Modela el matrimonio a tus hijos
Débora: Bárbara Rainey dice que «uno de los mejores regalos que una esposa le puede dar a su esposo es decidir creer que Dios puede hacer grandes cosas a través de él».
Bárbara Rainey: Cuando creo en mi esposo, eso libera el poder de Dios para obrar a través de mí y en su vida. Creer en él es el regalo más importante que puedo darle.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 17 de noviembre de 2023.
Durante esta semana Bárbara Rainey ha estado conversando con Nancy acerca del arte de ser esposa. Barbara ha escrito un libro sobre esto titulado, «Cartas a mis hijas: El arte de ser esposa». Hoy, ella y Nancy van a abordar muchos asuntos prácticos sobre el matrimonio, y comenzaremos con una pregunta que hizo una de nuestras oyentes.
Ella preguntó: «¿Cuál sería …
Débora: Bárbara Rainey dice que «uno de los mejores regalos que una esposa le puede dar a su esposo es decidir creer que Dios puede hacer grandes cosas a través de él».
Bárbara Rainey: Cuando creo en mi esposo, eso libera el poder de Dios para obrar a través de mí y en su vida. Creer en él es el regalo más importante que puedo darle.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 17 de noviembre de 2023.
Durante esta semana Bárbara Rainey ha estado conversando con Nancy acerca del arte de ser esposa. Barbara ha escrito un libro sobre esto titulado, «Cartas a mis hijas: El arte de ser esposa». Hoy, ella y Nancy van a abordar muchos asuntos prácticos sobre el matrimonio, y comenzaremos con una pregunta que hizo una de nuestras oyentes.
Ella preguntó: «¿Cuál sería el momento más adecuado para compartir el contenido de esta serie con alguien?»
Aquí está Bárbara con nosotras.
Bárbara: Cuando estaba escribiendo este libro, lo estaba escribiendo para mis hijas y su generación, entre los veinte y los cuarenta años. Era lo que tenía en mente porque ese es el rango de edad de mis hijas. Tenía sus rostros en mente al escribir muchas de estas preguntas. Lo escribí para ellas.
Sin embargo, todas nosotras como mujeres, siempre tenemos necesidad de aprender a lo largo del matrimonio. Necesitamos estar creciendo siempre. Todas, en cualquier etapa de la vida necesitamos palabras de ánimo. Por eso, sinceramente espero que sea un libro que las mujeres en sus cuarenta y cincuenta y mayores también lo lean.
Espero que también para las jóvenes solteras sea de ánimo, y que digan, «así se supone que debe verse el matrimonio. Tal vez no tuve un buen modelo o pude haber tenido un buen modelo, pero esta es una imagen de lo que Dios quiere que sea el matrimonio».
Mi esperanza es que abarque un rango amplio de edad, aunque en realidad fue escrito para una generación más joven.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Solo diré que esta mujer está feliz de haberlo leído.
Débora: Otra mujer comentó lo siguiente:
«Una de las cosas con las que batallo con mi hija, que es una adolescente, es el no presentar una visión romántica del matrimonio. Me estoy refiriendo a Disney y su tipo de romance en que todo es maravilloso. Pero tampoco quiero errar yéndome al otro extremo de, “es realmente difícil, ¡y en ocasiones puede ser horrible!” ¿Cómo se puede lograr un equilibrio?»
Bárbara: Bien, yo diría que sí es un balance y es sabio tratar de encontrar ese equilibrio. Una de las cosas que Dennis y yo siempre quisimos que nuestros hijos entendieran cuando estaban en la adolescencia es que teníamos conflictos, pero teníamos mucho cuidado en cómo manejábamos ese conflicto delante de ellos.
Así es que los dejábamos vernos estar en desacuerdo. Recuerdo a Dennis en ocasiones dirigiéndose a los niños y decir, «mamá y papá pueden no estar de acuerdo, y está bien, porque ustedes también tendrán desacuerdos». Y luego volteaba a mirarme y terminaba de presentar su caso o su opinión o lo que fuese, y conversábamos al respecto.
También había ocasiones en que retrasábamos esas conversaciones porque no era algo fácil de resolver. Decíamos, «tregua, abordaremos esto en privado más adelante, cuando los niños no estén presentes».
Así que se trata de encontrar ese balance donde ellos sepan que el matrimonio es trabajoso. El matrimonio tiene dificultades. Hay cosas en las que no vas a estar de acuerdo como pareja, y es bueno que ellos vean eso. Creo que es sabio decir que no todo debe hablarse delante de los hijos.
Pero también creo que ellos necesitan ver que ustedes se aman. Nosotros queríamos asegurarnos de que nuestros hijos nos vieran tomarnos de las manos, abrazarnos y ese tipo de cosas, y que vieran que nos amábamos aún después de todos estos años. De esta manera ellos tenían una imagen más real y completa de cómo va a ser su matrimonio algún día.
Nancy: Una mujer nos envió esta pregunta: «Como esposa joven, ¿cómo puedo, de manera práctica, animar, apoyar y echarle porras a mi esposo que es muy trabajador y está muy ocupado en su carrera?»
Tú has tenido un esposo trabajador y ocupado mientras desarrollaban un ministerio juntos, con muchas responsabilidades de liderazgo, supongo que estuvo lejos de casa por mucho tiempo.
Bárbara: Sí, así fue.
Nancy: Como esposa joven, ¿cómo puede ella animar y apoyar a su esposo?
Bárbara: Una de las cosas más grandes que puedes hacer es elogiarlo cuando hace algo bien, y agradecerle por lo arduo que trabaja. Pienso que nuestros hombres necesitan saber que apreciamos su trabajo, su sacrificio; apreciamos que se levanten y se vayan al trabajo cada día, donde este sea, o por lo que sea que ellos hacen.
Pienso que a veces no valoramos lo importante que es elogiarlos. Pienso que elogiarlo y agradecerle por todo lo que él hace, probablemente es lo más importante que una mujer puede hacer para animarle como hombre.
Pero diría que también es muy importante continuar siendo comunicativas. Una de las cosas que Dennis y yo teníamos que platicar con frecuencia en esos primeros años, era cómo las exigencias de su trabajo me afectaban a mí al igual que a los niños, porque en ese tiempo eran pequeños. Tuvimos muchas conversaciones respecto a cómo mantener el balance entre viajar y estar en casa o trabajar tarde o no trabajar tarde.
Es conocerse uno al otro. Es elogiarlo por las cosas que son buenas pero no hasta el punto de que él trabaje demasiado y no esté en casa lo suficiente. Es encontrar ese balance en la relación de manera que resulte saludable para ambos.
Nancy: Tengo curiosidad… En ese tipo de conversaciones, ¿cómo sabes dónde marcar el límite? ¿Cómo te mantienes sin cruzar la línea y pasar de una manera sana de abordar las cosas y hablarlas, a volverte crítica y quejosa. Estoy segura de que es un asunto de todo el tiempo, de todos los días, pero creo que es realmente importante, para que cuando tengas que abordar ese tipo de cosas, no lo hagas de una manera que desanime a tu esposo.
Bárbara: Sí lo es. Es la actitud de nuestros corazones. Pienso que la actitud es la raíz del problema. Hemos oído que las «acciones hablan más fuerte que las palabras». Yo creo que también nuestra actitud con frecuencia habla más alto que las palabras que decimos. Entonces, si nuestra actitud no es la correcta…digo, nuestros esposos no son tontos. Ellos se darán cuenta que nuestro corazón no está en el lugar correcto. Ellos van a saber que en realidad es crítica, y no es constructiva.
Y vamos a cometer errores. Me equivoco mucho en la manera en que digo las cosas o en el tiempo. Y me disculpo y le digo, «¿me perdonas?», y él me perdona y seguimos adelante. Es un baile. Es aprender. En ocasiones es dos pasos para adelante y tres hacia atrás.
Se trata de aprender los momentos correctos. Es aprender cómo hacerlo bien. Es tener tu corazón limpio delante del Señor para que tu actitud sea una de respeto, de amor, de sumisión, y una actitud de seguir. Es alinear tu corazón con la manera en que Dios quiere que seas.
Y es saber que no lo vas a hacer correctamente cada vez, y eso está bien. En ocasiones, cuando tenemos un estándar alto el fracaso es difícil de manejar. Pero todas cometemos errores y es saludable admitirlo. «Sí, me equivoqué. ¿Me perdonas?», y «gracias Dios por Tu gracia».
Nancy: Y esas son palabras muy importantes, ¿no crees? «Me equivoqué. ¿Me perdonas?»
Bárbara: Sí, «gracias Dios por Tu gracia».
Nancy: Y podrías preguntarte a ti misma, «¿cuándo fue la última vez que dije esas palabras en mi matrimonio?» Tal vez estés esperando a que tu esposo diga esas palabras. Y una frase que a mi esposo y a mí nos encanta es, «corre a la cruz». Mira si puedes llegar ahí primero. No esperes a que sea él quien llegue primero. Mira a ver si puedes ser tú, quien primero se humille. Dios derrama gracia sobre el humilde.
Un hombre con quien nos reunimos para consejería prematrimonial nos ayudó mucho. Durante el curso de dos días, pasamos once horas y media con un consejero sabio y piadoso hablando de los asuntos que enfrentaríamos en nuestro matrimonio. Para el cierre de esos dos días él nos llevó a 1 Pedro 5, donde habla de cómo Dios resiste al orgulloso pero derrama Su gracia en el humilde. Y nos dijo, «esa es la manera en que Dios funciona con nosotros. ¿Pero sabías que tu pareja funcionará de la misma manera? ¿Que tu pareja te resistirá cuando seas orgullosa y derramará gracia cuando te humilles?»
Esas palabras pequeñas pueden atorarse en tu garganta y ser muy difíciles de decir, «lo siento, lo lamento, estaba equivocada. ¿Me perdonas?» Pero por otro lado pueden ser avenidas donde Dios derrama Su gracia sobre cualquier relación, pero particularmente sobre tu matrimonio.
Bárbara: Sí.
Nancy: Bárbara, una de nuestras oyentes está preguntando, «¿ha habido un momento en tu matrimonio que describirías como especialmente difícil o incluso malo?»
Hablas en el libro acerca de que pasaste por algunos momentos oscuros y bien difíciles.
Bárbara: Sí, así es.
Nancy: Dinos cómo se sintió eso, cómo se veía, y el poder redentor de Dios en medio de todo eso.
Bárbara: Recuerdo un tiempo en particular. No recuerdo exactamente cuál fue la circunstancia, ni recuerdo realmente qué estaba pasando. Esa es una de las ventajas de estar casada por más de cuarenta años. Esas cosas se olvidan y eso es bueno.
Pero recuerdo varias de esas situaciones donde me sentí como, «esto es demasiado difícil. No nos estamos comunicando bien. No nos estamos entendiendo. No me siento escuchada. No me siento comprendida». Probablemente él tampoco se sentía escuchado o comprendido, pero me estaba enfocando en mí misma, y estaba atrapada en cómo me sentía yo en medio de la situación.
Solo recuerdo que fue muy, muy difícil, y recuerdo haber pensado, sé que no sé cómo salir de esto.
También recuerdo haber pensado, si yo no fuera cristiana…ahora puedo entender por qué la gente se divorcia. Realmente cobró sentido, porque llegamos a un punto que era tan difícil, que si no tuviera la esperanza en Cristo, de que Él tenía todo el poder para redimir y restaurar, pensé, bueno, por supuesto, con razón la gente se divorcia. Todo cobró sentido.
Pero habíamos determinado no hacer eso. Estábamos comprometidos a que nunca iríamos ahí, sin importar nada, sin importar lo difícil o cuán miserables, sin importar lo incómodos que estábamos, íbamos a permanecer y esperar a que Dios redimiera, liberara y restaurara. Y cada una de esas veces, Dios lo hizo. Dios nos llevó hasta el otro lado. Trajo sanidad a nuestros corazones. Trajo restauración a nuestra relación. Nos trajo de regreso al gozo que habíamos perdido en esas temporadas. Y hemos tenido algunas temporadas en que estábamos sin gozo. Pero Él nos lo regresa.
Por eso, la lección que aprendí por sobre todo lo demás es que «Dios puede con esto». Pienso que nos damos por vencidos demasiado pronto. Pienso que nos rendimos demasiado pronto. Pienso que nos quedamos cortos en nuestra percepción de Dios. Lo percibimos demasiado humano, como nosotras. Pero como lo he dicho antes, con Dios nada es imposible.
Nancy: Así es, nada es imposible para Dios. Y pienso que uno de los consejos prácticos que diste en tu libro es el pedirle a Dios que te ayudara a ver a tu esposo como Él lo ve.
Bárbara: Sí. Y he hecho eso muchas veces.
Nancy: Porque en ocasiones lo que percibes con tus ojos parece frustrante.
Bárbara: Sí, pienso que todos hacemos eso. Pienso que tanto hombres como mujeres hacemos esto. Todos estamos muy conscientes de cómo nos sentimos, de lo que estamos atravesando, de cómo siento la complejidad de la situación por la que estoy pasando. En realidad no sé cómo él la siente y en ocasiones ni me importa. Solamente sé cómo la siento yo, ¿verdad?
Pero he hecho esto frecuentemente, y me da gusto que me lo hayas recordado. En muchas ocasiones le he pedido a Dios, «Señor, ayúdame a ver a mi esposo de la manera en que Tú lo ves». Porque sabía que no lo estaba viendo con claridad. Sabía que no lo estaba viendo de la manera en que Dios lo ve. Sabía que no lo estaba amando de la manera en que Dios lo ama. Y sabía que no podía hacerlo en mis propias fuerzas. Sabía que necesitaba el amor de Dios derramado sobre mí para ser capaz de dar a mi esposo.
Hubo muchas ocasiones a través de los años en que he orado, «Dios ayúdame a verlo de la manera en que Tú lo ves. Ayúdame a amarlo de la manera en que Tú lo amas. Ayúdame a creer en Él de la manera en que Tú crees en él. Porque nosotras no podemos, no tenemos todo lo que necesitamos porque estamos «rotas», caídas. Necesitamos que Dios lo haga por nosotras y a través de nosotras. Me alegra que me hayas recordado porque eso ha sido grande para mí.
Nancy: Háblanos acerca de creer en tu esposo. Ese es un punto muy importante que señalas en tu libro.
Bárbara: Sí, lo es.
Nancy: ¿Por qué es tan importante para ti y por qué es tan importante para él? ¿Y cómo se ve eso? ¿Qué significa en la práctica?
Bárbara: He pensado mucho en eso desde que escribí el libro, esto que voy a decir no está en el libro. He estado pensando mucho últimamente acerca de todo el concepto de creer. He estado leyendo Juan y la palabra creer está…
Nancy: Por todos lados
Bárbara: Sí, es de gran importancia en el libro de Juan. Apenas noté cuán importante es cuando Jesús dice: «Creed en mí». Y pensé, ¿qué es eso?
Lo que hace es que cuando creemos en Jesús, entonces lo experimentamos. Cuando creemos en Jesús, experimentamos Su poder. Entonces, cuando creo en mi esposo, eso libera poder de Dios para obrar a través de mí y en su vida. Y pienso que implica mucho más de lo que podemos entender. Pienso que es un principio sobrenatural.
Pero en nuestro matrimonio, Dennis me ha repetido durante los cuarenta y cinco años que llevamos de casados, que el que yo crea en él es el regalo más importante que le puedo dar. Porque si creo en él, no importa si todo el mundo está contra él, él estará bien. Así es que cuando nos casamos hicimos el compromiso de estar ahí el uno para el otro. Dimos nuestra vida el uno al otro. ¿No es así? De eso se trata el matrimonio. «Prometo pertenecerte para siempre». Y él promete pertenecerme para siempre.
Cuando creo en él, le estoy recordando, «yo estoy contigo, nunca te dejaré». De nuevo, esto es un reflejo de lo que Dios ha hecho por nosotros, ¿verdad?
El matrimonio es el reflejo de la relación de Cristo con la iglesia, ¿y qué es lo que el Espíritu Santo nos ha prometido? ¿Qué nos ha prometido Jesús? «Yo estaré contigo y nunca te dejaré».
Entonces cada vez que le recuerdo a mi esposo que creo en él, que estoy con él, que nunca le dejaré, ¿cómo le afecta? Pues lo hace estar confiado. Él dice «puedo conquistar el mundo porque la tengo a ella a mi lado y juntos podemos conquistar lo que sea». Pero si él se siente solo y no le creo, estoy expresando desaprobación, estoy declarando todo tipo de cosas negativas, entonces él se siente muy solo. Se siente rechazado, y no siente que pueda conquistar el mundo.
Por tanto, el creer es un principio espiritual importante en el matrimonio. Es importante en nuestra relación con Cristo, pero también es muy importante en nuestros matrimonios. Necesito que él crea en mí. En la mañana él me dijo, «estás haciendo un buen trabajo». Yo necesito escuchar eso de él más que de cualquier otra persona. Y él necesita escuchar que yo creo en él, más que en cualquier otra persona que pueda decírselo.
Hay algo que llega al matrimonio cuando creemos el uno en el otro que nadie puede proveer. Creer en tu esposo es muy importante.
Nancy: Para algunos matrimonios, para algunas esposas, esto puede sonar un poco a fantasía, porque en tu caso, tu esposo es una figura pública. Él da charlas y la gente piensa que él es maravilloso. Las personas lo escuchan, lo admiran. Siguen su liderazgo en el ministerio, y lo están viendo en la plataforma, lo oyen en la radio, leen sus libros. Pero tú conoces mejor que nadie sus debilidades.
Bárbara: Sí, yo sé cómo él es cuando no está en la plataforma.
Nancy: Y toda esposa conoce las debilidades de su esposo.
Bárbara: Por supuesto. Absolutamente.
Nancy: Entonces tú conoces lo peor de Deniss.
Bárbara: Así es.
Nancy: Y aún así estás llamando a las mujeres a decirles a sus esposos, «creo en ti».
Bárbara: Sí.
Nancy: Casi puedo escuchar a alguna mujer decir, «bueno, eso sería fantasía. Hay muchos aspectos negativos, muchas cosas muy difíciles. ¿Cómo puedo superar eso y creer en este hombre?»
Bárbara: Pienso que es una decisión. Tienes que escoger hacerlo porque eso es lo que Dios nos llama a hacer. Y piensa por un minuto acerca de nuestra relación con Dios. ¿Dios espera que seamos perfectas antes de aceptarnos? Qué bueno que Él no es así, ¿verdad? ¿Dios espera a que mejore para darme Su amor? No.
Y Dios no me llama a esperar a que mi esposo mejore antes de tratarle con respeto y creer en él. Dios me ha llamado a creer en él así como él es, sabiendo que si hago eso, él va a poder alcanzar su potencial en el futuro, tal como Dios sabe que será.
Eso es lo que quiero, pero no puedo esperar hasta que eso suceda para creer en él. Tengo que darle mi creer hoy para que él pueda crecer y convertirse en ese hombre que Dios quiere que sea en el futuro.
No es fantasía. No es pretender. En ocasiones es por fe. Estoy creyendo en él porque creo que Dios es el que va a producir el crecimiento para hacerlo el hombre que yo necesito que sea y que quiero que sea. Pero aún así, por fe, tengo que ejercitar eso. Por fe, debo declarar esa confianza en él como hombre.
Nancy: Y no estamos diciendo que no hay cosas negativas.
Bárbara: No.
Nancy: En el capítulo de fotografía hablas de cómo aquello negativo de hecho puede convertirse en algo positivo y hermoso.
Bárbara: Sí. Y pienso que esa es otra manera en que podemos imitar a Cristo en nuestras vidas. Todas conocemos Romanos 8:28, ¿verdad? Dios hace que «todas las cosas obren para bien». Pienso que Dios hace la obra. No soy yo quien hace la obra. Él hace la obra cuando estoy creyendo que Dios la hará.
Sé que hay negativos en la vida de mi esposo. Él sabe todos los negativos en mi vida. No traigo los negativos a la luz porque eso los arruinaría. Si sabes algo sobre fotografía y la manera en que antes se desarrollaba una fotografía (en la era digital, todo eso se ha perdido). La imagen se capturaba en una cinta, y previo a eso, se capturaba en una pieza de cristal. Y si exponías el negativo a la luz, se quemaba, se dañaba.
Mi trabajo no consiste en tomar sus negativos y mostrarlos al mundo. Mi trabajo es protegerlos cuidadosamente y permitir que Dios transforme esos negativos en positivos. Dios puede hacer la obra de Romanos 8:28, si yo manejo esos negativos apropiadamente con cuidado y respeto. Sé que están ahí, pero no es mi trabajo cambiarlos. Es la obra de Dios hacer esa obra transformadora.
Nancy: Y esto ha sido una obra transformadora en ti, porque hablas de que tu inclinación natural, y pienso que es verdad en muchas de nosotras mujeres, es ser críticas, ver las fallas y ver los errores.
Bárbara: Sí.
Nancy: Yo soy editora. Y digo que soy editora, a veces, por naturaleza. Mi trabajo en la vida es abrir un libro o un manuscrito y ver los errores. Me «saltan» de la página. Y en ocasiones mi esposo me dice, «¿estás haciendo tu trabajo de editora conmigo?» Es una manera amorosa y de provecho, para recordarme que en nuestro matrimonio no es mi trabajo, ni el suyo, buscar los errores y las fallas, sino buscar aquello que sea digno de alabanza y digno de valor y de bien y enfocarse en ello. Y cuando lo hacemos, lo negativo puede ser transformado en algo hermoso.
Bárbara: Así es exactamente. Ese versículo en Filipenses 4:8: «todo lo bueno, lo amable, si hay algo que merece elogio, en esto pensad», es el tipo de enfoque que Dios quiere que tengamos en nuestro matrimonio, no enfocarnos en las cosas que están mal o las cosas rotas. Esas son fáciles de ver. Él quiere que decidamos, por fe, enfocarnos en las cosas que son correctas y buenas.
Nancy: Y eso incluye no solamente cómo le hablas a tu esposo, sino cómo hablamos de nuestro esposo con los demás. Y aquí es donde las amigas pueden ser una bendición o pueden ser un problema, ¿verdad?
Bárbara: Sí, pueden serlo. Tenemos que ser tan cuidadosas con nuestras palabras. Pienso que en nuestra cultura hoy, y la mayoría de nosotras estaría de acuerdo en que nos hemos vuelto demasiado ásperas. Nos hemos vuelto demasiado libres. El dominio propio parece haberse perdido en nuestro vocabulario. Pensamos que si lo sentimos necesitamos decirlo. Eso es lo que se valora en nuestra cultura. Eso ha sido exaltado y honrado.
Pero el otro lado de la moneda es que cuando decimos lo que sentimos, puede hacer daño. Y no estamos pensando en las consecuencias de nuestras palabras como antes, en generaciones anteriores.
Pienso que en el matrimonio es especialmente importante que guardemos nuestras lenguas, que seamos muy cuidadosas cuando hablemos de nuestros esposos. Si tú vas a tu grupo de mujeres y están compartiendo peticiones de oración, y compartes una petición acerca de tu esposo, debes articularla cuidadosamente, porque no es el lugar para traerlo y exhibir todas sus debilidades y decir, «¿podrían orar por mi esposo?»
No es eso a lo que Dios nos ha llamado. Dios quiere que oremos por nuestros esposos, pero necesita que lo hagamos y quiere que lo hagamos de manera que le protejamos como hombre que es, sin exponer innecesariamente sus fallas.
Nancy: En ocasiones eso puede suceder durante conversaciones donde se está bromeando.
Bárbara: Sí.
Nancy: Escucharás a mujeres decir, «oh, mi esposo…», lo que sea. Ten la precaución de ser muy, muy cuidadosa en no poner a ese hombre bajo una luz negativa. Con lo cual surge una pregunta. El otro día una mujer nos dijo a Robert y a mí, que una de sus hijas estaba pasando por una dificultad en su matrimonio, y durante mucho tiempo ella no le dijo nada a nadie, a pesar de las atrocidades que estaban sucediendo, porque no quería ponerlo bajo una luz negativa.
Hay un lugar y un momento donde es apropiado traerlo a la luz.
Bárbara: Sí, lo hay.
Nancy: ¿Cómo sabes cuándo?
Bárbara: Bueno, pienso que sí es muy difícil, como lo decias…tengo una amiga joven que está en sus treinta. Ella y su esposo tuvieron cinco años muy difíciles al inicio de su matrimonio. Ella hizo lo mismo. No dijo nada. Había crecido en un hogar cristiano y no quería ponerlo bajo una luz negativa. Ella vivió y vivió con eso. Fue un inicio muy doloroso para su matrimonio.
Finalmente se dio cuenta de que necesitaba decir algo. Con su permiso, he compartido su historia en el libro. Lo primero que hizo fue hablarlo con su mamá, con algunas amigas y algunos parientes. Ella se dio cuenta que no era la mejor manera de hacerlo, porque lo veían de esta manera, y esa imagen siempre estará en sus mentes. Nunca olvidarán lo que ella dijo acerca de él.
Después ella acudió a un consejero, alguien que sabía como mantener todo confidencialmente, y que verdaderamente tenía la sabiduría y el entrenamiento para saber ayudarla.
Nancy:Exactamente, porque es muy importante saber a dónde llevas la información. Bárbara, al estar hablando acerca de los negativos, existen negativos en ambas partes en todo matrimonio. Algunos necesitan ser cubiertos, porque el amor cubre multitud de pecados, pero otros necesitan ser traídos a la luz.
Bárbara: Sí.
Nancy: ¿Cómo saber discernir lo que necesita ser cubierto, al menos por ahora? Tal vez la diferencia está en si estamos hablando de pecado o no. ¿Cómo sabes cuándo es el tiempo de traerlo a la luz? ¿Cuándo lo abordas en una conversación? ¿Cuándo lo compartes con alguien que puede dar consejo sabio? ¿O cuándo lo dejas pasar y lo cubres, y esperas que todo mejore?
Bárbara: Pienso que esa es una pregunta desafiante. Una pregunta excelente. Pero nos presenta un desafío, porque mucho depende del estado en que se encuentre nuestro matrimonio. Pienso que depende de la madurez de nuestros esposos en cuanto a lo que podemos decir o no, cuánto podemos hablar con él, y cuánto necesitamos esperar
Diría que generalmente, si es un asunto de pecado, si es algo realmente grande y difícil, como una adicción a pornografía, o algo que fácilmente se clasificaría como pecado, entonces pienso que necesitas acudir por ayuda. Pienso que necesitas hablar con alguien que esté calificado y capacitado para entrenarte, enseñarte y darte consejo respecto a qué hacer como esposa, qué decir y qué no decir.
No pretendo tener respuestas a eso porque pienso que se trata de circunstancias individuales, pero hay cosas que ignoramos. Cuando mi esposo y yo tenemos desacuerdos, y él es áspero conmigo (lo cual es muy raro), o yo soy la que responde ásperamente, generalmente solo lo dejamos pasar. Nosotros dejamos pasar esas cosas porque sabemos que el otro está caminando con Dios, y estamos confiando que escuchará a Dios, y el Espíritu Santo es el que convence de pecado. No es mi trabajo. No es su trabajo. No se supone que yo sea quien le muestre sus pecados, ni se supone que él me señale los míos. Es trabajo de Dios.
Depende de lo que sea. Pienso que si es un pecado que está en control –un patrón de mentira, de manipulación o ese tipo de cosas– se necesitará ayuda calificada para enfocarse en eso. Y como esposa, necesito saber qué hacer con respecto a mi esposo, cómo vivir con él, cómo ayudarle, cómo animarle, y es ahí donde me parece que se necesita sabiduría y consejo calificado.
Débora: Hemos estado escuchando de Nancy DeMoss Wolgemuth y Bárbara Rainey. Ellas nos han estado dando consejos prácticos sobre cómo amar a nuestros esposos. Nancy regresará en unos momentos para orar con nosotras.
Bárbara nos ha estado recordando que debemos ser esposas que, por medio del respeto a nuestros esposos, seamos reflejo de la relación de Jesucristo y Su iglesia.
Ahora, Nancy regresa con nosotras para cerrar en oración.
Nancy: Oh Señor, te ruego que hagas una obra en cada una de nuestras vidas y matrimonios, para que reflejen la hermosura de Cristo, que cuenten la historia, la historia del evangelio, la historia de la redención, que Tú puedes tomar dos pecadores, redimirlos, unirlos y hacer de ellos uno solo.
Esto es un misterio en sí mismo, algo imposible, pero reconocemos que contigo no hay nada imposible, y que en la unión de un esposo y una esposa, en que ambos se someten a honrar y temer a Cristo como el Señor, podemos reflejar el maravilloso Rey, Pastor y Señor que eres.
Así que hacemos esto para Ti, Señor. Decimos: «Sí, Señor, que sea Tu voluntad». Y Señor, en los corazones y los matrimonios de las mujeres que nos escuchan el día de hoy o que han escuchado esta conversación, y allí donde haya profundo dolor, donde haya heridas profundas, fracaso, confusión, donde haya tantas cosas malas, te rogamos que extiendas la mano ayudadora y sanadora de Jesús.
Tú, el que hace nuevas todas las cosas, porque contigo nada es imposible, trae sanidad, trae ayuda, trae esperanza, para que con el tiempo y con el bálsamo de Tu Espíritu Santo aplicado a nuestros matrimonios, puedan ser verdaderamente restaurados y Tú puedas ser glorificado. Te lo pedimos por amor de Tu nombre. Amén.
Débora: Abrazando el diseño de Dios para nuestras vidas juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia Las Américas a menos que se indique lo contrario.
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