Las dos cubetas
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hoy Erin Davis continúa profundizando en Apocalipsis 21.
Erin Davis: Esto es lo que este pasaje hace por mí: graba la eternidad en mis ojos. Mi carne, mis ojos, quieren mirar este momento temporal, pero este pasaje estampa la eternidad en mis ojos.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Muchas veces nuestras vidas se sienten como si estuvieran derrumbándose debido a circunstancias sobre las que no tenemos control. Y en Aviva Nuestros Corazones deseamos invitar a las mujeres a clamar al Señor, a abrir sus corazones ante Él y decirle: «Señor, te necesitamos. Necesitamos Tu perspectiva. Necesitamos Tu sabiduría. ¡Necesitamos Tu gracia en esta hora!»
No puedo pensar en un pasaje mejor para ayudarnos a hacer esto que el que mi amiga y colega Erin Davis ha estado desarrollando para nosotras durante los últimos …
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hoy Erin Davis continúa profundizando en Apocalipsis 21.
Erin Davis: Esto es lo que este pasaje hace por mí: graba la eternidad en mis ojos. Mi carne, mis ojos, quieren mirar este momento temporal, pero este pasaje estampa la eternidad en mis ojos.
Annamarie Sauter: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy: Muchas veces nuestras vidas se sienten como si estuvieran derrumbándose debido a circunstancias sobre las que no tenemos control. Y en Aviva Nuestros Corazones deseamos invitar a las mujeres a clamar al Señor, a abrir sus corazones ante Él y decirle: «Señor, te necesitamos. Necesitamos Tu perspectiva. Necesitamos Tu sabiduría. ¡Necesitamos Tu gracia en esta hora!»
No puedo pensar en un pasaje mejor para ayudarnos a hacer esto que el que mi amiga y colega Erin Davis ha estado desarrollando para nosotras durante los últimos días. El capítulo 21 de Apocalipsis. Ahí encontramos cómo termina esta historia.
Ahora vivimos en la parte «desordenada» de la historia, capítulos que son difíciles de entender y a veces difíciles de ver. «¿Dónde está Dios en medio de todo esto?» Pero las Escrituras dicen que debemos levantar la mirada cuando las cosas se ponen duras, cuando se ponen difíciles.
Necesitamos recordar que estos dolores de parto, esta agitación en nuestro mundo, es un recordatorio para llevarnos a levantar nuestros ojos porque nuestra redención se acerca. Así que quiero animarte a que abras tu Biblia física o en una aplicación, en el último libro, en Apocalipsis capítulo 21.
Abróchate el cinturón de seguridad, porque lo que Erin está a punto de compartir es lo que necesitamos todos los días en este mundo presente –no para sobrevivir en la vida cristiana, sino para tener una vida fructífera, con esperanza y con gozo del Espíritu Santo– en la medida en que miramos hacia adelante, a lo que Dios tiene para nosotras.
Erin, sé que has estado empapándote de este pasaje durante años, y quiero agradecerte por dejar que este haya quedado sellado en tu corazón, y ahora por compartirlo con nosotras de una manera que nos trae aliento y esperanza.
Erin: Bueno, ¡estoy encantada de poder hacerlo!
Nancy: Escuchemos a Erin Davis compartir con nosotras esta última parte de su enseñanza basada en Apocalipsis 21, titulada, El anhelo de una patria mejor.
Erin: Gracias, Nancy.
Sabes, es posible que no conozcas su historia, pero si has cantado en muchos servicios en la iglesia, estoy casi segura que has cantado las palabras que ella ha escrito. Fanny Crosby es autora de más de 9,000 himnos. Uno que me encanta es traducido como Dulce consuelo. Aquí hay algunas frases traducidas de ese himno:
Perfecta sumisión, todo está en paz;
En mi Salvador soy feliz y bendecido.
Observando y esperando, mirando hacia arriba;
Lleno de Su bondad, perdido en Su amor.
En los últimos episodios hemos estado hablando de las promesas de Dios registradas en el libro de Apocalipsis capítulo 21, y Apocalipsis registra una visión que le fue dada al apóstol Juan bajo la inspiración del Espíritu Santo. Cuando Juan estaba escribiendo estas palabras, era un anciano.
Él era un hombre joven cuando vio a Jesús; experimentó Su ministerio de primera mano, pero ahora está llegando a sus últimos años, probablemente mirando hacia atrás con un amor profundo, pero un anhelo mayor de lo que estaba por venir para él.
Las palabras de Juan están destinadas a darnos ese dulce consuelo sobre el que escribió Fanny, y ayudarnos a mirar hacia arriba mientras esperamos que Jesús regrese por nosotras. Espero que hayas estado siguiendo esta enseñanza. Realmente nos hemos sumergido en este pasaje durante un par de días. Mi vida es un testimonio de que nunca es suficiente escuchar estas palabras.
Así que permítanme leer Apocalipsis 21:1–5:
«Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo».
«Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: “El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado”. (Subraya esas palabras “primeras cosas” en tu Biblia). El que está sentado en el trono dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas”. Y añadió: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”».
Esto es lo que Apocalipsis 21 ha hecho en mi vida: ¡ha atravesado una espada de verdad por mi espalda! Me ha ayudado a dar testimonio del evangelio de una manera que ningún otro pasaje lo hace, y aquí está el porqué. Porque Apocalipsis 21 pone todo en mi vida en dos categorías.
Cuando estaba en la universidad trabajé como secretaria por un breve período, y luché con el sistema de archivo porque había tantas categorías diferentes, diferentes colores de carpetas, diferentes lugares para las cosas. ¡Apocalipsis 21 nos da solo dos categorías! Yo soy una chica de granja, así que a la granjera que hay en mí le gusta pensar en esto como dos baldes o cubetas: primerascosas y cosas eternas –eso es todo.
No hay una tercera opción, no hay zona gris. Solo hay primeras cosas y cosas eternas. Este pasaje me ha dado un nuevo sistema de archivo para todo en mi vida. O durará para siempre o está destinado a desaparecer. O es cosa pasada o es algo eterno.
Las primeras cosas se enumeran para nosotras aquí mismo en Apocalipsis 21:4:
«Él (Él es Jesús) enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado».
¿Lágrimas? Primeras cosas. ¿Muerte? Primeras cosas. El duelo, primeras cosas; el llanto, primeras cosas; el dolor, primeras cosas.
- Todo el dolor físico que tu cuerpo experimentará alguna vez, son las primeras cosas.
- Toda la angustia que experimentará tu corazón, son las primeras cosas.
- Todo lo que está roto en nuestra cultura y todo lo que está roto en nosotras, todo va en la lista de las primeras cosas.
Van a desaparecer –están dando vueltas por el desagüe. Me gusta pensar en ello con una imagen de palabras diferente: son leche caducada, solo están esperando ser desechadas. Ahora, claro, se irán por el desagüe, así que no es algo que tendré que cargar conmigo para siempre.
Pensamos en nuestras propias vidas; pensamos en lo que nos mantiene despiertas por la noche, en lo que nos hace un nudo de ansiedad en el estómago. ¿Qué nos impide adorar, por qué estamos tan consumidas por la preocupación? ¡¿Qué fractura nuestras relaciones humanas –por qué simplemente no podemos dejarlo ir?! Todas esas cosas finalmente terminarán en la cubeta de las «primeras cosas».
Sin embargo, esas son las cosas en las que pasamos más tiempo pensando. Son las cosas en las que invertimos la mayor parte del tiempo, tratando de arreglarlas; la mayor parte del tiempo desahogándonos o hablando de ellas con los demás. Las Escrituras dicen: «Ponlas en la lista de las primeras cosas. Ahí es donde pertenecen. Están destinadas a desaparecer» (paráfrasis).
Entonces, ¿qué queda? ¿Qué va en la segunda cubeta? Vayamos en nuestras biblias al capítulo 1 de Hebreos. Voy a leer Hebreos 1:10-12:
«También: “Tú, Señor, en el principio pusiste los cimientos de la tierra, y los cielos son obrade Tus manos; ellos perecerán, pero Tú permaneces; y todos ellos como una vestidura se envejecerán, y como un manto los enrollarás; como una vestidura serán mudados. Pero Tú eres el mismo, y Tus años no tendrán fin”».
Estos versículos nos dan este lenguaje: perecen, se desgastan, Dios los enrollará.
Bueno, ¿qué son los «ellos» en estos versículos? Es todo lo que se enumera en Apocalipsis 21:4. Lágrimas…perecerán. Dolor…se enrollará. Muerte…desaparecerá. La tierra quebrantada bajo nuestros pies es de las primeras cosas.
Pero, detén tu corazón en esto por un momento, Hebreos 1:11 nuevamente: «Ellos perecerán, pero Tú permaneces». Piensa en cualquier cosa en tu vida que en este momento te esté causando dolor o tristeza o ansiedad, y mírala y di: «Ellos perecerán, pero Tú permaneces».
Y aquí está mi área más profunda de pecado y necesidad: el desánimo que a menudo se desvía hacia la desesperación. Me levanto cada mañana y conduzco mi vida a esa trampa de pecado cada día. Me levanto y me encuentro desanimada incluso antes de haber desayunado. Esto es especialmente cierto con respecto al ministerio.
Y en cuanto a mi maternidad, estoy tratando de criar a cuatro niños para que sean guerreros del reino. Me siento desanimada en ese espacio todos los días. En el servicio a mi iglesia, estoy segura de que tu iglesia es como la mía en el sentido de que está llena de pecadores. ¡Puede ser muy desalentador servir junto a pecadores! Y amar a mi vecino suena realmente encantador…hasta que trato de hacerlo de manera práctica…¡y es difícil!
Llevar a las mujeres a conocer y amar sus biblias es una gran pasión de mi vida…y una gran fuente de desánimo, ¡porque muchas mujeres que conozco y amo no están abriendo sus biblias! Y soportarnos unas a otras en amor es un ministerio en sí mismo, y un lugar donde lucho con el desánimo crónico.
Sin la perspectiva de la Palabra de Dios, siempre estaría desanimada en esas áreas. Y estar desanimada erosiona inevitablemente nuestro gozo. Sin la perspectiva de la Palabra de Dios sería una seguidora de Cristo desanimada, improductiva y miserable, ¡y eso no es lo que quiero ser!
Así que aquí están las tres palabras que levantan mis ojos de mi desánimo todos los días. ¿Lista para escucharlas? Tres palabras: Pero, Tú, permaneces. ¡Jesús, Tú permaneces! Todo esto pasará, ¡pero Tú permaneces!
Siempre enfrentaré circunstancias desalentadoras, pero no siempre es necesario que enfrente el desánimo porque lo que recalibra mi corazón, lo que revitaliza mi trabajo, lo que vuelve a enfocar mis ojos en la misión es la permanencia de Cristo y Su reino…lo que me lleva a la segunda cubeta. ¿Qué va en esa cubeta, esa cubeta de cosas eternas?
Es tan simple. Solo tres cosas van en esa cubeta. Dios va en la cubeta de las cosas eternas. El Salmo 102:12 dice: «Pero Tú, Señor, permaneces para siempre, y Tu nombre por todas las generaciones». ¡Dios es eterno!
La Palabra de Dios va en la segunda cubeta. En 1 Pedro 1:25 dice: «Pero la palabra del Señor permanece para siempre…» En Isaías 40, versículo 8 dice: «Se seca la hierba, se marchita la flor, pero la palabra del Dios nuestro permanece para siempre». ¡Mi Biblia va en la cubeta de las cosas eternas!
Y una cosa más: las personas. El pueblo de Dios existirá con Él para siempre, y aquellos que no lo conocen existirán sin Él para siempre. Todas las personas son eternas. ¡Eso es todo! Son solo tres cosas: Dios, Su Palabra y las personas. Estas tres cosas existirán durante millones y millones de años.
No sé números más grandes que esos, pero estamos hablando de «ceros» infinitos. ¡Dios, Su Palabra y las personas existirán para siempre! ¡Son cosas eternas! Y esta es la realidad de Apocalipsis 21 que ha cambiado mi vida.
Es lo que desenfoca nuestros corazones de los desafíos que enfrentamos y de los desafíos que enfrentan las personas que nos rodean –todo, desde pequeñas molestias hasta grandes desamores, tienen que ir en una de las dos cubetas. La Palabra de Dios nos ayuda a ver que gran parte de esos desafíos son las «primeras cosas». Ahora, si estás escuchando esto y estás en medio de un dolor real, un sufrimiento verdadero, quiero que sepas esto: no estoy diciendo que esas cosas no importan.
Dios se preocupa por los detalles de tu vida y nos pide que llevemos las cargas los unos de los otros. Lo que estoy diciendo, lo que Apocalipsis 21 nos está enseñando, es que esas cosas no siempre importarán. Compartir el evangelio, la obra de Cristo en nuestros corazones al ser transformadas a Su imagen, las personas con las que pasamos nuestros días trabajando, los niños que se sientan alrededor de la mesa del desayuno, la Biblia que pasamos nuestros días leyendo y viviendo; esas cosas permanecerán para siempre.
Hay una cita de Helen Roseveare que me ha impactado profundamente. Si no estás familiarizada con la historia de Helen, ella fue misionera en África central a mediados del 1900. (Ella está con el Señor ahora).
Mientras estaba sirviendo en el campo misionero, vio estallar la guerra civil. Ella fue arrestada. Las instalaciones médicas en las que había trabajado durante años fueron destruidas y fue golpeada y atacada violentamente. Sin embargo, siempre que hablaba de vivir su vida para Jesús, se refería a ello como un privilegio.
Me han cautivado estas palabras en particular y que quiero que escuches...
Helen Roseveare: Mirando hacia atrás, he intentado calcular el costo, pero lo encuentro todo absorbido por el privilegio. El costo resulta de repente muy pequeño y transitorio ante la grandeza y permanencia del privilegio.
Erin: Ese pensamiento de la grandeza y la permanencia del privilegio de vivir mi vida para Jesús me ha cambiado. Las palabras de Helen en particular han cambiado la forma en que oro. Con frecuencia oro así: «Jesús, no hay ningún costo para contar aquí. Solo existe el privilegio». Y eso es realmente lo que siento al vivir mi vida para Jesús.
No es porque sea fácil ni porque no haya dificultades. Pero no hay ningún costo para contar; solo existe la permanencia del privilegio. Solo está el hecho de que todo lo que importa va en la cubeta de las cosas eternas.
Ese no es un pensamiento vacío que no tiene ningún peso. ¡Seguir a Cristo le costó mucho a Helen! Cristo nunca nos engañó haciéndonos pensar que no nos costaría nada. Nos prometió que nos costaría (ver Mateo 16:24). Vivimos en esta cultura en la que algunas de nosotras estamos experimentando por primera vez que seguir a Jesús nos cuesta algo…y solo existe la permanencia del privilegio.
Hay otra oración que he hecho a menudo al final del día, y si Dios quiere la haré al final de mi vida sirviendo a Cristo. La he orado especialmente cuando estoy en hogares de ancianos o con personas al final de sus vidas. Digo: «¡Jesús, exprímeme como a una toalla!»
En esos años finales y esos momentos finales, quiero estar sin nada más que dar porque el Señor me habrá exprimido para Su gloria. Y así, al final de lo que espero que sea mi vida –cuando esté exprimida para la gloria del Señor– quiero que solo esté la permanencia del privilegio; que en la cubeta solo haya cosas eternas.
Lo que sea que nos cueste seguir a Cristo, debemos pagarlo ¡porque tenemos la esperanza de que la obra de Dios en nosotras y a través de nosotras, nunca podrá ser quitada de nosotras! Ya está en la cubeta, la cubeta de las cosas eternas.
Hubo un pastor y teólogo del siglo XVIII que oró: «¡Señor, imprime la eternidad en mis ojos!» Lo tengo escrito en los márgenes de mi Biblia junto a Apocalipsis 21, porque eso es lo que este pasaje hace por mí. Graba la eternidad en mis ojos. Mi carne, mis ojos, quieren mirar este momento temporal, pero este pasaje imprime la eternidad en mis ojos.
Esta es la razón por la que Apocalipsis 21 me ha cambiado, por la que espero que haya cambiado a mi familia, por la que espero que haya cambiado a mi grupo pequeño, a mi iglesia, a mi comunidad. Me ha enseñado a concentrarme en lo que va en la cubeta de las cosas eternas y a no aferrarme a todo lo que hay en la cubeta de las primeras cosas.
Viajé recientemente –y debes saber que soy una viajera que mantiene un bajo perfil– y la mujer que estaba a mi lado estaba tratando de entablar una conversación. Yo estaba proyectando la sensación de que no quería hablar, pero ella no lo estaba captando. Ella comenzó a contarme una historia –¡fue una historia increíble! La busqué en internet más tarde, porque parecía tan irreal lo que me estaba diciendo…
Es su historia (no la contaré aquí). pero la conclusión fue que su familia había experimentado un horror y un dolor tan tremendos… Yo no podía mirarla a los ojos mientras me lo contaba. Ella terminó la historia y me miró. Yo sabía que ella quería que le dijera algo, pero no sabía qué era.
Entonces hice esta pregunta: «¿Son verdaderas las promesas de Dios?» Esta mujer era la esposa de un pastor; ella era una mujer de fe. Necesitaba saber si Dios realmente cumple Sus promesas en medio de un valle tan oscuro e incomprensible.
Ella me miró y sonrió, y dijo: «¡Todas y cada una de ellas!» ¡Dios había cumplido Sus promesas en la vida de ella en momentos increíblemente oscuros! Y apenas al otro lado de esa oscuridad, ella estaba declarando que Dios cumple cada una de las promesas que les ha hecho a Sus hijos.
Pienso en ella tan a menudo, y no puedo esperar a verla en el cielo y contarle cómo esa historia me ha transformado, y saber que estas promesas en Apocalipsis 21 –que francamente se sienten demasiado buenas para ser verdad– se cumplirán. Porque ¿cumple Dios sus promesas? ¡Si, cada una de ellas!
Ahora quiero que vuelvas a pensar en Fanny Crosby. Te leí una parte de su himno Dulce consuelo. Aquí está parte de su historia: Fanny era una escritora de himnos ciega –pero no nació ciega. Experimentó ceguera como resultado de un error médico cuando era una bebé.
Alguien le dijo una vez algo a Fanny sobre la lástima que era que Dios no le hubiera dado vista y sí le hubiera dado tantos otros dones. Y Fanny dijo esto:
¿Sabes qué?, si al nacer hubiera podido hacer una petición, habría sido que naciera ciega. ¡Porque cuando llegue al cielo, el primer rostro que alegrará mi vista será el de mi Salvador!
En muchos sentidos, la realidad de Fanny es nuestra realidad. Cuando lleguemos al cielo todo se revelará. Veremos en su totalidad, por primera vez, los preciosos dones que Jesús ha estado almacenando para nosotros; y este es nuestro dulce consuelo: las primeras cosas tomarán el lugar que les corresponde como cosas que ya no existen. ¡Van a desaparecer!
Y las cosas eternas: ¡Dios, la Palabra de Dios y el pueblo de Dios serán nuestras para siempre! ¡Señor, sella la eternidad en nuestros ojos! ¡Amén!
Nancy: Hemos estado escuchando a Erin Davis. Ella es parte del ministerio, es quien administra todo el contenido del alcance en inglés de Revive Our Hearts. Erin nos ha estado recordando que las cosas que nos preocupan, las cosas que abruman nuestros corazones, las cosas que nos hacen llorar y suspirar, no son cosas eternas. Un día –pronto– ¡habrán pasado por completo!
Mientras la escuchaba pensaba en ese pasaje de Isaías 43:18-19 que dice: «No recuerden las cosas anteriores. Ni consideren las cosas del pasado. Yo hago algo nuevo…»
Dios está haciendo algo nuevo…en nosotras y a través de nosotras para que estemos preparadas para la eternidad, donde la oración será alabanza y la fe será vista. Todas esas cosas pasadas que nublaron nuestra visión, que nos entristecieron tanto, nos agobiaron y nos angustiaron, desaparecerán –no serán ni siquiera un recuerdo lejano.
¡Nuestros corazones estarán llenos para siempre con la presencia de Cristo, la belleza de Cristo, la gloria de Cristo y el gozo de la eternidad con Él! Si no mantenemos nuestros ojos fijos en la eternidad, viviremos vidas miserables, frustradas y agobiadas. Ahora, si mantenemos la eternidad delante de nuestros ojos, no significa que no tendremos presiones, problemas o desafíos aquí en esta tierra. ¡Los tendremos! Pero significa que esas cosas serán instrumentos que Dios usará para prepararnos para la eternidad.
Estoy pensando en ese pasaje en 2 Corintios 4:16-17 que escribió el apóstol Pablo, quien comprendió cosas difíciles, cosas realmente difíciles, más difíciles de lo que la mayoría de nosotras hemos experimentado. Pero en medio de todo eso, dijo: «Por tanto no desfallecemos. Antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día, pues esta aflicción leve pasajera…» Esas son cosas pasadas. Todavía no han pasado por completo, pero algún día así será. No parecen ligeras y no parecen momentáneas. Parecen pesadas y largas. Pero Pablo dice que desde la perspectiva de Dios y desde la perspectiva que tendremos cuando estemos con Él en el cielo, estas son aflicciones leves y pasajeras. ¿Y qué están haciendo esas aflicciones? Nos «…produce(n) un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación» (v.17).
Entonces, esas cosas que son difíciles, esas cosas que pronto pasarán, nos están preparando para algo mejor. Nos están preparando para ese eterno peso de gloria para siempre en la presencia de Cristo.
Así que, peregrina cansada, levanta los ojos, levanta la cabeza, enfoca tu corazón y fija tu mirada en las cosas que están por venir, esas cosas eternas que nunca nos podrán ser quitadas. ¡Eso te dará perseverancia, perspectiva y gozo en este viaje!
Gracias Erin por guiarnos durante estos días a lo largo de Apocalipsis 21, esos primeros cinco versículos.
Si te te perdiste alguno de los episodios anteriores en esta serie, encuéntralos en avivanuestroscorazones.com, o en nuestra aplicación. Espero que hayas sido muy animada a poner tu mirada en lo eterno. Y antes de concluir me gustaría darte aún más ánimo con el testimonio de una mujer. Escucha lo que ella compartió con nosotros luego de escuchar la enseñanza de Erin.
Mujer: En los últimos dos años, mi corazón se ha roto varias veces y las cosas que me han mantenido a flote son las cosas eternas. Han sido Jesús, Su Palabra y Su pueblo. Y ahora mismo es como si estuviera sosteniendo las cubetas de las primeras cosas y las cosas eternas. El dolor y la alegría. Hay dolor, pero hay esperanza.
Y darme cuenta de que un día mi cubeta de las primeras cosas va a caer al suelo, como si Dios fuera a tomar el dolor, las lágrimas y la muerte que he sentido… Realmente se siente como si hubiera muerto de muchas maneras. ¡Pero Él va a borrar eso!
Jesús me sostendrá y sostendrá esa cubeta de cosas eternas: Su Palabra, Él mismo y Su pueblo –quienes me han rodeado con sus brazos y caminado conmigo en el valle. Así que gracias por tocar ese tambor de cosas pasadas y cosas eternas. Puedo perderme en mi dolor –y podemos perdernos en esa cubeta. Se siente como si nos estuviéramos ahogando en las lágrimas, por lo que necesitamos personas que nos recuerden «las cosas eternas, todo lo eterno».
Se acerca el día en que solo existirán las cosas eternas y el dolor desaparecerá. Esa es la esperanza a la que me aferro.
Nancy: Al escuchar lo que compartió esta mujer, y al ver cómo nuestro equipo ha caminado con ella a través de su situación, me viene a la mente este pasaje de Apocalipsis donde Jesús dice que Él está haciendo todas las cosas nuevas. No es solo que haya algunas cosas buenas aquí en la tierra y que esas sean las que perdurarán.
No, sino que todas las cosas –incluidas nosotras, nuestra pecaminosidad y nuestra tendencia a pecar y a responder a las circunstancias con ansiedad y desánimo– ¡todo esto será renovado! El cielo y la tierra serán nuevos –cielos nuevos, tierra nueva. Tenemos un Dios redentor que hace nuevas todas las cosas.
En realidad, el tipo de cosas que has estado atravesando… Y todas podemos llenar nuestros espacios en blanco sobre cuáles han sido esas situaciones para nosotras; para Robert y para mí, por un tiempo, fue el cáncer. ¡Pero Dios está en el proceso de, no solo arreglar lo viejo, sino de deshacer lo viejo y hacer todas las cosas nuevas! Esa es nuestra esperanza, esa es nuestra promesa.
Las cosas pasadas que nos han agobiado tanto en realidad son parte de los medios a través de los cuales Dios está haciendo nuevas todas las cosas. Así que miraremos hacia atrás a esas cosas, y diremos: «Gracias, Señor», por las cosas que parecían tan preocupantes, tan pesadas. Serán vistas a la luz de la eternidad como verdaderos tesoros porque nos acercaron a Él y nos apuntaron hacia Él y pusieron la eternidad ante nuestros ojos.
¡Alabado sea el Señor por eso! ¡Él nos restaura y nos da vida eterna!
Annamarie: A veces cuando estamos escuchando o viendo un contenido, simplemente brincamos alguna porción que no nos interesa –o para terminar más rápido lo ponemos a doble velocidad. Bueno, esto es algo que no podemos hacer con la vida. Así que, a lo largo de nuestra historia, necesitamos perseverancia. Una mujer en la que tenemos un gran ejemplo de esto es Elisabeth Elliot. Asegúrate de acompañarnos para nuestra próxima serie, en la que estarás escuchando su corazón sobre este tema, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Trayéndote enseñanza práctica de la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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