Las promesas de Dios
Débora: A veces necesitamos un poco de perspectiva para recordarnos que esta vida no es todo lo que hay. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: La clave para la rendición es darnos cuenta de que solo estamos de paso en este mundo. Este no es nuestro hogar. Esto no es permanente. Somos extranjeras. Somos exiliadas en la tierra. Nuestra ciudadanía está en el cielo.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Demoss Wolgemuth, autora de Rendición: El corazón en paz con Dios, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 23 de agosto de 2023.
¿Qué es un altar? Hablamos de esto como si fuera la parte delantera del santuario de una iglesia. ¿Qué significaba eso para aquellos en el Antiguo Testamento? ¿Por qué edificaban altares? Empezaremos a tener una idea sobre este concepto bíblico mientras Nancy continúa con la serie, «Rendición: Enfrentando nuestros temores».
Nancy: …
Débora: A veces necesitamos un poco de perspectiva para recordarnos que esta vida no es todo lo que hay. Aquí está Nancy DeMoss Wolgemuth.
Nancy DeMoss Wolgemuth: La clave para la rendición es darnos cuenta de que solo estamos de paso en este mundo. Este no es nuestro hogar. Esto no es permanente. Somos extranjeras. Somos exiliadas en la tierra. Nuestra ciudadanía está en el cielo.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Demoss Wolgemuth, autora de Rendición: El corazón en paz con Dios, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 23 de agosto de 2023.
¿Qué es un altar? Hablamos de esto como si fuera la parte delantera del santuario de una iglesia. ¿Qué significaba eso para aquellos en el Antiguo Testamento? ¿Por qué edificaban altares? Empezaremos a tener una idea sobre este concepto bíblico mientras Nancy continúa con la serie, «Rendición: Enfrentando nuestros temores».
Nancy: Hemos estado hablando de Abraham y su esposa, Sara. Abraham, es el padre de la fe, el padre de aquellos que creen, que toman en serio las promesas de Dios y están dispuestos a arriesgar sus vidas por las promesas de Dios.
Abraham llegó a ser conocido por sus contemporáneos como Abraham el hebreo. Esta referencia se encuentra en Génesis capítulo 14. La palabra «hebreo» significa «extranjero» o «forastero»; y desde la perspectiva de los habitantes en la tierra de Canaán, Abraham y su esposa, Sara, siempre fueron como marginados. Ellos no pertenecían, eran muy diferentes. Eran extranjeros y forasteros.
Pero eso estaba de acuerdo con lo que ellos creían, porque esta pareja entendió que todo lo que este mundo ofrece es temporal. Así que su ciudadanía no estaba en este mundo. Vivían para un hogar eterno, y eso era lo que les hacía estar dispuestos a vivir como peregrinos, como extranjeros, como forasteros, a no encajar en este mundo y en este sistema mundial, porque se dirigían a un hogar eterno.
Y leemos este concepto en Hebreos capítulo 11, esa gran historia de los hombres y mujeres de fe que comienza en el versículo 13. Las Escrituras dicen que todos esos santos del Antiguo Testamento: «Todos estos murieron en fe, sin haber recibido las promesas, pero habiéndolas visto desde lejos y aceptado con gusto, confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra».
Escucha, si echas raíces demasiado profundas en este mundo, tendrás un tiempo muy difícil cuando Dios te pida que renuncies a algo que es muy preciado para ti. La clave para la rendición es entender que solo estás aquí por poco tiempo, una morada temporal, estamos de paso. Este no es tu hogar. Esto no es permanente. Somos extranjeras. Somos exiliadas en la tierra. Nuestra ciudadanía está en el cielo.
Y el autor de Hebreos continúa diciendo en el versículo 14: «Porque los que dicen tales cosas, claramente dan a entender que buscan una patria propia. Y si en verdad hubieran estado pensando en aquella patria de donde salieron, habrían tenido oportunidad de volver. Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad».
Así que Abraham y Sara, junto con otros que están en este gran capítulo de la fe, estuvieron dispuestos a arriesgar todo lo que este mundo considera esencial –patria, reputación, posición, posesiones, sus familias, prestigio– para poder estar eternamente seguros y obtener la bendición de Dios. Y eso fue exactamente lo que sucedió. Aunque era forastero en esta tierra según la perspectiva terrenal, desde la perspectiva celestial, Abraham fue llamado amigo de Dios.
Abraham el hebreo, el forastero según la perspectiva terrenal, pero según la perspectiva de Dios, según el punto de vista celestial: Abraham, el amigo de Dios.
El desarrollo de la extraordinaria relación de Abraham con Dios, puede definirse con una serie de rendiciones que Abraham hizo a Dios durante el transcurso de su vida. Cada una de esas rendiciones se basó en la revelación de un Dios que cumple Su pacto y Sus promesas.
Ahora, cuando Abraham hizo estas rendiciones, creo que uno de los símbolos más distintivos de la vida de Abraham fue esta cosa llamada altar. En cuatro ocasiones distintas, en cuatro etapas distintas de su peregrinaje, sabemos que Abraham le responde al Señor edificando un altar.
Vemos la primera en Génesis capítulo 12, en Siquem. Luego vemos la segunda entre Betel y Hai, donde Abraham edificó un altar en respuesta al Señor.
Y en el capítulo 13, en Hebrón, edificó otro altar al Señor. Con cada uno de estos altares él estaba diciendo: «Señor, he escuchado lo que Tú has dicho, y lo que has revelado de Ti mismo es real. He escuchado Tus promesas, y quiero decirte que yo creo Tus promesas. Recibo Tus promesas. Me rindo a Ti y te doy el control de mi vida y de todo lo que es importante para mí».
Ese era el significado de esos altares. Él edificó esos altares. Eran símbolos silenciosos de rendición y fe (3 veces). Dios ha prometido y Dios es fiel, así que yo confío en Él, y me rindo a Él.
La cuarta vez, en una montaña llamada Moriah, este hombre al que llamaban el amigo de Dios, construyó un altar más. En Génesis capítulo 22, nos describe cómo en ese altar, bajo la dirección clara pero incomprensible de Dios, Abraham colocó a su propio hijo, el hijo de la promesa: Isaac, a quien tanto había anhelado y esperado. Dios le dijo: «Sacrifícalo». Y en ese momento de suprema rendición y fe, Abraham dijo: «Yo confío en Ti, Señor. Yo confío en Tu plan. Yo confío en Tus promesas».
Él renunció a todo lo que era preciado para él, porque en ese hijo estaban representadas todas las esperanzas, sueños, aspiraciones, el futuro de Abraham y todo lo que él había anhelado. Todo lo que Dios le había prometido estaba en la vida de ese hijo y cuando Dios le dijo: «Renuncia a ese hijo», eso no tenía ningún sentido. Pero Abraham era amigo de Dios. Él era extranjero, forastero en esta tierra y dijo: «Está bien, Señor, yo confío en Ti».
Y sabemos que Dios evitó el sacrificio del hijo de Abraham. Él había superado la prueba. Dios supo que cuando Abraham colocó a su amado hijo en ese altar, listo para clavarle el cuchillo en su pecho, Abraham mismo estaba sobre ese altar. Todo lo que él era, todo lo que él tenía, todo era del Señor.
Y quiero que veamos que todos esos primeros altares de sacrificio, rendición y fe, cada uno de ellos estaba preparando a Abraham para el momento en que sería llamado para hacer el sacrificio supremo.
Y puedo decirte que no estarás lista para hacer ese sacrificio supremo que Dios te pide, si no has estado diciendo a lo largo del camino: «Sí, Señor» en los asuntos cotidianos de la vida. Verás, con cada acto previo de rendición, se habían establecido en el corazón de Abraham, la confianza en Dios y la confianza en Sus promesas. Él estaba conociendo a Dios.
Y así cuando llegó el momento de subir al monte Moriah, Abraham ya tenía un tiempo caminando con Dios, y eso fue lo que hizo posible que diera el paso de fe y rendición. Y así mismo, los pequeños pasos de rendición que das…podría ser algo como levantarte de la cama en la mañana, cuando suena la alarma del reloj, levantarte a tiempo para pasar un tiempo con el Señor en Su Palabra y en oración.
Esa es una pequeña rendición, es un altar que tú edificas. No es algo grande. Pero cuando haces ese pequeño acto de rendición, al edificar ese altar, cada paso de rendición que das, confirma que Dios es digno de tu confianza, y te prepara para confiar en Él con rendiciones más grandes que Dios podría requerir en tu vida.
Los altares hablan de sacrificio, devoción, rendición y de ser consumidos. Hablan de una vida que es ofrecida totalmente a quien se le ha edificado el altar.
En algunas de nuestras iglesias tenemos un lugar, una ubicación que identificamos como un altar. No encendemos fuego ni ofrecemos sacrificios literales en esos lugares, sino que buscamos que sirvan como recordatorios visibles de lo que debería ser una realidad espiritual para cada hijo de Dios. El autor del himno lo compuso de esta manera: Mi corazón un altar y Tu amor la llama, ofreciéndonos en total rendición ante Dios.
Así que los puntos de rendición a los que Abraham y Sara se enfrentaron a lo largo de sus vidas son probablemente similares a algunos a los que tú te has enfrentado en tu vida. Por ejemplo, pienso en Abraham y Sara cuando fueron llamados a dejar su ciudad natal, el lugar donde estaba toda su familia, el lugar donde habían crecido, dejando atrás a su familia y a sus amigos.
Tal vez tú has tenido que hacer eso, dejar lo que era cómodo y familiar para ir a una ciudad nueva donde no conoces a nadie. Y lo hiciste pensando: Esto es lo que Dios quiere. Tus emociones te gritan: ¡No puedes hacer esto! Pero la fe dice: «Confía en Dios, da el paso y hazlo».
Abraham le dejó la mejor tierra a su sobrino, Lot. Hay momentos cuando tienes que sacrificar tus propios intereses por el bien de los demás. Si eres madre, haces esto todos los días. Te aseguras de que tus hijos tengan todo lo que necesitan, que tengan alimento, que tengan vestido. He visto a muchas madres vivir esa vida sacrificial, poniendo los intereses de sus hijos y los de su esposo por encima de los de ellas. Cuando haces eso, estás siguiendo los pasos de fe de Abraham y Sara.
Y llegó el momento cuando Lot estuvo en una condición de rebeldía y Abraham armó todo un ejército para poder rescatarlo de sus captores.
Bueno, tal vez hay momentos en los que te tienes que involucrar y ganar el corazón de un esposo, una hija, un padre que tiene un corazón rebelde y se ha alejado del Señor, y Dios te está llamando a que sigas involucrada, a que sigas perseverando y restaurando esa relación. Cuando haces eso, estás haciendo una rendición y caminando en fe. Edificas un altar de sacrificio.
Abraham no quiso aceptar el botín de guerra de un rey impío, y tal vez hay momentos cuando tienes que rechazar una oferta lucrativa porque sabes que eso no es agradable delante del Señor. Tienes que confiar: Dios va a proveer para mis necesidades, aunque yo no esté dispuesta a hacer algo incorrecto para recibir este beneficio. Así que dices: «Gracias, pero no. No puedo aceptar eso».
Y pienso en Sara viviendo por veinticinco años después de que el Señor les prometió esta gran descendencia, esta progenie, estos hijos y nietos por muchas generaciones. Pero por veinticinco años ella no tuvo hijos, viviendo en infertilidad. Yo sé que hay mujeres que aman a Dios con todo su corazón y están caminando en fe, se están sometiendo al Señor y anhelan en su corazón tener un hijo; sin embargo, el Señor no las ha bendecido con un hijo.
Cuando rindes ese anhelo al Señor, cuando se lo ofreces y dices: «Señor, yo confío en Ti y en que Tú vas a cumplir Tus promesas y sabes lo que es mejor para mi vida». Le rindes ese deseo a Él.
Y pienso en Sara sometida a un esposo que a veces tomaba decisiones equivocadas. Leemos acerca de esto en Génesis 12 y 20, pero en 1 Pedro 3 nos comenta sobre su obediencia, y dice que ella confió en Dios, no en su esposo en última instancia. Y porque ella confió en Dios, hizo lo que era correcto, y lo correcto era obedecer a su esposo, y como resultado fue liberada del miedo.
Cuando te sometes a tu esposo, confiando en Dios aunque tu esposo tome decisiones que parecen equivocadas, y tal vez están equivocadas… Y es difícil cuando es una decisión que te afecta a ti y a tu familia. Hay un temor que dice: «Tengo que tomar el control. Tengo que encargarme de esto. Tengo que evitar que eso suceda». El Señor dice: «Confía en Mí. Déjame ser Dios. Déjame obrar en el corazón de este hombre. Déjame cambiar el corazón del rey, porque el corazón del rey está en las manos del Señor».
Cuando te sometes a la autoridad establecida por Dios, estás diciendo: «Señor, estoy edificando un altar de sacrificio, de rendición y fe».
Y aunque llegue el momento (que quizás para una madre sea el sacrificio más grande) de renunciar a la vida de un hijo que tú consideras más preciado que tu propia vida; si tú sabes que has estado caminando con el Señor y tu vida ha estado sometida a Él, entonces aun en ese momento… Yo pienso en mi madre viuda, que tuvo que enfrentar la pérdida de un hijo de veintidós años, que murió en un accidente automovilístico. No. No ha sido fácil, y sí, ha sido difícil. Pero definitivamente ella tuvo que llegar a este punto cuando tuvo que decir: «Señor, yo confío en Ti. Tú no cometes errores. Tú sabes lo que estás haciendo».
Y cuando llegan esos momentos de incertidumbre, que nos impiden caminar en fe, que nos impiden rendirnos, que nos impiden hacer esos sacrificios, como Abraham tenemos lo que las Escrituras llaman grandes y preciosas promesas, promesas en la Palabra de Dios, promesas que contrarrestan poderosamente nuestros más profundos temores y reservas. Y si confiamos en esas promesas y confiamos en el Dios que hizo esas promesas, si consideramos que Él es fiel a lo que ha prometido, tendremos el valor para hacer cada sacrificio que Él nos pida.
Débora: Nancy Demoss Wolgemuth regresa en un momento. Ella nos ha estado mostrando las promesas de las Escrituras. Si quieres entender cuáles son estas promesas, quiero invitarte para que leas el libro: 50 promesas para vivir. Reclamar esas promesas de Dios que están en estas páginas, te ayudará a enfrentar tus temores y a vivir una vida de rendición. Puedes encontrar este recurso en nuestro sitio web: avivanuestroscorazones.com. Al final del programa de hoy, te diremos cómo puedes conseguir estos recursos. Ahora regresemos con Nancy, quien nos comparte cómo el deseo de controlar puede interferir con una vida de rendición.
Nancy: Creo que uno de los más grandes temores que tenemos como mujeres, y también una de nuestras más grandes necesidades, es ceder el control, dejarnos llevar, no tener que manejar el mundo entero nosotras mismas. Pienso que a veces nosotras mismas complicamos más las cosas; porque tenemos que asegurarnos de que todas las cosas a nuestro alrededor están funcionando perfectamente.
Y tenemos ese miedo, alimentado por mentiras de Satanás mismo, de que si renunciamos al control, todo se va a desmoronar y que todo va a estar fuera de control. Son nuestros temores los que a menudo nos mantienen atadas y aferradas, y definitivamente esos temores y esas ataduras nos destruyen.
Y el enemigo nos miente y nos convence de que, si vivimos una vida de total rendición al Señor, si le entregamos todo al Señor, si le dejamos el control a Él, vamos a ser miserables.
Hemos hablado de cuatro tipos de temores: provisión (¿tendré lo que necesito?), placer (¿seré feliz?), protección (¿estaré segura y la gente que amo, estarán seguros mis hijos, mi esposo?) y relaciones personales (¿serán provistas mis necesidades emocionales y relacionales si dejo que el Señor haga Su voluntad en mi vida?)
Y de lo que no nos damos cuenta al estar frente a esas batallas es que hasta que no nos dejamos llevar, si no nos rendimos y renunciamos al control, no podremos tener la provisión, el placer, la protección y las relaciones personales más plenas posibles.
Nos conformamos con mucho menos de lo que Dios tiene planeado para nosotras cuando insistimos en llenar esos vacíos por nosotras mismas, en vez de dejar que Dios esté en control y dejar que Él nos llene con lo que Él quiere darnos. Por eso es tan importante que llenemos nuestras mentes y corazones con las promesas de Dios; que conozcamos al Señor y Sus promesas.
Por cada miedo que tenemos, Dios tiene una promesa. Hay algo acerca de quién es Dios y acerca de lo que Él ha prometido, que sale a nuestro encuentro en los momentos de mayor miedo. Hemos visto esto en la vida de Abraham y Sara, cuando tuvieron que enfrentar los mismos temores que nosotras tenemos y vivieron con muchos problemas similares de la vida real y en muchos casos, peores.
Una y otra vez Dios dijo: «Déjenme mostrarles quién Soy. Este Soy Yo. Así es cómo Yo Soy. Estas son Mis promesas. Yo Soy su provisión. Yo Soy su protección. Yo Soy su Dios».
Y mientras esta pareja edificó altares de rendición y fe, Dios se manifestó. Dios fue fiel. Aunque no seamos fieles, Dios sigue siendo fiel. Yo veo en la vida de Abraham y Sara y en nuestras propias vidas también, que estoen realidad se reduce a dos palabras: confiar y obedecer.
Confiar en que Dios es quien Él dice ser. Así que da el paso y obedece. Haz lo que Dios te está pidiendo que hagas. Cuando no puedes entender cómo resultará todo, da el paso y hazlo por fe. Cuanto más conozcas a Dios, más podrás confiar y obedecer.
Así que veamos hoy y en los próximos episodios estos cuatro temores, y examinemos algunas de las promesas de Dios que contrarrestan nuestros temores, recordando que Dios quiere que nosotras experimentemos provisión, placer, protección y relaciones personales. Pero Él quiere que nosotras busquemos estas cosas en el único lugar que se pueden encontrar realmente, y es en Él.
Bueno, veamos este asunto de la provisión, el temor de: «¿Tendré lo que necesito?» Hablamos de, «¿qué promesas tiene Dios para contrarrestar ese miedo?» Yo pienso en ese pasaje de Lucas 12, donde Jesús les dijo a Sus discípulos: «Por eso les digo que no se preocupen por su vida, qué comerán, ni por su cuerpo, qué vestirán» (v.12).
Luego vemos en Lucas 12:28-30:
«Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! Ustedes, pues no busquen qué han de comer, ni qué han de beber, y no estén preocupados. Porque los pueblos del mundo buscan ansiosamente todas estas cosas; pero el Padre de ustedes (y esta es la clave, Padre, con «P» mayúscula) sabe que necesitan estas cosas».
Así que Jesús dijo: «En vez de estar preocupadas, estresadas, ansiosas y temerosas por su provisión y de dónde vendrá; confía en tu Padre que sabe y busca Su reino, busca las cosas que son importantes para Él, y todo lo demás vendrá por añadidura. No temas rebaño pequeño».
Y me encanta el versículo 32 de Lucas 12: «No temas, rebaño pequeño, porque el Padre de ustedes ha decidido darles el reino». Dios tiene un reino para nosotras, y nosotras estamos preguntando: «¿Qué voy a comer? ¿Qué voy a beber? ¿Qué voy a vestir? ¿Dónde voy a vivir?»
Jesús dijo: «El Padre de ustedes sabe que necesitan esas cosas». Él ha prometido en Filipenses 4:19: «Y mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús». Él ha dicho: «Yo quiero darles todo». Entonces, ¿cuáles son las implicaciones de esta promesa?
En primer lugar: Contentarnos con lo que tenemos. Aceptar que lo que tenemos es lo que necesitamos. Recuerda que el contentamiento es aceptar que Dios ya nos ha dado lo que necesitamos para nuestra paz y felicidad presentes. Esto quiere decir: si yo no lo tengo, no lo necesito.
Hebreos 13, versículo 5: «…contentos con lo que tienen, porque Él mismo ha dicho; “NUNCA TE DEJARÉ NI TE DESAMPARARÉ”». Entonces, si lo tenemos a Él, ¿cómo podemos pensar que no tendremos todo lo que necesitamos?
Si Dios se ha dado Sí mismo, nos ha dado a Su Hijo, nos ha dado Su salvación, tenemos todas esas promesas, toda esa provisión. «No temas, rebaño pequeño, porque el Padre de ustedes ha decidido darles el reino», ¿cómo podemos estar ansiosas, preocupadas y estresadas pensando qué comeremos? Estemos contentas con lo que tenemos.
No te preocupes por tus futuras necesidades porque Dios ha prometido: «Yo proveeré para tus necesidades». En Mateo 6 y en Lucas 12, Jesús dice: «Por eso les digo que no se preocupen por estas cosas». Cuando estamos ansiosas y temerosas, es porque estamos tratando de controlar algo que tememos que se salga de control. El Señor dice, «déjame tomar el control, déjame ser tu proveedor». Confía. Es decir, no puedes vivir preocupada, ansiosa, ni estresada, pensando cómo van a resultar todas las cosas. Confía en que Dios proveerá.
He estado leyendo recientemente en 1 Reyes en el Antiguo Testamento, la historia de cómo Elías fue a donde el rey Acab y le dijo: «Vive el Señor Dios de Israel delante de quien estoy, que ciertamente no habrá rocío ni lluvia en estos años».
Luego el Señor le dijo a Elías: «Escóndete junto al arroyo…y he ordenado a los cuervos para que te sustenten allí».
Cada mañana y cada noche, Dios envió cuervos para que le llevaran comida a Elías. Luego, cuando el arroyo se secó, porque no llovía en esa tierra, el Señor le dijo: ahora una viuda proveerá para ti. «Levántate, ve a Sarepta, que pertenece a Sidón, y quédate allí; porque yo he mandado a una viuda de allí que te sustente». Y nos narra toda la historia acerca de cómo el Señor había preparado a esta mujer, que aunque no tenía nada, sustentó al siervo de Dios. El Señor proveyó para él los dos años durante la sequía (ver 1 Reyes 17:1-16)
Al leer ese pasaje pienso: «¿Cuántas veces Dios quiere suplir nuestras necesidades de manera sobrenatural, pero no le damos la oportunidad?» Estamos demasiado ocupadas tratando de solucionar las cosas por nosotras mismas.
Una mujer nos escribió recientemente y dijo: «Realmente quiero estar en la casa con mis hijos, pero mi esposo perdió el trabajo, y he tenido que ir a trabajar para proveer para nuestra familia».
No conozco a esta mujer. Yo no conozco cuál es la voluntad de Dios para su vida. Lo que voy a decir no es precisamente en respuesta a ella. Pero mi opinión en general es que, al pensar en los caminos del Señor y en Su Palabra, es posible que al salir a buscar las cosas allá afuera, en vez de esperar en el Señor; ella y su esposo están perdiendo la oportunidad de ver a Dios proveer para sus necesidades de una manera sobrenatural, que le permitiría a ella quedarse en su casa para estar con sus hijos como ella desea.
Y no lo digo de forma crítica. No estoy diciendo en general cómo Dios obra en cada situación. Puede que Él no envíe cuervos para que provean para las necesidades de tu familia. Pero te diré esto, Él podría hacerlo. Si eso es lo que Dios necesita hacer para proveer para las necesidades de tu familia, Él lo haría. No solo es el Dios del Antiguo Testamento. Nosotras tenemos hoy un Dios que es un proveedor sobrenatural, Jehová Jireh: El Señor es nuestro Proveedor.
¿Cuántas veces no podemos ver a Dios extender Su mano, y hacer lo que solo Dios puede hacer porque seguimos tratando de tener el control? Tenemos Sus promesas. Debemos estar contentas. No debemos preocuparnos sobre cómo serán suplidas nuestras necesidades futuras. Así que, cuando tengamos una necesidad, en lugar de preocuparnos, luchar o manipular, ¿qué debemos hacer? Le pedimos a Dios que provea para nuestras necesidades y le pedimos con fe, confiando que Él sabe que tenemos una necesidad; Él proveerá.
Yo tengo un protector de pantalla nuevo en mi computadora que dice: «¡Ora por eso!» Cada vez que veo eso en mi pantalla, me recuerda que si tengo necesidades, y estoy ansiosa, enojada o angustiada, ¿por qué no orar por eso?
Pídele al Señor. Dile cuáles son tus necesidades. «Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios» (Filipenses 4:6). Entonces tendrás la paz del Señor que controla tu corazón y tu mente.
He tenido el privilegio de servir con Life Action Ministries, un ministerio de avivamiento que ministra al corazón de la iglesia local. La mayoría del personal de ese ministerio recauda su propio apoyo financiero como misioneros. Ha sido algo increíble durante años, ver a muchos niños crecer en ese ministerio, ver a esos niños experimentando la provisión de Dios mes tras mes, a veces de manera sobrenatural, proveyendo para las necesidades económicas y materiales de sus familias.
Una de esas familias, que ha estado en el ministerio por más tiempo que yo, criaron a sus tres hijos en esta forma de confiar en Dios para suplir sus necesidades mes tras mes. Estos hijos pudieron estudiar en una universidad cristiana libres de deudas. Dios proveyó cuando ellos necesitaban los fondos. Cuando ellos se graduaron, ya no había más fondos.
Ellos tuvieron que contentarse con menos de lo que la mayoría de las personas necesitan para estar contentas; pero eso ha sido parte de confiar en las promesas de Dios. El padre de esa familia me dijo recientemente, que fue una gran alegría ver a uno de sus hijos –quien ahora tiene un poco más de treinta años y junto con sus hijos están de misioneros sirviendo al Señor en otro país– y él les escribió una nota diciendo: «Papá, aprendí que puedo depender de Dios para satisfacer las necesidades de nuestra familia, por lo que vi cuando estaba creciendo mientras tú confiabas en el Señor para satisfacer las necesidades de nuestra familia».
Así que mientras tus hijos están creciendo en tu hogar, eso no significa que tienes que ser una misionera para caminar por fe; pero cuando tienes necesidades, ¿te ven tus hijos orar, pedir al Señor que provea para esas necesidades? Esa debería ser una respuesta natural. Pero, ¿cuál es nuestra reacción natural? Preocuparnos, llenarnos de ansiedad, de agitación y enojo. En lugar de eso, pídele al Señor, confía en Sus promesas y entonces verás cómo Dios provee.
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado mostrando que se puede confiar en las promesas de Dios. Cuando realmente conocemos y creemos en Sus promesas, podemos aprender a ceder el control y cedemos nuestras vidas totalmente a Él.
Mañana descubriremos uno de los resultados que vienen de la rendición y el sacrificio, este es , felicidad. Así que por favor vuelve mañana a Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones, con Nancy DeMoss Wlogemuth quiere que encuentres libertad, plenitud y abundancia en Cristo.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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