Mirando hacia atrás, mirando hacia adelante, día 2
Annamarie Sauter: Puedes comenzar este año confiada en que...
Nancy DeMoss Wolgemuth: Todos los pasos de un hombre son ordenados por el Señor, y no debes temer… nada, nada, nada que toque tu vida este año, tomará a Dios por sorpresa. Puedes estar segura de que Su gracia será suficiente para lo que sea que tengas que enfrentar.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es Génesis 4-7.
¡Espero que estés uniendote a nosotras en la lectura de la Biblia! Ya sea usando tu Biblia favorita o la Biblia Devocional Mujer Verdadera, lee la Biblia junto a nosotras a lo largo de este año 2020. Y más que leerla, dispongamos nuestros corazones a escuchar a Dios y decirle: «Sí, Señor».
Hoy Nancy continúa con la segunda parte del mensaje titulado, «Mirando hacia atrás, …
Annamarie Sauter: Puedes comenzar este año confiada en que...
Nancy DeMoss Wolgemuth: Todos los pasos de un hombre son ordenados por el Señor, y no debes temer… nada, nada, nada que toque tu vida este año, tomará a Dios por sorpresa. Puedes estar segura de que Su gracia será suficiente para lo que sea que tengas que enfrentar.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es Génesis 4-7.
¡Espero que estés uniendote a nosotras en la lectura de la Biblia! Ya sea usando tu Biblia favorita o la Biblia Devocional Mujer Verdadera, lee la Biblia junto a nosotras a lo largo de este año 2020. Y más que leerla, dispongamos nuestros corazones a escuchar a Dios y decirle: «Sí, Señor».
Hoy Nancy continúa con la segunda parte del mensaje titulado, «Mirando hacia atrás, mirando hacia adelante».
Nancy: William Borden creció en un hogar adinerado y socialmente prominente en la ciudad de Chicago. Él era el heredero de la Hacienda Lechera Borden. ¿Quizás has escuchado hablar de la marca de leche Borden? Él era el heredero de toda esa fortuna, y las oportunidades y las opciones que tenía ante él eran casi infinitas. Cuando se graduó de la escuela secundaria a la edad de dieciséis años (eso fue en 1904), sus padres le regalaron un crucero alrededor del mundo por motivo de su graduación.
Ahora, Bill había entregado su vida a Cristo cuando era un niño, pero mientras navegaba ahora como un adolescente de un continente a otro, Dios sencillamente rompió su corazón ante las necesidades, las necesidades espirituales de las personas que conoció en diferentes lugares del mundo. En respuesta a esto, sintió que Dios lo estaba llamando a dar su vida para servir a Cristo como misionero.
Humanamente hablando, Bill Borden tenía mucho que perder. Nunca había estado menos que cómodo y bien cuidado, pero en una entrada de su diario que hizo durante su estadía en la universidad de Yale, mientras se preparaba para ir al ministerio, expresó su deseo de entregar su vida de todo corazón a los propósitos de Dios.
Escribió: «Señor Jesús, decido retirar mis manos en lo que respecta a mi vida. Te pongo a Ti en el trono de mi corazón. Cambia, limpia, utilízame como Tú escojas hacer». Ese fue realmente un punto decisivo para Bill Borden. El punto central quedó resuelto para él; de Quién era la vida, a Quién pertenecía (o pertenece) y cuál era el propósito de su vida. No era ganar dinero, no era vivir en una posición socialmente prominente, sino entregar su vida por la causa del evangelio.
Cuando se graduó de Yale, finalmente llegó el momento de irse al campo misionero, y se dirigió a China, donde esperaba poder llegar a los musulmanes con el evangelio de Cristo. Pero su ruta lo llevó primero a Egipto, donde planeó estudiar árabe. Mientras aún estaba en Egipto, antes de llegar a China, Bill Borden contrajo meningitis y murió menos de un mes después, a la edad de veinticinco años.
Cuando se conoció su testamento, se descubrió que dejó toda su fortuna de aproximadamente un millón de dólares, lo cual no es una cantidad pequeña en ninguna época, pero en 1904 era una gran cantidad de dinero, dejó toda esa fortuna para ser invertida en la causa de Jesucristo, y eso no incluía los miles de dólares que ya había donado durante su corta vida. Bill Borden rindió todo lo que el mundo considera importante: sus planes, sus esperanzas, sus sueños, su carrera, su dinero, sus posesiones, y en última instancia, su vida.
Ahora, desde el punto de vista terrenal, muchos considerarían a Bill Borden como un perdedor, pero desde la perspectiva del cielo, todo lo que hizo fue renunciar a lo que de todos modos era temporal a cambio de las riquezas eternas del reino de Dios.
Después de la muerte de Borden, se descubrieron tres frases que estaban escritas en la parte posterior de su Biblia, tres frases que resumen su corta vida, pero su vida rendida y sacrificada. Estas tres frases son:
- Sin reservas
- Sin vuelta atrás
- Sin remordimientos.
Ese era también el corazón del apóstol Pablo. Lo lees por ejemplo en el capítulo 3 de Filipenses, comenzando en el versículo 8: «Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo».
Lo que Pablo está diciendo es: «Si acumulo todo lo que pude haber tenido», educación, dinero, fama, reputación, prestigio, posición. . . todas estas cosas que el apóstol Pablo pudo haber tenido, dijo: «Lo cambiaría todo por Jesús, y todavía sería un hombre rico. Eso es todo lo que me importa». Lo que él está diciendo es: «Lo quiero a Él, a Él más que a cualquier otra cosa». Y sigue diciendo:
«Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe, y conocerle a Él, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, llegando a ser como Él en su muerte» (v.8-10).
Estas son las resoluciones de la vida de Pablo. No solamente de un Año Nuevo, sino durante todo el año, todos los años, «que yo lo conozca –a Cristo– y el poder de su resurrección, y pueda compartir sus sufrimientos» (v. 10). La mayoría de nosotras no pusimos eso en nuestras resoluciones de Año Nuevo. Pero Pablo dijo: «No solo quiero conocerlo a Él, sino que quiero conocer el poder de Su resurrección» (parafraseado).
Bueno, el punto es que no llegas a la resurrección hasta que has pasado por la cruz. Así que quiero «. . . compartir Sus sufrimientos, volviéndome como Él en Su muerte, para que de cualquier modo posible, pueda obtener la resurrección de entre los muertos» (vv. 10-11).
Luego entra en el versículo 12, y habla de esforzarse para alcanzar la meta, buscar todo lo que Dios tiene para él. Él dice: «No es que ya haya alcanzado esto (esto de conocerle a Él y el poder de Su resurrección y compartir Sus sufrimientos). Aún no lo he alcanzado, y no es que ya sea perfecto, pero sigo adelante para hacerlo mío, porque Cristo Jesús me ha hecho suyo. Hermanos, no considero que lo haya hecho mío. Pero una cosa hago: olvidando lo que hay detrás y esforzándome por alcanzar lo que está por delante, sigo avanzando hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (v.12-14).
Si fueras a resumir la vida del apóstol Pablo desde el momento en que conoció a Cristo hasta el momento en que fue al cielo, podrías decir: «Sin reservas, sin vuelta atrás, sin arrepentimientos».
Quiero desafiarte, ya que Dios ha estado desafiando mi corazón, para avanzar hacia la meta en este año que comienza, no simplemente dejándome llevar por la corriente o dejando entrar agua en el bote, no solo dejando que la vida pase, sino siguiendo hacia la meta.
Hablamos en la última sesión sobre cómo hacer resoluciones cuando miramos hacia el año venidero, hacer resoluciones que por la gracia de Dios y el poder de Su Espíritu Santo, son formas en que queremos avanzar hacia la madurez espiritual, volviéndonos más como Cristo.
Me hace pensar en esa antigua canción del evangelio que me encantaba cantar que dice:
«He resuelto no vivir hechizada por los deleites del mundo
Cosas sublimes; cosas nobles son las que han cautivado mi vista».
(«Estoy resuelto», por Palmer Hartsough)
¿Qué son esas cosas? Es Cristo, es la corona, es el trono, es verlo y conocerlo y ser como Él. Eso es lo que ha atrapado nuestra vista, cosas que son más sublimes.
Ayer te desafié a que hicieras estas resoluciones de las que hablamos, y si no estuviste con nosotras en el programa de ayer, te animo a que lo escuches en AvivaNuestrosCorazones.com, escúchalo y en la transcripción hay una lista de preguntas, muchas de ellas hechas por Don Whitney, y otras que hemos agregado y que puedes considerar y hacerlas al Señor. Preguntarle y tú misma reflexionar, cómo quieres continuar en este año que comienza, qué resoluciones el Señor quiere que hagas.
Y en el día de hoy quiero agregar algunas ideas de lo que compartí ayer, además de hacer resoluciones, como hablamos ayer, vamos a ver unas cuantas palabras más con «r» para el inicio de este año, la palabra renunciar. Renuncia al control sobre las cosas, sobre tí misma, sobre tu orgullo, sobre tus planes, sobre tus metas. Renuncia, déjalas ir, entrégaselas al Señor. Cualquier cosa que te impida convertirte en todo lo que Dios quiere que seas, déjala ir.
Me han escuchado hablar en el pasado en este programa sobre John y Betty Stam, quienes fueron unos jóvenes discípulos fieles de Jesucristo, graduados del Instituto Bíblico Moody, según recuerdo. En 1935 fueron martirizados como misioneros en China.
Betty solo tenía veintisiete años de edad, y en ese momento tenía una bebé. Pero antes de su muerte, ella escribió esta oración donde dijo:
«Señor, renuncio a mis propios propósitos y planes, a todos mis deseos, esperanzas y ambiciones, y acepto tu voluntad para mi vida. Me entrego a mí misma, mi vida, todo mi ser para siempre a Ti. Entrego a Tu cuidado todas mis amistades. Todas las personas que amo deben ocupar el segundo lugar en mi corazón. Lléname ahora y séllame con Tu Espíritu. Haz toda tu voluntad para mi vida a cualquier costo, porque para mí vivir es Cristo. Amén».
Si pudiera escribir un epitafio para Betty Stam, podría decir: «Sin reservas, sin vuelta atrás, sin remordimientos». Ella perdió su vida a los veintisiete años, pero no se arrepiente. Ella había renunciado a todo lo que era. Puso todo lo que tenía en Sus manos para que Dios lo guardara. Ahora, no significa que todas esas cosas fueran malas —amigos, familia, futuro— lo que ella quiso decir fue que ella se las daba al Señor, se las entregaba a Él para dejar que Él hiciera con ellas lo que Él quisiera.
Al comenzar este año, quiero desafiarte a aceptar el llamado de Dios.
El pasado mes de mayo fui a una ceremonia de graduación de la escuela secundaria. Una de las maestras habló al inicio de la ceremonia, y desafió a esos jóvenes de una manera que no sé si ellos escucharon tan cuidadosamente como lo hice yo, no han vivido tanto pero espero que realmente estuvieran escuchando. Ella los desafió a abrazar el llamado de Dios para sus vidas, a no resistirlo, no solo tolerarlo, no solo soportarlo, y ella fue muy transparente con ellos.
Probablemente ella esté alrededor de los cincuenta años, y dijo que deseaba haber sabido esto cuando sus hijos eran pequeños cuando ella simplemente se sometía y soportaba la voluntad de Dios. No era que a ella le molestara tener hijos, pero pensaba: «Tengo que soportar esto, tengo que resistir». Ahora, hay una resistencia en todas las etapas de la vida cristiana que es necesaria, pero ella dijo: «Ojalá hubiera sabido cómo abrazar la voluntad de Dios». Solo puedes abrazar la voluntad de Dios cuando le entregas la tuya propia a Él.
«Señor, sé lo que quiero que suceda en este matrimonio. Sé lo que quiero que suceda con estos niños. Sé lo que quiero que pase con mi salud. Sé lo que quiero que suceda con mi trabajo, pero renuncio a todo esto: mis planes, mi futuro, mis ambiciones».
Esa oración de Betty Stam la he orado muchas veces a lo largo de los años. Expresa el deseo de mi corazón. Espero que al comenzar este año se convierta en tu oración y deseo también, vivir una vida de entrega incondicional, una entrega a Jesús como el Señor.
Y luego de haber renunciado a todo eso, quiero desafiarte a avanzar, a avanzar, a ejercitar la fe a medida que avanzas en este año, a caminar este año por fe, a caminar no por vista, no por miedo, sino a confiar en que Él es el Dios de lo conocido y lo desconocido. Él es el Dios que tiene tu vida en Su mano y las vidas de aquellos a quienes amas. Todos los días de este año que comienza, si Dios nos da más días en este año 2020, puede que regrese Jesús, lo que sea, pero avanza con fe a lo que Dios tiene para ti en este año.
Nuevamente, permíteme citar las palabras de una canción que ya no cantamos muy a menudo, y que expresa el deseo de mi corazón, y que creo que también el tuyo:
Sigo hacia adelante en el camino ascendente
Nuevas alturas alcanzo cada día
Orando y comprometida a continuar
«Señor, afirma mis pies en las alturas»
Señor, levántame y permíteme permanecer de pie
Por fe en el altiplano celestial
Una planicie aún más alta que la que conozco
«Señor, afirma mis pies en las alturas»
Quizás pienses: «Parece que el compositor solo quiere irse al cielo». Bueno, creo que quería ir al cielo, pero también creo que el compositor quería vivir de una manera celestial mientras estuviera aquí en la tierra, extendiéndose hacia lo que Dios tenía por delante, como dice el apóstol Pablo: «Continúo hacia la meta, me extiendo hacia adelante, para aferrarme a aquello por lo que Dios me alcanzó» (Fil. 3:12, parafraseado).
La canción continúa:
«Mi corazón no anhela quedarse.
Donde surgen las dudas y los temores consternan;
Aunque algunos moran donde estos abundan,
Mi oración, mi meta, son las alturas.
Quiero vivir por encima del mundo,
Aunque Satanás arroje sus dardos hacia mí
Porque la fe ha escuchado el alegre sonido
Del canto de los santos en las alturas
Quiero escalar a la máxima altura
Y contemplar un destello de brillante gloria;
Oraré hasta el cielo encontrar,
«Señor, guíame a las alturas».
(«Higher Ground» por Johnson Oatman, Jr.)
¿Y podríamos decir que es esa tu oración cuando piensas en este año que comienza? «Señor, quiero seguir adelante. Quiero avanzar hacia adelante, hacia Ti, hacia el premio, hacia todo aquello para lo que me creaste, para conformarme a la imagen de Jesucristo».
Escucha, la mayoría de las personas que están celebrando la llegada de este nuevo año, no serán diferentes en un año a partir de ahora, quizás estarán más atrapadas por el pecado, más esclavizadas, más culpables, más temerosas. Pero quiero decirte que puedes seguir adelante, hacia arriba, creciendo, floreciendo, floreciendo en la casa del Señor, transformándote cada vez más en quien Él te creó para que fueras.
Así que abandona, alcanza, y luego descansa. Tú te preguntarás: «¿Estás hablando de esforzarse, estirarse y estirarse, y ahora nos estás diciendo que descansemos?» Sí. Descansa en el Señor, descansa en Su soberanía, descansa en Su gracia al enfrentar el año que comienza.
Hace poco envié una felicitación de cumpleaños a un amigo y le dije: «No sabemos lo que nos espera, pero al reflexionar, sabemos que Él es fiel y que Su bondad y misericordia nos seguirán de seguro todos los días de nuestras vidas».
Algunas de ustedes están viviendo en medio de la angustia. Algunas de ustedes no saben si su compañero estará vivo el próximo año, en realidad, ninguna de nosotras lo sabe. No sabes lo que está por venir, pero lo que sí sabes es que Dios ha sido fiel. Él te ha traído a este punto, y te llevará a través de los próximos días. Su bondad y Su misericordia te seguirán seguro, te cuidarán, serán como guardaespaldas para ti todos los días de tu vida.
Déjame decirte que a medida que avanzas en años, no puedes ir a ningún lado sin la bondad, la misericordia y la gracia de Dios que te siguen todos los días de tu vida, a cada lugar a donde vas.
Ahora, puedo asegurarte que en el próximo año habrá giros inesperados en el camino, espéralos. Cosas que no estabas anticipando, cosas que hoy no sabes y que no tienes ni idea que van a pasar, pero Dios lo sabe. Él ordena los pasos del hombre. Todos los pasos de un hombre son ordenados por el Señor, y no tienes que temer.
No tienes que temer las dificultades, no tienes que temer al sufrimiento. Vendrá. Vendrá en dosis pequeñas o grandes, o ambas, pero no debes temer. Puedo asegurarte, y necesitamos asegurar nuestros propios corazones y animarnos unas a otras con estas palabras: Nada, nada, nada que toque tu vida este año tomará a Dios por sorpresa.
Ahora, algunas de ustedes necesitarán regresar y escuchar esto dentro de seis meses a partir de ahora, cuando te encuentres en medio de lo que te dije que vendría, y recordarte que esto no tomó a Dios por sorpresa. Nada de lo que enfrentes este año que comienza, será más grande de lo que Él puede manejar. Nada escapará a Su ojo vigilante y cuidadoso.
Algunas de ustedes tienen por delante una mudanza significativa, un importante cambio en el trabajo, una nueva adición en su familia. Algunas de ustedes están enfrentando la etapa del nido vacío, y ya no tendrán a sus hijos con ustedes.
Una mujer me dijo el otro día –ella estaba llorosa– nos paramos en la iglesia y hablamos y me dijo: «Estoy enfrentando este cambio en mi vida, y no sé quién soy ni qué se supone que debo hacer». Era un cambio importante en la vida.
Algunas de ustedes, literalmente se enfrentarán a un cambio en la vida, a diferentes temporadas de la vida, y solo quiero decirte que puedes estar segura de que nada se escapa de Su atención y Su atención vigilante. Él es el Señor.
- Puedes descansar en Su soberanía
- Puedes descansar en Su amor
- Puedes descansar en Su gracia
Oh, qué palabra más asombrosa es esta, gracia. Puedes estar segura de que Su gracia será suficiente para lo que sea que tengas que enfrentar.
Y quizás tú pienses: «Pero mis circunstancias son tan grandes, son enormes». Su gracia es más grande. Su gracia será suficiente para ti. Es suficiente para ti hoy, y será suficiente para ti mañana.
Porque en las cosas que anticipas o las que no tienes ni idea que vendrán, Él no te fallará. Esa es una de las cosas más deleitosas y reconfortantes que vienen después de años de caminar con el Señor, tienes un historial con Dios. Miras hacia atrás y dices: «Él nunca, nunca me ha fallado, y no solo no me ha fallado a mí, sino que también miras hacia atrás en el curso de la historia de la humanidad, desde los días de Abraham, Moisés, David, Pablo y Pedro, y ves que Dios nunca les ha fallado a sus hijos. ¿Y va a comenzar a fallar conmigo este año?» De ninguna manera. Él no te fallará.
Y permíteme decir esto: Las cosas más difíciles que enfrentes este año pueden llegar a ser las mayores bendiciones de tu año.Y tú dirás: «Bueno, es difícil imaginar cómo el cáncer o la muerte de un ser querido o mis hijos que ya no están en casa, cómo todas estas cosas podrían ser bendiciones».
Pero ¿sabes? Cualquier cosa que nos haga necesitarle, cualquier cosa que nos haga poner de rodillas, todo lo que nos acerca a Su corazón es, de hecho, una bendición. Cualquier cosa que nos haga más semejantes a la imagen de Su Hijo Jesucristo, es una bendición. Y si Jesús aprendió la obediencia a través de las cosas que sufrió, ¿crees que podemos llegar a ser como Jesús, y convertirnos en siervas obedientes e hijas del Señor, sin sufrir?
Ya ves que dijimos que queremos la resurrección. Queremos el terreno más alto. Queremos todas las glorias de la vida santificada y glorificada sin pasar por el proceso de la cruz. Pero Dios dice: «No. No hay atajos. Abraza la cruz».
Y podemos al mirar hacia atrás, ver que esos dolores, esas pérdidas han sido aquellas cosas que nos señalaron a Cristo y que produjeron en nosotras, que formaron en nosotras, y nos moldearon a la semejanza de Jesucristo.
Así que puedes estar segura de en la medida que Él te lleve al fuego en los próximos días, Él estará contigo en medio del fuego, y Él te sacará de forma que ni un solo cabello de tu cabeza se queme. Él te librará en Su camino y en Su tiempo.
El apóstol Pablo dijo en Hechos capítulo 20: «Ahora, he aquí, voy a Jerusalén, constreñido por el Espíritu, sin saber qué me sucederá allí, excepto que el Espíritu Santo me testifica en cada ciudad que el encarcelamiento y las aflicciones esperan». (vv. 22-23).
«Y ahora, he aquí que yo, atado en espíritu, voy a Jerusalén sin saber lo que allá me sucederá, salvo que el Espíritu Santo solemnemente me da testimonio en cada ciudad, diciendo que me esperan cadenas y aflicciones» (vv. 22-23).
Es algo de lo que les hemos estado hablando sobre el próximo año. No sabes lo que sucederá, pero sí sabes que habrá dificultades. Escuché cómo Pablo tenía una perspectiva que lo ayudó a lidiar con esa misma idea.
Él dijo: «Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del evangelio de la gracia de Dios» (v.24).
Y así, la vida del apóstol Pablo podría resumirse: Sin reservas, sin vuelta atrás, y sin remordimientos.
Eso es lo que oro por ti. Eso es lo que quiero para ti. Eso es lo que quiero que se diga de mí al pensar en este año que comienza.
Permíteme recordarte que se acerca el día en que ya no habrá más dolor, ni más tristeza, ni más lágrimas, ni más muerte, ni más oscuridad, ni más noche. Ese día se acerca, pero hasta entonces, aférrate a Cristo, descansa en Él, descansa en Su soberanía, descansa en Su gracia y descansa en Su amor.
Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado compartiendo con nosotras algo que todas necesitamos al inicio de un nuevo año: valentía que proviene de una relación con Dios.
El programa de hoy concluye la serie titulada, «Mirando hacia atrás, mirando hacia adelante». Si te gusta tomar notas y no pudiste, o quieres imprimir este contenido para compartirlo con otras mujeres, encuentra la transcripción de este programa y de programas anteriores en AvivaNuestrosCorazones.com.
En la transcripción de cada día también te informamos de algunos recursos relacionados al programa. Un recurso que puedes descargar hoy se titula, «31 preguntas para el nuevo año». Visítanos en AvivaNuestrosCorazones.com y haz uso de este recurso para profundizar en lo que has estado escuchando.
Nancy: Me gustaría orar una bendición sobre ti al comenzar este año, así que oremos juntas.
Oh Señor, te agradezco por mis hermanas, estas mujeres verdaderas que han caminado juntas contigo y con Tu gracia y conmigo en nuestro ministerio durante este año que terminó. Gracias, Señor, por haber sido tan fiel. Gracias porque has derramado gracia sobre gracia en nuestras vidas.
Y ahora que nos enfrentamos al año que comienza, ayúdanos a hacerlo con alegría, con fe, con anticipación. Ayúdanos a renunciar a nuestro control sobre cualquier cosa que pueda tener control sobre nosotras que no seas Tú. Ayúdanos a avanzar y a ejercitar la fe y a continuar hacia un terreno más alto, hacia las alturas. Ayúdanos a descansar en Tu soberanía impresionante, en Tu amor y en Tu gracia.
«Y que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará» (1 Tes. 5:23-24).
Annamarie: ¿Puedes confiar en Dios aun cuando la vida parece no tener sentido? Elisabeth Elliot fue retada con esta pregunta cuando su esposo, Jim, fue martirizado en una jungla en Ecuador. Mañana ella te enseñará cómo el sufrimiento es una oportunidad para mostrar lo que crees acerca de Dios. Acompáñanos en el próximo programa de Aviva Nuestros Corazones.
Leyendo la Biblia juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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Recursos del Episodio
PDF «31 preguntas para el nuevo año»
Serie «Permanezcamos juntas en la Palabra de Dios»
Biblia Mujer Verdadera «Muestra del libro de Juan»
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