Lo que es y lo que no es el perdón
Dannah Gresh: ¿Has escuchado el dicho «perdona y olvida»? Nancy DeMoss Wolgemuth nos da una advertencia respecto a la parte del olvido.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si tú y yo no pudiéramos recordar nada del dolor que otros nos han causado, ¿cómo podríamos compadecernos, tener misericordia y sentir empatía hacia aquellos que están sufriendo? El dolor de mi pasado puede ser un medio para extender gracia, misericordia y bondad hacia aquellos que sufren.
Descubrí que la sanación del mundo no depende tanto de nuestro perdón y nuestra bondad, sino del perdón y la bondad de Dios. Cuando Él nos dice que amemos a nuestros enemigos, nos da junto con el mandamiento, el amor mismo»¹
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Escoja Perdonar», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 30 de octubre de 2023.
¿Alguna vez has visto niños aprendiendo a nadar? Algunos …
Dannah Gresh: ¿Has escuchado el dicho «perdona y olvida»? Nancy DeMoss Wolgemuth nos da una advertencia respecto a la parte del olvido.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si tú y yo no pudiéramos recordar nada del dolor que otros nos han causado, ¿cómo podríamos compadecernos, tener misericordia y sentir empatía hacia aquellos que están sufriendo? El dolor de mi pasado puede ser un medio para extender gracia, misericordia y bondad hacia aquellos que sufren.
Descubrí que la sanación del mundo no depende tanto de nuestro perdón y nuestra bondad, sino del perdón y la bondad de Dios. Cuando Él nos dice que amemos a nuestros enemigos, nos da junto con el mandamiento, el amor mismo»¹
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «Escoja Perdonar», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 30 de octubre de 2023.
¿Alguna vez has visto niños aprendiendo a nadar? Algunos niños empiezan a nadar enseguida, pero otros se aferran al borde de la piscina porque están demasiado asustados para soltarse. Bueno, de la misma manera, algunas de nosotras nos aferramos a las heridas del pasado cuando nos negamos a perdonar, y nos estamos perdiendo de la libertad que podemos tener en Cristo. Escuchemos a Nancy DeMoss Wolgemuth mientras nos anima a «sumergirnos» y experimentar el gozo del perdón.
Nancy: Hemos estado hablando sobre todo este tema del perdón, y justo antes de este episodio alguien me señaló, que hay una pizarra detrás de mí que tiene un borrador que dice: «Borrar todo».
¡Qué imagen tan maravillosa del perdón! La semana pasada estuvimos hablando de presionar el botón de borrar en nuestras computadoras, y cómo eso ilustra nuestra decisión para borrar el registro de aquellos que nos han ofendido. Escogemos, como un acto de nuestra voluntad, perdonar completamente a aquellos que han pecado contra nosotras.
Y cuando escogemos perdonar, no solo estamos liberando a aquellos que hemos tomado como prisioneros, sino que entonces Dios toma Su maravillosa llave de gracia, abre la puerta de la prisión en la que hemos estado prisioneras y nos libera.
Una mujer me escribió después de escuchar esta verdad y me dijo: «El Señor me hizo liberar hoy a un prisionero que he tenido cautivo durante más de dieciséis años. Ahora Dios puede restaurar los años que se ha comido la langosta».
¿Podría ser posible que hoy, tú que estás escuchando este episodio, tengas alguna persona prisionera por la falta de perdón durante dieciséis años o tal vez incluso más? Vimos que cuando nos negamos a perdonar nos convertimos en prisioneras de lo que Jesús llamó «verdugos», de las cosas que nos mantienen en prisión.
Y decíamos que a veces se trata incluso de trastornos físicos o emocionales crónicos, que pueden verse afectados por nuestra negativa a perdonar. Ahora, no estoy diciendo que ese dolor físico o emocional no sea real, lo que quiero decir es que a veces son el resultado de tener un espíritu no perdonador.
Permíteme ilustrar esto con una nota que recibí. Estuve hablando en una conferencia y les pedí a las mujeres que escribieran una tarjeta de oración diciéndonos cómo podíamos orar por ellas.
Al final de la conferencia una mujer escribió lo siguiente. Ella dijo:
«Escribí una oración en mi tarjeta por un problema de espalda. Después de tomar la decisión de perdonar a mi hermana y a mi madre, noté que el dolor en mi espalda había desaparecido. He tenido este dolor durante varios años. Creo que he sido sanada en mi corazón y en mi cuerpo al haber escogido perdonar».
El dolor en la espalda que ella mencionó suena como uno de esos «verdugos» para mí. Ahora, no puedo prometerte que si decides perdonar, todos tus dolores y molestias desaparecerán. Hay otras razones para esos dolores y molestias además de la amargura.
Pero te diré esto, si llegara a tener dolores y molestias, cuando los tenga, creo que es sabio comenzar preguntando: «Señor, ¿hay algo que he estado guardando en mi corazón, amargura o falta de perdón, que podría estar agravando o empeorando este problema?» No está de más preguntar y pedirle a Dios que examine y nos muestre lo que Él puede ver que quizás nosotras no hemos estado viendo.
Ahora quiero leer otra nota que recibí de otra mujer. Es una nota difícil, pero quiero leerla porque plantea un par de preguntas importantes sobre todo este tema del perdón. Esta mujer escribió:
«He estado luchando con la adicción de mi esposo a la pornografía. Mucho dinero perdido, confianza rota, acusaciones y culpas hacia mí. Me he resistido a perdonarlo. Pero hoy he tomado la decisión de perdonar a mi esposo por veinticinco años de infidelidad en el uso de la pornografía. Él cumple cincuenta años este año y creo que este es su “año favorable, del jubileo”. Creo que el Señor estaba esperando que yo me rindiera, lo perdonara y lo liberara de la prisión».
Y creo que eso plantea esta pregunta. Una de las razones por las que a veces nos resulta difícil perdonar es porque pensamos: Si yo perdono, ¿significa que su pecado ya no importa?
Tenemos el temor de que eso signifique que el ofensor quedará libre de culpa, que será liberado del daño que hizo, de su pecado. ¿Y si no ha reconocido su pecado y no se ha arrepentido? ¿Perdonar significa que sus malas acciones ya no importan? La respuesta a eso es no. Eso no es lo que significa.
El perdón no libera al ofensor en última instancia. Lo que hace es soltar al ofensor de las cadenas a las que yo lo tengo atado y lo pone a la disposición de Dios. Libera al ofensor de mi custodia y lo entrega a Dios, reconociendo que Él es el único juez verdadero y justo. Me recuerda que Dios no me hizo a mí el juez; la venganza es del Señor. Cuando me niego a perdonar, me estoy poniendo en el lugar de Dios.
Hay una poderosa ilustración de esto en el Antiguo Testamento. De hecho, todo este asunto del perdón está poderosamente ilustrado a través de la vida de José. Y puedes leer los últimos trece capítulos del libro de Génesis y ver cómo, desde que José era un niño, fue lastimado de varias maneras una vez tras otra. Fue tratado injustamente.
Pero al final de la historia, cuando los hermanos de José, que tanto habían pecado contra él, volvieron a él y le dijeron: «¿Vas a usar esto en nuestra contra?» José les dijo: «¿Estoy yo en el lugar de Dios?»
José pudo haber tomado venganza contra sus hermanos, y de hecho, él estaba en una posición en la que podría haberlo hecho. Él podría haberse vengado de todos los que alguna vez habían pecado contra él, porque en ese momento ya era el segundo hombre después de Faraón en la tierra de Egipto. Sin embargo, él dijo: «Yo no soy Dios. Y si busco venganza de estas personas, si me niego a perdonar, me estaría poniendo en el lugar de Dios».
Ahora, eso nos lleva a otro punto importante sobre el perdón. Y creo que malinterpretar este punto ha llevado a muchas personas a una esclavitud innecesaria. Déjame explicarlo de esta manera: perdonar no necesariamente significa olvidar. Perdonar a quien te ha hecho daño no significa necesariamente que olvidemos la ofensa.
Ahora, algunas de ustedes podrían estar pensando, pero pensé que perdonar significa olvidar. Bueno, se supone que debes perdonar y olvidar. De hecho, ¿no se olvida Dios de todos nuestros pecados? La Biblia no dice eso. Y tú puedes estar diciendo: «Claro que lo dice. Dice que se olvida de todos nuestros pecados».
Bueno, no encontrarás eso así en la Biblia. ¿Qué dice la Biblia? Y déjame preguntarte esto. ¿Cómo podría un Dios que lo sabe todo olvidar algo?
Lo que Dios dice es: «No me acordaré más de tus pecados». Dios está diciendo: «No tomaré más en cuenta tus pecados contra ti. Voy a escoger no mencionarlos». Eso es el perdón.
Y tú dices: «Pero si tan solo pudiera olvidar todo el dolor, ¿no sería eso maravilloso?» Bueno, sí, en cierto sentido. Y, por supuesto, todas desearíamos que tal vez Dios pudiera simplemente tomar este borrador divino y borrar todos los recuerdos dolorosos de nuestro pasado.
Pero no estoy tan segura de que de este lado del cielo eso sea lo ideal. Si tú y yo no pudiéramos recordar nada del dolor que nos han causado, ¿de qué otra manera podríamos compadecernos y tener misericordia y empatía de corazón hacia aquellos que están sufriendo?
El dolor del pasado, de ofensas, puede ser un medio para extender gracia, misericordia y bondad a aquellos que sufren.
Dios no necesariamente nos permite olvidar todo el dolor que hemos experimentado. Puedes perdonar sin necesariamente olvidar todo el dolor. Pero esos recuerdos dolorosos pueden ser un recordatorio de la gracia y el perdón de Dios a tu favor, la evidencia de Su gracia.
Si Dios así lo decide, Él es más que capaz de liberarte de cualquiera de esos recuerdos que no le traerán gloria a Él.
Ahora, otro punto sobre el perdón que solemos olvidar, es que perdonar no es «barato», es costoso. Significa que debemos estar dispuestas a asumir el costo del pecado de otra persona. Alguien tiene que pagar.
Déjame molestar un poco a mi amiga Holly aquí. Holly y yo somos amigas desde hace mucho tiempo. Supongamos que Holly y su esposo tienen problemas financieros y yo me doy cuenta de eso. Tengo un pequeño ingreso extra en este momento, así que llamo a Holly y le digo: «Quiero darte 1,000 dólares para ti y tu esposo». Y si pudieras devolverme 100 dólares por mes durante diez meses, entonces de esa manera puedes pagar esta deuda. Es un préstamo».
Y Holly me dice: «¡Vaya, estamos muy agradecidos por eso! ¡Muchas gracias! Te enviaremos 100 dólares por mes durante los próximos diez meses».
Bueno, los primeros treinta días pasan y yo no recibo ningún cheque o pago de Holly y su esposo, así que pienso: Bueno, tal vez se les olvidó. Pasa el siguiente mes; ningún pago de Holly ni su esposo, y yo pienso, creo que deben haber estado muy ocupados este mes.
Bueno, al tercer mes, debo seguir adelante con esto. Así que llamo y descubro que no tienen intención de pagar este préstamo. Simplemente no están tomando esto en serio. Y luego supongamos, solo para hacer una analogía aquí, que Dios toca mi corazón y dice: «¿Sabes qué?, te he bendecido y podrías hacer de esto un regalo. ¿Por qué no lo haces? Hazles saber que su deuda ha sido pagada».
Ahora, llevo un libro de contabilidad muy meticuloso y detallado de todas mis finanzas. Tengo débitos y créditos, y si hubiera hecho este préstamo de 1,000 dólares estaría registrado en mi diario financiero. Así que llamo a Holly y le digo: «Dios acaba de tocar mi corazón, quiero hacer de esto un regalo, así que ya no me deben nada».
Pero, ¿quién va a pagar los 1,000 dólares? Me quedé sin ese dinero, y ahora tengo que estar dispuesta y ser capaz de cubrir los 1,000 dólares. Alguien tiene que pagar. Ese perdón no es barato. Es costoso.
Y por cierto, ¿estaría bien volver donde Holly el próximo mes y decirle: «¡Sinvergüenza! ¡Tienes que pagarme los 1,000 dólares que me debes!» ¿Sería correcto hacer eso? No realmente. ¿Por qué? Porque ya la he perdonado.
El registro ha sido borrado de mi diario. Ya no es algo que se me debe. Es algo que se ha pagado en su totalidad. El perdón es costoso.
Es importante darnos cuenta de que el perdón se extiende en un momento determinado.
Ahora, lo que quiero decir con esto es que el proceso de sanar y de lidiar con esas emociones, de lidiar con esa relación, puede tomar un tiempo, es un proceso. El problema es que muchas de nosotras esperamos a que el proceso termine para escoger perdonar.
Y pensamos: primero tengo que sanar y luego puedo perdonar. Si esperas a que el proceso termine, probablemente nunca llegarás al punto de poder perdonar. Quiero que comprendas que el proceso comienza cuando escoges perdonar.
Hay situaciones que algunas de ustedes han recordado a medida que hemos estado hablando sobre este tema del perdón. Situaciones que muchas de ustedes han recordado de pecados atroces que se han cometido contra ustedes. Y quizás piensas, esto es realmente difícil. No puedo imaginar cómo podría perdonar a esta persona.
Y escucho a mujeres decir: «Estoy tratando de perdonar. Estoy trabajando con mi actitud hacia el perdón». Y entiendo lo que ellas quieren decir, pero es posible que te mantengas tratando y trabajando con tu actitud hacia el perdón, pero que nunca termines perdonando.
Así que quiero retarte con este pensamiento: por la gracia de Dios, puedes escoger perdonar, una decisión en un momento específico y luego permitir que Dios, a partir de ese perdón, haga fluir en tu vida la gracia sanadora que te ayudará a restaurar tu corazón, e incluso en algunos casos, esa relación. Y a medida que escoges perdonar, debemos recordar una y otra vez que la falta de perdón es un pecado tan grande como el que alguien ha cometido o cometerá contra nosotras.
Recuerdo haber hablado hace varios años con una mujer cuyo esposo se había involucrado en el uso de pornografía. Esta mujer estaba tan angustiada que, como mujer, no podía comprender cómo estas cosas habían sido atractivas para su esposo. Ella no lo entendía. Era repulsivo para ella.
En el proceso ella dejó que una raíz de amargura creciera en su corazón hacia su esposo. Y así se convirtió en prisionera incluso al mismo tiempo que estaba encarcelando a su esposo. Ella se convirtió en prisionera de su propia falta de perdón.
Y me di cuenta de algo un día mientras hablábamos, fue como si se hubiera encendido una luz cuando llegamos a este principio. Le recordé que su falta de perdón era un pecado tan grande a los ojos de Dios como el pecado de su esposo.
Ahora, desde la perspectiva humana, el pecado de su esposo era mucho más medible, y en nuestra forma de ver las cosas parece ser mucho más grave. Ciertamente tiene algunas implicaciones que la actitud del corazón de ella, su falta de perdón, puede que no tuviera.
Pero cuando ella se dio cuenta de que no solo su esposo había pecado, sino que ella también había pecado por su falta de perdón, entonces pudo liberarse de su amargura, liberar a su esposo a través del perdón, y finalmente, convertirse en un instrumento de gracia en la vida de su esposo. Dios pudo librarlo a él de algunos de estos problemas morales en su vida.
Ahora, he escuchado mujeres decir: «Escogí perdonar. He completado este proceso de perdonar, pero todavía siento como un nudo en mi interior cuando pienso en esa persona. ¿Cómo puedo lidiar con ese sentimiento y dolor?»
Bueno, hemos dicho que Dios puede permitir que guardemos algunos de estos recuerdos dolorosos para que seamos misericordiosas y compasivas con otros que tienen situaciones dolorosas en sus vidas.
Pero Dios nunca quiso que tuviéramos que vivir bajo el peso, la carga de asuntos emocionales no resueltos. Y creo que para muchas mujeres, la razón por la que no han recibido una sanación más completa de esas emociones destructivas, puede ser porque se detuvieron en el punto de extender el perdón.
Y las Escrituras tienen otros dos aspectos del proceso del perdón que creo que son importantes. No vamos a dedicar mucho tiempo a ellos, pero solo quiero mencionarlos para que podamos darnos cuenta de por qué son importantes.
El siguiente principio es: la importancia de devolver bien por mal. Debemos aprender a devolver bien por mal. En el libro de Romanos capítulo 12, desde el versículo 17 en adelante, el apóstol Pablo dice: «Nunca paguen a nadie mal por mal». No devuelvas el mal a quien te haya hecho daño. Creo que todas estaríamos de acuerdo en que eso es cierto. No debemos tomar venganza.
Pablo continúa diciendo: «Amados, nunca tomen venganza ustedes mismos, sino den lugar a la ira de Dios», o como dice otra traducción: «Dejad lugar a la ira de Dios». Recuerda que ese es el trabajo de Dios. «Porque escrito está: “Mía es la venganza, Yo pagaré”, dice el Señor. Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber». ¿Qué está diciendo aquí el apóstol Pablo?
Cuando esa persona te lastima, revela que tiene una necesidad. Descubre cuál es su necesidad y pídele a Dios que te muestre cómo satisfacerla. ¿Tiene hambre? Dale algo de comer. ¿Tiene sed? Dale algo de beber.
Y puedes estar pensando,bueno, ¡eso es muy difícil! ¡Por supuesto que lo es! Y esto es algo que no puedes hacer si no tienes al Espíritu Santo viviendo dentro de ti, que te capacita para hacer lo que es humanamente imposible.
Pablo continúa diciendo: «No seas vencido por el mal, sino que vence el mal con el bien». Cuando devuelves bien por mal, no solo estás venciendo el mal de esa persona con el bien, sino que estás venciendo en tu propio corazón el mal de esas emociones que te mantienen en prisión, devolviendo bien por mal.
Jesús mostró ese mismo punto en el Evangelio de Mateo capítulo 5 cuando dijo: «amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen, y bendigan…» (v. 44).
Si deseas avanzar en el proceso de sanación, una vez que hayas escogido perdonar por completo, liberar y borrar el historial de esa persona, pídele a Dios que te muestre formas en las que puedes invertir en la vida de la persona que ha pecado contra ti.
Ahora, puede que no sea adecuado restablecer la relación. Pero puedes orar por esa persona. Y quizás estés pensando: «No creo que pueda orar para que Dios bendiga a ese hombre, a esa persona, a esa mujer, a ese niño».
Mientras oras por esa persona, en obediencia a la Palabra de Dios, descubrirás lo que yo he descubierto en mi propia vida: no puedes odiar por mucho tiempo a una persona por quien estás orando y pidiéndole a Dios que la bendiga y la restaure. La meta es la reconciliación, que esa persona se reconcilie con Dios.
Así que por eso te animo a construir puentes de amor y bendición hacia esas personas que te han herido.
Hace un momento mencionamos a José y cómo sus hermanos, la esposa de Potifar y otras personas en su vida, lo maltrataron. Él pasó años siendo injustamente acusado, en una celda de una prisión egipcia. Pero cuando salió de prisión, se dispuso a hacer bien y a bendecir a los mismos hermanos que lo habían metido en esa situación.
Tú descubrirás que si construyes puentes de amor y bendición hacia esas personas, Dios sanará tu corazón. Ahora, algunas de ustedes puede que no crean esto, pero esta es la verdad: Dios puede llenar tu corazón con amor y compasión por alguien a quien has odiado durante años. Es un milagro de la gracia de Dios.
Y no conozco ninguna historia que ilustre mejor el poder de la gracia de Dios para llenar nuestros corazones de compasión donde antes había resentimiento, que la historia de Corrie Ten Boom. Probablemente has escuchado su historia y cómo su familia proporcionó un escondite para los judíos que estaban siendo perseguidos por los nazis. Y luego cómo ella, su hermana y su familia finalmente terminaron en un campo de concentración.
Déjame leerte lo que ella escribió. Ella dijo:
«Fue en un servicio de la iglesia en Munich, donde vi a un hombre que fue exmiembro de la SS, una organización al servicio de Adolfo Hitler, que había estado vigilando la puerta de las duchas de Ravensbruck. (El campo de concentración donde habían sido encarceladas Corrie y su hermana Betsie).
Fue el primero de nuestros carceleros que vi desde entonces. Y de pronto lo recordé todo: la habitación llena de hombres burlones, los montones de ropa, la cara pálida de dolor de Betsie.
Cuando la iglesia se estaba vaciando, el hombre se me acercó con un rostro radiante, y me dijo: «¡Fraulein, cuán agradecido estoy por su mensaje!» ¡Saber que, como dice, Dios ha borrado mis pecados!
Extendió su mano para estrechar la mía. Y yo, que tantas veces había predicado a la gente de Bloemendaal sobre la necesidad de perdonar, mantuve mi mano a mi lado. Incluso mientras los pensamientos de ira y venganza hervían dentro de mí, vi el pecado allí. Jesucristo había muerto por este hombre; ¿iba a pedir más? “Señor Jesús”, oré, “perdóname y ayúdame a perdonarlo”.
Traté de sonreír, luché por levantar mi mano. No pude. No sentí nada, ni la más mínima chispa de calidez o caridad. Así que, de nuevo, hice una oración en silencio. “Jesús, no puedo perdonarlo. Dame tu perdón”. Cuando tomé la mano de este hombre, sucedió lo más increíble. De mi hombro, a lo largo de mi brazo y a través de mi mano, una corriente parecía pasar de mí hacia él, mientras en mi corazón brotaba un amor por este extraño, que casi me abrumaba.
Descubrí que la sanación del mundo no depende tanto de nuestro perdón y nuestra bondad, sino del perdón y la bondad de Dios. Cuando Él nos dice que amemos a nuestros enemigos, nos da junto con el mandamiento, el amor mismo»¹.
Dannah: Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado compartiendo la poderosa historia del perdón con las palabras de Corrie Ten Boom. Nancy volverá en un momento para orar. Si deseas profundizar más en la perspectiva de Dios sobre el perdón, te animo a que leas el libro: «Escoja perdonar», escrito por Nancy DeMoss Wolgemuth. En este libro ella desarrolla muchos de los principios que ha estado escuchando esta semana.
De una semilla de tomate se obtiene una planta de tomate, ¿verdad? ¿Qué pasa cuando siembras una semilla de amargura? Mañana en Aviva Nuestros Corazones, Nancy hablará sobre el fruto de la falta de perdón. Espero que te unas a nosotras. Aquí está Nancy para cerrar este tiempo en oración.
Nancy: El evangelio de Cristo se trata de que Él estuvo dispuesto a pagar el precio de mi deuda. Su perdón por mí fue costoso. Le costó todo.
Y ahora Él está diciendo: «¿Estarías dispuesta a pagar el precio de lo que te he dado, de los ricos tesoros, ilimitados e infinitos de Mi gracia que he derramado sobre ti? ¿Estarías dispuesta a borrar las deudas que otros te deben?»
¿Quién tiene una deuda contigo? ¿Qué tan costoso será para ti perdonar?
Dile a Dios: «Señor, por Tu gracia y las riquezas que me has dado, estoy dispuesta a pagar ese precio, a cancelar todas esas deudas y cubrir ese costo yo misma». Cuando lo hagas, serás libre.
Oh Padre, cuánto nos has amado y cuán increíble es Tu perdón para con nosotras. Nos maravillamos de pie ante el Calvario y contemplamos lo que hiciste allí por nosotras.
Gracias, gracias Jesús, por Tu perdón. Y gracias, gracias, porque puedes derramar en nuestros corazones heridos, afligidos, lastimados y amargados, Tu perdón y Tu amor, incluso por aquellos que más han pecado contra nosotras.
Oh, Señor, oro por mí y por mis hermanas que están escuchando, que derrames a través de nosotras Tu gracia de perdón. Y para la que esté luchando con la decisión de perdonar, que pueda saber que es Tu perdón el que fluirá a través de ella.
Danos gracia, danos valor, voluntad y fe para actuar según lo que hemos escuchado y perdonar, por causa de Jesús, como Tú nos has perdonado. Oramos en el nombre de Jesús, amén.
Dannah: ¿Hay alguna mujer dentro de tu círculo cercano que está teniendo luchas con el pecado? ¿Esa persona está luchando con tentaciones en su mente y corazón, con formas equivocadas de pensar que han sido moldeadas por la sociedad en que vivimos? Tanto ellas como nosotras necesitamos una infusión del evangelio día con día.
En Aviva Nuestros Corazones queremos ser una infusión diaria de gracia, de esperanza y de pensamiento bíblico centrado en el evangelio, que ayude a las mujeres a filtrar lo que el mundo ofrece a través de la Palabra de Dios. Cuando hablamos de impartir esa infusión diaria pensamos en los colaboradores mensuales que hacen esto posible. Mes a mes ellos son de apoyo a través de sus oraciones y ofrendas, ayudando a que este ministerio siga adelante.
¡Estamos muy agradecidos por nuestro equipo de colaboradores y es nuestro deseo que Dios siga añadiendo muchos más!
Si has sido bendecida por este ministerio, si has recibido a través de Aviva Nuestros Corazones una infusión de gracia en tu propia vida, ¿considerarías convertirte en una de nuestras colaboradoras mensuales? ¿Te unirías a la familia?
¡Te necesitamos! Tú puedes ser parte de la misión vital de nuestro ministerio permitiéndonos llegar a las mujeres con el mensaje de libertad, plenitud y abundancia en Cristo. Serás testigo de cómo Dios aviva sus corazones.
Llamándote a la libertad, la plenitud y la abundancia que se encuentran en el evangelio de Jesucristo Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
¹ Corrie ten Boom. El Escondite. Bantam Books/Publicado por acuerdo con Fleming H. Revell Company, Nueva York, 1971. "The Three Visions", p. 238.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación