Luchando por un matrimonio
Carmen Espaillat: Ahora escucharemos un resumen de lo que presentamos ayer en Aviva Nuestros Corazones acerca de Joy y Mark McClain y de sus tres hijos.
Joy McClain: Nos casamos un hermoso día en el mes de mayo. Y los votos que dije ese día, de verdad los sentía. Eran algo que iba a tomar muy en serio y los iba a honrar sin importar lo que pasara. Y esa misma noche escribí en mi diario:
“Hoy hice el voto de amar y honrar a mi marido y eso es justo lo que tengo la intención de hacer, no importa lo que pase”.
Siempre había sabido que a Mark le gustaba beber más allá que un simple trago social.
Mark McClain: Y después de que nos casamos, esto empezó a convertirse en una costumbre diaria.
Kristen McClain: Y así cada día se hacía más miserable desde el momento en que …
Carmen Espaillat: Ahora escucharemos un resumen de lo que presentamos ayer en Aviva Nuestros Corazones acerca de Joy y Mark McClain y de sus tres hijos.
Joy McClain: Nos casamos un hermoso día en el mes de mayo. Y los votos que dije ese día, de verdad los sentía. Eran algo que iba a tomar muy en serio y los iba a honrar sin importar lo que pasara. Y esa misma noche escribí en mi diario:
“Hoy hice el voto de amar y honrar a mi marido y eso es justo lo que tengo la intención de hacer, no importa lo que pase”.
Siempre había sabido que a Mark le gustaba beber más allá que un simple trago social.
Mark McClain: Y después de que nos casamos, esto empezó a convertirse en una costumbre diaria.
Kristen McClain: Y así cada día se hacía más miserable desde el momento en que papá llegaba a la casa hasta que se dormía.
Jordan McClain: Solo recuerdo acostarme en la cama y escuchar, sobre todo, a mi padre gritando.
Kristen: Decirle cosas a mi mamá que nunca se le deberían decir a una dama.
Joy: A medida que los niños crecían, también lo hacía la intensidad. En el hogar, el caos aumentaba.
Kristen: Yo no sabía de lo que él era capaz de hacernos.
Joy: Porque él descargaba su ira contra las paredes, luego contra las puertas, golpeaba cualquier cosa, me lanzaba lo que encontrara a su alcance para hacerme daño y me amenazaba.
Su problema con el alcohol era un poco más difícil de ocultar. Sin embargo, mi corazón estaba mal. Mi corazón estaba frío. Mis motivos eran impuros. Dios me mostró y me reveló el mal en mi corazón, el egoísmo en mi corazón. Él deseaba hacer una obra tanto en mí como en mi esposo.
Le había pedido a Mark que fuera a consejería. Él aceptó y fue, pero cuando le dijeron que tenía un problema grave con la bebida, su corazón se endureció y se negó a volver.
Jordan: Cualquier persona lo hubiera dejado inmediatamente y si no de inmediato, un par de años después, tal vez en cinco años, diez años, pero ella se quedó con él.
Joy: Me quedé con mi esposo por el simple hecho de que ya yo había hecho un voto, y que había llegado al punto donde debía entender que el matrimonio es un ejemplo viviente de Cristo y Su novia y Él nunca abandona a Su novia. Y yo sabía que mi papel en esto era orar por mi esposo.
Nadie en el mundo va a orar por este hombre como tú. Tú eres una con este hombre y esta relación se ha dañado. Y qué cosa tan increíble es entender, cuando se comprende a Cristo y Su esposa, la Iglesia, lo importante y lo íntimamente que debemos caminar con Él. Nadie va a clamar a gritos por mi esposo como sus hijos y yo.
Carmen: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy Leigh DeMoss: Ayer empezamos a escuchar la historia de Joy McClain. Cuando Joy se casó con su marido, Mark, ella tenía una imagen idealizada de cómo sería su matrimonio, pero esa imagen rápidamente se hizo añicos a medida que Mark caía más y más profundo en una adicción al alcohol.
Mientras pasaba el tiempo, Joy se dió cuenta de que había convertido su matrimonio en un ídolo y que ella tenía que volver al punto donde reconociera a Jesús como el núcleo y el centro de su vida.
Si te perdiste el programa de ayer, te animamos a escucharlo en nuestra página AvivaNuestrosCorazones.com
Ahora, en este programa, siempre animamos a las personas a ser fieles a sus votos matrimoniales, a comprometerse con su pareja, incluso cuando no es fácil, porque, en última instancia, el matrimonio no se trata de nosotras. Se trata de Cristo y de presentar una imagen de la relación con Su novia, la Iglesia. Así que cuando tú permaneces fiel a tu pareja, estás presentándole al mundo, una imagen preciosa de Cristo y Su relación con la Iglesia.
Pero incluso si estás comprometida con tu pareja y con tus votos matrimoniales, todavía tienes que tomar algunas decisiones difíciles en el camino. ¿Qué pasa si tu o tus hijos están en peligro? ¿Podría ser necesaria una separación física? Estas son preguntas importantes, y quiero animarte a no tratar de responderlas tu sola.
En primer lugar, adentrarte en la Palabra de Dios y permanecer en ella. Eso va a ser tu luz, tu soporte, tu ancla en las situaciones difíciles. Y luego, intégrate y mantente en contacto con el Cuerpo de Cristo.
Encuentra una mujer mayor, piadosa, sabia, que pueda ayudarte a navegar por estas aguas difíciles, y habla con el liderazgo espiritual de tu iglesia— con tu pastor, los ancianos. Pídeles sabiduría bíblica para tu situación específica.
Joy McClain consultó con los líderes de su iglesia y buscó consejo piadoso. Sin embargo, Mark no se arrepentía, y parecía que ella y su familia estaban cada vez en mayor peligro. Así que, mientras ella se mantenía fiel a sus votos matrimoniales y continuaba orando por la reconciliación, llegó un momento en que Joy se dió cuenta de que era necesario separarse por un tiempo con el fin de llamar la atención de Mark y de proteger a su familia.
Vamos a retomar desde esta parte de la historia de Joy.
Joy: Mark había sido confrontado más de una vez, con amor y con respeto, por los ancianos de mi iglesia y por el pastor. Ellos se habían puesto en contacto con él muchas veces. Algunas veces Mark hablaba con ellos, pero nunca estaba dispuesto a pedir ayuda, a recibir algún tratamiento, a buscar sesiones de consejería. El rechazaba todo esto.
Yo no quería el divorcio. El divorcio no era una opción para mí. Nunca siquiera estuvo en la conversación. Pero yo tenía que establecer algún tipo de ambiente para que mis hijos estuvieran seguros.
Carmen: El día que Joy y sus hijos empacaron fue espantoso y estresante. Ellos decidieron que tenían que salir mientras Mark estaba en el trabajo. Preocupados por la forma en que podría reaccionar si sabía que se estaban mudando, Jordan, el hijo de Joy había vuelto a casa desde la universidad y condujo un vehículo. Joy y sus hijas condujeron otro.
En el segundo viaje, Joy pensó que Jena iba a ir con su hermano, pero él pensó que Jena ya se había ido con su mamá.
Joy: Cuando ella no salió del vehículo con él, entre en pánico y le dije: " ¿Dónde está tu hermana?”
Y él dijo: " Pensé que ella estaba contigo". Y nos dimos cuenta de que ella se había quedado en la casa. No tenía manera de salir y ya era hora del almuerzo.
Jena: Recuerdo mirar por la ventana y ver que no había carros allí, y pensé, “bueno, Jordan me dejó”. Así que lo llamé. Cuando iba a colgar el teléfono, miré por la ventana, y mi papá estaba ya en la entrada.
Joy: Jena estaba allí cuando Mark llegó a la casa.
Jena: Estaba aterrorizada y le dije a Jordan: “¡Papá está llegando! Por favor, date prisa. Ven rápido porque yo no sé lo que va a hacer”. Fui a mi habitación y lo único que había dejado allí era un pequeño librero, que estaba entre la puerta y yo. Así que me escondí junto al librero en mi habitación y cerré la puerta.
Recuerdo solo pensar, Oh no, no le puse seguro. Yo no le puse seguro a la puerta. Yo no le puse seguro a la puerta. Me olvidé de ponerle seguro a la puerta. Y estaba tan aterrada porque no sabía lo que iba a hacer cuando él entrara.
Carmen: En ese momento, un pasaje de la Biblia vino a la mente de Jena.
Jena: Fue Éxodo 14:13, que dice: “Y Moisés dijo al pueblo: No tengan miedo. Manténgase firmes. Y hoy mismo verán la salvación que el Señor hará con ustedes. Los egipcios que hoy ven nunca los volverán a ver. El Señor peleará por ustedes. Solo necesitan estar quietos”.
Y esa última parte, “El Señor peleará por ustedes. Solo necesitan estar quietos,” se mantuvo una y otra vez en mi cabeza. Era como si Dios hubiese inundado mi mente con esa frase, y yo no podía pensar en otra cosa. El miedo que tuve cuando lo vi en la entrada, se había ido totalmente. Yo tenía tanta paz. Tenía que estar quieta y eso fue suficiente. Así que me quedé allí sentada.
Pude oír a mi padre entrar, y podía oírle dando portazos y gritando y maldiciendo, no sentí ningún temor. Yo sabía que Dios tenía su mano sobre mí. Yo sabía que estaba protegida.
Podía oírlo yendo a cada habitación, solo para ver, que faltaban cosas, que se habían llevado cosas, las camas no estaban. Así que yo podía oírlo entrando a cada habitación, poniéndose cada vez más y más furioso, y estando cada vez más y más cerca de mi habitación. Pero aun así yo no tenía miedo. Todavía tenía esa paz y sabía que Dios estaba conmigo en esa habitación.
Él vino por el pasillo hacia mi habitación y entró en su dormitorio y el dormitorio de mi madre, que estaba al lado del mío, fue a la oficina, que estaba al otro lado de mi habitación, y se detuvo en la puerta de mi dormitorio y ni siquiera intentó abrir la puerta. Se dió la vuelta y se metió en su camioneta y se fue. . . No dijo una palabra más. Él había estado gritando y gritando, maldiciendo, y arrojando cosas, pero cuando llegó a mi puerta, todo se detuvo, él solo se dio la vuelta y se fue.
No tenía ni idea de lo que iba a pasar, pero Dios sí, y Él estaba allí para mí ese día y realmente me mostró su protección.
Joy: Cuando nos mudamos en la casa rentada, empezamos a asentarnos. Ahora teníamos seguridad. Y así, el estado de alerta máxima que habíamos vivido, pudo ser borrado. Una vez hecho esto, empezaron a emerger de cada uno de los niños, heridas emocionales muy profundas sobre todo Kristen, tuvo un tiempo muy difícil tratando de lidiar con esas heridas.
Kristen: Yo diría que tenía unos dieciséis años. Era tan tentador simplemente dejar todo. Yo solo quería conducir y estrellar mi auto contra un poste solo para acabar con mi vida. Casi cada vez que conducía era lo que yo quería.
Joy: Ella necesitaba a su padre. Siempre lo había hecho. Ansiaba la atención, el afecto y la afirmación de su padre.
Kristen: Y creo que las cosas que realmente activaron todo eso en mí, fue cuando él me decía apodos, o le llamaba a mi madre por un apodo o cuando decía cualquier cosa mala de mis hermanos o mi madre, o cómo me criticaba diciéndome que no estaba haciendo algo bien o que yo no valía nada. Lo dijo muchas veces.
Joy: Y ella comenzó a cortarse a sí misma.
Kristen: Me sentía como si estuviera viva otra vez y me sentía como un ser humano. Sentía como si pudiera resolver mi propio problema al liberar mi ira haciéndome daño a mí misma. A través de cada corte, me sentía más ligera en cierta manera.
Joy: Cuando descubrí que ella se estaba cortando a sí misma, fue como otra bofetada en la cara para mí. No sabía cuánto más podría soportar. Yo estaba sola, luchando por conseguir lo suficiente apenas para comer, para mí y para mis hijos. Tanto dolor y ahora aquí, ya no solo en este gran caos que tengo con mis hijos, sino que ahora tengo una hija que está tratando de hacerse daño.
Kristen: Yo no quería que nadie me tocara. Yo no quería abrazar a nadie. Yo no quería decirle a nadie que le amaba. Me convertí en una piedra. Recuerdo a mi familia tratando de abrazarme, y yo no quería que ellos lo hicieran. Yo solo les decía que se alejaran de mí. Ni en un día de alegría como la Navidad, quería que me tocaran porque me sentía tan repugnante y sin valor.
Joy: Los niños habían pasado muy poco tiempo con su papá, y nunca lo habían visto en estado sobrio. Este domingo en particular, habían estado con él y estaban tan desanimados, especialmente Jena. Ella estaba sollozando. Me dijo que se había tomado una gran cantidad de analgésicos y que inmediatamente se había arrepentido de lo que había hecho. En ese momento, me quebré. Al igual que cualquier madre haría, solo tienes que hacer lo que tienes que hacer. Tú la lanzas en la camioneta y conduces hacia al hospital.
Me sentía un absoluto fracaso como mamá. Me sentí como si ni siquiera podía proteger a mi hija de esto. “No puedo seguir con esto, Dios. El dolor nos está arropando. Nunca nos deja. ¿Y ahora hasta podría perder a mi hija?” Me sentía tan afligida por ella, por todos ellos. Fue un momento tan terriblemente amargo. Solo pensé: “Yo no puedo hacer esto un día más, Señor, ¡¡¡no puedo!!!”
Tan pronto como llegamos al hospital, le hicieron algunas pruebas y se dieron cuenta de que Jena no había hecho casi nada. Apenas había tomado una cantidad de analgésicos suficiente para ponerla a dormir una buena siesta , ¡por lo que me sentí tan agradecida! Luego, una vez que supimos eso, y que ella estaba descansando en su cama, ella me miró con esos ojos grandes, marrones, y me dijo: “Mamá, cántame”.
Para ser capaz de mantenerte lo suficientemente fuerte para obtener aliento y cantar lo suficientemente fuerte, sin importar cómo te oyes, con tal de consolar a tu hija, tienes que mantener la compostura aun cuando lo que realmente quieres es hundirte en un rincón en la esquina de la habitación y solo llorar y llorar.
Pero lo hice. Canté con ella y la abracé, y una sonrisa se extendió por todo su rostro. Ella me decía entonces que yo iba a estar bien y que ella iba a estar bien, y que ella realmente iba a confiar en el Señor. Fue un momento muy vulnerable.
Cuando Mark apareció, hizo una pequeña escena. Había estado bebiendo, así que no se veía muy agradable. No se trataba de Jena hacia él. Era acerca de sí mismo. Mi pastor lo había llevado afuera y había tenido una pequeña confrontación con él. Cuando Mark se alejó de esa charla con nuestro pastor, mi pastor se volvió a mí y me miró y negó con la cabeza y básicamente lo que dijo fue: “Esto no tiene esperanza”.
Él no quiso decir que no había esperanza en el Señor. Lo que quiso decir fue, “el corazón de este hombre se ha vuelto tan duro contra Dios, contra todo”. No veía ninguna esperanza.
Honestamente, esa fue probablemente la primera vez en 22 años que pensé, “no creo que haya mucha esperanza al ver que aun él sabiendo que pudo perder a su hija, no parece importarle”.
Cuando regresamos a casa del hospital después de Jena haber tomado una gran cantidad de analgésicos, pensé que yo había estado orando durante tantos años de la siguiente manera: “Señor, haz lo que sea necesario para cambiar a mi marido”. Yo había orado por muchos años: “Dios, que no se haga mi voluntad sino la tuya. Señor, yo solo quiero que él sea salvo”. Pero siendo honesta, no creo que me sentía de esa manera en lo más profundo de mi ser.
Creo que mucho de mí todavía lo quería para mí, todavía lo quería para mis hijos. Todavía quería ser feliz. Todavía quería que todo se resolviera para yo poder sentirme mejor, y sentir que finalmente la tormenta había terminado.
Pero cuando regresamos a casa después de ese episodio, realmente entendí, creo, cuánto depende de Dios y cómo realmente es para Su gloria. Y de cualquier manera en que se vea la situación y la manera en la que Él decida actuar en ella no es mi papel decidirlo para que Él reciba la gloria. Creo que eso también era parte de quitar el "YO". Llevarse lejos mi orgullo, lo que quería, mis deseos, mis sueños, mis esperanzas. Tenían que desaparecer.
Conseguí consejería para las chicas. Habían estado ya en consejería, pero en cierta forma la retomamos con personas que las aconsejaban, las guiaban y caminaban a su lado. Había una chica en ese tiempo que tenía cerca de 22 años, ella ayudaba en el grupo de jóvenes y que realmente tomó a Kristen bajo sus alas y pasaban mucho tiempo con ella.
Kristen: Fue realmente muy importante para otras personas invertir en nosotros cuando éramos niños. Ver otros adultos preocuparse por mí y mis hermanos también fue un buen testimonio para nosotros porque fuimos capaces de ver cómo sería la vida normal mientras nos estábamos alojando en sus casas.
Así que si tienes una amiga o ves a un niño que tiene problemas, asegúrate de pasar tiempo con esa persona. Tú puedes pensar que ellos están conscientes de que son especiales, pero probablemente no lo estén. Cualquier cosa que puedas hacer por ellos de una manera positiva los va a afectar más de lo que nunca te pudieras imaginar.
Joy: Había hablado tantas veces con mis hijos acerca de la oración. Era constante, sin importar si habían pasado tiempo con su padre y llegaban a casa desanimados; no importaba si sentían rencor o si simplemente se sentían deprimidos. Mi respuesta a cada una de estas cosas era simplemente: “Ora”. Vamos a orar por su padre ahora mismo, vamos a dejar lo que estamos haciendo y vamos a orar ahora mismo. Yo necesitaba eso, necesitaba esa comunicación constante con mi padre, solo eso.
No me di cuenta, no me di cuenta de lo serio que Jena tomo esto hasta un día mientras estaba colocando algo en su habitación en nuestra pequeña casa rentada. Me di cuenta de que todo el armario, todas las paredes de su armario, estaban llenas de oraciones escritas en papel.
Yo literalmente sentí que había entrado en un lugar especial. Me sentí como si estuviera pisando tierra santa donde ella había pasado horas y horas ante el trono celestial, solamente clamando y rogando a Dios que salvará a su padre y el matrimonio de sus padres.
Jena: Yo solo quería un lugar lejos de todo, un lugar al que pudiera ir y que solo fuéramos Dios y yo.
Joy: Había una foto tamaño 8 x 10 mía y de Mark.
Jena: Era una foto que mi hermano les había tomado cuando estábamos en unas vacaciones en la Florida, y ellos se estaban abrazando. Para mí fue algo tan hermoso verlos juntos.
Joy: Empezamos en grupo un diario de oración.
Kristen: Y eso me ayudó a ser capaz de liberar algunas de mis emociones de una manera positiva.
Joy: Y es algo que nos pasábamos haciendo una y otra vez.
Kristen: Fui capaz de ver que yo no era la única que estaba luchando con estos sentimientos porque podía ver lo que mi madre había escrito y las oraciones que ella escribió por nosotros. Y mi hermana, mi hermana pequeña estaba orando por mí y ella estaba realmente preocupada.
Joy: La idea principal es que ellas son hijas del Rey de reyes, y aunque su padre, su padre terrenal, se había alejado, su Padre celestial nunca haría eso. Ellas todavía eran princesas. Ellas eran las pequeñas princesas del Dios Todopoderoso, y ellas necesitaban que se les recordara que eran hermosas.
Ellas fueron afirmadas a través de los ojos de Dios. Y eso fue una herramienta importante y realmente un tesoro que aún guardo de aquellos tiempos oscuros en los que estábamos buscando a través de la verdad de la Palabra de Dios y ayudándonos las unas a las otras a hacerlo a través de este pequeño diario.
Una y otra vez Dios se mantuvo llevándome de vuelta al punto de confiar en Él. ¿Confías en mí aunque tu hija haya tomado una sobredosis? ¿Confías en mí aunque tu hija se está cortando a sí misma? ¿Confías en mí aunque tu marido ya no come, sino que se bebe sus comidas? ¿Confías en mí aunque tu hijo sea como un bulto tirado en el suelo, llorando? ¿Confías en mí aunque no sepas de dónde vendrá tu renta del mes? ¿Confías en mí aun cuando no sabes de dónde vendrá tu próxima comida? Una y otra vez ese mensaje tan simple: “¿Confías en mí?”
Nancy: ¡Wao! Puedes estar escuchando todo esto y decir, “la historia de Joy es mi historia”. Tal vez puedes identificarte con muchos de los detalles que ella ha compartido. O tal vez tu vida se vea totalmente diferente en este momento.
Independientemente de cuál sea tu situación, creo que esto nos lleva a todas a preguntarnos: "¿Cuáles son las necesidades más profundas de mi vida en este momento, y dónde estoy yo buscando la ayuda que necesito en las situaciones difíciles de la vida?" La única cosa que realmente va a hacer la diferencia es clamar al Señor.
Como hemos escuchado hoy, Joy McClain ha luchado con problemas profundos del corazón como estos, y ella cuenta su historia de una forma muy transparente en su libro titulado: “Esperando por su corazón : Lecciones de una esposa que eligió permanecer”—disponible en inglés solamente.
Lo que me gusta de la historia de Joy es que ella nos señala a Cristo como la esperanza suprema que necesitamos cuando estamos frente a cualquier reto en la vida, no importa lo difícil que sea. En el camino, creo que este libro va a darte muchos consejos útiles, prácticos sobre cómo honrar tus votos matrimoniales, incluso cuando parece que todo se está cayendo a pedazos. Creo que este libro será un estímulo para ti y tal vez será algo que te gustaría compartir con algún familiar o una amiga que está en un matrimonio difícil.
Espero que puedas ver un corto video que nuestro equipo preparó para contar la historia de Joy. Este es un video de primera categoría con una hermosa cinematografía, y más que nada, creo que vas a estar profundamente conmovida mientras ves como el poder de Dios ofrece esperanza en situaciones que parecerían no tener esperanza. Es una historia que te tocará y creo que querrás compartir con muchas otras también. Todo esto está disponible en el día de hoy en AvivaNuestrosCorazones.com
Carmen: Mañana escucharemos la tercera parte de la historia de Joy y Mark McClain.
¿Se pueden restaurar las relaciones que han sido dañadas? Espero que estés de vuelta mañana con nosotros en Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
Música: Dulce Oración, Dámaris Carbaugh, Alabanzas: Tus Himnos Favoritos ℗ 2002 Damaris Music
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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