Libres para ser genuinas, día 2
Annamarie Sauter: Somos llamadas a temer a Dios. Pero temerle, si somos Sus hijas, no quiere decir huir de Él cuando hemos pecado.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si conocieras a alguien que sepa todo lo que tú has hecho, ¿te sentirías cómoda al presentarlo a otras personas? ¿Crees que les dirías a las personas: «Vengan, vengan a ver a esta persona que lo sabe todo de mí. Nunca lo he conocido antes pero él sabe todo sobre mí». ¿No crees que estarías un poco temerosa?
Pero cuando esa persona es Jesús, no tienes nada que temer. Puedes venir ante Su presencia. Puedes traer a otros contigo. Puedes atreverte a ser honesta. Puedes tener la libertad de ser genuina porque aunque seamos grandes pecadores –y lo somos– Jesús es un gran Salvador.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Ayer escuchamos la …
Annamarie Sauter: Somos llamadas a temer a Dios. Pero temerle, si somos Sus hijas, no quiere decir huir de Él cuando hemos pecado.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si conocieras a alguien que sepa todo lo que tú has hecho, ¿te sentirías cómoda al presentarlo a otras personas? ¿Crees que les dirías a las personas: «Vengan, vengan a ver a esta persona que lo sabe todo de mí. Nunca lo he conocido antes pero él sabe todo sobre mí». ¿No crees que estarías un poco temerosa?
Pero cuando esa persona es Jesús, no tienes nada que temer. Puedes venir ante Su presencia. Puedes traer a otros contigo. Puedes atreverte a ser honesta. Puedes tener la libertad de ser genuina porque aunque seamos grandes pecadores –y lo somos– Jesús es un gran Salvador.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Ayer escuchamos la primera parte de la enseñanza de Nancy titulada, Libres para ser genuinas. Esta se basa en Juan capítulo 4, donde tenemos la historia de una mujer que se encontraba junto a un pozo…
Si te perdiste esa primera parte, escúchala, descárgala o léela en nuestro sitio web, avivanuestroscorazones.com. Aquí está Nancy con la continuación.
Nancy: De manera que la máscara de esta mujer ha sido removida. Y ahora ella está en el proceso de descubrir quién es el que sabe todo acerca de ella. Entonces llegamos al versículo 19, la mujer le dice: «Señor, me parece que Tú eres profeta». ¿De qué otra manera podría Él saber todo esto?
Ahora, creo que ella estaba nerviosa en ese momento, entonces trató de cambiar el tema. Vamos a hablar de algo seguro. ¿Qué tal si hablamos sobre teología?
«Nuestros padres adoraron en este monte, y ustedes (los judíos) dicen que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: “Mujer, (¿quieres hablar de teología? Yo sé algo de eso, créeme) cree lo que te digo, la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen (ustedes los samaritanos), nosotros (los judíos) adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores…»
Haz un círculo alrededor de esas palabras, los verdaderos adoradores. No todos los adoradores son verdaderos adoradores. Los verdaderos adoradores, los que realmente se conectan con Dios…
«…adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. Dios es espíritu y los que le adoran deben adorar en espíritu y en verdad».
No puedes adorar con una máscara puesta. Y luego el versículo 25 dice: «La mujer le dijo: “Sé que el Mesías viene, (el que es llamado Cristo); cuando Él venga nos declarará todo”».
Él nos explicará todos estos asuntos teológicos. Y Jesús le dice en este asombroso momento de revelación: «Yo soy, el que habla contigo» (vv. 20-26).
Ahora, la mujer conocía ese término, ese nombre. Porque el texto en el griego original es, «yo, quien habla contigo, Yo soy». ¿Has escuchado ese nombre antes? Yo soy. ¿Quién es el Yo Soy en el Antiguo Testamento? Jehová. Jesús está diciendo, «el que está hablando contigo es Dios. Y es así cómo lo sé».
Y el versículo 27, dice: «En esto llegaron sus discípulos y se admiraron de que hablara con una mujer, pero ninguno le preguntó: “¿Qué tratas de averiguar?” o: “¿Por qué hablas con ella?” Entonces la mujer dejó su cántaro…»
Me encanta esa pequeña frase. Parece ser como que se le olvidó la razón por la que fue al pozo en primer lugar. El cántaro de agua. Ya ni siquiera tenía importancia en ese momento, porque estaba por encontrar el Agua Viva.
«Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo a los hombres: “Vengan, vean a un hombre…”» (vv. 27 -29).
Ahora, déjenme usar un poco de imaginación acerca del texto en este momento. La gente en este pueblo había escuchado a esta mujer decir esta misma frase antes –seis veces para ser exactas. Pero este hombre es diferente. «Vengan y vean a un hombre», y mira como lo describe, «Él me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será este el Cristo?»
Ahora, si conocieras a alguien que sepa todo lo que tú has hecho, ¿te sentirías cómoda al presentarlo a otras personas? ¿Crees que les dirías a las personas: «Vengan, vengan a ver a esta persona que lo sabe todo de mí. Nunca lo he conocido antes pero él sabe todo sobre mí». ¿No crees que estarías un poco temerosa?
Pero cuando esa persona es Jesús, no tienes nada que temer. Puedes venir ante Su presencia. Puedes traer a otros contigo. Puedes atreverte a ser honesta. Puedes tener la libertad de ser genuina porque aunque seamos grandes pecadores –y lo somos– Jesús es un gran Salvador. Y ella los está introduciendo al Salvador.
Bueno, pues su historia fue muy convincente. En el versículo 30 nos dice: «Y salieron de la ciudad y fueron donde Él estaba». Y vamos ahora a saltar al versículo 39:
«Muchos de los samaritanos creyeron en Él por la palabra de la mujer que daba testimonio, diciendo: “Él me dijo todo lo que yo he hecho”».
Por cierto, quizás pienses que una cosa es decirle a Dios todo lo que has hecho porque Él ya lo sabe, pero algunas veces tenemos miedo de bajar las barreras cuando se trata de otros. Escucha, una vez que hayas quitado el techo en tu relación con Dios, puedes quitar las paredes. Puedes ser genuina con los demás una vez hayas sido genuina y honesta con Dios.
Su testimonio, el testimonio de esta mujer en Juan capítulo 4 es conmovedor. Y muchos creyeron en Él porque la mujer no continuó con la máscara puesta. Se la quitó en el versículo 40.
De modo que cuando los samaritanos vinieron, rogaban a Jesús que se quedara con ellos; y Él se quedó allí dos días. Y muchos más creyeron por Su palabra, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que Tú has dicho, porque nosotros mismos le hemos oído y sabemos que este es en verdad el Salvador del mundo» (vv. 40-41).
¿Quieres agua viva? ¿Quieres que la sed de tu alma sea satisfecha? ¿Te has dado cuenta de que las cosas del mundo no están logrando satisfacerla? ¿Quieres el Agua Viva? Recordemos que no podemos recibir la bendición y la vida que Dios nos quiere dar hasta que estemos dispuestas a quitarnos la máscara y seamos honestas acerca de quiénes somos, lo que hemos hecho, y sobre cómo estamos en realidad; acerca de nuestro dolor, nuestras batallas, nuestros problemas, nuestros ídolos (que es la palabra bíblica para la adicción), acerca de nuestro pasado, de nuestra condición espiritual real. Escucha, cuando estamos dispuestas a ser honestas y genuinas, acerca de nuestro pecado y nuestros fracasos, entonces la gracia de Dios viene a inundar nuestras vidas para perdonarnos.
Recuerdo haber hablado con una mujer que se acercó a mí. La esposa de un líder cristiano; se acercó un día y me dijo:
«Tengo que ser honesta. Tengo que ser genuina. Años atrás, al principio de nuestro matrimonio, le fui infiel a mi esposo. Nunca he sido honesta con él acerca de esto. Lo he engañado todos estos años. Y nuestra relación se ha estancado porque he temido salir a la luz. Dios me ha mostrado que me tengo que quitar la máscara y ser honesta con mi esposo».
Ahora eso es algo muy doloroso. Y si Dios te está trayendo convicción con algo similar, ve con una mujer piadosa o madura y dile, «¿podrías ayudarme a orar durante este proceso? Ayúdame mientras transito por este tiempo». Pero quiero decirte algo, cualquiera que sea el problema, cualquiera que sea el pecado, cualquiera que sea tu fracaso, cuando lo expongas a la luz, irás a una fuente llena con la sangre derramada de las venas de Emmanuel que limpiará hasta blanquear cada pecado y toda la culpa de tu pasado, sin importar lo que sea. ¡Alabado sea Dios!
Necesitamos ser honestas, no solo acerca de nuestros pecados y nuestros fracasos y nuestro pasado, pero tenemos que ser honestas sobre nuestras debilidades, sobre nuestras necesidades. Estamos tan acostumbradas a tener que probarles a los demás que somos súper mamás, súper mujeres, ¡súper de todo!
Junté un grupo de amigas íntimas hace justamente unas cuantas semanas y les dije, «necesito ser honesta con ustedes». Hay áreas donde estoy batallando. Hay áreas en las que soy débil, donde estoy necesitando ayuda. El público no tiene forma de saber esto, no porque yo esté tratando de ocultarlo, sino porque ellos no viven conmigo. Ellos no viven mi vida. Y me junté con esas amigas que me iban a ayudar a ministrar gracia a mi vida, la gracia de Dios, y que me ayudarán a pensar en estrategias que me guíen a caminar en la luz, a ser genuina, para poder recibir la gracia y la fortaleza que Dios quiere darme. Hay una fortaleza que viene cuando reconocemos nuestras debilidades y somos honestas.
Y una observación final: podemos arriesgarnos a quitarnos la máscara y ser honestas en la presencia de Cristo, porque Su gracia es lo que necesitamos. Esta mujer dijo: «Vengan a ver a un hombre que me dijo todo lo que he hecho». ¿Puedes creer que esa fue su manera de vender el evangelio? Soy libre para ser genuina. Esa es una estrategia de venta excelente en un mundo que se oculta, que se esconde y que vive para aparentar.
El evangelio es que Jesús lo sabe todo, pero además:
- Él murió por nuestros pecados
- Él murió por nuestros fracasos
- Él murió por nuestra corrupción
- Él murió por nuestra inmoralidad
- Él murió por nuestras debilidades
- Él murió para liberarnos para que no tuviéramos que escondernos.
- Él murió para que pudiéramos estar en una correcta relación con Él y con los demás.
Entonces en solo unos cuantos minutos voy a extenderte una invitación para que te quites la máscara, para que seas honesta, para que des un paso hacia la luz, para que vengas tal y como eres.
Tal vez tengas que ser sincera acerca de un área específica de tu vida donde desesperadamente necesitas de la gracia de Dios. Necesitas reconocer delante de Dios y delante de alguien en este lugar, que no puedes manejar esto tú sola.
Tal vez es ese hijo de quien nunca se escribió un libro de texto. Y dices, «no puedo ser una buena madre para este hijo y necesito la gracia de Dios». No tienes que seguir pretendiendo que eres una súper gran madre. ¿Quién es una gran madre? Las súper mamás no existen, ¿ok? Entonces vamos a ser honestas con Dios y con cada una de nosotras.
Necesitas ser honesta acerca de tu verdadera condición espiritual, no sobre lo que otros piensan de ti, sino acerca de dónde realmente te encuentras ahora. Tal vez tengas que ser honesta acerca de tu pecado que has estado encubriendo, la amargura, la falta de perdón, la inmoralidad, el aborto, algo que parece ser muy grande o muy pequeño, lo que sea que esté siendo un obstáculo entre tú y la libertad para ser genuina. Te voy a invitar a que vengas a la luz.
Tal vez es una unión pecaminosa que necesitas confesar. Quizás necesitas pararte delante de la luz porque tal vez sea el hecho de que no eres cristiana. Has estado jugando a la iglesia, pretendiendo. Pero necesitas quitarte la máscara, ser honesta. Y piensas, «todos en mi iglesia piensan que soy cristiana. ¿Qué pensarán todos ellos si soy honesta?» Ellos pensarán que la gracia de Dios está activa en tu vida hasta que finalmente te vean quitarte la máscara y decir: «Necesito a Jesús».
Algunas de ustedes profesan algo que no son cuando se trata de su cristianismo. Estás batallando y luchando muy duro para ser una buena cristiana. Pero eso te matará. No puedes ser una verdadera cristiana si no tienes a Jesús en ti viviendo Su vida a través de ti. Algunas de ustedes necesitan quitarse la máscara.
Entonces, te estoy animando para que te quites la máscara y después vengas a ver un hombre. Ven a Jesús. Contempla a Jesús con el rostro descubierto, por medio de quien «estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu» (2 Cor 3:18).
¿Te sentirías liberada si te atrevieras a dejar ver a los demás la verdad de la persona que realmente eres? Bien, la invitación está abierta para cada corazón quebrantado.
Damas, es tiempo de dejar de jugar a la iglesia y ser honestas. Es hora de cerrar, dejar de pretender ser lo que no somos. Déjame decirte algo, no puedes imaginar el impacto que haríamos en un mundo perdido y sin fe cuando dejamos de pretender ser lo que en realidad no somos. Cuando dejamos de esconder nuestro dolor, cuando dejamos de defendernos a nosotras mismas, nuestros pecados y nuestro orgullo, nuestras adicciones y nuestras relaciones quebrantadas, nuestras aventuras y divorcios y nuestros espíritus de autorectitud.
Cuando dejamos de defender todo esto y salimos a la luz, y recibimos la gracia de Dios para transformar nuestras vidas, es allí cuando el mundo se detendrá y notará y creerá que realmente existe un Salvador que puede transformar sus vidas.
Oh Señor, te doy las gracias de que Tú, el que tiene ojos como llamas de fuego, Tú ves, Tú sabes y conoces. Tú ves en mi corazón, ves las cosas de mí que nadie más en este lugar sabe o conoce. Oh Señor, te doy gracias por la libertad que he encontrado y que estoy encontrando en Ti, porque ahora estoy dispuesta a quitarme la máscara y a ser sincera delante ti y de los demás.
Señor yo creo que aquí hay muchas, muchas otras mujeres en este lugar y en lugares alrededor de nuestro país y alrededor del mundo, que han estado jugando a las máscaras. Hoy, en este día, necesitas pararte en la luz y quitarte la máscara y ser honesta delante de Dios y delante de otros también.
Gracias Señor, que no necesitamos temer al venir a Tu presencia a menos que todavía estemos tratando de ocultarnos. Oh, Señor, haz Tu voluntad en cada corazón. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
Annamarie: Hemos sido hechas libres para ser genuinas. Esto es de lo que Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado hablando a lo largo de su enseñanza. No dejes pasar este momento –este día– sin rendirte al Espíritu Santo en obediencia.
Una mujer experimentó esto en una de nuestras Conferencias Mujer Verdadera. Luego de una enseñanza a través de la cual el Señor habló a Su corazón y le trajo convicción, ella dio el paso de obediencia. Escucha su historia:
«Hola a todas mis hermanas, quiero compartir este testimonio para la gloria y honra de nuestro Señor Jesús. Durante la conferencia todas fuimos confrontadas por la preciosa Palabra de nuestro Dios y reconocimos muchas áreas de nuestras vidas en las cuales estábamos pecando delante del Señor. Después de las enseñanzas nos retirábamos a las habitaciones y en las mañanas teníamos un tiempo de reflexión y de oración. Durante ese tiempo compartimos nuestras experiencias, confesamos nuestros pecados, nos arrepentimos y oramos las unas por las otras.
Yo guardaba un pecado muy horrible en mi corazón. Estaba muy bien guardado pero el Espíritu Santo me lo estaba revelando. Me arrepentí delante del Señor, pero era tanto mi orgullo que no quería que nadie lo supiera. Al final, no podía yo, la líder de damas de mi iglesia, manchar mi reputación.
El Señor en Su amor infinito y Su misericordia, seguía redarguyéndome a través de Su Santo Espíritu. Entonces fui al cuarto de oración durante la conferencia. Allí confesé mi pecado y pedí oración a una bella mujer de Dios que con mucho amor oró por mí. Pero mi orgullo era tal que todavía quería mantener este pecado en secreto...
Esa noche me atreví a decirle a una hermana de mi orgullo y a reconocer que a pesar de que lo sabía y me arrepentía delante del Señor, mi orgullo era tan grande que no podía admitirlo delante de mis hermanas, y que por esa razón fui a pedir a oración donde nadie me conocía y quizás nunca más me verían otra vez. Eso significaba que mi reputación de líder no iba a ser dañada. La siguiente mañana estaba orando con mis hermanas, pedí perdón al Señor en medio de la oración por mi pecado de orgullo y ser controladora. Inicialmente quería decirlo rápido en la oración para que no se notara mucho. Pero después el Señor obró en mí y por Su gracia pude finalmente confesar mi pecado delante de mis hermanas.
Fue como si literalmente me hubieran quitado de los hombros una mochila muy pesada que por mucho tiempo llevaba cargando. Me sentí libre, me sentí ligera. Gloria a mi Señor por Su misericordia. La mañana del domingo, ya en casa, me preparaba para salir a la iglesia y el enemigo murmuraba en mis oídos. «¿Tú crees que has cambiado? Estás igualita, nada ha cambiado». Era la primera mentira del día.
Al vestirnos en la mañana, si cuando vamos a nuestro closet encontramos que está vacío, tendremos que salir desnudas y caminar avergonzadas en nuestra desnudez delante de los otros. Sin embargo, si nuestro closet está lleno buscamos entre toda la ropa y tomamos la adecuada para la ocasión. En otras palabras, si nuestras mentes están llenas de la verdad de Dios que es Su Palabra, podemos tomar la palabra perfecta para la ocasión para reprender toda mentira del enemigo que viene a invadir nuestras mentes.
Así es hermanas, me revestí con Su Palabra que es verdad y me dirigí a la iglesia. Todas testificamos de la gloria del Señor y lo que había hecho en nuestras vidas en estos días. Y las jóvenes que participaron de la conferencia testificaron con la gracia y el poder del Espíritu Santo quebrantadas delante del Señor y de la congregación. Cada una de las hermanas testificó de las cosas con las que el Señor les había ministrado. A algunas fue con respecto a su rol de madres, otras de esposas, y así sucesivamente. Una de las hermanas le pidió perdón a su esposo delante de la congregación por su control y manipulación, otra a su familia, y yo finalmente confesé mi pecado de orgullo y control delante de la congregación, de mi pastor y delante de mi Señor y Dios.
Con esto hermanas, las exhorto a confiar en el Señor, que el que comenzó la obra en nosotros la va a perfeccionar. Quiero también exhortarlas a ser vigilantes y a guardar celosamente en sus corazones lo que hemos recibido del Señor. Y que por la misma gracia por la cual lo recibimos también lo demos a otros. Al final, el propósito mayor es que Él sea glorificado porque para gloria Suya hemos sido creadas. Bendito sea el nombre del Señor. Gloria a su nombre por los siglos de los siglos, amén. Gracias a ustedes por su labor en este ministerio».
Annamarie: Gracias hermana por tu transparencia y por compartir este testimonio con nosotras. Nos anima ver la obra de Dios en las vidas de tantas mujeres para acercarlas a Él y para traer libertad y gozo a sus vidas.
¿Has sido tentada a dudar de las promesas de Dios? Muy a menudo, cuando sentimos temor, fijamos los ojos en nosotras mismas en lugar de mirar a Dios y vivir por fe. Y es que cuando lo contemplamos a Él es que somos fortalecidas, consoladas, animadas y recibimos la gracia que necesitamos. En nuestra próxima serie estaremos hablando más acerca de esto. Asegúrate de acompañarnos, y juntas contemplemos la grandeza de nuestro Dios.
Nancy: Cuando somos frágiles y estamos débiles y limitadas, Dios posee toda la fortaleza que necesitamos. Él nos da consuelo en nuestras debilidades y tribulaciones, dándonos Su fortaleza para llevarlas.
Annamarie: Escucha más en la próxima serie de Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
Libre en Ti, Iglesia Cristiana Oasis, El Misterio de Tu Amor, ℗ 2015 Iglesia Cristiana Oasis.
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