La prioridad de una vida devocional
Annamarie Sauter: ¿Estás cultivando una vida de devoción?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si vamos a ser siervas útiles del Señor, tenemos que cultivar y mantener una relación de amor íntima con Cristo que se mantenga viva y creciendo. No habrá frutos sin unión y comunión con Cristo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Aquí está Nancy en la serie titulada Descubre una vida de devoción diaria.
Nancy: Hace algún tiempo estaba en una conferencia que iniciaba viernes en la noche y les pedí a las mujeres que llenaran una tarjeta de oración en que nos pudieran decir cómo podíamos orar por ellas. Al final de la conferencia tomé esas tarjetas de oración y no sé si eran todas, pero leí muchas de ellas y estaba asombrada de un hilo conductor que se veía a través de muchas de estas tarjetas. …
Annamarie Sauter: ¿Estás cultivando una vida de devoción?
Nancy DeMoss Wolgemuth: Si vamos a ser siervas útiles del Señor, tenemos que cultivar y mantener una relación de amor íntima con Cristo que se mantenga viva y creciendo. No habrá frutos sin unión y comunión con Cristo.
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
Aquí está Nancy en la serie titulada Descubre una vida de devoción diaria.
Nancy: Hace algún tiempo estaba en una conferencia que iniciaba viernes en la noche y les pedí a las mujeres que llenaran una tarjeta de oración en que nos pudieran decir cómo podíamos orar por ellas. Al final de la conferencia tomé esas tarjetas de oración y no sé si eran todas, pero leí muchas de ellas y estaba asombrada de un hilo conductor que se veía a través de muchas de estas tarjetas.
Una decía, «algunas veces me siento fuera de control bajo tanta presión».
Esta decía: «yo quiero que Dios me muestre cómo manejar mis diferentes roles de maestra, madre, esposa e hija de manera exitosa y todavía tener tiempo para servir en la iglesia y tener tiempo para mí».
Y luego esta otra: «yo necesito ayuda con mi agotamiento y este estado agitado, frenético». ¿Alguien puede identificarse con esto? A menudo me miro al espejo y eso es lo que veo, una mujer agotada y frenética.
Una de las cosas que de verdad admiro de Jesús, mientras leo sobre Él en los evangelios, es la manera en que Él podía darse a Sí mismo sirviendo a Dios y a otros día tras día con responsabilidades increíbles y listas de cosas que hacer, y aun así mantener este espíritu calmado, generoso y de gracia.
Y yo lo veo tantas veces y solo me pregunto, «¿cómo lo hizo? ¿Cómo mantuvo ese paso y esa agenda?» Jesús solo tuvo tres años para completar el plan eterno de redención. Yo creo que esa es una descripción de puesto mucho más grande que el mío.
Tú no lo ves molesto con las personas, deseando que ellos se quiten de Su camino para poder descansar.
Y reflexiono sobre esto. De hecho, si pudieras abrir tu Biblia en el Evangelio de Marcos, en el capítulo 1, déjame invitarte a ir allí. Quiero que veamos un día en la vida de Jesús.
Quiero que veas el corazón de Jesús en este día y luego haremos la pregunta, y el texto nos dará la respuesta de, «¿cómo lo hizo?»
Marcos capítulo 1, comenzando en el versículo 21: «Entraron en Capernaúm; y enseguida, en el día de reposo» (así que el día entero es día de reposo. Todo lo que vamos a leer aquí es en un día de descanso) «entrando Jesús en la sinagoga comenzó a enseñar. Y se admiraban de su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas».
Y he compartido este mensaje muchas veces de una forma u otra, siempre le pido a Dios que lo haga fresco, que lo personalice en cada oportunidad y que le de vida al ministerio de la Palabra.
Y al igual que muchas de ustedes, yo sé lo que es gastarse, estar exhausta de haber compartido lo que hay dentro de ti, ministrando la Palabra a otros. Y tú sabes que en la medida en que te das a ti misma esto toma algo de ti y es difícil. Bueno y no solo eso, mira el versículo 23:
«Y he aquí estaba en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu inmundo, el cual comenzó a gritar, diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios. Jesús lo reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él!
Entonces el espíritu inmundo, causándole convulsiones, gritó a gran voz y salió de él. Y todos se asombraron de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva con autoridad! Él manda aun a los espíritus inmundos y le obedecen» (vv. 23-27).
Las Escrituras nos dicen en Efesios capítulo 6, que estamos en una batalla y que nuestro enemigo no es carne ni sangre. El enemigo, dicho sea de paso, no es tu compañero, no es tu hijo adolescente, no son tus niños.
Tenemos un enemigo que es un enemigo espiritual. Luchamos con principados, potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales. Y no los podemos ver la mayor parte del tiempo. Hay una batalla cósmica llevándose a cabo entre el cielo y el infierno; entre Dios y Satanás.
Ahora, sabemos quién gana, pero a veces nos quedamos atrapadas en el fuego cruzado.
Hay una guerra espiritual que se está llevando a cabo, pero yo pienso que hay algo que nos es quitado cuando estamos envueltas en esta guerra, en esta batalla. Jesús lo hizo y Él echó fuera esos espíritus inmundos. Y Él está trabajando a través de nosotras. Dondequiera que Jesús iba, el infierno se hacía pedazos a Sus pies.
Y luego en el versículo 28 dice que «enseguida su fama se extendió por todas partes, por toda la región alrededor de Galilea».
Él es noticia de primera plana. Y todo el mundo quiere una entrevista con Él y todo el mundo quiere Su firma en el libro. Y todo el mundo quiere que Él hable en su evento.
Y mi presión arterial sube solo de pensar cómo sería esto, en el nivel humano, para Jesús. La fama se riega y todo el mundo quiere un pedazo de Él. Él es humano, Él es Dios pero en carne humana. Y Él no tenía una hora más en Su día de las veinticuatro horas que tú y yo tenemos.
Y tenía que dormir de noche, tenía que detenerse y comer. Él tiene necesidades humanas. Su fama se ha esparcido y todo el mundo quiere un pedazo de Él. ¿Has estado ahí?
El siguiente versículo dice: «Inmediatamente después de haber salido de la sinagoga, fueron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan».
Mira el versículo 30:
«La suegra de Simón yacía enferma con fiebre; y enseguida le hablaron de ella». Una persona más con necesidad. ¿Alguna vez has deseado que todo el que tiene una necesidad se vaya? Pero Dios los mantiene allí, poniéndolos en tu camino aun cuando estás cansada, aun al final de un largo día donde te has gastado y has ministrado, sirviendo de cualquier forma que lo hagas.
Mira lo que Él hace en el versículo 31:
«Jesús se le acercó, y tomándola de la mano la levantó…» (Estos son los momentos en los que soy tentada a decir, ¿puedes venir mañana?, pero sin embargo Él va y sacia su necesidad), «y la fiebre la dejó; y ella les servía».
Hay poder que sale de Él. ¡Wao! Ahora Él ya sanó a todos en esta casa, ahora sí podemos relajarnos, ponernos cómodas, disfrutar de una comida tarde e irnos a la cama temprano en la noche, ¿verdad? ¡No lo creo! Mira el versículo 32:
«A la caída de la tarde (ese mismo día), después de la puesta del sol (en ese día de reposo, ¿recuerdas?, no ha habido mucho descanso en la agenda), le trajeron a todos los que estaban enfermos y endemoniados; y toda la ciudad se reunió a la puerta».
Solo de pensarlo yo me siento exhausta. ¿Te sientes así algunas veces? La gente cree que tú puedes satisfacer sus necesidades. O ellos se dan cuenta que tienes un don para servir y hacen fila, ¿harías esto o harías aquello?
O las madres con niños pequeños, no hay lugar donde puedas escapar de la multitud, pero dices, «hay un lugar», vas al baño y cierras con llave, «aquí por fin tendré privacidad», oh no no no, tú no ¿tengo razón? Esos pequeños deditos vienen por debajo de la puerta y comienzan, mami, mami y lo que tú quieres decirles es,« mi nombre no es mami», ¿verdad? «Ve y búscate otra», porque estás tan cansada, queremos enviar lejos las multitudes. ¿O soy yo la única que se siente de esta manera?
Bueno, gracias a Dios porque Él se preocupa. Dios a través de Jesús, Dios en Jesús, Jesús siendo Dios y Jesús en nosotras se preocupa por el enfermo, por el oprimido por demonios que llega a tu puerta. Versículo 34: «Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y expulsó muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque ellos sabían quién era Él».
Bueno, y yo leo todo esto y me siento exhausta solo de leerlo. Estoy pensando en mí misma y en situaciones similares. Y pienso, ¿cómo lo hizo? ¿Cómo seguía adelante? Él lo hizo en su condición de hombre.
Y tú dices, «sí pero, Él es Dios». Pero Él está haciendo esto como un hombre en la llenura y el poder del Espíritu Santo para que sepamos que podemos vivir esa vida por Su gracia y en la maravilla de Su vida en nosotras. Pero algunas veces me siento tan débil, tan agotada y agitada. ¿Cómo lo hizo?
Bueno, yo creo que la clave la hallamos en el próximo versículo, en el versículo 35 de Marcos 1: «Levantándose muy de mañana (ya este es el próximo día), cuando todavía estaba oscuro…»
Bueno y hay más en el versículo, pero permíteme detenerme aquí por un segundo. Solo te puedo decir que después de tener un día como el que Jesús había tenido ese día de reposo, lo último que yo quisiera hacer, muy temprano la mañana siguiente —aún oscuro— es levantarme.
«…salió, y se fue a un lugar solitario, y allí oraba».
Él tomó tiempo para alejarse de las multitudes porque ese era el único tiempo en que podía estar alejado de las multitudes, temprano en la mañana. Él se fue a un lugar solitario y se conectaba con Su Padre celestial. En un nivel humano, Él estaba recargando las baterías.
Bueno, pues nuestras baterías espirituales tienen que ser recargadas.
Y quiero compartir en el tiempo que nos resta, lo que en la vida de Jesús y en nuestras vidas recarga esas baterías. Y por cierto fue justo a tiempo porque, mira el siguiente versículo: «Y Simón y sus compañeros salieron a buscarle; le encontraron y le dijeron: Todos te buscan» (vv. 36-37).
Esto suena parecido a lo que algunos de ustedes, padres, experimentan en sus casas, ¿verdad? Y algunas veces lo escuchas en tu equipo, «hay una necesidad, tienes que venir a hacer esto. El líder de tu equipo te necesita. Tus hijos te necesitan; todo el mundo te está buscando».
«Y Él les dijo (y creo que esto es interesante): Vamos a otro lugar, a los pueblos vecinos, para que predique también allí, porque para eso he venido» (v.38).
Pero ¿por qué irse ahora? Quiero decir, Él está en una buena racha, Él es popular. Pero en el punto más alto de Su popularidad Él dice, «es tiempo de irnos». ¿Cómo supo Él que era el tiempo de irse? Porque Él había estado con Su Padre quien le había dicho que era tiempo de irse.
«Y fue por toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando demonios» (v.39).
Un ministerio efectivo siempre fluye de la unión y de la comunión con Dios. Así que si vamos a ser servidoras efectivas del Señor, si vamos a tener algo que dar a otros, tenemos que cultivar y mantener una relación de amor íntima, vital y en crecimiento con Cristo. No habrá frutos sin unión y comunión con Cristo.
Por eso es que tengo una gran carga con este tema en mi propia vida y en la de todas nosotras sobre cultivar una íntima relación con Dios a través de una vida devocional personal.
Las personas lo llaman de diferentes maneras, crecí escuchándolo como el tiempo de quietud, mi devocional personal, realmente no importa cómo le llames, pero sí espero que todas lo tengamos.
Pienso que he escrito unos dieciséis libros. El primero fue sobre este tema. Y creo que si no hubiera escrito nada más, este es el mensaje que yo quisiera darles a las mujeres, porque creo que esta sola práctica haría una gran diferencia en tu vida y en la mía por el resto de nuestras vidas. Así que yo no sé dónde tú estás en este punto, pero al final de nuestro tiempo juntas el día de hoy, te voy a invitar a hacer un compromiso en la medida que Dios está hablando a tu corazón. Durante los próximos treinta días, –cada día– pasar algún tiempo a solas con el Señor, en Su Palabra y en oración.
La prioridad de una vida devocional. Lo hemos visto en la vida de Jesús. Las Escrituras nos dicen que Jesús a menudo se retiraba a lugares apartados y oraba, como lo vemos en Lucas capítulo 5 versículo 16.
Y pienso en el salmista David en el Antiguo Testamento. El Salmo 27, el versículo 4 es uno de mis versículos favoritos. David era rey, él era pastor, autor de canciones, músico y un estratega militar. Y hay tantas cosas que él hizo bien pero él dice, «una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré: que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor, y para meditar en su templo».
¿Una cosa, David? Si tú tan solo pudieras pedirle una cosa a Dios, ¿qué sería? ¿Ganar las batallas? ¿Ser bueno en esto o en aquello? ¿Qué sería? «Una cosa he pedido al Señor y esa buscaré». Es en esto que voy a ser intencional en buscar. ¿Qué es eso, David? «Que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor, y para meditar en su templo».
Vivir en Su presencia, contemplar Su belleza y aprender de Él. David dice, «esto es más importante para mí que cualquier otra cosa en el mundo. Si no logro hacer nada más en mi día, esa es la cosa que quiero que quede hecha en mi día».
El otro día hicimos referencia al pasaje en Lucas capítulo 10, acerca de Marta y María en su casa en Betania y acerca de cómo María se sentaba a los pies del Señor y escuchaba Su enseñanza. Esa fue su elección. Esa fue su prioridad.
Y también tenemos a Marta quien estaba distraída con el mucho servicio. Yo vivo ahí la mayor parte del tiempo. Es una cosa buena estar sirviendo, pero ella estaba distraída porque no tenía su copa llena para poder dar a otros, así que ella está trabajando con el tanque vacío. Estaba obrando con los vapores del tanque.
María está llenando su copa y luego podrá servir a otros con eso que ella ha recibido de Cristo. La distracción de las muchas ocupaciones, las ocupaciones aun en las cosas buenas, cosas del ministerio, aun esas pueden alejarnos de buscar Su corazón.
Así que Jesús le dice a Marta cuando ella le dice demandante, «Señor, dile a mi hermana que vaya a la cocina y me ayude», como a veces nos encontramos diciéndole a Dios qué hacer. Jesús dice, «Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas…» Tú tienes tu delantal puesto, estás tensa.
Y yo me veo retratada en Marta. «Tú estás preocupada y molesta por tantas cosas». Hay tantas cosas en mi lista de cosas por hacer de cada día. Tengo listas de mis listas. Pero Jesús le dice a ella «una sola cosa es necesaria y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada» (vv. 42).
Si tan solo pudiera hacer una cosa en mi día, tengo que llegar al punto en mi vida y es donde me encantaría ver a Dios llevarnos a cada una de nosotras; donde, si no pudiera hacer otra cosa, la única cosa que debería hacer es encontrarme con el Señor, estar con Él, en Su presencia, en Su Palabra, en oración.
Necesitamos llegar a los pies de Cristo. Jesús dijo que, «María había escogido la mejor parte». Esto requiere una elección consciente y deliberada de nuestra parte.
¿Es ese el compromiso de tu corazón cuando tu buzón de correo está hasta el tope, cuando tienes cosas para hacer, personas con las que reunirte, lugares a los cuales ir? Yo haré lo que tenga que hacer para reunirme con Cristo al inicio de mi día.
Y yo he tenido la bendición de haber crecido en un hogar con un padre que creía en la prioridad de una vida de devoción personal. Su nombre era Art DeMoss. Él amaba el evangelismo y las almas y era muy activo en el ministerio, pero era un hombre de negocios muy ocupado.
Él no conoció al Señor hasta mediados de sus veinte años. En el primer año de su vida cristiana, alguien le retó a darle al Señor la primera hora de cada día en Su Palabra y en oración. Y él tomó este reto muy en serio y desde ese momento hasta el día que el Señor lo llamó, veintiocho años después, nunca faltó un solo día, ni uno solo, en darle a Dios la primera hora en Su Palabra y en oración.
Él tenía este lema, «no lectura de la Palabra, no desayuno». Y no leía ninguna otra cosa más en el día antes de estar en la Palabra de Dios. Era como si esto fuera tan importante para él como respirar o quizás más.
Él tenía una almohadilla para arrodillarse que él mantenía debajo de su cama y realmente tuvo varias a través de los años.
Y él tenía una lista de oración larga, una larga, larga lista de oración. Yo no sé si él oraba por cada una de estas personas cada día. Yo sé que él oraba por nosotros. Y puedo decirles a las madres y a los padres y a esos que un día serán padres y madres que ustedes van a cometer muchos errores con sus hijos. Pero hay mucha gracia que se extenderá a sus hijos cuando ellos crezcan al saber que hay un padre en casa que comienza el día sobre sus rodillas, en la Palabra, en oración, orando por su propia alma y por las almas de otros.
Así que conocer a Dios, caminar con Dios y tener una relación con Dios era más importante, tan importante para él que lo hizo la prioridad número uno de su día, y ¡qué marca indeleble hizo esto en mi vida como su hija! Me gustaría decir que tengo su récord de nunca fallar un día. Pero ni me acerco a ese récord.
Pero te diré algo, cuando estoy pronta a apresurarme a empezar mi día, y es una batalla virtualmente cada día, tengo indeleblemente impreso en los ojos de mi mente una imagen de mi papá sobre sus rodillas, comenzando su día en la Palabra, encontrándose con Cristo. Esa es la prioridad de una vida devocional.
Tener un tiempo de quietud no te da ganar puntos con Dios. No te hace que seas una mejor cristiana. Es que encontrarte con Dios te hace más como Jesús.
Estamos hablando de ser intencionales acerca de cultivar una relación de intimidad con Dios a través de tiempos diarios apartados para estar a solas con Dios en Su Palabra y en oración.
Y ahora permíteme hablar por un momento acerca del propósito de una vida devocional. Y yo quiero enfatizar esto mucho más que la mecánica, porque pienso que si tú tienes un deseo por esto, vas a encontrar la mecánica. Pero quiero que al final de este programa, si todavía no lo tienes, digas, «esto es algo que debo tener; es algo que quiero tener».
El primer propósito de una vida devocional es la comunión con Dios. Compañerismo, comunión con Dios. Nosotras fuimos creadas para relacionarnos con Dios. Nosotras fuimos creadas para relacionarnos y tener comunión y amistad.
Moisés le dijo a Dios en Éxodo capítulo 33, «te ruego que me hagas conocer tus caminos para que yo te conozca». ¿Cómo luce eso? ¿Qué significa tener una íntima relación con Dios?
¿Quieres descubrirlo? Desarrolla compañerismo, comunión con Dios a través de un tiempo diario en Su Palabra y de conocerle a Él. Moisés lo hizo. Y las Escrituras dicen, «y acostumbraba a hablar el Señor con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo» (Ver Éxodo 33:11).
El propósito de un tiempo de quietud es conocer a Dios, disfrutar a Dios. Es tener devoción ¿sabes de lo que estoy hablando?
Si tú has hecho tu devocional pero no tuviste devoción es porque no experimentaste relación y comunión con Dios. Comunión con Dios es el primer propósito.
El segundo propósito es la purificación de mi corazón y de mi vida. Es un tiempo cuando Dios puede encender la luz de Su Palabra en los rincones y las grietas de mi vida, en las hendiduras de mi corazón, mostrándome cosas que yo no veo acerca de mí misma a menos que Él me las muestre. «Examíname, oh Dios y conoce mi corazón. Límpiame, lávame. Yo pongo mi vida bajo la sangre de Cristo. Yo recibo tu perdón. Yo he sido limpiada, permito que Dios purifique mi corazón con Su Palabra, el agua que limpia». Este es el propósito de una vida devocional.
Una tercera cosa es la restauración de mi alma. «Él restaura mi alma». Este mundo es tan ruidoso, tan ocupado… nos aplasta. Y en la medida en que les damos a otros en cualquier rol o posición en la que sirvamos, nos gastamos, como vimos a Jesús hacer en ese día de reposo. Necesitamos reponer los recursos, los recursos internos que hemos agotado con la multitud. Es tiempo en Su Presencia que aquieta nuestros corazones, que restaura nuestras almas y calma y aquieta nuestros espíritus.
El propósito número cuatro es instrucción en los caminos de Dios.
Y me encanta ese versículo en el Salmo 103 que dice, «a Moisés dio a conocer sus caminos, y a los hijos de Israel sus obras» (v. 7). Los hijos de Israel conocían las obras de Dios. Ellos vieron las obras de Dios pero Moisés conoció Sus caminos. Él conocía el corazón de Dios.
Yo quiero conocer los caminos de Dios. Yo no solo quiero conocer Sus obras. Yo quiero saber lo que Él piensa, cómo siente, lo que ama, lo que odia. Yo quiero conocer Sus caminos.
¿Sabes como Moisés conoció Sus caminos? Sentándose en lo alto de un monte lejos del resto de la comunidad, yendo a esa tienda de reunión fuera del campamento donde él se reunía con Dios. Y salía y su rostro estaba radiante por la gloria de Dios.
Hay algunas cosas que podemos aprender en comunidad, pero hay aspectos de conocer a Dios y de caminar con Él en Sus caminos, que solo adquirimos al estar a solas con Él, en Su Palabra, dejando a Su Espíritu ministrar a través de Su Palabra y enseñarnos Sus caminos.
Número cinco: Sumisión a Dios y a Su voluntad. Es en este tiempo de quietud, ese lugar de quietud, que mi corazón y mi voluntad se alinean con la voluntad de Dios. Mi corazón y mi voluntad se encuentran muy a menudo desalineados con la voluntad de Dios.
Yo recibo esos ajustes espirituales mientras paso esos tiempos en la presencia del Señor, mientras mi voluntad es traída en sumisión a Su voluntad y yo me sumerjo en ese tiempo y veo mi voluntad oponiéndose a Su voluntad pero llego al lugar donde digo, «oh Señor, no se haga mi voluntad sino la tuya».
Número seis: Recibo dirección para mi vida, mis responsabilidades, mis relaciones. Dirección. Escuchamos tantas voces diciéndonos qué hacer, dónde ir. El mundo tiene tantos consejos los cristianos tienen tantos consejos. Pero hay tiempos donde solo necesitamos escuchar Su voz. Nosotras decimos, «Señor, necesito dirección. Necesito sabiduría. ¿Qué quieres que hagamos en esta situación?»
Yo nunca, nunca, nunca Ilego al final de un día habiendo tachado todo lo que tenía que hacer en mi lista de cosas para hacer. De hecho, esto es imposible en cualquier periodo de veinticuatro horas para mí, lograr completar todo lo que hay en mi lista de cosas por hacer para ese día. Pero aquí hay una verdad liberadora. Darme cuenta que en cada día de veinticuatro horas solo es posible para mí hacer lo que Dios tiene en Su lista de cosas por hacer para mí ese día.
Es por eso que debemos llegar ante Él y decirle, «Señor, dame mis tareas. ¿A cuáles interrupciones en el día de hoy debo decir “no” y a cuáles debo darles la bienvenida?»
El Salmo 36 versículo 9 dice, «en tu luz veremos la luz». Porque en ti está la fuente de la vida; en tu luz veremos la luz. Él da dirección.
Número siete, otro propósito para un tiempo de quietud es la intercesión a favor de otros necesitados. Mientras intercedemos por sus necesidades, las necesidades de aquellos que amamos, las necesidades de aquellos que nos rodean que son tan grandes…
Yo no puedo resolver esas necesidades. Pero yo sí puedo levantarlas delante del trono de la gracia de Dios donde pueden encontrar misericordia y gracia para ser ayudadas en sus tiempos de necesidad.
Y luego el número ocho y este quizás es mi favorito. El propósito de una vida devocional es que podamos ser transformadas a Su imagen.
Yo quiero ser como Jesús. Y pienso que tú también.
Bueno, tú no te pareces a Jesús pasando tiempo en medio de todas las influencias y los aportes de este mundo que te rodea. Leyendo las revistas del mundo, los programas de TV, las películas, la música, interiorizando todo esto en tu sistema. Tú te parecerás a Jesús pasando tiempo con Él.
Pablo dijo en 2 Corintios capítulo 3 versículo 18: «Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu». Como dijo David en el Salmo 27, mientras lo estemos «contemplando», seremos transfigurados (es la palabra que se usa allí) a su imagen de gloria en gloria como por el Espíritu del Señor.
Ocurre esa asombrosa transfiguración, lo cual no es ser diferente en lo externo; es ser transformadas de dentro hacia afuera para que puedas convertirte en una nueva persona como Jesús quien mora en nosotras. Somos transformadas en Su imagen de gloria en gloria por el poder del Espíritu Santo.
¿Cómo lo hacemos? En la medida que lo contemplamos a Él, esto es lo que hacemos cuando abrimos este Libro, esta es la Palabra viva escrita de Cristo. Así que en la medida en que le contemplo en este Libro y Él está en cada página de este Libro desde Génesis hasta Apocalipsis 21, mientras le contemplo hay algo que está sucediendo dentro de mí que me está transformando a Su imagen.
Yo no sé tú pero yo quiero eso. Yo necesito eso. Y es por eso por lo que yo quiero tener este tiempo.
Annamarie: Has estado escuchando a Nancy DeMoss Wolgemuth hablar acerca de la importancia de la prioridad de una vida devocional. Mañana ella continuará su enseñanza al compartir contigo algunos consejos prácticos. También te animará a cultivar el hábito de pasar tiempo con el Señor. Te esperamos para este próximo programa.
Trayéndote enseñanza práctica de la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
La lectura bíblica para hoy en el Reto Mujer Verdadera 365 es 1 Samuel capítulos 27 al 29.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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