Mamá: Aférrate a la cruz
Dannah Gresh: Este es el problema: ¡ninguna madre es perfecta! Kristen Wetherell dice que la solución se encuentra en las buenas noticias acerca de Jesús.
Kristen Wetherell: Esto es precisamente por lo que Jesús vino: Él vino por los pecadores. Yo puedo aferrarme a la cruz y a la resurrección victoriosa de Cristo, en la que Él no solo perdona todos mis pecados, sino que me cubre con Su perfecta obediencia.
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de Quebrantamiento: El corazón avivado por Dios, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 18 de diciembre de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si eres madre, el programa de hoy es para ti. Y antes de comenzar quiero que pienses en algunas de las formas en que usas tus manos y cómo a veces puede haber una desconexión entre lo que están haciendo tus manos y dónde …
Dannah Gresh: Este es el problema: ¡ninguna madre es perfecta! Kristen Wetherell dice que la solución se encuentra en las buenas noticias acerca de Jesús.
Kristen Wetherell: Esto es precisamente por lo que Jesús vino: Él vino por los pecadores. Yo puedo aferrarme a la cruz y a la resurrección victoriosa de Cristo, en la que Él no solo perdona todos mis pecados, sino que me cubre con Su perfecta obediencia.
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de Quebrantamiento: El corazón avivado por Dios, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 18 de diciembre de 2023.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si eres madre, el programa de hoy es para ti. Y antes de comenzar quiero que pienses en algunas de las formas en que usas tus manos y cómo a veces puede haber una desconexión entre lo que están haciendo tus manos y dónde podría estar tu corazón en ese momento.
Por ejemplo, tal vez estés en esa etapa en la que tus manos se extienden para sostener y mecer a tu bebé recién nacido. ¡Amas a ese bebé con todo tu corazón! Pero puede haber momentos, incluso mientras estás meciendo a ese bebé, en los que te sientes abrumada. Quizás piensas que has perdido parte de la libertad que tenías antes de que llegaran los niños.
Tal vez seas una madre con una casa llena de niños en edad preescolar y niños pequeños, y estás usando tus manos en esta temporada para meterlos a todos en la bañera al mismo tiempo…¡porque hay mucho que hacer! Estás tratando de ser eficiente y estás tratando de manejar parte del caos.
Quizás tienes niños en edad de escuela primaria y puedes usar tus manos para peinar el cabello enredado de tu hija en trenzas bien recogidas. Pero tal vez, justo hoy, estabas distraída mientras tu hija hablaba y hablaba. ¿Sabes a lo que me refiero?
O podrías ser la madre de un estudiante de secundaria y a menudo te encuentras diciéndoles a tus hijos: «Dejen el celular. ¡No estén en las redes sociales todo el tiempo!» Pero luego te encuentras a ti misma y tus manos deslizándose sin cesar y sin pensar a través de tus redes sociales, incluso tal vez utilizando tu teléfono como un escape.
Quizás, como yo, no eres madre biológica pero tus manos se extienden a muchas personas a tu alrededor desempeñando el papel de madre en sus vidas. Pero estás cansada de tratar de ser una madre para todas estas personas.
Cualquiera que sea la etapa de la vida en la que te encuentres, ¡lo que estás a punto de escuchar es para ti! Es realmente para todas nosotras, porque todas a veces sentimos esa brecha entre lo que hacen nuestras manos y lo que sienten nuestros corazones.
Hoy vamos a escuchar lo que Jesús ha hecho por nosotras al cerrar esa brecha. Nuestra invitada de hoy es Kristen Wetherell. Ella es la autora del libro llamado Esperanza en medio del dolor. También escribió un libro llamado Fight Your Fears.
Kristen es esposa y madre de dos niños pequeños. Hace un tiempo ella y Dannah se conectaron en una videollamada para hablar sobre su último libro titulado: Humble Moms: How the Work of Christ Sustains the Work of Motherhood (en español sería, Madres humildes: cómo la obra de Cristo sostiene el trabajo de la maternidad. Pero solo está disponible en inglés). ¿No te encanta ese título? La obra de Cristo sostiene nuestro trabajo, ya sea el trabajo de la maternidad o cualquier otro trabajo que estemos llamadas a hacer.
Ahora escuchemos juntas esta conversación entre Dannah y Kristen Wetherell.
Dannah: Kristen, ¿qué es lo mejor de ser mamá?
Kristen: ¡Wow! ¡No puedes hacerme esa pregunta! ¡Hay tantas cosas buenas de ser mamá! Pero creo que una de ellas es pasar la mayor parte de mis días viendo a mis hijos descubrir cosas, ¡cosas que para mí se han vuelto aburridas!
Hoy estuve pensando en eso. Mi hijo estaba jugando con masilla para niños, y en casa tenemos una máquina de juguete que hace formas, ¡y él estaba fascinado! Me encantaba mirar su carita de felicidad, porque ¿cuántas cosas se vuelven tan aburridas para nosotras a medida que envejecemos? Así que, ¡me encanta!
Dannah: Así es, el asombro y la maravilla, son cosas que podemos ver en la carita de un niño pequeño. Hace un tiempo lo vi en el rostro de mi nieta Zoe. La llevé a conocer nutrias por primera vez. Las nutrias son bastante asombrosas y maravillosas. ¡Pero ver esa mirada en su rostro me hizo mirar a las nutrias con nuevos ojos! Es una parte hermosa de la maternidad (¡y de ser abuela también!)
Ahora, Kristen, ¿qué es lo más difícil de ser mamá?
Kristen: Bueno, tengo dos niños muy pequeños. Tengo uno de cuatro años y otro de dos años, así que creo que en este momento la parte más difícil es el agotamiento físico. Es físicamente muy demandante y no se parece a nada que haya vivido antes.
Ya sabes, tienes que estar disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana, hasta que tus hijos crezcan y se vayan de casa. Aún así, estás a una llamada de distancia. Pero en este momento, las demandas físicas son difíciles. Personalmente todavía lucho con un poco de dolor crónico, así que eso combinado con las demandas físicas es realmente difícil.
Dannah: Kristen, quiero ser honesta ahora. ¿Alguna vez tu corazón ha estado en otros lugares mientras tus manos están en el trabajo de la maternidad? ¿Puedes contarnos un momento en el que te haya pasado eso?
Kristen: Bueno, hace un tiempo, mis hijos y yo fuimos a caminar al parque. Yo vivo en Chicago; ese día, el invierno finalmente estaba terminando y la primavera casi comenzaba. A mis hijos les encanta la primavera porque pueden salir afuera para gastar toda su energía y no estar encerrados en casa por la nieve.
Ese día yo estaba físicamente muy cansada por varias razones. Estábamos caminando en el parque y yo oraba porque no quería estar allí en ese momento. Lo gracioso de esto es que yo ni siquiera sabía lo que quería hacer realmente. Fue como: «¿Qué me daría descanso en este momento? ¿Tal vez relajarme y subir los pies, tal vez leer un libro?»
Pero tuve que confrontar ese sentimiento, porque no es verdad que ciertas cosas nos van a dar el descanso que nuestros corazones y nuestras almas anhelan, incluyendo mi pensamiento de esa mañana: Estoy haciendo todas estas cosas por mis hijos, pero mi corazón no está en hacer esto.
Es algo con lo que casi todo el tiempo tengo que luchar.
Dannah: Entonces, ¿estás diciendo que, al menos esa mañana, fue el agotamiento lo que provocó la desconexión entre tu corazón y tus manos?
Kristen: Sí, esa pudo haber sido una causa. Somos personas completas: Dios nos creó con cuerpo, mente y alma, así que no dudo que el agotamiento físico puede provocar ese sentimiento. Realmente creo que es algo particular del corazón humano.
En esencia, preferimos ser servidos a servir. Esa es nuestra inclinación natural por el daño que el pecado ha provocado en el corazón humano. Así que creo que eso, en sí mismo, es algo con lo que tenemos que tratar y lidiar. Incluso como creyentes, todavía tenemos esa lucha.
Dannah: Y Kristen, mientras estamos hablando, pienso en el hecho de que Jesús vino para que tengamos no solo vida, sino vida abundante; y no solo la vida eterna, sino ahora mismo, aquí mismo en Chicago, cuando estás cansada con tus niños pequeños, ¡Él quiere que tengas una vida abundante!
Entonces, ¿qué te ha ayudado a salir de ese lugar donde tu corazón está desconectado de la maternidad?
Kristen: Me asombra, pero no me sorprende que me preguntes eso. Precisamente, esa mañana oraba Juan 10:10 mientras caminaba. Pasé un tiempo leyendo el Evangelio de Juan y descubrí que esa promesa de Cristo me da vida.
¡Y me encanta eso! El pastor de nuestra iglesia dijo una vez en un sermón basado en ese versículo: «Jesús tiene más para darte de lo que todavía tienes que recibir de Él». ¡Esa fue una buena y clara explicación de ese versículo! Definitivamente ayudó a entenderlo mejor.
Así que, esa mañana, creo que el primer paso fue reconocer el lugar en el que estoy, y reconocer que Jesús no me está rechazando por lo que estoy sintiendo. ¡Qué hermoso es que Él sea completamente Dios y completamente hombre!
Él sabe lo que es estar cansado y débil y se acerca a mí cuando me encuentro así. Así que creo que el primer paso es reconocer que Él está cerca, que Él se preocupa, y que yo tengo la capacidad de reconocer el estado de mi corazón en este momento.
Dannah: C.S. Lewis dijo algo así (y probablemente voy a citar mal esto): «Lleva a Dios lo que está en tu corazón, no lo que debería estar en tu corazón». ¡Cuánta honestidad! A veces queremos venir con todas las palabras correctas y con los sentimientos correctos. Pero Dios sabe que te sientes desconectada, cansada y abrumada por la maternidad. Solo díselo y llévaselo a Él.
Kristen: Así es, Jesús mismo nos invita a hacerlo. En Mateo 11:28, Él dice: «Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar», (énfasis añadido). Él no dice: «Ven a Mí si crees que puedes levantarte por ti misma y poner una cara feliz». No, Él está diciendo: «Ven a Mí desde el lugar en el que te encuentras». ¡Creo que esa es una hermosa invitación para las madres cansadas!
Dannah: Correcto, esa es una hermosa invitación para las madres cansadas, las abuelas cansadas, los papás cansados, los abuelos cansados, las mujeres solteras cansadas. Es una buena invitación para todos nosotros. Si te sientes cansada y agotada hoy, ¡ven a Jesús!
Kristen: ¡Él tiene vida y te la dará en abundancia!
Dannah: ¡Amén! Bueno, ya dijiste que el primer paso para ti es…
Kristen: Reconocer el lugar en el que estoy delante de Él, y orar desde allí. Creo que se trata de clamar a Él. Muchas veces en el Evangelio de Juan Jesús les dice a sus discípulos que pidan.
«Si pides de acuerdo a Mi voluntad, lo vas a recibir. Vas a tener la vida que quiero darte» (ver Juan 16:24). A menudo me pregunto con qué frecuencia no voy a Jesús con mi necesidad porque de alguna manera no creo que Él pueda satisfacerla.
De alguna manera no confío en que Él sea bueno, en que Él sea vida y que me imparte vida. Es una verdad que me ha confrontado. Cuántas veces termino vagando, buscando vida y descanso en otras cosas que no son intrínsecamente malas.
Dormir una siesta en mi sofá es un buen regalo de Dios, pero si espero que esa siesta me suministre algún tipo de satisfacción profunda del alma que solo Jesús puede darme, no estoy recurriendo a lo correcto en mi cansancio. Así que creo que a menudo no confío en que Dios es bueno y que va a cumplir esta promesa de darme verdadero descanso.
Dannah: Kristen, ¿cuáles son algunas otras cosas a las que recurrimos en nuestro agotamiento como madres, que podrían ser un indicador para que nos demos cuenta de que estamos recibiendo eso como un buen regalo o que estamos confiando y creyendo en eso de la manera en que deberíamos estar creyendo en Cristo?
Kristen: Un claro indicador para mí es el control. La hora de la siesta es un buen ejemplo. Si las actividades anteriores a la hora de la siesta no salen como me hubiera gustado y en mi horario, el fruto de eso es evidencia de que probablemente estoy idolatrando el control, porque me enojo.
Cuando mi actitud debería ser como la de Jesús, cuando de manera tan hermosa dijo ante Su Padre: «He venido para hacer la voluntad del Padre. Mi comida es hacer la voluntad del que me envió» (ver Juan 4:34) ¡Es tan liberador simplemente decir: «Señor, Tú eres soberano; conoces este día incluso mejor que yo. Tú lo has planeado y por eso puedo confiar en Ti en este momento en que este día no va de acuerdo a mi agenda»!
Yo tiendo a querer controlar las cosas. Estoy muy convencida de eso.
Dannah: Sí, las siestas y el control. ¿Se te ocurren otras cosas a las que somos propensas a recurrir como madres, en lugar de Cristo?
Kristen: Sí, los medios de escape como el entretenimiento. Creo que el entretenimiento es probablemente el indicador más grande. Tal vez para algunas mujeres sea la comida o alguna otra cosa que podamos disfrutar.
Y de nuevo, estas cosas en sí mismas no son malas, son buenos regalos de Dios. Pero ¿recurro a las redes sociales, al correo electrónico o al trabajo que estoy haciendo o a Netflix como un medio para tratar de olvidar o no «ser mamá en ese momento» –aunque el trabajo nunca termine?
Dannah: Sabes, Kristen, una de las cosas que muchas de mis amigas que todavía están en plena maternidad me han dicho, es que los últimos dos años han sido impredecibles. El no saber: «¿La escuela dominical está funcionando o no? ¿La escuela bíblica estará disponible o no? ¿Habrá campamento o no?
Muchas de mis amigas me han dicho: «Sabes, me di cuenta de cuánto deseaba que esa semana en la que mis hijos estaban en el campamento fuera un descanso para mí». No es que no sea algo bueno. Pero una madre me dijo: «Estaba confiando tanto en eso, al punto de que se convirtió en una especie de ídolo para mí y para mi esposo que esa semana llegara».
Y luego me dijo: «¡Me encanta esa semana! No estoy diciendo que no quiero que llegue. Pero me refiero a que quiero vivirla de manera diferente». Y si eso también es cierto para ti, podrías preguntarte: «¿Estoy recibiendo esto como un buen regalo? ¿O estoy confiando y teniendo fe en eso de la misma manera en que debería dirigir mi fe y mi confianza hacia Dios?»
Kristen, acabas de decir algo muy importante que a veces nos genera una crisis de fe.
Kristen: Totalmente. Creo que expone la realidad de nuestro corazón cuando estas cosas se vuelven más importantes para nosotras; incluso más que otras personas, más que nuestros hijos. Dios nos llama a amarlo a Él primero con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, mente y fuerzas. Él es quien nos da el poder para hacer lo que debemos hacer, ¡y lo alabamos por eso!
Luego nos llama a amar a nuestro prójimo como a nosotras mismas. Estamos llamadas a amar a los demás, pero ¿con qué frecuencia dejo a los demás a un lado (es decir, a mis hijos) para obtener lo que preferiría en ese momento?
Creo que cuando esas cosas o esas oportunidades, incluso personas, se vuelven más importantes que las prioridades de Dios para nosotras, ahí es cuando se convierte en un problema.
Dannah: Sí, en un gran problema. Y pienso ahora en los momentos en que, como madre, tenía una verdadera y profunda necesidad de Jesús. Y sé que muchas de nuestras oyentes que son madres pueden pensar en esos momentos en los que el bebé tiene fiebre, cuando tu hijo está enfermo, cuando no estás segura de si tu hijo que es estudiante de primer año entrará al equipo de fútbol, todas esas cosas… Es en esos momentos que debemos correr a Jesús, porque es en Él que crece nuestra fe. Debemos creer con todo nuestro corazón y decir: «Señor, sé que te preocupas por mí. Sé que te preocupas por mi hijo».
Pero donde a mí más me costó, y donde todavía me cuesta a veces, es en esas horas en las que me aburro o me agoto. Y me surge esta pregunta: ¿Por qué no orar para que en medio de esas horas de sentirme así mi fe crezca? Quiero decir, ¿no es eso más fácil de manejar para el Señor que la fiebre o el baloncesto? ¿Correcto? ¿Crees que eso es cierto en tu vida, Kristen?
Kristen: ¡Absolutamente! Me he dado cuenta personalmente (y sé que esto no es cierto para todas las madres) que en temporadas de dificultad, incluso de sufrimiento, me aferro más fuertemente al Señor. Creo que es porque tal vez en esos momentos difíciles soy más consciente de mi necesidad de Él.
Las circunstancias difíciles nos quitan toda la autosuficiencia y la fuerza que creemos tener, ¡y es tan obvio que no la tenemos! Así que se vuelve bastante claro que tenemos que correr al Señor. Pero me pregunto si en los momentos cotidianos la desesperación no es tan apremiante o no es tan obvia.
Y estoy pensando en voz alta aquí, pero creo que lo que eso podría significar para mí, es que no estoy convencida de que necesito a Jesús en los momentos cotidianos y ordinarios, como lo necesité hace diez años cuando estaba luchando con esa crisis de salud o lo que fuera.
Pero de lo que estamos hablando aquí es que la invitación a la vida abundante está en cada momento cotidiano, porque Su gracia es para cada momento cotidiano de nuestras vidas. Es bueno para nuestras almas.
Dannah: ¡Amén! Así es, es algo bueno para nuestras almas. Bien, entonces el primer paso es reconocer el lugar en el que me encuentro, luego pedirle ayuda al Señor. ¿Qué sigue? ¿Dios aparece y todo está bien? ¿No sería maravilloso? «¡Ven, Señor Jesús!»
Kristen: ¡También oro esa oración a menudo! ¡Eso sería glorioso, verlo venir pronto! Voy a regresar al momento de esta mañana. Estoy caminando en el parque, estoy orando. Jesús conecta el acercarnos a Él y nuestro amor por Él con nuestra obediencia.
Por eso dice en Juan 14:15: «Si ustedes me aman, guardarán mis mandamientos». Entonces tengo que preguntarme: «Por el poder del Espíritu Santo que obra en mí, ¿cómo se ve obedecer a mi Señor Jesús en este momento?»
Y eso se verá diferente en cada situación en la que te encuentres. Pero en ese momento, para mí, fue cuidar a mis hijos, disfrutar su presencia, estar presente y no sacar mi celular y comenzar a leer los mensajes de texto como una manera de escapar.
Se trata de estar presente con mis hijos y ser fiel a lo que Jesús me está llamando a hacer en ese momento con ellos. Creo que eso incluye el saber que Dios nos ve. Él no está lejos, Él ve nuestra obediencia y se complace en ella.
Dannah: ¡Eso es tan cierto! De hecho, ¿sabes lo que sigue después de Juan 14:15?
Kristen: ¿Qué sigue?
Dannah: Jesús dice: «Si ustedes me aman, guardarán Mis mandamientos». Este es uno de mis pasajes favoritos de las Escrituras. «Entonces Yo rogaré al Padre, y Él les dará otro Consolador, para que esté con ustedes para siempre; es decir, el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni lo ve ni lo conoce, pero ustedes sí lo conocen, porque mora con ustedes y estará en ustedes» (Juan 14:15-17).
¡Qué regalo tan hermoso! Qué maravillosa recompensa por la obediencia, ¿verdad?
Kristen: ¡Totalmente! Agustín de Hipona dijo: «Padre, ordena lo que quieras, y danos lo que ordenes». Así que yo oro: «Señor, ordena mi obediencia, ¡pero necesito que me ayudes a obedecer!» Eso es lo que Jesús está diciendo aquí, y me encanta que lo hayas señalado, Dannah: «Si me amas, obedecerás mis mandamientos, y haré Mi morada en ti, y te llenaré con Mi vida». ¡Qué maravilloso es recibir esa promesa!
Dannah: ¡Qué hermoso! Permítanme imaginar por un momento que podría (no digo que la haya, pero podría potencialmente) haber una madre escuchando que no obedeció con gozo al Señor durante uno de esos momentos cotidianos de la maternidad. ¿En ese caso, qué podría pasar?
Kristen: Bueno, siendo honesta, yo no siempre obedezco al Señor. Y quiero que todas las madres que escuchen lo sepan. Realmente creo que todas nosotras hemos tenido ese momento en el que no queremos obedecer a Dios, porque aún nuestros mejores deseos e intentos de obediencia están ligados al pecado. Todavía nuestros cuerpos no han sido glorificados y nuestro corazón aún no ha sido perfeccionado. Ninguna de nosotras está obedeciendo perfectamente a Jesús, ¿cierto?
Creo que debemos reconocer eso. Y esa soy yo todo el tiempo, porque no siempre obedezco con gozo al Señor. En cambio, me enojo con la situación, me enojo porque mis hijos no están haciendo lo que yo quiero que hagan; así que les grito y peco contra ellos y contra Dios.
Entonces, para ese momento, para ese arrebato de ira, ¿cuál es la esperanza que tenemos? ¿Cómo se acerca Jesús a nosotras y nos sirve en ese momento? Bueno, es ahí cuando vemos que esto es precisamente por lo que Jesús vino: Él no vino, como dijo, a sanar a los sanos, sino a sanar a los enfermos. Él vino por los pecadores (ver Marcos 2:17).
Y lo que Jesús quiere decir con eso es que Él vino por aquellos que reconocen su necesidad de Él. Y cuando reconocemos nuestra necesidad de Él, entonces podemos aferrarnos a la cruz y a la resurrección victoriosa de Cristo, en la que Él no solo perdona todos mis pecados, sino que nos cubre con Su perfecta obediencia.
Así que en ese momento en el que no obedezco, donde mi obediencia está mezclada con egoísmo o lo que sea, la obra de Cristo sigue siendo mía. ¡Él me da ese hermoso regalo, y así soy libre de continuar buscando la obediencia gozosa! Es un hermoso regalo que Él nos da.
Dannah: ¡Eso es algo maravilloso! ¡Siento que acabo de descubrir el remedio para la culpa de madre!
Kristen: ¡Qué bueno!
Dannah: Kristen, hace un momento dijiste una frase. Creo que dijiste: «Jesús nos sirve» o «Cristo nos sirve». Ese es un pensamiento muy hermoso cuando pensamos en todo este trabajo de servir a nuestros hijos, a nuestra familia, a esos niños pequeños que muchas veces se irritan con facilidad, y a los adolescentes con falta de gratitud cuando no entienden el sacrificio, y que no les estamos sirviendo porque sí; que es Jesús quien nos sirve. ¿Qué tan importante ha sido eso en tu corazón y en tu vida?
Kristen: Bueno, ha sido algo realmente importante en los últimos cuatro años, incluso más de lo que lo había sido antes. Mi hija tiene cuatro años, y creo que estoy entrando en una nueva temporada de negarme para servir a mis hijos de una manera en la que antes no lo había hecho.
Y eso me hizo pensar, en primer lugar: ¿qué me está pidiendo Dios que refleje a mis hijos? ¿Cómo me está llamando a ser un reflejo de Él mismo para ellos? Es un llamado importante, ¿cierto? Estamos llamadas a ser santas como Él es santo. Pero entonces, como hemos hablado, cuando no soy santa, ¿qué significa el que Dios continúe ayudándome y sirviéndome a través de eso?
Creo que llegar a ese lugar de agotamiento físico y emocional me ha hecho clamar más al Señor que en el pasado. ¡Es tan evidente que Jesús se acerca a mí! Y mientras leemos los relatos de los evangelios, vemos que Jesús no espera a que arreglemos nuestras vidas.
Él viene, Él desciende a un mundo quebrantado, al mundo que Él hizo por amor. Él entra en ese mundo para rescatar a Su pueblo. Si Él hizo eso, ¿no me ayudará también en esos momentos?
Dannah: Soy una madre quebrantada, Él está listo para venir y ser mi Salvador y mi socorro, allí mismo, en ese día difícil, en ese mismo momento.
Kristen: ¡Y Él se deleita en hacerlo! En el primer capítulo del Evangelio de Juan, Juan escribe sobre la condescendencia de Cristo en la carne, que es lo que llamamos la encarnación. Entonces, siendo Jesús completamente Dios y completamente hombre, voluntariamente no escatimó el ser igual a Dios como algo a que aferrarse.
Pudo haberse quedado a la diestra del Padre en gloria, ¿cierto? Pero no lo hizo; Él vino a nosotras. En una ocasión escuché a un pastor de nuestra iglesia describir eso de esta manera: imagina que nos convertimos en hormigas. ¿A quién le gustaría ser una hormiga? ¡Los humanos son mucho mejores que las hormigas!
Y, sin embargo, el Dios de todo el universo, Juan lo llama el Verbo del principio, incluso antes del principio, quien creó todo, viene al mundo que creó solo para ser rechazado, odiado, calumniado y torturado (ver Juan 1). ¡Ese es el acto de servicio más hermoso que jamás veremos! Es inigualable, no podemos igualar lo que Jesús hizo por nosotras.
Dannah: Correcto. Una vez lo escuché descrito así: Imagínate si Jesús fuera un príncipe en la nación más rica y pacífica del mundo, y se quitara la corona, la túnica real y despidiera a Sus siervos. Imagina que tomara esas bolsas llenas de riqueza y las vaciara. Él dijo: «Voy a ser como el más pobre de los pobres en la tierra, en el pueblo, porque amo lo que veo, amo a quien veo. Voy a ser tan pobre como pueda (tanto como nosotras) ¡con la esperanza de que me ames también!» ¡Cuánto nos ama Jesús!
¡Yo realmente me identifico con esa descripción que acabas de dar! ¡Jesús nos ama tanto!
Bien, ahora unamos ese amor, ese sacrificio y ese servicio al acto diario de ser madre. Kristen, me ha encantado cómo nos llevaste contigo a ese día, a ese parque en Chicago, y cómo allí, en humildad, clamaste al Señor.
Pero ¿puedes contarnos otra historia, tal vez, donde realmente sentiste el servicio de Jesús y Su humildad siendo tu remedio para el cansancio en la maternidad?
Kristen: Bueno, las madres realizan varios trabajos desagradables, ¿verdad? Estoy pensando en todo, desde la cocina y los pisos llenos de comida que limpiamos todos los días, hasta la ropa que estamos lavando. Pero creo que una de las cosas más humildes de la maternidad es limpiar los desastres de un niño, ¿verdad?
Dannah: ¿Estamos hablando de pañales?
Kristen: Bueno, estoy hablando de pañales, pero también estoy hablando del otro extremo, porque es como uno de mis peores temores, Dannah.
Dannah: Lo entiendo, algunas de nosotras tenemos miedo a las alturas, otras tienen miedo de eso: al malestar estomacal de nuestros hijos.
Kristen: Sí. Pero, lo que quiero decir es que eso le ha pasado a nuestra familia, ¡y ese ha sido un momento que me ha llevado a ser humilde, porque no quiero limpiar eso! Pero eso no niega el hecho de que es un trabajo duro, ¿verdad? No es agradable, es difícil de hacer. Sin embargo, en ese momento, mi amor por mi hijo es muy grande. No quiero que le duela su estómago.
Y eso me hace pensar en el amor que el Hijo de Dios nos tiene. ¡Nos ama tanto que Él entró en nuestro desorden, y no solo nuestro desorden aquí, sino en el abismo de la ira de Dios en la cruz, cuando llevó todos nuestros pecados para que pudiéramos ser libres! Todo por amor.
Es una imagen que se queda corta, pero eso es lo que me hace pensar. Entonces, mamá, la próxima vez que tu hijo vomite y seas tú quien tenga que limpiarlo, oro para que ese pensamiento te ayude un poco.
Dannah: Me encanta, eso es hermoso. Kristen, me pregunto si podrías orar por esa madre que quizás sienta cierta convicción hoy. No quiero que las madres se sientan condenadas si están escuchando hoy y digan: «¡Creo que soy esa madre que grita más de lo que obedece!» Bueno, es por eso que necesitas a Jesús hoy. Hoy es tu oportunidad de presionar el botón de reinicio.
¿Orarías por esa madre que está sintiendo eso profundamente en este momento?
Kristen: Bueno, querida mamá, yo también soy esa madre y quiero que lo sepas. Todos los días lucho con ese pensamiento. Vamos a orar.
¡Oh, Señor Jesús, te damos gracias porque Tú has venido para que tengamos vida, y no cualquier tipo de vida o grado de vida, sino vida abundante, porque te tenemos a Ti! Tú dices que eres el camino, la verdad y la vida.
Te damos gracias, Jesús, porque no esperaste a que nos limpiáramos, a que fuéramos la mamá perfecta o la mamá suficiente (o como lo llame el mundo o como quiera llamarlo nuestra carne). Tú entraste en medio de nuestro tiempo de maternidad para que acudiéramos a Ti con todas nuestras necesidades, con todos nuestros desastres, con todo nuestro pecado, y lo echáramos sobre Ti. Sabemos que Tú removiste nuestros pecados una vez y para siempre en la cruz.
Y esto no es algo de un solo día. Oramos para que nos ayudes a venir a Ti todos los días una y otra vez, hasta que te veamos cara a cara. Ayúdanos a perseverar con Tu rostro en mente y con Tus palabras: «bien hecho, buen siervo fiel», resonando en nuestros oídos. Te amamos, Señor. Amén.
Nancy: ¡Amén! ¿No es un consuelo saber que cuando nuestras manos estén en modo automático y nuestros corazones no estén donde deben estar, las manos de nuestro Salvador están allí para servirnos y ministrarnos a nosotras y a través de nosotras?
Kristen Wetherell es autora de un nuevo libro titulado Humble Moms: How the Work of Christ Sustains the Word of Motherhood (disponible en inglés).
Incluso si tus hijos son adultos o no tienes hijos propios, creo que este libro será de estímulo para ti. Porque como mujeres todas estamos llamadas a ser madres espirituales en las vidas de quienes nos rodean. ¡Es posible que quieras compartir este libro con una madre que conozcas que necesite recordar que Jesús ya ha hecho todo el trabajo necesario para que sea agradable a Dios!
Mañana en nuestro programa Kristen Wetherell se unirá a nosotras una vez más para ayudarnos a quitar los ojos de nosotras mismas y ponerlos en Jesús. Sé que necesito eso día tras día. Así que espero que te unas a nosotras mañana. Estaremos orando para que una vez más el Señor avive nuestros corazones.
Dannah: ¡Regresa mañana con nosotras!
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