La Purificación
Nancy DeMoss Wolgemuth: Jesús cumplió la ley de Dios perfectamente, para que cuando fuera a la cruz, no fuera allí por algún pecado o por culpa propia. No fue allí como un transgresor. Fue allí como el Hijo de Dios, libre de culpa y de pecado, tomando el lugar de nosotros que sí somos transgresores, para ser el sacrificio sustituto por nuestros pecados.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Débora: Aquí está Nancy con la continuación de la serie, La dedicación del Rey.
Nancy: Estamos viendo algunos aspectos de la historia de la Navidad, de la primera historia de la Navidad, que a menudo no tomamos el tiempo para ver. Estamos familiarizados con las escenas del ángel que se le aparece a María y luego a José, hablándoles acerca del nacimiento del bebé en Belén y los pastores …
Nancy DeMoss Wolgemuth: Jesús cumplió la ley de Dios perfectamente, para que cuando fuera a la cruz, no fuera allí por algún pecado o por culpa propia. No fue allí como un transgresor. Fue allí como el Hijo de Dios, libre de culpa y de pecado, tomando el lugar de nosotros que sí somos transgresores, para ser el sacrificio sustituto por nuestros pecados.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Débora: Aquí está Nancy con la continuación de la serie, La dedicación del Rey.
Nancy: Estamos viendo algunos aspectos de la historia de la Navidad, de la primera historia de la Navidad, que a menudo no tomamos el tiempo para ver. Estamos familiarizados con las escenas del ángel que se le aparece a María y luego a José, hablándoles acerca del nacimiento del bebé en Belén y los pastores que los visitan. Esas son algunas de las escenas que se cuentan con más frecuencia.
Pero estamos viendo en Lucas capítulo 2 durante esta serie, algunas escenas que quizás no sean tan familiares. Hay un par de escenas que tuvieron lugar inmediatamente después del nacimiento de Cristo, y son importantes para ayudarnos a entender quién era Él y para qué vino.
Déjame pedirte que vayas en tu Biblia al Evangelio de Lucas capítulo 2. Quiero leer un párrafo comenzando en el versículo 22. Estamos hablando acerca de María y de José y del bebé recién nacido, Jesús. «Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén».
Jerusalén está como a seis millas de Belén, donde nació Jesús. María y José lo trajeron, «a Jerusalén para presentarle al Señor, (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abra la matriz será llamado santo para el Señor), y para ofrecer un sacrificio conforme a lo dicho en la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones» (Luc. 2:22-24).
¿Cuántas de ustedes han escuchado algún mensaje de Navidad de ese párrafo? Pero hay algunas cosas importantes en ese párrafo y quiero que nos detengamos para considerar y ver qué tiene el Señor para decirnos.
La primera cosa que noté en esta porción de la Escritura es el hecho de que María, la madre de Jesús, y José, Su padre adoptivo, fueron obedientes a la ley de Dios. La obediencia a la ley de Moisés, a la Ley de Dios, es algo que sobresale en este pasaje. Hay cinco referencias comenzando en el versículo 22 y continuando hasta el final de este pasaje, en el versículo 39. Cinco referencias a la obediencia; obediencia a la ley de Moisés.
El versículo 22 dice: «Cuando se cumplieron los días para la purificación de ellos, según la ley de Moisés…», trajeron al bebé Jesús al templo para presentarlo al Señor, versículo 23: «como está escrito en la Ley del Señor…» Versículo 24: trajeron con ellos un sacrificio para ofrecer «conforme a lo dicho en la Ley del Señor».
Y luego en el versículo 27 vemos que Sus padres lo trajeron al templo «para cumplir por Él el rito de la ley». Luego el versículo 39 nos dice: «Habiendo ellos cumplido con todo conforme a la Ley del Señor, se volvieron a Galilea». Cinco referencias a «la Ley del Señor», solo en este recuento.
Esto me dice a mí que María y José tomaron la Ley de Dios en serio. La Ley de Dios decía que cuando el recién nacido tuviera ocho días de nacido debía ser circuncidado y entonces es cuando debía ser nombrado. Vimos en la última sesión cómo Jesús fue circuncidado a los ocho días de nacido de acuerdo a la ley del Antiguo Testamento.
Cuarenta días después de que naciera el niño, la madre debía purificarse. Hablaremos de eso en algunos momentos. Pero María y José sabían lo que la ley decía que tenían que hacer. Ellos conocían la Palabra de Dios.
La gente no tenía su propia copia de la Biblia. Pero conocían la Ley de Dios porque la habían pasado de una generación a otra. La escuchaban, estaban atentos a ella. Habían aprendido estas cosas de sus padres, y sus padres lo aprendieron de sus padres.
Déjame hacer una pausa aquí y hacer un paréntesis para aquellos de ustedes que son padres, para decirles que este pasaje es un recordatorio de la importancia de que los padres creyentes sean obedientes, de que los padres cristianos establezcan un patrón para sus hijos de padres que obedecen la Ley del Señor. Nos recuerda la importancia de que los padres eduquen a sus hijos de acuerdo a la Palabra de Dios.
Se debe establecer un patrón; y esto se comienza aun cuando tus hijos son recién nacidos. Estás estableciendo un patrón de obediencia. Mientras tus hijos crecen, tu obediencia se convierte en una base para entrenarlos, en una base para enseñarles acerca de cómo tomar decisiones. ¿Por qué hacemos lo que hacemos? Porque eso es lo que dice la Palabra de Dios. Eso es lo que Dios nos dice que hagamos en Su Palabra. Es lo que está de acuerdo a la Ley del Señor.
Para poder ser un padre creyente obediente, necesitas saber lo que dice la Palabra de Dios. Necesitas estar familiarizada con ella. Necesitas saber cuál es la voluntad de Dios y luego comprometerte a ella.
¿Qué tan bien conoces la Palabra de Dios? Y luego, ¿qué tan obediente eres a la Palabra de Dios? La pregunta no es solo si la conoces, sino ¿la obedeces? O escoges, «estas son las cosas que me gustan, pero hoy tengo ganas de quejarme así que no daré gracias en todas las cosas». ¿Eres obediente a la Palabra de Dios así como lo fueron María y José?
No esperes que tus hijos sean más obedientes al Señor de lo que tú eres. Mientras tus hijos van creciendo, se rompe tu corazón cuando los ves violando los caminos y las leyes de Dios, cuando los ves rechazando la Palabra de Dios.
Pero si quieres que tus hijos crezcan obedeciendo la Palabra de Dios, asegúrate de que tú estás estableciendo un modelo; estableciendo un ejemplo de que tú misma estás obedeciendo la Palabra de Dios.
Eso no quiere decir que si eres obediente a la Palabra de Dios, tus hijos siempre van a ser obedientes a la Palabra de Dios. Pero no esperes que sobrepasen tu obediencia a la Palabra de Dios.
Así que vemos a María y a José siendo obedientes a la Ley de Dios y a Jesús siendo obediente, aun como un niño, sometido a la Palabra de Dios, mientras Sus padres lo traían para que se llevaran a cabo estos ritos iniciales de los recién nacidos, y que debían hacerse de acuerdo a la Ley de Dios.
Cuando este niño se convirtiera en hombre, sería un día acusado de romper la Ley de Dios. Moriría al final como un criminal común, como un transgresor en una cruz romana. Pero en la inspiración de este recuento en Lucas 2, pienso que el Espíritu Santo quería que nosotros supiéramos que Jesús no era un transgresor, que aun desde el principio, desde antes del tiempo en que Él pudiera activamente guardar la ley, Él era fiel, era parte de la comunidad de Israel que guardaba la ley.
Gálatas 4:4 nos dice que Jesús nació «bajo la ley». Él obedeció sus mandamientos desde su infancia. Y este patrón de obediencia que fue establecido en Su vida, lo manifestó hasta Su adultez.
Lo ves en el bautismo de Jesús, a la edad de 30 años, cuando se acercó a Juan en el río Jordán para pedir ser bautizado por él. Juan titubeó y le dijo: «Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?» (Mat. 3:14b).
Jesús dijo: «Dejémoslo así por ahora, pues nos conviene cumplir con lo que es justo» (v.15, NVI). Jesús le dijo: «Yo quiero obedecer la ley de Dios». Y para Él, eso comenzó desde que era un recién nacido.
Así que Jesús cumplió la ley de Dios perfectamente. La guardó durante toda Su vida desde Sus primeros días, para que cuando fuera a la cruz, no fuera allí por algún pecado o por culpa propia. No fue allí como un transgresor. Fue allí como el Hijo de Dios, libre de culpa y de pecado, tomando el lugar de nosotros que sí somos transgresores, para ser el sacrificio sustituto por nuestros pecados.
Él no hubiese podido ser el sustituto adecuado por nuestros pecados; Él no hubiese podido morir en nuestro lugar, si tan solo Él hubiese fallado una vez en guardar la ley de Dios, aun desde cuando tenía ocho días de nacido. Si una vez no hubiera cumplido la ley de Dios, Él no habría podido ser nuestro Salvador. Aun desde Su infancia Jesús pasó por todas las ceremonias, todas las ordenanzas que Dios había establecido para el pueblo de Su pacto.
En la última sesión vimos una de esas ordenanzas. Se trataba de la ordenanza de la circuncisión, ordenada por Dios para todos los niños varones judíos, y que se hacía a los ocho días de nacidos. Jesús pasó por ese rito de circuncisión cuando tenía ocho días.
Ahora vamos a ver a Jesús en el texto que estamos viendo hoy en Lucas 2, a los 40 días de nacido, con casi 6 semanas de edad. Aquí vemos la purificación de Su madre que era requerida por la ley para cada madre judía después de dar a luz.
El versículo 22 de Lucas 2 nos dice: «Cuando se cumplieron los días para la purificación de ellos, según la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor». Versículo 24: «Y para ofrecer un sacrificio (un sacrificio por la purificación de la mamá) conforme a lo dicho en la Ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones».
Conforme a la ley de Dios, encuentras esto en Levítico 12. La mujer que diera a luz a un hijo varón era ceremonialmente impura por siete días y luego era confinada por 33 días adicionales. Permanecía impura un total de 40 días. Eso es si tenía un hijo varón. Eran 80 días si tenía una hija.
Levítico 12:4-7 nos dice: (en ese primer periodo de 40 días) «no tocará ninguna cosa consagrada ni entrará al santuario hasta que los días de su purificación sean cumplidos…cuando se cumplan los días de su purificación…traerá al sacerdote, a la entrada de la tienda de reunión, un cordero de un año como holocausto, y un pichón o una tórtola como ofrenda por el pecado. Entonces los ofrecerá delante del SEÑOR y hará expiación por ella, y quedará limpia del flujo de su sangre».
Esta es la ley que María y José estaban siguiendo cuando llegaron al templo cuando Jesús tenía 40 días de nacido. María vino para ser purificada.
Déjame señalar que no era solo el nacimiento en sí que hacía a la mujer ceremonialmente impura. Y el bebé no era considerado impuro. No es que ella haya pecado al dar a luz. La impureza, la impureza ceremonial, era causada por el flujo de sangre que ella experimentaba durante el dar a luz. Eso es lo que requería que un sacrificio fuera ofrecido por su purificación.
Así que ellos iban al templo para ese rito de purificación cuando el bebé tenía 40 días de nacido. Este templo, en la época del nacimiento de Jesús, era el que se conocía como el Templo de Herodes. Es un templo que Herodes expandió y edificó en el lugar donde estaba el templo en el Antiguo Testamento.
Yo hice algo de investigación sobre esto mientras estudiaba este pasaje. Es fascinante. No sabía mucho acerca del Templo de Herodes. Era una estructura magnífica. Déjame contarte un poco acerca de él. Alrededor del perímetro de afuera del templo había lo que se conocía como el patio de los gentiles. Esta era el área de afuera, alrededor del santuario.
El patio de los gentiles era el área más baja. Estaba rodeada de paredes, pero era un área al aire libre. Este era el mercado donde los animales eran vendidos y comprados para los sacrificios de animales.
Aquí estaban las mesas de los cambistas, aquellas que un día Jesús vendría a volcar. Esto estaba también en el patio de los gentiles.
En este patio había un biombo de mármol que tenía 4.5 pies de altura y tenía una inscripción en griego y latín advirtiendo, bajo pena de muerte, a los gentiles, a no proceder más allá de ese punto. «No pases más allá de este punto». Por eso se llamaba el patio de los gentiles. Los gentiles no podían entrar al santuario.
Aquellos que eran judíos pasaban del patio de los gentiles a un tramo de 14 escalones dentro del santuario. El santuario consistía de tres patios. Cada uno era más alto que el previo.
El patio más grande era el patio de las mujeres. Se llamaba así porque no se les permitía a las mujeres proceder más allá de ese punto. Y luego seguía el patio de Israel, que era solo para hombres. Y luego el patio de los sacerdotes. Cada uno de estos era más alto que el otro. El patio de los sacerdotes era, claro, solo para sacerdotes. Y luego seguía el lugar santo y el lugar santísimo donde solo los sumos sacerdotes podían entrar una vez al año a la presencia de Dios.
Así que vemos como todo va ascendiendo hacia el templo, ascendiendo hacia el santuario. Lees acerca de esto en algunos de los salmos del Antiguo Testamento que son llamados «los salmos de ascensión». Esto ocurría mientras ellos iban al templo a adorar al Señor.
El patio de las mujeres, como dijimos, era el más grande de los tres patios del santuario. Cualquier judío podía ir allí, hombre, mujer o niño. Este lugar era como un panal de avispas; lleno de actividad. Mientras leía acerca de esto, como que podía imaginármelo. Había cantos y baile y música constante.
Este es el lugar donde estaba la tesorería, la tesorería del templo, donde la gente daba sus ofrendas. En las paredes de este patio de las mujeres había 13 cofres, o cajas, donde la gente ponía sus ofrendas. Estos cofres se llamaban trompetas. Se llamaban así porque eran angostos arriba y anchos abajo, y tenían la forma de trompetas. Cada una de estas 13 trompetas o cajas estaban marcadas para un tipo particular de ofrenda.
Es como cuando vas a la iglesia. En nuestra iglesia (no sé si lo hacen en la tuya), tienen sobres para la ofrenda y puedes poner tu ofrenda allí. Y al dorso del sobre hay lugares para marcar. ¿Es esto para las misiones? ¿Es esto para el presupuesto general? ¿Es esto para el fondo del edificio? ¿Es esto para un proyecto especial?
Bueno, pues igual estaban estas 13 cajas o trompetas alrededor de las paredes donde la gente podía poner sus ofrendas, y cada una estaba marcada para un cierto tipo de ofrenda para el templo.
La tercera trompeta, la tercera caja de ofrenda, era el lugar donde las mujeres ponían su ofrenda si querían comprar una tórtola para el holocausto o la ofrenda por el pecado que era requerida para esta ceremonia de purificación.
Luego, después de que colocaras tu ofrenda allí en el patio de las mujeres, subías otros 15 escalones, 15 pasos, hacia el portón de Nicanor. Ese portón, el cual tenía un arco sobre él, era el que entonces te llevaba al patio de Israel.
Las mujeres no podían pasar por ese portón al patio de Israel. Solo podían ir hasta el portón. Pero es en este portón donde las mujeres iban para tener esta ceremonia de purificación.
Muchas cosas pasaban en este portón de Nicanor que estaba entre el patio de las mujeres y el patio de Israel. Aquí es donde se llevaban a cabo muchas de las ceremonias que estaban prescritas en el Antiguo Testamento; por ejemplo, aquí debían ir las personas que debían ser inspeccionadas para ver si tenían lepra, por parte de los sacerdotes. Aquí es donde hacían esto, en el portón de Nicanor.
Recordarás que en el Antiguo Testamento si una esposa era acusada de adulterio ella era llevada al templo y presentada al Señor y le daban a tomar agua amarga. Si se enfermaba, eso era evidencia de que era culpable. Era algo sobrenatural que Dios hacía. Esa ceremonia se llevaba a cabo en este portón.
Este es el lugar donde las mujeres venían a purificarse después de dar a luz. De manera que se hacían muchas ceremonias en este portón. Los sacerdotes estaban allí y las personas venían y se presentaban al Señor.
Y aquí es donde María y José vinieron con su infante de 40 días de nacido, con Jesús, para la purificación de los 40 días de María después de que nació su primogénito. Vinieron a presentarse ante el sacerdote.
Permíteme hacer dos observaciones acerca del rito de la purificación por el que pasó María. Antes que todo, leemos en el texto que María y José trajeron un par de aves. Si recuerdas, leímos en Levítico 12 que una mujer debía traer un holocausto y una ofrenda por el pecado. Decía que debía traer un cordero para una ofrenda y un ave para la otra ofrenda.
Pero hubo una provisión que Dios, en Su misericordia, hizo para los judíos que no tenían recursos para un cordero. Levítico 12:8 nos dice: «pero si no le alcanzan los recursos para ofrecer un cordero, entonces tomará dos tórtolas o dos pichones, uno para el holocausto y el otro para la ofrenda por el pecado».
Así que Dios hizo provisión para esos judíos que no tenían los recursos para ofrecer un cordero cada vez que tenían un hijo y tenían que pasar por este rito de purificación. María trajo el sacrificio de una persona pobre.
Ahora bien, no era el sacrificio de la persona más pobre. Había otra provisión en la ley del Antiguo Testamento donde si no te alcanzaba para las dos aves, podías traer algo de trigo o de harina. Así que si no alcanzaba para un cordero, traían un par de tórtolas o pichones. Traían para lo que sí les alcanzaba y eso era aceptable ante Dios.
Mientras reflexionaba en ese versículo en Lucas 2, me acordé de otro versículo en el Nuevo Testamento. 2 Corintios 8:9 nos dice: «Porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, sin embargo por amor a vosotros se hizo pobre, para que vosotros por medio de su pobreza llegarais a ser ricos».
Podemos apreciar un vistazo de esto, aún aquí cuando Jesús tiene 40 días de nacido en la presentación y en la purificación allí en el templo. Él no nació de padres ricos. Pero pienso que es una imagen maravillosa que Dios nos dio al mandar a Jesús a nacer de padres comunes, ordinarios o de clase media en el mejor de los casos; padres que no tenían los recursos para una ofrenda de ricos.
Dios mandó a Su Hijo a nacer en esa familia, a nacer en la parte de atrás de un mesón en un pesebre de animales, probablemente ni era una habitación, solo un lugar donde el ganado iba a comer. Todo esto es una imagen, no de abundancia, sino de pobreza.
Somos recordados de que Jesús se despojó de Su gloria y de Su riqueza como Dios, y tomó la forma de ser humano, se hizo hombre. ¿Por qué hizo eso? Para que por medio de Su pobreza nosotros nos hiciéramos ricos. De nuevo vemos la humildad de Jesús, el asombroso amor de Cristo.
Luego también en este rito de purificación se nos da un vistazo del evangelio en el hecho de que la purificación requiere el derramamiento de sangre. María estaba siendo purificada en su ritual de impureza. Hebreos 9:22 nos dice que «según la ley, casi todo es purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados».
El rito de la purificación que experimentó María requería que estas aves fueran matadas, que la sangre de los animales sacrificiales fuera derramada para su purificación. Es una imagen del evangelio que Jesucristo vino a traer a esta tierra.
Puedes imaginarte esta escena en el portón de Nicanor, allí a la orilla del patio de las mujeres, mientras entrabas a la parte del santuario donde los sacerdotes hacían sus sacrificios. Por todas partes de este lugar la gente estaba ofreciendo animales para ser sacrificados. La sangre estaba siendo derramada por todo lugar. Estaba siendo derramada sobre los altares. Mientras está pasando esto, mientras María trae estas aves cuya sangre será derramada para su purificación, María tiene en sus brazos al Cordero de Dios quien quitará el pecado del mundo.
¡Qué imagen! Ella trae un par de aves para ofrecer como ofrenda por el pecado y un holocausto. La sangre de las aves es derramada; son matados y la sangre es derramada para su purificación y allí en sus brazos ella carga al que un día derramaría Su sangre para limpiarla a ella y para limpiar a todos aquellos que creen en el Señor Jesús.
Somos recordados mientras vemos este incidente en la vida del bebé Jesús...
¿Qué me puede dar perdón? Solo de Jesús la sangre
¿Y un nuevo corazón? Solo de Jesús la sangre
Fue el rescate eficaz, solo de Jesús la sangre
Trajo santidad y paz, solo de Jesús la sangre
Veo para mi salud, solo de Jesús la sangre
Tiene de sanar virtud, solo de Jesús la sangre
Precioso es el raudal, que limpia todo mal;
No hay otro manantial, solo de Jesús la sangre. 1
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha mostrado un cuadro de la obediencia de María y José al dedicar a Jesús en el templo. Y qué bendición es recordar que el sacrificio del Hijo de Dios quita el pecado del mundo –¡de esto se trata la Navidad!
No sé si has estado presente en una actividad de dedicación de un bebé, pero ¿te has preguntado por qué los dedicamos? Mañana Nancy nos hablará más sobre esto.
Nancy: Padre, te damos gracias por este vistazo que nos has dado en Tu Palabra de cómo la madre del Señor Jesús fue al templo y ofreció ese sacrificio para ser purificada de su ritual de impureza, cómo ella ofreció un sacrificio. Y allí en sus brazos ella tenía al sacrificio que Tú proveíste para que de una vez y por todas pudiéramos ser limpiados de nuestros pecados.
Gracias, Jesús. Gracias por estar dispuesto a ser hecho pobre, por ser el Cordero sacrificial de Dios, el que nos purifica de todos nuestros pecados. Te bendecimos, amen.
Annamarie: Viviendo juntas la belleza del evangelio, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
1 Solo de Jesús la Sangre. Rober Lowery
La Sangre de Jesús, Jonathan & Sarah Jerez, Vivir Es Cristo ℗ 2013 Jonathan & Sarah Jerez.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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