La recompensa de una palabra amable
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dannah Gresh dice que, según la Biblia, tus palabras pueden derribar a las personas...
Dannah: ¿Comprendemos lo profundamente doloroso que es cuando usamos un lenguaje áspero para herir a otra alma cuando las palabras sarcásticas, apresuradas y mordaces salen directamente de nosotras, golpeando no solo a la persona que es nuestro objetivo, sino a la verdad que Dios declara sobre esa persona en Su Palabra?
Nancy: . . .o edificarlas.
Dannah: Cuando el estilo y el tono de tu comunicación es generalmente amable, suave y prudente, hay una buena recompensa.
Nancy: Hoy, en Aviva nuestros corazones, analizaremos más de cerca esa recompensa.
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 20 de noviembre de 2024.
Nancy: Hemos estado estudiando junto a Dannah Gresh una frase sencilla de dos palabras: Sé amable. Dios no solo lo ordena, sino …
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dannah Gresh dice que, según la Biblia, tus palabras pueden derribar a las personas...
Dannah: ¿Comprendemos lo profundamente doloroso que es cuando usamos un lenguaje áspero para herir a otra alma cuando las palabras sarcásticas, apresuradas y mordaces salen directamente de nosotras, golpeando no solo a la persona que es nuestro objetivo, sino a la verdad que Dios declara sobre esa persona en Su Palabra?
Nancy: . . .o edificarlas.
Dannah: Cuando el estilo y el tono de tu comunicación es generalmente amable, suave y prudente, hay una buena recompensa.
Nancy: Hoy, en Aviva nuestros corazones, analizaremos más de cerca esa recompensa.
Dannah: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 20 de noviembre de 2024.
Nancy: Hemos estado estudiando junto a Dannah Gresh una frase sencilla de dos palabras: Sé amable. Dios no solo lo ordena, sino que hace la vida mucho más agradable para nosotras y para quienes nos rodean cuando mostramos la bondad de Cristo.
Durante los últimos dos días en Aviva Nuestros Corazones, mi amiga, Dannah Gresh, nos ha estado llevando a Proverbios 15, versículos 1 al 4, mostrándonos el poder y la sabiduría de una palabra amable, de una respuesta suave.
Y permíteme decir que Dannah Gresh es una de las personas que conozco que mejor ejemplifica en su propia conversación, en su propio espíritu, la belleza y el poder de una palabra suave. Lo he visto en ella a lo largo de mi vida. Así que lo que has estado escuchando de Dannah Gresh no es solo un mensaje que ha preparado en sus notas. Se trata de un mensaje de vida. Ella ha enseñado mucho sobre el poder de una respuesta suave.
Y hoy Dannah nos hablará sobre la recompensa de una palabra amable. Escuchemos.
Dannah: Me siento muy honrada de que hoy hayas escogido pasar parte de tu valioso tiempo conmigo. Creo que has hecho una sabia elección, porque vamos a profundizar juntas en la Palabra de Dios aquí en Aviva Nuestros Corazones. Quiero hablar palabras que te den vida. Ponte cómoda y prepara tu alma para recibir más.
¿Sabías que la Biblia nos promete que las palabras suaves liberan una dulzura en nuestras almas, una sanidad en nuestros espíritus? Seguramente ya te sientes un poco mejor al simplemente escuchar eso, ¿no es así? Espero que sí. Y pronto habrá más de ese tipo de palabras verdaderas que dan vida.
Pero primero, quiero contrastar la belleza de las palabras dadoras de vida con algo que está sucediendo en nuestra cultura, y que me preocupa enormemente. Para entender lo que estoy a punto de compartir con ustedes, retrocedamos algunas décadas para hacer un viaje por el carril de la memoria. Quiero que escuches el lenguaje que se usaba hace algunas décadas.
Primera parada: los años 50, cuando las cosas, bueno, para ser sinceras, las cosas que los adolescentes decían para ser geniales y encajar parecían bastante vivificantes. Aquí hay dos adolescentes hablando en un archivo de vídeo real de esa década:
Chica 1: Parece que necesitas ayuda. ¿Puedo echarte una mano?
Chico: ¿Lo harías? Quiero decir, ¿lo harías, de verdad?
Chica 1: ¡Claro!, me gustaría
Dannah: ¿No es tierno? Es tan increíblemente sano.
Bueno, me temo que ahí se acaban las buenas noticias porque, al principio, el lenguaje de moda era una tontería algo hasta chistoso. Pero la jerga perdió lentamente su cualidad vivificante, su encanto. Al principio se volvió, bueno, menos útil.
Como en los años 80, la época en la que yo era adolescente, y se nos recordaba por ser las chicas fresas.
Chica 1: Pero qué cool, bueno, es un día realmente genial, tipo, ¡totalmente cool!
Chica 2: ¡Qué asco! Es totalmente asqueroso.
Dannah: Después de eso, las cosas se desmoronaron bastante rápido.
Y hoy en día, no puedo realmente mostrarles un clip de cómo suena una adolescente al estilo de hoy. Sería increíblemente irreverente. Para saludarse, muchas jóvenes utilizan un lenguaje obsceno, que avergüenza el cuerpo, en un tono de desdén o desaprobación. Y no me refiero a cuando están en conflicto, sino cuando tienen buena relación entre ellas. Lo que está de moda hoy en día es insultarse unos a otros, lo que se denomina «cultura del desprecio».
Ahora, no estoy diciendo que las chicas cristianas hablen así. Muchas madres cristianas no encuentran que sus hijas usen lenguaje grosero, pero las chicas imitan el tono.
Y eso es sobre lo que vine a hablarte hoy, porque quizá el lenguaje que usas puede ser mejor que el lenguaje irreverente que viene de algunas mujeres adolescentes y universitarias, pero nuestra línea de referencia no es el mundo, ¿verdad? Se supone que debemos usar la Palabra de Dios como nuestra guía de la verdad para guiar nuestro comportamiento, y eso incluye la forma en que nos saludamos unos a otros.
Estamos en una serie en la que estamos aprendiendo el poder de una palabra amable. ¿Y qué es lo que está de moda entre las mujeres jóvenes de hoy? Bueno, está lejos de ser amable. Ciertamente no es amable o suave. Y el resultado es un estilo de comunicación poco gentil y áspero. Y veo que se extiende a las interacciones familiares.
Así que quiero preguntarte: Si pudiera pasar un día en tu casa, ¿el estilo de comunicación reflejaría mejor la tendencia poco amable y áspera de nuestra cultura? ¿O revelaría fielmente lo que alienta la Palabra de Dios: gentileza y suavidad sazonadas con sabiduría?
La forma en que hablamos, no solo las cosas que decimos, importa. Y hoy profundizaremos para examinar la Palabra de Dios en un esfuerzo por ver si nuestro propio estilo de comunicación se alinea con la verdad de las Escrituras. O tal vez descubramos que es digno de avergonzarse.
Reúne a las jóvenes de tu vida. El tema de hoy en Aviva Nuestros Corazones es para compartir con ellas o al menos para prepararte para tener una conversación buena, sólida y llena de verdad con ellas.
Quiero invitarte a que tomes tu Biblia, si la tienes cerca, y vayas a Proverbios 15. Hoy vamos a llegar a la parte divertida de Proverbios 15:1-4. Repasemos lo que hemos estudiado hasta ahora: en nuestro primer día de estudio, exploramos el poder de una palabra amable. El versículo 1 dice: «La suave respuesta aparta el furor, pero la palabra hiriente hace subir la ira».
Cuando escogemos tener una respuesta de dominio propio frente al conflicto y la frustración, esto calma la ira y la angustia tanto en nuestro propio corazón como en el de la persona con la que nos estamos comunicando.
Ayer aprendimos sobre la sabiduría de una respuesta amable. El versículo 2 dice: «La lengua del sabio hace grato el conocimiento, pero la boca de los necios habla necedades». Permíteme recordártelo: Hay un espacio entre el estímulo que nos frustra y nuestra respuesta. Y lo que elegimos en ese espacio revela si somos sabios o necios.
Bueno, esas dos cosas pueden haberte pisado los talones y podrían haberte convencido de pecado y haber sido difíciles de aplicar. Me alegro de que sigas conmigo, porque ahora vamos a explorar lo que yo llamo: la recompensa de una respuesta amable.
En realidad son dos, y las encontramos en los versículos 3 y 4 del capítulo 15 de Proverbios. Leamos el versículo 3 para ver la primera recompensa: «En todo lugar están los ojos del Señor, observando a los malos y a los buenos».
Este versículo básicamente dice que los ojos de Dios están en todas partes. Él está tomando nota de lo que ve. Y está vigilando a los que ama y a los que lo aman, pero también está registrando las palabras de los malvados.
Veamos la recompensa número uno: Dios ve.
Él ve lo que hacemos. Eso incluye observar nuestras interacciones con los demás. Él escucha lo que decimos, y tiene la intención de recompensar lo que ve en consecuencia, o de una manera que sea apropiada para lo que ve.
Ahora bien, una recompensa es algo que se da de acuerdo con el servicio, el esfuerzo o el logro de una persona. Y normalmente pensamos en ello como algo bueno, ¿cierto? Pero también puede ser algo malo.
El hecho de que Dios nos recompense basándose en lo que nos ve hacer, basándose en lo que nos oye decir, son muy buenas noticias para ti, una recompensa en el mejor sentido de la palabra, o podrían ser malas noticias, lo que podría significar un castigo o alguna disciplina. En cualquier caso, será merecido. En cualquier caso, recogerás lo que siembres.
Veamos primero la mala recompensa. (Soy una mujer que prefiere arrancar las malas noticias rápidamente, como una tirita, como una curita).
Ahora bien, en el contexto de este pasaje, que contrasta las palabras suaves y amables con las hirientes, podemos suponer que si el estilo de tu comunicación es en gran medida poco amable, reactivo e hiriente, entonces deberías tener cierto temor al pensar en el hecho de que Dios está observando. Eclesiastés 12:14 dice: «Porque Dios traerá toda obra a juicio, junto con todo lo oculto, sea bueno o malo».
Eso debería infundir terror en nuestro corazón, en mi corazón, si la forma en que le hablamos a nuestro esposo, a nuestros hijos, si esas cosas son hirientes y feas como patrón general. La Palabra de Dios dice: «En todo lugar están los ojos del Señor, observando a los malos y a los buenos» (Prov. 15:3).
Déjame preguntarte: ¿Querrías que viera cómo le hablas a tu esposo? ¿Querrías que oyera cómo hablas con tus hijos a puerta cerrada, donde nadie más ve, en lo secreto? Bueno, Dios sí ve, y Su Palabra indica que Él responderá de manera protectora por tu tierno hijo e incluso por tu esposo, si lo que estás haciendo y diciendo es hiriente y poco amable.
Y, ¿puedo tomarme un momento para decirte esto?, en caso de que tu corazón necesite desesperadamente escucharlo: Dios también ve si eres tú la que no está siendo bien tratada por tu esposo. Dios juzgará a un hombre que no habla a su esposa con un lenguaje amable, gentil, suave y vivificante.
Pero si tu esposo es verbalmente abusivo contigo, no cedas a la tentación de tomar represalias con un lenguaje feo y odioso. Te prometo una cosa: eso no te servirá de nada. Solo conseguirá que tanto tú como él se enojen más. Y si sigues cediendo, y se convierte en un patrón, podría resultar en que te vuelvas necia como él. Te lo ruego: No hagas eso. ¡No lo hagas!
Pero amiga, déjame decirte también esto: no tienes por qué ser abusada y tratada de una mala manera.
Quiero pedirte que hoy se lo digas a alguien. Busca ayuda. Está bien que te retires de una situación que es abusiva. Dios no quiere eso para ti. Él eventualmente tendrá algo que decirle a un hombre que ha tratado a su esposa duramente o abusivamente.
¿Puedes creer que esto me lleva a las buenas noticias de este versículo? (Quédate conmigo). Cuando el estilo y el tono de tu comunicación es generalmente amable, suave y sabio, hay una buena recompensa. Escucha lo que dicen las Escrituras en el capítulo 16 de 2º Crónicas versículo 9: «Porque los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente Suyo».
Dios ve, y Él está mirando no solo para juzgar a aquellos que usan su lengua imprudentemente, sino para dar un fuerte apoyo, no cualquier apoyo, el tipo de apoyo fuerte, a aquellos que usan sus bocas con sabiduría y mansedumbre.
Dios ve. En todo lugar están los ojos del Señor, observando a los malos y a los buenos. Él ve cómo reaccionas. Él ve cómo estás hablando. Eso debería llenar tu corazón de gran consuelo. Es una buena noticia si hablas con suavidad, con delicadeza, y respondes con sabiduría en lugar de reaccionar precipitadamente.
Recompensa número uno: Dios está observando, y Él será tu apoyo constante si encuentra un corazón intachable del que brotan palabras suaves y amables marcadas por la sabiduría.
Hay una segunda recompensa escondida aquí en Proverbios 15 en el versículo 4, y es esta: Dios usará tus palabras. Proverbios 15:4 dice: «La lengua apacible es árbol de vida». Esa es la buena noticia.
Pero antes de llegar a eso, también hay una posible consecuencia negativa. Lo vemos en la última parte del versículo 4. Se nos advierte que «las palabras perversas quebrantan el espíritu». Parafraseando todo el versículo, cuando hablas palabras amables y sanadoras, es como ofrecer a alguien que conoces y amas fruta de un árbol lleno de vida. Pero, la palabra usada aquí es perversa, el lenguaje perverso no hace más que aplastar, romper y destruir corazones.
Una vez más, vamos a adelantar las malas noticias en este versículo: «La perversidad quebranta el espíritu». La palabra hebrea para perversidad en este versículo se refiere a falsedad, perversión de la verdad, una distorsión de la verdad, y tal vez hasta vileza.
Ahora, ¿recuerdas cuando te dije que el estilo de comunicación, la jerga que es popular hoy en día, es usar palabras perversas, malsanas, torcidas, palabras falsas para saludarse unos a otros? Hace poco, escuché a dos jovencitas que se saludaban así:
«Hola. Qué tonta eres».
«Lo sé. Tú también eres tan tonta».
Y decían eso, no para ser mezquinas, sino para saludarse. La Palabra de Dios tiene algo que decir al respecto. Dice que esas son palabras perversas. ¡No lo hagas! ¡No digas ese tipo de palabras! Cada mujer es una portadora de la imagen de Dios. Cada mujer es una obra maestra creada por Él. Hablar de otra manera no es más que una terrible mentira, una perversión de la verdad.
Permíteme recordártelo: Tus palabras tienen poder. Así como una palabra suave puede alejar la ira, las palabras perversas, las palabras que son retorcidas y falsas, ese tipo de palabras, pueden provocar dolor.
Permíteme hablarte de la cultura de la vergüenza. Me estremezco cuando oigo a una chica cristiana soltar una palabra fea cuando saluda a una amiga, o a su madre; también lo he visto.
Me estremezco cuando veo a una chica en edad universitaria publicar ese tipo de saludo en su plataforma en las redes sociales. Está sembrando dolor, lo sepa o no. Está sembrando el dolor en sus amigos, en su familia, en su mundo.
¿Y sabes qué? Ni siquiera lo entiendo. En una cultura en la que las mujeres marchan con carteles que exigen ser tratadas con respeto, dignidad e igualdad, ¿cómo es que nadie dice: «Oye, si queremos que los hombres usen un lenguaje respetuoso con nosotras, quizá deberíamos usar palabras respetuosas entre nosotras»? Quizá no deberíamos usar palabras hirientes y feas entre nosotras». Es de doble moral. Es destructivo.
«La lengua apacible es árbol de vida, pero la perversidad en ella quebranta el espíritu» (Prov. 15:4).
Permíteme hablarte un poco acerca de quebrantar el espíritu con palabras perversas e hirientes. Tristemente, he aprendido esto de primera mano. Verás, hace muchos años, probablemente hace quince años, Bob y yo asistimos a un retiro matrimonial de una semana. Tuvimos un poco de tiempo a solas con un consejero. Ahora, este hombre afirmaba ser cristiano, y creo que probablemente lo era, pero no estoy segura de que conociera muy bien la Biblia.
Cuando compartí algunas frustraciones en mi matrimonio en esa sesión de consejería, este hombre sugirió que yo tenía ira reprimida (ahora, en ese momento, eso era probablemente cierto), y que necesitaba encontrar algunas formas sanas, saludables y piadosas de comunicarme mejor con mi esposo. Y eso es algo que Bob Gresh siempre ha aceptado con agrado, tanto si yo tengo cosas buenas o malas que decir.
Entonces el consejero me preguntó: «¿Con qué frecuencia maldices a Bob?»
Bueno, la respuesta fue: «Nunca».
Bueno, eso le hizo querer saber si alguna vez me desahogaba para expresar mi enojo.
La respuesta no fue: «Nunca», sino: «Rara vez».
Entonces, el hombre aseguró que ese era el problema.
Pero déjame decirte que eso no era cierto. Lo que estaba a punto de darme no era bueno, y no era un consejo bíblico. Este hombre me dijo que podía ayudarme a acceder a mis verdaderos sentimientos. Me dijo: «Podríamos empezar con una sola palabra». Y me invitó a que empezara a usar una palabra muy específica y despectiva hacia mi esposo, justo en ese momento.
No era solo una grosería. Aquí hay un problema mayor: no era sincera.
Y este hombre quería que yo dijera una palabra falsa y odiosa sobre mi esposo, y quería que la dijera de forma despiadada. Él quería que la dijera cada vez que me sintiera frustrada con Bob. Ahora, ¿recuerdas que ayer te dije que hay un espacio entre cada estímulo y nuestra respuesta? Y en ese espacio, podemos decidir con qué llenarlo. Es nuestra elección. Y te animé a llenar el tuyo con sabiduría.
Bueno, este hombre me decía que lo llenara con algo incorrecto, con falta de autocontrol, con dureza y crueldad y una palabra mentirosa y sucia. Me estaba invitando a llenar ese espacio con locura. Para eso me estaba entrenando este hombre.
Me entristece mucho decir esto, pero lo intenté. «Es solo una palabra», razoné de camino a casa. «Y no es la peor de todas las malas palabras. A lo mejor estoy reprimida. ¿Qué si realmente estoy reprimida?». A puerta cerrada, en lugares secretos, donde nadie más que mi esposo escuchaba las feas y ásperas palabrotas, hice lo que me sugirió el consejero. Me desahogué.
No sabes cuánto lo lamenté. A los pocos días, más y más descontrol, descortesía, falta de delicadeza e incluso esa fea palabrota pronunciada en una actitud de desdén, ira y furia, salieron de mí.
Y aquí está el asunto: en mis ojos, podía ver el espíritu de mi esposo quebrarse, tal como Proverbios 15:4 afirma: «La perversidad en ella quebranta el espíritu». Podía ver su espíritu quebrarse. Pero el problema es el siguiente: no podía detener lo que había empezado.
Se me rompe el corazón al pensar en las mentiras y heridas que sembré en mi dulce y buen esposo, portador de la imagen de Dios, en esas pocas semanas de mis palabras desenfrenadas, feas e hirientes. En realidad me estremezco cuando pienso en ello.
¿Sabes lo que pasó? A la semana más o menos de esto, iba conduciendo por la carretera y un conductor me cortó el paso. Y en ese instante, le solté esa palabra al otro conductor. Hablé el poder de la falsedad en el aire contra un portador de la imagen de Dios. Degradé esa obra maestra de Dios. Y entonces supe que tenía un problema. Nunca me había enojado antes, ni después, y estaba bastante segura de que no tenía ningún rencor reprimido contra el conductor al que ni siquiera conocía.
De camino a casa, le pedí al Señor que me perdonara y me ayudara. Sabía que había perdido el control de mi boca. Se había vuelto hiriente, fea, despiadada. Y Dios es tan bueno que nos ayuda cuando se lo pedimos. Lo hará si se lo pides.
Esa semana escuché una enseñanza bíblica sobre Isaías 6, donde el profeta escribe sobre su visión de estar en la presencia de Dios. Ve a Dios en Su trono, alto y sublime, y la cola de Su manto llena gloriosamente el templo. Los ángeles están a cada lado del Señor, exclamando juntos: «Santo, Santo, Santo». Y luego, en el versículo 5, vemos la respuesta de Isaías a lo que está experimentando. Escucha mientras te leo lo que dijo Isaías:
«¡Ay de mí! Porque perdido estoy, pues soy hombre de labios inmundos y en medio de un pueblo de labios inmundos habito, porque mis ojos han visto al Rey, el Señor de los ejércitos».
En el momento en que Isaías estuvo en presencia de Dios, se sintió indigno. «¡Ay de mí!». ¿Por qué? Sus labios. Sus labios no estaban limpios. ¿Sus labios no estaban limpios? ¿De verdad? Eso me pareció un poco extraño. Está en presencia de la santidad de Dios, ¿y lo que más le preocupaba es su boca? Cuando realmente lo pensé, me sorprendió.
¿En qué pensarías tú cuando estás en presencia de Dios? ¿Qué te hace impura? Hay tantos pecados que consideramos peores de lo que decimos: la pornografía, la adicción, el robo, el gasto excesivo, el aborto. ¿Era Isaías tan perfecto? ¿O estaba Dios iluminando algo importante para nosotros?
Nuestras palabras importan más de lo que pensamos. Tienen poder. Y cuando se usan de forma destructiva, nuestras palabras, según Proverbios 15:4, pueden quebrantar el espíritu de los hijos de Dios, los hijos de Dios creados a Su imagen y semejanza.
¿Comprendemos lo profundamente doloroso que es cuando usamos un lenguaje áspero para herir a otra alma, cuando las palabras sarcásticas, apresuradas y mordaces salen directamente de nosotras, golpeando no solo a la persona que es nuestro objetivo, sino a la verdad que Dios declara sobre esa persona en Su Palabra?
Me pregunto: ¿Cómo responderías tú, cómo respondería yo si estuviéramos en la presencia de nuestro santo Dios y al mismo tiempo estuviéramos conscientes de las palabras que salen de nuestras bocas? ¿Gritaríamos: «¡Ay de mí!»? Me temo que, para mí, la respuesta es: «Sí».
Escucha, amiga mía, la santidad de Dios no deja lugar para las palabras hirientes, crueles y viciosas que tan fácilmente salen de nosotros.
Y considera esto: si bien es cierto que Dios usará tus palabras si se lo permites, también es cierto que Satanás las usará si se lo permites. Tal como promete Proverbios 15: «la perversidad en ella quebranta el espíritu».
Pero hay una buena recompensa aquí en el versículo 4: «La lengua apacible es árbol de vida». Quiero ser una mujer, quiero que seas una mujer que escoge palabras amables, suavizadas por la sabiduría, para que Dios pueda ser quien haga uso de ellas. Y al ver esta frase: «La lengua apacible es árbol de vida», me hice dos preguntas: «¿Qué tipo de palabras usa Dios?», y «¿Cómo las usa?».
¿Qué tipo de palabras utiliza? Bueno, «una lengua apacible es árbol de vida». Varios de los comentarios a los que hice referencia decían que una mejor traducción aquí en el versículo 4 podría haber sido «curación».
Las palabras utilizadas sugerían que hay un poder curativo o sanador en nuestra lengua. Ahí está, una vez más, el poder de una palabra amable. «Una lengua que sana es un árbol de vida». Es curativa. Es una medicina. Es todo lo contrario de las palabras perversas.
Ahora, ¿cómo usa Dios nuestras palabras? Bueno, serán como un árbol de vida. Las palabras suaves, suavizadas por la sabiduría, son sanas. Y eso, según la Palabra de Dios, da vida. De hecho, Cristo dijo algo así cuando estuvo en la tierra. Está registrado en Juan 6:63. Permíteme leértelo:
«El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que Yo les he hablado son espíritu y son vida».
Jesús dijo: «Las palabras que Yo les he hablado son vida». Las palabras tienen poder. Más vale que las usemos con sabiduría. Y la recompensa de usarlas bien es que cooperamos con Cristo, y traemos vida como Él lo hizo. Ahora bien, si en este momento todo esto te parece demasiado: «Es tan difícil. Es mucho trabajo», lee un poco Juan 6:63 conmigo.
«El Espíritu es el que da vida». No yo. No tú. No nuestras bocas. Es el Espíritu.
Y no olvidemos que la mansedumbre y el dominio propio, ambos son fruto, ¿de qué? ¿De nuestro esfuerzo por tener mejores palabras? No. La mansedumbre y el dominio propio son fruto del Espíritu de Dios. Tranquila, amiga mía. Si esto parece difícil, si ser amable parece difícil, debe ser porque necesitamos que el Espíritu de Dios nos ayude.
¿Recuerdas ese espacio entre lo que nos frustra, el estímulo, y nuestra respuesta? Utilízalo. Conviértelo en una herramienta para dirigirte a Dios en oración. Pídele al Espíritu Santo que te llene de mansedumbre, de dominio propio para que tus palabras traigan vida y tu boca se convierta en un árbol de vida del que repartas sanidad. Afortunadamente, yo también sé algo de esto.
Hace unos años, Bob y yo estábamos almorzando con Robert y Nancy Wolgemuth en uno de nuestros lugares favoritos en Indianápolis. Acabábamos de terminar un evento para mujeres de Revive Our Hearts, y Robert, un esposo absolutamente grandioso, y un hombre que ha escrito algunos buenos libros sobre hombres pastoreando a sus esposas, bueno, se puso su sombrero de consejero para Bob y Dannah Gresh. Y a diferencia del otro hombre del que les hablé, Robert conoce su Biblia.
Cuando compartimos algo de lo que habíamos estado trabajando recientemente en nuestra comunicación como pareja, Robert sacó su teléfono y buscó algo que quería mostrarnos. Nos preguntó: «¿Saben qué es lo que establece el escenario de cómo se comunican como pareja?».
Bueno, queríamos saberlo, así que nos inclinamos y nos dijo: «Es cómo se saludan». Y nos enseñó un vídeo en su teléfono. Era de un perro saludando a su humano. Las orejas del perro estaban levantadas. Tenía la boca abierta, como sonriendo. Movía el rabo, se levantaba sobre las patas traseras y brincaba de emoción.
Robert dijo: «No importa cómo te sientas, valorar a la otra persona cuando la saludas es esencial».
Ahora, tengo que ser honesta. Pensé que Robert estaba un poco loco. ¿Iba a mover la cola como un perro cuando Bob entrara a casa? Pero sabía que debía haber sabiduría en esto, así que decidí probarlo. Decidí saludar intencionadamente a Bob con más entusiasmo. ¿Y sabes de lo que me di cuenta en los intentos? De la frecuencia con que no lo saludaba en absoluto.
Amiga, nuestros teléfonos no nos hacen bien a veces. Las bendiciones de nuestras palabras para esposos, hijos, amigos, bueno, han sido arrebatadas tan a menudo por las pantallas frente a nuestras caras. Eso es lo que descubrí.
Saludar a Bob no significa mover la cola, por si te lo preguntabas. Pero sí significa que dejo el teléfono cuando él llega a casa y, para que conste, soy pésima en esto y tengo que pulsar constantemente el botón de reinicio de mi compromiso.
Significa que lo recibo en la puerta con un abrazo. Significa que, de camino a la puerta, pienso en palabras para él que lo bendigan, lo afirmen y le den vida. Significa que le digo cosas dulces y pequeñas: «Te extrañé. Ya estás aquí. Bienvenido a casa. Me alegro de que hayas vuelto».
Uso palabras impregnadas de confianza en quién es él, cargadas de la expectativa del impacto que mi esposo puede tener en el mundo. «¿Qué grandes cosas has hecho hoy, cariño? ¿Cómo has cambiado el mundo hoy?».
Uso palabras que dicen: «Estoy disponible para ti», por ejemplo, «¿Qué tal el día? ¿Tienes hambre? ¿Te traigo algo? ¿Quieres hablar? ¿O solo quieres pasar el rato a solas? Eso también está bien».
Y a medida que aplicaba la técnica que Robert me compartió de mover la cola, podía ver cómo florecía el espíritu de mi esposo. Pocas cosas, amigas mías, son más atractivas que las palabras amables, suaves, sanas y vivificantes, aunque sean sencillas y dulces.
Proverbios 16:24 dice: «Panal de miel son las palabras agradables, dulces al alma y salud para los huesos». «Salud para los huesos». ¿Escuchaste eso? Salud para los huesos. Mi propio corazón ha sido ciertamente aliviado, fortalecido y realmente ayudado por esta simple reorientación en nuestra relación. Si estás escuchando, gracias, Robert. Puedo ver la calidad vivificante de estas palabras sencillas, amables y entusiastas.
Y ahora mismo, estoy viendo a Bob Gresh ser la mejor versión de sí mismo. Hay muchas cosas en su relación con el Señor que sin duda merecen el máximo crédito por lo que estoy viendo. Pero voy a tomar un poco de crédito por su desarrollo, porque a medida que he refrenado mi lengua y abrazado la suavidad, infundida con sabiduría cuando es necesario, he experimentado la verdadera recompensa de una respuesta amable.
Dios me ha dado un asiento en primera fila para ver el impacto de las palabras que dan vida en la vida de mi esposo.
¿Cómo son los asientos en el teatro de tu vida? ¿Ves la destrucción del lenguaje hiriente en tu familia y amistades? ¿O tienes un asiento en primera fila para ver cómo las palabras suaves y sanas dan vida?
Si no te gusta lo que estás viendo, déjame recordarte que no son solo tus ojos los que lo ven. «En todo lugar están los ojos del Señor, observando a los malos y a los buenos».
Dios ve lo que tú estás viendo, y probablemente Él lo ve más claramente. Es por eso que Él nos advierte que una lengua que es perversa, que no refleja la verdad de una persona o situación, ese tipo de lengua quebranta los espíritus.
Esto es en lo que espero que insistas: «La lengua apacible es árbol de vida».
Nancy: Amén. «La lengua apacible es árbol de vida». ¿Por qué no lo dices conmigo? «La lengua apacible es árbol de vida».
Gracias, Dannah Gresh, por estos preciosos recordatorios de Proverbios 15 sobre el poder, la sabiduría y, como escuchamos hoy, la recompensa de una palabra amable.
Ahora una palabra de aliento para ti, nuestro oyente: Si el Señor ha estado trabajando en tu corazón hoy, si has escuchado lo que Dannah compartió, y has sentido tal vez convicción de pecado acerca de tus palabras, o tal vez te diste cuenta de que tus palabras han sido menos como «un árbol de vida» y más como un arbusto espinoso, hiriente; quiero retarte a que mires más de cerca lo que la Palabra de Dios tiene que decir acerca de nuestras palabras.
Una buena manera de hacerlo es usando un estudio devocional de cuatro semanas que está disponible para ti en Aviva Nuestros Corazones titulado: El poder de las palabras. Este folleto se basa en enseñanzas que he dado en el pasado, analizando las palabras en el libro de Proverbios, y caminamos a través de muchos proverbios diferentes sobre la lengua.
«Muerte y vida», dice Proverbios 18:21, «están en poder de la lengua». Nuestras palabras son verdaderamente poderosas, y queremos ser dadoras de vida con nuestras palabras.
Dannah: El 2024 está por terminarse, el Señor nos ha permitido probar Su fidelidad y cuidado. Antes de que termine el año, queremos animarte a considerar qué plan de lectura bíblica anual harás este próximo 2025. Creemos que la Palabra de Dios es luz que ilumina nuestro camino y nos guía hacia Cristo. Ser intencionales en conocer a nuestro Señor a través de Su Palabra este próximo año es una de las mejores cosas en las que nos podemos invertir.
Aviva Nuestros Corazones cuenta con 2 planes de lectura de la Biblia en un año, «Mujer Verdadera 365 canónico» el cual consiste en leer toda la Biblia en el orden en que está escrito el canon y «Mujer Verdadera 365 cronológico» el cual consiste en leer toda la Biblia según el orden en el que se dieron los hechos históricamente. Y queremos compartir contigo que el plan de lectura MV365 cronológico tendrá una serie de nuevos recursos gratuitos que no te puedes perder.
Visita nuestro sitio web AvivaNuestrosCorazones.com para conocer más detalles de los planes de lectura que hemos diseñado especialmente para ti.
Animándote a usar palabras que dan vida, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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