La respuesta del cristiano al mal
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos anima a abrir nuestros ojos.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Su mano siempre está obrando. ¿Estamos mirando a nuestro alrededor? ¿Lo estamos viendo? ¿Lo vemos obrar? ¿Estamos respondiendo con asombro y adoración?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El Cielo Gobierna» en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 27 de diciembre de 2024.
Nancy continuará nuestro estudio del Salmo 28 en un momento. Antes de iniciar quería que escucharas lo que una de nuestras oyentes compartió después de escuchar el programa de ayer. Si lo escuchaste, quizás recuerdas a Nancy hablando sobre el clamor del rey David en el versículo 1 cuando dijo: «A Ti clamo, oh Señor; Roca mía, no seas sordo para conmigo, No sea que si guardas silencio hacia mí, Venga a ser semejante a los que descienden a la fosa» (v. 1).
Nancy: Pareciera …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos anima a abrir nuestros ojos.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Su mano siempre está obrando. ¿Estamos mirando a nuestro alrededor? ¿Lo estamos viendo? ¿Lo vemos obrar? ¿Estamos respondiendo con asombro y adoración?
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, autora de «El Cielo Gobierna» en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 27 de diciembre de 2024.
Nancy continuará nuestro estudio del Salmo 28 en un momento. Antes de iniciar quería que escucharas lo que una de nuestras oyentes compartió después de escuchar el programa de ayer. Si lo escuchaste, quizás recuerdas a Nancy hablando sobre el clamor del rey David en el versículo 1 cuando dijo: «A Ti clamo, oh Señor; Roca mía, no seas sordo para conmigo, No sea que si guardas silencio hacia mí, Venga a ser semejante a los que descienden a la fosa» (v. 1).
Nancy: Pareciera que David ha estado orando durante mucho tiempo. Él le ha estado haciendo preguntas a Dios, pero parece que Dios no lo escucha. Parece que Dios no responde. Lo que me viene a la mente son esos aparentes silencios desconcertantes de Dios.
Débora: Bueno, ese concepto realmente resonó en una mujer, quien estaba entre la audiencia en nuestro estudio ese día.
Mujer: He estado orando por un hijo pródigo durante diecinueve años y he visto a Dios obrar. Pero, cuando mencionabas que Dios permanece en silencio, me identifiqué con eso. Al mirar hacia atrás, durante diecinueve años, veo la gracia que Dios me ha extendido para hacer que Su Palabra sea preciosa y que crezca en mí. No se trata solo del ser querido que se ha alejado y de desarrollar esa relación con él, sino de dar oportunidades una y otra vez. Actualmente, de hecho, estoy en una de esas nuevas oportunidades.
Y como dijiste Nancy: «No soy el Salvador. No me corresponde a mí arreglarlo. Está en el tiempo de Dios. Confiaré en Él».
Nancy: Sí. En el tiempo de Dios y está en Sus manos. Considera la obra de Sus manos. Gracias y que el Señor te dé fe, valor y esperanza para seguir confiando, seguir aferrándote. Un día veremos que la oración se convertirá en alabanza y la fe se convertirá en vista. ¿Cierto?
Débora: Tal vez puedas identificarte con Linda cuando ella dice: «He estado orando durante mucho tiempo y simplemente no parece que Dios me esté escuchando. Parece que Él está respondiendo con más silencio».
Sigamos escuchando. Aquí está Nancy, continuando con del Salmo 28 en una serie llamada: «Promesas, oraciones y perspectiva para el año nuevo».
Nancy: Bueno, cuando pensamos en el año que ha pasado, hay algunas cosas maravillosas que debemos recordar. Algunas de ellas están almacenadas en tu corazón o en la memoria de tu cámara.
Pero también oímos mucho sobre el mal que ocurre en nuestro mundo. A menos que no veas ninguna noticia ni escuches nada de lo que está sucediendo, sabemos que las tasas de homicidio han aumentado dramáticamente en nuestras grandes ciudades.
Leemos, escuchamos y vemos vídeos de robos en grandes almacenes de lujo, o personas que estrellan sus vehículos contra una multitud de personas. Rabia desenfrenada, tiroteos masivos en escuelas, centros comerciales y en iglesias. Y no es solo en nuestras grandes ciudades, sino en lugares remotos y apartados.
Y, por supuesto, ha habido altos y bajos relacionados con el tema del aborto. Y a la luz y a pesar de los cambios en ese tema en nuestro país, sabemos que sigue siendo un tema difícil, un tema desafiante. En algunas partes de nuestro país se le sigue quitando la vida a los que aún no han nacido.
Pero si juntamos todo eso, y solo quiero aclarar: por supuesto, que no hay nada nuevo con respecto a la maldad< si juntamos todo eso, el mal que hemos visto detonarse en este año pasado tal vez haya crecido y se haya expandido, porque el mal empeora cada vez más. El pecado reina en el corazón de todo ser humano que no ha sido redimido por Cristo. Siempre ha sido así, desde Génesis capítulo 3 y siempre lo será hasta que Cristo venga a terminar esta historia.
Entonces, en el salmo que estamos viendo esta semana, vemos cómo David oró por el mal y los malhechores en su época. Así que, lee junto conmigo de nuevo el Salmo 28. Al leer la primera parte de este salmo, quiero que observes que hay dos tipos muy diferentes de personas en este salmo y en nuestro mundo. Vemos esto en toda la Escritura.
Primero, tenemos a aquellos que pertenecen a Dios. Sus corazones están inclinados hacia Él. Confían en Él. Se apoyan en Él. Quieren ser santos como Él es santo.
Y luego están aquellos que viven sus vidas como si Dios no existiera. Su inclinación es hacia el pecado. En las Escrituras se hace referencia a ellos con diferentes términos, pero en este pasaje se les llama malvados, malhechores.
Entonces tenemos a los justos, los que se inclinan hacia el Señor, y tenemos a los malhechores que se alejan del Señor, aún cuando creen que Él existe. Según las encuestas en este país, creer en Dios está cada vez en un nivel más bajo, aunque sabemos que existe mucha evidencia a favor de su existencia y que tenemos que resistir para no creer.
Pero, por encima de estos dos grupos, los justos y los impíos, vemos al Señor, quien realmente importa, en lo alto y enaltecido, siempre presente, siempre obrando.
Lo vemos involucrado en las vidas tanto de los malvados como de los justos: de aquellos que lo rechazan y de aquellos que lo atesoran. Dios trata con estas personas, con estos dos tipos de personas de dos maneras muy diferentes.
Debemos tener eso en mente al leer este salmo, comienza con David clamando a Dios pidiendo ayuda. Salmo 28 versículo 1:
«A Ti clamo, oh SEÑOR;
Roca mía, no seas sordo para conmigo,
No sea que si guardas silencio hacia mí,
Venga a ser semejante a los que descienden a la fosa» (v.1).
Ahí está ese segundo grupo, los que no están inclinados hacia Dios se van hacia la fosa. Pero David sigue diciendo:
«Escucha la voz de mis súplicas
cuando a Ti pido auxilio;
Cuando levanto mis manos
hacia el Lugar Santísimo
de Tu santuario» (v. 2).
Entonces algunos están bajando a la fosa. Pero David dice: «Estoy mirando hacia el lugar santísimo en Tu santuario». Y ahí es donde está su enfoque. Ahí es donde David quiere estar.
Y luego, a medida que continuamos en el versículo 3, vemos que David no quiere estar en compañía de aquellos que son impíos. Él está mirando hacia el santuario de Dios, y le dice: «Yo no quiero vivir con ellos, ni vivir mi vida con o involucrarme en el mundo de aquellos que no son santos».
Entonces, en la segunda estrofa, observa cómo David describe a este grupo de malhechores y cómo le pide a Dios que se ocupe de ellos. Versículo 3:
«No me arrastres con los impíos
Ni con los que obran iniquidad,
Que hablan de paz con su prójimo,
Mientras hay maldad en su corazón.
Dales conforme a su obra y según la maldad de sus hechos;
Dales conforme a la obra de sus manos;
Págales su merecido.
Porque no tienen en cuenta los hechos del Señor
Ni la obra de Sus manos,
Él los derribará y no los edificará» (vv. 3-5).
Ahora el resto de este salmo es mucho más esperanzador, y en eso vamos a dedicar los próximos dos días. Pero hoy queremos enfocarnos en la estrofa central del salmo. Está precedida por el grito desesperado de David que vimos en el programa de ayer. Y en los próximos días veremos que su intensa alabanza y su confianza persisten. Pero hoy, veremos los versículos 3-5.
David dice en el versículo 3: «No me arrastres con los impíos ni con los que obran iniquidad».
Él no quiere verse arrastrado por los malvados. No quiere llegar a ser como ellos. No quiere ser identificado como uno de ellos. Y no quiere terminar donde sabe que ellos terminarán.
Este concepto se ve en otros lugares de las Escrituras.
Por ejemplo, en el Salmo 26, versículo 9 (solo un par de salmos antes) David dice:
«No juntes a mi alma con pecadores,
Ni mi vida con hombres sanguinarios».
¿Recuerdas lo que sucedió en Números 16? ¿Recuerdas cómo los hijos de Coré se rebelaron con orgullo y arrogancia contra Dios, contra el liderazgo que Dios había designado y cómo Dios los juzgó? Dios los destruyó.
Y luego, en el versículo 26 de Números 16, dice que Moisés advirtió a la congregación, «Apártense ahora de las tiendas de estos malvados, y no toquen nada que les pertenezca, no sea que perezcan con todo su pecado».
David se imagina algo como eso y dice: «No quiero ser arrastrado al juicio, a Tu ira. No quiero seguir el camino de estos que son malvados».
David quiere ser diferente a los malvados. Él quiere que Dios lo trate de manera diferente a como Dios tratará a los malvados al final. Entonces él continúa con una descripción de algunas de las características de estos malvados.
«No me arrastres con los impíos, ni con los que obran iniquidad, que hablan de paz con su prójimo». Tu traducción puede decir: «Hablan paz con su prójimo, mientras hay maldad [o malicia] en su corazón».
Estas personas necesariamente no parecen o suenan como malhechores. Pueden ser personas de tu iglesia. Pueden ser encantadoras. Pueden ser amigables. Pueden causar hasta una impresión positiva. Parecen ser una persona por fuera: «Oh, sí, estoy contigo. Soy uno del pueblo de Dios», y hablan de manera amistosa. Hablan de paz con sus vecinos, pero lo que hay dentro de sus corazones es algo completamente diferente.
Todo su hablar es amistoso, tal vez todo su hablar es religioso, pero están encubriendo un corazón lleno de maldad. Así que pueden hablar como si quisieran bendecirte y hacerte bien, pero en realidad te detestan y quieren hacerte daño. Tienen dos caras. Tal vez alguien puede venir a tu mente mientras digo esto.
Y una vez más puedes ver estas características de los impíos a lo largo de las Escrituras.
Salmo 55, versículo 21: «Las palabras de su boca eran más blandas que la mantequilla, pero en su corazón había guerra; más suaves que el aceite eran sus palabras, sin embargo, eran espadas desnudas».
Salmo 62, versículo 4: «Bendicen con la boca, pero por dentro maldicen».
Y luego en Jeremías 9 versículo 8: «Con su boca habla cada uno de paz a su prójimo, pero dentro de sí le tiende emboscada».
Quieren atraparte. Quieren derribarte. ¿Has tenido a alguien así en tu vida? Quizás es un miembro de la familia. Quizás alguien en tu lugar de trabajo. Todos son agradables, flores, amor, dulces, azúcar y todo eso, pero luego descubres que hay malicia en sus corazones. Están dispuestos a derribarte. Están dispuestos a derribarte a ti o tal vez a alguien a quien amas.
Charles Spurgeon, nuevamente quiero citar su maravilloso sermón sobre el Salmo 28, dice: «Es una señal segura de bajeza [libertinaje] cuando la lengua y el corazón no tocan la misma nota».
Entonces pensamos en personas que conocemos o quizás hemos conocido, personas que son así. Hablan amablemente. Hablan palabras amistosas. Son cariñosas y dulces, pero, oh, hay malicia en sus corazones. Tal vez te venga a la mente alguien así.
Pero creo que aquí está la pregunta más importante: ¿nos describe esto a nosotras? Y es un recordatorio de que, lejos de la gracia de Dios, tú y yo somos capaces de actuar como los impíos, como los malvados. De hecho, no hay pecado que los impíos, injustos, malhechores, gente malvada como David los llama, no hay pecado que ellos puedan cometer que nosotras no seamos capaces de cometer.
Verás, es la superioridad moral la que dice: «Oh, todos los malhechores están ahí afuera. Esa gente es malvada. Esas personas son injustas, esas personas que practican este tipo de pecados, este tipo de inmoralidad o aborto, o esas personas que cometen todos estos diferentes tipos de pecados que existen. Oh, pero yo nunca haría eso».
Bueno, lo que Dios quiere saber es: ¿qué hay en mi corazón? ¿Qué hay en tu corazón? ¿Hay malicia en mi corazón incluso cuando exteriormente con mi lengua hablo palabras de cortesía, pacíficas, amables o amorosas, pero en realidad quiero derribar a la gente? Y tal vez a sus espaldas los derribe con mi boca o con mis acciones.
Por eso vemos oraciones como esta en las Escrituras, y haríamos bien en orar el Salmo 139:
«Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos…
Y ve si hay en mí camino malo;
Y guíame en el camino eterno» (vv. 23-24).
David ora en el Salmo 28, que no quiere ser como los malvados. Creo que podemos ser muy moralistas. Podemos ser tan farisaicas. Podemos tener dos caras.
Porque estamos con el pueblo de Dios y actuamos como si fuéramos la cosa más dulce y maravillosa, pero ¿qué tipo de conversación tiene lugar en las cuatro paredes de nuestra casa? ¿O en el lugar de trabajo cuando hacemos bromas o decimos cosas malas con la gente impía? ¿Nos comportamos de una manera en un lugar y de otra manera en la iglesia o con personas que piensan: ¡Ella es la esposa más dulce!
Luego se preguntan por qué tus hijos no te soportan y tu marido tampoco te soporta. Me pregunto si habrá aquí alguna desconexión.
Ahora, puedes caminar con Dios exterior e interiormente y aun así tener gente en tu contra. Pero es bueno hacerse la pregunta: «¿Tengo alguna forma de doble cara en mi corazón?».
David dice: «No me arrastres con los malvados. No dejes que quede atrapado en las trampas que me ponen».
Jesús nos enseñó a orar lo que llamamos el Padre Nuestro: «Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal» o del maligno (Mateo 6:13). Esa es una oración que tú y yo debemos orar.
«Señor, no me arrastres con los malvados y con los malhechores. No quiero ser como ellos. No es porque crea que soy buena. Es porque sé que soy como uno de ellos, si no me redimes, me rescatas y me salvas. Todos los días necesito que Tu gracia me guarde. No me dejes caer en la tentación. Líbranos del mal».
Y luego, en el versículo 4 David ora para que los malhechores rindan cuentas por lo que han hecho. Y les diré desde el principio que este no es un versículo fácil, pero vamos a abordarlo. El versículo 4 dice:
«Dales conforme a su obra y
según la maldad de sus hechos;
Dales conforme a la obra de sus manos;
Págales su merecido».
Primero, déjenme hacer esta observación, en el versículo 2, David dijo: «Alzo mis manos hacia tu lugar santo». Eso lo vimos ayer, y en el versículo 4, la Escritura dice: «Los impíos usan sus manos para hacer malas obras». Y luego, más adelante, en este pasaje veremos que Dios hace buenas obras con Sus manos.
Entonces tenemos las manos del piadoso que levanta sus manos hacia el Señor en Su lugar santo, hacia el santuario. Y ahora tenemos aquí las obras de las manos de los malhechores. Ellos hacen malas obras.
Entonces, en este versículo David le pide a Dios que juzgue a los malvados. A estos versículos los llamamos (porciones o salmos completos) los llamamos salmos o versículos imprecatorios. Estamos orando para que se haga juicio. Puedes ver esto en los salmos. Puede ser inquietante porque no parece la forma en que se supone que debemos orar por las personas. Entonces, ¿se supone que debemos orar para que la retribución y el desastre caigan sobre los malvados? ¿Y cómo reconciliamos este tipo de oraciones con otros principios y ejemplos bíblicos?
Por ejemplo, en Lucas 9 hubo una aldea que no recibió a Jesús cuando vino con Sus discípulos. Y entonces Santiago y Juan dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma?» (v. 54).
Ahora recuerda, Santiago y Juan fueron dos de los discípulos más cercanos a Jesús. No estamos hablando de cualquier discípulo. No era Judas. Estos eran Santiago y Juan, los que estaban cerca de Jesús. «Señor, ¿quieres que hagamos bajar fuego del cielo para consumirlos?»
Suena como esta oración aquí en el Salmo 28. Pero Jesús se volvió a ellos y los reprendió, y Él les dijo: «Ustedes no saben de qué espíritu son».
Pensamos en Romanos capítulo 12. No está en mis notas, pero pensé en ello mientras analizábamos el pasaje. Romanos capítulo 12, el último párrafo versículo 19:
«Amados, nunca tomen venganza ustedes mismos,
sino den lugar a la ira de Dios,
porque está escrito: «Mía es la venganza; Yo pagaré», dice el Señor.
Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer.
Y si tiene sed, dale de beber.
Porque haciendo esto,
carbones encendidos amontonarás sobre su cabeza.
No seas vencido por el mal, sino vence el mal con el bien» (vv. 19-21).
Entonces, ¿cómo podemos unir este tipo de oraciones y pasajes?
Bueno, primero que nada, recuerda que David no estaba tomando el asunto en sus propias manos. Él no fue vengativo. Él le estaba pidiendo a Dios que se ocupara de los malvados. Esta es una oración. Él no iba a salir a cortar la cabeza a la gente impía.
Y él se da cuenta en esta oración de que Dios es el único que puede corregir los males del universo. «¿No hará lo correcto el Juez de toda la tierra?» Entonces él dirige su oración a Dios.
Aprendemos en las Escrituras que Dios es un Dios de justicia, y David quiere, así como nosotras, que Dios restrinja a los malhechores y venza el mal en este mundo. Por eso él ora, así como nosotras deberíamos orar, para que se detenga el mal y que aquellos que hacen el mal no prosperen.
Y él ora para que, si se niegan a arrepentirse, rindan cuentas de ello y cosechen las consecuencias de su pecado, porque esto realmente glorifica a Dios. El juicio de Dios contra aquellos que se niegan a creer, a volverse, a arrepentirse y creer en el evangelio también trae gloria a Dios. No nos deleitamos en eso, pero muestra que Dios es santo, santo, santo.
El pastor James Montgomery Boice, un maravilloso pastor de la última generación del área de Filadelfia donde crecí, dijo en su comentario sobre los salmos.
«Si no nos sentimos así [si no sentimos el anhelo y deseo de que Dios responsabilice a los malhechores], probablemente sea un indicativo de que no somos muy sensibles a los actos pecaminosos y tenemos poca preocupación por aquellos que son víctimas de ellos. Hay personas que sienten (yo soy una de ellas) que nuestro sistema de justicia penal está fracasando porque se ha equivocado de esta manera; ha colocado la preocupación por el criminal o el malhechor por encima de la compasión por su víctima y, por lo tanto, no proporciona justicia para ninguno de los dos».
Ahora, el Dr. Boice escribió eso en 1994. ¿Cuánto más cierto es eso hoy?
Verás, las Escrituras afirman que nuestro impulso por la justicia divina es un impulso justo, suponiendo que esa sea la motivación de nuestras oraciones imprecatorias. Es correcto indignarse por el pecado y anhelar que se vea la justicia de Dios.
Entonces, en el versículo 4 David dice en su oración: «Págales según lo que han hecho. Págales según la obra de sus manos».
Ahora espero que tengas tu Biblia abierta porque quiero que veas algo aquí. Basta con mirar esas dos frases: «Según lo que han hecho. Según la obra de sus manos».
Cuando estudias la Biblia, y debo confesar que nunca he estado en el seminario, no sé griego ni hebreo. Sé cómo utilizar algunas herramientas útiles. Pero una de las cosas más útiles es simplemente sumergirse en la Escritura, leerla una y otra vez. Busca palabras o frases repetidas y haz observaciones.
Como en el versículo 4 simplemente dice: «Conforme a lo que han hecho. Según la obra de sus manos». Y en el versículo 5 dice: «Porque no tienen en cuenta los hechos del SEÑOR, ni la obra de Sus manos».
Hay un contraste ahí. Es una característica de la poesía hebrea. Por eso dice: «Los impíos no tienen en cuenta lo que Dios ha hecho, ni la obra de Sus manos».
¿Qué significa eso? Miran la belleza que los rodea y no ven al Creador. Simplemente ven a la «Madre Naturaleza». Tienen comida para comer, una casa para vivir, salud, libertad y lo atribuyen a la suerte o al destino o dicen: «Trabajé duro, me lo merezco». Pero no tienen ningún concepto de que la providencia de Dios y la bondad de Dios sean la razón de las cosas buenas que disfrutan.
Están ajenos a la obra redentora de Dios, hablando de la obra de Sus manos. No están conscientes de la obra redentora de Dios para salvarlos del pecado. Son indiferentes a Su presencia a su alrededor porque no tienen ojos para ver. Ellos no ven. No consideran lo que el Señor ha hecho ni la obra de Sus manos.
Otra vez, ¿y qué de con nosotras? ¿Consideramos las obras del Señor? Mientras vivimos nuestra ocupada vida diaria, llenas hasta el tope de todas las cosas que tenemos que hacer y nuestra lista de tareas, ¿tenemos los ojos bien abiertos a las misericordias de Dios?
¿Estamos siempre viendo la mano de Dios? ¿Estamos viendo la obra de Dios? Pudieras decir: «Pero no puedo verlo». Oh, está en todas partes. Está en todas partes.
Jesús le dijo a Nicodemo en Juan capítulo 3: «El viento sopla por donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va» (v. 8).
Podemos ver la mano de Dios si la buscamos, las obras de Dios. ¿Estamos considerando esas obras del Señor? ¿Su providencia? ¿Su bondad? ¿Su provisión? ¿Su redención?
Su mano siempre está obrando. ¿Estamos mirando a nuestro alrededor? ¿Lo estamos viendo? ¿Lo estamos notando? ¿Estamos respondiendo con asombro y adoración?
Bueno, el versículo 5 dice que «Porque no consideran lo que el Señor ha hecho ni la obra de Sus manos. . . (Esta es una característica de los impíos, no tienen en cuenta a Dios en absoluto). Por eso, Dios los derribará y no los edificará».
Ahora, esto no sucede de inmediato o todos caerían muertos. Pero con el tiempo, aquellos que no consideran al Señor, las obras que Él ha hecho y la obra de Sus manos, Él los derribará y no los edificará. El juicio viene sobre aquellos que ignoran a Dios.
David Guzik es un pastor que ha escrito algunos comentarios maravillosos y predicó grandes mensajes a los que a menudo hago referencia cuando estudio ciertas partes de las Escrituras. En su mensaje sobre el Salmo 28 dice:
«Los malvados se olvidan de Dios, pero Dios no se olvida de ellos. Dios promete dar su merecido a quienes lo rechazan».
Este es el asunto: ellos siguen construyendo sus propias vidas, sus propios mundos, sus castillos de arena en la orilla, que el agua se llevará. Ellos no tendrán éxito. Todo lo que hayan trabajado para construir, apartados de Dios, se derrumbará; desaparecerá. No durará. Ellos no podrán reedificarlo.
Mientras pensamos en estos dos versículos: «Págales según lo que hayan hecho. Págales según la obra de sus manos». Solo quiero hacer un comentario sobre nuestra perspectiva del Nuevo Testamento, el Nuevo Pacto, como creyentes en Cristo en un pasaje como este.
Entonces David ora: «Págales lo que han hecho». Pero cuando vemos la cruz y escuchamos a Jesús orar: «Padre, perdónalos porque no saben lo que han hecho».
Y en esencia, aunque no fueron estas palabras, en lugar de decir: «Dios, págales por lo que han hecho». Lo que Él está diciendo es: «Padre, págame por lo que han hecho. Dame el juicio que ellos merecen».
Segunda de Pedro capítulo 3 dice: «El Señor…es paciente para con ustedes, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento» (v. 9).
Dios algún día pagará a todos los malvados que despreciaron Su misericordia y se negaron a arrepentirse. Dios les está dando tiempo.
Por eso seguimos proclamando el evangelio. Por eso seguimos hablándole a la gente acerca de Jesús, incluso a aquellos que creemos que es muy poco probable que estén interesados.
Robert y yo tenemos algunos amigos por los que hemos estado orando, con los que nos hemos conectado y relacionado. Ellos no consideran lo que el Señor ha hecho ni la obra de Sus manos. Están ciegos a la providencia de Dios, a la bondad de Dios, a la existencia de Dios, a la obra redentora de Dios. Pero seguimos orando: «Señor, abre sus ojos, muestrales, deja que te vean en nosotros. Abre sus ojos, quítales la ceguera».
Por eso seguimos orando por ellos, por eso seguimos acercándonos a ellos, porque sabemos que un día, Dios pagará a los malvados, a todos los malhechores que desprecian Su misericordia y se niegan a arrepentirse. Él derramará venganza sobre ellos; tendrán que rendir cuentas por sus malas acciones.
Dirás: «¿Pero qué pasa si no saben? ¿Qué pasa si no creen en Dios? ¿Qué pasa si no saben que hay un Dios?».
Bueno, Pablo nos dice en Romanos capítulo 1: «Sus atributos invisibles [los atributos invisibles de Dios], Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que ellos no tienen excusa» (v.20).
Ellos pueden ver, pueden mirar a su alrededor. Pero el Espíritu Santo tiene que abrirles el corazón, tiene que abrirles los ojos, tiene que ayudarlos a ver. Tú y yo no veríamos ni consideraríamos lo que el Señor ha hecho o la obra de Sus manos si Dios no hubiera dado fe a nuestros corazones y no nos hubiera dado el don del arrepentimiento.
Entonces eso es lo que oramos por aquellos que están sin Cristo. Se nos recuerda y qué dulce recordatorio es este: a aquellos que se arrepienten y reciben Su misericordia, Dios no les paga de acuerdo con lo que han hecho. Él no nos paga según lo que merecemos.
¿Por qué? Porque el precio ya fue pagado. Jesús lo pagó todo, completo; todo se lo debo a Él. ¡Alabado sea el Señor!
Débora: Eso ciertamente es aleccionador, pero también es un consuelo saber que Dios hará responsables a los malvados por lo que hacen. Qué glorioso recordatorio: para aquellos que están en Cristo, Dios ya ha derramado Su ira sobre Jesús. Nancy DeMoss Wolgemuth acaba de decirlo: Jesús lo pagó todo.
Mantener la perspectiva correcta es algo que queremos ayudarte a hacer durante todo el año, incluida esta última semana del 2024. Como les hemos estado recordando a lo largo de este año, nuestra ancla nos sostiene.
Nancy: Seguro que sí y esa ancla es la Palabra de Dios. Es la verdad de quién es Jesús y lo que ha logrado por nosotras. Entonces, no importa qué tormentas puedan estar azotando a nuestro alrededor, y como mencioné hoy, hay mucho mal por todas partes, nuestra ancla se mantiene.
Por la gracia de Dios, mientras nos mantenemos ancladas a Su Palabra, Aviva Nuestros Corazones no va a la deriva. Y si tu vida está anclada en Cristo, por Su gracia, estás a salvo y segura.
Débora: Eso es muy cierto. Y Nancy, el final del año, es un momento clave para que nosotras como ministerio realmente demos un paso de fe que sostiene nuestra ancla.
También es un momento para invitar a nuestras oyentes a dar un paso al frente y decir: «Estoy con ustedes en sus oraciones. Estoy con ustedes en esta fe que abrazamos. Y las aprecio como ministerio, la forma en que están ayudando a que mi ancla se mantenga y me gustaría acompañarlas para ayudarlas a seguir adelante».
Nancy: Y eso es exactamente lo que muchas de nuestras oyentes ya han hecho durante el mes de diciembre. Se han puesto en contacto con nosotras para decírnoslo. Han apoyado el ministerio, han apoyado Aviva Nuestros Corazones con sus oraciones y con su apoyo financiero.
Si eres una de esas que ya ha donado a Aviva Nuestros Corazones este mes, quiero decirte: «Muchas gracias».
Débora: Para hacer tu donación, visita AvivaNuestrosCorazones.com.
¿Y si pierdo mi trabajo?
¿Qué pasará con mis hijos si ya no estoy presente?
¿Y si el Señor quiere que esté soltera toda mi vida?
¡Miedos! Todos los tenemos, grandes, pequeños, crónicos y pasajeros. ¿A dónde puedes acudir cuando el miedo amenaza con abrumarte? ¿Qué haces cuando tienes miedo de entregar completamente tu vida a Dios y al plan que Él tenga para ella?
«Enfrentemos nuestros miedos». Este es el título del nuevo recurso que tenemos disponible para ti este fin de año por una donación. Deja que este sea usado por Dios para calmar tu corazón lleno de miedo. A través de la vida de Abraham, verás la libertad que viene cuando elegimos entregar nuestros temores más profundos a Dios. Este recurso incluye una sección especial diseñada para poner la Palabra de Dios a tu alcance cuando tengas miedo, estamos seguros de que será una herramienta a la que recurrirás una y otra vez.
Visita nuestro sitio web AvivaNuestrosCorazones.com para obtener este recurso por una donación este mes de diciembre.
Bueno, Nancy, hasta ahora en el Salmo 28 hemos visto el grito desesperado de David pidiendo ayuda y hemos descubierto su perspectiva a largo plazo sobre el mal y la maldad. ¿Qué sigue?
Nancy: Bueno en el próximo episodio veremos que el lamento de David se convertirá en una alabanza hermosa y desbordante. Veremos lo que significa que Dios es nuestra fortaleza y nuestro escudo. Espero que regreses a Aviva Nuestros Corazones.
Débora: Ayudándote a descubrir la verdadera libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas Las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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