El Padre Nuestro, día 23
Annamarie Sauter: A lo largo de tu caminar con Jesús, ¿qué has aprendido con respecto a la oración? Escucha lo que una mujer respondió a esto.
Mujer: Al principio de mi conversión tuve la gracia de estar rodeada de hermanas que entendían el valor de la oración, y que incluso disponían de sus hogares para el grupo de jóvenes, que nos reuníamos periódicamente a orar. Esto fue de mucho estímulo e incluso de ejemplo para mi vida de oración.
Sin embargo, en medio de este proceso tenía la siguiente duda, ¿por qué orar si Dios conoce todas las cosas? Y yo creo que esa es una inquietud que surge en la mente de casi todo –por no decir de todo– nuevo creyente, y Dios en Su gracia, con amor, mientras estudiaba Su Palabra de manera personal, e incluso colectiva en la iglesia, me fue mostrando Su carácter y me dio …
Annamarie Sauter: A lo largo de tu caminar con Jesús, ¿qué has aprendido con respecto a la oración? Escucha lo que una mujer respondió a esto.
Mujer: Al principio de mi conversión tuve la gracia de estar rodeada de hermanas que entendían el valor de la oración, y que incluso disponían de sus hogares para el grupo de jóvenes, que nos reuníamos periódicamente a orar. Esto fue de mucho estímulo e incluso de ejemplo para mi vida de oración.
Sin embargo, en medio de este proceso tenía la siguiente duda, ¿por qué orar si Dios conoce todas las cosas? Y yo creo que esa es una inquietud que surge en la mente de casi todo –por no decir de todo– nuevo creyente, y Dios en Su gracia, con amor, mientras estudiaba Su Palabra de manera personal, e incluso colectiva en la iglesia, me fue mostrando Su carácter y me dio uno de los aprendizajes que más atesoro acerca de la oración, y es saber que Dios ha determinado que ciertas cosas sucedan si nosotros oramos.
Voy a alinear mi mente y mis pensamientos con Su voluntad al recordar que dependo de Él para todas las cosas. Eso cambió totalmente la manera en la que oro porque no lo hacía ya de manera automática: «antes de leer la Biblia tienes que orar», «tienes una necesidad, ora»; sino sabiendo que necesito a Dios para todas las cosas. Y ya podía hacerlo como el Señor me había dicho, «orad sin cesar».
Esto ha sido de tanta bendición en mi vida porque he visto a Dios obrar al proveerme esa paz que Su Palabra dice que sobrepasa todo entendimiento y que guarda mi mente y mi corazón, sobre todo en aquellos momentos en que me he sentido débil, incapaz de hacer aquello que Él me ha encomendado, puedo orar recordando que no se trata de mí, que Él es quien me fortalece y que Él es quien permite que todas las cosas sucedan.
Entonces puedo tener paz y descansar cuando algo es difícil en mi vida.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
¿Realmente creemos que Dios proveerá para nuestras necesidades? Toda esta semana Nancy nos ha estado ayudando a meditar en esto. Si te perdiste algunos de estos episodios recuerda que los tenemos disponibles para ti a través de nuestra aplicación llamada Aviva Nuestros Corazones.
Allí también podrás encontrar el acceso para adquirir el libro digital que acompaña esta serie, también titulado, «El Padre Nuestro». Con este podrás profundizar en cada una de estas enseñanzas y hacerlas parte de tu vida. Si no lo has adquirido, encuentra el enlace para hacerlo en la transcripción de este episodio.
Y bueno, para concluir la petición en la que nos encontramos en nuestro estudio de, el Padre nuestro, hoy escucharemos una conversación entre algunas mujeres que comparten con nosotras maneras prácticas en las que podemos responder a lo que hemos estado viendo. Escucharás a Nancy, a Kim Wagner y a la fallecida Kathy Helvey, entre otras. Iniciemos con Holly Elliff.
Holly Elliff: Comencé a pensar sobre el hecho de que las Escrituras hablan más sobre lo que llamamos finanzas, nuestras posesiones, que lo que dice sobre el cielo y el infierno. Así que obviamente, Jesús fue muy intencional cuando incluyó esa frase en Su oración porque Él sabía cuánto nuestra vida iba a ser consumida con la adquisición de esas necesidades, de las cosas.
Pensaba sobre el hecho de que es la causa número uno de divorcio. La razón principal enumerada para los divorcios es la presión financiera. Aún entre cristianos las estadísticas son las mismas.
En consejería matrimonial esa es la razón de mayor presión. La gente lucha con todo este asunto de no tener su pan diario, aun como creyentes.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Sé que ustedes han visto a Dios proveer. Hablamos sobre Elías y los cuervos, y esa es una historia del Antiguo Testamento.
La gente no ve esa historia como contemporánea o actual, pero al estar entre ustedes, sé que han tenido sus propios encuentros con la habilidad de Dios de proveer de formas sobrenaturales. Lo han visto darles su pan de cada día cuando lo han necesitado.
Kimberly Wagner: Cuando mencionaste eso, tantos recuerdos inundaron mi mente, que yo sé que no podría sentarme a contarles todas las veces que Dios ha provisto.
Recuerdo que una vez estábamos en un período de tres semanas en el seminario bíblico, y no teníamos dinero para comprar carne, ni dinero para nada. Estábamos viviendo con vegetales enlatados que mi esposo había recibido como ofrenda de una iglesia en el campo en la que él había liderado un avivamiento.
Por tres semanas nos mantuvimos esperando y esperando hasta tener suficiente dinero para comprar carne. Recuerdo que nos invitaron a la casa de un pastor. Ellos tenían emparedados de carne a la barbacoa, y ellos no me conocían bien.
¡Estoy segura de que pensaron que yo era la mujer más glotona del mundo! Cuando vi esa carne, me comí tres emparedados, uno tras otro.
Pero en ese semestre, mientras seguíamos clamando y pidiéndole a Dios que proveyera, recuerdo un momento donde recibimos un ingreso adicional, Dios fue muy claro en mostrarnos que debíamos pasarle ese dinero a otra pareja que también estaba atravesando un tiempo difícil.
Recuerdo una pequeña lucha, en mi corazón, al menos. Para mi esposo no parecía ser un problema para nada. Yo le decía: «¿Estás seguro de que estás oyendo la voz del Señor? Sabes que hemos estado pidiendo este dinero, y Él nos lo ha dado».
«No, sé que debemos darlo». Era un billete de cien dólares. Él lo tomó junto con un saco de papas y lo llevó a su casa para dárselos. En el transcurso de una semana fuimos a nuestro buzón de cartas y había dos cheques de mil dólares que nos enviaron desde otro estado.
Hasta el día de hoy no sabemos de parte de quién vino ese dinero. No sabemos de dónde vino, pero sabíamos que venía de la mano proveedora de Dios. Podría contarte historia tras historia de cómo Él ha provisto para nosotros de esa manera.
Holly: Frecuentemente hemos visto a Dios proveer de forma milagrosa. Probablemente lo más reciente que nos pasó tiene que ver con nuestra segunda hija, quien se va a casar en un par de meses.
Estábamos buscando un vestido de boda. No teníamos presupuesto para un vestido de novia, pero me habían invitado a un retiro de mujeres y había recibido una ofrenda, así que tenía un poco de dinero.
Dije, «bien, destinaremos esto para el vestido». Alguien nos había hablado sobre un lugar de vestidos de novia y fuimos. Nos dieron un formulario cuando entramos, que tenía estos montos, comenzando con seis mil a nueve mil dólares y tú elegías el cuadrito que querías, indicando el rango de precio en el que querías tu vestido.
Nancy: ¿Realmente alguien paga entre seis mil y nueve mil dólares por un vestido?
Holly: Pues te diré que de hecho, ¡hay todo un piso lleno de vestidos para personas que marcan de seis mil a nueve mil dólares!
Nuestro presupuesto no estaba contemplado en este formulario, así que marcamos el monto más pequeño. Creo que te designan el vendedor dependiendo de la cajita que marques.
Así que nos asignaron nuestra vendedora y le dije, «probablemente necesitaremos ver el lugar de los especiales o algo así». Ella no respondió a eso y nos llevó a donde estaban los menos costosos en el primer piso.
Cuando la vendedora presintió que nos preparábamos para irnos, ella dijo: «¿No van a comprar ninguno de estos?»
Yo dije, «bueno, a menos que haya un área de especiales que hayas olvidado enseñarnos o algo que no hayamos visto, probablemente no».
Ella dijo, «bueno, esperen un minuto». Procedió a llevarnos por unas escaleras al ático, y el ático estaba lleno de vestidos del tamaño de Becca, vestidos de novia regulares pero el precio era la mitad de la mitad.
Kimberly: Seguro eran de la temporada pasada.
Holly: Para hacer la historia corta, Becca encontró un vestido precioso por poco menos de nuestro presupuesto. El Señor proveyó un lindo vestido para ella que le quedaba perfecto, fue como si el Señor dijera, «Yo voy a encargarme de lo que necesitas, incluso para esta boda».
A Becca, que se va a casar con un estudiante del seminario, le dijo: «Yo voy a proveer lo que necesitas; aunque vayas a casarte sin mucho apoyo financiero. Yo voy a estar ahí para darte lo que necesitas, para suplirte y ser el proveedor para cada necesidad».
Maria Johnson: Yo tengo una historia de un jamón y un pavo. ¡Les voy a decir la del jamón!
Tengo un hermanastro al que se le murió un pariente en otro estado, y ellos tendrían el funeral en la ciudad en que vivimos. Nadie conocía a estas personas en esta ciudad.
Yo tampoco los conocía, pero mi hermano vino donde mí y me dijo: ¿Podemos usar tu casa después del funeral para que se reúna la familia? Mi casa estaba bastante céntrica.
Estaba en un tiempo de pérdida financiera, un tiempo difícil para nosotros, y yo no sabía qué iba a hacer. Comencé a orar, «oh Señor, esta es Tu casa. Quiero recibir esta gente como si Tú vinieras, pero no tengo comida para alimentar esta multitud».
Pensé, «bueno, tengo papas, puedo hacer una ensalada de papas». Tenía azúcar, harina y huevos, así que podía hacer algún postre. Pero entonces, mi hermano llamó en la mañana del funeral y dijo, «alguien de mi trabajo me trajo un jamón gigante, ¿puedes usarlo para después del funeral?»
Yo pensé, «¡oh Señor!» Terminamos comiendo una comida simple, pero fue suficiente. Más importante, las personas de la otra ciudad se sintieron bienvenidas y cómodas.
Mi hermano nunca supo que me puso contra la pared, pero Dios sí lo sabía. Yo solo se lo entregué a Él, y me encanta la forma en que Dios proveyó; no solo un poco sino este jamón gigante. ¡Y también quedó comida para la casa! Él se preocupa por las pequeñas cosas también.
Kimberly: Así es. Le agrada hacer eso.
Maria: Una cosa que vino a mi mente cuando Nancy enseñaba sobre pedir, y la importancia de pedir por las cosas correctas y ser específicas. Cuando pedimos –ya sea a Dios, a un niño o a un amigo– que haga algo, debemos dejar la opción abierta a que la respuesta sea no.
Algunas veces pienso que creemos que solo porque hemos pedido algo, entonces Dios está obligado. Así que, ¿qué hacemos cuando pedimos, y es algo bueno, y Dios no dice nada todavía o la respuesta es no? ¿Qué hacemos con eso?
Kathy Helvey: Confiamos en Su amor que no falla. Nuestros corazones se regocijarán en Su salvación, y cantaremos porque Él ha sido bueno con nosotros.
Kimberly: Confiamos en Su carácter, no en Su respuesta. Es el carácter de quien Él es.
Kathy: Y eso viene de una historia de un caminar con Él, ¿no crees? De confiar en Él. Mientras más confiamos, más lo amamos, más lo conocemos. Es un ciclo maravilloso.
Maria: Así que, ¿nadie se queja y hace rabietas cuando la respuesta es no?
Nancy: Ah no, ¡ninguna de nosotras!
Holly: Todas nosotras, si somos honestas, tenemos que decir que todas nosotras, en algún punto, hemos caminado por ahí. Creo que es parte del proceso en el que estamos como creyentes, recordar que el asunto es la perspectiva, de lo que es la voluntad de Dios.
Comencé a pensar acerca de todo el tema de la gratitud versus un corazón desagradecido, humildad versus orgullo, dependencia versus independencia, mientras luchamos con lo que Dios ha provisto para nosotras. Creo que tantas veces es ahí que nos encontramos como creyentes.
Tendemos a luchar para saber quién va a ganar. ¿Será nuestra voluntad o la voluntad de Dios para nosotras? Así que sí, creo que sí luchamos con eso porque tenemos un corazón que dice, «quiero mi voluntad».
Kimberly: Recuerdo el año pasado cuando estaba luchando con un área de rendición en mi vida. Holly, recuerdo que te dije, «pero yo he rendido esto al Señor. ¡Lo he rendido! Pero sigo luchando».
Y tú me dijiste, «la rendición no es cuestión de una sola vez, es un proceso continuo».
Creo que en la medida en que crecemos en el Señor y llegamos a conocerle más y más, es un proceso de recordar cómo Él ha trabajado en nuestras vidas anteriormente. Ese factor de confianza crece cada vez más profundo mientras más caminamos con Él, mientras más nos entregamos en esas luchas a Él.
La rendición se hace mucho más sencilla la próxima vez. No sigo luchando con la misma área de rendición con la que luché el año pasado. Eso no quiere decir que no lucho con cosas, pero esa área, ese asunto, aunque no haya cambiado, es más fácil confiar y ahora he rendido esa área.
Jane: Cuando comenzamos hoy con «danos hoy nuestro pan de cada día», recordé cuando Dios me salvó. Es una perspectiva un poquito diferente a lo que escucho que todas dicen, porque las oigo compartir historias de cuando ya ustedes conocían al Señor y estaban en esa situación.
Yo comencé leyendo Mateo, así que debió ser el primero o el segundo día cuando llegué a donde tenía que pedirle por mis necesidades diarias, y mi pregunta a Él fue, «¿por qué? ¿Por qué necesito pedirte mi comida?»
Nancy: ¿Tenías trabajo en ese momento?
Jane: Tenía trabajo. Estaba viviendo en una casa. ¿Por qué necesitaba hacer esto? Eso fue extraño para mí.
Pero decía que debía hacerlo, así que estaba bien, pensé en mi día. «Esto es lo que me gustaría comer en el desayuno; esto es lo que me gustaría comer de almuerzo». Yo era una azafata de una reconocida aerolínea en ese tiempo.
Debía irme al trabajo. Necesitaba un asiento en el avión para llegar al trabajo, y no, no nos daban los asientos. Tenía que haber uno disponible.
Vi como Él me proveía una y otra vez el último asiento disponible en el avión para llegar al trabajo, y al agradecerle por mis provisiones diarias y por la comida que Él me estaba dando, comencé a ver que era Su mano proveyendo.
No veía eso antes. Hizo crecer mi fe. Cuando veo eso ahora, el pedir por nuestras necesidades diarias, pienso en ese tiempo y cuánto mi fe creció al pedirle cosas que nunca antes me percaté que debía pedir.
Nancy: Ahora que has conocido al Señor por años, ¿todavía pides por tus necesidades diarias?
Jane: Sí, lo hago.
Nancy: ¿Y qué hace que sigas pidiendo por esas cosas y no das por sentado que van a estar ahí?
Jane: Creo que lo que me mantiene haciéndolo es que la Biblia lo dice.
Nancy: Eso es algo que me encanta de ti Jane, siempre has tomado la Palabra de Dios muy seriamente, desde que viniste a la fe en Cristo.
Jane: Bueno, tú sabes Nancy, yo no sabía cómo vivir. Solo conocía cómo vivía antes.
Holly: ¿En el otro reino?
Jane: Sí. No tenía la menor idea de cómo vivir como hija del Rey. No sabía cómo vivir con un Novio que realmente me amaba y no quería golpearme.
Así que fui a la Palabra de Dios para saber cómo vivir. Y todavía tengo que ir allí, porque todavía hoy, el mundo e incluso la iglesia me dirán y me tratarán diferente a lo que la Palabra de Dios dice sobre mí.
Holly: Cuando hablábamos antes de Dios como proveedor, acerca de pedirle a Dios que nos bendiga con las cosas correctas, el Señor me llevó a recordar un tiempo en mi vida donde Dios comenzó a convencernos de que Él quería bendecirnos con más hijos. En el momento en el que nos confrontó con eso, no era necesariamente algo bueno para mí.
Mi esposo es un hombre lleno de fe, así que cuando Dios le dijo, «quiero darte más hijos, y quiero que confíes en mí para eso», mi esposo dijo, «claro, ¡eso está excelente!, haremos exactamente eso».
Yo soy una solucionadora de problemas, así que me muevo de A a B a C, y yo no vi cómo Dios podía hacer eso. Vivíamos con el salario de un pastor. Estaba embarazada de nuestro cuarto hijo en ese momento, y ya estábamos luchando.
Yo pensé, «Dios, si nos das mas hijos, ¿cómo vamos a hacer? ¿Los voy a amar? ¿Tú vas a proveer?»
Me di cuenta de que a veces tenemos que ponernos en sintonía con Dios acerca de lo que es realmente una bendición y lo que no es, porque en mi vocabulario eso no era necesariamente una bendición. Pero Dios sabía que sí lo era.
Creo que tantas veces –como creyentes– aún en lo relativo a nuestros hijos, si no somos cuidadosas, simplemente no queremos ponernos en sintonía con Dios sobre eso. Puede que nos perdamos de las mayores bendiciones que Dios pudiera darnos solo porque en nuestro esquema, eso no es realmente una bendición.
Kathy: Cuando atravesamos algo como eso, como dijo Nancy anteriormente, lo necesitamos a Él más que cualquier cosa que Él pudiera darnos. Así que, Jane, tu perspectiva fresca sobre ir a la Palabra de Dios y confiar en Él de esa forma siendo nueva creyente…creo que todas podemos volver a recordar cómo parecía que sin importar la oración que hicieras, cuando eres nuevo creyente, es respondida.
Él quiere que crezcamos en esa fe. Pero en la medida en la que envejecemos en el Señor, a veces, como dijo María, la respuesta es no. Bueno, esperamos, o simplemente confiamos. Él me atrae hacia Él mostrándome mis peticiones egoístas y centradas en mí misma.
Él dice oren por todo, así que uno lo hace. Pero la sorpresa es cuando vienes a Él, especialmente ahora que venimos a Él orando el Padrenuestro, recibimos más de Él, y no importa tanto lo que Él ya tenía en Sus manos para darnos, aunque probablemente terminemos recibiendo eso y más.
Nancy: Saber que Dios en Su sabiduría y soberanía sabe qué cosas son bendiciones reales. Holly descubrió eso. No pensaste que más de cuatro hijos sería una bendición.
Pero Dios sabía que lo era. ¿Puedes imaginar si pudieras vivir sin el quinto, el sexto, el séptimo o el octavo de tus hijos?
Algunas veces las cosas que pensamos que serán bendiciones, que tanto demandamos o insistimos e incluso hacemos rabietas para conseguirlas, Dios sabe en Su sabiduría que no serían una bendición para nosotras en el largo plazo o para Su reino o para la gloria de Su nombre. Así que al pedir tenemos que confiar en que Dios sabe lo que verdaderamente es mejor.
Holly: Al final lo que importa es el corazón, porque yo sé que Kim tomó la misma decisión que yo, permitir que Dios la bendijera con niños, y ella tuvo dos hijos; eso fue lo que Dios le dio. Pero el corazón de ella estaba diciendo, «Dios Tú sabes lo que es mejor».
Creo que tantas veces eso es lo que nos falta porque no nos percatamos de que Dios es el que nos encuentra ese lugar en el avión, que Dios es el que está proveyendo la comida o el dinero o el pan o los hijos, lo que sea mejor para nuestras vidas.
Si no nos damos cuenta de que viene de parte de Él, nuestros corazones no estarán tiernos y vamos a obviar lo que Dios nos está mostrando.
Kathy: Como esos israelitas; cuarenta años donde Dios les proveyó el maná cada día, y mira lo que les pasó.
Yo he pensado en ese pasaje del Salmo 106; todo lo que Dios había hecho por ellos y ellos se quejaron y murmuraron. Cuando estaban en el desierto y querían algo –no sé lo que era– ellos ponían a Dios a prueba.
Dice: «Él les concedió lo que pedían, pero envió una plaga mortal sobre ellos» (v.15). ¿No te da miedo ese pensamiento?
Yo siempre he condenado a esos israelitas diciendo, «¡tontos!, miren todo lo que Él hizo por ustedes».
Holly: «¿Porque no podían ver el cuadro completo?»
Kathy: Sí, y aún así, mírame a mí y todo lo que Él ha hecho. Veo mi historial, estando en el equipo de Cruzada Estudiantil para Cristo por treinta años y cómo Él ha provisto. Recaudamos nuestro sostenimiento financiero. Ni una sola vez Él nos ha desamparado.
Tener un niño con autismo y atravesar todas las etapas y todo el dolor, y ahora se acerca la etapa de adultez temprana, y qué vamos a hacer con Stephanie mientras crece y mientras nosotros envejecemos, ¿quién va a cuidar de ella?
Tú sabes, el historial en esos dos puntos…como mencioné. Estoy en una posición en mi vida ahora mismo (tal vez eso pasa por tener más de cincuenta), realmente es un historial con Dios, ver cómo Él ha provisto una y otra vez.
No tengo que temer. Puede que ceda, pero no tengo que hacerlo, porque simplemente sé que Él va a ser fiel.
Holly: Y si te llenas de miedo, no te quedas ahí, porque sabes quién es Dios.
Kathy: Me encanta esa promesa en Deuteronomio 31:8 donde dice: «Yo soy el Señor tu Dios. Yo voy delante de ti, y yo estaré contigo, y no voy a dejarte, ni fallarte ni desampararte. Por tanto, no te desalientes o tengas temor» (parafraseado). Porque yo sé que Él es un Dios tan amoroso.
Él va delante de mí; Él regresa para buscarme. Él abre camino. Toma mi mano. A Él no le molesta que yo esté desanimada o atemorizada, de hecho, ¡Él sabe que yo voy a estarlo!
Es por eso que Él me dice que no lo esté, para que yo no me entristezca si me desanimo o me atemorizo. Pero puedo decidir no estarlo, porque yo conozco la verdad de Su Palabra, el Pan de vida.
Annamarie: Esta ha sido una conversación entre un grupo de mujeres que participó de la grabación original del contenido de nuestro estudio actual titulado, El Padrenuestro. Con esta finalizamos la sección sobre, «danos hoy el pan nuestro de cada día». Mañana comenzaremos a ver la siguiente.
Definitivamente no estamos solas en nuestras luchas. Todas estamos creciendo y aprendiendo, y en nuestro Padre encontramos todo lo que necesitamos para correr la carrera de la fe.
Y eso es precisamente lo que queremos hacer juntas en nuestra próxima Conferencia Mujer Verdadera 2023.
El profeta Jeremías dice que aquellos que confían en Dios serán como árboles plantados junto al agua que extienden sus raíces junto a la corriente. No temen cuando viene el calor, y sus hojas estarán verdes. En año de sequía no se angustiarán ni cesarán de dar fruto (Jeremías 17:8).
Únete a miles de mujeres de todo el mundo en la próxima Conferencia Mujer Verdadera, los días 31 de marzo y 1 de abril del próximo año 2023, en Guadalajara, México. Serás edificada y retada a vivir y disfrutar de la abundancia que tienes en Cristo, ahí en la etapa de vida en que te encuentras.
Hemos titulado esta conferencia, «Libertad, plenitud y abundancia», porque es precisamente lo que queremos para cada una de nuestras vidas. Visítanos en MujerVerdadera23.com para más información, y también para encontrar las respuestas a preguntas frecuentes relacionadas a este evento.
Y bueno, asegúrate de regresar mañana para continuar nuestro viaje a lo largo de El Padrenuestro. Estaremos viendo cómo, cuando se trata del perdón de Dios, podemos estar en uno de dos extremos: minimizar nuestro pecado, o minimizar la gracia de Dios.
Nancy: Ya sea que tiendas a minimizar tupecado, o minimizar la gracia de Dios, la cura de ambos males es ir a Cristo; obtener una visión fresca de Cristo e ir a la cruz y ver en ella la etiqueta con el precio de nuestro pecado.
Annamarie: ¿Te encuentras en uno de estos? Descúbrelo, aquí en Aviva Nuestros Corazones.
Orando «danos hoy nuestro pan de cada día» juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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