La perspectiva de Dios del pecado
Annamarie Sauter: Sentir tristeza al pecar no es lo mismo que arrepentirse.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Cómo sabes si tu dolor es de Dios? ¿Te conduce al arrepentimiento? ¿Resulta en un cambio de vida?
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es 1 Reyes capítulos 21 y 22.
Es apropiado lamentarnos por el pecado, pero cuando hablamos acerca del arrepentimiento nos referimos a algo que es más que una emoción. El arrepentimiento nos mueve a la acción, y más que ser algo de un día en nuestra vida, se trata de un estilo de vida. Esta enseñanza de Nancy corresponde a la cuarta semana de un estudio de doce semanas titulado, «En busca de Dios».
Nancy: Me encanta escuchar de los oyentes de Aviva Nuestros Corazones, y me gusta mucho leer los correos …
Annamarie Sauter: Sentir tristeza al pecar no es lo mismo que arrepentirse.
Nancy DeMoss Wolgemuth: ¿Cómo sabes si tu dolor es de Dios? ¿Te conduce al arrepentimiento? ¿Resulta en un cambio de vida?
Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.
La lectura de hoy de la Biblia es 1 Reyes capítulos 21 y 22.
Es apropiado lamentarnos por el pecado, pero cuando hablamos acerca del arrepentimiento nos referimos a algo que es más que una emoción. El arrepentimiento nos mueve a la acción, y más que ser algo de un día en nuestra vida, se trata de un estilo de vida. Esta enseñanza de Nancy corresponde a la cuarta semana de un estudio de doce semanas titulado, «En busca de Dios».
Nancy: Me encanta escuchar de los oyentes de Aviva Nuestros Corazones, y me gusta mucho leer los correos electrónicos y las cartas compartiendo cómo Dios está usando este ministerio para cambiar la manera de pensar de la gente, para cambiar sus corazones, y para cambiar sus vidas.
Recibí un correo electrónico hace poco tiempo que decía:
«Hasta el verano pasado, yo creía que la modestia tenía que ver solamente con la manera como me vestía. Gracias a su enseñanza, me di cuenta de que era también mi actitud que podía ser inmodesta –la manera en que me manejaba y me desenvolvía, e incluso la forma en como miraba a mis amigos varones.
El verano pasado, después de escuchar su enseñanza acerca de la modestia, no solo revisé completamente mi armario de verano (hasta tal punto que tuve que comprar ropa nueva para la próxima primavera), incluso tiré mi traje de baño de dos piezas, y también empecé a pedirle a Dios que Él mantuviera en mí una actitud modesta también».
Tal vez estés pensando, «no pensé que estábamos haciendo una serie sobre la modestia». ¡No, no la estamos haciendo! Estamos en medio de una serie sobre el arrepentimiento, pero ¿acaso no es cierto que ese correo electrónico ilustra lo que hemos estado diciendo sobre el arrepentimiento?
Es un cambio de mentalidad que resulta en un cambio de corazón que resulta en un cambio de vida. Esa mujer nunca dijo en su correo, «me arrepentí», pero eso fue exactamente lo que ella hizo.
El Espíritu de Dios le mostró algo que no era piadoso sobre su ropero y sobre su actitud. Algo que no agradaba al Señor, y ella dijo: «Sí, Señor, estoy de acuerdo contigo. Me arrepiento». Ella dejó de ir en la dirección en que se había estado dirigiendo y se puso bien práctica. Terminó tirando una parte considerable de su ropa de verano.
Yo no estoy diciéndote lo que tienes que hacer con tu armario, pero lo más probable es que Dios está hablando a tu corazón sobre una variedad de temas. Quizás Dios está tratando contigo sobre un tema totalmente ajeno a la modestia o a la ropa.
Quizás es algo que tiene que ver con tu actitud o con tu comportamiento. ¿Tienes un corazón arrepentido cuando Dios te señala las cosas en tu vida que no le agradan?
El arrepentimiento es un estilo de vida para los creyentes. Estamos viendo la segunda carta a los Corintios, capítulo siete. Quiero pedirte que vayas en tu Biblia al texto donde el apóstol Pablo está elogiando a los creyentes de Corinto, porque habían respondido a su corrección previa con una tristeza piadosa que los llevó al arrepentimiento.
Mientras estudiamos este pasaje que comenzamos a ver en el programa anterior, vemos que había evidencias de arrepentimiento genuino en la iglesia de Corinto, algo que también se evidencia cuando nosotros nos arrepentimos genuinamente.
Leíamos antes en el versículo ocho de 2 Corintios, capítulo siete, que la carta de Pablo causó que estos creyentes de Corinto se apenaran. Se pusieron tristes por sus pecados.
Pero Pablo continúa diciendo en el versículo nueve, «pero ahora me regocijo, no de que fuisteis entristecidos, sino de que fuisteis entristecidos para arrepentimiento». Esa pena, ese dolor que les causé por mi fuerte corrección causó que ustedes emprendieran un proceso de arrepentimiento.
«Sintieron la tristeza según la voluntad de Dios» (v.10). Ahora, el hecho de que hay dolor o tristeza según Dios sugiere al mismo tiempo que hay una especie de tristeza que no es según Dios, una especie de tristeza que no es santa, y eso lo veremos en un momento.
Él dijo: «Porque fuisteis entristecidos conforme a la voluntad de Dios, para que no sufrierais pérdida alguna de parte nuestra». Ellos fueron entristecidos hasta el arrepentimiento. Así es como la Biblia le llama al dolor piadoso, a la tristeza piadosa, al tipo de tristeza que te conduce a hacer algo en cuanto al pecado, que te conduce a cambiar de opinión, que te lleva a arrepentirte, a convertirte del pecado a Dios, a convertirte del pecado a la santidad, no justificando el comportamiento, sino cambiando tu comportamiento.
En eso consiste la tristeza según Dios. ¿Cómo sabes si tu dolor es de Dios? ¿Te conduce al arrepentimiento? ¿Resulta en un cambio de vida?
Y Pablo dice en el versículo 10: « La tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo» —la tristeza del mundo, esa corresponde al otro tipo— «produce la muerte».
Ese tipo de dolor, el dolor o la tristeza del mundo es a lo que nos referimos cuando hablamos de remordimiento. Una persona que siente remordimiento podrá derramar lágrimas debido a sus pecados, pero no está arrepentida en su corazón.
¿Por qué lloran entonces? Bueno, quizás porque los descubrieron, o porque cometieron adulterio y ahora su matrimonio está roto y deben pagar pensión alimenticia, en fin, lo que sea.
Hay consecuencias. Estas personas están dolidas debido a esas consecuencias, o porque alguien se enteró de su pecado, o porque no les gusta ser como son, pero al mismo tiempo no quieren cambiar sus caminos.
Cuando lloras por tu pecado, cuando estás triste por tu pecado, tienes que decir: «¿Es esto remordimiento, o es arrepentimiento? ¿Es esa tristeza según el mundo, o es la tristeza según Dios?»
La tristeza del mundo produce autocompasión y hiere nuestro orgullo, pero no puede salvar, no puede cambiar tu vida. Produce la vergüenza, la culpa, la desesperación, la desesperanza, y a veces incluso la muerte.
¿Acaso no es Judas un ejemplo de eso en el Nuevo Testamento? Lloró amargamente por lo que había hecho al enviar a Cristo a la cruz, pero ¿estaba arrepentido? No, estaba lleno de remordimiento, y en última instancia eso le condujo a la muerte.
Ahora, si nos fijamos en el versículo 11, vemos siete características de un arrepentimiento verdadero. Quiero que vayamos rápido a través de estas para que entiendas cuáles son.
El versículo 11, dice: «Porque mirad, ¡qué solicitud ha producido en vosotros». Un sincero deseo de agradar a Dios, un deseo sincero de ser santos, tan fuerte que no podían seguir con su rutina normal.
«Qué vindicación (o rehabilitación) en vosotros mismos». Eso es lo segundo. Un fuerte deseo de arreglar la situación, de tener una limpia conciencia —eso es evidencia de arrepentimiento.
«Qué indignación», una ira santa; se sintieron indignados por sus pecados. El pecado no era algo trivial para ellos. Se dieron cuenta de que su pecado no era poca cosa. Era un asunto serio para ellos, y llegaron a detestar el pecado que antes habían acariciado y habían disfrutado.
«Qué temor» produjo en ustedes este arrepentimiento piadoso, esta tristeza según Dios. ¿Temor? ¿Temor de qué? Temor de Dios. Un temor santo y la reverencia y el miedo a un Dios santo; un Dios que se ofende por el pecado.
Luego dijo: «Qué gran afecto». La Reina-Valera dice, «qué ardiente afecto». Un intenso anhelo por ver la situación arreglada, que la relación con Pablo fuese restaurada.
Y entonces se produjo el celo, el celo por la santidad y un odio a todo lo que perjudicaría la gloria de Dios.
Y luego dice que produjo el castigo. ¿Qué tipo de castigo? Bueno, la Nueva Versión Internacional dice: «una disposición para ver que se haga justicia».
Creo que esto se refiere a darle seguimiento a la situación. Aceptaron las consecuencias de su pecado, y querían ver el pecado vengado. Ellos estaban dispuestos a hacer restitución. Estaban dispuestos a hacer lo que tuviesen que hacer para arreglarlo.
Así que Pablo dice: «Porque mirad, ¡qué solicitud ha producido en vosotros esto, esta tristeza piadosa, qué vindicación de vosotros mismos, qué indignación, qué temor, qué gran afecto, qué celo, qué castigo del mal!» Vindicación de la verdad.
«En todo habéis demostrado ser inocentes en el asunto». Eso no quiere decir que eran inocentes inicialmente. Significa que se habían arrepentido. Habían cambiado su estilo de vida. Habían cambiado de opinión.
Habían cambiado la actitud de su corazón. No solo fingieron haberse arrepentido. Dieron evidencia de un arrepentimiento verdadero.
Apocalipsis capítulo tres el versículo 19, dice: «Sé, pues, celoso» dijo Jesús a la iglesia «y arrepiéntete». Ese es el tipo de arrepentimiento que se ve en los corintios. Eran celosos o fervientes en cuanto al arrepentimiento.
Esa palabra celo significa «perseguir con seriedad o desear con entusiasmo». Anhelaron arrepentirse. Manifestaban un gran fervor, un gran celo en su arrepentimiento. No dijeron simplemente «lo siento», sino: «Oh Dios, ¿cómo Te podríamos haber hecho esto a ti? Nos llena de pena. Nos duele. Clamamos a Ti. Te pedimos perdón. Hemos pecado contra Ti. Por favor, perdónanos».
No se ve ese tipo de celo hoy, ¿verdad? ¿Sabes? En los tiempos de los avivamientos del pasado, al ver los recortes de periódicos viejos, encontrarías algo que llamaban «silla de los dolientes».
Me pregunto si sería necesario colocar de nuevo algunas «sillas para dolientes» en nuestras iglesias hoy en día, lugares donde los «penitentes», como se les llamaba entonces, iban a arrodillarse, y clamaban a Dios, y a veces gritaban, arrepintiéndose y clamando a Dios.
Ahora bien, qué tan fuerte llores o cuántas lágrimas derrames no tiene nada que ver con la profundidad del arrepentimiento de tu corazón. Llorar o arrodillarte delante de la silla de los dolientes no tiene ningún valor si tu corazón no está arrepentido.
Eso es remordimiento. Esa es la tristeza del mundo. Eso lleva a la muerte. Pero la tristeza según Dios, el arrepentimiento verdadero nos lleva a la vida.
Al leer esta descripción en 2 Corintios capítulo siete, ¿dirías que eres una persona que se arrepiente continuamente? Puedo decirte que si no te arrepientes genuinamente, según esta descripción, no te has arrepentido de ninguno de los pecados que continúas cometiendo de manera habitual.
Esto no quiere decir que una vez que te hayas arrepentido, todavía no tengas que luchar contra la tentación o luchar para combatir el pecado, pero tu actitud hacia el pecado será diferente cuando te hayas arrepentido verdaderamente.
Tu inclinación será la de detestar y resistir el pecado, ya sea el ser complaciente, estar tranquilo en medio de él o el estar aferrado a este. ¿Eres una persona que se arrepiente continuamente? ¿Te arrepientes cada día?¿En cuanto a la actitud de corazón hoy… estás arrepentida sobre todo lo que Dios te ha mostrado que le desagrada?
Annamarie: No puedes experimentar todo lo que Dios tiene para ti y no puedes experimentar avivamiento, sin el arrepentimiento que te lleva a la vida. Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado hablando acerca de esto.
Y ahora queremos que escuches unas palabras del pastor Bill Elliff. Él es esposo de Holly Elliff, de quien has escuchado en programas anteriores. Aquí está él con nosotras.
Bill Elliff: Realmente creo que el arrepentimiento y todo lo que tiene que ver con ello es lo que falta dentro de la iglesia.
Sabes, nos gusta hablar del crecimiento de la iglesia y los nuevos métodos y las grandes ideas, pero hay una palabra que raramente se escucha en nuestro medio, y que mucho menos se experimenta.
Lo interesante, y lo increíble, lo más triste de todo es que esta fue la primera palabra que comenzó el ministerio de Jesús. Cristo dijo: «Arrepentíos». Eso es lo primero que dijo en Su ministerio público. «Porque el reino de los cielos se ha acercado». (Mat. 4:17).
Y, obviamente, Cristo sabía la preeminencia de este concepto, de que nunca veríamos ni experimentaríamos el reino de Dios sin arrepentimiento. El arrepentimiento no es solo la forma como entramos en una relación con Cristo al principio, sino que también es la clave para experimentar a Dios diariamente.
Históricamente, es uno de los aspectos no negociables de cada período de avivamiento genuino. Significa, literalmente, un cambio de mentalidad, un cambio de pensamiento. Pero en el contexto de Dios y Su Palabra, es un cambio de la mente forjado por el Espíritu; un cambio tan real y tan profundo, que da lugar a un cambio de dirección, a un cambio de comportamiento, y a un cambio en el estilo de vida.
Necesitamos un cambio de mentalidad, un arrepentimiento verdadero en la forma en que vemos nuestro pecado. Tal vez el pasaje que mejor refleja esto está en las Bienaventuranzas; Mateo cinco. En este pasaje Jesús dice: «Bienaventurado el hombre que reconoce su pobreza espiritual» (Mat. 5:3, parafraseado).
Esta persona se da cuenta de que no puede vivir su vida sola. No puede vivir su vida sin Dios. Y entonces el siguiente versículo dice: «Bienaventurados los que lloran» (v. 4) y, aunque a menudo escuchamos el uso de este texto en una situación de pérdida o de duelo, ese no es el contexto aquí.
Bienaventurado el hombre que ve su pobreza y su pecado y su necesidad de tal forma que le duele el corazón. Su corazón está tan quebrantado por el pecado que esto lo lleva al próximo paso, que sería la mansedumbre.
La mansedumbre es, como dijo G. Campbell Morgan, un «deseo de ser gobernado por otro». Es un espíritu de sumisión que se ve a sí mismo, ve el desastre que ha hecho de su propia vida, de tal forma que llora por sus pecados y se lamenta tanto, que clama al Señor: «Señor, contrólame. Estoy cansado de conducir mi propia vida».
Para muchos es sorprendente que de hecho se nos manda a llorar. Santiago cuatro, en ese gran texto que dice: «Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros». Luego continúa diciendo, «limpiad vuestras manos, pecadores; y vosotros de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, lamentad y llorad; que vuestra risa se torne en llanto y vuestro gozo en tristeza» (Sant. 4:8-9).
Dios nos llama a comenzar a ver nuestro pecado como Él lo ve, y cuando lo hacemos, tal y como lo hizo Isaías, de repente, nuestra ligereza se convierte en seriedad.
Todas nuestras excusas son vistas como el pecado mismo, y el endurecimiento que tenemos hacia el pecado se sustituye por una profunda sensibilidad hacia este. Nos sucede lo que Pablo escribió en 2 Corintios siete, cuando dice que tenemos un dolor de acuerdo con la voluntad de Dios que produce algo.
Se produce un arrepentimiento que no es remordimiento. Tenemos tantas veces en nuestras iglesias, el arrepentimiento que solo es simple remordimiento. Damos la vuelta por un momento, pero como no hay dolor genuino, no hay un verdadero cambio de mente, muy rápidamente volvemos a nuestro pecado.
Así que lo que se debe producir es un avivamiento por arrepentimiento. Tú dirás: «Bueno, ¿cómo puedo saber si me he arrepentido totalmente?» Te digo, es cuando te devuelves de tu pecado, cuando lo rechazas.
Thomas Watson, el puritano, dijo: «¿Cómo podría uno saber cuándo se ha humillado lo suficiente debido a su pecado?» La respuesta es: «Cuando estés dispuesto a desprenderte de él».
Y entonces, una última cosa que mencionó es que necesitamos un arrepentimiento, un cambio en nuestra forma de pensar con respecto al Salvador. Jesucristo dijo: «Si un hombre pudiera ver la perla de gran precio, el tesoro que está escondido en el campo, vendería todo lo que tiene para poder poseerla» (ver Mat. 13:45-46).
Estamos tan confundidos acerca de esto. Nos entretenemos con tantas perlas falsas. Necesitamos un cambio de mente acerca de lo que es realmente valioso, lo realmente verdadero, lo que es realmente bueno y recto y honorable.
Los tiempos de avivamiento no consisten solamente en una visión introspectiva y sombría del pecado, sino que muy rápidamente las personas se sienten atraídas a mirar al Salvador. De esta forma, los períodos de avivamiento están llenos de grandes canciones sobre el amor de Dios y la cruz de Cristo, y la belleza de la suficiencia de Cristo, lo cual produce una entrega maravillosa y alegre, y una búsqueda de aquello que es infinitamente mejor.
Se produce un anhelo por Cristo y la voluntad de rendir todo lo que nos separe de Él. Así que me pregunto si para nosotros el avivamiento es solo una buena idea o algo deseable, o si es que lo anhelamos tan profundamente que estamos dispuestos a dejar todo lo que lo obstaculice, o todo lo que nuble la gloria de Dios y el arrepentimiento verdadero y genuino.
Padre, cuando pensamos en todas las veces en que viniste a las iglesias en el el libro de Apocalipsis, para decirles: «¿Creen que están vestidos, y piensan que están en forma, pero están ciegos. Es necesario recordar y arrepentirse» (ver Apocalipsis 2 y 3).
Padre, te pido que en todas las iglesias a través del mundo haya una revelación inusual de lo lejos que estamos de Tu gloria; de lo profundo que hemos caído. Dios, creemos que solo Tú puedes hacer esto.
Anhelamos un profundo avivamiento que venga causado por el mover de Tu Espíritu. Señor, Tú pudieras interrumpir los servicios de adoración alrededor del mundo; provocando que las personas se postren llorando delante de ti.
Dios, lloramos por eso y te suplicamos por eso, y oramos que traigas un espíritu de arrepentimiento, que de pronto Tu Palabra Tú la tornes todapoderosa, Señor, y que se lleve todo lo que se ponga por delante de ella, y seamos testigos de un profundo mover de Tu Espíritu.
Señor, te ruego que nos salves del arrepentimiento falso que confiesa el pecado para inmediatamente regresar al mismo pecado. Señor, que nos demos cuenta de que no hay arrepentimiento genuino hasta que haya habido un rechazo de nuestro comportamiento.
Te pido que nos reveles esto a nosotros; que lo expongas a la luz, Señor; como cuando jugamos juegos y nos hacemos los sordos contigo. Dejamos los cambios para más tarde, y es una verdadera muestra de que nunca tenemos intención de arrepentirnos.
Dios, te pedimos que Tu Espíritu cause un avivamiento sobrenatural de arrepentimiento en nuestras iglesias.
Annamarie: Has estado escuchando al pastor Bill Elliff. Él nos ha animado—a la iglesia—a abrazar el arrepentimiento, desechando el pecado y pensando conforme a la verdad de Dios.
Él compartió este mensaje antes de dar inicio a una reunión de oración por avivamiento hace unos años, cuando esta serie titulada, «En busca de Dios», se transmitió por primera vez.
Para profundizar en lo que hemos estado escuchando a lo largo de esta semana, te animo a leer el libro titulado, «Quebrantamiento: El corazón avivado por Dios», escrito por Nancy. Búscalo en tu librería cristiana favorita o en nuestra tienda en línea en AvivaNuestrosCorazones.com. Allí en nuestro sitio web, también puedes compartir este programa con más mujeres, puedes imprimir la transcripción o descargar el audio.
Bien, Nancy regresa con nosotras para concluir el programa de hoy.
Nancy: Antes de despedirnos, permítanme pedirles que se unan en oración con nosotros para que Dios produzca un gran avivamiento en nuestras iglesias. Oremos juntas y busquemos al Señor, clamando a Dios para que envíe un avivamiento a nuestro corazón y a la iglesia de Jesucristo de nuestros días.
Acompáñanos en nuestro próximo programa de Aviva Nuestros Corazones cuando hablaremos de la gracia asombrosa y maravillosa de Dios que se derrama en los corazones humildes.
Annamarie: Llamándote a libertad, plenitud y abundancia en Cristo, Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
*Ofertas disponibles solo durante la emisión de la temporada de podcast.
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