Lleva a las mujeres a la Palabra, día 2
Débora: Cuando Jen Wilkin enseña la Palabra de Dios a otras mujeres, ella quiere recordar que no buscamos una buena exposición por parte de la maestra... debemos buscar aprender la Palabra de Dios.
Jen Wilkin: La última cosa que quiero oír es: «¡Qué estrella eres!», o, «¡Lo hiciste súper!». No me importa, solo quiero ser fiel al texto. Mi trabajo es enseñar el texto. Y no es solo mi trabajo, es tu trabajo venir y participar conmigo como estudiante. ¡Vamos!
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 19 de agosto de 2024.
En el episodio anterior, escuchamos a Jen hablar acerca de algunas aplicaciones prácticas de cómo enseñar la Palabra de Dios fielmente.
Hoy, vamos a retomar esa enseñanza. Si eres una maestra de la Biblia, o te gustaría serlo, el mensaje de Jen te mostrará cómo. Y si …
Débora: Cuando Jen Wilkin enseña la Palabra de Dios a otras mujeres, ella quiere recordar que no buscamos una buena exposición por parte de la maestra... debemos buscar aprender la Palabra de Dios.
Jen Wilkin: La última cosa que quiero oír es: «¡Qué estrella eres!», o, «¡Lo hiciste súper!». No me importa, solo quiero ser fiel al texto. Mi trabajo es enseñar el texto. Y no es solo mi trabajo, es tu trabajo venir y participar conmigo como estudiante. ¡Vamos!
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 19 de agosto de 2024.
En el episodio anterior, escuchamos a Jen hablar acerca de algunas aplicaciones prácticas de cómo enseñar la Palabra de Dios fielmente.
Hoy, vamos a retomar esa enseñanza. Si eres una maestra de la Biblia, o te gustaría serlo, el mensaje de Jen te mostrará cómo. Y si tú no te consideras una maestra, este mensaje te mostrará cómo sacar más provecho de tu estudio personal de la Palabra de Dios.
Bien, aquí está Jen con la continuación de su mensaje.
Jen: Todo el mundo trabaja con diligencia y esfuerzo en lo que le interesa, todo el mundo lo hace. No tienes que convencer a alguien de que trabaje duro en aquello que ama. Nuestro trabajo es ayudar a las mujeres a aprender a amar el estudio de la Biblia. Por lo tanto, quiero que les enseñes a pensar, a aprender y a trabajar. Quiero que pongas a tus estudiantes sobre tres componentes.
Creo que hay tres elementos muy importantes en la manera en que presentamos la Palabra de Dios a nuestras mujeres. En muchos casos, solo trabajamos con uno de ellos. . . tal vez dos.
Nuestro escenario más común en la iglesia de hoy, creo, es venir y sentarse bajo la enseñanza sobre un pasaje de la Escritura que no hemos tomado el tiempo de leer antes de venir a escuchar el mensaje, (cero) ¿no es así?
Me refiero, a que tal vez lo hayas estudiado en un momento dado en el pasado, pero, ¿con qué frecuencia te sientas durante la enseñanza y escuchas algo en que no has pasado mucho tiempo antes de escuchar la enseñanza?
No siempre habrá contextos en los que tienes el control; no puedes saber lo que tu pastor va a predicar antes de que él lo predique el domingo. Pero tú y yo, como mujeres que estamos enseñando a mujeres, sí podemos establecer esto, para que las mujeres puedan aprender el valor que tiene.
Esto hará un par de cosas: las ayudará a ser capaces de aprender más cuando empieces a enseñar un pasaje de la Biblia. ¿Por qué? Porque ya habrán leído el texto por su cuenta.
Pero también hará otra cosa: Te llevará a ti, a la maestra, a un nivel mucho más elevado en la enseñanza. ¿Qué dijimos? Que el maestro falso y el humanista secular se basan en la ignorancia del texto.
Si puedo confiar en que las mujeres conocen lo que dice el texto, entonces eso significa que tengo que hacer mi «jugada A». Les doy la bienvenida, y me gusta porque necesito rendir cuentas, y también porque quiero avanzar lo máximo posible en el tiempo disponible. No quiero tener que contarles la historia. Quiero que hayan hecho eso por su cuenta, ¿recuerdan?
Porque, ¿qué estoy haciendo? Te estoy animando a hacer todo lo que seas capaz de hacer. Estoy practicando «la pereza intencional». (En realidad, estoy trabajando en mi astucia para asegurarme de que en la lección ¡vas a llegar tan lejos como puedas!) Estamos haciendo que nuestras estudiantes hagan todo lo que les es posible hacer por su cuenta.
Por lo tanto, el primer componente (probablemente ya lo han adivinado) es el tiempo personal de estudio del pasaje. Estoy a punto de decir algo que no es muy agradable. Si es posible, les daremos la tarea por adelantado. ¡No nos gusta hacer la tarea! Lo sé. También, yo fui a la escuela. ¡Y no me gustaba tampoco!
Pero, ¿qué clase tomaste alguna vez en que el elemento tarea no tuviera un valor duradero? Tengo dos hijos en la universidad en este momento. Si ellos vinieran a casa y me dijeran: «Increíble, todo estuvo bien, solo nos presentamos en la clase. Aprendí algunas cosas».
Yo les diría: «¿Dónde está la tarea? ¡Muéstrame el programa! Esta escuela me está sacando mucho dinero. ¿Dónde está la tarea?»
Así que piensa en esto en términos de la enseñanza de la Biblia. Me gustaría plantearte que la enseñanza bíblica es mucho más importante que lo que mis hijos van a aprender en la universidad. Pero, ¿no dejamos tarea? «Solo con asistir, no habrá ningún problema. El Espíritu Santo estará allí. ¡Vamos!» ¿Podríamos tener más cuidado con esto?
Sé lo que estás pensando: Ellas no la harán ¡Tienes toda la razón! Si no la asignas, ellas ¡nunca la harán! Santiago dice: «no tienes porque no pides» ¡Pídeles!
Nuestro tema de analfabetismo bíblico no va a mejorar si bajamos el estándar. ¡Pídeles! ¿Sabes por qué? ¿Sabes lo que mis hijos aprendieron de mí al decirles: «Haz esto, haz aquello, haz eso»? ¿Sabes lo que aprendieron? ¡Confianza!
Obtuvieron confianza. «¡Puedo hacerlo!», «Hey, he fallado» ¡La primera vez que tus hijos doblaron la ropa, quedó terrible! Soy un poco del tipo de personalidad A, pero no en todas las áreas. Pero tengo que admitir que me gusta tener un cajón de ropa cuidadosamente doblada, y no lo tuve sino hasta 10 años después.
Soy algo como: «Tú la doblas; y la guardas». Y ellos dicen: «Mami, lo hice!», y les digo: «¡Bien hecho!». Pero pienso: «Sé que no lo hiciste». Pero no voy a mirar. Y si lo hago, digo: «¡Bebé, esto está fantástico!» ¿verdad?
¡Ponles tarea! Tenemos que asignársela. Tenemos que poner en marcha este proceso, porque va a tomar un tiempo, pero van a mejorar en ello y fallarán menos. Sus especulaciones las llevarán a lugares más útiles. Se preguntarán de forma correcta, y van a aprender a esperar también.
Encarga la tarea. Es como el estiramiento antes del ejercicio (¡como dicen!). El estiramiento antes de hacer ejercicio hace más fácil hacer el ejercicio. La tarea es para ti y para tus estudiantes.
Así que, ¿qué tipo de tarea? ¿Eso significa que tienes que escribir un plan de clase completo cada vez que estés enseñando? No. En lo más mínimo (y no me refiero a minimizar esto, porque esto muy importante), pídeles que lean tres veces el texto que vas a cubrir.
Solo diles: «Léanlo tres veces. Subrayen si es necesario». Consigan que lean el texto antes de la clase. Si esa es toda la tarea que les das, creo que vas a ver cómo tu ministerio de enseñanza empieza a transformarse en muy poco tiempo.
El tiempo del estudio individual fomenta el pensamiento independiente, en contraposición a la interpretación de las opiniones de otras personas. Por lo tanto, lo que sea que les des (y vamos a echar una mirada a algunas maneras de abordar esto), dales tareas posibles de hacer, que provoquen la reflexión y la creatividad en la medida de lo posible.
Piensa en términos de «¿cuáles son los tipos de preguntas que quiero que empiecen a preguntarse del texto?» Cuando no estoy con ellas, «¿qué es lo que quiero que empiecen a pensar cada vez que leen el texto?»
Haz ese tipo de preguntas estructuradas antes de reunirte con ellas. Es necesario anticipar las preguntas difíciles, las preguntas que puedan tener miedo de hacer, esas son las que debes preguntarles cuando comiencen a llegar, de manera que cuando se reúnan todas, ya habrán pensado en ello, y estarán listas para tener una muy buena discusión y sabrán donde terminarla.
Por último, si no hacen la tarea (bueno, aquí está mi punto de vista real), ¡debo hacerles desear que la hubieran hecho! Así que aquí está cómo lo hago en mi formato. La menciono constantemente en la enseñanza. Hago comentarios como, «como vieron en su tarea de esta semana. . .bla, bla, bla. . .», o, «¿Recuerdan cuando buscaron esta palabra en su tarea, no fue increíble?», o, «¿Recuerdan lo que plantearon en esta pregunta?»
De esa manera, todas las mujeres que estuvieron cuidando de sus hijos, o que su niño lloró toda la noche y no lograron hacer su tarea. . .no quiero que digan: «Nunca voy a volver. No puedo hacer la tarea».
Sé que la líder del grupo les dirá: «Oye, está bien, si no lograste hacer la tarea esta semana, lo intentas de nuevo la próxima semana, ¿está bien?» Pero lo que hago es, darles una motivación. Que piensen: creo que me perdí de algo. Creo que el resto de las mujeres está sacando más que yo porque no pude hacer la tarea esa semana.
No las castiguen, ayúdenlas. Encuentren maneras de alentarlas a seguir con la tarea. Muy bien, así que el primer componente es el tiempo de estudio individual.
El segundo componente es el espacio dedicado a la discusión grupal. Ahora bien, si estás en un salón donde hay entre cinco y doce mujeres, entonces tienes el espacio para organizar un tiempo de discusión sobre el tercer componente que estoy segura de que todas pueden adivinar, que es el tiempo de enseñanza. Esto no significa que estas tres cosas tienen que suceder precisamente de esta manera.
Es posible organizar el tiempo de discusión en el momento en que estás enseñando, dependiendo del número de estudiantes que tengas. Solamente tómalo en cuenta.
El espacio para el trabajo en grupo ayuda a las estudiantes a verificar su interpretación personal del texto con lo que se comparte en el grupo. Esto es algo muy importante que debemos hacer. Una de las cosas que me preocupa, a veces, es que la gente lea el libro que escribí (Mujeresde la Palabra). Se les dan estas herramientas para que obtengan conocimiento del texto de primera mano. Pero muy a menudo le pasan rápidamente por encima a la parte que dice: «Oye, ¿sabes qué? No hagas esto por ti misma, sola en tu habitación».
En el mundo actual el individualismo ha sido impregnado en nosotras desde nuestros primeros días en la escuela primaria. Y pensamos: «Yo puedo hacer esto por mi cuenta», es la mejor cosa que podemos decir. Es algo bueno, pero confía en mí, la fe cristiana no se trata de hacerlo por tu propia cuenta.
En 1 de Pedro 2:5, ¿sabes cómo somos descritas? «como piedras vivas estáis siendo edificadas como casa espiritual. . .». Se supone que debemos estar haciendo el estudio de la Biblia en comunidad. Por lo que tienes tu tiempo a solas, y luego formas parte de un grupo, y lo comentas.
Y lo «pones sobre la mesa»: «Esto es lo que pensé que significaba este versículo; ¿qué les parece?» Y ya estás lista para que todo el grupo te mire y te diga: «¡Eres muy mala en esto! ¡Vamos a ayudarte a hacerlo mejor!» Deja que el contexto sea un lugar seguro para fracasar y crecer. Así que tenemos este espacio para el trabajo en grupo con el propósito de poder avanzar juntas.
Ahora bien, es muy, muy importante que se mantenga la discusión por el buen camino. ¿Dije que lo que las mujeres necesitan es ser empujadas? ¿Es construir comunidad y abrazarse? No. Es mantener nuestras mentes involucradas, ¿correcto?
Razón por la cual, cuando se tiene un tiempo de discusión sobre lo que hicieron en su tarea, deseas preservar ese tiempo a toda costa. Porque quieres honrar esa inversión de tiempo que hicieron las mujeres antes de comenzar a hablar de ello.
Por lo que vamos a utilizar ese tiempo para lo que es. Esto no quiere decir que vas a ser como: «Oh, lo siento, pero el tiempo para las peticiones de oración ha pasado, por lo que tendrán que esperar hasta la próxima semana»
Vamos a ser flexibles, ¿correcto? Siempre les digo a las mujeres en mi estudio: «Sé que van a formar una comunidad. Sé que van a formar una red y a establecer relaciones unas con otras, y eso me hace muy, muy feliz. Pero ese no es mi objetivo principal. Mi objetivo principal es que puedan aprender, y todo lo que hagamos cuando nos reunamos debe estructurarse en torno a esa idea. Debido a que van a hacer amigas, van a ir a comer juntas, se van a querer, van a hablar de sus hijos . . .lo entiendo. Pero voy a guiarlas a lo que es difícil para ustedes. Voy a pedirles amar a Dios con toda su mente durante este tiempo, y tendremos una estructura en torno a esto». Por lo tanto, mantengan la discusión por buen camino, manténganla con propósito.
Aquí hay otra: No temas al silencio; ¿puedes contar hasta treinta antes de responder? ¿Puedes contar hasta treinta antes de que una mujer responda? ¿Tienes el valor? Espero que lo hagas. Quiero que lo desarrolles. El silencio tiene que permanecer por largo tiempo, sobre todo al principio, en la relación con tus alumnas. ¿Por qué? Porque necesitan valor para exponer sus comentarios. Esta es una de las razones por las que contextos de aprendizaje donde hay un solo género son críticos para el bienestar de la iglesia.
Los estudios muestran que en grupos mixtos (si tienes cinco hombres y cinco mujeres), los hombres contribuyen el doble de lo que las mujeres lo hacen. Me senté en una clase en mi iglesia hace poco, y había un tiempo de preguntas y respuestas al final del tiempo de debate, y era una clase 50/50, hombres y mujeres.
Y durante ese tiempo, se hicieron once preguntas a los maestros al final de la clase. ¿Puedes imaginarte cuántas preguntas vinieron de las mujeres? ¡Cero! ¡Ninguna! Y los hombres que lideraban la clase no eran personas difíciles ni desagradables. Es solo algo que pasa.
Así que piensa en lo importante que es, lo precioso que es, cuando las mujeres se reúnen para discutir las cosas juntas. Piensa en la libertad que algunas mujeres sienten solamente en este entorno.
Pero sé que muchas mujeres no son así; son lentas para hablar. ¡Qué regalo! «Así que vamos a quitarles eso». No, el tiempo dedicado al trabajo grupal debe ser un espacio donde se sientan libres de hablar y donde se sientan seguras de hacer sus contribuciones, todas tienen permiso para aprender juntas.
Mantengan la discusión por buen camino, manténganla con un propósito. No temas al silencio. Lanza la pregunta, cuenta hasta treinta lentamente en tu cabeza. Alguien lo hará, y si no lo hacen, encontrarás a alguien a quien puedas decirle: «¿Quieres ser la primera en responder esta pregunta?»
Lo puedes preparar por adelantado para empezar a construir esta expectativa. Hacemos esto mismo como padres, también. «Cuando hago una pregunta, responden». ¿No es eso lo que hacemos con nuestros hijos? Tenemos que capacitar a un grupo en eso también. «Cuando hago una pregunta, responden». Les toma un poco de tiempo para aprender, pero podemos lograrlo si lo pensamos cuidadosamente.
Siempre, siempre, siempre busquen la pregunta detrás de la pregunta cuando surge algo en tu grupo. Les daré un ejemplo de esto: Alguien les hará una pregunta sobre el infierno. Cuando hacen una pregunta sobre el infierno, ¿En qué están pensando casi siempre? ¿Están preocupadas por el infierno?
No, están preocupadas por una pregunta más profunda. Tienen un ser querido que acaba de morir, o están pensando que no pueden confiar en la voluntad de Dios. No es una pregunta sobre cómo es el infierno. Es una pregunta acerca de cómo es Dios.
Por lo tanto, incluso cuando tú no conozcas la respuesta, y tal vez no puedas contestarla, sí puedes decir: «Ustedes saben, no puedo hablar específicamente de cómo es el infierno, pero les puedo decir lo siguiente: ¡podemos confiar en Dios!» Puedes señalarles la respuesta hacia la pregunta verdadera que están haciendo. Busca la pregunta detrás de la pregunta.
Aquí hay otra cosa que puedes hacer: Invita a la apertura con la apertura. Establece el tono. La forma en que compartas tus respuestas va a modelar en ellas lo que esperas que hagan. Esto significa que tienes que ser lo suficientemente vulnerable para decir cuando no entiendes algo.
Y si te hacen una pregunta que no puedes responder, puedes decir: «No sé, pero voy a averiguar». Esto te hace vulnerable. Te hace humana. Y no solo esto, sino que también. . . ¡Estás simplemente siendo honesta!
Y la gente se da cuenta. Cuando dices, «bien. . .creo que podría haber sido. . .en el siglo XV. . .y Josefo… ». Y en realidad piensas: «¡¿Qué?!». Que se vayan a casa y saquen un poco de tiempo; ellas pueden esperar. Las has entrenado a esperar. Invita a la apertura con apertura y admite tus limitaciones de conocimiento. Te hace lucir humana y te mantiene humilde, y nuestros estudiantes lo necesitan mucho.
Muy bien, en seguida tenemos el tercer componente, el tiempo de enseñanza. Como he mencionado, dependiendo del tamaño y formato de tu grupo, puedes hacer algo que esté mezclado con el tiempo de discusión. Y puedes decir, incluso cuando enseño a grandes grupos de mujeres, ¿qué tengo que hacer? Todavía estás conmigo, ¿verdad? Esto no es un truco por etapas. . .
Necesito saber que estás conmigo, y que esto no es un monólogo, o peor, un soliloquio. Si le preguntara a la mayoría de los padres, «¿Cómo deberían hablar con sus hijos?» ¿Qué dirían? «Oh, debería ser un diálogo de ida y vuelta, de ida y vuelta».
Pero, ¿qué hacemos con frecuencia? Decimos que es un diálogo, pero entonces hablamos, ¿verdad? Hablamos y hablamos. Luego empezamos a preparar nuestro tema. Somos como, «¡Estoy bien! ¡Esto es bueno!» Y en seguida se convierte en un monólogo. ¿Qué es un monólogo? Es cuando una persona habla y otras personas están escuchando.
Pero, ¿qué tan rápido se llega de un monólogo a un soliloquio? ¿Sabes qué es eso? La señora Wagner, mi profesora de inglés, te diría, es cuando una persona está hablando y nadie está escuchando.
¡Ese no es el papel del maestro! Hay momentos en los que estarás haciendo un monólogo, en el sentido literario, pero idealmente ¡siempre procura mantener, tanto como sea posible, un diálogo! ¿Estás de acuerdo? «Pregunto. . .tú respondes».
Entonces, durante el tiempo de enseñanza, tienes que hacer varias cosas. ¡Tienes que ser ingeniosa! Significa que necesitas pedir ayuda. No pienses: Está bien, estoy a cargo de la enseñanza de esto, así que tengo que hacer todo esto por mi cuenta.
Puedes pedir ayuda a un pastor, te podrá orientar con buen material, podrá ayudarte con todo lo que necesitas. ¿Hay cuidado para los niños? ¿Son las instalaciones adecuadas? Tal vez sea solo un consejo para encontrar un lugar de estudio. Solicita ayuda, ya sea de un pastor o de un mentor o mentora.
Me pasó. María Willis está aquí hoy. ¿Sabes lo que hizo por mí? No tenía un lugar para reunirme, y le dije: «no sé lo que voy a hacer. Esto es demasiado difícil».
Ella me dijo: «Puedes hacerlo». Y entonces ella me dijo exactamente lo que había hecho. Ella me dijo: «¿Sabes qué? Busca una iglesia en tu comunidad, y les preguntas si van a dar ese estudio, y ves lo que dicen». Ella me dio las herramientas. Ella construyó cosas a mi alrededor que me ayudaron a seguir, cuando pensaba que era demasiado para mí y que no podría manejarlo.
Cuando necesito buenos recursos, puedo pedirlos a mi pastor, y él me los dará. De hecho, si necesito una conversación sobre algo, si hay algo que me preocupa un poco, algo que yo quiero decir en la forma correcta, sé a quién puedo llamar, y me pueden ayudar a que lo diga de una manera que haga honor al texto.
¿Sabes por qué? Porque no me lo sé todo. Creo que ya hemos hablado de que no lo sabemos todo. Pero también recuerden, no estamos aisladas, y nos podemos acercar a otras «piedras vivas» y decir: «¿Me puedes ayudar? ¿Me puedes ayudar en esta buena obra? ¿Puedes llevarme?» Sé ingeniosa. Busca ayuda, para que puedas ser una obrera responsable.
Piensa en las ilustraciones de tu vida que puedas traer, sea lo que sea, para aplicar en lo que estás tratando de enseñar. Para mí, las ilustraciones son la pieza más difícil. Cuando las consigo, sé que puedo cumplir mi propósito.
Puedo encontrar la manera de aplicarlo y decirlo todo. Para mí, se trata de encontrar la ilustración correcta que realmente va a capturarlas, que realmente va a conectar su pensamiento a sus sentimientos y que sea práctica para ellas. Ser creativa.
Ser impredecible. Y la parte de ser impredecibles significa que no nos preocupemos por lo que las partes esperan de nosotras. ¿Sabes que la mayoría de correos electrónicos que he recibido son de la semana en que enseñé sobre los estudios que he hecho acerca las genealogías en Génesis, ¿sabes por qué? Nadie pensó que iba a ser interesante, pero fue fascinante. Nos puso de rodillas. Pero ¿con qué frecuencia se estudia Génesis, y ni siquiera te puedes detener? «Bueno, es que hay un montón de nombres, y debemos seguir avanzando».
Enseñamos Josué. Hice las reparticiones de las tierras durante dos semanas. Dos semanas, ¡tuvieron que leerlas de forma repetida. . .y de nuevo! Al estructurar a tus estudiantes en los tres elementos, ya no todo depende de que seas la maestra más impresionante de la semana. ¡Y eso sería una gran noticia!
La última cosa que quiero oír es: «¡Qué estrella eres!», o, «¡Lo hiciste súper!». No me importa, solo quiero ser fiel al texto.
Mi trabajo es enseñar el texto, y no es solo mi trabajo. . .es tu trabajo venir y participar conmigo como estudiante. «¡Vamos!». Voy a establecer una buena expectativa para ti. Voy a mantenerte en ello. Voy a mantenerte en mi propia expectativa. ¡Vamos a hacerlo!
Sé ingeniosa, sé creativa, sé impredecible, sé vulnerable. Comparte tus debilidades. No es divertido para mí levantarme y decirles a todos que tengo una lengua afilada, que el pecado que me acosa es también lo que puede, a veces, ser mi mayor fortaleza, la forma en que uso mi lengua, pero tengo que decirlo.
Sería una gran mentirosa, si me pusiera de pie aquí y dijera algo diferente. ¿Cuál es tu pecado? Mantenlo siempre delante de ti; te mantendrá humilde delante de las que enseñas, y tu vulnerabilidad les ayudará a que sean vulnerables también.
Aquí hay otro más; sé razonable. Cubre una cantidad que ellas puedan digerir. Por último, sé amable contigo misma. Lo que piensas después de la enseñanza podría ser un dolor de cabeza: el «podría», el «debería», y el «hubiera». Al igual que lo peor que puedo hacer después de que enseño es volver atrás y mirar a través de mis notas y decir, «oh, lo que quise decir fue, o, «Debí haber dicho esto», y «Pude haber dicho aquello».
¡Es terrible! Nancy se refirió a esto como «la batalla después de la batalla». Sí, la conozco. Concédete gracia; el Señor no te pide perfección. Te pide voluntad y seriedad y sobriedad mental. Ven a Él con necesidad mientras enseñas a otras.
Así que no es de extrañar que terminemos de enseñar y nos preguntemos todo lo que quisiéramos haber dicho. Un querido amigo siempre me recuerda: «No tienes que decirlo todo a la vez. Él te dará otra oportunidad».
Creo que estamos perdiendo cuando pensamos que tenemos que venir y sentarnos a escuchar algo que solo nos arrastra y nunca nos conecta. La idea es un ministerio continuo, ¿verdad? Un ministerio semana tras semana, en el que tenemos un efecto acumulativo en nuestra enseñanza, donde ningún tiempo de enseñanza particular tiene que ser fantástico. ¿Por qué? Debido a que estamos construyendo algo más grande que cualquier tiempo de enseñanza, y podemos confiar en eso.
Permite que tu enseñanza tenga un efecto acumulativo. No sientas como si tuvieras que despertarte ahí cada semana y. . .Hay semanas en las que la maestra no tuvo suficiente tiempo para prepararse. No estoy abogando por eso, pero les digo, he visto al Señor manifestarse durante esa semana.
No seas dura contigo misma. Y, a veces, dependiendo del entorno donde te encuentres, ¡es posible que tú seas el único estímulo que tienes! Así que, es bueno que sepas que el Señor te ve con gentileza y amabilidad. Entiende que eres parte de una buena obra. ¡Anímate!
Nancy: Esta es Jen Wilkin, ayudándonos a entender cómo enseñar la Palabra de Dios de manera más eficaz a otras mujeres.
Bien, y antes de poder enseñar la Palabra de Dios a otras mujeres, tienes que conocerla tú misma. Jen ha escrito un libro que te ayudará a escudriñar la Biblia con un apetito renovado. Te mostrará cómo entender la Palabra de Dios, cómo entenderla a la luz de un contexto histórico, a ver cómo un pasaje encaja con la gran narrativa de la Escritura como un todo.
Una de las mayores cargas en mi corazón es ayudar a las mujeres a estar equipadas para sumergirse en la Palabra de Dios y compartirla con las demás. Y este libro, Mujer de la Palabra, escrito por Jen Wilkin, es una gran herramienta para esto.
De hecho, cuando leí este libro, compartí un montón de citas. Quiero que tengas tu copia, que lo leas. Quiero que recibas estos conceptos en tu corazón y en tu vida.
Débora: Muchas gracias, Nancy.
El día de mañana, Jen seguirá mostrándonos cómo enseñar con eficacia la Palabra de Dios a otras mujeres. Ella nos ayudará a leer la Biblia con precisión, a entenderla con claridad e interpretarla correctamente. Nos mostrará también cómo animar a otras mujeres a seguir estos pasos por su cuenta.
Acompáñanos aquí, en Aviva Nuestros Corazones. Te esperamos.
Escudriñando las Escrituras juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación