Las matemáticas de mamá
Annamarie Sauter: Erin Davis dice que toda mamá puede ser una misionera.
Erin Davis: Tus hijos son un grupo no alcanzado. Llegan al mundo sin un entendimiento de Dios. No lo conocen automáticamente como su Salvador. Alguien tiene que enseñarles. Alguien tiene que entrenarlos. Ellos son tu campo misionero. Son un pequeño rebaño de personas que no saben de Jesús a menos que tú les digas. ¿Y cómo puede ser eso algo pequeño?
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Esta semana hemos estado transmitiendo una serie titulada, Más allá del tiempo del baño. Has estado escuchando a Erin Davis compartir sobre el tema de la maternidad. Aún si no tienes hijos biológicos esta serie de programas será de edificación para ti, pues muchas de las verdades que ella ha compartido con nosotras las podemos aplicar en diferentes etapas de …
Annamarie Sauter: Erin Davis dice que toda mamá puede ser una misionera.
Erin Davis: Tus hijos son un grupo no alcanzado. Llegan al mundo sin un entendimiento de Dios. No lo conocen automáticamente como su Salvador. Alguien tiene que enseñarles. Alguien tiene que entrenarlos. Ellos son tu campo misionero. Son un pequeño rebaño de personas que no saben de Jesús a menos que tú les digas. ¿Y cómo puede ser eso algo pequeño?
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Esta semana hemos estado transmitiendo una serie titulada, Más allá del tiempo del baño. Has estado escuchando a Erin Davis compartir sobre el tema de la maternidad. Aún si no tienes hijos biológicos esta serie de programas será de edificación para ti, pues muchas de las verdades que ella ha compartido con nosotras las podemos aplicar en diferentes etapas de la vida.
Si te perdiste alguno de los programas anteriores en esta serie, escúchalo, descárgalo o leelo en nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com. Aquí un breve recuento de lo que vimos ayer.
Erin: No sabía cómo pasar de ser una mujer fuerte, segura y en control de mí misma a decir: «No puedo controlar mi mente. Tengo miedo; no quiero que me dejen sola…», y cosas así. Cuando lograba orar, era algo así como «ayúdame, ayúdame, ayúdame...»
Nancy DeMoss Wolgemuth: Esa no es una oración mala.
Erin: El Señor la escuchó, te lo puedo asegurar, pero fue muy difícil para mí escoger la verdad de Dios, porque simplemente no era yo misma.
Pienso que se sorprenderían de la cantidad de mujeres que pueden identificarse con esos sentimientos. Las pequeñas cosas hacen una gran diferencia en esa etapa… alguien que salga a caminar contigo, alguien que coma contigo, que te saque de la casa de vez en cuando, hasta que puedas sobrepasar lo peor y empieces a ver la luz al final del túnel.
Nancy: Qué regalo poder acudir al cuerpo de Cristo y pedirle al Señor que envíe a una persona o personas que puedan ser Sus manos y Sus pies. A veces vamos a necesitar que otras personas lo hagan por nosotras y otras veces, nosotras lo haremos por alguien más. Nos necesitamos unas a otras.
Puede que tus hijos ya se hayan ido de la casa y hayas dejado atrás el peso de tus días de ser mamá, pero ahora es el tiempo de compartir tu mensaje de vida, del depósito que Dios ha puesto en ti. Y tal vez eso solo consista en buscar otra mamá, una joven mamá de tu iglesia que se vea cansada y se vea como que pudiera ayudarle un poco de motivación, y decirle: «Ven con tu pequeño y tomemos café».
Erin: El primer paso que doy en el libro sobre extenderles una mano a las madres en tu propia iglesia es orar. Y no lo digo como un cliché cristiano para nada. ¿Sabes lo que las mamás necesitan? Necesitan a alguien que esté orando por ellas; alguien que ore con ellas.
Annamarie: Aquí está Nancy con la continuación de la conversación.
Nancy: Estoy tan emocionada de ver la jornada en la que Dios te ha tenido porque he seguido esto poco a poco a través de los años, en términos de tu corazón para la maternidad, el ser madre. Me recuerda de lo que decimos en el Manifiesto de la Mujer Verdadera, que una de las declaraciones que hacemos como mujeres verdaderas de Dios es «recibir el regalo de los hijos como una bendición de Dios, y los entrenaremos para que amen y sigan a Jesucristo, y para que consagren sus vidas a propagar Su evangelio y a expandir Su reino».
Bueno, eso hace que la maternidad se escuche como si fuera realmente…
Erin: Encantadora.
Nancy: Encantadora. ¿Sabes? Es magnífica. Es cósmica en sus implicaciones. Pero, de nuevo, el mundo y aun la iglesia no todo el tiempo lo ve de esa manera. De hecho, estoy pensando en servicios de comisión que he visto a través de los años. Los hemos hecho en mi iglesia donde tenemos personas que van en viajes misioneros, o van a ser comisionados al ministerio evangélico, o van a ser pastores. La gente ora, da dinero, y es considerado como un ministerio verdadero.
Erin: Así es.
Nancy: Pero luego pensamos acerca de la maternidad y no parece ser una cosa tan importante.
Erin: Así que imagínate ese servicio, o puedo imaginarme en campamentos juveniles a los que yo he ido. La última noche estamos alrededor de la fogata, y alguien dice, «Dios me ha inquietado a ir tras el ministerio estudiantil». ¡Sí! Le animamos, le aplaudimos, oramos. Otra persona dice, «Dios me ha llamado a ser misionero extranjero». ¡Wao! Le animamos, le aplaudimos, oramos.
Y luego una muchacha se levanta y dice, «siento ser llamada a ser madre». Yo creo que escucharíamos grillos. Creo que ninguna persona sabría cómo reaccionar ante esa situación. Y no hay el mismo sentir de…
Nancy: …que este es un llamado grande.
Erin: Un llamado grande.
Nancy: Sí.
Erin: Ungido por Dios, es una obra poderosa para el reino, por la vida de quien ve la maternidad o la paternidad, por una temporada, como su campo de misión primordial.
Nancy: Y aun en el contexto de la misión redentora de Dios en este mundo, nos ha hecho un cuerpo, y hay muchas partes diferentes. Algunas son obvias y visibles, y tú sabes que no puedes vivir sin esta parte, y luego otras partes que están más escondidas a la vista, no tan obvias, no todos saben el nombre de esa parte. Todas esas partes son necesarias. Y el llamado a la maternidad es una de esas partes realmente importantes para mantener a toda la iglesia en marcha.
Erin: La visión que Dios nos da del cuerpo en la Palabra, es de un cuerpo unido y de todas las partes trabajando juntas y todas ellas siendo importantes. Escucha, si eres madre, nadie te va a poner en el mural de anuncios misioneros. Nadie te va a escribir un cheque cada mes. Así que si eres madre, puedes comenzar a sentirte como que eres el miembro menos importante del cuerpo y que nadie te ve y que no estás contribuyendo al funcionamiento de lo que Dios está haciendo en tu iglesia.
Yo creo que eso es así porque la maternidad está compuesta de muchas cosas pequeñas. Los llevamos en nuestra minivan. Lavamos su ropita pequeña. Los llevamos a pequeños viajes escolares, pequeños viajes a la práctica de baseball, pequeños viajes a la iglesia. Las mamás con niños pequeños, pensamos en incrementos más pequeños de tiempo –dos minutos de mandarlos al rincón y baños de treinta segundos y de cinco minutos más de sueño. Así que toda esa pequeñez puede reducir la maternidad y hacerla sentir como algo pequeño. Y pienso que a menudo pensamos de las cosas pequeñas como cosas insignificantes.
Nancy: Y aún así ves en las Escrituras, y ves que Dios escoge y usa muy a menudo cosas que son pequeñitas.
Erin: Hay muchos ejemplos de eso en las Escrituras. Encontré uno que cobró vida para mí de una manera nueva que me encantó mientras escribía este libro. Fue la historia del niño con los panes y los peces.
La historia es que un niño viene a escuchar a Jesús enseñar, y él tiene los panes de cebada y los peces. Sabemos que los discípulos lo encuentran y Jesús los multiplica, pero, ¿puedo hacer una presunción? Una mamá preparó esa comida. Pienso que es muy probable que tuvo lugar una conversación donde el niño se estaba preparando para salir, y la mamá le dijo, «oh, espérate; déjame prepararte una comida. No vas a poder escuchar ni aprender con un estómago vacío».
Así que si trazamos esa pequeña comida hasta el principio, pareciera como una pequeñez –la mamá empaca la comida; el niño se lleva la comida; los discípulos reconocen la comida; Jesús multiplica la comida, y miles de personas son alimentadas. Pero no termina allí. Es decir, esa historia ha sido contada y recontada como un ejemplo del poderoso Dios al que servimos, como un ejemplo de la veracidad de la divinidad de Jesús. Le era posible tomar esta cosa pequeña y multiplicarla y multiplicarla y multiplicarla al punto de que les sobraron canastas.
Nancy: Sin duda que fue una parábola de Sí mismo, que Él mismo es el pan de vida, así que todo apunta a Él.
Erin: Claro. Así que ellos están mucho en el negocio de tomar cosas pequeñas y multiplicarlas. Me gusta llamarle «las matemáticas de mamá». Yo no soy tan buena con las matemáticas normales, pero a mí me gustan las matemáticas de mamá -–esta idea de que mis pequeñas ofrendas como mamá, Dios las va a multiplicar de manera elevada para hacer cosas grandes.
Nancy: Y realmente tienes que ejercitar la fe cuando estás en medio de los «cuidados maternales» y hacer esas cosas pequeñas porque no puedes ver el resultado final de eso cuando estás en medio de ello.
Erin: Se hace redundante, y se hace aburrido, y se siente como muchas cosas pequeñas, pero tienes que saber que Dios va a multiplicar esas cosas pequeñas.
Amando a esos pequeñitos día tras día tras día tras día, te da un fundamento para hablar vida y verdad acerca de quién es Dios para ti, quién puede Él ser para ellos, y por eso es que la maternidad puede realmente ser un ministerio.
Hablamos en un programa anterior de cómo muchas mujeres jóvenes piensan ahora, «yo no puedo tener hijos. Quiero tener un ministerio». Bueno, amar a tus hijos es un ministerio.
Pensamos en ese servicio de comisión. «Voy a alcanzar a grupos de gente en África». Aplaudiríamos. Diríamos, «ánimo». Y con razón, pero tus hijos son un grupo no alcanzado. Ellos vienen al mundo sin un entendimiento de Dios. No lo conocen automáticamente como su Salvador. Alguien tiene que enseñarles. Alguien tiene que entrenarlos. Ellos son tu campo misionero. Son un pequeño rebaño de gente que no conocerá de Jesús a menos que tú se lo digas, entonces, ¿cómo puede ser esto algo pequeño?
Nancy: Tienes que visualizar más allá lo que Dios hará con esas semillas que son sembradas, con esa comida que se prepara.
Estoy sentada aquí, Erin, pensando en tu madre, que no he tenido el privilegio de conocer, pero solo pienso que hubo un día en el que ella estaba empacando comida, haciendo emparedados de mantequilla de maní con mermelada, cambiando pañales, limpiando el desorden y manejando a la práctica de fútbol o a cualquier otra cosa, y quizás sintiéndose muy pequeña acerca de todo eso.
Y me pregunto si ella se imaginó el día en que su hija, Erin Davis, estaría introduciendo a sus hijos a Cristo, ministrando a la juventud a través del blog «Las Mentiras que las Jóvenes Creen» y escribiendo un libro para mamás y moldeando las vidas de sus hijos.
Debe ser muy gratificante para tu mamá ahora ver las matemáticas de mamá, que Dios ha multiplicado la inversión de su vida, en las maneras en las que tú le sirves a Él hoy.
Erin: Este libro fue dedicado a ella. Yo digo en esa dedicación que los hombros de ella son en los que todos nosotros descansamos, y eso es muy cierto. Mi mamá no tiene ningún tipo de gran ministerio en el que la iglesia la reconozca como alguien espectacular, pero ella educó bien a tres hijos, y muchos de esos años ella estaba soltera mientras lo hacía. Ella siempre dependió de la fuerza de Jesús. Ella siempre oró por nosotros.
Así que para toda mamá y esposo y el pequeño rebaño de niños, mi mamá hizo pequeñas ofrendas de pequeñas cosas como simplemente orar fielmente, empacar comida, hablar acerca de Jesús y cosas que no son encantadoras. Ahora, el número de familias y niños y hogares que eso va a impactar es… no puedo ni contarlo.
Así que las matemáticas de mamá ciertamente se han multiplicado en su influencia. Así es como va a ser con todas las mamás que decidan ver la maternidad como un ministerio en lugar de enfocarse en las partes rutinarias de la maternidad.
Nancy: Y tu esposo ha sido un buen porrista también. Ha sido divertido ver a Jason realmente tomar seriamente y valorar el rol de la maternidad y ser de ánimo para ti. Parece como si en algunos momentos realmente especiales, él hubiera venido a tu lado y hubiera dicho (y tú darás gracias a Dios por esposos que harán esto), «realmente valoro lo que estás haciendo». Yo sé que eso te levanta en algunos momentos difíciles.
Erin: Él es mi porrista más grande, y es un gran papá. Él estaba practicando cambiar pañales en un muñeco antes de que trajéramos al bebé a la casa y todas esas cosas. No fue porque él quería aprender cómo cambiar pañales. Fue porque él tenía una perspectiva eterna.
De hecho, hubo un día cuando yo estaba sintiendo lo rutinario de la maternidad. No estaba pasando nada emocionante en mi mundo. Creo que ese día había lavado ropa, secado y doblado, y probablemente ese fue el grado de lo que había hecho con mi día. Vi el buzón de mi correo electrónico, y estaba ahí un correo de mi esposo Jason junto con una foto de nuestro hijo más pequeño. Era solo un poco más grande que un bebé. Estaba sentado en una canoa y sonriendo tan lindo...
Jason escribió estas palabras que iban con la foto:
En caso de que te preguntes porque trabajas tan duro, porque golpeas el piso al correr, y porque cada día está lleno de tareas que parecen nunca terminar completamente, aquí está una foto de por qué lo haces. Lo haces para hacer su vida mejor. Lo haces para mostrarle cómo luce una vida gastada por Jesús. Y lo haces para que él sepa que Jesús es más importante que él, y que nada más lo es. Lo haces para que él aprenda cosas importantes y evite aprender cosas que no necesita. Lo haces por mí, y lo haces por él. Lo haces por Eli, y lo haces por Jesús. Estoy orgulloso de ti.
Entonces si estaba lavando ropa era para mostrarle a mi hijo cosas eternas, si estaba haciendo emparedados de mantequilla de maní con mermelada, de nuevo, para mostrarle a Eli como se ve el amor paternal, como se ve el amor incondicional, y para tener esas oportunidades para hablarle a él acerca de cosas más importantes, más adelante, entonces de repente ya no era rutinario. Era un ministerio.
Nancy: A propósito, déjame elogiar aquellos esposos que escriben ese tipo de correos electrónicos.
Erin: Puedes robarte esas palabras –solo para recibir fortaleza de él.
Nancy: Y no solo esposos, sino madres, hermanas, tías y tíos -–solo mira a tu alrededor y encuentra a una mamá joven que parezca necesitar algunas palabras de ánimo, que parezca necesitar ser recordada de que lo que está haciendo importa en el panorama general, a largo plazo, pero quizás ha perdido eso de vista. Anímale, mándale un correo electrónico. Llámala. Cuando la veas en la iglesia solo dile, «estoy tan agradecida de cómo has sido fiel al cumplir este llamado a la maternidad».
Pienso que necesitamos ayudar a los demás a darse cuenta que no es solo maternidad por el bien de la maternidad. Es la maternidad por el bien eterno de cómo podemos, por la gracia de Dios, impactar generaciones venideras y alcanzar aquellos grupos por medio de inculcar el evangelio a la próxima generación.
Así que pienso que es importante para todas nosotras valorar esto y asegurarnos que esas mamás sepan que no están solas, que lo que están haciendo es realmente significativo.
Erin: Esas palabras puede que sean lo que ella necesita que tú le digas, que siga haciendo lo rutinario y que lo vea como un ministerio. No sé cómo borrar las tareas rutinarias de la maternidad. No hay manera de hacerlo. Pero si puedes ver el panorama general, si puedes ayudar a una madre a tener una vista panorámica de su rol en lugar de tener una visión estrecha sobre las cosas pequeñas, pienso que puedes mover montañas –de ropa sucia y otro tipo de montañas de la vida.
Nancy: Y yo sé que eso es cierto en todo llamado en la vida.
Erin: Claro.
Nancy: No tengo hijos biológicos y tengo un llamado ministerial diferente, pero mi vida, como la de cualquiera que está escuchando nuestras voces hoy, tiene muchos aspectos rutinarios.
Estoy realmente presionada ahora mismo editando un libro, tratando de conseguir el número correcto de palabras, pero se siente muy rutinario mientras trato de conseguir el número correcto de caracteres. Nadie lo está viendo. Nadie lo está aplaudiendo. Cuando salga el libro, nadie se dará cuenta de las horas y horas y horas y horas que se invirtieron detrás del escenario.
Y sí, se siente aburrido, monótono, mucha rutina, no es muy emocionante ni es muy atractivo, pero tengo que seguir recordándome a mí misma lo que tú te has estado recordando a ti misma, y eso es: Esto es hecho para la gloria de Dios, con un corazón contento como sierva de Cristo, y tiene valor. Tiene significado. Es un acto de adoración. Vale la pena. Y Dios, a Su tiempo y a Su manera, lo hará fructífero y productivo.
Erin: No es nuestro trabajo decirle a Él lo que tiene que hacer con la ofrenda.
Nancy: Así es.
Erin: Es nuestro trabajo dar la ofrenda, y la buena noticia es que Él va a multiplicar eso en gran manera que nunca has soñado. Pero si lo has estado haciendo para Él y para Su gloria, hazlo tu ofrenda, y luego siéntate y mira lo que Él hace.
Nancy: Pienso que tenemos que mantener en mente, también, que no es solo el impacto de la maternidad en las vidas de tus hijos o el impacto de las tareas rutinarias en las vidas de los demás. También es acerca de cómo Dios está usando la fidelidad en aquellos actos rutinarios para santificarnos, para moldearnos y formarnos, y hacernos más como Cristo.
Erin: Pienso que esta idea de que nuestros hijos son un campo misionero, va a ser profunda para muchas mujeres. Pero hay otro lado de esto y eso es que tú eres un campo misionero. Sus corazones no son los únicos en necesidad del mensaje del evangelio. Tu corazón también necesita el evangelio.
He aprendido que mis hijos juegan un rol clave en recordarme de mi propia necesidad del evangelio. En mi santificación no soy una mujer que tiene dominio propio por mí misma. Ellos hacen eso muy, muy obvio para mí.
Al enseñarles a ellos acerca de los principios de fe, de obediencia, de dominio propio, de hablar con ternura, de amar a tu prójimo como a ti mismo, mientras ellos aprenden estas cosas, no son conocidas intuitivamente… Ellos no saben porque necesitan una familia eclesiástica. Es mi trabajo enseñarles eso. Ellos no conocen los principios de Dios acerca del dinero o del matrimonio. Es mi trabajo enseñarles eso. Y al enseñar esas lecciones, yo las estoy aprendiendo.
Antes yo era una maestra, y mi lema de enseñanza era, «quien está haciendo el trabajo está aprendiendo», y eso es verdad en la maternidad, «quien está haciendo el trabajo está aprendiendo». Mientras yo estoy haciendo el trabajo de enseñarles esas cosas, yo estoy aprendiendo, pero también, su desobediencia me muestra la fealdad de mi desobediencia.
Nancy: En realidad son como unos pequeños espejos.
Erin: Eso es muy cierto. ¿Pero sabes qué? Ellos también oran por mí. Mi hijo Eliseo es un pequeño hombre de oración. Yo dije algo el otro día acerca de tener un dolor de cabeza, y él me dijo, «en un rato voy a hablar con Jesús acerca de eso».
Nancy: Puedes hablar con Él ahora.
Erin: Sí. Eso es lo que yo le dije. Le dije: «No tienes que esperar».
Yo soy su campo misionero. Yo soy por quien él ora. Y yo lo he visto y lo he escuchado orar por mí y por su papá en muchas ocasiones.
Así que tu rol es guiar a tus hijos hacia Cristo, y el rol de ellos es de hacerte más como Él. Ciertamente trabajan juntos en un campo misionero.
Nancy: Y con eso hemos cerrado el círculo y hemos regresado a donde empezamos este programa. Hablamos de cómo nos regocijamos con las personas que han sido llamadas a diferentes tipos de ministerios. Y me imagino, Erin, que hay muchas mamás escuchándonos hoy que necesitan un sentido fresco de ser comisionadas a su llamado como madres.
Me pregunto si quizás podrías dar unas palabra de aliento, de desafío, y de comisión a algunas de estas mamás ahora mismo acerca de lo que Dios las ha llamado a hacer.
Erin: Me encantaría. De hecho, me encantaría usar, en realidad, esta. Es una oración de comisión del libro «Book of Common Prayer» (Libro de oración común). Sus palabras originalmente fueron escritas para aquellos que estarían al frente del liderazgo cristiano, aquellos roles de los que hemos hablado antes, que realmente son ministerios oficiales. Pero lo he adaptado para mamás, y solo quiero comisionarlas a ustedes madres de hoy.
Que el Espíritu Santo te guíe y te fortalezca; que en esto, en todas las cosas, hagas la voluntad de Dios en el servicio al reino de Su hijo Jesucristo. En el nombre de esta congregación de madres, te encomiendo trabajar y te prometemos nuestras oraciones, nuestro ánimo y nuestro apoyo.
Dios todopoderoso, mira con favor sobre esta mamá que ha reafirmado ahora su compromiso de seguir a Cristo y de servir en Su nombre. Dale valentía, paciencia, y visión. Fortalécenos a todas en nuestra vocación cristiana de ser testigos al mundo y de servicio a los demás, por Jesucristo nuestro Señor, amén.
Nancy: Amén. Oh Señor, oro que Tú llames y comisiones a mamás a Tu servicio, a ver el llamado sagrado y santo de portar y nutrir vida. Dales valentía. Dales fe. Dales un sentido de valor y significado de lo que Tú las has llamado a hacer.
En medio de lo diario, lo rutinario de muchas de las tareas que son parte de este llamado, Señor aliéntalas, darles gozo, ayúdalas a abrazar lo que está involucrado en esta temporada de la vida y que puedan ver más allá de las vidas que están moldeando, la manera en que el evangelio está saliendo, la manera en que su hogar es un campo misionero.
Y oro que en estos hogares que son representados por nuestras oyentes hoy, que Tú levantes hijos e hijas a ser seguidores de Cristo, a llevar el evangelio a la próxima generación. Oro que Tú ates al maligno en cada intento de robar la semilla que está siendo sembrada, la semilla de Tú Palabra, en esos hogares, y que Tú ates sus intentos de engañar y de destruir y de contaminar a estos jóvenes.
Y, oh Dios, oramos que levantes una nueva generación que ame a Cristo, que siga a Cristo, y que las mamás tengan el gozo y el fruto de su trabajo de sus manos porque lo han hecho por amor a Cristo, en cuyo nombre oramos, amén.
Annamarie: Has estado escuchando una conversación entre Nancy DeMoss Wolgemuth y Erin Davis. Ellas nos han estado ayudando a ver el valor de la maternidad y de servir donde Dios nos ha puesto, conscientes de que la vida no se trata de nosotras, sino del avance del reino de Dios. Tú y yo tenemos el privilegio de ser parte de eso, sea como madre biológica, madre espiritual, o a través del ministerio en el que te ha puesto en este momento de tu vida.
Permíteme compartir contigo lo que una oyente que ha abrazado la maternidad nos escribió:
«Me convertí en madre el año pasado y solo un mes antes habíamos terminado nuestro estudio de Diseño Divino. Ahora mi bebita es menor de un año. Y gracias, gracias a Dios que ya me había preparado estos dos años antes para ser madre, porque me deleito en la maternidad, amo cuidar de mi hogar, limpiar, cocinar para mi familia y deleitarme en jugar con mi pequeña bebé. Dios ha usado este ministerio para mostrarme la belleza de mi diseño como mujer. Mi oración es que Dios lleve este mensaje por todo el mundo para que cada mujer conozca y abrace estas verdades».
¡Amén! Gracias hermana por escribirnos. Encuentra el libro Diseño divino y mucho más, en nuestra tienda en línea en AvivaNuestrosCorazones.com.
Nuestras relaciones familiares o con amigos o aquellos que nos rodean, pueden traernos mucho gozo; pero también pueden causar dolor y frustración. En la próxima serie Nancy nos llevará a la Palabra para mostrarnos qué nos dice Dios respecto a las relaciones piadosas y saludables.
Nancy: Las personas estamos hambrientas de relaciones, y la razón de esto es que Dios nos creó para relacionarnos. El evangelio es el que reconcilia. Es el evangelio que une a los que están en guerra, que nos llama a la relación; es el evangelio que nos permite experimentar esa plenitud en las relaciones, esa relación a cabalidad. Dios nos llama a relacionarnos. Primero a una relación con Él mismo y luego a las relaciones en comunidad, al compañerismo unos con otros. Nuestro Dios es un Dios relacional y es quien modela esas relaciones para nosotros.
Annamarie: Te esperamos aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Ayudándote a descubrir y abrazar el diseño de Dios para tu vida, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
La lectura bíblica para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es 1 Reyes capítulos 19 y 20.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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