La provisión de Dios
Débora: Betsy Gómez se dio cuenta de que había estado buscando satisfacción en lugares equivocados.
Betsy Gómez: Cuando creces en la iglesia, a veces piensas que estás bien. Aunque tengas problemas en tu vida o en tu matrimonio, no pasa nada. Pero por primera vez en mi vida, pude ver que estaba llena de orgullo. Mi vida era una vida llena de pecado. Estaba enfocada solo en mí misma y no estaba cuidando de mi esposo ni de mi hijo.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de «En Busca de Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 26 de septiembre de 2024.
La semana pasada, Nancy comenzó una serie llamada «Cómo saciar nuestra sed». Vimos cómo las mujeres de hoy en día son como la mujer en el pozo con la que Cristo tuvo un encuentro en el capítulo 4 …
Débora: Betsy Gómez se dio cuenta de que había estado buscando satisfacción en lugares equivocados.
Betsy Gómez: Cuando creces en la iglesia, a veces piensas que estás bien. Aunque tengas problemas en tu vida o en tu matrimonio, no pasa nada. Pero por primera vez en mi vida, pude ver que estaba llena de orgullo. Mi vida era una vida llena de pecado. Estaba enfocada solo en mí misma y no estaba cuidando de mi esposo ni de mi hijo.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, coautora de «En Busca de Dios», en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 26 de septiembre de 2024.
La semana pasada, Nancy comenzó una serie llamada «Cómo saciar nuestra sed». Vimos cómo las mujeres de hoy en día son como la mujer en el pozo con la que Cristo tuvo un encuentro en el capítulo 4 del Evangelio de Juan.
Muchas mujeres cargan con la esclavitud de la culpa.
Andrea Griffith: Durante años, las palabras que rondaban por mi cabeza eran: «Tú lo hiciste. Lo escondiste. Nunca te librarás de eso».
Débora: Algunas mujeres pueden buscar satisfacción en la fama y la popularidad.
Nancy Stafford: Entonces comencé a hacer todos esos comerciales y a modelar. Me mudé a Nueva York. Estaba en la cima de mi carrera. Pero todavía no me sentía bien conmigo misma.
Débora: Otras mujeres buscan sentirse satisfechas con el éxito en sus carreras.
Betsy: Quería trabajar a tiempo completo en el ministerio algún día.
Débora: Más adelante escucharemos un poco más de esta historia. Pero primero, unámonos a Nancy donde nos quedamos en nuestra serie de enseñanza: «Cómo saciar nuestra sed». Ella comparte algunos de los mensajes que otras mujeres le han escrito acerca de los lugares donde han buscado satisfacción. Aquí está Nancy.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Una mujer dijo: «He estado buscando satisfacción en lugares fuera de Cristo: hombres, comida, compras, amistades, cualquier cosa excepto Jesucristo».
Otra mujer dijo: «Ya que mis necesidades no siempre han sido satisfechas por mi esposo. . .», y por cierto, no hay esposo que pueda satisfacer todas las necesidades de una esposa. Si deseas que tu esposo se sienta atraído por ti, una de las cosas que quizás debas hacer es regresar a casa y liberarlo de la prisión de tus expectativas.
Cuando un hombre siente que su esposa está tratando de convertirlo en un prisionero de lo que ella cree que es un buen esposo, inevitablemente, la naturaleza de ese hombre es salir corriendo para resistir ese tipo de encarcelamiento.
Liberar a tu esposo de esas expectativas de ser «dios» en tu vida no solo te liberará a ti, sino que liberará tu matrimonio.
Esta mujer dijo: «Ya que mis necesidades no siempre han sido satisfechas por mi esposo, he tratado de satisfacerlas en el trabajo. A menudo he buscado la satisfacción en mi trabajo».
Otra mujer dijo: «Puse expectativas irracionales sobre mi esposo y mis hijos para que me dieran paz y felicidad».
Ahora, en los episodios anteriores estuvimos viendo que cuando abandonamos a Dios como nuestra fuente de agua viva, no somos conscientes de que lo hemos abandonado. No decimos conscientemente que hemos abandonado a Dios.
Pero cuando fallamos en no ir a Él para saciar las necesidades más profundas de nuestro corazón y recurrimos a otras cosas o personas para suplir lo que Dios tenía la intención de suplirnos, ¿de qué somos culpables? De idolatría, porque hemos reemplazado a Dios.
Hemos buscado sustitutos baratos de Dios para nuestras vidas. Sí, todas tenemos sed, pero el problema es que intentamos saciar nuestra sed en los lugares equivocados.
Ahora, quiero que veamos en los próximos días la provisión de Dios y que Él ya ha hecho una provisión para nosotras tal como hizo una provisión para esa mujer que fue al pozo y se encontró con Cristo hace miles de años.
Ella vino buscando agua, y Cristo le dijo en Juan 4:10: «Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva».
Verás, Dios tiene una provisión para tu sed. Él creó la sed. Él nos hizo de tal manera que no estamos saciadas sin Él. Nos sentimos vacías sin Él y Él quiere que esa sed nos lleve hacia Él como nuestra fuente, como nuestra provisión. Ahora, me anima saber, mientras leo la Palabra de Dios, que Dios quiere saciar mi sed y mis anhelos más profundos. No todos serán satisfechos de este lado del cielo, es importante que recordemos eso. Pero Dios quiere saciar mi sed y mis anhelos más profundos.
Y hay tantas referencias a eso en las Escrituras, especialmente en los Salmos. Pienso en un pasaje de los Salmos que dice: «Porque Él ha saciado al alma sedienta, y ha llenado de bienes al alma hambrienta» (Salmo 107:9). Luego en otro pasaje de los Salmos el pueblo pidió provisión y Dios trajo codornices y los sació con pan del cielo. Y luego Dios dice: «Abre bien tu boca y la llenaré. . . Yo te alimentaría con lo mejor del trigo, Y con miel de la peña te saciaría» (Salmo 81:10,16). ¿Por qué nos conformamos con sustitutos baratos cuando Dios quiere llenarnos con algo que realmente satisface? Dios quiere saciar nuestra sed y nuestros anhelos más profundos.
Entonces, aquí está la verdad que creo que es tan liberadora: Jesucristo mismo es el agua que realmente sacia. No solo nos da agua viva, sino que Él mismo es la provisión de Dios para mi sed. No es que Él nos dé algo nuevo, o una experiencia espiritual mayor, o una gran clave para la vida cristiana. Él es nuestra vida. Él es el agua. Él es quien verdaderamente satisface.
Y puede que no te parezca muy profundo, pero para mí es una verdad que me da y me cambia la vida cuando empiezo a darme cuenta de que Cristo es mi vida. Cristo le dijo a la mujer en el pozo: «Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed», refiriéndose al agua de ese pozo, «pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás» (Juan 4:13-14). Él es esa agua y Él dice: «Si tú conocieras el don de Dios y quién es el que te habla, se lo pedirías y Él se daría a Sí mismo».
«Yo soy el que habla contigo. Yo soy Dios. Yo soy el Agua Viva». Solo hay un pozo que verdaderamente sacia de forma duradera, solo uno. Dios nos ha hecho de tal manera que nunca estemos satisfechas con nada menos que Su provisión, y esa provisión es Jesucristo.
Ahora, el pastor John Piper habla de ese manantial que satisface. Él dice que es «un manantial que satisface la sed, no eliminando la necesidad que tú tienes de esa agua, sino estando ahí para darte agua cada vez que tengas sed una y otra y otra vez».
Cristo no está diciendo: «Si tú vienes a Mí y tienes una relación Conmigo, nunca más volverás a tener anhelos», sino que lo que Él está diciendo es que siempre habrá en tu vida la fuente de suministro para satisfacer esos anhelos. Siempre habrá esa fuente de agua en ti.¡Eso es suficiente! Eso te permitirá estar satisfecha sin importar las circunstancias que enfrentes en tu vida, sin importar si tienes amigos o no, sin importar si tienes momentos oscuros o difíciles.
Él está diciendo que dentro de ti siempre estará ese pozo, esa fuente de vida. Y Jesucristo mismo es esa agua viva.
Hace algunos años hablé en una conferencia, un viernes en la noche, sobre la mujer samaritana en el pozo. A la mañana siguiente, una mujer se me acercó y me dijo: «Esta mañana temprano, después de escuchar tu mensaje de anoche, escribí una canción». Me entregó el papel en el que había escrito esas palabras. Vi las palabras y me di cuenta inmediatamente de que no se trataba solo de una canción sobre mi mensaje. No era solo una canción sobre la mujer samaritana, sino que las palabras que June había escrito eran su historia porque ella era esa mujer del pozo.
«¡Vengan a ver a un Hombre! Es Cristo. Es el Mesías. Él es el que satisface eternamente». Esas fueron las palabras que la mujer samaritana le dijo a la gente en Samaria cuando regresó a la ciudad. Aquella mujer encontró aceptación y plenitud en un hombre, en Cristo Jesús. Ahí es exactamente donde June encontró esa satisfacción y esa aceptación. Así que permíteme leerte la letra de esa preciosa canción que ella escribió:
Durante la mayor parte de mi vida me sentí como una mujer,
Como una mujer de mala reputación.
Por las cosas que había hecho y que me hicieron,
Sentí que no servía para nada.
Como la mujer en el pozo que habló a solas con Jesús
buscando de beber,
He estado buscando amor en todos los lugares equivocados:
desamparada, necesitada y débil.
Pero ahora que conozco a Cristo, proclamaré al mundo
estas palabras de invitación.
Por siempre levantaré Su Nombre y cantaré.
Ven a ver a un hombre que sabe todo de mí.
Quien sabe lo que he hecho y el amor que necesito.
Ven a ver a un hombre que no me dejará ni me abandonará,
Quien murió en una cruz para liberarme.
Ven a ver a un hombre que da vida eterna,
Quien es el Pan de Vida, Agua Viva para tu sed.
Ven a ver a un hombre que da nuevos comienzos,
Quien da nuevas oportunidades, quien da nuevo nacimiento.
¡Su nombre es Cristo! ¡Su nombre es Cristo!
Y si te sientes igual, creyendo que no hay adónde ir,
tú también puedes venir a Cristo, donde fluyen las aguas vivas.
Él te amó, esto lo sé.
¡Su nombre es Cristo! ¡Su nombre es Cristo!
Entonces podemos cantarlo juntas,
juntas como un solo Cuerpo.
Podemos hablarle al mundo acerca de Cristo, el Hijo resucitado de Dios, Jesucristo.
Y todos podemos cantar:
Ven a ver a un hombre que sabe todo de mí.
Quién sabe lo que he hecho y el amor que necesito.
Ven a ver a un hombre que no me dejará ni me abandonará,
Quien murió en una cruz para liberarme.
Ven a ver a un hombre que da vida eterna,
Quién es el Pan de Vida, Agua Viva para tu sed.
Ven a ver a un hombre que da nuevos comienzos,
Quien da segundas oportunidades, quien da nuevo nacimiento.
¡Su nombre es Cristo! ¡Su nombre es Cristo!
¡Su nombre es Cristo! ¡Su nombre es Cristo!
Mientras escuchaba a June cantar esa canción, me di cuenta de que había una mujer que tenía su propia historia. Un tiempo después de la conferencia la llamé y le dije: «June, ¿podrías contarme un poco más sobre tu historia?». Ella estaba feliz de hacerlo y de darme permiso para compartirla con otros. Me contó que había crecido en una familia con un padre alcohólico y abusivo, un padre que abusó sexualmente de ella durante algún tiempo cuando ella era niña.
Luego me contó cómo entró en una etapa de la vida en la que intentó saciar esa sed y terminó en muchas relaciones adictivas e inmorales buscando amor, tal como ella dijo: «en todos los lugares equivocados». Entonces llegó un día en que ella vino y vio a un Hombre. Su nombre es Cristo. Encontró un hombre que sabía todo sobre ella, pero aun así la amó, la amó incondicionalmente; estuvo dispuesto a restaurarla, renovarla y darle una nueva vida.
Fue interesante que compartiera conmigo que tuvo que llegar a un lugar donde se dio cuenta de que era una pecadora que necesitaba el perdón de Dios, pero no solo por lo que había hecho. Tuvo que resolver problemas de perdón con su padre y otras personas. Dijo que se dio cuenta de que su corazón se había llenado de veneno, ira y autodesprecio, y que era una pecadora que necesitaba esa agua viva.
Había buscado otros pozos además de Cristo para satisfacer las necesidades y anhelos más profundos de su corazón. Entonces, fue cuando llegó a Cristo y comenzó a dejar que Él llenara los lugares vacíos de su corazón, y fue entonces cuando un pozo de agua comenzó a brotar dentro de ella.
¿Y sabes lo que está haciendo hoy? Está involucrada en ministrar a mujeres que están en las cárceles, mujeres que provienen de entornos similares al suyo. Y el pozo de agua que Dios ha hecho brotar dentro de ella es ahora un pozo de agua que da vida a los demás. Ella dijo: «Ahora doy gracias a Dios por el dolor, por el sufrimiento, por la espera, porque a través de todo eso he encontrado a un Hombre, Cristo Jesús».
Padre, gracias por el poder, el amor, la misericordia y la plenitud que encontramos en Cristo. Gracias por las segundas oportunidades. . . y terceras, cuartas y quintas. Gracias por Tu misericordia. Gracias por saber todo sobre nosotras y aun así ofrecernos esa agua viva. Gracias porque eres la provisión de Dios para nuestro pecado, para nuestro vacío, para nuestra necesidad.
Oh Cristo, miramos hacia Ti y somos saciadas. Te damos las gracias en el nombre de Jesús, amén.
Débora: Wow. ¡La canción de June es tan poderosa! También lo es la verdad de la Palabra de Dios que Nancy DeMoss Wolgemuth ha estado compartiendo con nosotras.
Esta serie se titula: «Cómo saciar nuestra sed». Puedes escuchar los episodios anteriores visitando AvivaNuestrosCorazones.com, o a través de la aplicación de Aviva Nuestros Corazones. ¿Y por qué no aprovechas y la compartes con alguien que conoces y que sabes que podría edificarse? Encontrarás un enlace a la versión pódcast del programa en AvivaNuestrosCorazones.com. También está disponible en nuestro canal de YouTube, búscanos como Aviva Nuestros Corazones.
Hay algo que se ha repetido varias veces durante esta serie: podemos sentirnos tentadas a buscar el éxito en nuestro trabajo como fuente de satisfacción. Pero, como todos los demás pozos vacíos que hemos analizado, el pozo del éxito profesional no proporciona el agua viva que necesitamos. Podría resultar en algo bueno, pero no sacia nuestro corazón.
Betsy Gómez pasó por un proceso para descubrirlo. Ella creció en la iglesia, pero todas las mujeres que eran admiradas allí habían obtenido éxito en sus carreras.
Betsy: No tuve ese ejemplo de una madre y un hogar piadoso. Crecí viendo a mujeres que dejaban incluso sus hogares y su familia para dedicarse al ministerio. Ese era mi sueño. Quería trabajar a tiempo completo en el ministerio algún día de mi vida. Luego fui a la universidad. Me gradué en mercadeo e hice una maestría en comunicación integral.
Pensé que todo estaba bien. No tuve ese ejemplo o un modelo visual que me enseñara a ser esposa o buena madre. Pensé que había aprendido todo lo que tenía que hacer.
Me casé muy joven con la idea de que todo iba a salir perfecto; que no necesitaba un modelo a seguir o que no necesitaba que nadie me dijera cómo ser mamá o una buena esposa. Creo que no me di cuenta de que yo tenía un problema durante nuestros primeros años de matrimonio. Luego quedé embarazada y comencé a pensar que iba a ser un gran reto para mí ser mamá y trabajar a tiempo completo.
Débora: Aunque sabía que sería un reto, Betsy se apresuró en volver al mundo laboral. En su comunidad, se daba por sentado que ser una mujer profesional era más prioritario que invertir en los hijos.
Betsy: En mi país de origen tenemos un permiso por maternidad de tres meses. Pero mi trabajo me necesitaba los dos meses. Así que tuve que salir de mi casa y volver a mi trabajo antes de lo previsto. Cuando lo hice, pensé que estaba bien porque necesitaba mantener mi trabajo y ser responsable con mis proyectos.
Pero no me estaba dando cuenta de que mi proyecto más importante que acababa de lanzar era mi bebé. Solo quería seguir el ejemplo de una madre trabajadora que vi en mi mamá. Esa situación obligó a mi esposo a pasar más tiempo en casa, ya que tenía un trabajo más flexible. Trabajaba como consultor; podía elegir su horario. Él pasaba más tiempo con mi pequeño hijo.
Moisés Gómez: Pensé que si ayudaba en casa, estaba ayudando con nuestro matrimonio.
Débora: Él es el esposo de Betsy, Moisés Gómez. Él tenía el deseo dado por Dios de servir a su familia. Pero también sabía que Dios lo había llamado a liderar a su familia y también a proveer para ella.
Moisés: Sabíamos que detrás de esa situación, algo no estaba funcionando bien.
Débora: Debido a su horario de trabajo, Betsy tenía muy poco tiempo para dedicarle a su hijo.
Betsy: Tenía la oportunidad de estar con él los fines de semana porque llegaba a casa muy tarde por la noche o por la tarde, y estaba muy cansada. Estaba enfocada solo en mí misma, no estaba pensando en mi bebé. Y lo peor es que quería que todos creyeran que era una madre perfecta. Hacía todo lo posible para que la gente pensara que todo iba bien. Pero en mi corazón empecé a sentir que sabía que algo iba mal.
Un día, recuerdo que llegué muy tarde a mi trabajo y sentí que no pertenecía a ese lugar. Fue como si en ese momento sintiera que ese era el peor lugar en el que podía estar en ese momento. Pensé: «¿Por qué? Si no puedo estar aquí, ¿dónde? ¿Dónde?» Y luego pensé: «Bueno, en el ministerio. Tengo que trabajar en el ministerio a tiempo completo».
Me sentí muy ansiosa y estresada durante toda una semana. En mi corazón sentía que algo estaba muy mal.
Débora: Las preocupaciones de Betsy aumentaron un día cuando llegó a casa, vio a su hijo, ella extendió los brazos y lo vio huir hacia su padre. Trató a Betsy como a una extraña.
Betsy: Cuando llegué a casa, mi hijo me rechazó porque no tuvimos la oportunidad de pasar tiempo juntos, como para estrechar lazos.
Moisés: Cuando vi que la rechazó, entonces decidí preocuparme porque esa no fue una situación normal. Todo el mundo nos decía que los chicos prefieren a las mamás.
Débora: Betsy obtuvo una perspectiva importante sobre su situación una noche que no podía dormir. Moisés había asistido a una conferencia de Desiring God en Estados Unidos. Allí escuchó hablar de Aviva Nuestros Corazones y se lo contó a Betsy.
Betsy: Escuché en Internet un mensaje que Nancy dio en una conferencia de True Woman que se llamaba «¿Qué es una Mujer Verdadera?». Cuando seguí escuchando lo que decía, me di cuenta de que estaba muy lejos de lo que Dios había pensado para mí como mujer. Recuerdo que ella hablaba de las responsabilidades de una mujer en su casa, con su esposo, con sus hijos.
Nancy (mensaje de la conferencia): «Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta, no calumniadoras ni esclavas de mucho vino. Que enseñen lo bueno, para que puedan instruir a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a que sean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada» (Tito 2:3-5).
Betsy: Lo que más me impactó fue la forma en que ella enseñó que era pecado, como si estuvieras pecando. Cuando no cumples con el diseño de Dios para tu vida, le estás diciendo: «No quiero vivir de acuerdo al diseño que pensaste para mí». Esa enseñanza me ayudó a comprender que tenía que vivir de acuerdo a las prioridades de Dios y no de acuerdo a las formas pecaminosas. Cuando comencé a escuchar esa enseñanza de Nancy, me sentí tan confrontada. Por primera vez en mi vida pude verme como una pecadora.
Cuando creces en la iglesia, a veces piensas que estás bien. Aunque tengas problemas en tu vida o en tu matrimonio, es como si no pasa nada. Pero por primera vez en mi vida, pude ver que estaba llena de orgullo. Mi vida era una vida llena de pecado. Estaba enfocada solo en mí misma y no estaba cuidando de mi esposo ni de mi hijo.
Débora: Betsy se dio cuenta de que sus prioridades estaban desordenadas. Era una talentosa profesional de mercadeo, pero para esa etapa de la vida había sido llamada a desempeñar un papel muy importante. Decidió dejar su trabajo para poder dedicar su energía y talento para criar a la próxima generación.
Inmediatamente, el miedo se apoderó de ella. ¿Qué pensaría su familia? ¿Estaba desperdiciando todo el esfuerzo que había dedicado para obtener su maestría?
Betsy: Tuve la convicción de que mi primer ministerio y mi primera responsabilidad en este mundo es cuidar de mi familia y ser un apoyo para mi esposo. Cuando me di cuenta de que debía dejar mi trabajo, pensé que iba a ser fácil. Cuando dejé mi trabajo, me miré y me dije: «Okay, de acuerdo, ¿pero qué voy a hacer ahora? ¿Cómo puedo empezar?
Creo que Dios empezó a romper tantas cosas en mi vida y patrones equivocados que había aprendido. Dios empezó a cambiar mi corazón, poniendo en mí el deseo de hacer lo que tenía que hacer. Nunca antes había tenido el deseo de limpiar mi casa o lavar la ropa yo misma.
Dios me rodeó de un grupo de hermanas y amigas que me ayudaron. Al principio me sentí un poco avergonzada porque no quería que me enseñaran porque quería resolverlo yo misma. Pero luego Dios me ayudó a ser humilde y a aceptar esa ayuda. Recuerdo que en uno de los programas de radio de Aviva Nuestros Corazones, Nancy dijo, como si me estuviera hablando a mí: «No tienes que sentir vergüenza de pedir ayuda». Además de eso, tenía ese gran deseo en mi corazón de enseñarle a mi hijo la Palabra de Dios. Así que pedí algunos materiales y eso fue hermoso.
Débora: Betsy continuó aprendiendo cómo abrazar el servicio a su familia. Aprendió muchas cosas prácticas que nunca le enseñaron mientras crecía, cómo cocinar o cómo organizar una casa. Pero, mucho más importante, estaba aprendiendo a tener un corazón de servicio para con los demás.
En ese proceso, Dios usó una serie de enseñanzas de Aviva Nuestros Corazones. Betsy visitó AvivaNuestrosCorazones.com y encontró en los archivos de la serie «La mujer contracultura: una vista fresca a Proverbios 31». Esta serie tuvo un gran efecto en Betsy.
Betsy: Creo que fue perfecta para mí porque me ayudó a poner todo en su lugar. Esa serie me ayudó, día a día, a entender el propósito de Dios para mí, como mujer, como esposa, como mamá. Recuerdo que ella dijo: «Si estás casada, creo que sería una buena idea escuchar este programa de radio con tu esposo».
Entonces llamé a mi esposo y le dije: «Bueno, tenemos una cita. Al mediodía tenemos que escuchar este programa de radio». Él dijo: «Está bien».
Mi esposo y yo escuchábamos esa serie de radio y fue sorprendente cómo eso me impactó no solo a mí, sino también a mi esposo, porque él se convirtió en el proveedor total de nuestra casa, de nuestro hogar. Eso me liberó de cualquier sentimiento de culpa por dejar mi trabajo. Así que dejé mi trabajo. Fue gracioso porque no paraba de explicarle a mi jefe las razones por las que iba a dejar mi trabajo y nadie en mi oficina entendía. Él estaba como: «Betsy, estás tomando la peor decisión de tu vida».
Débora: Después de dejar su trabajo en mercadeo y concentrarse en su trabajo como esposa y madre, Betsy necesitaba apoyo. Dios trajo a Laura González de Chávez a su vida. Laura fue clave en la traducción de Aviva Nuestros Corazones al español y de hecho dirige el ministerio Aviva Nuestros Corazones.
Laura le dio a Betsy una copia del libro de estudio: «En Busca de Dios». Nancy DeMoss Wolgemuth y Tim Grissom lo escribieron para enseñar a los lectores cómo atravesar un proceso de avivamiento personal. Betsy se comprometió a leer el libro y a reunirse con un grupo pequeño para discutirlo.
Betsy: Mi esposo y yo fuimos juntos a ese estudio y fue increíble. Creo que fue el mejor momento en años porque pudimos vernos realmente como éramos. Empezamos a confesar muchas cosas que no sabíamos el uno del otro. Fue perfecto en ese momento porque era un nuevo comienzo para nosotros, de ser honestos con nosotros mismos y tener una conciencia limpia. A veces pensamos que lo que sucedió en el pasado quedó en el pasado y que no tenemos que hablar de eso más, y que solamente tenemos que seguir adelante.
Ser transparentes y honestos el uno con el otro nos ayudó de muchas maneras a comprender cómo el pecado nos impedía crecer y cómo nuestra relación podía crecer conociéndonos tal y como somos. Entonces creo que la confesión fue fundamental para el avivamiento en nuestro hogar.
Honestamente, hubo momentos en los que quise cerrar el libro y no continuar leyendo. Pero entonces el Espíritu Santo nos ayudó a seguir adelante y a no avergonzarnos de nuestro pecado, porque para eso vino Cristo, para liberarnos de nuestros pecados. Teníamos mucho orgullo en nuestros corazones y no nos dábamos cuenta de que lo teníamos.
Moisés: Realmente En Busca de Dios es una herramienta increíble del ministerio Aviva Nuestros Corazones.
Débora: Nuevamente con nosotras, el esposo de Betsy, Moisés Gómez.
Moisés: Necesitaba a Dios. Necesitaba Su gracia. Necesitaba ser misericordioso y honesto con mi esposa. Dios me ayudó a ser claro, totalmente transparente, muy abierto con mi esposa. Dios me ayudó a regresar y decirle algo que tal vez no le dije porque pensé que eso estaba en mi pasado. Así que, el ejercicio de empezar a confesarme con ella y a ser misericordiosos el uno al otro fortaleció nuestra relación.
Betsy: Este estudio, En Busca de Dios, nos ayudó a vernos como realmente éramos. Entonces comenzó un avivamiento en mi casa. Doy gracias a Dios por recursos como este y ministerios como este.
Débora: Mientras Betsy continuaba experimentando un avivamiento en su hogar, comenzó a buscar maneras de apoyar a su esposo. Ella quería que él hiciera todo lo que Dios le había llamado a hacer. Ahora, Betsy disfrutaba vivir en Santo Domingo y no quería irse. Pero surgió una oportunidad para que Moisés diera un nuevo paso en el ministerio.
Betsy: Desde que nos casamos, él había soñado con estudiar teología y graduarse. Así que nos mudamos a otra ciudad con ese propósito, y allí no tuve ayuda en casa ni con mi hijo. Quedé embarazada de nuevo y entonces tuve la oportunidad perfecta de practicar lo que Dios me estaba preparando para hacer. Así que en ese momento estuve cuidando a mi hijo, cuidando a mi esposo, cuidando mi hogar, mi vida espiritual, mi casa. Pienso que a veces Dios nos pone en un lugar donde solo lo tengamos a Él y solo a Él.
Débora: Anteriormente escuchamos cómo Betsy se sintió llamada al ministerio de tiempo completo. Así que comenzó a darse cuenta de que el llamado se estaba cumpliendo justo donde ella estaba.
Betsy: Yo pensaba que el ministerio era salir de mi casa e impactar vidas fuera de mi hogar. Es tan maravilloso que ahora puedo entender que en esta etapa de mi vida, Dios me está llamando a un ministerio de tiempo completo para impactar las vidas que más me importan, la de mi esposo y mis hijos. Y sinceramente al principio pensé que iba a estar en mi casa sentada sin nada que hacer.
Pero ahora entiendo que no se trata solo de limpiar o lavar platos o preparar la comida o de estar con mis hijos. Se trata de cuidar, amar, nutrir, enseñar a mis hijos, impactar a mis hijos con el mensaje de Jesucristo. Sé que este ministerio impactará muchas vidas de mejor manera que si salgo de mi casa.
Débora: ¿Recuerdas lo mucho que Proverbios 31 significó para Betsy? Su esposo ve a su esposa desarrollar las cualidades descritas en este capítulo.
Moisés: El versículo 28 dice: «Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada, también su marido la alaba». Y quisiera decirle a mi esposa: eres una bendición para nosotros.
Betsy: Y aun con el paso del tiempo ahora tenemos cuatro hijos, mi esposo es pastor, estoy de lleno en casa. Y sigo afirmando que el ministerio que hacemos dentro de nuestro hogar tiene un impacto eterno que no debemos menospreciar y que debemos hacerlo sabiendo que lo hacemos como para el Señor, porque al final Él es nuestro Tesoro.
Débora: Desde esa entrevista, Moisés terminó el seminario y está sirviendo como pastor. Betsy todavía cree en hacer de su hogar una alta prioridad. Y poco a poco el Señor la ha guiado a algunas actividades ministeriales fuera de su hogar. Es posible que la hayas escuchado o visto sirviendo en Aviva Nuestros Corazones en alguna conferencia o en video.
Como Betsy descubrió, nada puede saciarnos, excepto Cristo. Lo que nos lleva de regreso, Nancy, al tema en el que nos hemos enfocado durante toda esta semana.
Nancy: Como hemos mencionado a lo largo de esta serie, Cristo es el único que puede saciar la sed de nuestros corazones. Eso fue lo que aprendió la mujer samaritana, y realmente eso es lo que todo seguidor de Cristo descubre: que Él es el único que realmente puede satisfacer nuestros anhelos más profundos.
Hace algunos meses Aviva Nuestros Corazones recibió este testimonio de una oyente. Escucha lo que nos dijo:
«Nací en una familia de “creyentes”, de padres que profesaban la fe: un papá pastor, y una madre trabajadora y fiel a Dios. Tristemente, mi padre se introdujo en el judaísmo, dejó su ministerio y mi mamá tomó la decisión de no ir a la iglesia ni abrazar el judaísmo, así que lo mejor fue el divorcio.
Con un padre ausente y problemas familiares, fui diagnosticada con ansiedad infantil y fui medicada. Mi ansiedad me llevó a comer en grandes cantidades y subí mucho de peso. Recibía burlas de mis familiares a causa de mi aumento tan brutal de peso. A los 10 años de edad creía que morir era la única forma en que todo dejaría de dolerme.
Me volví una chica insegura, aborrecía ser mujer. En el año 2020, durante la pandemia, Dios me permitió conocer Aviva Nuestros Corazones. Fue todo un proceso muy difícil desde antes de conocer el ministerio, pero sin duda ha sido de gran bendición. Hoy, después de muchos años, puedo decir que mi hogar es el Señor, Él es el Padre fiel, amoroso y cuidadoso que esta pequeña, en ese momento de 10 años, deseaba.
Hoy, abrazo mi feminidad cómo una regalo de Dios; como una muestra de Su gracia para poder ser una mujer que traiga gloria a Su nombre. ¡Puedo decir que no hay mejor lugar que Cristo! Hoy la vida no me duele, me siento plena, feliz y satisfecha en Cristo».
¡Wow! Leer ese testimonio es una bendición. ¡Qué bueno es poder escuchar de todo lo que el Señor está haciendo en el corazón de tantas mujeres deseosas de la Palabra y de una relación más profunda con nuestro Salvador!
¿Qué hay de ti? ¿Cómo llenarías este espacio en blanco?: «No quiero _____ si eso significa buscar satisfacción fuera de Cristo».
Débora: Podemos animar a más mujeres como ella gracias a las fieles oraciones y a la generosidad de amigas como tú.
Mañana continuaremos viendo este enriquecedor pasaje de Juan capítulo 4 y cómo Cristo es el único camino real para satisfacer nuestra sed.
Te esperamos aquí, en Aviva Nuestros Corazones.
Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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