La verdad que nos hace libres, día 1
Annamarie Sauter: Muchas mujeres pensamos que creer una pequeña mentira no afectará nuestras vidas. Aquí está Laura González de Chávez.
Laura González de Chávez: Las mentiras son poderosas, son dañinas, nos esclavizan y nos desvían. Y el problema mis hermanas es que una mentira que creamos como verdad va a afectar tanto nuestra vida como si esa mentira fuera verdad.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
El pasado mes de septiembre se llevó a cabo la conferencia True Woman '18, parte de esta fue una preconferencia para mujeres de habla hispana. En esa preconferencia se habló sobre las mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres. Esta semana estarás escuchando porciones de ese tiempo de enseñanza. Escucharás de:
Elba de Reyes: Vamos a tener un panel sobre las mentiras que las latinas creemos, …
Annamarie Sauter: Muchas mujeres pensamos que creer una pequeña mentira no afectará nuestras vidas. Aquí está Laura González de Chávez.
Laura González de Chávez: Las mentiras son poderosas, son dañinas, nos esclavizan y nos desvían. Y el problema mis hermanas es que una mentira que creamos como verdad va a afectar tanto nuestra vida como si esa mentira fuera verdad.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
El pasado mes de septiembre se llevó a cabo la conferencia True Woman '18, parte de esta fue una preconferencia para mujeres de habla hispana. En esa preconferencia se habló sobre las mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres. Esta semana estarás escuchando porciones de ese tiempo de enseñanza. Escucharás de:
Elba de Reyes: Vamos a tener un panel sobre las mentiras que las latinas creemos, específicamente y luego sobre las verdades que las hacen libres.
Laura González de Chávez: Vamos a hablar...yo voy a hablar de las mentiras, así que como me dijo Betsy, yo soy la mentirosa que las digo.
Patricia de Saladín: Yo traigo la verdad. Laura trae la mentira pero yo traigo la verdad.
Paulina Torres: Y yo comparto, Libres para caminar en Su verdad.
Susy Bixby: Y yo voy a compartir sobre, cómo ayudar a otras a caminar en la verdad.
Y Betsy de Gómez: Bueno, yo voy a moderar un panel, eso es lo que yo voy a hacer, alimentarme no de la mentira sino de la verdad.
Esta serie de programas se titula, «La verdad que nos hace libres».
Patricia de Saladín: Jesús dijo en Juan capítulo 8: «Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».
¿Has identificado algunas mentiras que has creído, al leer la Palabra de Dios? O tal vez estás creyendo mentiras sobre tu vida, tu matrimonio, tus finanzas, tus hijos... y no te has dado cuenta.
Laura te ayudará a identificar algunas de esas mentiras, con la enseñanza titulada, «Mentiras que las mujeres creen». ¡El tiempo de la preconferencia inició con mucho entusiasmo! Escuchemos:
Yamel García de Jaramillo: Bueno y con ese mismo entusiasmo, queremos darles la bienvenida y dar inicio a nuestra conferencia. Bendiciones a cada una de ustedes y que Dios hable a sus vidas.
Laura: Bueno, vamos a orar para iniciar este tiempo. Que el Señor nos ayude y nos ministre a todas.
Padre nuestro que estás en los cielos, Señor, henos aquí esta tarde, tus hijas Señor, para escuchar de tí. Señor, te pedimos que seas aquí con nosotros, que Tu presencia nos visite de una manera especial, que Tú nos capacites, que Tú nos llenes, que Tú nos des lo que Tú quieres transmitir. Señor, nosotras tenemos algo en el corazón que Tú nos has dado, pero Señor, cámbialo, y que seas Tú hablando a través de nosotras. Señor, sé con mis hermanas aquí, muchas han venido de lejos, han viajado de lejos para oír lo que Tú tienes para ellas, y te pedimos Señor, háblales, minístrales, cámbialas, transfórmalas, haz algo en este fin de semana en todas las vidas; encuéntralas a cada una donde está, no solo aquí en este tiempo ahora, sino a través de todo el fin de semana Señor. Te pedimos que nos acompañes y que bendigas este tiempo entre nosotras. En el nombre precioso de Jesucristo te pedimos esto. Amén.
Y bueno hermanas, ¿quiénes aquí creen o piensan que creen mentiras? Yo creo que todas, ¿verdad? Todas creemos mentiras. Yo quería empezar comentándoles que mi esposo y yo vinimos a la fe –nos convertimos– hace unos dieciocho años, y fue con una semana de diferencia; pero en nuestra vida anterior a estar en el Señor nosotros vivíamos en la vanidad de la vida. Vivíamos en la Florida, a mi esposo le iba bien, era dentista en aquel momento (ahora es pastor), y nosotros vivíamos para viajes, para cenas, para comprar cosas. Teníamos múltiples tarjetas de crédito, teníamos buen crédito, pero eran varias tarjetas y pasábamos de una a la otra y de otra a la otra. Nos dábamos los viajes que queríamos, hacíamos lo que queríamos y las deudas aumentaban aunque podíamos pagarlas. Eso nos hacía pensar que estábamos en control y que como mi esposo trabajaba duro, se merecía todas las cosas que nosotros queríamos hacer.
En el 2002, cuando el Señor intercepta nuestras vidas y nos convertimos, todas esas cosas se convirtieron para nosotros en basura, de un día a otro. Regalamos, vendimos, mi esposo vendió el consultorio dental. Vivíamos en la Florida y queríamos irnos a vivir a República Dominicana que era de donde nosotros habíamos venido, y no sabíamos por qué, pero nos volvimos locos; y mis hermanas, cuando nosotros salimos de todo, la casa, el consultorio, nos quedamos con tres centavos; porque el sueño americano es una pesadilla americana. Pero al final es una trampa, es un engaño y nosotros compramos la mentira del sueño americano que terminó siendo una pesadilla, en cierto sentido, porque todo era una ilusión.
Igual nos pasa en nuestra vida como creyentes, en nuestra vida cristiana. Vivimos creyendo espejismos, somos fácil presa del engañador porque en el fondo creemos que esa mentira que creemos nos va a traer satisfacción. Nosotros no la creemos porque somos tontas, es porque simplemente creemos que esa mentira nos va a traer algo bueno, nos va a traer satisfacción.
Mi argumento con todo esto es que como mujeres, nosotras somos temerosas y ese temor nos lleva a buscar la seguridad. Nosotras queremos seguridad y con ese objetivo hacemos las cosas que hacemos, y tomamos atajos muchas veces para buscar la felicidad como nosotras la entendemos y eso nos da una falsa ilusión de que estamos seguras.
Satanás nos ofrece un atajo para resolver nuestros problemas, nos ofrece un camino de salvación, y en realidad es camino de muerte, como dice la Palabra de Dios. Quiero que vayamos al Evangelio de Juan, que precisamente lo tienen aquí, Evangelio de Juan capítulo 10, y vamos a estar leyendo los primeros diez versículos. Me voy a concentrar mayormente en el versículo 10, pero vamos a leer todo el contexto desde el primer versículo.
Dice así la Palabra de Dios:
«En verdad les digo, que el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador. Pero el que entra por la puerta, es el pastor de las ovejas. A este le abre el portero, y las ovejas oyen su voz; llama a sus ovejas por nombre y las conduce afuera. Cuando saca todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. Pero a un desconocido no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les habló por medio de esta comparación, pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.
Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad les digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de Mí son ladrones y salteadores, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta; si alguno entra por Mí, será salvo; y entrará y saldrá y hallará pasto. El ladrón solo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (NBLH).
Ahí lo que vemos es la parábola del buen Pastor. Vemos un pastor, un buen pastor que cuida sus ovejas y se preocupa por ellas. Vemos que Jesús se revela como ese Pastor de las ovejas. Él es el portero, Él es la puerta y Él es el pastor; y Él llama, dice ahí, a sus ovejas, por nombre. Él conoce tu nombre y Él llama a cada oveja por nombre y camina delante de ellas y las va dirigiendo; y ellas le siguen, ¿por qué? Porque conocen su voz.
Lo reconocen a Él como la voz de autoridad, y ellas escuchan y le siguen. Ellas pueden discernir la voz de ese buen Pastor, no solamente la reconocen sino que la obedecen. Conocen a ese Pastor, escuchan su voz y lo siguen, lo obedecen. Ellas no siguen una voz desconocida sino solo la voz del buen Pastor, y Él las guía por buenos caminos, por caminos seguros. Dice la Palabra que nuestro buen Pastor da Su vida por sus ovejas. Él las cuida, les da buenos pastos, las protege de los peligros, les hace bien, sana a las perniquebradas y a las enfermas. Y Él no solamente guía, cuida, protege, alimenta, sino que Él preserva la vida; y no solamente preserva la vida, Él imparte la vida, Él nos imparte vida y vida abundante. Él vino a impartir vida.
Ahora, compara a ese buen Pastor que leemos, con el del versículo 10, que el ladrón solo viene para robar, matar y destruir, y «yo he venido para que tengan vida». Ese ladrón no entra por la puerta sino que entra por otra parte. Quizás por un lado más vulnerable o descuidado. A diferencia de Cristo que viene a darnos vida, ese ladrón viene a robar, a matar y a destruir. No a darnos vida en abundancia, sino a matarnos, lo que no vemos así.
Cuando descuidamos estar en Su Palabra, cuando desconocemos o dejamos de lado el estudio de la Palabra, la meditación de la Palabra, cuando dejamos de oír la voz de ese buen Pastor, comenzamos a prestar oído al engañador que quiere venir a destruirnos, y ese es su trabajo, destruir lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas.
Él se aprovecha de nuestras vulnerabilidades, de nuestros temores, de nuestras pasiones, de nuestra carne pecaminosa y hace alianza con todo eso para lograr su cometido que es robarnos la vida abundante que Cristo vino a darnos.
Fíjense que el primer capítulo de Santiago en el versículo 14, dice que cada uno es tentado según sus propios malos deseos que lo arrastran y lo seducen; y más adelante dice: «Mis queridos hermanos, (en este caso, mis queridas hermanas) no se engañen», no sean engañadas. ¿Por qué dice eso Santiago? Porque nuestro corazón, nuestra mente es engañosa, responde a pasiones y deseos que se baten dentro de nosotras, y el enemigo sabe eso y se aprovecha de esas cosas, porque el corazón y la mente humana son engañosos y responden a todo eso. Desde el Edén Satanás tiene una campaña de mentiras. Jesús dice que cuando él habla, habla de su propia naturaleza porque es mentiroso y es el padre de mentira.
Así que tenemos a este enemigo que busca robarnos la vida abundante y lo hace de varias maneras.
Yo quería hablar de esas tres formas que el enemigo busca robarnos y desviarnos de los propósitos y del camino que Dios quiere para nosotras.
En primer lugar, su primer trabajo, es evitar que nosotras veamos la verdad; que nosotras la veamos, la reconozcamos, que la conozcamos. Satanás no solo habla mentira sino que esconde la verdad. En el Evangelio de Lucas está –no la vamos a buscar ahora– pero está la Parábola del Sembrador, y vemos un sembrador que iba echando semillas en el camino, ¿verdad? La semilla, por supuesto, es la Palabra de Dios; y la Biblia dice que en ese camino, a lo largo del camino, había personas que escuchaban esa palabra, pero después viene el diablo, dice, y arrebata la palabra de sus corazones «para que no crean y se salven», así dice la Palabra. Este sembrador echando verdad y el diablo quitando esa semilla para que no crean y se salven. Así que su primera labor es evitar que nosotras veamos la verdad.
Él evita que la verdad llegue a ser creída y la oculta de nosotras, no deja que eche raíz en nuestros corazones. Es lo mismo que Pablo dice en Corintios, él dice en 2 Corintios que, «el dios de este mundo ha cegado el entendimiento y la mente de los incrédulos para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo que es la imagen de Dios». El diablo ciega para que no veamos a Cristo. Ese es su primer trabajo.
Ahora bien, si él no logra eso, porque la Palabra dice que cuando Jesús nos llama es imposible resistirnos a ese llamado, si él no logra eso, él nos hace entonces dudar de lo que nosotras creemos. ¿Será verdad que eso es lo que la Biblia dice? ¿Será verdad esto? Y vemos su estrategia de nuevo en Génesis. «La serpiente, (dice Génesis) era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y le dijo a la mujer: ¿Conque Dios les ha dicho que no coman de ningún árbol del huerto?» (Gen. 3:1).
Entonces siembra la duda, ¿Será verdad que Dios dijo eso? Y nosotras dudamos muchas veces de las cosas Dios dice en Su Palabra, empezando por nuestro llamado, el famoso llamado a la sumisión que la mujer tiene, que muchas nos resistimos a eso.
Dudamos, ¿será verdad que Dios me dice que yo tengo que respetar y someterme a este hombre que no se merece mi respeto?, (por ejemplo) ¿O que no se merece que yo me someta sino que yo tome control? ¿Será verdad que Dios dijo eso en mi caso? ¿No será mi caso una excepción a la regla? ¿Será verdad?
Otra cosa que nos hace dudar, por ejemplo: Pudiéramos creer el evangelio, pero nos ciega a la victoria que ese evangelio nos ha dado, a la obra completa de Cristo. Entonces tú nos ves tratando de ganarnos el favor de Dios que ya ha sido ganado para nosotros en la cruz. Satanás nos confunde y nos hace dudar del evangelio. El evangelio también dice que Dios perdonó todos nuestros pecado, pasados, presentes y futuros, pero Satanás nos mantiene victimizadas, atadas a nuestro pasado, quizás llenas de culpa en lugar de victoriosas en Cristo. Satanás nos hace dudar de la Palabra de Dios y de la obra de Cristo. Dudamos de la Palabra de Dios, de Sus promesas, de Su obra, de Su bondad y de Su sabiduría.
Cuando estamos en situaciones difíciles pensamos, ¿será que Dios me ama? ¿Seré yo realmente una hija de Dios? Porque pensamos que en todo nos debe ir bien y que tenemos que estar bien. Entonces Satanás nos hace dudar del amor de Dios de Su sabiduría.
En tercer lugar, si no evitó que conociéramos la verdad, si aún nos llena de dudas, lo peor que él hace es que cambia la verdad. Fíjense que en ese mismo capítulo de Génesis 3, cuando le dice: «Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto. Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer, pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él ni le tocaréis para que no muráis».
Ella sabía lo que Dios había dicho, ella dijo: Sí, podemos comer de todos estos árboles, es de ese árbol que Él dijo que no. Y Satanás no le dice que Dios no dijo eso, pero le dice, la serpiente le dice a la mujer: «No moriréis». Dios dijo que voy a morir, pero Satanás dice: «No moriréis». Y ella decide creerle a Satanás.
Entonces él cambió la advertencia de Dios, él cambió el mandamiento de Dios para desviar a la mujer de los propósitos de Dios y de la voluntad de Dios. Como mujeres, debido a nuestros temores, nosotras somos fácil presa del enemigo y él nos confunde, nos hace dudar, nos ofrece un mejor camino. Él nos susurra, «yo te voy a librar, tú no tienes que seguir por ese camino, yo tengo un mejor camino para ti, yo tengo una solución para ti. Nos hace creer que Dios no tiene buenos planes para nosotras, que no nos está dando todo lo que necesitamos.
La Palabra dice que si Dios nos dio a Su Hijo, cómo no nos dará junto a Él todas las cosas, pero en lugar de creerle a Dios, le creemos a Satanás y pensamos que Dios nos está reteniendo algo que nosotras nos merecemos o que queremos. Nos hace dudar del amor y de la bondad de Dios. Nos hace dudar del deseo de Dios de hacer que todas las cosas obren para nuestro bien, y todas aquí sentadas, como decía al principio, hemos creído estas mentiras. No hay una de nosotras que aún hoy, no creamos mentiras si no somos diariamente lavadas por la Palabra, instruidas y transformadas por la Palabra.
Tenemos demasiado bombardeo allá afuera –de afuera y de dentro de nuestro corazón– para que vivamos creyendo mentiras. Justo al entrar a esta conferencia, yo sé que muchas estamos creyendo mentiras sobre nosotras, sobre Dios, sobre la obra de Cristo, sobre tus circunstancias, sobre nuestras relaciones, sobre nuestros matrimonios, sobre nuestra soltería, sobre las finanzas, sobre la causa de nuestros problemas. Y entrando al fin de semana, mientras preparamos nuestros corazones para escuchar lo que Dios tiene para cada una de nosotras, yo quería que reflexionáramos sobre algunas mentiras que son comunes mientras hablo con mujeres, y en mi propio corazón, que a veces creemos; y que reflexionemos a ver si hemos creído alguna de estas mentiras. A manera de preparar nuestro corazón, deja que el Espíritu Santo escudriñe tu corazón y te muestre si has creído alguna de estas.
Quizás has pensado que las buenas noticias del evangelio son demasiado buenas para ser verdad. Quizás dices, «no, pero es que eso es imposible, cómo puede haber un Dios que diga que me perdonó todos mis pecados».
Quizás pienses, «soy débil, soy defectuosa, le he fallado mucho a Dios en el pasado y no soy digna del amor de Dios. No soy digna de servir a Dios, no merezco el perdón de Dios», quizás tú estés ahí. O quizás tú pienses, «lo que yo he hecho es imperdonable, Dios no puede perdonarme».
O quizás, «lo que me han hecho a mí es imperdonable, no puedo perdonar». O quizás tú pienses, «nunca podré cambiar, mi pasado me persigue, mi personalidad no me ayuda, mi pasado me condena». O quizás tú piensas, «no tengo tiempo para Dios»
¿Ustedes saben que eso es una mentira? No tengo tiempo para Dios. O quizás tú pienses, «¿puedo crecer sin tener tiempo en la Palabra? ¿Puedo seguir en mis fuerzas un poquito más, mañana yo leo la Biblia». O quizás tú pienses: «Tengo derecho a deprimirme o a amargarme porque la vida no me ha dado lo que yo esperaba», o «me ha dado lo que no esperaba, o «me da lo que no quiero», o «no me da lo que quiero»; y entonces me deprimo, me amargo.
O quizás tú pienses, «Dios no es bueno, o justo porque no me da lo que necesito, lo que yo creo que me hará feliz. Mis planes son muy buenos, pero quizás no son los de Dios. Tengo un plan para mi vida pero Dios no me ayuda. Soy una víctima de mis circunstancias, de mi pasado, de mi dolor, del daño que hicieron contra mí».
«Seré feliz o estaré completa si __________» (llena la línea), tengo dinero, tengo reconocimiento, tengo poder, tengo influencia, tengo aceptación, tengo amor, si soy gorda, si soy flaca, si soy joven, si soy vieja, si tengo novio, si tengo esposo, si tengo hijos, si tengo otra vida, si hubiera nacido en tal país.
«Tengo que seguir en esta relación tóxica o pecaminosa porque tengo miedo de quedarme sola». Y me quedo en una relación que es quizás pecaminosa porque es una persona que no conoce al Señor, o quizás es tóxica, no me conviene, no es lo que Dios quiere para mí; y él va a cambiar. Yo lo invité a la iglesia, así que él va a cambiar y yo sé que Dios lo va a alcanzar.
«Mi esposo no merece mi respeto», esa es otra mentira. O «debo tomar la iniciativa porque mi esposo es muy pasivo, si yo no hago algo, no se hace nada». «Creo que Dios no puede restaurar mi matrimonio». «Mi esposo no es lo que yo esperaba, debo haberme casado con el hombre equivocado». «Sé que Dios estaría de acuerdo en que me divorcie porque Él quiere lo mejor para mí, Él quiere que yo sea feliz».
Fíjense cómo Satanás puede engañarnos de tantas maneras y desviarnos de la voluntad de Dios. «Mi esposo no me satisface y por eso me doy permiso de ser infiel». O, «no puedo confesar mis pecados porque debo guardar mi reputación», cuando la Palabra dice: «Confesaos los pecados unos a otros para que seáis sanados».
Me siento menos, improductiva, porque me quedo en casa cuidando niños pequeños y no me siento tan valiosa como otra mamá que quizás está ejerciendo su carrera. O, «no hay manera en que Dios pueda usar esto para mi bien», una situación difícil.
«Debo lucir sensual y seductora para atraer un marido. Ya esos principios de modestia están desactualizados, eso era antes». O, «no puedo controlar mis emociones, soy víctima de ellas».
Son un sinnúmero, yo he lanzado algunas para que ustedes vayan pensando y Dios les vaya escudriñando y mostrando si han creído alguna mentira que las ha desviado de la voluntad de Dios, porque las mentiras nos confunden, no nos dejan ver claramente. El poder de las mentiras es tan real, tan real, que muchas veces nos da trabajo discernir lo verdadero de lo falso. Es tan, tan, tan real que no sabemos discernir qué viene de Dios y qué viene del enemigo. Qué viene de Dios y qué viene de mi corazón engañoso. Qué es para mi mejor interés o que es lo que viene para darme muerte, como dice la Palabra.
Las mentiras son poderosas, son dañinas, nos esclavizan y nos desvían. Y el problema, mis hermanas, es que una mentira que creamos como verdad va a afectar tanto nuestra vida, como si esa mentira fuera verdad. Va a afectarnos tanto como si fuera verdad. Lo que creemos impacta la forma en que vivimos y las decisiones que tomamos. Y entonces la pregunta es: ¿Hay esperanza para nosotras? ¿Hay esperanza? ¿Hay esperanza para ti y para mí que reconocemos que batallamos con un corazón engañoso y con mentiras que Satanás vive lanzándonos? Sí, en el evangelio de Jesucristo.
Su verdad nos hace libres, Su verdad transforma nuestro entendimiento y nuestra perspectiva de todas las cosas. En Él está la verdad, en Él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría, Él vino para abrir los ojos a los ciegos, para sacar de la cárcel a los presos, para sacar de la prisión a los que moran en tinieblas y Él nos dice: «Inclina a mí tu oído y ven a mí, escúchame y vivirá tu alma, y haré contigo un pacto eterno».
Y de Él queremos oír este fin de semana. Queremos oír de Él, que Él hable a nuestro corazón a través de Su Palabra. Él quiere dirigirnos a buenos pastos, por pastos seguros, por pastos que nos darán vida abundante, pero necesitamos escuchar, necesitamos creer y necesitamos obedecer su voz.
Vamos a orar: Señor, ayúdanos Señor porque verdaderamente yo misma, leyendo lo que tú me has dado Señor, puedo reconocer mentiras que he creído, en mi propio corazón. Ayúdanos Señor a escuchar tu voz, a escuchar la voz del buen Pastor que habla a nuestros corazones. Mira Señor estos días que tenemos por delante. Tú nos estarás hablando a cada una de nosotras por nombre.
Señor ilumina las mentiras que hemos creído, ilumina nuestros corazones, nuestras mentes con tu verdad, ayúdanos Señor a reconocer tu voz, ayúdanos a amar tu verdad, tu Palabra. Ayúdanos a conocerte a ti, a amarte a ti, a amar a Cristo para escucharlo, obedecerlo. Inclina nuestros oídos a tu verdad y dispón nuestro corazón para obedecerte. Te pedimos esto en el nombre poderoso de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Patricia: Has estado escuchando de Laura González de Chávez, quien ha estado compartiendo sobre las mentiras que las mujeres creen.
Cómo escuchamos, la única forma de combatir las mentiras que el diablo quiere que creamos es permaneciendo en la verdad de la Palabra de Dios, siendo transformadas por ella y obteniendo sabiduría para vivir en la verdad.
Y en este nuevo año que apenas comienza, ¿por qué no ponerte la meta de seguir un plan diario de lectura de la Biblia? En nuestro sitio web, AvivaNuestrosCorazones.com, encontrarás planes de lectura que te ayudarán a formar el hábito de leer la Biblia todos los días, y combatir con la verdad las mentiras que has estado creyendo.
Annamarie: Si te has identificado con alguna de las mentiras que Laura compartió, no te pierdas el programa de mañana, donde Patricia de Saladín compartirá la enseñanza titulada, «La verdad que nos hace libres». ¡Te esperamos aquí en Aviva Nuestros Corazones!
Permaneciendo en la verdad que nos hace libres juntas, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss de Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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