Libre de condenación
Annamarie Sauter: ¿Te ha pasado que aunque has confesado tu pecado delante de Dios, no te sientes perdonada? Con nosotras Sharon Jaynes.
Sharon Jaynes: Cuando decimos, «yo sé que Dios me ha perdonado, pero yo no puedo perdonarme a mí misma». Eso es como decir que lo que Jesús hizo en la cruz no es suficiente, que debe haber algo más.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Como ustedes saben, el tema de las mentiras que las mujeres tendemos a creer ha sido un tema de interés para mí desde que escribí el libro, Mentiras que las Mujeres creen y la verdad que las hace libres. Nuestra invitada de estos días tiene el mismo sentir y ha escrito acerca de esto en su libro titulado I’m Not Good Enough… and Other Lies Women Tell Themselves (en español …
Annamarie Sauter: ¿Te ha pasado que aunque has confesado tu pecado delante de Dios, no te sientes perdonada? Con nosotras Sharon Jaynes.
Sharon Jaynes: Cuando decimos, «yo sé que Dios me ha perdonado, pero yo no puedo perdonarme a mí misma». Eso es como decir que lo que Jesús hizo en la cruz no es suficiente, que debe haber algo más.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Como ustedes saben, el tema de las mentiras que las mujeres tendemos a creer ha sido un tema de interés para mí desde que escribí el libro, Mentiras que las Mujeres creen y la verdad que las hace libres. Nuestra invitada de estos días tiene el mismo sentir y ha escrito acerca de esto en su libro titulado I’m Not Good Enough… and Other Lies Women Tell Themselves (en español sería, No soy lo suficientemente buena… y otras mentiras que las mujeres se dicen a sí mismas).
Sharon, quiero darte de nuevo la bienvenida a Aviva Nuestros Corazones.
Sharon: Gracias Nancy.
Nancy: Pienso que has identificado algo que es un asunto crucial para todas nosotras como mujeres, porque como dice el Proverbio: «Pues como piensa dentro de sí, así es él» (Proverbios 23:7). Al creer cosas que no son ciertas acerca de nosotras mismas, acerca de Dios o de los demás, actuamos en base a esas mentiras y terminamos creando muros y patrones en nuestras vidas que nos aprisionan en lugar de dejarnos vivir la vida libre y abundante que Dios ha venido a darnos.
En el episodio de ayer hablamos sobre una serie de mentiras a las que creo que muchas, muchas mujeres parecemos estar esclavizadas. Mentiras como: «No soy lo suficientemente buena», «no valgo la pena», «soy un fracaso». Y una mentira de la que no hablamos pero que entra en una categoría similar es: «Dios no me ama». Hablamos de inferioridad, de insuficiencia, de inseguridad y cosas con las que muchas, muchas mujeres se identifican.
Al concluir el episodio anterior, Sharon, nos diste cuatro pasos para liberarnos de las mentiras. Para aquellas que no estuvieron con nosotras, ¿podrías repetir cuáles son esos pasos?
Sharon: Nancy, esos son los pasos que Dios usó en mi propia vida para poder tener victoria sobre las mentiras que yo estaba creyendo.
Lo primero es que tuve que darme cuenta de la verdadera identidad del enemigo. No luchaba contra las mentiras que había escuchado de otras personas, sino que Satanás es el verdadero enemigo.
La Biblia dice que él es el engañador, el acusador de los hermanos. Y tenemos que entender que existe una batalla espiritual, y debemos darnos cuenta de quién es el verdadero enemigo.
Nancy: Y que quiere esclavizarnos y mantenernos así, en esclavitud. Él no quiere que caminemos en libertad.
Sharon: No, no quiere. Y sabemos que la Escritura dice que cuando venimos a Cristo somos libres. Somos libres, somos redimidas, somos salvas.
Nancy: Somos nuevas criaturas.
Sharon: Somos nuevas criaturas y no hay nada que el enemigo pueda hacer al respecto. Pero lo que sí puede hacer es hacernos sentir que no estamos limpias, que no somos libres. Si él continúa afectando la manera como nos sentimos, entonces afectará la manera como vivimos la vida cristiana. Así que tenemos que reconocer que hay un enemigo allá afuera que quiere matar, robar y destruir. Él no puede matarnos porque tenemos vida eterna, pero definitivamente puede robarnos, puede mantenernos alejadas de experimentar la vida abundante que Dios ha planeado para nosotras.
Hoy en día veo muchas mujeres cristianas que no viven la vida abundante que Dios quiere para ellas porque no creen la verdad.
Así que el primer punto es que tenemos que reconocer la verdadera identidad del enemigo. El segundo punto es que tenemos que reconocer cuáles son las mentiras que estamos creyendo. La mayoría de nosotras nos decimos esas mentiras tantas veces que no nos damos cuenta de que son mentiras: «Soy tan tonta», «no puedo hacer nada bien», «nadie me ama», «nadie se preocupa por mí». Y lo repetimos tanto que no nos damos cuenta. Se vuelve parte de lo que somos.
Nancy: Comenzamos a creer que esa es la verdad.
Sharon: Pensamos que esa es la verdad, pero no es así, y eso nos lleva al paso número tres: debemos rechazar las mentiras. Debemos detenernos y decir: «Eso no es verdad». La Biblia habla sobre vestirnos con la armadura de Dios y menciona el escudo de la fe. Yo creo que se trata de levantar el escudo de la fe y decir, «eso no es verdad». Y así las mentiras del enemigo rebotarán sobre el escudo.
Mis manos son como dos pequeños escudos de fe. No lo hago en público, pero cuando estoy en casa y pienso en alguna mentira del enemigo, levanto mis manos como escudos de fe y digo: «Eso no es verdad».
Y después de detener la mentira y decir en voz alta «esto no es verdad», ¿qué hago? El cuarto paso es reemplazar la mentira con la verdad. Introducir la verdad. Por ejemplo, si digo, «no puedo hacer nada bien» –y hacemos esto cuando cometemos un error– decimos decimos que no podemos hacer nada bien. Y no sé cuántas veces lo he dicho…pero necesitamos detenernos y decir: «Eso no es verdad, porque la Biblia dice que «todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Fil 4:13). Así que sustituyo la mentira con la verdad.
Ahora, al observar estos cuatro pasos, notamos que así fue como Jesús venció al enemigo en el desierto. También vemos que así fue como Eva fracasó en el jardín del Edén.
Muchas veces pensamos que nuestras circunstancias son el problema, pero Eva estaba dentro del jardín y allí falló.
Nancy: Nadie podría estar en mejores circunstancias que en las que ella estuvo.
Sharon: Nadie podría estar en mejores circunstancias. Ella vivía en un mundo perfecto. Y entonces luego tenemos a Jesús en el desierto 40 días, ayunando y tuvo victoria. Así que no son nuestras circunstancias.
Jesús sabía que Satanás vendría tras Él. Y le presentó las mismas cosas. Fueron tres mentiras, aunque diferentes –eran diferentes porque Jesús era diferente a Eva. Pero, cuando él le trajo esas mentiras, Jesús las enfrentó con la verdad. Él aplicó este proceso. Él rechazó la mentira y la reemplazó con la verdad de la Palabra de Dios, y así es como obtuvo la victoria.
Nancy: Así es, eso significa que debemos saber cuál es la verdad. Si estamos consumiendo –como muchas mujeres hacen– las cosas del mundo, las revistas del mundo, las novelas románticas, anuncios, escuchando a amigas que no están hablando verdad y prestando atención a la cultura más de lo que escuchas la Palabra de Dios, estamos estimulando las mentiras. Y no vamos a saber cuál es la verdad y estaremos indefensas ante los ataques del enemigo.
Sharon: Tengo un gran ejemplo para ilustrar esto Nancy. Me alegra que hayas traído esto a la conversación.
No sé si recuerdas cuando John F. Kennedy Jr, algunos años atrás, en 1999, estrelló su avión en el océano. Ahora, el accidente sucedió cuando él volaba de Nueva Jersey hacia Martha's Vineyard. Esa noche era una noche con mucha nubosidad; el cielo estaba oscuro y tempestuoso. Y John estaba entrenado para volar por vista, un tipo de entrenamiento llamado entrenamiento de vuelo visual.
Entonces, para poder volar correctamente tenía que ver el horizonte, y esa noche no podía verlo. Así que cuando el avión se inclinó hacia la izquierda, perdió el equilibrio, tuvo vértigo y sintió que volaba recto. Luego se inclinó hacia la derecha. Y otra vez su cuerpo sintió como si estuviera volando en línea recta. Así que voló de arriba a abajo e hizo todo tipo de maniobras erróneas hasta que el avión se estrelló contra el océano. Y por supuesto, él y otros dos pasajeros murieron.
Pero esto es lo asombroso. Frente a John –justo frente a él– estaba el panel de controles. Él pudo haber presionado algunos botones y aterrizar el avión, pero no estaba entrenado para volar con panel de controles. Él solo estaba entrenado para volar por vista.
Nancy: Cuando estás entrenada para volar con el panel de controles debes estar dispuesta a confiar en lo que te dicen los controles, a pesar de lo que te diga tu vista. Sin importar cómo se vea allá afuera, debes confiar en los controles.
Sharon: La revista en la que leí sobre esto mencionaba la confianza que debes tener en los controles. Ellos lo llamaban recuperación de actitudes inusuales. Y pensé, «wow, esto es lo que necesitamos, recuperarnos de las mentiras inusuales, de las actitudes inusuales». Tenemos que poner nuestros sentimientos a un lado y confiar en ese panel de controles. Eso es lo que nosotras debemos hacer.
Nancy: Por supuesto, nuestro panel de controles es la Palabra de Dios. Es lo único absoluto y que no cambia. Pero creo que estamos tan programadas para confiar en nuestros sentimientos, confiar en lo que los demás nos dicen o en lo que dicen acerca de nosotras, a confiar en nuestras circunstancias…y esas cosas pueden ser muy turbias, como la noche en que John F. Kennedy voló ese avión.
Nuestros sentimientos no son dignos de confianza, no son confiables para que aterricemos en base a ellos. Y así es como muchas de nosotras terminamos accidentandonos en los aterrizajes de la vida, poniendo nuestra confianza en algo que no es confiable.
Sharon: Debemos prestar atención. Ayer cuando venía en el avión hacia aquí, la asistente de vuelo estaba dando las instrucciones para el procedimiento de emergencia. Miré alrededor, y no muchas personas estaban prestando atención. Pero había un señor sentado adelante, un señor de edad avanzada que estaba escuchando cada palabra que ella decía. Sacó el folleto y lo leyó junto con ella. Él estaría preparado.
Otros no estábamos prestando atención. No necesariamente por descortesía, sino porque ya lo habíamos escuchado antes y era aburrido escucharlo otra vez. Y de igual manera, si ese avión comenzaba a caer, tomaríamos ese folleto de instrucciones y le daríamos una lectura rápida.
Desafortunadamente eso pasa con muchas de nosotras como cristianas. Damos una lectura rápida cuando estamos en una situación difícil en lugar de prestar atención al manual. Pero debemos introducirnos en la Palabra de Dios para que cuando llegue la situación difícil sepamos en qué parte de la Escritura está. Así sabremos lo que Dios dice al respecto sin tener que leer con rapidez. No tendremos que entrar en pánico porque sabremos lo que Dios dice sobre eso.
Nancy: Algo que siempre les digo a las mujeres –y a mí misma– es que necesitamos hablarle a nuestro corazón con la verdad de la Palabra de Dios. Y estoy recordando una sección de tu libro en la que haces justamente eso. Hablas sobre mentiras como: «No soy lo suficientemente buena», «no valgo la pena», «soy un fracaso»…y nos provees una lista de afirmaciones que la Palabra de Dios nos dice que son ciertas sobre nosotras si somos hijas de Dios, si hemos puesto nuestra fe en Jesucristo. Quisiera que leyeras algunas de estas afirmaciones porque es un ejemplo de cómo necesitamos hablarles a nuestros corazones con la verdad de la Palabra de Dios.
Así, cuando nuestras mentes, emociones o sentimientos nos digan: «No eres lo suficientemente buena», «no vales nada», «eres un fracaso», «Dios no te ama», podamos hablarles a nuestros corazones según la verdad.
Sharon: Bueno, Romanos 8:1 dice que «no hay condenación». 1 Corintios 2:16 dice: «Tenemos la mente de Cristo». 2 Corintios 5:21 dice: «Hemos sido hechas justas». Efesios 1:3 dice, «nos ha bendecido con toda bendición espiritual». ¡Eso es asombroso! Me emociono de solo leerlo.
Efesios 4:24 dice que «somos justas y santas». Colosenses 1:14 dice, «hemos sido redimidas y perdonadas de todos nuestros pecados».
Escucha la lista de palabras sin la cita bíblica.
La Biblia dice que somos:
- Escogidas
- Aceptadas
- Adoptadas
- Predestinadas
- Valiosas
- Justificadas
- Reconciliadas
- Redimidas
- Justas
- Libres de condenación
- Santas
- Selladas
- Completas
- Completamente perdonadas
- Equipadas por Dios
- Fortalecidas por el Espíritu Santo
- Revestidas de Jesús
¿Cómo entonces podemos decir, «no soy suficientemente buena», al vernos como Dios nos ve?
Nancy: Y esto, estas afirmaciones, se convierten en nuestro panel de controles. Confiamos en esto para guiarnos con seguridad a través de las turbulentas confusiones de la vida. Y creo que es importante saber que la clave para lidiar con esos sentimientos de inferioridad, de insuficiencia y de inseguridad que nos acosan a tantas de nosotras, no es solamente mirarnos al espejo y decir: «Eres valiosa, eres buena, eres importante»; porque, el hecho es que puedes tener padres que lo afirmen, que te digan lo maravillosa, preciosa, dulce y adorable que eres, y aún así tu propio corazón puede condenarte.
Puedes seguir teniendo esos sentimientos de inferioridad, de insuficiencia y de inseguridad. Y la realidad es que no somos lo suficientemente buenas separadas de Cristo. Así que lo que debemos hacer es levantar nuestros ojos y mirar a Jesús, en lugar de mirarnos a nosotras mismas.
Él es el único realmente bueno. Él es quien merece recibir la gloria, la honra, la adoración y la bendición. Él es el único que nunca ha fallado. Él es el único cuyo amor perfecto. Y nosotras estamos en Cristo por lo que Él hizo en la cruz por nosotras.
Y cuando Dios nos ve, Él no ve los fracasos, lo indignas, las personas no suficientemente buenas que somos, Él nos ve vestidas con la justicia de Cristo. Esa perspectiva cambiará la forma en que nos vemos a nosotras mismas y todo en la vida.
Sharon: Y tenemos que enfatizar eso, que por nosotras mismas no somos lo suficientemente buenas; más bien porque Jesús terminó la obra en la cruz, porque Él mora en nosotras, entonces somos lo suficientemente buenas por Él.
Nancy: Solo por Él.
Sharon: Él es suficientemente bueno. Él está en nosotras y nosotras en él. Él es inocente y nosotras estamos cubiertas y envueltas en Jesuscristo, y eso es lo que nos hace valiosas. No porque tenemos un talento especial, o un don especial, o un pacto exclusivo, sino por lo que Él ha hecho.
Nancy: Y esto me lleva a otra mentira que las mujeres nos decimos a nosotras mismas (y estoy segura de que los hombres también), pero es a las mujeres a quienes te diriges en tu libro. Otra mentira es el sentir de que «no puedo ser perdonada de verdad» y «no puedo perdonarme a mí misma», que es la manera como algunas personas lo dirían.
Una de las cosas que dices en el libro y que creo que es muy cierta, Sharon, es que dos de las más grandes armas de Satanás contra las mujeres hoy en día son la vergüenza y la condenación. Aún cuando saben que Dios las ha perdonado, muchas se levantan por la mañana y se visten con sus trapos sucios del pasado.
Sé de muchas mujeres que viven con ese sentir de esclavitud por lo que han hecho en su pasado. La infidelidad, los abortos, las malas decisiones, los hábitos pecaminosos. Aunque a lo mejor ya lo confesaron y se arrepintieron, esa cinta, esa voz resuena una y otra vez en sus cabezas, esa voz que dice que no pueden ser perdonadas de verdad. Creo que esa vergüenza y esa condenación se convierten en una forma de vida y en un muro para muchas mujeres.
Sharon: Y Satanás quiere que te sientas así. Él no quiere que entiendas que has sido perdonada, así que él sigue recordándote ese pasado y esa culpa. Y cuando decimos, «yo sé que Dios me ha perdonado pero no puedo perdonarme a mí misma», eso es como decir que lo que Jesús hizo en la cruz no es suficiente, que debe haber algo más. Yo pienso que la raíz de esto está en que en lo profundo de nuestros corazones sabemos que no merecemos ser perdonadas.
Nancy: Así es.
Sharon: Si alguien se ha practicado un aborto, puede decir, «no merezco que Dios me perdone por eso». Si alguien ha cometido adulterio o ha sido sexualmente promiscua puede pensar, «Dios, no lo merezco». Y, ¿sabes qué? No lo mereces. Nancy, yo no merezco ser perdonada, y de eso se trata el regalo. No lo merecemos, y no podemos ganarlo. Y esa es la definición de gracia. Es recibir un regalo que no merecemos –y nosotras no lo merecemos– pero Dios nos lo ha dado: Su perdón.
Corrie ten Boom dijo: «Dios lanza nuestros pecados a lo más profundo del océano y luego coloca un letrero que dice: “Prohibido pescar”».
Nancy: Qué Dios tan bueno tenemos. Creo que muchas de nosotras sabemos estas verdades, conocemos el evangelio, sabemos que Cristo murió para perdonar nuestros pecados, conocemos 1 Juan 1:9: «Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad».
Entonces, Sharon, ¿por qué pasa que todo el conocimiento que tenemos en nuestra cabeza, para tantas personas, no llega hasta sus corazones? Todavía se sienten esclavizadas a estas ideas. Todavía piensan en aquellas malas decisiones que tomaron, esas desiciones equivocadas, ese pecado que cometieron, y todavía les permiten a esas voces de condenación que las mantengan en esclavitud.
Sharon: Creo que mientras mordamos el anzuelo Satanás seguirá lanzando esa culpa. Mientras mordamos el anzuelo, él lo seguirá haciendo. Continuamos escuchando esas voces de condenación porque honestamente no le creemos a Jesús. No recibimos el regalo del perdón.
Sostenemos el regalo en nuestras manos pero no lo abrimos. No quitamos la envoltura, no recibimos el regalo que Dios nos ha dado. Y debemos hacerlo por fe y comenzar a orar, «Dios, muchas gracias por perdonarme». Y por lo que sea que hayas hecho –lo que sea que hayas estado cargando. Agradécele a Dios Su perdón. Recibe ese perdón. Él te lo está entregando, es solo dar un paso de fe. Puede que no sientas ninguna diferencia, pero es un paso de fe.
Los sentimientos podrán venir después, y sigue agradeciéndole a Dios por ese regalo, el regalo de haberte perdonado.
Nancy: Y ese perdón se hace posible porque el precio por ese pecado –el castigo por ese pecado– ha sido pagado por Jesucristo. Me encanta ese versículo en 2 Corintios 5:21 que dice: «Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él».
Así que todos mis pecados, todo ese fracaso fue puesto sobre Cristo en la cruz. Él lo tomó sobre Sí para que pudiera vestirme con Su justicia. Por eso Romanos 8:1 dice: «Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús».
Yo sé que no hay una mujer escuchándonos hoy que no sea culpable de pecado. Todas lo somos y hay quienes han estado viviendo en esa esclavitud.
Piensa en semanas, meses, tal vez años o décadas atrás, en las decisiones que has tomado, los pecados que has cometido. Tal vez en algo que nunca le has contado a nadie. Has caminado con toda esa culpa durante todos estos años, con esa condenación, ese sentimiento de que no puedes ser perdonada. Ese aborto, ese adulterio, esa mentira, esa decepción, esa relación o esa promesa rota.
Solo quiero retarte ahora mismo a sacar ese pecado a la luz, a reconocerlo, aunque lo hayas cometido en el pasado. Y piensa en eso como lo que es, un pecado; no solo un fracaso o un error, sino como un pecado en contra del Dios santo.
Y si eres una hija de Dios y sabes que te has arrepentido de tu pecado y has puesto tu fe en Jesucristo, mira a la cruz, mira a Jesús y di: «Gracias Señor Jesús porque tú cargaste ese pecado por mí. Ese pecado, mi pecado (llámalo por su nombre) fue puesto sobre Ti. Tú pagaste el castigo por ese pecado. Llevaste la carga de mi condenación sobre Ti. La ira de Dios que yo merecía fue puesta sobre Cristo. Y ahora por la fe yo recibo Tu justicia, Tu pureza, Tu libertad. Gracias porque ante Tus ojos es como si nunca hubiera cometido ese pecado».
Háblale a tu corazón conforme a la verdad de la Palabra de Dios. Y por fe recibe el perdón de Dios, y luego haz lo que dijo Corrie ten Boom y pon un letrero de Prohibido pescar. Di, «no permitiré que el enemigo siga causando estragos en mi vida, que continúe haciéndome esclava de la culpa del pecado que ya ha sido confesado y cubierto por la sangre de Cristo».
Y oh Padre, cómo te agradezco por la verdad, el poder de la verdad que nos hace libres. Te doy gracias por Jesús. Te doy gracias por la cruz. Te doy gracias por la sangre de Jesús. Te doy gracias porque puedo permanecer hoy frente a Ti, limpia, perdonada, sin condenación, sin culpa en la vida ni en la muerte, porque Cristo está en mí. Su justicia está en mí.
Oro por mis hermanas que están escuchando. Oh Dios, ¿podrías en este día comenzar el maravilloso proceso de liberar a estas mujeres por Tu gracia, para que puedan caminar en libertad y en perdón? En el nombre de Jesús oramos, amén.
Annamarie: Amén.
Has estado escuchando una conversación entre Nancy DeMoss Wolgemuth y Sharon Jaynes. Si has estado cargando un peso de condenación que no deberías llevar, espero que hagas tuya esa oración. Y descansa en la cruz.
Sharon Jaynes dice, «no seas impaciente, no huyas de las situaciones donde no parece haber esperanza». Y me pregunto, ¿realmente queremos ver a Dios obrar en ese tipo de situaciones? Escucha acerca de esto mañana, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
La lectura para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es 1 Corintios capítulos 14 al 16.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
La Gloria de la Cruz, Sovereign Grace Music, Sea la Gloria Solo a Ti ℗ 2002 Sovereign Grace Music.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
Únete a la conversación