. Así sigues durante muchos años. De manera que si alguien viene hacia ti, como cuando alguien se para delante de ti en el tráfico, tu mente piensa, «hombre, ese tipo es un tonto». Tus emociones piensan, «voy a decirle exactamente lo que pienso a ese tipo. Eso realmente me incomoda», y tu voluntad toma una decisión de cómo vas a responder.
Vives tu vida en este tipo de plano carnal y mundano. Lo que ocurre con la salvación es que Cristo viene a vivir dentro de ti en la Persona del Espíritu Santo. ¡Qué privilegio tan increíble! ¡Qué privilegio!
Jesús dijo cuando se estaba yendo, en Juan 14: «Miren, yo me marcho, pero no tengan miedo. No se preocupen por eso. Les enviaré Uno que estará con ustedes y en ustedes» (v. 16, parafraseado). El Espíritu Santo es la persona de Dios en forma de espíritu.
Piensa en esto —Cristo en mí, que es –por cierto– mi esperanza de experimentar la gloria de Dios— ¡Cristo en mí! Esto significa que cuando tengo una tarea que es más grande que yo, y digo, «hombre, no sé qué hacer»… bueno, tengo a Cristo en mí. Él es todo sabiduría. Él sabe qué hacer.
Y hablo de cuando estoy en el camino, en las oficinas, cuando estoy con el equipo de Aviva Nuestros Corazones y encuentro a alguien. Me refiero a que esto es la vida, amigos. Encuentras a alguien a quien le caes mal y una y otra vez de manera consistente hace algo (y por cierto, a ti también te cae mal). Aquí surge el conflicto de relaciones, y dices, «hombre, no sé cómo perdonarlo, y no sé cómo seguir amándolo». Pero algo maravilloso ocurre, y es que Cristo viene a vivir dentro de ti.
Pero hay un problema cuando hemos sido salvados. El punto es que Cristo está dentro de nosotros, pero esa parte de nosotros mismos, nuestra alma, no cambia automáticamente, ¿verdad? Esta parte sí cambia automáticamente: Cristo en ti. Nunca serás la misma persona.
Por eso es que las cosas viejas pasaron, y eres completamente nuevo porque no serás más una persona que no tenga la vida de Dios en ti, nunca más lo serás. Has sido resucitado a una vida nueva eternamente, ¿te das cuenta? —Cristo en ti.
Pero el problema es tu mente no renovada. Tus emociones no han sido domesticadas, y tu voluntad, en ciertos aspectos, no ha sido quebrantada. Para el resto de tu vida, existe este proceso progresivo que debe continuar para la renovación de tu mente, domar tus emociones de manera que ellas no te gobiernen. Debes ponerlas en su lugar adecuado— este es el completo quebrantamiento de la voluntad.
Cuando escuchas en este ministerio hablar de quebrantamiento, quebrantamiento, quebrantamiento, te preguntarás, «¿por qué hablan tanto de quebrantamiento?» Porque, debes saber que el quebrantamiento es la puerta que te lleva de un nivel a otro. Quebrantamiento es la rendición de la voluntad.
Quebrantamiento es llegar a un lugar donde hay una renovación tal de mi mente que puedo entender lo infructífero y sin sentido que es continuar tratando de controlar mi vida. En cuanto a mis emociones, las traigo al lugar indicado de manera que no gobiernen, que no dirijan ni controlen mi vida, hasta llegar al punto de constantemente decir como Cristo en Getsemaní, «Señor, no mi voluntad sino la tuya sea hecha».
Rindo mi voluntad. Mi voluntad es sometida bajo control. Por eso G. Campbell Morgan dijo: «El quebrantamiento es el deseo de ser gobernado por otro». Es llegar al punto donde entiendo cada vez más y más el valor de estas cosas en mi vida: mis finanzas y relaciones, mis pensamientos, lo que sale de mi boca, lo que entra a mi boca, y todas estas cosas, es Dios llevándome a través de este proceso de renovar mi mente, domar mis emociones y quebrantar mi voluntad.
La pregunta, no es, como muchos me la han hecho: ¿Cuánto te pareces a Dios? Sino: ¿Cuánto de Dios tienes tú? ¿Estás permitiendo a Cristo que vive en ti, que controle tu vida, y estás constantemente cediendo ante la influencia de Cristo en ti?
En cada momento, durante todo el día, en cada pensamiento, con cada idea, estás diciendo, «Señor, ¿qué quieres hacer? Padre, sé que esto es lo que pienso y siento y quiero hacer, pero Padre, te he colocado en el trono como rey de mi corazón. Tú estás en control.
Tú estás a cargo, y por lo tanto, Señor mi mente quiere hacer lo que Tú quieras. Mis emociones están sujetas a ti, mi voluntad está absolutamente a tu disposición. Quiero Tu voluntad para mi vida y por eso Señor quiero vivir desde adentro hacia afuera. Quiero que controles mi vida».
La llenura del Espíritu Santo tiene que ver con dejar que el Espíritu de Dios dentro de mí tenga ese tipo de gobierno, de reino, de señorío, de liderazgo, ese tipo de control en mi vida todo el tiempo. Sin ese control, todo lo que tengo, todo lo que otros tienen de mí, son mis recursos limitados, mis respuestas pecaminosas y una vida malgastada.
Dice en el versículo 18: «No se emborrachen con vino que los lleva a la disipación» (Efesios 5, parafraseado). ¿Sabes qué palabra es esa en griego? Es una palabra que significa «ahorrar». Tiene un prefijo negativo. Por lo tanto la palabra disipación, literalmente significa «no ahorrar». Nos da la idea de desperdiciar.
No se emborrachen con vino. Eso conduce a la disipación. Te conduce a que todos tus talentos, habilidades, vida, oportunidades, momentos, sean desperdiciados. «Pero sean llenos y controlados por el Espíritu de Dios» (parafraseado).
Observa al hijo pródigo. Hasta que Dios trajo un arrepentimiento a su vida, era una vida desperdiciada. Si eres controlado por ti mismo, desperdiciarás tu vida. Por esa razón nos dice en el versículo 16: «aprovechando bien el tiempo».
No desperdicies tu tiempo. No desperdicies tu vida. No desperdicies tus energías. No desperdicies tus recursos. No es que no hagamos nada, sino que lo que hacemos está dirigido, controlado por nosotros mismos.
En ese caso sería egocéntrico, egoísta, autodirigido, de nuestra voluntad, pecaminosa, destructiva, pero si estás bajo el señorío y el control y el liderazgo del Espíritu de Dios y Él gobierna tu vida, esto contará. Será de valor. Será utilizado para los más grandes propósitos.
Tú dices: «Bueno, está bien, ¿cómo puedo experimentar este tipo de control?» Permíteme decirte de una manera bien práctica cómo puedes hacerlo. Primero, necesito reconocer continuamente Su presencia. Él está en mí.
¿Te imaginas si el presidente de la nación entra a esta habitación? ¿Lo reconoceríamos? Absolutamente—por quién él es. Ahora, piensa sobre esto por un minuto. Te das cuenta que por años y años y años el Espíritu de Dios ha estado viviendo dentro de ti, y ha habido años y años y años, quizás, en que no has reconocido que Él está ahí.
Debemos tener este continuo reconocimiento. En la medida en que reconozco Su presencia, una de las cosas que me ocurrirá es que me encontraré una y otra vez humildemente arrepintiéndome de mi pecado—esta humildad nos conduce a un arrepentimiento genuino, llevándonos de nuestras propias reglas a las reglas de Dios.
Cuando no reconozco Su presencia, y me muevo al nivel de una autoconfianza en que dejo mi mente y mis emociones y mi voluntad gobernar, cuando regreso a la presencia del Señor, digo: «Oh Dios, por favor perdóname, quiero dejar esta vida de autoconfianza y empezar una vida de confianza en Ti. Señor, quiero que estés en el lugar que te corresponde en mi corazón».
Cada vez que pecamos, cada vez que nos movemos lejos de Él, necesitamos volver y reconocer Su presencia. En Su presencia, Él nos lleva humildemente a arrepentirnos. Entonces necesitamos ceder deliberadamente. «Señor, te pido que tomes control de mi vida. Señor, quiero que estés en control. ¿Me llenarás con Tu Espíritu Santo?»
¡Qué oración! Simplemente confío que Dios está haciendo lo que dijo que haría por Su hijo humilde si nos volvemos a Él en dependencia, en fe que Él nos llenará y nos controlará y se hará cargo de nuestra vida. Bill Bright lo dijo de esta manera:
«No necesitas rogarle a Dios que te llene de Su Espíritu Santo. No tienes que hacer trueques con Él».
Supongamos que quieres cambiar un cheque de cien dólares. ¿Irías al banco donde tienes varios miles de dólares depositados, colocarías el cheque ante el cajero y entonces te arrodillarías suplicando, «oh, señor cajero, por favor cambie mi cheque»? Millones de cristianos están suplicándole a Dios, como lo hice yo antes, por algo que ya está disponible, simplemente pudiendo ser apropiado por fe.
Están buscando algún tipo de experiencia emocional, no reconociendo que esa actitud es un insulto contra Dios y una negación de la fe, y lo único que agrada a Dios es la fe.
«Nos acercamos al Señor y creemos que Él es. Él es la fuente y el remunerador de aquellos que le buscan» (Hebreos 11:6 parafraseado).
Decimos: «Señor, aquí estoy, perdóname por no dejarte estar en control. Reconozco Tu presencia y Señor, te pido que de nuevo tomes control; Tu lugar correcto.
Lléname, Señor. Estoy simplemente confiando en la medida en que camino hacia este lugar a hablar, a cantar, a aconsejar, cuando voy a hacer mi trabajo, criar a mis hijos. Señor, simplemente estoy confiando que Tu Espíritu está en control de mi vida».
Eso es fe, y algo final que hacemos. Instantáneamente, agresivamente, obedecemos la convicción de Su Espíritu, el liderazgo e iluminación de Su Palabra. Hay dos cosas que abortan la llenura del Espíritu Santo. Número uno es lo que la Biblia llama «contristar al Espíritu». Es elegir hacer cosas que le desagradan.
No entristezcas el Espíritu diciendo cosas que el Espíritu ha dicho: «No digas eso. Mantén tu boca cerrada. No vayas ahí. No veas eso». Cuando seguimos adelante y desobedecemos los mandatos de Dios sobre nuestra vida, eso entristece el corazón de Dios.
La otra cosa que la Biblia menciona es el apagar el Espíritu. Es cuando elegimos no hacer cosas que Él pide que hagamos. Dice, «no apaguéis el Espíritu; no menospreciéis las profecías (1 Tes. 5:19-20). Si Dios te está diciendo que hagas ciertas cosas en tu vida, y respondes «no voy allá», es como agua en el fuego. Puedes apagar el Espíritu Santo y puedes entristecer el Espíritu Santo.
Cuando era un joven de 17 años, había tenido 6 años de verdadera rebelión contra Dios. Dios finalmente me trajo hasta el final de mí mismo en el primer año de la escuela secundaria. Fue un momento de rendición total a Dios. Estaba enfermo de la manera en que estaba viviendo y Dios trajo dos cosas a mi vida en ese momento.
Una fue un video del testimonio del Mayor Ian Thomas sobre la llenura del Espíritu Santo y ¡cambió mi vida! Lo otro fue que tuvimos un misionero visitante que venía a nuestra iglesia. Era un hombre llamado Bud Fray.
Puede que no signifique nada para ti. En la vida de los bautistas del sur, este individuo es uno de los grandes hombres de la fe, y Bud Fray vino a la iglesia. No sé cómo sucedió esto, pero aparentemente en algún momento dijo: «¿Puedo enseñar a los adolescentes sobre la vida llena del Espíritu?»
Todo el verano me sentaba a escuchar a este hombre hablar sobre cómo vivir bajo el control de Dios. Nunca olvidaré que lo miraba y pensaba, «nunca he visto a nadie que se parezca más a Jesús que este hombre. ¡Es tan intrigante, llama la atención! ¡Tan liberador! ¡Tan fresco! ¡Tan hermoso! ¡Quiero ser así!»
Años más tarde fue que entendí lo que estaba pasando porque un día Jesús dijo: «Voy al Padre». Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre». Entonces Jesús le explicó su vida en pocas palabras. Él le dijo: «Felipe, si me has visto a mí, has visto al Padre» (Juan 14, parafraseado).
No sería algo grandioso que este año, no solo ocasionalmente, sino que en tu hogar tus hijos puedan decir sobre su padre, sobre su hermano, su hermana: Ellos se parecen tanto a Jesús. ¿Qué está pasando? Es Jesús. «Si me has visto a mí, has visto al Padre».
Annamarie: Has estado escuchando a Bill Elliff, pastor en la iglesia Summit Church en Little Rock, Arkansas. En programas anteriores has escuchado de su esposa, Holly Elliff. Esta semana hemos estado hablando acerca de «La vida llena del Espíritu», como parte de la serie titulada, «En busca de Dios».
Ya nos encontramos en la recta final de esta serie, y espero que la hayas podido seguir. Si te perdiste alguno de los programas o de las semanas anteriores, encuéntralos en AvivaNuestrosCorazones.com. Y si no te pudiste unir a este estudio desde el principio, puedes empezarlo en cualquier momento. Encuentra más información acerca del libro de estudio que acompaña esta serie en la transcripción de este programa, y recuerda que puedes descargar o imprimir estos programas, también a través de nuestro sitio web AvivaNuestrosCorazones.com.
Hoy escuchaste que en un momento Bill Elliff mencionó, «contristar al Espíritu». ¿Qué exactamente significa esto? En el programa de mañana, Nancy nos mostrará la diferencia entre rendirse y resistir al Espíritu Santo. Acompáñanos, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Diciendo: «Sí, Señor» juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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Recursos del Episodio
En busca de Dios | Semana 10
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