Las amistades de tus hijos
Annamarie Sauter: Rebecca Ingram dice que es fácil para los padres tambalearse cuando sus hijos son adolescentes, pero deben recordar que es un tiempo para involucrarse en sus vidas.
Rebecca Ingram Powell: Cuando fallas en planificar, planificas fallar. Así que como padres necesitamos ser intencionales. Necesitamos tener propósito en lo que estamos haciendo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Los jóvenes gastan mucha de su energía en enfocarse en relaciones. ¿Cómo pueden los padres guiarlos hacia relaciones saludables? Hemos estado hablando acerca de esto con Rebecca Ingram Powell, autora del libro Etapa de Cambio: Criando a tus hijos adolescentes con pasión y propósito.
Danya: Tu relación con Dios debe ser tu primera prioridad.Cuando realmente te enamoras de Dios y dejas que Él obre en tu vida, entonces ves que suceden milagros cada día. Dios quiere hacer …
Annamarie Sauter: Rebecca Ingram dice que es fácil para los padres tambalearse cuando sus hijos son adolescentes, pero deben recordar que es un tiempo para involucrarse en sus vidas.
Rebecca Ingram Powell: Cuando fallas en planificar, planificas fallar. Así que como padres necesitamos ser intencionales. Necesitamos tener propósito en lo que estamos haciendo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Los jóvenes gastan mucha de su energía en enfocarse en relaciones. ¿Cómo pueden los padres guiarlos hacia relaciones saludables? Hemos estado hablando acerca de esto con Rebecca Ingram Powell, autora del libro Etapa de Cambio: Criando a tus hijos adolescentes con pasión y propósito.
Danya: Tu relación con Dios debe ser tu primera prioridad.Cuando realmente te enamoras de Dios y dejas que Él obre en tu vida, entonces ves que suceden milagros cada día. Dios quiere hacer cosas grandes en tu vida y quiere usarte de manera poderosa para el reino. Si lo permites, te sorprenderá cómo todo cae en su lugar.
Dios no te daría sueños si Él no quisiera usarlos. Tú no solo quieres ser un jugador de baloncesto o una actriz o un dentista porque te parece bien o divertido, quieres hacerlo porque Dios puso ese deseo en ti. Así que cuando lo dejas a Él tomar ese sueño y lo utilizas para Su gloria, se convierte en algo mucho más de lo que originalmente pensaste que podía ser.
Nancy: Si no eres intencional en buscar al Señor, con respecto a la crianza de tus hijos adolescentes, será más difícil atravesar esa etapa.
Rebecca: En la adolescencia tus hijos tienen una gran oportunidad de desarrollar sus dones, y como padre tienes una gran oportunidad para ayudarlos. La Biblia nos enseña a entrenar a nuestros hijos en el camino que deben seguir. Una interpretación que he escuchado es que Dios creó a los hijos para funcionar de una manera determinada, con ciertas inclinaciones, ciertos dones y hay una cierta manera en la que nos creó con el fin de glorificarlo.
Danya: Solo quiero decirles a todas las jóvenes, «eres digna de ser esperada y no tienes que estar persiguiendo a ningún chico. Si es la voluntad de Dios, a Su tiempo Dios lo traerá a tu vida. Eres hermosa y de mucho valor para Dios. Él quiere usar tu vida, así que no pases tu tiempo corriendo detrás de alguien que debería estar corriendo detrás de ti, porque tú lo vales».
Y si en este momento eso no está sucediendo, entonces di, «está bien, Dios. Entiendo que ahora quieres usarme para algo diferente y quieres que me enfoque en algo diferente». Deja que Él haga grandes cosas en tu vida.
Nancy: Danya, te admiro por vivir esa filosofía. Tú eres soltera, eres atractiva, eres talentosa, y estás en los últimos años de adolescencia. ¿Tienes el deseo de casarte?
Danya: Algún día, sí, me gustaría estar casada. Si es la voluntad de Dios, creo que sí disfrutaría estar casada.
Nancy: ¿Alguna vez tus emociones se descontrolaron en esto y comenzaste a tener dificultad para vivir esta filosofía que recién nos compartiste?
Danya: No tanto vivir la filosofía. Yo creo que se trata más de decidir, «¿es el tiempo o no?» Me gradué de la secundaria, y había logrado atravesar la secundaria sin salir con un muchacho, sin tener esa distracción.
Nancy: ¿Estabas bien con eso?
Danya: Estaba bien. Yo tenía muy buenos amigos varones. Pasábamos tiempo juntos en grupo y podíamos ser amigos. Yo creo que llegué a conocerlos mejor siendo amigos porque ellos no intentaban necesariamente impresionar a alguien.
Nancy: Pero tú eres una chica, eres una mujer. ¿Hay alguna parte de tu corazón que quiere que estos chicos corran detrás de ti?
Danya: Siempre es divertido –no sé si divertido es la palabra correcta– pero era divertido saber que un chico estaba interesado en ti, saber que eres la número uno de su lista. Pero al mismo tiempo, debemos ser cuidadosas, nos debemos proteger, porque aún a los 16 o 17 años, realmente no sabemos si todavía es el tiempo. Realmente, honestamente, a esa edad no podemos hacer nada al respecto. Así que todavía debemos entender que necesitamos protegerlos, tú necesitas protegerte, y necesitas saber que si él es «el chico» que Dios tiene planeado para ti, entonces él esperará.
Rebecca: Yo recuerdo una conversación que tuvimos cuando Danya tenía como 16 años. Había chicos interesados en ella, pero ellos la respetaban y respetaban su decisión de no salir con ellos en citas. De hecho, había dos jóvenes con los que ella realmente tenía una amistad, y probablemente en ese tiempo, si ella hubiera elegido salir, ella habría considerado salir con ellos.
Tuvimos una conversación una noche, y ella me dijo que le gustaban los dos un poco. Yo le dije, «bien, este es el punto: uno de ellos puede ser tu esposo, pero el otro definitivamente no lo será». Eso la puso en perspectiva.
Danya: Todo es acerca de proteger el corazón de la otra persona. Ahora que estoy más grande y estoy interesada en las relaciones, es el tiempo donde debo seguir orando y diciéndome a mí misma, como lo hice antes, «yo valgo lo suficiente para ser buscada». No tengo que salir a correr detrás de estas personas. Debemos dejarlos ser el hombre. Debemos dejarlos tomar el control de la situación y confiar que en el tiempo de Dios, ocurrirá.
No depende de mí. No puedo mirar a un chico y pensar, «de acuerdo, aquí vamos, vamos a hacerlo». No es así como funciona. Espero que cuando llegue ese tiempo y yo diga, «bien, esta persona está interesada en mí. Yo estoy interesada. Veamos lo que Dios quiere hacer con esto», y no ser yo la que los llame o la que diga, «salgamos, vamos a hacer algo».
Él es quien debe buscarme porque yo quiero asegurarme de que él sea el líder, el hombre fuerte de fé que necesita ser, y que yo no sea la que manipule la situación. Como chicas, tenemos que aceptar que somos manipuladoras. A veces podemos hacer que la gente haga lo que queremos simplemente porque somos chicas. Yo quiero asegurarme de que honro a Dios en la manera en que trato a cualquiera que esté interesado en mí.
Nancy: Y quiero afirmarte en esta convicción, Danya, y decirte que nunca te arrepentirás de tomar ese rumbo. Puede ser difícil a corto plazo, quizás más limitado, pero a largo plazo, todas nosotras, las que somos mujeres mayores, podemos decir que te ahorrarás muchos problemas y tendrás mucha mayor libertad y gozo a largo plazo por la disposición de ejercer dominio propio ahora y permanecer firme en tus convicciones.
En el libro que tu madre ha escrito llamado Etapa de Cambio, acerca de ser padres de adolescentes, tu madre habla acerca de algo que ella llama, Salidas drásticamente diferentes. ¿Sabes lo que ella quiere decir con eso?
Danya: La forma de salir del mundo es que un chico y una chica salgan solos, y ellos tienen permiso para tomarse de la mano; tienen permiso para acercarse el uno al otro. En la cultura actual de las citas románticas existe el aspecto físico. Es decir, «me gustas, quiero estar cerca de ti y quiero experimentar...»
Rebecca: Afecto.
Danya: Afecto –esa es una buena palabra. Creo que es todo acerca de: «Mi enfoque está ahora en ti. Tú eres la persona que amo, eres la persona a la que entrego mi tiempo».
A lo que mi mamá se refiere con Salidas drásticamente diferentes, es a salidas en las que Dios permanece como prioridad en la relación. Se verá en la forma en que te comportas con la otra persona, la forma en que te comportas con tus amigos cuando estás saliendo, tú deberías todavía estar mostrando el amor de Dios.
- No se trata de ser tan exclusiva que pierdes otras amistades.
- No se trata de ser tan exclusiva que tu familia siempre escucha acerca del chico pero nunca ve al chico.
- Es pasar tiempo trabajando juntos, ministrando juntos.
- Es continuar permaneciendo rodeados de gente y llegar a conocerse el uno al otro en el mundo real y no solo en una cena con la mesa llena de velas, solos los dos, tratando de impresionarse el uno al otro.
Nancy: Esta ilusión terminará pronto después del matrimonio, si no es que termina antes.
Ampliemos más allá de las relaciones de noviazgo o chico/chica, a todo el tema de las amistades.
Rebecca, tú sabes que los amigos cercanos que tenemos tienen tal impacto e influencia, en nuestras vidas… Pensamos que la presión de grupo es un gran tema para los chicos que están en esta etapa de la adolescencia –regresemos a eso.
Rebecca: De acuerdo.
Nancy: ¿Cómo pensabas acerca de todo el tema de las amistades de tus hijos, quiénes deberían ser sus amigos y quiénes no? Estamos diciendo que se supone que debemos ser luz en el mundo; se supone que debemos ser sal; y sin embargo aún así decimos que no deberían estar cerca de personas no piadosas. ¿Cómo condujeron Rich y tú a los chicos en relación a sus amistades?
Rebecca: Bueno, siempre fue importante para nosotros que los amigos más íntimos de nuestros hijos, la gente a quienes eran más cercanos, fueran personas que tuvieran una misma mente o sentir. Lo que quiero decir con cercanos, es que fueran amigos en quienes podíamos confiar, los que podían quedarse a dormir, y podíamos dejarlos ir a dormir y saber que las conversaciones no supervisadas y las cosas que harían estarían bien.
Nancy: Danya, tu mamá cuenta una historia en este libro acerca de una chica que ella llama Mandy, que era amiga tuya cuando estabas en la secundaria, una adolescente jóven...
Danya: Sí, tenía doce o trece años.
Nancy: Te enseñó una lección sobre el tipo de amigas que podías invitar a dormir. Cuéntanos sobre aquella situación.
Danya: Bueno, en ese tiempo, ella era una de las pocas amigas que yo tenía que no era cristiana. Ella era muy expresiva. Parecía tímida al principio, pero en cuanto comenzaba una conversación, hablaba mucho. No sabíamos mucho acerca de la vida en su hogar o lo que ella hacía con sus otras amigas.
Cuando pregunté si podía quedarse a dormir, mamá solo dijo: «No estoy segura. Yo creo que ella podría venir a hacer algo durante el día, creo que probablemente ella necesita regresar a su casa esta noche».
No recuerdo si discutí o no.
Rebecca: Tú me preguntaste «¿por qué?» Ahí fue cuando acordamos el término de «amiga para quedarse a dormir».
Danya: Es cierto, ahora recuerdo, es verdad.
Rebecca: Así que los chicos entendieron que sus amigos eran bienvenidos en nuestro hogar. Consideramos que nuestra casa es como una estación misionera, y los amigos son siempre bienvenidos. Pero el tiempo de quedarse a dormir es cuando como padres nos vamos a dormir, porque trato de quedarme despierta con ellos, pero no siempre puedo hacerlo. Así que los amigos que se quedaban a dormir, eran amigos en los que podíamos confiar.
Tú me preguntaste acerca de esto, y así fue como hablamos de esto.
Nancy: ¿Y qué fue, Rebecca, qué te hizo sentir en esa situación, que quizás no era una buena idea que esa amiga se quedara a dormir en ese momento?
Rebecca: Bueno, esta pequeña –sus padres estaban divorciados, su papá vivía un estilo de vida homosexual. Ella pasaba los fines de semana con él y su pareja. Su mamá era cristiana y se había vuelto a casar con un hombre cristiano, así que pasaba los fines de semana alternados y la semana entera con su mamá.
Como una típica «niña de papá», ella realmente creía que su papá no podía hacer nada malo. Ella estaba totalmente de acuerdo con su estilo de vida, el cual, como cristianos, cuando vemos en la Palabra de Dios, sabemos que es un estilo de vida pecaminoso.
Mi hija estaba en una edad donde los amigos se estaban volviendo muy importantes y ella admiraba a esta niña. Por la edad que tenía, y porque yo sabía cómo esta niña se sentía acerca de su papá, y lo que yo podía entender –porque yo también soy una «niña de papá»– simplemente sentí que debíamos limitar el tiempo que pasaban juntas durante el día, y no quedarse a dormir.
Nunca fue excluida de ningún tipo de fiestas ni nada, pero para ser invitada a quedarse a dormir, no llegamos hasta ahí.
Danya: Yo necesitaba estar un poco más fuerte en mi fe antes de entrar en una conversación tan profunda acerca de cosas a las que no estaba acostumbrada, en las que yo no tenía necesariamente una opinión, porque no estaba alrededor de eso. No sabía mucho acerca del tema.
Nancy: Pero el tiempo llegó, varios años más tarde cuando…era una amiga diferente...
Danya: Correcto. Tres años más tarde, yo tenía 16. Ella, de hecho, había venido al pueblo a verme a uno de mis primeros conciertos.
Rebecca: Se terminó mudando.
Danya: Sí. Ella se mudó, y había regresado al pueblo a ver uno de mis primeros conciertos. Ella me preguntó si podía venir y quedarse a dormir esa noche. Yo todavía no estaba segura de qué pensaría mamá. Tenía 16 años, podía tomar mis propias decisiones, pero dije, «bien, ¿puedes preguntarle a mi mamá?» Ella dijo, «sí, seguro». Eso me sorprendió porque no sabía si estaría bien con eso, pero ella lo estuvo.
Ella fue y le preguntó a mamá, y mamá me preguntó a mí si yo estaba de acuerdo. Yo dije, «sí, me parece bien. Por supuesto que me parece bien». Así que vino a dormir.
Esa noche la conversación fue más influyente por mi capacidad de compartir mi fe con ella, ya que ya tenía un fundamento más firme, y sabía de lo que estaba hablando. Resultó ser una conversación que creo, influyó más en su vida, que la que hubiéramos podido tener a los 13 años.
Nancy: Rebecca, mientras escucho esto no puedo evitar pensar, «como madre debes estar tan alerta, ser tan intencional…» Me refiero a que en cualquier momento puedes bajar la guardia y tropezar.
Rebecca: Esa es una gran afirmación. Yo creo que es probablemente en los tiempos en que crees que puedes bajar la guardia, cuando realmente no puedes. Yo creo eso sobre la adolescencia porque, como padres, nos sentimos como que la parte difícil ya ha terminado. Ya pueden comer solos, se pueden vestir y aún no andan de aquí para allá en el auto. No han llegado a los años de estudio duro de la secundaria y ese tipo de cosas. No están tratando de conseguir un trabajo. Así que tendemos a pensar eso con la adolescencia.
Sin embargo, esos años son críticos. Tenemos que estar atentos a que nuestros hijos deben saber que durante la totalidad del tiempo en que están con nosotros, tenemos un objetivo en mente que es buscar que amen al Señor y amen a las personas ambas cosas al mismo tiempo. Si tu no estás atenta y no eres intencional –cuando tu fallas al planear, tu planeas fallar. Así que como padres debemos ser intencionales. Necesitamos tener propósito en lo que estamos haciendo.
Nancy: Hablemos un minuto acerca de todo este tema del internet, las redes sociales, los mensajes de texto, y qué piensas tú acerca de eso con los chicos en la adolescencia.
Rebecca: Antes que nuestros hijos llegaran a esta edad, Rich y yo lo habíamos hablado y dijimos, «de acuerdo, cuando tengan dieciséis años, podrán tener un teléfono celular».
Nancy: Espera un minuto. ¿Son todos ustedes de la era de los dinosaurios?
Rebecca: Sí. Eso es probablemente lo que la gente piensa.
Nancy: ¿Que los niños de 10 años no tienen celulares hoy en día?
Rebecca: No mis hijos.
Danya: Aunque muchos chicos tienen. Chicos mucho más jóvenes que nosotros tienen teléfonos celulares.
Rebecca: Muchos de ellos tienen.
Nancy: ¿Entonces tus adolescentes se sienten fuera de lugar si ellos no tienen un celular a los doce?
Rebecca: Yo no sé si ella se sentía fuera de lugar o no, pero nuestra regla era hasta los dieciséis, porque nosotros pensamos que cuando comenzaran a manejar, necesitarían uno, no para llamar a sus amigos, sino por seguridad. Si llegaran a necesitarnos, tendrían un celular».
Danya: Cuando yo tenía doce, aún no era un gran tema. La locura por los teléfonos celulares realmente ocurrió en los últimos años.
Rebecca: Así que cuando cumplió quince, o estaba a punto de cumplir quince, ella nos trajo un plan, si nosotros le permitíamos tener uno, ella se las arreglaría para pagar el consumo mensual.
Nancy: ¿Así que ustedes no pagan el teléfono celular?
Rebecca: No cuando ella tenía quince. No planeábamos pagarlo hasta que tuviera dieciséis. Así que, ella nos trajo este plan bien pensado, explicando cómo podría conseguir el dinero y todo lo demás. Por la forma en que ella lo presentó, una vez más, para no ser orgullosos, hablamos acerca del tema. Dijimos, «bien, nosotros dijimos dieciséis, pero aquí viene ella con todo esto pensado, y realmente ha hecho su tarea».
Nancy: Estaban honrando la responsabilidad que ella mostró.
Rebecca: Exacto. Así que, porque es la mayor, ella estableció un precedente. El mayor de nuestros dos varones recién cumplió dieciséis, pero tuvo su teléfono a los quince porque vino y nos dijo, «okay, aquí está cómo yo puedo pagarlo si me dejan tenerlo a los quince». Ahora mismo, el único que no tiene un teléfono es nuestro hijo de trece años, y porque ha visto a los otros dos, él sabe que no va a tener uno hasta que tenga quince, y solo si lo puede pagar.
Les digo mucho esto a las personas, si inviertes mucho en ese primer hijo, en el mayor, entonces tendrás muchos problemas con los demás hijos.
Nancy: ¿Y qué me dices, no solo de tener un celular, qué les enseñas sobre cómo usarlo, en cuanto a mensajes de texto y redes sociales?
Rebecca: Hablemos acerca de eso por un momento. Ahora Danya tiene dieciocho años, así que en cuanto nos concierne, ella es una adulta. Ella no tiene estas restricciones. Pero a nuestro hijo varón de dieciséis años, le permitimos tener su cuenta en una red social cuando tenía quince. Habíamos demorado eso también. Queríamos que tuviera quince. Mi esposo ha tenido muchas conversaciones con él acerca de esto. También hablamos acerca de, no dar click en las propagandas que dicen, «da click aquí».
Hemos tenido conversaciones acerca de pornografía muchas veces con nuestros varones.
Nancy: ¿Qué me dices de las personas que quieren ser sus «amigos»?
Rebecca: Esta es la regla: Él puede hacerse amigo de personas que ha conocido personalmente. No puede hacerse amigo de personas que nunca ha conocido, o porque otro amigo conoce a esa persona. Él debe tener algún contacto personal.
Nancy: ¿Él tiene que tenerte como su amiga?
Rebecca: Oh, sí. Esa es una de las primeras cosas que ellos deben hacer, por supuesto, ser amigos de mamá, mi esposo tiene una cuenta también. Todos somos amigos en esa red.
La otra regla para David es que él no puede tener a mujeres adultas como amigas. Eso parecía ser más sencillo porque tenemos algunas amigas que son mujeres solteras y se dejan llevar un poco. Entonces decidimos que era mejor hacer de esto una regla.
Nancy: ¿Qué me dices de chicas adolescentes? ¿Te preocupa eso?
Rebecca: Bueno, cuando se hacen amigas de David, muchas veces me hago amiga de ellas también.
Nancy: Así que si tú vas a ser mi amiga, debes ser amiga de mi mamá también…
Rebecca: Bueno, ellas no tienen que hacerlo, pero a la mayoría de los chicos realmente les gusta tener muchos amigos.
Nancy: Aunque sean mamás.
Rebecca: Miramos su cuenta, y nos divertimos también. He posteado algunas cosas que él ha publicado antes, solo para el entretenimiento de mis amigos, porque es bastante inteligente.
Nancy: Entonces tus hijos –tus hijos más jóvenes– estoy pensando en los de la escuela secundaria en particular, ¿crees que es sabio que ellos puedan tener redes sociales a las que tú no tienes acceso?
Rebecca: No.
Nancy: Danya, tú estás sacudiendo la cabeza.
Danya: Estoy sacudiendo la cabeza. Cuando yo tuve mi primera cuenta en una red social tenía quince años, mi papá tenía mi contraseña y compartíamos la cuenta. Por momentos, él entraba y se aseguraba de que los mensajes fueran apropiados, y de que él fuera notificado en su cuenta de email sobre quién estaba solicitando ser mi amigo, o quién me estaba escribiendo y quién me estaba dejando comentarios. Si él veía el nombre de alguien que no conocía –especialmente si era un chico– se aseguraba de que esta persona supiera lo que estaba haciendo.
Yo apreciaba eso, porque cuando esta persona adulta al azar mandaba mensajes, yo todavía pensaba que eso era raro, y me alegraba que tenía a mi papá ahí para protegerme.
Para mí, personalmente, no creo que fuera sabio dejarme tener total privacidad, porque los adolescentes y los chicos de la escuela secundaria pueden construir su pequeño mundo en línea, y a veces, eso puede ser muy peligroso.
Nancy: Claramente hay algunos padres que no son lo suficientemente vigilantes. No saben lo que están haciendo sus hijos. Los chicos tienen sus computadoras en sus dormitorios... Asumo que eso no ocurre en tu casa.
Rebecca: Ah, no. Esa no es una buena idea. Yo realmente creo que como padres, no podemos ser culpables de asumir. Simplemente no es sabio para ninguno de nosotros –adultos tampoco– no necesitamos estar a solas con la computadora. Es mejor, especialmente si haces mucho uso de redes sociales, tener esas computadoras en un lugar muy público de la casa y que todos sepan de los peligros que son inherentes al internet.
Existen personas ahí dentro buscando intencionalmente a los chicos, acechando a nuestros hijos.
Muchos padres me han expresado que no saben cómo manejarlo, dicen que no son muy «tecnológicos».
Nancy: ¡Será mejor que aprendan!
Rebecca: Mi respuesta es exactamente esa. Necesitamos aprender. Necesitas meterte en ello, necesitas crear tu propia cuenta y tener todas las contraseñas. Algunos me dicen: «Bueno pero, mi hija no me deja tener su contraseña». A eso yo respondo, «bueno, entonces no necesita una computadora».
Debemos ser padres. No tenemos porque ser tímidos al respecto. ¿Tu hija no te deja tener su contraseña? Bien, entonces no la dejes tener una computadora, o no le permitas acceso al internet en la casa.
Nancy: Rebecca, te agradezco por haber escrito el libro en el que se ha basado esta conversación. Creo que hay mucho más en él de lo que hemos podido abarcar estos días.
Y antes de cerrar aquí, Dayna, quiero darte la última palabra y quisiera preguntarte—ya que de las que estamos aquí tú eres la que más recientemente ha sido una adolescente... Han pasado algunos años, pero ahora ya eres casi una adulta. Muchas madres escuchan estas series y creo que al escucharte hablar, probablemente piensen: «Wow. Me gustaría tener una hija o un hijo que tenga un corazón para el Señor, así cómo Dios lo ha puesto en ti».
El micrófono es tuyo, Danya. ¿Qué te gustaría decirles a esas madres de chicos en secundaria, adolescentes? Del corazón de una hija adolescente a las madres que nos escuchan.
Danya: Nunca te des por vencida con tus hijos, y nunca pienses que eres un fracaso. Sigue orando y sigue confiando siempre que Dios trabajará en sus corazones. Yo creo que lo más importante que puedes hacer es orar por tus hijos.
Puede que algunas veces no sepas por qué suceden las cosas. Puede que tu hijo aprenda algo y pienses; «Eso no lo aprendió de mí». O puede que tu hijo diga algo y pienses: «Eso yo no se lo enseñé».
Así que continúa orando y no te rindas, recuerda que hay una luz al final del túnel. Cuando te canses –está bien estar cansada– solo tráelo a Dios. Yo sé que mi mamá realmente se ha beneficiado de las amistades en su vida. Encuentra amigas que puedan caminar contigo en esta etapa de tu vida.
Aún cuando atravieses tiempos difíciles, los vas a superar. Pasamos por etapas, pero eventualmente las superaremos. Tan solo no te des por vencida con tus hijos y sigue animándolos a lo largo del camino.
Nancy: «No te rindas», ha sido la exhortación final de esta conversación con Danya Powell y su madre Rebecca Ingram Powell. No te des por vencida en abrazar el desafiante rol de criar una generación de jóvenes con un corazón para Dios.
Busca amigas alrededor tuyo que puedan orar por estos chicos y pídele al Señor que ponga en sus corazones, como solo Él puede, una carga, un hambre y un amor por Cristo, para la gloria de Dios y el avance de Su reino.
Annamarie: En la Escritura tenemos un precioso ejemplo de una mujer que derramó su corazón delante de Jesús sin reservas. Esto es lo que queremos ver en los jóvenes que nos rodean, pero debe comenzar con nosotras. El relato nos invita a preguntarnos si tenemos un corazón que adora a Jesús, o si estamos tan llenas de nosotras mismas que nos cuesta postrarnos a Sus pies.
¡Asegúrate de acompañarnos el lunes para esta nueva serie!
Llamándote a pasar el bastón de la fe a la próxima generación, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
La lectura para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es Mateo capítulos 8 y 9.
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