Lanzando flechas hacia el mundo
Annamarie Sauter: Ann Dunagan nos reta a abordar la maternidad con una mentalidad de misión y sacrificio.
Ann Dunagan: Si nosotras vamos a estar levantando la próxima generación para que tenga un impacto en el mundo en las diferentes esferas de la sociedad, esto puede significar que Dios podrá llamar a uno de nuestros hijos a ir a un área en donde nosotras nos sintamos incómodas.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Realmente el reto es para todas las mujeres independientemente de las edades de tus hijos, tener la intención de dejar que la luz brille en el mundo. ¿No crees que tus hijos capturan ese espíritu y ese ambiente?
Ann: Por supuesto. Ser capaz de inculcar en nuestros niños, comenzando con el final en mente, empezamos por mirar de lo que se trata …
Annamarie Sauter: Ann Dunagan nos reta a abordar la maternidad con una mentalidad de misión y sacrificio.
Ann Dunagan: Si nosotras vamos a estar levantando la próxima generación para que tenga un impacto en el mundo en las diferentes esferas de la sociedad, esto puede significar que Dios podrá llamar a uno de nuestros hijos a ir a un área en donde nosotras nos sintamos incómodas.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Realmente el reto es para todas las mujeres independientemente de las edades de tus hijos, tener la intención de dejar que la luz brille en el mundo. ¿No crees que tus hijos capturan ese espíritu y ese ambiente?
Ann: Por supuesto. Ser capaz de inculcar en nuestros niños, comenzando con el final en mente, empezamos por mirar de lo que se trata todo esto. Es aún más allá de lo que la gente piense de nosotras en nuestro funeral. Es aún más allá de dejar un legado duradero. Es todo sobre el final que es la eternidad. Se trata de tener nuestra mente en la eternidad. Cuando nos centramos en ese resultado final, donde nos encontramos cara a cara con el Dios todopoderoso. ¿Cuáles son las decisiones y las discusiones que estamos teniendo hoy en día, tanto con nuestros hijos y como familia, ¿cómo estamos representando a Dios al mundo? ¿Qué diferencia está haciendo para la eternidad?
Nancy: La eternidad es algo en lo que deberíamos estar pensando cada día de nuestras vidas. Es el pensamiento de la eternidad lo que hace que este día sea significativo. Déjame preguntarte:
- ¿Cómo estás viviendo a la luz de la eternidad? ¿Es eso algo en lo que tú piensas? ¿Es una prioridad en tu corazón?
- ¿Es Cristo y Su reino, la fama y la difusión de Su gloria y de Su evangelio, algo que por lo menos ha entrado en tu mente el día de hoy? ¿Pensaste en eso ayer?
- ¿Estás consciente de esto a medida que estás haciendo tu trabajo, haciendo los mandados, haciendo lo que sea que estés haciendo hoy, lo que estás haciendo al escuchar este programa de radio?
- Tal vez estés haciendo la limpieza de tu casa, puedes estar en tu trabajo, puedes estar en una camioneta como chofer de unos niños pequeños. Lo que estés haciendo, ¿lo estás haciendo a la luz del reino de Dios?
- ¿Qué es lo que vas a estar pensando en realidad, en un momento o dos a partir de ahora, cuando te enfrentes a Cristo con toda la vida detrás ti y toda la eternidad delante de ti?
- ¿Habrán tu vida y tus decisiones hecho una diferencia significativa en tu vida, en la vida de tus hijos, y en las vidas de otros cuando se trata de la eternidad?
Nancy DeMoss de Wolgemuth: Estamos hablando esta semana con Ann Dunagan de algo que pienso que es muy importante, y es cómo desarrollar familias con una mente misionera. Claro que el punto de partida es tener una mentalidad misionera nosotras mismas, tener una mentalidad del reino, ser cristocéntricas, ser mujeres centradas en el evangelio para luego influenciar a la próxima generación para que piense de esa manera también. Ann, bienvenida nuevamente a Aviva Nuestros Corazones.
Ann: Gracias.
Nancy: Gracias a ti por escribir este libro, The Mission-Minded Family (La familia con mentalidad misionera, disponible en inglés). Este libro tiene muchos consejos prácticos, sugerencias y recursos, historias misioneras, ejemplos e ilustraciones, himnos, citas de las Escrituras, muchas cosas que tú puedes usar. Es un grandioso libro de referencia para mamás que quieren que sus hijos tengan una mentalidad más del reino y misionera.
Hay grandes historias misioneras en él y yo espero que nuestras oyentes puedan obtener ventaja de este libro. Puedes obtenerlo en inglés por internet.
Ann, hemos hablado de la importancia de tener una mentalidad enfocada en la eternidad si queremos tener una familia con mentalidad misionera. Pero otro énfasis que aprecio que haces en tu ministerio, es que tener una mentalidad misionera y del reino realmente se trata de someter nuestras vidas a Dios en cada área de nuestras vidas, las cosas pequeñas y las cosas grandes. No es siempre de manera grandiosa que podemos servir a Dios, pero algunas veces es en las tareas que Dios nos ha encomendado como esposa, como mamá, como mujer. Ser fieles en eso puede ser en ocasiones la cosa con mentalidad más misionera que podamos hacer.
Ann: Absolutamente. Hubo tiempos en los que éramos nuevos en el ministerio. Éramos jóvenes, recién casados. Tenía un bebé pequeño y estaba embarazada. Estábamos entrando biblias de contrabando en China y era tan emocionante. Quiero decir, estaba en una misión de aventura.
Aunque nosotros estábamos desobedeciendo una ley terrenal, ya que era ilegal traer la Palabra de Dios a China, sabíamos que esto era lo que Dios nos había llamado a hacer, traer la Palabra de Dios a las personas en la China comunista, quienes la necesitaban desesperadamente.
De todas maneras, alrededor de una semana más tarde, a través de otro punto de entrada, a través de Macao, lo íbamos a hacer de nuevo. Esa mañana en particular nosotros nos despertamos y mi esposo me dijo: «No sé por qué, pero siento que tú no deberías ir hoy».
Y yo me quedé asombrada, «¿qué quieres decir con que yo no debo ir hoy? He viajado a través del mundo. Y ¡se supone que debo ir!»
Y él me dijo, «solo sé que tú debes quedarte aquí».
Y yo le dije, «bueno, la Biblia dice que se supone que debemos ir a través de todo el mundo a predicar el evangelio. No voy a atravesar el mundo para quedarme en esta pequeña habitación».
Pensé que estaba justificada a desafiar a mi esposo porque yo defendía la Palabra de Dios. O sea, yo tenía la Biblia que decía, «ve a todo el mundo». Pensé, sí, estoy embarazada, pero no estoy muy cansada. No estoy muy cansada. ¡Puedo hacerlo!
Empacamos nuestras maletas y mi esposo estaba como, «ok, bueno». Nosotros íbamos con otros dos pastores. Llegamos al punto de entrada, los dos pastores y sus biblias entraron. Luego mi esposo y mi hijo, pasaron el puesto de chequeo de seguridad sin ningún problema.
Luego, yo. Estaba muy segura. Subí mis maletas sobre el cinturón de chequeo y alguien las abrió, empezaron a hablar en chino, empezaron a gritar, a llamar a los guardias. Fueron y trajeron a mi esposo y a nuestro pequeño hijo, y nos metieron en una fría habitación de paredes de ladrillo y estaba oscuro. Trajeron un intérprete y empezaron a gritarnos.
Y sabía que había desobedecido a Dios, que había desobedecido a mi esposo, quería hacerlo a mi manera, hacer algo grande para Dios antes que quedarme en la habitación en donde nos estábamos quedando, orando y esperando, solo quedarme allí, conteniéndome y no ir para que ellos pudieran ir y pasar sin problemas.
Nunca olvidaré el momento en el que entramos a China sin nuestras biblias porque ellos nos las habían confiscado todas. Y era como, «¿bien, y ahora qué hacemos?» Se suponía que nos encontraríamos con algunas personas. Se suponía que iríamos a un lugar secreto en donde entregaríamos las biblias y ahora debíamos separarnos de esos otros pastores y parecer como turistas normales.
Así que caminamos por unas cuantas cuadras, mi esposo y yo, sin hablarnos uno al otro. Él no tuvo que decirme, «te lo dije». El Señor estaba trabajando duro en mi corazón. El señor había empezado a mostrarme que yo debía someterme a él, que necesitaba someterme a Dios mismo, y que necesitaba tener un corazón sumiso. A Dios no solo le preocupan las cosas que hacemos externamente, a Él le preocupan las motivaciones internas de nuestro corazón.
Estamos tratando de hacer algo para Dios, pero nuestros motivos son incorrectos si nuestra familia está siendo afectada. Quiero que vivamos nuestras vidas de una manera que sea para obtener coronas eternas y es solo amando a Dios y estando en obediencia a Él en lo que sea que Él diga que se haga o que no se haga.
Nancy: Algunas veces esa obediencia es en asuntos que parecen ser insignificantes y triviales, como el cuidado de niños, cuidar de un hogar, puede ser lo más piadoso y la cosa de mentalidad misionera que nosotros podemos hacer, si es lo que se supone que debemos estar haciendo en ese momento.
Ann: Absolutamente, quiero decir, Dios trabaja aun a través de una pila de ropa sucia para lavar que parece el monte «nunca descansar». Tenemos siete hijos, ¡así que lavar ropa es una parte importante de mi vida! Pero nos ayuda a aprender cosas del carácter, y diligencia, y eso es importante. Es una parte importante del llamado de Dios en nuestra vida mantener la ropa en orden. Es parte de la misión de Dios para mi vida.
Hubo otro tiempo que yo estaba en Uganda. Yo estaba participando en una conferencia de mujeres allá y me levanté temprano en la mañana. Era una conferencia bastante grande con alrededor de cinco mil mujeres.
Yo fui a este lugar y encontré mamás que se habían levantado temprano en la mañana. Estaban orando, orando, orando, orando, orando realmente alto y yo pensé, ¡wow, esto es maravilloso! Estas mujeres aman a Dios.
Luego y mientras miraba a esta sección en particular, estaban estas madres que oraban derramando sus corazones y allí mismo en el suelo estaban sus bebés. Estos bebés estaban sentados en el suelo en pequeños charcos porque ellos no usan pañales desechables allá. Así que ellos estaban sentados en estos pequeños charcos enlodados llorando y sus madres inconscientes de sus bebés.
Recuerdo que caminé hacia esas madres, tomé los bebés, les di un pequeño abrazo y se los pase a sus mamás. El Señor empezó a agitarse en mi corazón. Y fue como, «¿qué creen ustedes que Dios piensa acerca de sus oraciones que están siendo dichas cuando Él ve a sus bebés gritando encima de sus charcos?» Es como, «¿está Dios realmente escuchando esas oraciones o Él está diciendo, ¡vamos mamá levanta a tu bebé! ¡Tu bebé está llorando!?»
Mientras tomaba una pequeña caminata, pensé, bien, voy a hablarles a las mamás con relación a esto, acerca de la importancia de tomar tiempo de amar y cuidar a sus hijos, pero luego el Señor comenzó a excavar en mí. El Señor empezó a tratar con los tiempos en mi vida cuando quizás yo estaba ocupada en medio de un proyecto o quizás en un capítulo más que yo estuviera escribiendo en la computadora tratando de terminar algo.
Nancy: Un correo más.
Ann: Un correo más y luego quizás dejar a los chicos ver otro video. Y el Señor excavó en mi corazón y me dijo: «Hay tiempos en que eres igual a esas madres que han estado orando con sus bebés gritando».
Dije, «oh Señor, oh Señor, perdóname. Ayúdame a mantener las cosas en balance y ver las cosas desde tu perspectiva».
Nancy: Y darme cuenta que los más piadoso, con mentalidad misionera, la cosa más santa que puedes hacer es lo que sea que Dios te ha dado para hacer en el momento y que eso es lo que está sembrando semillas que cosecharán la clase de fruto que tú quieres cosechar en la siguiente generación.
Yo conozco tu carga, Ann y la de John, no solo de nutrir a sus hijos, sino de verles ser lanzados como flechas de Dios al mundo. De hecho, tú hablaste de un versículo que me encanta del Salmo 127 que dice: «Como flechas en la mano del guerrero, así son los hijos tenidos en la juventud». ¿Cómo esa palabra retrata esa imagen de las Escrituras, cómo afecta la manera en que tú como madre piensas acerca de tus hijos, ahora entrando a la adultez?
Ann: Nosotros en el presente tenemos en nuestro hogar un juego de flechas africanas. Yo tengo una aljaba, una pequeña aljaba africana y tiene dentro siete flechas. Yo entendí que cada uno de mis hijos es una flecha, así que quiero permitirle a Dios que dirija a cada uno de nuestros hijos; como familia que seremos estratégicamente dirigidos, como esposo y esposa seremos estratégicamente dirigidos y luego cada uno de nuestros hijos será guiado para el propósito y el plan de Dios para sus vidas.
Cada uno de nuestros hijos es diferente. Ellos son únicos y hay tantas necesidades en el mundo. Dios no hizo las flechas y las aljabas para que sean una decoración en la pared…
Nancy: ...o flechas para quedarse en la aljaba.
Ann: ¡O que las flechas se queden en la aljaba! No es suficiente mantener a tus adolescentes, bien agarrados junto a ti. Queremos empezar a ir liberándolos durante sus años de adolescencia, darles a ellos la oportunidad de probar diferentes cosas para que ellos puedan descubrir qué es lo que Dios les ha llamado a hacer.
Nancy: Pienso que esa palabra lanzar probablemente da mucho temor a muchas madres porque significa, ya tú no estás en control de dónde van esos chicos, qué hacen y cómo están siendo usadas sus vidas. Puede significar que ellos no estén geográficamente cerca de ti. Puede significar que ellos puedan estar haciendo lo que para ti no se considera una vida segura si Dios les llama a algún ministerio que no tenga un ingreso seguro. Sin hablar de los miedos que las madres pudieran enfrentar cuando ellas piensan acerca de lanzar sus hijos y cómo pueden procesar esto.
Ann: Algunas veces venimos de esta actitud de que la meta es que mantengamos a nuestros hijos lejos del mal. Entrenamos a nuestros hijos para ser buenos, para que puedan mantenerse puros, puedan tener hogares felices y puedan quizás comprar la propiedad de al lado. Vamos a vivir todos como una gran y feliz familia, mantenernos alejados de lo malo y no dejar que nada malo se acerque a nosotros. Vamos a tener este pequeño reino.
Lo que veo en la medida en que viajamos alrededor del mundo es que hay un mundo perdido y herido que necesita desesperadamente a Jesucristo. Hay oscuridad, oscuridad desesperante, el aborto y personas que están atrapadas en estilos de vida inmorales. Hay personas jóvenes dolidas y hay personas muriendo de hambre.
Necesitamos criar a nuestros hijos para que sean sensibles a la voz de Dios y no aferrarnos a ellos. Es como Ana. Quiero decir, Ana desesperadamente, desesperadamente quería un hijo. Pero finalmente ella llegó a un punto en el cual le dijo al Señor, «bien, Señor, si me das un hijo te lo regresaré». Ana dejó a su hijo Samuel en las manos del Dios todopoderoso.
Algunas veces, si vamos a estar levantando la próxima generación para que tenga un impacto en el mundo en sus diferentes esferas de la sociedad, esto puede significar que Dios podrá llamar a uno de nuestros hijos a ir a un área en donde nosotras nos sintamos incómodas. Si Dios llama a uno de mis hijos a un país diferente, aun mi hijo entrando a la milicia, y digo, esto es algo grande a lo cual dejar ir a mi hijo. Pero está la gracia. Hay gracia para la madre para lo que sea que su hijo sea llamado a hacer.
Nancy: Creo que hay mucho de esto hoy en día, en donde encuentras a esta joven generación que quieren ser valientes guerreros por Cristo, que quieren que sus vidas hagan la diferencia y quienes están haciendo algunas cosas radicales, están queriendo hacer algunos sacrificios radicales en sus vidas por el reino de Cristo. Pero siento que en esta generación de padres algunos se están quedando atrás, algunos temerosos, algunos con temor del riesgo que esto implica. «Esta es una parte peligrosa del mundo. ¿Qué te hace pensar en querer ir a ese lugar?» ¿Cómo puedes procesar eso y cómo podemos motivar a las madres a estar dispuestas a dejar ir a sus hijos aún a lugares donde habrá peligros y riesgos involucrados?
Ann: Hay una cita de Oswald J. Smith que dice: «Yo he visto la visión y no puedo vivir para mí mismo. La vida es menos que digna hasta que pueda dar todo de mi». Nosotras necesitamos dar nuestros hijos a Dios. De veras, para mí, aún como esposa, mi esposo va a lugares desgarrados por la guerra de manera regular. De verdad que yo he tenido que derramar mi corazón a Dios y entregarle a Él todos mis sueños.
Es como si yo dijera, «bien Dios, tengo este sueño para nuestro veinticincoavo aniversario y me gustaría hacer algo muy especial». Derramo mi corazón y digo, «Dios, tú conoces este sueño. Quiero desesperadamente que mi esposo esté allí cuando nuestras hijas se vayan a casar». Quiero que camine con ellas por el pasillo al altar. Pero quiero rendir esto a Dios y solo decir, «Dios, tú conoces lo que hay en mi corazón, pero te lo doy a ti, rindo a mi esposo para tus propósitos y no temeré».
Cuando el esposo de Elizabeth Elliot, Jim Elliot fue asesinado, ella dijo, «esto no es una tragedia. Dios tiene un propósito y un plan en todas las cosas». Siempre he admirado a Elizabeth Elliot. He admirado su fe y cómo ella dejó ir a su esposo. Si tú lees Pasión y Pureza, ellos tuvieron un amor profundo y apasionado el uno por el otro. ¡Ellos estuvieron casados solo por cinco años! Pero piensa cómo su historia de amor ha tocado multitudes. Es asombroso.
Solo quiero lo que sea que Dios tenga para cada uno de mis hijos, sea grande, sea pequeño, lo que tenga para nosotros, que nosotros solo le obedezcamos y le amemos.
Nancy: Entonces, ¿cómo oras por tus hijos?
Ann: «Que Tu reino venga. Que Tu reino venga. Que Tu voluntad sea hecha». Tengo que entregarle a Él mis ideas. Algunas veces trato de hacer que las cosas pasen. Realmente disfruto el romance piadoso, ideas de cortejo o cosas con mis hijos mayores que ya están en la universidad. Solo se lo tengo que entregar a Dios y el Señor realmente me muestra, «Ann, mis planes son más altos que los tuyos y mis pensamientos más altos que los tuyos». Solo ora y Dios guiará a cada uno de los hijos.
Nancy: ¿Qué le dices a tus hijos que infunda la visión en ellos?
Ann: Realmente animo a los chicos a pensar a largo plazo. Si estamos lidiando con una decisión como...qué estaremos haciendo en el fin de semana, una elección en particular, quizás pensamientos que tienen que ver con la escuela o los amigos… Soy una persona muy visionaria. Soy una persona que ve la panorámica general, así que siempre la tengo pendiente, ¿cómo se verá esto diez años más adelante?
Esto es un poquito del asunto, pero tener una mentalidad misionera, una de las cosas que más importan cuando estamos criando nuestros hijos y nuestros adolescentes para Jesucristo es guardar las puertas de nuestro hogar. Dios quiere que nosotros levantemos el estandarte. Dios quiere que nosotros guardemos las puertas, guardar las puertas de los ojos, guardar las puertas de nuestros oídos, guardar lo que sale de la boca de nuestros hijos, guardar lo que sale de nuestra boca hacia nuestros hijos.
Dios quiere que criemos a nuestros hijos de tal manera que ellos sepan, «Dios ha hecho un llamado a mi vida. Yo no sé cómo va a lucir eso. Yo no sé si eso será que seré un predicador, pero Dios ha hecho un llamado a mi vida. Así que yo necesito levantar el estandarte y de manera especial necesito guardar amistades cercanas». Quiero decir, nosotros somos amigos de muchas personas. Nos acercamos a personas que no conocen a Cristo para compartir con ellos el evangelio. Pero nosotros tenemos un círculo de amigos cercanos, tanto para nuestros hijos como para nosotros como familia, quienes son nuestros más cercanos amigos; porque quienes son nuestros amigos más cercanos, muestra exactamente dónde está nuestro corazón ahora mismo. Así que realmente guardamos esto en nuestro hogar.
Nancy: Mientras te escucho, Ann, estoy pensando tantas cosas que Dios movió a mis padres a hacer cuando era una niña, creo que sin darse cuenta de lo que ellos estaban haciendo. Pienso en las conversaciones con mi padre en las cuales nos transmitía que a él no le importaba si nosotros éramos ricos o famosos. Él era un hombre de negocios. Realmente no quería que ninguno de nosotros entrara en el mundo de los negocios. Quería que nosotros sirviéramos a Cristo de cualquier manera, como quiera que se viera, en lo que se necesitara, sin importar lo que costara, en cualquier lugar del mundo donde nos llevara a vivir.
Él, de alguna manera nos transmitió el sentido de que nuestras vidas no eran nuestras, que pertenecíamos a Cristo, que habíamos sido prestados a nuestros padres pero que nuestras vidas le pertenecían a Cristo y que nosotros debíamos gastar nuestras vidas haciendo lo que trajera mayor gloria a Dios. Para cultivar ese corazón, ellos traían misioneros, pastores y personas piadosas a nuestra casa, manteniendo fuera de nuestra casa la televisión. Sé que esta es una tarea mucho más difícil en este tiempo con la miríada de formas de entretenimiento que hay disponibles. Pero ellos nos mantenían leyendo buenos libros, teniendo conversaciones centradas en el Señor y en Su Palabra.
Pudiera decir como tú dices de tu familia, nuestra familia fue muy normal respecto a muchos aspectos, muchas cosas discutidas, niños con opiniones propias, muchos debates y almuerzos para nada tranquilos muchas veces. Pero estaba este sentir subrayado, enfocado y orientado alrededor del reino de Dios. Estoy pensando en el mapamundi que estaba colgado en la pared del comedor familiar, y las fotos de misioneros, todo alrededor del borde de ese mapa con cuerdas de hilos atados a los diferentes países donde estos misioneros estaban sirviendo.
Estoy pensando en los almuerzos de los domingos donde mi padre traía a la mesa cartas de misioneros y nos las leía. Cartas acerca de estos misioneros Wycliffe y otros, lo que estaban haciendo en diferentes partes del mundo. Día a día, poco a poco, estaban sembrando en nuestros corazones un amor por el reino de Dios.
Luego pienso en toda esta gente hoy día que está creciendo, que aman la música, el entretenimiento, los juegos, los deportes, el empleo y el dinero y a ellos mismos más de lo que ellos aman y tienen pasión por Cristo y Su Reino. Pienso que debemos preguntarnos, ¿qué estamos haciendo para estimular, para cultivar esa pasión por Cristo y Su reino?
Mi papá murió en el fin de semana en el que yo cumplía mis veintiún años; ahora miro treinta años atrás y digo, «gracias Señor, por las semillas de devoción al reino que no solo mi padre sino mi madre con mi padre, plantaron juntos, los sacrificios que ellos hicieron, los recursos que estuvieron dispuestos a invertir».
Pienso en mi papá llevándonos a diferentes de nosotros en viajes misioneros cuando éramos pequeños. Puedo recordar volar a Ciudad de México de noche y ver todas las luces de esa gran ciudad. Tendría como siete, ocho, nueve años, era una niña pequeña, y mi corazón se inflama con pasión por los millones de personas en esa ciudad que no conocen a Cristo ni al evangelio.
Recuerdo estar con mi papá en un poblado a las afueras de la Ciudad de México o en alguna parte remota de México donde él estaba dando su testimonio con un intérprete. Teníamos mamás que estaban lactando y animales en los pasillos y una muy pequeña y rústica área para una pequeña iglesia. Podía ver a mi papá proclamando el evangelio y luego verle bajar y caminar por el pasillo después del servicio saludando a diferentes personas y diciendo la única frase que sabía en español: «¿Está Jesucristo en su corazón?»
Tener vacaciones familiares las cuales eran vacaciones para ministrar, sentados en pequeños bancos de madera en una pequeña iglesia en Haití, involucrados en proclamar el evangelio de Jesucristo, ministrando a las necesidades de las personas… Solo quiero decirle a las madres y a los padres quienes puedan estar escuchándonos, las decisiones y las elecciones que ustedes están haciendo ahora, los valores que están viviendo delante de sus hijos y con sus hijos, estas son las semillas que están plantando que tendrán raíces. Ellas van a producir frutos para bien o para mal en las generaciones por venir.
Mi oración para ti como mamá o como papá, quienes me puedan estar escuchando, es que las semillas que sean plantadas sean de justicia, de fe, de pureza y de mentalidad de reino, mentalidad misionera; que Dios pueda levantar una nueva generación que tenga pasión y un corazón por el reino de Dios.
Annamarie: Este programa concluye la serie titulada, «Familias con enfoque de misión», basada en el libro escrito por Ann Dunagan titulado, «Mission-Minded Families» (disponible en inglés).
Cuando los padres de Nancy DeMoss de Wolgemuth la llevaron a Haití y a la ciudad de México, ellos no sabían exactamente cómo esas semillas echarían raíces. No sabían que existiría un ministerio llamado Revive Our Hearts, y también Aviva Nuestros Corazones, proclamando la verdad de la Palabra de Dios en inglés y en español alrededor del mundo, por medio de la radio y la internet. Pero El Sr. y la Sra. DeMoss fueron fieles en enseñarles a sus hijos a tener una mentalidad de misión.
Quizás no tienes idea de lo que les aguarda a tus hijos en el futuro. Y no tienes que ser una misionera o una experta en asuntos globales. Solo sé fiel y comprométete a dar pasos por tus hijos en base a lo que has escuchado. Imagina que un día ellos digan: «Mis padres me traspasaron su corazón por la expansión del reino de Dios en este mundo».
Si te pregunto, ¿qué te provoca enojo? …¿qué dirías? Al evaluar las cosas que te sacan de casillas, verás mucho acerca de lo que hay en tu corazón. Nuestro próximo invitado, Paul David Tripp te llevará al corazón del enojo. Te esperamos mañana, aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
Gócense los Pueblos, Interpretada en español por la Iglesia Bautista Ozama, letra y música original por Keith Getty, Kristyn Getty, David Zimmer, Stuart Townend y Ed Cash © 2016 Getty Music Publishing (Bmi) / Townend Songs (Prs) / Alletrop Music (Bmi) (Admin By Musicservies.org) . Canción usada con permiso.
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