Las Anas de hoy
Débora: Una mujer recuerda un ejemplo que la inspiró.
Invitada 1: A cada sitio que íbamos, ella siempre les estaba contando a otros acerca del Señor. Recuerdo que eso me avergonzaba cuando era adolescente. Siempre estaba hablándole a alguien. Ella no podía dejar a nadie sin asegurarse de que le había dicho quién era Jesús. Ahora eso es precioso para mí. Yo hubiese querido ser agradecida por eso en ese tiempo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Débora: En los últimos episodios de esta serie, La dedicación del Rey, Nancy nos ha introducido a un personaje bíblico llamado Ana. Quizás has pensado que ser una mujer piadosa es ser una mujer perfecta, pero en realidad no es así; tú y yo podemos convertirnos en esta clase de mujer.
Hoy compartiremos contigo los pensamientos de algunas mujeres respecto a …
Débora: Una mujer recuerda un ejemplo que la inspiró.
Invitada 1: A cada sitio que íbamos, ella siempre les estaba contando a otros acerca del Señor. Recuerdo que eso me avergonzaba cuando era adolescente. Siempre estaba hablándole a alguien. Ella no podía dejar a nadie sin asegurarse de que le había dicho quién era Jesús. Ahora eso es precioso para mí. Yo hubiese querido ser agradecida por eso en ese tiempo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth en la voz de Patricia de Saladín.
Débora: En los últimos episodios de esta serie, La dedicación del Rey, Nancy nos ha introducido a un personaje bíblico llamado Ana. Quizás has pensado que ser una mujer piadosa es ser una mujer perfecta, pero en realidad no es así; tú y yo podemos convertirnos en esta clase de mujer.
Hoy compartiremos contigo los pensamientos de algunas mujeres respecto a «Anas» en sus vidas. Aquí está Nancy para dar inicio a estas intervenciones.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Hemos estado hablando sobre este maravilloso ejemplo de una mujer mayor, piadosa, Ana, uno de los primeros testigos del recién nacido Jesucristo, y cómo Dios usó a esta mujer como un ejemplo de fe en sus días y cómo nos ha bendecido hoy.
He estado pensando en el transcurso de esta serie sobre algunas mujeres mayores que he conocido, que son las «Anas» modernas, y cómo Dios ha usado estas mujeres en diferentes maneras. No todas son viudas, son mujeres mayores que han sido fieles al Señor.
Quiero compartirles un tributo que escribí poco tiempo después de la muerte de una de estas «Anas», quien era una mujer muy especial en mi vida, y más que intentar explicárselo, quiero decirlo de la manera exacta en que lo escribí.
Una de mis amigas más queridas recientemente se fue a morar con el Señor a la edad de 92 años. Yo conocí a Joyce Johnson como «mamá J». Aunque ella no era una figura pública, ella era una de mis heroínas y dejó una marca indeleble en mi vida.
Mamá J, enviudó en diciembre 2004 luego de 64 años de matrimonio. Yo pude visitarla en ese febrero mientras estuve en California para una reunión. Pasamos unas cuantas horas preciosas juntas hablando de lo que el Señor estaba haciendo en nuestras vidas.
Por cierto, le pregunté cómo se sentía en ese tiempo. Esta mujer era tan positiva y llena de gozo, que ¡no podías lograr que se quejara! Ella acababa de ir al doctor, y me dijo: «Todo está bien. ¡Estoy excelente!» Bueno, menos de una semana después fue diagnosticada con leucemia, y algunas semanas después de eso estaba en la presencia del Señor.
Mamá J era un ejemplo de esa mujer contracultural de la cual hablamos frecuentemente en Aviva Nuestros Corazones, una mujer cuya vida fue transformada y dirigida por la Palabra de Dios en vez de ser conformada a este mundo.
Comparto estas cualidades de su vida, con la esperanza de que tú seas bendecida y retada por el legado de esta mujer de Dios, como yo lo he sido, y que tú permitas que Dios te haga una mujer que le traiga gran gloria, como hizo mamá J.
Luego, compartí brevemente 10 u 11 características de su vida.
Número uno, ella amaba a su esposo y a sus hijos. Por más de 60 años, «el corazón de su marido confiaba en ella. Ella le daba bien y no mal, todos los días de su vida», siendo un modelo de ese versículo de Proverbios 31:11-12.
Su mayor gozo era servirle a su familia, y su mayor deseo era que cada uno de sus hijos y nietos tuviera una relación personal y viva con Cristo.
Ella tenía un corazón de sierva. Solo el Señor sabe cuántas comidas sirvió y la cantidad de ropa que lavó para su esposo, hijos y otros. Por muchos años ella sirvió fielmente en su iglesia.
Ella era hospitalaria. Cuando yo tenía 17 años, ella y su esposo me invitaron a su casa a vivir con ellos mientras asistía a mis últimos dos años de universidad en California. Ellos estaban empezando sus 60 años en ese tiempo y yo no fui la última persona joven que ellos hospedaron. Ellos hospedaron una variedad de nietos y otras personas en distintos momentos hasta bien entrados en sus 80 años.
Ella aprendió a confiar en la soberanía de Dios y a rendirse a Sus decisiones. Cuando la mayor de sus cinco hijos tenía 17 años, solo una semana antes de su graduación del colegio, murió en un accidente automovilístico. Aunque ellos lloraron la pérdida de Karen, papá y mamá J, siempre lo aceptaron como la voluntad de Dios para sus vidas y rehusaron amargarse por su pérdida.
Ella oraba por su esposo, por sus hijos y nietos, por su iglesia, y por numerosos ministerios y misioneros. Ella era una de mis más fervientes y fieles compañeras de oración.
Ella me sostuvo en oración mientras escribía la mayoría de mis libros. En su funeral dije –solo parcialmente bromeando– «no sé cómo podré escribir más libros. Desde ya, extraño sus oraciones». Y sin duda he extrañado grandemente sus oraciones.
Ella era una motivadora. Sus notas frecuentes me recordaban de su amor y oraciones. Repetidas veces afirmaba la gracia y la obra de Dios en y a través de mi vida, y yo no era la única beneficiada por sus estímulos.
Ella nunca dejó de crecer espiritualmente. Su relación con el Señor siempre fue fresca y creciente. Su amor por la Palabra aumentaba al pasar los años, hasta que llegó al punto donde tenía un hambre constante de las Escrituras. No se saciaba. Cuando la visité la última vez, me enseñó una Biblia nueva que estaba leyendo y comenzó a leer en voz alta algunas porciones que habían hablado a su corazón.
A medida que oraba por mí mientras yo escribía un libro sobre la santidad, ella desarrolló una nueva pasión por la santidad. Ella comenzó a marcar en esta Biblia nueva cada referencia que encontraba sobre la santidad, santo, limpieza, y palabras similares. Por gran parte del año, frecuentemente me escribía y compartía su emoción y gozo sobre lo que Dios le estaba enseñando sobre la santidad. (Esto fue al principio de sus 90 años)
Ella tenía un espíritu agradecido y contento. No podías hacer que mamá J se quejara de nada. Ni siquiera cuando la salud de su esposo falló durante los últimos años de su vida y tuvieron que mudarse de su casa de 50 años. Ocasionalmente, cuando alguien de nuestro equipo la llamaba para ver cómo podíamos orar por ella, ella respondía, «tengo más bendiciones que peticiones de oración».
Ella era verdaderamente feliz en Dios. Nunca se retiró de ministrar a otros. La última vez que nos vimos me dijo emocionada, «todavía estoy sirviendo de mentora a una muchacha joven», ¡a los 92 años! Varios años atrás su iglesia solicitó mujeres mayores que estuvieran dispuestas a invertir en las vidas de mujeres más jóvenes.
Mamá J fue voluntaria y se le asignó una joven soltera que tenía cerca de 20 años. La oportunidad de invertir su vida en alguien más le trajo mucho gozo y satisfacción y la guardó de sentirse inútil.
Ella era generosa. Ella y su esposo siempre disfrutaron invertir en la obra del Señor juntos. Más tarde en su vida ella recibió una pequeña herencia cuando un familiar murió. Ella encontró gran gozo en dar generosamente de esos recursos. Ella comenzó a apoyar Aviva Nuestros Corazones desde sus inicios y no falló ni un solo mes.
De hecho, fue muy conmovedor para mí que su último cheque llegó un día después de que se fue con el Señor. Ella lo había firmado solo días antes.
Ella envejeció con gracia. Tantas personas se vuelven más amargadas, negativas, y centradas en sí mismas a medida que envejecen. No mamá J. Yo vi como ella se convirtió en una mujer más dulce, de corazón más tierno, más amorosa, agradecida y llena de gozo. Mientras más vieja se ponía, más sensible se hacía a las «pequeñas cosas» en su vida que no agradaban al Señor, y frecuentemente me compartía esas cosas en sus cartas, era muy confrontador para mí.
Aquí estaba esta mujer mayor, piadosa, a quien yo consideraba muy cerca de Dios, y ella me escribía acerca de cosas que Dios le daba convicción. Ella mostraba un corazón tan contrito y arrepentido a medida que hablaba de esas cosas.
La vida de mamá J es un ejemplo hermoso de Proverbios 4:18. Dice: «Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va aumentando en resplandor hasta que es pleno día». Mamá J no se esfumó. Incluso cuando su cuerpo se hacía más débil, su espíritu se fortalecía cada vez más. Horas antes de morir, yo le dije a su yerno, «no conozco a nadie que esté más lista para el cielo que mamá J».
Ahora ella experimenta la plenitud del día. Su vida siempre me retará a vivir una vida que no se desvanezca sino que resplandezca de forma más y más brillante hasta la plenitud del día, cuando viviremos por siempre en la luz de Su presencia.
Esa es mi «Ana». He conocido otras, pero ella fue una muy especial en mi vida. Me gustaría escuchar a algunas de ustedes. A medida que pienses sobre alguien que ejemplifique una o más de las características en la vida de Ana, ¿quién viene a tu mente?
Déjame preguntarle a Holly, si puedo comenzar contigo.
Holly Elliff: Anteriormente, Nancy se refirió al Salmo 84, y mientras yo estaba leyendo ese salmo, no pude evitar pensar que era una descripción perfecta de mi suegra, Jewel Elliff.
El versículo cuatro dice: «¡Cuán bienaventurados son los que moran en tu casa! Continuamente te alaban. Cuán bienaventurado es el hombre cuyo poder está en ti, en cuyo corazón están los caminos a Sión. Cuando anden por el valle del llanto, se convertirá en un lugar de manantiales refrescantes; las lluvias de otoño lo cubrirán de bendiciones. Ellos se harán cada vez más fuertes, y cada uno se presentará delante de Dios en Jerusalén» (vv. 4-7 parafraseado).
Tuve el privilegio de conocer por 24 años a mi suegra, Jewel, y ella fue a estar con el Señor hace 22 años, pero todavía tengo una marca duradera en mi vida.
Ella fue esposa de pastor por muchos, muchos, muchos años así que su vida no siempre fue fácil. Ella crió 4 hijos y ella –literalmente– fue una mujer que tomó las cosas que Dios le permitió en su vida y las atesoró.
Si leíste esos versos de la Biblia de las Américas, dice: «Lo haré un lugar de bendición». Eso fue lo que ella decidió hacer. Ella tomó todas las corrientes de agua que Dios permitió en su vida, incluso los «valles de llanto»; su vida no fue siempre color de rosa.
A medida que envejecía, las cosas se pusieron difíciles. Mi suegro en un momento cayó en pecado, dejó a mamá, y se casó con otra mujer. Eventualmente se arrepintió, y Dios lo restauró a nuestra familia.
Pero hubo años que fueron «valles de llanto» en su vida, y fue tan precioso ver lo que ella hizo con esos años de lágrimas. Ella literalmente, tomó todos esos años de caminar a través de esos valles y recolectó esas lágrimas y las convirtió en estanques de bendiciones para otras personas.
Ella tuvo una habilidad inusual de creer literalmente la Palabra de Dios y simplemente hacer lo que Él dice. Cuando ella se sentaba delante del Señor y abría su Biblia, si Dios decía, «Yo seré suficiente», ella creía eso, y vivía su vida de acuerdo a eso. Ella nos enseñó cómo hacerlo.
Ella realmente nos dió la libertad, a medida que caminábamos por esos días duros, de perdonar y continuar amando y continuar orando e intercediendo por el papá de Billy. Fue un proceso de aproximadamente 7 años para que Dios lo trajera al arrepentimiento, y esos fueron años largos y duros. Pero el ejemplo de mamá caminando por ese camino en la presencia de Dios, nos dió la libertad y el ánimo para seguirla y vivir de acuerdo a su ejemplo.
Ella creía fuertemente que la preocupación era pecado. Hubo muchas ocasiones donde Billy estaba pastoreando y nos tocaba estar en sitios difíciles, mamá nos llamaba y decía, «¿ustedes se están preocupando por algo?» Si tú decías, «sí», ella nos animaba a pararnos en fe ante el Señor y dejar esas cosas a los pies de la cruz.
Ella tenía formas dulces y agradables y un sentido del humor tremendo. Cerca del final de su vida, ella tenía la enfermedad de Alzheimer y nosotros la cuidamos. Puedo recordar tantas veces en momentos muy difíciles, que pudieron haber sido tan trágicos, y simplemente comenzábamos a reírnos.
Las cosas se hicieron graciosas para nosotras porque eran tan extrañas y tan fuera de control que no podíamos hacer nada para cambiarlas. Podíamos solo reírnos, y eso era muy característico de ella, incluso al final de su vida. Ella realmente era una «Ana» para mí. Ella era una mujer que ejemplificaba esa fe «que mira hacia delante» en el Señor Jesús.
Invitada 1: Yo tendría que decir que mi mamá. Ella tenía una personalidad muy fuerte, pero amaba al Señor con todo su corazón. Recuerdo que mientras estuvo viva siempre se acercaba preguntando, «¿qué está haciendo el Señor en tu vida? ¿Qué te está diciendo el Señor a ti?» O te decía lo que el Señor estaba haciendo en su vida.
Ella era muy hospitalaria. Puedo recordar que cuando estaba en la universidad tuvimos un estudiante internacional viviendo con nosotros por varios años, y siempre venía mucha gente a nuestra casa. Ella amaba a los estudiantes que venían de otros países y les hablaba de Jesús.
Pero su amor más grande era la profecía. Apocalipsis era su libro favorito en la Biblia. Ella era profesora de estudios bíblicos y también profesora de escuela dominical y consejera. Sé que ella anhelaba el cielo. Sabía que cuando ese día llegara yo quería ser como un pequeño pajarito para poder ver cuán emocionada ella estaba de entrar a la presencia del Señor. ¡Ella había estado esperando ese día por tanto tiempo!
A cada sitio que íbamos, ella siempre les estaba contando a otros acerca del Señor. Recuerdo que eso me avergonzaba cuando era una adolescente. Siempre estaba hablándole a alguien. Ella no podía dejar a nadie sin asegurarse de que le había dicho quién era Jesús. Ahora eso es precioso para mí. Yo hubiese querido ser agradecida por eso en ese tiempo.
Invitada 2: La «Ana» en mi vida fue una señora que era nuestra vecina cuando yo era una pequeña niña. Ella era la esposa del pastor en nuestra iglesia, y su esposo murió de una forma bastante trágica e inesperada de una complicación de lo que debió haber sido una cirugía menor.
Se encontró viviendo en una casa parroquial, no poseía un lugar para vivir, y tenía una hija de quince años y otra hija en la universidad. He escuchado a mi madre decirme muchas veces (yo tenía algunos dos o tres años cuando el Dr. Tatem murió) de cómo la vió luego del funeral y de una semana realmente difícil. El próximo domingo estaba en su mismo lugar de siempre en el coro cantando en la sección de los altos en la fila de arriba a la derecha, donde ella continuó cantando cada domingo por las siguientes décadas.
Lo que más recuerdo es cuando iba a su casa siendo una niña pequeña. Yo iba los domingos por la tarde. En muchas ocasiones, recuerdo que ella se recostaba en el sillón. Estoy segura de que ella no estaba emocionada de verme, pero actuaba como si lo estuviera.
Ella había visitado Tierra Santa varias veces, y tenía cosas en su casa de allí. Ella me contaba sobre cada una, y me parecían fascinantes. Me contaba historias fascinantes de cómo se veía el monte de los Olivos y Belén y todo ese tipo de cosas. Ella me influenció de muchas maneras, pero esa fue una que nunca olvidaré.
Kathy Helvey: Yo estaba enseñando en una escuela en Australia, y mi vida realmente no estaba alineada con el Señor. Yo fui allá por un capricho de enseñar en una escuela, pero mientras estaba allá, Dios realmente atrapó mi corazón y mi vida.
Alguien con mucha sabiduría me arregló una cita con su tía Hilda. Recuerdo cuando la fui a ver por primera vez, ella tenía una oficina en la ciudad. Yo quedé impactada porque era bastante mayor, andaba por los 60 años. Claro, yo tenía poco más de 20. Las mujeres cristianas mayores que yo había conocido no se parecían a ella en nada. Ella tenía un gozo tan grande en el Señor. Fue muy emocionante para mi simplemente sentarme con Hilda.
Solo para darte una idea, ella nunca se casó. Ella fue siempre soltera. Ella no había tenido ningún entrenamiento bíblico, nunca fue al seminario o algo parecido, pero ella alquiló, a una edad muy temprana, una oficina en la ciudad donde ella sabía que podía comenzar a tener estudios bíblicos durante el almuerzo y fuera del horario laboral para que mujeres jóvenes vinieran y la conocieran. Ella tenía su oficina abierta todo el día, para que la gente pudiera entrar y salir todo el día para recibir aliento y consejería espiritual.
Pero lo que más recuerdo de mis años en Australia con Hilda es, en primer lugar, que ella amaba a Dios y amaba Su Palabra, y sin importar en qué momento nos juntáramos, ya fuera para un café o un té o para un almuerzo, ella estaría hablando sobre eso.
Ella introducía la Palabra de Dios independientemente del tema que estuviera tratando y yo le decía, «espera, espera, Hilda!, ¿dónde está ese versículo?» Ella me decía, «oh Kathy, yo no sé. Está en la Biblia, y más importante, está en mi vida, y debería estar en la tuya también. Encontrarás tus propios versículos para que los vivas, y obedezcas la Palabra de Dios».
La otra cosa, bien rápidamente, sobre Hilda, es que ella siempre se estaba regocijando en el Señor. Ella verdaderamente me enseñó lo que eso significa. Ella siempre estaba llena del gozo del Señor y me animaba a mí y a todos los demás a regocijarnos en el Señor.
Esta es Hilda, ella se había mudado, en contra de su voluntad, a una casa de retiro. Ya no podía vivir sola, y sus hermanas la pusieron en esa casa, pero ella dijo, «yo me voy a regocijar en el Señor. Este es un nuevo campo misionero. Yo estoy aquí porque estas personas necesitan escuchar sobre el Señor».
Poco tiempo después de eso me enteré de que había sido diagnosticada con Alzheimer, y nunca más escuché sobre ella. Pero sus últimas palabras para mí fueron, «Kathy, recuerda regocijarte en el Señor. Prométeme que continuarás regocijándote en Él». Ella todavía está viva con 96 años, y está viva en mí.
Débora: Has estado escuchando a varias mujeres compartir sobre el impacto que mujeres piadosas han tenido en sus vidas para acercarlas a Dios. En el próximo episodio compartiremos más de estas reflexiones contigo.
Y tú, ¿estás dispuesta a ser la Ana en la vida de otra mujer –no a ser una mujer perfecta, sino a ser un canal de la gracia que has recibido de Dios para otras mujeres?
Hemos visto a Dios usar el contenido de Aviva Nuestros Corazones para conectar generaciones de mujeres que quieren conocer más a Dios a través de Su Palabra y dejar un legado de fe a la próxima generación. Él ha estado llamando a muchas mujeres a abrazar el evangelio y Su diseño para ellas.
Una forma en la que puedes conectar con otras mujeres es haciendo uso de los recursos que tenemos disponibles para ti ,como nuestro podcast para madres, o nuestro podcast para jóvenes. Así que, si no lo has hecho aún, visítanos en avivanuestroscorazones.com, o haz uso de nuestra aplicación llamada Aviva Nuestros Corazones, y utiliza estos recursos para invertir en las vidas de otras mujeres y jóvenes en tu círculo de influencia.
Espero que este fin de semana puedas meditar en la gracia de Dios y en Su evangelio, en la medida en que recuerdas la venida del Salvador al mundo y eres inspirada a adorarle y a invertir tu vida en el avance de Su reino.
Annamarie: Viviendo juntas la belleza del evangelio, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
¡Oh, Noche Divina! (feat. Sarah Jerez), La IBI, Celebremos El Gran Regalo, ℗ 2016 Wisdom and Integrity Inc.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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